El día del concierto en Brasil, 2 semanas atrás

Los miembros de Hexagram quedaron con las caras largas al ser anunciada su derrota. Aunque la victoria era difícil, conservaban una esperanza de poder destronar a los mundialmente famosos Dethklok y consolidarse como la nueva banda dominante.

—Se acabó —dijo Criminal, con una voz disminuida—. Es el fin de Hexagram.

Luego de abrazarse y llorar de la frustración, fueron con Mugatu y abandonaron el estadio, en busca de sus equipos e instrumentos.

Sin embargo, a la salida, unos 3 tipos vestidos de reggaetoneros aparecieron sin previo aviso al manager. Los músicos miraron con recelo, porque vieron su apariencia y creyeron que se trataban de ladrones.

—Está listo, patrón —dijo uno de los reggaetoneros—. Dethklok no se repondrá de nuestra operación.

—¡¿Por qué vienen ahora?! ¡Les dije que me informaran al volver a los Estados Unidos!

El líder de la banda le pareció sospechosa la mención de Dethklok en boca del desconocido. Le molestaba que Mugatu le ocultase información, por lo que decidió interrumpirlos:

—¿Quiénes son ellos, Mugatu?

—No son de importancia —respondió—, son asunto de negocios.

—Somos tu reemplazo, mi pana —respondió el latino.

—¡Cierra la boca!

Los 6 músicos mostraron sorpresa.

—¡¿Reemplazo?! —gritó el vocalista Alfred.

—Lo tenías planeado, ¿verdad? —dijo el guitarrista Akin, con una evidente disgusto—. ¿Te preparaste en caso de que perdiésemos?

—¿No tenías confianza en nosotros? —preguntó Criminal, con su rostro arrugado.

Sin embargo, el hombre con peinado de cabra se limitó a verlos con una mirada lúgubre. Los miembros jamás habían visto antes tal expresión.

»¡RESPONDE, CONCHA DE TU MADRE!

El líder cerró sus puños y se preparaba para dar una paliza. Los demás miembros secundaron la acción, rodearon a Mugatu para ver las excusas de su actuar y, de paso, golpearlo hasta el cansancio.

—¡Cuida tu vocabulario! —dijo el mánager, indignado.

Por desgracia y aunque los latinos se preparaban contraatacar a Hexagram, fue Mugatu el que frenó toda intención de ataque hacia él sin ayuda alguna, tan solo con levantar ambas palmas. Aquel gesto generó una especie de aura dorada tanto en sus manos, como en el cuerpo completo de los 6 músicos, los cuales quedaron paralizados y elevados a varios centímetros del suelo. Las pupilas en los ojos de Mugatu desaparecieron y desprendieron un vapor similar al aura generada.

—¿Qué les puedo decir, mis muchachos? —dijo Mugatu.

—¡No nos llames así, puto traidor! —exclamó Criminal, mientras intentaba moverse.

—Bueno. Están casi en lo cierto: Sí planeé algo con antelación, traje a estos chicos para que hiciesen algo que estropease los planes a largo plazo de Dethklok, en caso que ustedes no pudiesen.

—¿Saboteaste a Dethklok? —preguntó la tecladista Lena, incapaz de evitar la sorpresa..

—Preferiría llamarlo «anticipación estratégica».

—Digas como lo digas—dijo el bajista Ibushi—, ¡es un sabotaje en toda la regla!

—Insinúen todo lo que quieran, pero siéndoles sincero, el motivo no es porque dejé de confiar en ustedes. De hecho, ya pensaba deshacerme de ustedes desde mucho antes, independiente del resultado.

—¿Cómo dices? —dijo el baterista Cristal Moth.

—Nunca fue mi intención dirigir una banda de metal, lo que necesitaba era debilitar a Dethklok a un punto que les sea imposible reponerse. Y ahora que está hecho, podré lograr lo que en verdad deseo: una industria musical masiva, enteramente controlada por mí.

—¡¿Crees que te lo permitiremos?! —dijo Akin, con toda su fuerza.

Para el lamento de los músicos, además de ser incapaces de hacer frente al poder de Mugatu, éste último se los recordó usando su poder para apretar sus cuerpos unos segundos, dificultando en gran medida su capacidad de respiración. En eso, les respndió:

—¿Qué obstáculo representan para mí, si ni siquiera pueden moverse? Les daré una sola advertencia: vuelvan al basurero de donde los recogí, porque si los veo de nuevo, los convertiré en cenizas.

Al terminar, movió sus manos a su costado derecho, con lo cual impulsó a los músicos bajo su hechizo para lanzarlos a unos botes de basura. El impacto fue tan fuerte que no pudieron levantarse. Solo les quedaba observar, debilitados y con total impotencia, a Mugatu caminar con toda tranquilidad junto a sus nuevos lacayos.

ΜΛΦΛΜ—

Mordhaus, en la actualidad

—Y eso fue lo que pasó —dijo Criminal—, y como no supimos a quien más acudir, tomamos la decisión de venir hasta acá.

—Entonces Mugatu si tiene poderes —dijo Abigail, tocando su mentón—, debo decírselo a Offdensen.

—Aunque me gusta el hecho de que hayan venido arrastrándose a nosotros como los perros que son —dijo Murderface—, no veo lo lógico. ¿Qué desean conseguir con nosotros?

—Skwisgaar —dijo Crystal Moth—, creemos que ustedes son los únicos que pueden frenar a Mugatu y darle a él y a sus reggaetoneros, una paliza como jamás ha recibido. Háganlo antes de que popularice esa mierda que llama música urbana.

Los miembros de Dethklok se miraron ante tal afirmación.

—Lo de que el trap y el reggaetón están ganando una popularidad explosiva es cierto —dijo Abigail.

—No confío en ellos todavía —dijo Pickles—, recuerden que estaban con el cara de cabra, ¿y si nos están mintiendo?

—Pero se arriesgaron a venir hasta acá —dijo Toki—, aun sabiendo de los sistemas de seguridad en nuestra casa.

En unos segundos, la mánager tuvo una idea loca y fijó su mirada en Toki:

—Oye, ¿dijiste que querías más gente en la obra?

—Sí, eso dije —respondió el guitarrista rítmico.

—Ellos quieren que los ayudemos, aprovechemos la oportunidad de pedirles que nos ayuden.

—Espera, ¿hablas en serio?

Los miembros de Dethklok miraron a la mánager. No esperaban una respuesta así por parte de ella. Toki vio un momento a sus rivales y varios pensamientos le vinieron a la cabeza. En el fondo, los respetaba por ser músicos tan sobresalientes y anhelaba el momento en que pudiese otorgarles una muestra de compañerismo y respeto mutuo. Sonrió unos segundos y se dirigió a Nathan:

—A mí me gusta la idea, ¿podemos integrarlos al proyecto?

—¿Estás loco? —dijo Pickles—. ¡Que se jodan!

—Pues… —dijo Skwisgaar—, Mikel nunca me traicionó. De hecho, fui yo quien lo traicionó a él y quiero retribuirle de alguna forma.

El baterista con pintura blanca y negra en su cara le sonrió a su antiguo amigo.

—Estoy con Pickles —dijo Murderface—. No pienso trabajar con perdedores que aprovecharon nuestra ausencia para quitarnos lo que nos pertenece.

—Entonces, Nathan dirá la última palabra —dijo Toki.

El vocalista y líder de Dethklok observó con desconfianza a Hexagram.

—Antes de responderles, ¿estarían dispuestos a ayudarnos con nuestro material.

—Si es por joder a Mugatu —dijo Criminal, estirando sus comisuras—, haremos lo que nos pidan.

Luego de pensarlo unos segundos más, Nathan les dijo:

—De acuerdo. Haremos lo que nos piden, pero si intentan jodernos, los masacraremos nosotros mismos.

—Cuenten con nosotros —dijo Akin—. Ahora, ¿podrían desencadenarnos, por favor?

Los 6 miembros de Hexagram estaban encadenados de pies, manos y cuellos con gruesas esposas, las cuales se unían en una única cadena gruesa, atada a la silla de madera en la que estaban sentados, posicionados de forma que mirasen a Dethklok en todo momento.

Abigail hizo un gesto con su cabeza a 3 klokateers cercanos, acto seguido, estos desataron a los visitantes y los dejaron en el suelo.

—¿Lo hacemos, señorita? —dijo un klokateer.

—Por supuesto —respondió Abigail—, es parte del protocolo.

Los empleados con bolsas de ejecutores se ganaron en una posición cómoda para patear en el suelo a todos y cada uno de los miembros de Hexagram, usando sus botas con protección de acero para sus dedos. Habiendo terminado, Criminal dijo:

—¿Por qué…?

—Porque nos intentaron joder —respondió la manager—. De nuevo.

Los klokateers volvieron a patear a los visitantes un tiempo más, para luego retirarse.

—¿Y por qué eso? —preguntó Toki.

—Porque es divertido.

ΜΛΦΛΜ—

Al día siguiente

—Dejen ver si entiendo: ¿Quieren que les ayudemos en una obra teatral?

A diferencia de sus compañeros, Crystal Moth no se mostraba convencido del nuevo proyecto. No acostumbraba a una puesta en escena pomposa ni a una enorme orquesta sinfónica. Los ex músicos de Hexagram no supieron de las intenciones de Dethklok sino hasta aquel momento, en el primer día de grabación.

—Al menos… —dijo Genosuke— es mejor que volver a nuestras vidas normales.

—Solo tenemos un mes para sacar nuestro nuevo proyecto y hacerlo brutal —les dijo Abigail a Criminal y sus compañeros—. ¿Creen que tienen la capacidad de lograrlo?

—Solo necesitamos 18 días —dijo Alfred, con total confianza. La mánager sonrió.

—Me gusta. Haremos los preparativos. ¡Dick, prepara los controles!

—Estoy en eso —dijo Dick Knubble, el ingeniero sonidista con ojos electrónicos.

—Dick —susurró Lena, con una mirada promiscua—, espero le haga honor a su nombre.

En unos minutos, el equipo estaba listo y los artistas, preparados. Tenían tiempo de sobra para hacer cualquier cosa entre tanto. Toki sintió que era el momento perfecto de entablar una conversación con Hexagram.

—Oigan —dijo el de barba extendida—, Cuando vi su biografía, decía que tuvieron una etapa previa a la de este año. Quería preguntarles si… lo que dice acerca de su separación anterior es verdad.

Lo referido por el noruego era una polémica que terminó en la primera ruptura de Hexagram. Todo a raíz de rumores de que Ibushi se peleó con mucha gente en redes sociales y hackeo páginas por capricho, al punto de meterse con gente peligrosa que lo visitaron y amenazaron. El público no sabe a ciencia cierta si era verdad o solo rumores y los involucrados jamás confirmaron los hechos, pero fue tal la repercusión, que terminó con Ibushi dejando sus malos hábitos del pasado y con la banda disuelta por años, antes de su regreso.

El protagonista japonés se mostró incómodo por la pregunta, pero prefirió responder:

—Todo es verdad, Toki. Resulta que me metí en asuntos… algo turbios… por internet, ¿sabes?

—Fue tal así —dijo Akin—, que una vez nos apuntaron con una pistola, ¿te acuerdas, Geno?

—Ay, no quería recordar eso otra vez.

El noruego sentía que podía preguntar cosas más a fondo.

—¿Y qué hicieron durante todo ese tiempo?

El ex líder de Hexagram fu el primero en responder:

—Intenté formar nuevos grupos. Pero como ninguno era idóneo para el metal progresivo, dejé de tocar y trabajé como vendedor de discos en una tienda de música pop. ¿Saben lo terrible que es eso para un metalero de corazón como yo?

—¡Que terrible! —dijo Pickles.

—Eso no se lo deseo a nadie —dijo Toki.

—Lo que es yo —dijo Akin—, lo único que mi apariencia me permitió fue pararme en las calles y vender chocolates a los conductores y transeúntes.

—Debió ser un empleo monótono —dijo Nathan.

—No, no lo creas. A veces vendía chicles, otras veces, dulces blandos… y una vez vendí aguan mineral. Era variado en ese sentido.

—Recuerden lo que conté en la entrevista —dijo Crystal Moth—. Yo dirigía una secta, pero la disolví para ganar más dinero con la banda. Ah, pero ahora que está disuelta, tendré que reformarla y conformarme con las limosnas de la gente.

—Sí que caíste bajo, Mikel — dijo Skwisgaar.

—Yo ni siquiera abandoné las redes sociales luego de la separación —dijo Genosuke—. Entré a una empresa de publicidad por redes sociales. Día tras día debía responder comentarios de los más tóxicos y oscuros que se le pueden ocurrir a alguien. Todavía no puedo dormir bien pensando en esa etapa.

El japonés recibió un cariñoso abrazo de Lena, pero éste se separó de ella por sentir su parte penosa comprometida por la mano de la rusa. Esta sonrió y dijo:

—Por mi parte, yo siempre toqué el teclado por hobby, hasta que Mugatu me invitó a la banda. Hasta entonces, mi mayor ingreso fue durante mi etapa como proxeneta de travestis en Rusia.

Los músicos de Dethklok miraban con expresión entre la sorpresa y el interés.

—¿En serio? —dijo Pickles—. ¿Se gana bien en ese empleo?

—Ni se imaginan. Ahora se popularizaron mucho los «femboys», que son básicamente como cualquier otro travesti, pero adaptados a los gustos de los pajeros que les gusta el anime y esas tonterías.

Al entender la actividad de la rusa, Murderface se le acercó para susurrarle en el oído:

—Eh, oye, ¿aun tienes esos contactos? No lo digo por mí, claro, sino para un conocido.

—Para eso me tienes a mí, primor —respondió la rusa, mientras le guiñaba un ojo. El afortunado bajista le sonrió.

—Que bien por ustedes —dijo Alfred—. Al menos no se partían el culo para prepararse cada año, como yo.

—¿Y en qué participabas? —dijo Toki.

—Era un prestigioso jinete de canguros.

Todos los presentes lo miraron con extrañeza.

—Espera —dijo Skwisgaar—, ¿estás diciendo que existen carreras de canguros en Australia?

—No en Australia, eso sería tonto. Se realiza en Nueva Zelanda.

Antes de preguntarle algo más al australiano, Dick Knubble gritó:

—¡Grabamos en 2 minutos!

Oída la señal los miembros de ambas bandas tomaron sus instrumentos y se ganaron en sus lugares. Detrás del escenario, solo Nathan y Criminal estaban algo cerca, a un par de metros.

—¿Estás listo? —dijo Nathan.

—Siempre lo estoy —dijo Criminal.