¡SE NOS VIENE HOY, WACHOS! Anunciaron una nueva película de Metalocalypse, que continúa con la historia que permaneció inconclusa hace años y se llama Army Of The Doomstar. Se estrenará hoy día 22 de agosto. Al parecer, será su conclusión definitiva. Solo espero que sea un final digno para la saga.
Un hecho así hay que celebrarlo con otra gran despedida, porque por fin doy por terminado el fanfic. Desde el 2018 que he actualizado (de una forma inconstante, cabe aclarar) esta historia que tanto representa mi gusto por el rock y el metal. Y quienes aún no han visto la serie, aproveche, más ahora que su final ha llegado.
Así que acomódense y gracias por haberme seguido por tanto tiempo. Espero lo disfruten.
Alemania—
Dethklok tocaba con toda pasión sobre el escenario. Eran cabezas de cartel, tocaron después de Hexagram, lo que sentían dificultad de superar la enorme recepción que tuvieron sus rivales.
Era el segundo duelo que se llevaba a cabo. El primero lo disputaron en Dinamarca, donde también fue cabeza de cartel. Por desgracia, Hexagram les ganó la primera partida, razón por lo que se obligaban a tener un excelente resultado en aquel momento.
Cuando cerraron su concierto con la canción Black Fire Upon Us, fueron de inmediato con Abigail, quien también esperaba la noticia. Luego de escuchar el sonido de notificación en su celular y ver la pantalla, dijo:
—Llegaron los resultados...
La banda estaba expectante. Abigail revisó los datos con detenimiento, para luego mostrar una sonrisa.
—A diferencias de nuestra desastrosa presentación en Dinamarca, ¡logramos superar por mucho a Hexagram!
Todos los miembros se mostraron emocionados por la noticia.
—¡Que me la chupen esos idiotas! —dijo Murderface.
—En la siguiente, les patearemos más fuerte sus traseros —dijo Pickles.
—¿En dónde será la última presentación? —dijo Toki.
—Será en Brasil —contestó Abigail—. Lo especial de ese concierto es que hay 2 escenarios simultáneos. Quieren que ambas bandas toquen al mismo tiempo.
—Por mí está bien —dijo Skwisgaar—. Terminar el concierto con las caras paralizadas de esos patanes será un gusto que no nos daremos en mucho tiempo.
De pronto, a lo lejos vieron a los miembros de Hexagram, quienes los miraron con sus ojos entrecerrados. Sabían que fueron derrotados y se fueron del lugar, no sin antes ver a Murderface levantarles el dedo medio. Cuando se preparaban para retirarse, Nathan dijo:
—¡En Brasil destrozaremos a esos maricas!
—ΜΛΦΛΜ—
En el Tribunal—
El senador Strapingston inició la sesión encendiendo las pantallas, donde se mostraban diversas noticias acerca de la competencia entre Dethklok y Hexagram.
—Como era de preverse —dijo el senador—, el mundo entero está en expectación de la batalla entre estas 2 bandas de nivel mundial. De los 3 duelos acordados, cada banda ganó uno y todo se definirá en Brasil.
—El destino del mundo está en esta batalla de bandas —dijo el teólogo Oolang.
—Dethklok era un problema —dijo el general Crozier—, pero el riesgo era controlable. Sin embargo, si esa otra banda gana, no podremos evaluar el desastre que se nos avecina.
—Lo que preocupa más —dijo Oolang— es Mugatu. Tengo la sensación de que intenta salirse con la suya y refregándolo en nuestras caras.
—Pues sería una tontería desafiarnos —dijo Strapingston.
—Yo tengo una duda con el concierto —dijo el general Crozier—: ¿Cómo realizan el conteo de puntaje?
—Justamente trajimos al especialista que nos detallará ese aspecto —dijo Strapingston—. Se trata del analista de público asistente a conciertos de rock, con mención en fanáticos del metal, el señor Shapalah Pashalah.
El mencionado era un tipo treintañero, de pelo largo oscuro amarrado en forma de cebolla, lentes, barba reducida y bufanda a cuadros que asemejaban más a una tela de mesa. En resumen: desprendía aires de hípster por todos lados.
—Los métodos son más sencillos de lo que parecen —dijo Shapalah—: los trabajadores, tanto de Dethklok como de Hexagram, instalan sensores en cada rincón de los recintos. Estos realizan el conteo del público presente, además de sumar a quienes se incorporan y restan a quienes se retiran. Un tercer actor, el organizador del evento, se encarga de coincidir ambas mediciones para evitar irregularidades y dar el resultado final.
—Creo que debemos tener en consideración el peor de los escenarios —dijo Oolang.
—Si Hexagram gana —dijo Strapingston—, ¿creen que debamos incorporar a Mugatu en nuestras filas?
—¡NO!
La rasposa voz del señor Salacia se oyó en todo el tribunal.
—El afeminado no entrará a nuestras filas.
—ΜΛΦΛΜ—
Sala secreta del Tribunal—
—¿Cree que Mugatu nos está desafiando, señor?
Oolang, reunido en una mesa junto al señor Salacia y Crozier, observaban unos hologramas del proyecto Falconback y los posibles escenarios de su fracaso.
—Rechazamos su propuesta —respondió Crozier—, sería una gran posibilidad, tomando en cuenta su fama de loco diseñador de moda megalómano.
—Suponiendo que se trate de él… —mencionó Oolang, con duda.
El general no tomó en cuenta el comentario y dijo:
—Si Mugatu y su banda derrotan a Dethklok, el proyecto Falconback correrá peligro.
El silencio perduró unos segundos.
—No logrará interferir en nuestros planes —respondió el señor Salacia.
—¿Usted lo cree, señor? —preguntó Crozier.
—Por su actitud y arrogancia, cometerá un gran error en cualquier momento… Y cuando lo haga, yo estaré ahí para mostrarle su verdadero lugar.
—ΜΛΦΛΜ—
Brasil—
En cada escenario había bandas de metal de buen nivel. En uno de ellos se encontraba un viejo conocido de la banda: el Doctor Rockso, un payaso gorro policial, enorme melena pintada en azul nariz roja con pinchos y una malla apretada y con una abertura tal que recuerda a un mankini, dejando al descubierto todo su pronunciado estómago y su espalda. Además, se podía apreciar su parte penosa y sus nalgas por lo apretado de su ropa.
—¡Le pego a la coca! —Gritó Rockso, recordando al público su arraigada adicción a la cocaína.
Aunque dio una presentación digna de sus mejores años, el público lo abucheaba porque esperaba con fervor a los cabezas de cartel. Lo mismo pasó con otras bandas.
Mientras detrás de los escenarios, Dethklok hacía sus preparativos finales. Los klokateers movían los equipos y Abigail se encargaba de la dirección. Esta se dirigió a los músicos y les dijo:
—Todo depende de ustedes, chicos. Cuando acaben con esos idiotas, daremos la noticia que hemos preparado esta semana.
—¿Dirás que eres lesbiana? —dijo Murderface.
—¡¿Qué?!
—Lo reconocerás al fin —dijo Skwisgaar— esa vestimenta da para pensar.
—¿Les parece que soy lesbiana? Prácticamente todo el mundo me vio cogiendo con Nathan.
—Oigan, tiene razón —dijo Nathan.
—Ah, entonces dirás que eres bisexual —agregó Toki.
—O pansexual —dijo Pickles—, no me molestaría eso.
—¡NO TIENE NADA QUE VER CON MI SEXUALIDAD, IMBÉCILES!
—¿Y entonces? —preguntó Murderface.
Luego de gruñir con su vista hacia el cielo, la manager respondió:
—El nuevo álbum, el que trabajaron estos meses. ¿Acaso se les olvidó eso, manga de subnormales?
Los miembros de Dethklok lo recordaron y asintieron a su manager.
—¡Ah, claro! El disco.
—Cuando ese material salga a la luz —contestó la mánager—, por fin nos estabilizaremos y volveremos a ser la mejor banda del mundo.
—Si es que ganamos, claro —dijo Toki—, si no, tendremos que abandonar Dethklok.
—Vamos a ganar, Toki. Tenlo por seguro.
Luego de terminada la presentación de las bandas anteriores, los rivales se prepararon en sus respectivos escenarios.
—ΜΛΦΛΜ—
Mordhaus—
Los klokateers caminaban con tranquilidad en el enorme recinto, mientras esperaban con plena seguridad el éxito de sus amos y señores, los que pagaban sumas de dinero tan exorbitantes, que venderían su alma al diablo si eso iba incluido en el contrato.
Mordhaus, el hogar de Dethklok, era un sitio ubicado entre las montañas, caracterizado por una estructura con forma de un antiguo barco vikingo, por la gigantesca figura de un dragón asomándose. Se ubicaba sobre un acantilado y conectado con una gigantesca carretera de concreto, la cual era la única vía segura de entrar y salir.
No obstante lo anterior, unas siluetas aparecieron escalando bajo el acantilado, con tal sutileza y aprovechando la noche para camuflarse en la oscuridad, que pudieron llegar sin complicación alguna, logrando evadir la fuerte seguridad sobre la carretera. En los muros de Mordhaus, observaron a todos lados para hallar los dispositivos de seguridad, como cámaras o sensores, los cuales desactivaron con una soltura digna de experimentados ladrones.
—Encontré una entrada, cuates —dijo uno de los intrusos.
Era una especie de tubería cuadrada, por donde salía la basura. Aprovecharon el enorme espacio e ingresaron.
En el interior, 2 klokateers escucharon unos pasos y fueron tras su origen, cerca de la entrada. Sin embargo y por más que girasen sus cabezas a todas direcciones posibles, no hallaron nada fuera de lo normal. Ambos dieron la media vuelta, pero al dar unos cuantos pasos, sintieron como sus pantorrillas eran golpeadas con objetos duros. Ello les obligó a arrodillarse por instinto al piso.
La vista de los klokateers se dirigió a los intrusos, gente en su mayoría de tez trigueña, pelo oscuro en corte de lengüeta, diversos tatuajes y con vestimentas diversas que les daba aspecto de reggaetoneros chicanos. Estos iban armados con ametralladoras, machetes y, en el caso de quienes los golpearon, trozos de cañerías de cobre.
—Si no desean irse a la chingada —dijo uno de los intrusos—, van a cerrar la boca, cabrones.
Para su desgracia, no contaban con la lealtad ciega hacia Dethklok, al ver que un klokateer levanto su radiotransmisor sin dudar. Esto lo hizo merecedor de un batazo en la cabeza, con la tubería de uno de los invasores.
—¿Y tú también te harás el pendejo, como tu compa?
La respuesta del klokateer se tradujo en mostrar su palma derecha, con un botón rojo activado con su pulgar y el consecuente sonido de la alarma en el lugar.
—¡Puto pendejo!
El otro klokateer también recibió un batazo y cayó sobre su compañero. Acto seguido, todos sacaron sus pistolas semiautomáticas y dispararon hacia los klokateers que aparecían desde los pasillos.
En ambos bandos hubo bajas, pero referente a los invasores, los que atacaron directamente, eran solo una distracción para que otros de sus compañeros se infiltraran en las instalaciones, sacando provecho del caos presente.
10 invasores lograron ingresar al centro de Mordhaus, a las salas con más difícil acceso. Iban con la mayor precaución posible, pero si bien aparecía uno que otro klokateer a combatirlos, estaban tan experimentados en armas y sigilo que podían deshacerse de ellos sin apenas complicaciones y evitando que llamaran por refuerzos.
Los intrusos de aspecto chicano vieron una de las puertas y la observaron con sumo interés.
—¿Seguro que es aquí?
—Confía, carnal. Estudié a detalle los planos.
Uno de ellos sacó unos alambres y los metió en la cerradura de la puerta. Los demás estaban expectantes, hasta que en un par de minutos pudo abrirla por fin.
—Listo.
—Bien, cabrones, acá es donde el metal morirá para siempre.
Y lo siguiente fue la apertura de la puerta, la cual conducía a la sala de grabación de Mordhaus.
—ΜΛΦΛΜ—
Brasil—
Ambos conciertos, muy pirotécnicos y de grandes efectos de luz y sonido, terminaron por fin. Cada banda logró extasiar al público en sus propios términos, lo dieron todo para demostrar quién era la mejor banda del mundo. No obstante, el público no abandonó el lugar todavía, estaban a la espera del resultado final del duelo, quien lo anunciaría el presentador del concierto.
Luego de esperar 15 minutos desde que termino el concierto, apareció por fin el anunciador.
—¡Ambos fueron conciertos asombrosos! ¡Pero es tiempo de anunciar al ganador indiscutido!
El público gritó, casi por igual, el nombre de ambas bandas. En tanto, tanto los miembros de Dethklok como los de Hexagram miraban con expectación.
»Por una victoria reñida, pero aun así significativa, damos por ganador a…
El público silenció casi por completo, al igual que las bandas rivales.
»¡DETHKLOK!
El público gritó con un enorme fervor el nombre de la banda ganadora, mientras que los mencionados gritaron de la felicidad.
—¡Nos cogimos a esos imbéciles! —dijo Murderface.
—¡Tanto que ya no darán conciertos en toda su vida! —dijo Pickles.
Toki alcanzó a ver a sus rivales, todos decepcionados y enfurecidos con el resultado, incluso cuando el bajista Ibushi pateó un bote de basura cerca de él. En parte, sentía lástima por ellos, porque debían abandonar años de tanto partirse el culo por llegar a donde estaban. Le cruzó la idea de ir con ellos y felicitarlos por su esfuerzo, pero sabía que los demás lo verían como un marica.
En ese instante, el teléfono de Abigail sonó. Ésta contestó y, a los segundos, su sonrisa por la victoria se esfumó, algo que los músicos notaron. Todo finalizó con la manager gritando a los cielos y lanzando su celular lejos, el cual golpeó a un empleado del personal organizador del evento.
—¿Qué te pasa, Abigail? —preguntó Nathan, estupefacto.
—No hay nada que celebrar… —contestó.
Dethklok miró con recelo a la mánager.
»Unos reggaetoneros invadieron Mordhaus y destruyeron nuestro material para el nuevo disco y de futuros proyectos.
—C-¿cómo? —dijo Skwisgaar, incrédulo de lo que oía.
—¿Quién sería tan imbécil como para hacernos esto? —dijo Nathan.
—Creo saber quién es… pero el maldito nos ganó. Dependíamos de ese material para recuperarnos definitivamente… estamos acabados.
El poco optimismo que quedaba en Dethklok desapareció, pasando por expresiones como la incredulidad y la frustración, hasta llegar al momento en que Nathan soltó un rugido al cielo, en pos de maldecir a quien sea.
Abigail, igual de enfadada, vio como sus rivales pasaban a lo lejos, todos mirando hacia el suelo. No obstante, se enfocó en Mugatu y quedó descolocada al ver cómo el mánager de Hexagram era el único que le emitía una turbia sonrisa.
