Capítulo 1: Me Voy
POV Bella
Porque sé que me espera algo mejor
Alguien que sepa darme amor
De ese que endulza la sal
Y hace que salga el sol
Yo que pensé nunca me iría de ti
Que es amor del bueno de toda la vida
Pero hoy entendí que no hay suficiente para los dos
Me voy
Que lastima pero adiós
Me despido de ti y me voy
(Me voy - Julieta Venegas)
– No me vuelvo a enamorar. No vuelvo a caer en las malditas garras de cupido – Sí, claro. Eso fue lo que dije la última vez y ahora estaba en un avión rumbo a Londres, para olvidarme de todo lo que había vivido en Nueva York. Siempre me pasaba lo mismo: Cuando creía estar a gusto en un lugar o momento, llegaba alguien a mi vida y lo arruinaba todo. Pero, había algo diferente en esta ocasión, porque ahora me apartaba de todo y de todos.
No iba a mentir, me costó mucho convencer a mi padre de que necesitaba viajar por un tiempo de vacaciones, con la excusa de que mi último contrato había sido agotador. Charlie incluso llegó a ofrecerme los mejores contratos que tenía en la empresa con tal de que no perdiera el tiempo: Lo mejor de lo mejor, con la mejor paga. Pero me resistí. Esta era la hora que no sabía cómo había dejado de insistir y no había preguntado nada por mi plan de vuelo o de viaje, ni siquiera se tomó el trabajo de investigar -como siempre lo hacía cuando y no trabajaba con él-.
Y es que, Charles Swan, el director de la empresa de modelaje "Pose´s" y agente de Isabella Swan, no se podía dar el lujo de que su mejor modelo -y su amada hija única- viajara a su suerte en otro país. Mucho menos después de recordar que mi mamá había sido modelo y se conocieron mientras mi papá empezaba con la dirección de la empresa:
Ella quería abrirle más posibilidades profesionales a papá, se fue a California a probar suerte. Funcionó durante unos meses y… Bueno, ella desapareció por un tiempo. Un largo tiempo en el que Charlie y yo vivimos en constante angustia, pánico y estrés tratando de encontrarla. La sorpresa fue enorme cuando nos dimos cuenta de que, de hecho, si estaba en California: La razón por la cual no la encontrábamos era que se había cambiado el nombre. Se llamaba Sarah Jhones y estaba casada con un productor musical poco conocido pero del cual, según ella, estaba enamorada.
Como era de esperarse, mis papás no volvieron a hablarse, "Sarah" se quedó a vivir en California y trabajaba como cantante de medio tiempo en un bar. En cuanto a mí, simplemente me olvidé de ella. Para mí solo existían mi papá y mis mejores amigos.
No hace falta mencionar que lloré a mares cuando Charlie y yo nos enteramos de todo. Charlie se hizo el fuerte pero siguió preocupado por mí. Desde ese momento Charlie no dejaba de cuidarme, basta con decir que tengo mi propio guardaespaldas -o lo tenía- porque le exigí a mi papá que me dejara viajar sola.
Una cosa era engañar a Charlie y otra muy diferente era Rosalie Hale. Su linaje era el modelaje: Su madre, sus tías, sus primas, su abuela y me imagino que su tatarabuela también fueron modelos. Mi mejor amiga no tenía nada que envidiarles a las otras modelos que estaban en la empresa. Empezando porque mi amiga tenía el mejor cuerpo natural que hubiera visto en toda mi vida: piernas largas y bien torneadas, trasero firme, caderas anchas, cintura delgada, vientre plano, pechos generosos sin llegar a parecer plásticos y un rostro de princesa por el que cualquiera mataría -yo lo haría-. Me refiero a que, tenía la cara semi ovalada que terminaba en punta, labios gruesos y finos, nariz perfilada, ojos grandes y azules como el mar decorados por unas largas pestañas y cejas bien definidas, ah — ¿Mencioné su cabello? —, eso era lo mejor de todo -o por lo menos lo que yo le envidiaba más -en el mejor sentido- era rubio natural y enmarcaba aún más su rostro, lo llevaba suelto la mayoría de las veces y caía en suaves ondas hasta su espalda baja.
Sin importar como luciera Rose, ella era mi mejor amiga, tenía su lealtad y me conocía incluso más que mi papá. Por eso fue tan fácil engañarlo a él, pero de ella no me salvaba y tenía que pensar en algo grandioso que sonara creíble viniendo de mí… Me refería, Rosalie sabía mi historial de vida amorosa, me había consolado en cada ocasión donde mis lágrimas parecían no tener fin y otras tantas veces en las que mi cabeza estaba pegada a la barra de bebidas de algún club conmigo maldiciendo a diestra y siniestra. Sí, me comportaba algo violenta cuando me embriagaba, solía meterme en problemas y riñas a causa del alcohol en mi sistema.
Así fue como terminé tratando de evadir a mi mejor amiga durante un mes realmente largo, ya que sabía que si me la encontraba y me ponía a hablar con ella, todo mi plan de vuelo se echaría abajo. Aunque tampoco iba a irme sin despedirme, solo estaba postergando el momento de la verdad.
— ¿De verdad tienes que viajar? Charlie tiene un gran proyecto en mente y estoy segura que…
— Me gustaría quedarme, Rose. Pero no puedo — La corté. Torcí los labios de inmediato.
No quería estar en este maldito continente un segundo más. De todas formas, ella no podía verme porque estábamos hablando por teléfono, segundos antes de que yo tomara mi vuelo. Simplemente quería despedirme sin darle mayor información o echarme a llorar abrazada a ella hasta que me convenciera de quedarme.
— Pero ya pagué mis vacaciones y voy a abordar el avión. Quería despedirme de ti.
Oí su suspiro — Está bien. Llámame en cuanto llegues ¿Dónde dices que vas a estar?
— Tengo que abordar. Adiós. Te quiero.
Terminé la llamada — Mucha información — Decía mi cabeza. Masajeé mis sienes lentamente. No quería involucrar a nadie por ahora. Sabía que tarde o temprano, Rosalie me encontraría o yo terminaría por llamarla, decirle sobre mi ubicación y la razón por la que prácticamente había huido.
…
Llegué a la zona de embarque usando unas enormes gafas de sol y un atuendo bastante cubierto para el clima extrañamente caluroso en el verano por el que estaba pasando Londres. Era lo mejor después de todo. Por los paparazis y unas colegas "perras" de mi trabajo que ya se habían enterado que yo me había ido a otro país a pasar vacaciones. Solo les faltaba averiguar el sitito y empezar con el cotilleo, eso sin mencionar que no llegaran a Londres esperando que también las aceptaran en mi "fabuloso" trabajo. Todo era hipocresía entre ellas, siempre hablando mal a espaldas de otra y riéndose amablemente en frente de ellas. Así era el mundo de la farándula y el modelaje. Ese era mi mundo.
Por eso, la única amiga que tenía era Rosalie. Ella había sufrido conmigo cada una de mis desdichas, así como yo había estado con ella en cada uno de sus tropiezos. Ella estaba ahora en la cima. Había firmado un contrato fabuloso con Charlie. Todo el mundo la solicitaba y ella estaba feliz porque no solo le estaba yendo bien en el trabajo sino que su vida amorosa iba en aumento con un chico que yo no conocía pero, por lo que decía mi amiga, la quería mucho. Yo no iba a arruinar su vida comentándole mis problemas existenciales, mis fracasos amorosos.
— Che gioia trovare questa bellissima donna qui (/Italiano/ Qué alegría encontrar a esta hermosa mujer aquí) — Escuché una voz gruesa a mi espalda y luego sentí unos brazos conocidos rodeando mi cuerpo.
— ¿Alec? Dios mío — Dije devolviéndole el abrazo y los dos besos que él dejaba en mis mejillas — ¿Qué haces aquí? Pensé que vivirías en Italia por un tiempo. Me alegra mucho verte.
— Sono felice di vederti. In realtà ho viaggiato in questi ultimi mesi da qui, sai ... Per lavoro ... E tu? (/Italiano/ Me alegro de verte. De hecho, he estado viajando durante los últimos meses, ¿sabes?... Por trabajo ¿Y tú?) — Preguntó
— Mi italiano está un poco oxidado — Dije completamente confundida.
— Mi scusi (/Italiano/ Discúlpame) — Se aclaró la garganta — La mayoría del tiempo tengo que hablar italiano, por todos mis clientes y trabajo. Vine por negocios en busca de una modelo ¿Conoces alguna que esté disponible? — Preguntó en tono pícaro.
— Para tu suerte, estoy de vacaciones aquí en Londres. Te puedo ayudar — Sonreí encogiéndome de hombros. De todas formas, no esperaba quedarme seis meses encerrada en una habitación de hotel.
— ¿En qué hotel te hospedas?
— En el Hilton — Respondí feliz y tomé mi maleta de la barra. Por supuesto mi galante amigo nunca me dejó cargar ni una sola bolsa en todos los años que me conocía. Pareció que la maleta que tenía solo duró un segundo en mis manos.
— Nunca cambiarás ¿Verdad? Tesoro — Dije la última palabra imitando su acento italiano.
— Sorprendente, yo también estoy registrado allí. Cosa ne pensi se ti invito a bere qualcosa? (/Italiano/ ¿Qué opinas si te invito a tomar una copa?) — Preguntó con su irresistible sonrisa.
Solté una ligera risa, tuve que tapar mi boca y parte de mi rostro por el sonrojo que se estaba apoderando de mis mejillas — No tengo idea de lo que dijiste, pero mi respuesta es sí — Lo acerqué tomándolo levemente por las solapas de su camisa — Ya sabes que todos tus acentos me vuelven loca — Susurré lo suficientemente cerca de su boca.
— Dai allora (/Italiano/ Vamos entonces) — Sentí como sonreía sensualmente con cada silaba que pronunciaba sobre mi oído.
Caminamos juntos hasta la zona de taxis. Tomamos uno y en menos tiempo del que pensé, estábamos en el hotel, cada uno en su habitación desempacando y refrescándonos para lo que sea que Alec tenía preparado. No me quiso decir, o bueno, más bien me lo había dicho en tres idiomas diferentes: francés, alemán y español. -tal vez-. A Alec se le daba muy bien eso de ser políglota (*), más que todo por su trabajo y a veces para impresionar mujeres: por lo menos había funcionado conmigo por bastante tiempo. Todavía lo hacía.
Después de todo, no entendí lo que me había propuesto. Aunque obviamente disfrutaba mucho estar con él. Nosotros éramos algo así como amigos con beneficios. Teníamos nuestros momentos de calentura, pero éramos amigos por encima de todo y no había ningún compromiso serio. No éramos exclusivos, pero en caso de que alguno tuviera una relación nos dábamos nuestro espacio. Tampoco había algún interés amoroso más allá de la amistad. Era solo sexo.
Cada vez que hablaba con esos acentos tan diferentes, me hacía querer derretirme ante él. Se me mojaban las bragas cuando simplemente movía sus labios y emitía un acento diferente al mío — ¿Quién podría resistirse con él? —. Estuve tentada varias veces a decirle al taxista que se detuviera y nos dejara solos en el taxi, quería arrancarle la ropa a ese hombre y ponerme encima de él, que me hiciera gemir de placer mientras me hablaba al oído en cualquier idioma.
— Tu es prête? (/Francés/ ¿Estás lista?) — Preguntó esta vez en francés, una vez abrí la puerta de mi habitación.
Él estaba luciendo un traje sencillo: pantalón de vestir negro, chaqueta, sin corbata, camisa oscura abierta los dos primeros botones, zapatos italianos negros. Solo Dios sabía lo mucho que me gustaría quitarle toda esa ropa y encerrarlo en la habitación. El cuerpo de ese hombre era glorioso. Medía casi un metro ochenta de alto, un cuerpo bien trabajado, de espalda ancha y hombros rectos. Todo eso lo escondía muy bien con sus cotidianos trajes de negocios -como ahora-. De todas formas se veía endemoniadamente sexi con todo lo que se pusiera. -Si no se ponía nada era mucho mejor-.
Su rostro era otra cosa, parecía un ángel que en cualquier momento te llevaría al pecado si así lo quisiera. De cabello castaño lacio, ligeramente corto, ojos negros profundos, nariz recta, su rostro tendía a terminar en punta y sus labios rojizos, carnosos y completamente besables: Lo sabía por experiencia propia.
— No vamos a salir de aquí si sigues con tus acentos — Le advertí tomando mi pequeña cartera. Y sonreí coqueta.
Me había puesto un vestido color negro con dorado. Lo admito, era un vestido bastante corto y sexi que apenas me llegaba a la mitad de mis muslos. También usé mis "Manolo" negros de veinte centímetros que tenía guardados -por lo que parecían siglos-. Me dejé el cabello suelto, haciendo que mis ondas caoba llegaran hasta mi cintura y adornaran bien mi rostro junto con mi maquillaje que parecía bastante simple en comparación con mi vestido: Solo algo de rímel, sombras, colorete y labial rojo. — ¿Qué más da? — Estaba en otro país, ya tenía un empleo, estaba en una salida con mi buen amigo y de alguna manera tenía que celebrar que había dejado atrás una vida de completo sufrimiento.
Todo lo que quería con mi outfit era que el irresistible hombre que tenía frente a mí me desnudara y me llevara a la cama lo más pronto posible. Realmente no importaba mucho el lugar, siempre y cuando me hiciera gritar de placer hasta dejarme exhausta.
— Está bien, vámonos — Susurró muy cerca de mi cuello.
Fue muy difícil resistirme a encerrarlo en mi habitación, más porque él me conocía y solo estaba haciendo su juego previo conmigo. Con su coqueteo discreto y esos sexis acentos. Lo dicho: Este hombre tenía cara de ángel y mente de demonio.
Llegamos al bar del hotel y me di cuenta de que eso era lo que me estaba diciendo que haríamos: Tomarnos una copa por nuestro reencuentro — ¿Cómo es que no me sorprende? — Este era prácticamente su ambiente, en donde se desenvolvía como seductor empedernido -sin contar la habitación-. Lo capté levemente cuando me lo dijo en francés. Había estudiado algunos idiomas, pero cuando me metí de lleno en el modelaje ya no me quedaba tiempo y perdí la práctica. De seguro con Alec recordaría más que algunas cuantas palabras.
Ambos pedimos una copa de un vino exquisito. Yo quería beber algo suave y que al mismo tiempo me hiciera perder la cordura al menos por un momento. Mientras que Alec solo buscaba complacerme.
— Entonces, dime qué hiciste después de la última vez que nos vimos — Pasé mi lengua por mis labios — ¿Recuerdas? ¿Aquella vez en los servicios del aeropuerto? — Por debajo de la mesa, levanté mi pierna desnuda y la deslicé lo más que pude para llegar a su entrepierna.
Él soltó una carcajada divertida — Mia signorina (/Italiano/ Mi señorita), por tu culpa casi pierdo mi vuelo — Para entonces mi pierna ya estaba sobre la suya y el la acarició.
— ¿Te recuerdo quién empezó? — Le di un sorbo a mi copa de vino mirándolo por debajo de mis pestañas — Además, no has respondido mi pregunta.
— He estado trabajando, viajando de aquí allá, buscando publicidad y modelos para representar la empresa y ¿por qué no? Algo de la parte administrativa se ha colado — Tomó la copa de vino en su mano — De todo un poco. Ya sabes, es divertido salir del esquema. Háblame de ti ¿Algún hombre serio en la vida de la signora più bella del mondo? (/Italiano/ Señorita más bella del mundo)
Me atraganté un poco con el vino. No esperaba que me preguntara eso y tampoco estaba lista para que lo hiciera. Nunca pensé que hablaría del tema tan abiertamente, siendo que nosotros no éramos así. Solo vivíamos el ahora.
Él sabía que si hubiera alguien en mi vida yo no estaría coqueteando con él tan descaradamente como siempre lo hacía. Entonces, me había hecho la pregunta intencionalmente, sabiendo que algo había pasado. Y claro, viendo como casi me muero bebiendo ese delicioso líquido rojo, suponía que se estaba haciendo una idea de lo que estaba pasando con mi situación "Sentimental". Aunque la única a la que me permití verme mal por un hombre era Rosalie, quizás no era mala idea hablarle sobre ello... — ¿Estaba loca? — La razón de mi vuelo era olvidar, hacer de cuenta que nada había pasado y hablar con Alec definitivamente me llevaría a recordar y llorar como una ilusa imbécil.
Para ese momento, casi estaba sentada sobre sus piernas. Él dejó las copas sobre la mesa, hizo a un lado mi cabello y frotó mi espalda gentilmente.
— ¿Estás bien?
— Sí. Sí. — Respondí recuperando el aliento — Eres bastante directo ¿Te lo habían dicho? — Me abracé a su cuello. Su colonia me fascinaba.
— Tendrías que recordarlo ¿Quién se animó a ser el primero en hablar cuando nos conocimos? — Soltó una ligera carcajada.
Reí, puse mi cara en su pecho para ahogar el sonido de mis carcajadas — Bastante profesional también "Ciao, mi chiamo (/Italiano/ Hola, me llamo) Alec Vulturi, trabajo en una empresa de moda ¿Quieres tener sexo conmigo?" — Dije tratando de imitar su acento.
Los dos nos echamos a reír. Por un instante olvidamos que casi me muero de asfixia y seguimos con nuestra conversación tranquila, hablando del día en la agencia de modelos donde nos vimos por primera vez.
— Por suerte, Charlie no estaba allí o él te hubiera matado con sus propias manos — Él se seguía riendo. Esta vez me estaba apretando entre sus brazos — ¡Atrevido! — Bufé.
— Pero aceptaste felizmente.
Seguimos riéndonos así por un largo rato. Recordamos cada una de las anécdotas que habíamos compartido mientras estuvimos juntos. Alec entendió que yo no quería hablar de los hombres que habían pasado por mí vida después de que nos habíamos visto por última vez. Suponía que él se había hecho una idea y no preguntó nada. Él sabía que terminaría contándole tarde o temprano sin muchos detalles.
Hubo un momento de silencio, conmigo recordando lo que me tenía en Londres. Y Alec, bueno, no sabía en qué estaba pensando él. Alec era una cajita de sorpresas enigmática, nunca sabía qué esperar de él. Lo único de lo que estaba completamente segura era de que él era mi amigo y siempre me hacía sentir bien, con sexo o sin sexo. Pero, necesitaba olvidar. Si había alguien bueno para ayudarme con esa tarea, era él.
Me tomó delicadamente del mentón y me hizo verlo. Sus ojos tiernos y juguetones. Solo podía significar una cosa: Cinco minutos de charla amistosa y quince minutos con juegos seductores. Entonces sonrió — Empezó el juego. Primer Round — Celebró mi mente, pude escuchar la campana del ring. Ya tenía el consuelo de que cada vez faltaba menos tiempo para el desenlace con él sobre mí en mi habitación -o en la suya-. Sería perfecto sin importar qué.
— Eso no fue lo que dije cuando te conocí — Susurró en mi cuello, para luego alejarse y empezar a enumerar — Primero me presenté profesionalmente, alabé tu belleza y luego de un par de semanas de hablar como "conocidos" te pregunté si te gustaría acostarte conmigo. Sin condiciones ni restricciones y aceptaste.
Yo bajé mi rostro con una sonrisa triste. Yo y mis malditos recuerdos. — ¿Por qué carajos seguía recordando? ¿Por qué no me los sacaba de la cabeza? — Estaba en el viejo continente, bebiendo vino con un hombre tremendamente sexi. No tenía nada que me atara a mi vida anterior, aquí podría ser completamente libre y mi verdugo no tenía idea de nada. — Yo podía ser feliz, por el amor de Dios ¿Por qué me atormentaban los recuerdos? — Ni siquiera se merecía que pensara en él.
Alec bajó su rostro hacía el mío con dulzura, buscando mis ojos.
— Terminamos como amigos — Sonrió tratando de animarme. Me abrazó más a su cuerpo, besó mi cabello y terminó con la punta de su mentón en mi cabeza.
— Te extrañé tanto, Alec — Le dije y amarré mis brazos alrededor de su cuello.
— Je sais, je suis irrésistible, mon cher (/Francés/ Lo sé, soy irresistible, querida) — Me tendió mi copa de vino — Hablemos de ton pére (/Francés/ Tu padre) ¿Comment est-il? (/Francés/ ¿Cómo está él?) — Angelicalmente, tomó su copa de vino y le dio un sorbo.
No pude evitar soltar una carcajada — ¿En serio? ¿Quieres saber de mi padre mientras me tienes en tus piernas y me dices cosas sucias en diferentes idiomas que apenas alcanzo a entender y que me excitan? — Él alzó una ceja comprobando que su técnica de distraerme estaba funcionando. Me acomodé mejor y lo miré — Charlie ha estado bien. Trabajando como loco. La única diferencia de cuando lo conociste es que él no busca propuestas de trabajo, sino que las propuestas de trabajo lo buscan a él y siempre tiene que rechazar contratos importantes por unos mejores. Ahora se ve más feliz.
— ¿Te imaginas lo feliz que sería si supiera de todo esto y tuviera un arma para dispararme en medio de los ojos? Il deviendrait fou (/Francés/ Él se volvería loco) — Soltó una risa.
— Ok ¿Por qué no le damos más motivos, ami bien-aimé (/Francés/ Amigo mío)?
Me levanté de la mesa, dejé unos cuantos billetes y arrastré a Alec hasta mi habitación. Su pregunta estaba escrita en su rostro. En cuanto llegamos al ascensor, comencé a besarlo con fuerza y pasión, pasé mis manos por su espalda y luego por su pecho asegurándome de tenerlo siempre conmigo. Él no tenía idea de lo que me había sucedido en Estados Unidos, aun así me devolvió cada uno de los besos que yo le daba y mantenía sus manos en mi cintura tratando de vez en vez de subir mi vestido para llegar a mis muslos y posteriormente a mi pubis.
Seguimos toqueteándonos y besándonos con fuerza en el ascensor. Un juego de lenguas, dientes y manos, recorriendo el cuerpo del otro. Tan caliente y excitante que no me daba tiempo de pensar en nada, solo me dejaba guiar por mis instintos carnales. Si esa cosa se hubiera tardado más tiempo en anunciar la llegada a mi piso, como la mierda, que no me hubiera importado follar con él en un lugar público. Porque sí, para ser franca estaba muy mojada y necesitada. No recordaba la última vez que me había desfogado por completo.
Cuando el ascensor sonó indicando que ya habíamos llegado al piso de mi habitación. Cogí las solapas de su camisa y lo jalé sin dejar de besarlo fuertemente. Maniobré de una forma realmente increíble para abrir la puerta de la habitación con la tarjeta. Lo necesitaba maldita sea. Todo ese estrés, tensión y frustración tenían que salir de mi cuerpo y de mi cabeza.
Para entonces, no esperé hasta llegar a la habitación. Le quité rápidamente la chaqueta y desabotoné su camisa con demasiado ímpetu, bajé mi vista a su gran y prominente erección escondida tras sus molestos pantalones. Me relamí los labios y Alec se dio cuenta, a lo cual soltó una leve carcajada pero me levantó haciendo que pusiera mis piernas alrededor de su cintura. Me apoyó contra la pared de la sala y pasó sus manos por mis muslos desnudos, subiendo el vestido hasta mi cintura y arrancando mis pequeñas bragas con dos de sus dedos. Solté un gritico ahogado.
Su erección se sentía tan bien contra mi zona intima. Aun así, no tenía suficiente. No iba a quedar en paz hasta que ese hombre estuviera a mi merced y completamente desnudo.
Yo iba a quitarme los zapatos, ya me estaban molestando un poco, pero sentí su mano en mi tobillo.
— Non farlo (/Italiano/ No lo hagas) He estado fantaseando toda la mia notte (/Italiano/ Mi noche)) desde que te vi con esos zapatos. Te imaginé una y mil veces cogiéndote mientras usabas esos zapatos. Sembri divino (/Italiano/ Te ves divina).
No pude contradecir. Además ya tenía demasiado con él entre mis piernas hablándome italiano al oído. Iba a tener un maldito orgasmo antes de que el siquiera estuviera dentro de mí si seguía con su sensual acento.
Me sujeté a su cuello y lo besé para después morderlo ligeramente, mientras él se encargaba de dejar TODO mi vestido en mi cintura. Con una mano amasaba uno de mis senos descubiertos y con la otra se encargaba de que dos de sus dedos entraran en mí y me dieran el placer que tanto necesitaba.
— Ah, te lo juro, extrañé esos dedos — Gemí mordiendo el hueco entre su cuello y su hombro.
— Dolcezza (/Italiano/ Dulzura), hasta ahora estamos empezando.
Sentí su sonrisa en el tono de voz, si siquiera verlo. Tenía los ojos cerrados de placer. La habitación estaba completamente a oscuras, permitiéndome sentir más. Me permití deleitarme con cada beso que dejó en mis pechos, hombros, clavícula, cuello y oreja.
Y con una última frase, empezó a penetrarme con su dedo índice y anular mientras pegaba sus caderas contra las mías y yo gemía lo más alto que me daban mis cuerdas bucales. Ese hombre siempre me hacía ver estrellas en nuestros encuentros sexuales. Este no sería la excepción porque luego de unas estocadas más me dejé ir con un placentero orgasmo y caí lánguida en sus brazos.
Con cuidado y rapidez al mismo tiempo, me tomó en brazos para luego depositarme en la cama y sentarme con las piernas abiertas. Mi boca formó una perfecta "O" cuando me quitó el vestido completamente de un tirón. Me volví a preguntar por qué me había sorprendido — ¿Acaso pasé tanto tiempo lejos de él como para olvidar sus maniobras a la hora de tener sexo? — No, eso no era.
Moví mi cabeza un poco y volví a concentrarme en lo realmente importante: Tampoco perdí el tiempo con él -por muy cansada que me hubiera dejado en su primer juego- lo cual me había dejado con ganas de más. Dejé que mis manos curiosas y expertas viajaran por toda la extensión de su cuerpo. Me deleité nuevamente admirando su pecho marcado por las líneas de sus abdominales. Aunque ya lo conociera de memoria, siempre seguía sorprendiéndome la forma tan perfecta en la que se conservaba su cuerpo. Él mantenía su boca pegada a mi cuello y a mi oído susurrando algo en italiano o francés, pudo ser hasta español (**), yo ya había perdido el hilo de mis pensamientos. Sus manos viajaban de mis senos hasta mis caderas para pegarlas a las de él y más tarde agarró mi tarsero, estrujándolo hasta que no hubo ningún espacio entre nosotros.
Lo jalé hacía mí, de manera que me aplastara más de lo que estaba haciendo. Le quité el cinturón de un solo golpe y sonreí con malicia por la cara de sorpresa que había puesto cuando se dio cuenta de mi maniobra. No le di tiempo de nada más porque bajé sus pantalones y metí mi mano dentro de sus bóxer, agarrando su pene. Empecé a deslizar mi mano de arriba abajo, ejerciendo tan solo un poco de presión -como yo sabía que a él le gustaba-.
Sus palabras se detuvieron convirtiéndose en gemidos placenteros. Solté una risita. Me permití girarme un poco sin dejar de bombear su miembro.
— Es-tu resté silencieux tout à coup? (/Francés/ ¿Te quedaste mudo de repente?) — Dije sin obviar sus gemidos.
Después de decir eso, él empezó a temblar por el clímax que seguramente estaba a punto de alcanzar. Me las arreglé para quedar encima de él y bajé mi boca desde su pecho hasta sus caderas, pasando mi lengua por cada uno de sus músculos hasta que llegué a su ingle. Con habilidad, quité sus bóxer por completo Pude ver cómo él abría los ojos y luego los cerraba al sentir mis labios alrededor de su pene. Bajé mi mano hasta su base, acariciando sus testículos, estimulándolo más, relajé mi garganta para tenerlo completamente dentro de mi boca y así recibir cada gota de semen que produjera su liberación.
Escuché sus gemidos hasta que segundos después, salió un gruñido y terminó con su liberación. Gateé libremente sobre él y llevé mi lengua a su mentón: Una de nuestras señales propias en la que nos advertíamos que solo esperaríamos cinco segundos antes de continuar. Y así fue. Cuando estuve sentada en sus caderas, él ya estaba listo amasando mis senos. Uno en su boca y el otro en su mano. Me posicioné sobre él alineando mi entrada con su pene. Me apreté a su alrededor y gemí con ganas. Cabalgué sobre él, con sus manos puestas en mis caderas mientras coordinábamos nuestros movimientos. Llegué a mi preciado orgasmo. Resistí hasta que él también estuviera satisfecho y caí rendida sobre su pecho.
Alec me quitó de encima, con cuidado puso las sábanas sobre ambos y me permitió recostar mi cabeza contra su pecho.
— Je pensais que tu avais oublié de parler français (/Francés/ Pensé que se te había olvidado hablar francés) — Dijo con la respiración agitada.
— Fue por trabajo — Me encogí de hombros y lo miré — Sinceramente, me gusta más el italiano.
— Parché, dolcezza? (/Italiano/ ¿Por qué, dulzura?) — Preguntó en tono seductor cambiando de idioma, mientras se apoyaba sobre uno de sus brazos.
Sí, no le iba a responder eso. Él no necesitaba saber y no quería decírselo para terminar con lo que estaba resultando una noche perfecta. Moví mi dedo índice sobre su pecho desnudo, mostrándole una sonrisa al ver su mirada pícara. Si iba a seguir con eso de hablarme en todos los idiomas que conocía, bueno, nos esperaba una noche larga y laboriosa.
— ¿No quedaste exhausto como para otra ronda? — Arqueé una ceja y una sonrisa divertida se formó en mi rostro al ver que él seguía respirando cansado.
— Definitivamente no perdiste tu toque. Ese idiota no sabe lo que dejó ir — Mi cuerpo se estremeció por un segundo — Riposa (/Italiano/ Descansa), Isabella — Dijo con su último aliento en italiano y me abrazó a su pecho.
Temblé por un segundo recordando el pasado que había dejado en Estados Unidos. Había sacrificado a mi papá y a mi única amiga, por un hombre que me había dañado más que otro en el mundo. No sabía cuánto poder él tenía sobre mí, hasta que sentí que mi mundo se derrumbaba con la sola mención de su nombre y supe que era la hora. Había tomado una decisión: No lo vería nunca jamás y para eso no dejaría que él me encontrara. Ya me había hecho demasiado daño para permitir otro golpe más. Y si para lograr todo eso necesitaba vivir en otro continente, pues así sería.
* Aclaraciones:
(*) Políglota: Persona que es capaz de comprender y hablar más de tres idiomas, que puede incluso estudiarlos a fondo.
(**) Se supone que Bella es Americana y por lo tanto habla inglés, por eso puse la aclaración de que ella no entiende ciertas expresiones en español.
Lo prometido es deuda. ¿Cómo están? Este es el primer capítulo de mi nueva historia "¿Cómo olvidarte?" Les agradezco a todas las que dejaron likes y comentaron en los grupos de Fb cuando a penas estaba promocionando el fic. Díganme que tal les pareció, sus comentarios son muy importantes para mí.
Pd: Edward no aparece en los próximos capítulos. Recuerden que lo bueno se hace esperar.
Muchos abrazos a la distancia desde Colombia. Nos leemos la próxima semana con un nuevo capítulo.
