Luego despedirse de Nadia y de los hijos de Simba. Scar junto a Simba y Zazú emprendieron el viaje diplomático del cual se esperaba resolver el conflicto sin ningún tipo de contratiempo. Para Scar esto era una pérdida total de tiempo y un disparate, si fuera por él, no hablaría con los chacales sino que les demostraría las consecuencias si se atrevían a seguir siendo un problema.

Para nadie era un secreto que Scar no tiene casi o ningún respeto por la vida, mucho menos por los animales a quienes considera inferiores a los leones. Por eso nunca fue popular entre los miembros de la manada, si es que gozo de buena fama alguna vez, hasta llego a tener un altercado con una leona, Adea, si mal no recuerda, por haberlo llamado "carroñero resentido". No fue de su agrado que Nadia haya escuchado esa historia por la boca de la misma leona que lo insulto. Mucho menos que ella le empezara a reñir por ello, aunque admiró un poco el cómo las había engañado para cazar de más para luego rectificar que lo que hizo obviamente estuvo mal.

Esa humana lo tiene como favorito y, pese a ello, no justifica sus malos actos. Algo que le parece raro.

–Solo necesitare que tu opinión cuando la pida o crea necesaria, no antes, y no te presentaras ante los chacales bajo ninguna circunstancia –la voz de Simba lo saca de su ensimismamiento.

–Entonces, ¿para qué hago este viaje si no has de necesitar mi presencia?

–No es tu presencia lo que necesito, es tú experiencia con tratar con otras especies. Los chachales no siempre han tenido una buena relación con los leones, no quisiera insultarlos de ninguna forma, ya sea por ignorancia mía o porque pierda los estribos.

Para Scar era dolorosamente obvio como Simba intentaba ser igual que su padre. Trataba de imitarlo en cada aspecto pero Simba nunca será Musafa, si, puede que sea un buen rey pero nunca será como su padre. Y, por una vez, Scar se abstuvo de soltar un comentario al respecto. Estará unos días con él a solas y no quiere desgastarse en peleas donde no los llevara a ninguna parte.

–De acuerdo, acabemos con esto –dice en cambio.

La primera noche ninguno pudo dormir, excepto Zazú, quien dormía plácidamente en una rama. Simba apenas si podía pegar el ojo y no era para menos, y Scar, por el contrario; le parecía inquietante ver como su sobrino parecía estar listo para atacar como si él le fuese a saltar encima en cualquier momento.

Hace una mueca.

–Una foto te duraría más –masculló por lo bajo –. ¿Acaso me miraras así toda la noche?

– ¿Qué es una foto? –Simba ladea un poco el cabeza, confundido.

–¡Qué se yo? Es lo que dice la loca humana que me dejaste de niñera que, por cierto, yo cuido más de ella que ella de mí –añade con cierta ironía.

–Ella al menos ha cumplido hasta ahora –replicó Simba calmado viendo como su tío se arroja al suelo para darle la espalda –. ¿Vas a dormir?

–No voy a verte la cara toda la noche, Simba, y te recomiendo que duermas –lo mira por un instante –. No voy a matarte mientras duermes.

Nadia seguramente lo habría reprendido por ese comentario lleno de malicia.

"Me pregunto si no estará como loca buscando acomodo, tiene una forma particular para dormir", pensó Scar distraídamente.

Mientras, en la Roca del Rey, dentro de la cueva donde dormían todas las leonas junto a sus cachorros dormían plácidamente y, al fondo; Nadia se encontraba acurrucada con Nala y sus tres cachorros. Ella estornuda suavemente se remueve un poco y vuelve a dormir plácidamente, abrazando a Kopa como a un peluche.

Un gruñido por lo bajo sale desde lo más profundo de Simba, se estaba conteniendo, más no iba a quedarse callado.

–Claro, porque eso sería más cobarde que arrojar a mi padre por un acantilado.

–Una vez tuve la oportunidad de deshacerme de él, claro, en ese entonces nuestra relación no estaba tan rota –comentó, haciendo que Simba lo mirase con mucha atención –. Estaba enfermo y, el muy terco, no hizo caso a los síntomas y termino por desmayarse. Lo lleve a una cueva cercana, ese día estaba lloviendo muy fuerte y debíamos refugiarnos, su temperatura estaba demasiando alta y deliraba; hubiese sido sencillo. Un limpio corte –desvaina sus garras cortando el aire.

La mirada de Scar parecía haberse perdido en el recuerdo. Ese día bien pudo conseguir el trono y nadie se hubiese dado cuenta de su traición, ni siquiera Simba, pero no fue capaz. Lo trató como pudo hasta que dejo de llover para luego llevarlo con Rafiki.

Su silencio incomodó a Simba, nunca había escuchado esa historia; siempre pensó que su padre era un león grande y poderoso incapaz de enfermarse, era la primera vez que escuchaba algo así. Rebusco entre sus recuerdo y si, hubo un día en el que su padre no estaba del todo bien, su madre le había dicho que debía descansar un poco.

"Claro, fue en ese tiempo que los abuelos estaban de visita", recordó Simba. Los padres de su madre los visito durante esa temporada.

– ¿Y qué te detuvo? –Scar retrae un poco sus garras sin ocultarlas del todo, sus ojos verdes se posan en Simba, la viva imagen de su hermano. Si parpadea cree ser capaz de verlo –. ¿Qué fue lo que te detuvo de hacerlo? –esta vez exigió.

–Ya lo dije –respondió –, nuestra relación no estaba tan rota en aquel entonces.

– ¿Fue antes de que yo naciera?

–No.

– ¿Y lo dejaste solo?

–No.

Simba frunce el ceño claramente desconfiando de esa parte del relato. Busco entre sus recuerdos algún vestigio de la relación entre su padre y tío, pero, no había nada que recordar. Scar apenas si estaba cerca de la roca o de la manada siendo solo dos ocasiones (las que él al menos recuerda) que estuvo con ellos como una familia. Una vez Rafiki les contó a él y sus amigos sobre una historia de un guepardo fantasma; junto a sus amigos se las arreglaron para aterrorizar toda la manada que creyó en la vieja historia, Scar estuvo en ese momento y su padre (asustado al igual que los demás aunque lo disimulaba) le ordeno que se quedase en la cueva.

Esa noche fue fría, hubo neblina, y sus amigos aprovechaban la distracción de sus madres para ocultarse y hacer ruidos escalofriantes. Todos se asustaron y Scar harto de eso, se fue de la cueva, para horror de Mufasa.

Simba casi suelta una risa al recordar lo que paso después. Él se encontraba con Tojo, Tama y Nala fuera de la cueva con el objetivo de asustar a su tío quien no pareció asustado en ningún momento. Pero, al final, quienes terminaron asustados fueron ellos al oír la voz de un cachorro del cual todos pensaron que era el cachorro de guepardo fantasma.

Oculta una sonrisa duras penas, es un buen recuerdo.

Scar abrió un ojo observando la sonrisa de Simba y la mirada perdida. Probablemente esté pensando en su familia, en especial su hija, la pequeña consentida que protegería de todo peligro. Para Scar esa sobreprotección con Kiara a la larga no la ayudara mucho, y eso también va para Kopa y Kion, esos dos que a veces se le pegaban tras su cola como pichones de avestruz. Kion era, cuando mucho, el más parecido a Mufasa de los hijos de Simba tanto que sentía la presencia de su hermano cuando el cachorro estaba cerca de él.

– ¿Por qué sonríes? ¿Pensando en tu reina o en tus hijos? –Casi se burla al ver como Simba ocultaba su sonrisa y fingía una cara estoica, en vano –. ¿Interrumpí algún recuerdo?

– ¿Recuerdas esa noche que todos estaban asustados? ¿La historia del fantasma?

– ¿Hablas de aquella vez que tú y tus cómplices aterrorizaron a toda la manada? Si, como olvidar la cara asustada de tu padre y los buenos deseos de tu madre hacia mí –dice lo último con un tono sarcástico.

–Creo que también te asustaste.

–Ahora si estás delirando por la falta de sueño. Ve a dormir –ordenó volviendo a cerrar los ojos.

Esta vez, Simba deja salir una pequeña sonrisa, su tío cuando quiere evitar un tema siempre lo mandaba lejos a jugar o hacer cualquier otra cosa; en este caso fue a dormir. Parece ser que los viejos hábitos no cambian. Y, aun con algo de desconfianza, se recuesta para intentar dormir ya que mañana será un largo día.

Como cachorro, Simba amaba a su tío, incluso llego a admirarlo de cierta forma. Siempre procuraba contarle cada una de sus aventuras, pero Scar nunca parecía remotamente interesado, no fue hasta que Simba se enteró de la verdad y que el odio, los celos y el resentimiento que Scar sentía no solo hacia su padre sino hacia él trayendo como resultado que sea casi imposible que hubiese habido un sentimiento genuino de cariño por parte de Scar hacia él.

– ¡Señor, sálveme! –el grito desesperado de Zazú hace que Simba parpadee varias al ver como Scar intentaba comerse al cálao.

– ¡Scar, déjalo en paz ahora!

De repente, el león se detiene en pleno acto, Simba llega tras él con la mirada fruncida; mostrando los dientes. Zazú se oculta tras la pata del rey.

– ¿Ahora que tienes? –Cuestiona sin ánimos. Con la ceja enarcada ante la cara arrugada de su tío por el disgusto.

–Nada. Mejor continuemos –responde apurando el paso.

No iba a confesarle que pensó en Nadia, mucho menos que ella probablemente los estaba maldiciendo por castigarla y dejarle niñeras, usando los trucos locos de Rafiki o el simple pensamiento.

"¿Y este ahora que le pasa?", pensó Simba al verlo apresurar el paso.

– ¿Nos falta poco, Zazú? –le preguntó Simba una vez que se ha recuperado del susto. El mayordomo real le dice que solo falta poco kilómetros que llegarían cuando el sol este en lo más alto –. Gracias –mira a Scar que aún sigue con su cara de pocos amigos –.Parece que se te apareció un fantasma –se atrevió a comentar. Scar suelta un gruñido por lo bajo –. O estás pensando en alguien, ¿no? ¿En Nadia, por ejemplo?

–Mmm… Probablemente nos esté maldiciendo.

–Ella dijo que no es rencorosa.

– ¿Y tú le crees?

–Buen punto.

– ¿Recuerdas lo que te hable de los chacales? –Simba asiente –. Bien. Ya hice mi parte. Me quedare por aquí. Aunque, si te soy honesto, yo demostraría la fuerza…

–No –corta Simba antes de que siquiera terminara la frase –. Se les tratara con respeto, como iguales. De hacer lo que tú crees habría exiliado a Nadia, o peor, cumplir la ley que nos ha regido por años.

Puede que Scar no tenga respeto por la vida de muchos animales pero con Nadia es diferente, con ella va más allá de una deuda de vida. Además, sabe muy bien que las palabras de Simba son huecas, él nunca le haría nada a Nadia. Pero tiene razón, de pensar como él le habría hecho algo.

– ¿Entiendes ahora? Toda vida es sagrada, y todo animal sin importar si es un león o no merece respeto, ¿entendido? –recalca dando un paso hacia él.

–Claro como el agua, majestad –de nuevo un dejo de burla se filtra en su voz, a Simba poco le importo.

–Señor, el líder lo está esperando.

–Bien. Quédate vigilando a Scar, Zazú, vuelvo pronto.

Zazú mira con miedo a Scar quien le sonríe de forma maliciosa y traga grueso, mientras una gota de sudor pasa por su frente. No es que Scar le prestase atención a Zazú justamente ahora su mente divagaba, rememorando las constantes señales en las que el trono, efectivamente, no era el destino que él creía firmemente que era suyo; hasta el mandril loco le advirtió lo que esto le traería si seguía en el camino de los celos y el odio. Pero para él simplemente no era justo.

–Espero que su alteza logre su cometido –comentó Zazú distraídamente dejando un dejo de preocupación filtrarse en su voz.

Scar entierra sus garras en el suelo, sintiendo la tierra bajo sus patas.

–Es probable que lo logre –murmuró tan bajo que apenas si Zazú le oye.

– ¡Desde luego! –afirma altivamente –. Porque a diferencia de usted, no es un tirano.

–Recuerda que la bola de pelos ya no está aquí para protegerte, Zazú.

El ave traga grueso mientras su pequeño cuerpo temblaba hasta casi perder las plumas.

Los chacales resultaron ser más simpáticos de lo que Simba anticipó, de hecho, esperaba que fueran hostiles; incluso agresivos a la hora de dirigirse hacia él. Scar le advirtió que era probable que no lo tratasen con el debido respeto que se merece la realeza. A lo que él negó tal posibilidad puesto que, si trataba a los chacales como a uno de ellos el trato sería el más ameno, Scar se burló de él llamándolo blando.

Otra dato, es que su tío se había equivocado con los números del grupo, no superaban los cinco miembros (contando a la pareja principal).

"Quizás fue otro vil engaño o se habrá equivocado", cabe recalcar que su tío ya está algo viejo y puede que ciertas cosas ya se le escapen.

–Espero que con todo aclarado podamos estar en buenos términos –dice, solemne. La pareja líder asintieron ante sus palabras.

–Así será, majestad –dice Baku, inclinando levemente la cabeza.

–Muchas gracias por habernos escuchado. Con la fama injusta que tenemos los chacales no siempre somos bien recibidos o escuchados –agrega Cali, la compañera de Baku, en su voz estaba filtrado el reproche debido a los encuentros desagradables que tuvo con las leonas.

–Una reputación injusta –Simba parecía algo incómodo por ese reproche indirecto, menos mal que intervino a tiempo, no se imagina lo que pudo haber pasado sino intervenía –. Si me disculpan, me retiro ahora. Espero que tenga mucha paz y prosperidad.

–Bajo su reinado seguramente, no como con ese tirano, menos mal que usted lo derroco para que nunca más vuelva a aterrorizar estas tierras.

–Aunque me parece curioso que lo haya dejado vivir –Cali lo mira inquisitivamente.

–El rey es benevolente, cariño, hasta con los que no lo merecen.

–Una cualidad y una desventaja, dependiendo de cómo lo veas.

Fue ese momento en el Simba agradeció dejar a Scar con Zazú y encargarse él mismo del asunto puesto que, si llegan a ver a Scar, probablemente las cosas no hubieran terminado tan bien. Sonríe solemne, inclinando levemente la cabeza como forma de despedida hacia los chacales, para luego emprender a su encuentro; el asunto con su tío aún se les debe antojar extraño, sabía que muchos animales no estaban de acuerdo con que Scar viviese en las praderas después de su tiránico reinado pero, por suerte, hay quienes ven esto como una muestra de su capacidad para perdonar como algo que Mufasa habría hecho.

Trataba de perdonarlo, en serio que sí.

Su tío esta extraño, más de lo normal. Desde que salió el sol hasta ahora que el cielo se ha nublado con colores grises y uno que otro destello, estaba extraño, incluso parecía apurado por volver. El aire estaba denso como si un manto oscuro se cerniera sobre ellos, anunciando un mal augurio. Simba ignoro esa sensación de incertidumbre a una esquina en lo recóndito de su mente, espantando cualquier preocupación; de nada le serviría preocuparse ahora, en cuanto volviera a su hogar y vea que todo está bien se sentirá tranquilo.

"Solo lloverá", se dijo, "Quizá eso lo tenga así porque bien odia mojarse".

Hace mucho que le ordeno a Zazú adelantarse para decirle a Nala que pronto llegaría, y que las cosas han salido bien, que no hubo contratiempos ni ningún enfrentamiento. Al principio, Zazú tardo bastante en acatar la orden puesto que, no le hacía gracia la idea de dejarlo solo con Scar; algo entendible. Sin embargo, Simba con solo una mirada fue más que suficiente para que el cálao se fuera, había entendido el mensaje.

– ¿Puedes apresurarte, o pretendes admirar el paisaje?

De acuerdo ya se está excediendo, Simba se postra frente a Scar impidiéndole dar un paso más para disgusto de él.

– ¿Qué es lo que te sucede? Has estado muy raro desde que el sol salió.

–Siempre he sido raro. ¿No crees que es porque ya no quiero estar cerca de ti?

–De ser así te habrías ido desde el momento en el que fui a reunirme con los chacales –replicó –. Puede que nunca te haya conocido realmente, pero se ver cuando algo te inquieta o te perturba. Así que dime, ¿qué es? ¿De qué se trata?

Los ojos verdes de Scar miraron con absoluta molestia a Simba, irritándole el hecho de que su sobrino haya podido ver que estaba inquieto, que pudo ver a través de él. Hace una mueca parecida a una sonrisa torcida mientras lo rodeaba. Los rojos ojos de su sobrino, iguales a los de Sarabi, no lo perdieron de vista acompañado siempre con ese ceño fruncido, desconfiado.

– ¿Por qué habría de estar perturbado, como tú dices?

La mueca burlona en la cara de Scar se borra de golpe cuando Simba, en vez de caer en su provocación, lo mira de arriba abajo, mientras una sonrisa ladeada toma forma en su hocico; su sobrino parecía sorprendido y divertido en partes iguales cuando dijo:

–Es por Nadia, ¿no? –afirmó, casi quiso tener a Zazú a su lado para que viese la expresión torcida de Scar, ¡lo había tomado con la guardia baja! –. No te debes preocupar por ella, Scar, Tama la cuida. Y contando el favor que le pediste a Nala, ella seguramente se desquitara contigo.

–Ni lo recordaba.

–Mientes.

–Cállate.

–Estará bien, no es que estuviera en peligro de muerte con las escoltas sobre ella.

–Eso espero –murmuro más para sí mismo que para Simba.

En las lejanías Nadia caminaba de forma tambaleante perdiendo el equilibrio en cada paso cuando, finalmente, caer al suelo con la respiración entrecortada. Su ropa estaba desgarrada y su brazo izquierdo estaba con un torniquete que ella misma improviso con la manga de su chaqueta. Sus uñas estaban a carne viva, pues subió el acantilado lego de caer por una formación y rodar cerca de la pared para que Zira pensara que había caído al río. Subir fue duro.

Abrió un ojo y ve a dos buitres volar sobre ella, maldijo su suerte.

Ambos estuvieron caminando en silencio, con la brisa moviendo su melena, el aire olía a lluvia y las aves ya empezaron a buscar refugio en los árboles. No quedaba mucho por lo que no pararían.

–Lo hiciste bien –Simba lo miró anonado, sin poder creer lo que escuchaba –. Deja de mirarme como si hubiese perdido la cabeza.

– ¿No pensaste que podría hacerlo?

–De hecho, sí. Al parecer tú padre hizo un buen trabajo, considerando que no tuvo tiempo de enseñarte todo… Creo que estaría orgulloso –dice, finalmente.

Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, ninguno de los dos detuvo su andar.

– ¿Me dirás algún día que fue lo que paso con ustedes?

– ¿Te daría paz?

–No creo que solo a mí.

Para cuando llegaron a la roca del rey Scar esperaba ver a Nadia correr hacia ellos, que se abalanzara sobre ellos para abrazarlos y, probablemente, darles un golpe en la cabeza por haberle dejado niñeras; más eso no pasó, toda la roca estaba en completo silencio, algo que no le gusto. Mucho menos que la el día siguiera gris, como un manto sombrío que anunciaba una mala noticia.

Kiara y Kion son los primeros en recibirlos con sus caras preocupadas y los ojos rojos e hinchados del llanto. Simba los recibió preocupado, preguntando por Nala, Kopa y Nadia no sin antes ver si estaban bien.

–Majestad… –llama una leona de pelaje dorado claro, hocico y vientre color crema, la nariz rosada y los ojos rojos. Estos se posaron por un momento en Scar con recelo y molestia, Scar la reconoció, es Adea, esa que lo irrespetó una vez –. Debe ir al árbol de Rafiki, es urgente.

Durante todo ese tiempo Scar estaba en silencio con una presión en el pecho, aplastándolo, volviendo a sentir aquello que no creyó volver a sentir desde la muerte de su madre, el dolor de la perdida.