Outtake 1

Ya era viernes en la noche, la cena con los padres de Edward había ocurrido hace cuatro días y no había podido hablar con él acerca de su comportamiento tan inmaduro. Esa noche dormimos a los niños e hicimos el amor en la bañera... Después de eso ambos terminamos noqueados en la cama y no despertamos hasta el día siguiente. Mis esperanzas de hablar con Edward se iban esfumando de a poco porque siempre pasaba algo y no podíamos hablar. Pero decidí que esa noche sería la indicada, Nate y Em estaban dormidos y Jane y Mike no demoraban en irse a sus camas.

Estaba en la sala viendo noticias mientras Edward terminaba de ducharse, sinceramente era mejor esperarlo abajo porque sabía que si lo veía saliendo de la ducha no me aguantaría las ganas de saltarle encima. Pronto vi que Jane se acercaba con una mueca angelical.

— Papá me dio permiso de ir a la fiesta si tú estabas de acuerdo — Comentó con una sonrisa tierna.

— Estoy de acuerdo, pero ya sabes las reglas Jane; Vas con Mike, tienes que estar siempre con él y los quiero aquí antes de las doce de la noche — Dije levantando una ceja.

Ella hizo una mueca cansada — Mamá, Mike es un verdadero dolor en el... — Se silenció al ver mi mirada — Quiero decir que él me molesta mucho. Además, la fiesta empieza a ponerse buena a media noche. Pareces el hada madrina de Cenicienta — Bufó cruzándose de brazos.

— Tómalo o déjalo — Me puse firme volviendo mi atención al televisor.

— No es justo, mamá — Dijo golpeando sus pies contra el suelo y se fue a su habitación, a los pocos segundos escuché el portazo.

Negué con la cabeza y tomé el mando de la televisión para distraerme con otro programa. Como si se hubieran puesto de acuerdo, al poco tiempo escuché las pisadas de Mike acercándose y puso las manos en mis ojos.

— Por favor, mamá — Dijo usando su voz más tierna y consentida.

Asentí y me volteé a verlo — Las reglas también aplican para ti, jovencito — Respondí.

— Jane es mi hermana pequeña, solo me hará verme ridículo o le hará una escena a todas las chicas que intenten acercarse... Por favoooooor — Dijo abrazándome tan fuerte que tuve que sacar la cabeza para respirar, a sus dieciséis años Mike ya era más alto que yo.

Me mantuve firme en mi lugar y él soltó un suspiro. Decepcionado se fue a su habitación, la única diferencia esta vez fue que su puerta se cerró con tal suavidad que ni se sintió el sonido. Miré el reloj en la pared, pensé que seguramente Edward ya estaría vestido y entonces decidí subir a nuestra habitación. Edward tenía puesto solo su pantalón de pijama y se secaba el cabello con la toalla. Entrecerré los ojos en cuanto me vio.

Lo hiciste a propósito — Afirmé observando detalladamente sus firmes pectorales al desnudo. Él se encogió de hombros haciendo la misma mueca que había hecho Jane hace solo unos segundos — Sabes que tenemos que hablar.

Él se acercó a mí acunando mi cara entre sus manos — ¿No crees que estás siendo un poco dura con ellos? — Preguntó a lo que yo solté un suspiro.

— ¿Cómo te convencieron? — Pregunté cansada.

Nuestros cuatro hijos siempre corrían con Edward cada vez que querían algo porque sabían que él nunca se negaría y solo les bastaban unos cuantos pucheros o algunas lágrimas falsas para que él accediera. Para efectos prácticos, yo siempre quedaba como la bruja del cuento.

— Ya tienen dieciséis años, es su primera fiesta y ambos se saben cuidar solos — Enumeró lo que seguramente le habían dicho Mike y Jane — Además, a su edad yo ya... — Se detuvo al ver mi ceja alzada.

— Si cuando nos conocimos eras un mujeriego empedernido no me quiero imaginar tus andanzas a los dieciséis años — Rodé los ojos.

Él se acercó más, sus labios buscaron mi cuello y se desplazaron lentamente hasta el lóbulo de mi oreja, sus manos se anclaron a mi cintura en un gesto posesivo — Tu tampoco eras una santa paloma cuando te conocí — Dijo apretándome a él.

Me costó alejarme porque ambos sabíamos que él estaba logrando convencerme — El punto es que seguramente no te dijeron que David es el organizador de la fiesta y sus padres no están esta semana. Esa fiesta seguramente será un completo descontrol y confío en que si Jane y Mike se mantienen juntos evitarán problemas.

La lujuria de Edward casi se evaporó en cuanto escuchó el nombre del chico, sus manos se hicieron puños a cada lado de su cuerpo y su cara no podía estar más roja de la furia. Su cuerpo se tensó completamente bajo la palma de mis manos.

— Esa pequeña sabandija no se va a acercar a mi hija de ninguna manera — Dijo con el ceño fruncido tratando de contener su rabia.

David King era un amigo de Jane y sinceramente, no culpaba a Edward porque a mí tampoco me agradaba mucho que Jane se juntara con él. Era seis años mayor que ella, había repetido varios cursos y según lo que había escuchado no era muy buena influencia. Lo había visto varias veces y era el típico chico malo que encontrabas en las escuelas, el que solo se quería aprovechar de la chica linda e inteligente. Al contrario, Edward solo lo había visto una vez cuando el "chico" acompañó a Jane a casa; casi se arma la tercera guerra mundial ese día, Edward estaba tan furioso que si hubiera tenido un arma en la mano habríamos tenido que lamentar un gran desastre... Pero no pasó más allá de unos cuantos gritos y amenazas que obviamente ni Jane ni David habían acatado.

— Mike tampoco quiere aceptar las condiciones, así que tampoco va a ir — Terminé.

Edward me volvió a abrazar — Y supongo que estarán tan molestos que no saldrán de su habitación hasta mañana en la mañana ¿Por qué no aprovechamos el tiempo? — Preguntó subiendo sus manos hasta mis pechos y pasando su nariz de arriba abajo por mi cuello.

No pude evitar gemir ante sus caricias, para ese segundo yo ya me estaba acercando a su masculinidad buscando fricción mientras mis dedos jugueteaban con los cabellos de su nuca.

— Quiero hablarte de algo primero — Dije sonriendo sobre sus labios.

— Bien, habla mientras te desnudo. De esa forma, no perdemos el tiempo — Dijo metiendo sus manos por debajo de mi blusa, acariciando mis senos de manera deliciosa y enloquecedora, casi me arrepentí por sacar a colación el tema.

— Edward, fuiste muy grosero en la cena con tus padres — Solté rápidamente.

Él se alejó soltando un bufido — Qué manera de matar el momento — Dijo molesto mientras se sentaba en la orilla de nuestra cama.

Me acerqué sentándome en sus piernas y dejé un beso en su mejilla, empecé a acariciar su fuerte pecho haciendo formas irregulares con mis dedos.

— Amor, se están esforzando... Ellos quieren recuperarte y no haces más que herirlos ¿Te imaginas si alguno de nuestros hijos se comportara así con nosotros? Sería horrible — Dije apoyando mi cabeza en su pecho.

Él negó con su cabeza y puso su brazo alrededor de mi cintura — Entiéndeme, no puedo simplemente olvidar que hicieron mi vida un infierno y a ti te humillaron tantas veces que perdí la cuenta.

— No se trata de que lo olvides. Todos cometemos errores, ellos quieren corregirlos.

— No lo sé.

— Solo prométeme que lo vas a pensar ¿Sí?

Él se quedó en silencio y luego me miró — Está bien.

Edward posó sus labios delicadamente sobre los míos mientras su mano se posaba en mi cintura y bajaba lentamente hasta mi muslo. Se puso de pie sosteniéndome en sus brazos y nos guió a ambos hasta la bañera para darnos un relajante baño de burbujas. Ambos restregamos y enjuagamos a conciencia el cuerpo del otro hasta que salimos renovados y listos para una noche de sueño. Después de todo, al día siguiente tendríamos a dos terremotos madrugadores saltando sobre nuestra cama y a dos molestos adolescentes reclamando porque no les dimos permiso para ir a la dichosa fiesta. Así que necesitamos toda la energía posible.

Estaba dormida. No tenía idea de la hora, pero el cielo se veía oscuro así que debía ser tarde, sentí la mano de Edward moviéndome suavemente para despertarme, sus labios se posaron repetidamente en mi mejilla, dejando un camino de besos hasta mis labios.

— ¿Escuchas eso, amor? — Preguntó a lo que yo gemí de cansancio y me acerqué más a él. Edward tenía el sueño liviano y a veces lo despertaba hasta el sonido de una mosca. Pasaron unos segundos y de nuevo sentí la mano de Edward masajeando levemente mi espalda, intentando despertarme — Hay sirenas y luces de policía — Susurró pero pude sentir su preocupación.

— Deben ser los vecinos — Dije volteándome para quedar cara a cara con él — Duerme, Edward; mañana averiguamos qué sucedió.

Él asintió casi imperceptiblemente y cerró los ojos. Luego ambos saltamos como resortes de la cama cuando escuchamos el timbre de NUESTRA casa. Nos miramos con los ojos abiertos de par en par, preguntándonos qué demonios había pasado. Edward dijo que iría a abrir la puerta mientras yo me cercioraba de que los niños estuvieran bien. Ambos nos pusimos nuestras levantadoras y salimos de la cama casi en un abrir y cerrar de ojos.

Casi troté a la habitación que compartían Em y Nate cruzando el pasillo y un aire tranquilizador me llenó el pecho al notar que ambos estaban plácidamente dormidos en sus camitas. Después bajé a la segunda planta y entré a la habitación de Mike — NO ESTABA — Pude sentir cómo se encendieron mis alarmas y mi corazón bombeaba toda la sangre que podía a una velocidad extremadamente rápida. Corrí a la habitación de Jane al otro lado del pasillo para preguntarle si ella sabía algo de su hermano y para mi sorpresa, su cama estaba deshecha y su habitación era un completo desastre, pero no había rastro de ella por ningún lado — ¿QUÉ PASÓ? ¿DIOS, DÓNDE ESTABAN MIS HIJOS? — Me puse la mano en el corazón mientras seguía corriendo por la segunda planta y bajé las escaleras para encontrar a Edward.

— MIKE Y JANE NO ESTÁN, EDWARD — Grité como loca para luego notar que Edward estaba en la sala con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho, mirando a Jane y Mike que permanecían con la cabeza gacha.

Dos oficiales de policía estaban al lado de ellos; uno escribiendo en un cuaderno y el otro hablándole a Edward, pero para ese momento estaba tan desconcertada que mi cerebro no entendía nada.

— ¿Qué pasó? — Pregunté tratando de calmarme.

El policía que hablaba con Edward tomó la palabra — Como le estaba comentando a su esposo, señora, sorprendimos a sus hijos en una fiesta con alcohol y el joven estaba protagonizando una pelea. Ya que son menores de edad, no tienen permitido consumir alcohol y está de más decir que las peleas son ilegales — Jane y Mike seguían con la cabeza gacha mientras Edward y yo teníamos nuestras miradas fulminantes sobre ellos. El oficial de policía siguió — Será solo una advertencia por ser la primera vez, pero si reinciden no seremos tan benevolentes — Terminó indicándole a su compañero que nos entregara el formato que estaba llenando para que lo firmáramos.

— Gracias oficiales. Tengan por seguro que no se volverá a repetir — Dijo Edward con voz fuerte. Jamás lo había visto tan enojado con Jane y Mike.

Los oficiales se marcharon tan pronto obtuvieron nuestras firmas, las sirenas y luces de policía desaparecieron de a poco. Edward apretó el puente de su nariz ente sus dedos tratando de calmarse, sus ojos estaban apretados — ¿Pueden decirme en qué demonios estaban pensando? No les dimos permiso de ir a esa fiesta temiendo que pasara una cosa como esta — Decía enojado.

— ¿Estabas bebiendo alcohol, Jane? — Acusé.

— Solo fue un vaso, mamá. Estábamos jugando y me retaron — Explicó culpable, mientras la típica lágrima falsa salía de su ojo. Esta vez no le iba a funcionar porque Edward y yo estábamos demasiado molestos para tener compasión de ellos.

— ¿Si te retan a que saltes de un puente, vas a saltar? — Pregunté irónica — Es todo. Sin teléfono, ni amigas, ni piano, ni salidas por un mes — Sentencié.

— ¿Un mes, mamá? Eso es muy injusto. Mi recital de piano es la otra semana — Dijo cruzándose de brazos.

— Debiste pensar en eso cuando decidiste escaparte.

— Ahora vamos contigo, Michael ¿Por qué carajos me desobedeciste y fuera de eso te metiste en una pelea? — Bramó Edward quien no dejaba de taladrar a su hijo con la mirada.

Él levantó la cara, pudimos notar su ojo morado y una pequeña línea de sangre que se deslizaba de su labio. Corrí rápidamente al baño de invitados por el botiquín de primeros auxilios y luego al refrigerador por una bolsa de hielo para su ojo. Le indiqué cómo debía sostenerla y me dediqué a hacer la curación de su labio mientras él recibía los regaños de Edward.

— Admito que no debí haber escapado a la fiesta, pero no me arrepiento de haberle dado esa paliza a King. El idiota se estaba aprovechando de mi hermana y eso no lo voy a permitir — Contestó serio.

En cuanto terminó la frase, todos nuestros ojos volaron a Jane — No se estaba aprovechando de mí, imbécil; David es mi novio y puede besarme las veces que quiera. Lo amo.

Terminé la curación que le estaba haciendo a Mike para ponerme al lado de Edward sabiendo que iba a explotar en cualquier momento. Su cara se puso roja de la furia y sus puños se apretaron con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Pasé una mano por su brazo tratando de tranquilizarlo, pero no sirvió de nada porque empezó a apretar los ojos.

— Bella, no intentes tranquilizarme porque no está funcionando — Susurró solo para mí. Entonces retiré mi mano y simplemente permanecí junto a él por si me necesitaba — ¿TU NOVIO? ¿AMOR? Eres una niña, no tienes ni puta idea de lo que él siente por ti, ese delincuente solo se quiere aprovechar. Me vas a decir ya mismo donde vive — Sentenció caminando hacia el perchero para tomar su chaqueta.

Corrí detrás de él y esta vez puse una mano en su espalda, detrás de mí pude escuchar los pasos apurados de Jane — No puedes ir a golpearlo, papá. Sé que él también me… — Pero no pudo terminar su oración porque lo siguiente que escuchamos fue el grito de Edward.

— A TU HABITACIÓN Y NO VAS A SALIR DE AHÍ HASTA QUE CUMPLAS CINCUENTA AÑOS — Ordenó con furia y se volvió a la puerta.

Jane no dijo nada al ver a Edward tan furioso, en cambio golpeó su pie contra el suelo y luego escuchamos como corría llorando hasta su habitación cerrando la puerta con fuerza.

Edward tragó saliva y se quedó de pie frente a la puerta de la entrada con los ojos apretados y pasando una mano varias veces por su cabello. Puse una mano en su espalda intentando calmarlo, él respiraba agitadamente sin decir nada.

Me volví a ver a Mike, quien mantenía la bolsa de hielo junto a su ojo — Ve a tu habitación, mañana discutiremos tu castigo — Dije a lo que él simplemente asintió y se fue sin decir nada. Abracé a Edward por detrás y pasé mis manos por su pecho — Cálmate, amor — Susurré sobre su espalda.

— Lo único que me va a dar calma en este momento es matar a ese delincuente con mis propias manos — Gruñó.

— Son adolescentes, Edward. A Jane se le va a pasar en cualquier momento. Sabes como son, si les sigues poniendo restricciones, se querrán seguir viendo — Expliqué girándolo para que me viera.

— Nunca había visto a Jane así. No me obedece y cuando no necesita algo de mí, no existo para ella.

— Mañana hablaré con ella ¿Por qué no intentamos dormir un poco? — Dije tomando su mano y jalándolo a la escalera.

Todo parecía normal a la mañana siguiente; Em y Nate saltando en nuestra cama a las siete y media de la mañana. Edward y yo nos quedamos jugando con los niños por un rato mientras Jane y Mike se despertaban, pero era obvio que no estarían con la mejor actitud.

Luego de media hora, nos levantamos; Edward y yo nos bañamos juntos, luego él se fue a preparar el desayuno y yo me encargué de bañar y vestir a Em y Nate. Sin contar que también fui a despertar a Mike y Jane. Esta última todavía estaba molesta por su castigo y por el hecho de que tanto Edward como yo le habíamos prohibido volver a ver a David, por eso se mantuvo en silencio durante todo el desayuno, prácticamente ignorando todo lo que decíamos.

— Nos falta discutir tu castigo, Mike — Comentó Edward mientras lo miraba fijamente.

Em y Nate prácticamente estaban con la boca abierta sin poder creer las palabras de Edward, sobre todo Nate quién admiraba profundamente a su hermano mayor y se había convertido en su ejemplo a seguir.

— Al igual que tu hermana, también estarás sin salidas ni amigos por un mes, entrégame tu teléfono — Pidió serio.

— Y tienen que colaborar con el aseo de la casa por dos semanas — Agregué.

— Claro, te prometo que no saldré de la casa excepto por la escuela y mis prácticas — Respondió con la cabeza gacha.

Edward negó haciendo que los ojos de Mike se agrandaran — Nada de fútbol.

— Papá, tengo un juego en menos de una semana, el equipo cuenta conmigo. No puedes hacer esto — Se quejó poniéndose de pie.

— Tú tampoco podías ir a esa fiesta y sin embargo, lo hiciste… Lo lamento, pero tanto tú como tu hermana deben aprender que sus acciones traen consecuencias; en este caso, negativas.

Mike y Jane se estaban comportando como dos adolescentes ejemplares, sin dar ningún problema y siguiendo al pie de la letra sus castigos y sus nuevas obligaciones impuestas de mantener la casa limpia. Edward y yo no pensamos que esto era extraño puesto que, de por sí, nuestros hijos eran buenos chicos. Hasta que nos dimos cuenta de que sus verdaderas intenciones se basaban en que pensaron que quizá les quitaremos el castigo por buena conducta y así ellos podrian asistir al juego y al recital respectivamente. A lo que Edward y yo nos negamos, dando por hecho que si cedíamos esta vez, ellos jamás aprenderían la lección.

Por otro lado, no pudimos hacer nada respecto a la relación que Jane mantenía con David. Estábamos enterados de que ellos se veían a escondidas en la escuela, era el único y restringido espacio en el que podían hacerlo ya que Jane no tenía permitido salir. Mike mantenía sus ojos sobre Jane como un halcón y todos los días discutían sobre el mismo tema.

Traté de ganarme la confianza de Jane, solamente escuchándola y aconsejandola sin que sintiera que yo estaba en su contra y pareció funcionar. Otra cosa era Edward; la relación padre e hija de la que ambos estaban tan orgullosos se estaba desmoronando y cada día se hablaban menos. Jane no soportaba estar en la misma habitación que Edward y este a su vez, no dejaba de reprenderla cada vez que la veía, pidiéndole una y otra vez que se alejara de ese "delincuente", como lo llamaba él.

Una noche los convencí de hablar, sin gritos y con la mejor disposición de escuchar y tratar de comprender al otro. Estaba feliz porque al parecer mi idea había funcionado; ese miércoles Edward entendió que su pequeña princesa estaba pasando por la etapa adolescente y que si quería conservarla a su lado debía tratar de entender todo lo que le estaba pasando. De alguna manera, y no me pregunten cómo, Jane convenció a Edward de dejar que David viniera a cenar una noche para conocernos y presentarse formalmente; con esto ella esperaba que nosotros cambiáramos de opinión y viéramos que en realidad, David era un "buen chico".

El viernes de esa semana era el tan esperado encuentro. Estaba preparando la cena para recibir a nuestro invitado hasta que escuché a Jane y Mike llegando de la escuela, corrí desde la cocina para recibirlos. Entraron tan sigilosamente que dudé por un segundo si mi cerebro me estaba jugando una broma. Pero no fue así, Jane estaba se estaba cubriendo la cara con las manos mientras que Mike la mantenía abrazada protectoramente.

— ¿Qué pasó, niños? — Exclamé asustada, me espanté más al ver que Mike tenía la mejilla golpeada. — ¿Otra vez Mike? — Pregunté en tono cansado. —Los problemas no se arreglan con golpes, cariño — Pero, la reacción de Mike me sorprendió.

Levantó la cara dejando ver su expresión de ira pura — No mamá, ese imbécil se merecía lo que le hice por hacer llorar a Jane. Estoy seguro que si tiene un gramo de dignidad, no va a volver a mostrar lo que le queda de rostro en la secundaria — Dijo sin dejar de abrazar a su hermana.

Me acerqué a Jane viendo que todavía no había retirado las manos de su rostro y estaba sollozando de la forma más silenciosa que podía. La tomé en mis brazos haciendo que Mike se alejara un poco.

— Iré a buscar un poco de hielo — Se excusó mi hijo dejándonos solas en la sala.

Guié a Jane hasta el sofá, en donde nos sentamos juntas. Ella sollozaba sin descubrir sus ojos mientras yo me mantenía en silencio, esperando calmadamente a que se sintiera lista para hablar. No presioné a Jane, solo estaba allí sintiéndome terrible por ver sufrir a mi hija sin poder hacer nada para que ella se sintiera mejor. Aunque sabía que la mejor forma de lidiar con el dolor era llorando, dejando que todo saliera.

— Tenías razón, mamá. Todos tenían razón. Me siento tan estúpida y culpable. ¿Cómo pude creer que David estaba interesado en mí? Me enfrenté a papá, defendiendo a ese patán y él tuvo razón todo el tiempo — Soltó tan rápido entre sollozos que me costó un poco entenderla.

— Shhh ¿Por qué no te calmas y me cuentas qué pasó? — Pregunté poniendo uno de sus mechones detrás de su oreja.

Ella por fin quitó las manos de su rostro. Sus mejillas estaban rosadas, manchadas por las lágrimas que había derramado y sus ojitos verdes estaban apagados, nublados por todas las lágrimas que aún querían salir. Se lanzó sobre mí y me abrazó.

— Le dije que quería que viniera a cenar con ustedes y me dijo que no quería conocerlos porque nosotros ni siquiera teníamos una relación seria, solo nos estábamos divirtiendo ¿Puedes creerlo? Todos tenían razón, no entiendo por qué fui tan ciega y estúpida. Él sólo me estaba usando.

— Mi amor, estabas enamorada… Normalmente cuando eso pasa, no nos damos cuenta de las personas que tenemos enfrente, nuestro juicio se nubla y solo creemos lo que nos dice nuestro corazón. — Sonreí levemente y ella me miró con los ojos abiertos — Bienvenida a la adolescencia, princesa.

Me miró pensativa y después de un rato se atrevió a hablar — ¿Tú…? ¿Alguna vez te pasó algo como esto? — Preguntó mordiéndose el labio, una costumbre que había aprendido de mí.

Solté una ligera risita y pasé un mechón de su cabello por detrás de su oreja — Solo me he enamorado de un hombre durante toda mi vida; tu papá. Pero si lo que quieres saber es si lloré por amor, la respuesta es sí. No te imaginas cuántas veces lo hice. Por eso sé cómo te sientes.

Jane me abrazó — Gracias mamá. Creo que ya estoy mejor ¿Puedo pedirte un favor? No le digas nada a papá, yo lo haré y quiero disculparme con él, no me he portado bien estos últimos días.

Esa noche fue un cansancio completo; Jane habló con Edward como dijo que lo haría pero seguramente estaba muy sensible y no se expresó bien o Edward realmente era un padre sobreprotector y vengativo. En cuanto Jane empezó a decirle la razón por la que no volvería a ver a David, Edward explotó en gritos y casi amenazó a Mike para que le diera la dirección de su casa. Se puede decir que fue un milagro el hecho de que Edward no cometiera un crimen esa noche.

— Esto no se va a quedar así, Bella. Contactaré a un abogado y ese delincuente estará en prisión — Decía furioso mientras caminaba de un lado para otro en nuestra habitación.

— No puedes enviarlo a prisión. ¿Qué cargo le imputarán? Romper el corazón de una mujer no es algo válido, de lo contrario tú habrías pasado tiempo allí — Dije juguetona besando sus labios.

— Hablo en serio. Lo investigaré y encontraré algo que lo haga merecedor de ir a prisión, no debe ser difícil…

En ese momento entró Mike, sorprendiéndonos. Él sonrió y se acercó a nosotros con pasó firme.

— Jane ya se durmió, pero tus pisadas no me dejan dormir a mí. No te preocupes por David, papá. Lo golpeé tan fuerte que no creo que vuelva al instituto. Además, un amigo me dijo que estaba en el hospital y no ha querido decir quien lo golpeó — Nos guiñó un ojo.

Edward se acercó a él y lo abrazó — Ese es mi hijo — Ambos se giraron a verme, yo estaba con una ceja arqueada mirándolos acusadoramente — Solo por esta vez, lo acepto. Recuerda que los problemas no se arreglan con golpes — Dijo Edward mirándome y guiñando un ojo.

Rosalie había venido a almorzar conmigo en mi casa; por lo menos eso había dicho, pero yo sabía que la verdadera razón era que Edward le había pedido que me cuidara. Los últimos días no me había sentido muy bien y lo más probable era que había pescado un resfriado, pero la precaución nunca había matado a nadie… O al menos eso dijeron los dos.

De todas formas no me disgustaba la visita de Rosalie, los niños estaban en el preescolar y en el instituto, respectivamente. Así que estaba aburrida y sin planes… Hasta que llegó Rose con Tom.

Terminamos de almorzar y fuimos directo a la sala a tomar té con galletas mientras teníamos el sonido del televisor de fondo, en realidad no le estábamos poniendo mucha atención porque ambas nos enfrascamos en una conversación sobre nuestras respectivas familias y esposos.

Rose soltó una risita cuando escuchó mi estornudo — ¿Cómo es posible que el virus se haya saltado a tus hijos más pequeños? ¿No se supone que ellos son más propensos? — Preguntó tendiendome un pañuelo.

En el preescolar de Em y Nate todos los niños estaban resfriados, casi ninguno estaba asistiendo a las clases precisamente por esa razón. Pero mis niños gozaban de buena salud y excelentes defensas, de esa manera solo fueron portadores del virus sin que les afectara en lo más mínimo. De resto, todos estábamos saliendo del resfriado; Mike y Jane no eran la excepción y Edward había sido el más afectado; tuvo que faltar un par de días a la concesionaria porque no podía con el vómito y el dolor de cabeza diario.

— A propósito, ¿Sabías que Edward quiere comprar otra casa? — Comenté como si nada.

— Sí, la semana pasada le consultó a Emmett un asesor de bienes raíces. Pero no le dijo por qué.

Solté un suspiro — Em y Nate están creciendo muy rápido y necesitan su propio espacio, mi guardarropa quedó pequeño y Edward quiere una oficina en la casa para poder trabajar más cómodo — Sonreí.

— Sí, claro — Soltó irónica — Yo creo que quiere expandir la familia — Comentó soltando una risita.

Me mordí el labio — De hecho… — Dejé la frase en el aire. Rose levantó una ceja mirándome sospechosamente.

— Suéltalo, Swan.

— La verdad, hace unos días Jane dijo algo que me dejó pensando. Estábamos las dos en la cocina y cuando vio a Edward corriendo al baño dijo "Tal vez estás embarazada y papá está sufriendo las consecuencias" — Me encogí de hombros.

Rosalie abrió los ojos tanto que pareció que iban a salir de sus cuencas y puso una mano sobre su boca. Ambas sabíamos lo que eso significaba; Jane nunca se equivocaba en sus predicciones por más pequeñas que fueran: como el clima, hasta las más importantes como el hecho de que Charlie y René estaban comprometidos o que Carlisle y Esme nos invitaran a toda la familia a un viaje en Grecia por las próximas vacaciones… Incluso mi hija había predicho que Rosalie y Emmett se convertirían en padres… Lo que le arruinó la sorpresa a mi amiga.

Rose inmediatamente se puso en pie tomando su bolso en una mano y alzando a Tom en su otro brazo, luego me miró con impaciencia.

— Tenemos que ir al médico ahora mismo — Demandó.

— Ni siquiera estoy segura, no he sentido nada fuera de lo normal en mí los últimos días. Quiero decir, con los mellizos todo fue de golpe; las náuseas, los antojos, dolores de cabeza, cambios de humor… Eso sin contar… — Rosalie me interrumpió arqueando la ceja.

— ¿Mencionaste que Edward había estado enfermo?

Mis ojos se abrieron pensando en las posibilidades; últimamente había estado más irritable de lo normal, las nauseas lo atacaban en las mañanas o cuando olía mi perfume de rosas, ni hablar de que su lívido había aumentado considerablemente.

— Oh, por Dios.

Con este outtake -que tenia guardado hace tiempo- doy por terminada la historia. Espero que la hayan disfrutado tanto como yo. No me queda más que agradecerles por tods sus favs, follows y reviews. Estoy trabajando en algo nuevo perno no quiero publicar hasta que esté terminado, así que nos estaremos leyendo más adelante. Saludos y besos desde Colombia.