Un merecido descanso
Spy x Family © Tatsuya Endo
Sinopsis: Los años pasan y ellos envejecen, pero el amor y el cuidado prevalecen.
Todo lo que quiero hacer.
La lámpara de la mesa brillaba mientras no se pronunciaban palabras en la habitación. Apenas se oía el ventilador del techo moverse y las hojas médicas pasar entre las manos.
Twilight se sentía incómodo. No se ponía nervioso en ambientes de estilo, pero no tuvo más remedio que ir a ver al doctor debido a un dolor punzante en el músculo que había sufrido el lunes por la noche.
Al día siguiente, no podía pisar y Yor le había obligado a ir. Aunque no lo veía tan importante porque ya había luchado contra varias lesiones y antes ni le habían atendido para averiguar qué tenía.
«Desgarro en la pantorrilla izquierda. Pequeño, doce centímetros».
—Su pantorrilla izquierda tiene un pequeño desgarro de doce centímetros —anunció el doctor en voz alta, que a su vez le lanzó una mirada dura mientras revisaba la radiografía—. La buena noticia es que no requiere cirugía, Twilight.
El espía se sintió satisfecho por haber adivinado el pronóstico.
—¿Está diciendo que ya puedo seguir con mis tareas? —preguntó, esperando una respuesta positiva—. Todavía tengo muchos asuntos por resolver.
No se trataba de simples asuntos, sino de misiones complejas. La operación Strix seguía en marcha y era vital mantener una buena relación con los contactos de Donovan Desmond. Además, el líder del Partido de Unidad Nacional había aumentado su actividad pública después de una inesperada reconciliación con su esposa.
Podía ser que la mejoría de Melinda se debía a la ayuda de Yor, y que él instruyó a Donovan Desmond sobre cómo relacionarse con la gente y eliminar algunos de sus pensamientos oscuros.
Si quería ser específico, Twilight podía decir que su capacidad como psiquiatra era ejemplar.
—Para nada —declaró el doctor—. Lo que necesita es un descanso de tres semanas.
—¿Qué? —se sorprendió el espía, frunciendo el ceño, y luego agitó la cabeza. Eso no tenía sentido—. Eso es imposible.
—Sí, es posible —asintió el doctor, respirando con algo de temor—. Entiendo que es un agente con una carrera exitosa, pero no podemos ignorar su edad.
—Tengo cuarenta y dos años —respondió Twilight, dando su edad y cuestionando por qué algo pequeño requería tanta recuperación—. No quiero cuestionar sus conocimientos, pero no entiendo sus recomendaciones.
El doctor frunció el ceño y suspiró, mostrando un poco de frustración.
—Sé por Sylvia que eres una persona muy activa, pero necesitas tomarte en serio las lesiones —le dijo—. Por favor, sigue mis recomendaciones y descansa.
—Pero esto no es una lesión grave. Fue un accidente menor mientras colgaba el diploma de mi hija.
La silla donde el doctor permanecía sentado se movió abruptamente.
—Twilight, si no obedeces mis instrucciones, tendré que informar a Sylvia.
No era sorprendente que Twilight aceptará cualquier cosa después de esa amenaza.
El doctor le proporcionó analgésicos y le sugirió que comprara una venda elástica. Le explicó que era posible que el hematoma bajará con el paso de los días, por lo que el uso de agua tibia relajaría el músculo y podría aguantar el reposo.
Le reiteró que tendría que pasar tres semanas en reposo absoluto sin realizar ninguna actividad que implicara esfuerzo físico. Twilight reflexionó sobre cómo podría engañar y hacer creer que estaba siguiendo las instrucciones en su hogar. Aún conservaba la habilidad de adornar la verdad con pequeñas mentiras.
Por supuesto, el doctor informó a Sylvia sobre la actitud del espía y ella, como jefa de Twilight, decidió tomar medidas para asegurarse de que cumpliera con su reposo. Fullmetal Lady envió un aviso a las personas relevantes en la vida del agente.
Tal vez su único error fue enviárselo a Nightfall.
—Si Yor Briar tuvo que ver algo que…
—Oye, ¿vas a seguir repitiendo lo mismo? Twilight te dijo que su esposa no tuvo nada que ver —interrumpió Franky, mientras Fiona fruncía el ceño—. Vaya, estos espías se vuelven más obstinados con la edad.
—Informante —llamó Nightfall.
Franky la miró.
—¿Sí?
—Cierra la boca.
El informante frunció el ceño.
—¿Te das cuenta de que soy prácticamente la única persona con la que estás hablando? —se quejó Franky—. Deberías ser más amigable.
—¿Todavía quieres llegar a tu cita de esta noche? —preguntó Nightfall, y notó cómo los ojos de Franky se abrían un poco—. Lo sospechaba.
—Y es por eso duermes sola en una cama doble, Fiona Frost.
La mirada perdida habitual de la agente parecía estar cargada de sentimientos negativos hacia el informante de su maestro. Pero cualquier pensamiento de responder fue interrumpido por el repentino suspiro de Twilight.
—Es increíble que ustedes fueran las personas asignadas para llevarme.
—Fuimos los únicos que podíamos tolerarte, Loid —señaló Franky, aunque Nightfall mostró su descontento al oír su nombre civil—. Nadie quería escuchar tus quejas.
—Porque Twilight no se lo merecía. Es…
—Fiona, no sigas —la detuvo Twilight—. Agradezco tu apoyo, pero hay que aceptar la realidad —y al bajar la mirada hacia su pierna izquierda, vendada con un elástico, agregó—. Ya no soy el mismo de antes.
Los otros dos ocupantes del vehículo se quedaron sin habla. A veces, Twilight podría llenar fácilmente su título como el mejor, los más cercanos a él podían confirmarlo sin decir demasiado, y se burlaban. Sin embargo, había un lado que no era sencillo de ver, sobre todo, cuando el hombre levantaba muros en torno a sus sentimientos.
No era necesario después de doce años en la Operación Strix, pero los viejos hábitos no morían.
Por eso no sorprendió que, cuando llegaron al 128 de Park Avenue, Berlint Oeste, el espía apenas hiciera un vago gesto de despedida. Se negó a que le ayudaran a subir las escaleras que conducían a su hogar.
—Debe de ser difícil no poder hacer todo como antes —comentó Franky mientras observaba a su amigo—. Nadie puede durar para siempre, ni siquiera un espía experimentado como él.
Nightfall no refutó. A pesar de su admiración por Twilight, reconocía la verdad en aquellas palabras.
Cuando el espía se giró para mirar la avenida por última vez, pudo distinguir como Nightfall y Franky seguían allí.
«Realmente…».
Al menos podía decir que los años le habían dado un buen par de secuaces para las misiones. Sin embargo, sabía que su compañía número uno estaba a escasos metros, esperando. Y no sabía qué imaginarse cuando cruzara la puerta de su hogar, pero estaba bastante seguro de que no sería nada pacífico.
Sin duda, el hecho de que ni siquiera pudiera abrir la puerta principal cuando la figura de Yor se plantó ante él era una señal de lo que estaba por venir.
—Yor, escucha —intentó defenderse.
—Silencio, Loid Forger —exclamó Yor furiosa. Era un enfado de verdad, no el que fingía—. Mejor no, entra y cuéntame qué ha pasado. Luego, si quieres, cállate.
Loid decidió obedecer. Su mujer debía de tener muchas cosas en su cabeza por cómo había conseguido la lesión. Sin embargo, incluso a través de su enfado, él podía ver su verdadera preocupación. Sus ojos rojos crispados, el ruido sordo de los tacones contra el suelo y el desorden que notó cuando echó un rápido vistazo a la cocina eran la prueba.
—¿Dónde está Anya? —preguntó.
—Fue a la casa de Becky y se llevó a Bond.
Mientras Yor dejaba la taza de té sobre la mesa, uso tanta fuerza que la superficie se agrietó. Loid percibió la tensión y decidió no hacer más preguntas sobre su hija. Aunque hizo una nota mental para recordar que tenía que adquirir algunos artículos de cocina más tarde.
—Entiendo —respondió al final y enfocó su vista en la pared que estaba frente a él—. El diploma.
—Anya me ayudó a colocarlo —intervino su esposa mientras se sentaba a su lado, con un tono severo—. Lo pusimos con cuidado.
Twilight captó de inmediato a que deseaba llegar.
—Estoy bien —aseguró él, tratando de sonar seguro, aunque evitando mirar a su esposa—. De verdad, si tan solo me escucharas.
—Twilight —lo interrumpió Yor, utilizando su nombre en clave—. ¿Por qué insististe en colgar el diploma?
—Nuestra hija quería ver su logro en la pared.
—Anya podría haber esperado si le hubieras dicho que estabas cansado. Tampoco querías que yo te ayudara.
—Todavía tienes heridas en las manos del enfrentamiento con el pirómano —le recordó Loid y mostró las marcas rojas todavía visibles—. Nunca deberías arriesgarte de esa manera.
—¿Qué estás queriendo decir? —preguntó Yor, frunciendo el ceño—. No digas algo que no puedes aplicar a ti mismo.
Twilight se quedó en blanco, incapaz de responder. Siempre había sido reconocido por su rapidez de reflejos y su habilidad para pensar rápidamente en cualquier situación, ya que eran habilidades cruciales para su trabajo como espía.
Pero entonces se dio cuenta de que un simple accidente doméstico podría ralentizar su ritmo y poner su mundo patas arriba.
La sensación de impotencia se apoderó de él, como un peso que le oprimía el pecho. En momentos como ese, su yo anterior, el Twilight de antaño, se hacía presente, recordando lo mundano que se había vuelto, deseando vivir y sentir más cosas. Pero él lo desvanecía, tratando de alejar esos pensamientos a un rincón profundo de su mente para seguir con su trabajo y volver a casa como si nada hubiera pasado.
Eso solía funcionar, no necesitaba nada más.
Excepto por la incesante punzada de que "no podía". A veces surgía de la nada, y se volvía intensa en los malos momentos, cobrándole factura por las noches mientras se esforzaba por no preocupar a su familia. Aunque se habían prometido no tener más secretos, él no sabía si quería compartir lo que estaba sucediendo, ni siquiera sabía cómo expresarlo con palabras.
—Esto no es…—comenzó, pero luego se detuvo a mitad de la frase, sintiéndose culpable por lo que iba a responder.
—Sé que eres un experto en espionaje —dijo Yor, notando su vacilación—. Has estado en esta vida tanto tiempo como yo, en la de asesina. Pero ya no estás solo.
—Eso lo sé.
Al llegar el momento de enfrentarse a ella, Twilight supo que una simple respuesta no sería suficiente para Thron Princess. No podía permitirse caer en la trampa de creer que lo haría, lo cual era algo que el viejo Twilight hubiera hecho. La decepción en el rostro de Yor era evidente, recordando el momento en que se enteró de la verdad sobre la familia Forger.
La reparación de ese bache en su relación había sido complicada, pero al final había merecido la pena. Ahora todo se basaba en la honestidad, sin necesidad de arreglos superficiales. Fue un proceso largo y difícil desmontar y reconstruir a Twilight y Thron Princess, Loid y Yor, pero era necesario para que todo quedara al descubierto.
Sin embargo, Twilight notaba que su actitud estaba poniendo en riesgo lo que habían logrado.
—No puedo —murmuró Yor, soltando las palabras con un tono desesperado—. Esto es demasiado para mí. No puedo soportar la idea de perderte.
—Yor, cálmate —dijo Twilight, tratando de consolarla.
—¿Cómo puedo mantener la calma? —le gritó su esposa, agarrándose la cabeza con desesperación—. Esto ha sido un accidente en el que podíamos estar contigo, y todo lo que puedo pensar es en lo que podría haber sido si no estuvieras aquí. ¿Y si sucede ahí fuera?
—Sabes que es un riesgo que pase —replicó su esposo, perdiendo la paciencia—. Anya también lo sabe.
—Lo sé muy bien —contestó Thorn Princess con brusquedad—. Pero eso no impedirá que nos preocupemos menos. Un día puede que no lo consigas.
Twilight se masajeó la frente, intentando convencerse de que aquella conversación tenía sentido.
—Yor.
—Loid, para ya.
—No puedo, es por mi familia…
—¡Si mueres, no podrás estar con tu familia!
Un silencio incómodo llenó la habitación mientras intercambiaban miradas. Con tristeza, Twilight desvió la vista hacia su esposa, su rostro torcido en una mueca apenada.
—¿Es solo la herida, o hay algo más detrás de esto? —preguntó con cautela.
Yor se acercó a él con preocupación. Su mano acarició su rostro, en un gesto de consuelo.
—Anya se había dado cuenta, Loid —dijo la mujer, fijando sus ojos en él con inquietud—. Pero decidiste guardarlo todo para ti solo.
Twilight suspiró, reconociendo que no podía mantener su dolor oculto.
—Anya tiene una gran intuición —admitió, recordando las veces que su hija había adivinado sus pensamientos—. Quería mantenerla feliz. Me duele no poder estar con ella, ni contigo.
Su esposa le apretó la mano, comprendiendo.
—Eres muy dramático.
—Soy tu esposo.
Antes de que Yor se diera cuenta, Loid estaba apoyado contra ella. Cualquier otro sonido quedaba obstruido por sus respiraciones sincronizadas, aunque las del espía se ralentizaban a medida que pasaban los segundos. Su mujer empezó a acariciarle el pelo y lo miró fijamente.
—¿Me lo prometes?
—Sí —suspiró él—. No es nada serio.
—No puedes decir eso —añadió Yor—. Es tu salud, Loid.
La cabeza de Loid cayó sobre su regazo, como aquella vez en el banco cuando aún era un trato falso. Los ojos rojos de ella se clavaron en él, interrogantes.
—Supongo que podría hacer algunos ajustes —concluyó Twilight al final y llevó una mano a la mejilla de su mujer—. Tengo tres semanas libres a partir de ahora.
Yor le miró a los ojos con creciente interés.
—¿De verdad?
—No es lo que quería, pero es lo que necesito.
—Hasta que lo entiendas —dijo Yor y sonrió—. Descansa.
—Sí, lo haré.
La asesina volvió a sonreír y lo besó, un contacto breve, pero suficiente para cerrar la conversación.
—Gracias —susurró Twilight, y se acomodó en el regazo de su esposa.
Nota de la autora: Esta historia pertenecía a un intercambio organizado por mi amiga Whats, donde me tocó escribirle a Kokichi707. La idea surgió a raíz de algo que le sucedió a mi papá a principios de este año, y esta experiencia me permitió convertirla en una historia corta.
Ya existe una segunda parte y dos más que agregaré cuando las terminé. Por ahora, comenzamos con esto.
Ciao.
