Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.

La Pirata de los Cielos

32: Las Piezas del Rompecabezas.

Parecía ser una mañana normal y ya era la segunda clase de la mañana. Los Slytherin y Ravenclaw, iban a la clase de Encantamientos, cuando Céline escuchó...

— ¡POTTER, NO CORRA EN LOS PASILLOS! —gritó McGonagall enfadada. La rubia también escuchaba los pasos veloces.

— ¡Céline! —La rubia se giró por fin y vio a su hermano, quien estaba desesperado, deteniéndose, para no atropellarla y pararse ante ella, mientras trataba de controlarse y calmarse, aunque solo fuera un poco y buscaba su voz. Ella apoyó una mano en su hombro y él se estremeció. —Cé... Céline... es... Hermione... ella... ¡Ella yace completamente inmóvil, con los ojos abiertos y vidriosos, en la enfermería!

McGonagall suspiró y contó a Volkova, todo lo que Potter no le estaba diciendo todavía a su hermana. —La encontraron junto a la biblioteca. —dijo la profesora McGonagall y ambos hermanos la miraron. A cambio, ella miró a los Gryffindor, a Volkova, Greengrass, Davies, Weasley y Potter —Supongo que no podéis explicarlo. —repitió las mismas palabras, todos negaron la cabeza —Esto estaba en el suelo, junto a ella... —Levantó un pequeño espejo redondo. —Todos los alumnos estarán de vuelta en sus respectivas salas comunes a las seis en punto de la tarde. Ningún alumno podrá dejar los dormitorios después de esa hora. Un profesor os acompañará siempre al aula. Ningún alumno podrá entrar en los servicios sin ir acompañado por un profesor. Se posponen todos los partidos y entrenamientos de Quidditch. No habrá más actividades extraescolares. No necesito añadir que rara vez me he sentido tan consternada. Es probable que el colegio sea cerrado si no se captura al agresor. Si alguno de ustedes sabe de alguien que pueda tener una pista, le ruego que lo diga a los Aurores.

—Han caído dos de Gryffindor, sin contar al fantasma, que también es de Gryffindor, uno de Ravenclaw y otro de Hufflepuff —dijo Lee Jordan, el amigo de los gemelos Weasley, contando con los dedos—. ¿No se ha dado cuenta ningún profesor de que los de Slytherin parecen estar a salvo? ¿No es evidente que todo esto proviene de Slytherin? El heredero de su fundador, el monstruo de Slytherin... ¿Por qué no expulsan a todos los de Slytherin? —preguntó con fiereza.

Hubo alumnos que asintieron y se oyeron algunos aplausos aislados. Percy Weasley estaba sentado en una silla, detrás de Lee, pero por una vez no parecía interesado en exponer sus puntos de vista. Estaba pálido y parecía ausente.

— "Percy está asustado —dijo George a Alex en voz baja— esa chica de Ravenclaw..., Penélope Clearwater..., es prefecta, él está enamorada de ella, pero la chica no le dice ni la hora... supongo que Percy creía que el monstruo no se atrevería a atacar a un prefecto."

..

..

El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. El cielo y el lago se volvieron del mismo azul claro y en los invernaderos brotaron flores como repollos. Pero sin poder ver a Hagrid desde las ventanas del castillo, cruzando el campo a grandes zancadas con Fang detrás, a Alex aquel paisaje no le gustaba; y lo mismo podía decirse del interior del castillo, donde las cosas iban de mal en peor.

Alex y Ron habían intentado visitar a Hermione, pero incluso las visitas a la enfermería estaban prohibidas. —No podemos correr más riesgos —les dijo severamente la señora Pomfrey a través de la puerta entreabierta—. No, lo siento, hay demasiado peligro de que pueda volver el agresor para acabar con esta gente.

Además, se añadía la dificultad de que no les dejaban ir solos a ningún lado, sino que tenían que desplazarse siempre en grupo con los alumnos de Gryffindor, Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff.

La mayoría de los estudiantes parecían agradecer que los profesores los acompañaran siempre de clase en clase, pero a Alex le resultaba muy fastidioso.

Había una persona, sin embargo, que parecía disfrutar plenamente de aquella atmósfera de terror y recelo. Draco Malfoy se pavoneaba por el colegio y la Sala Común como si acabaran de darle el Premio Anual. En aquel momento, hablaba con Crabbe y Goyle, en la Sala —Me sorprende que los Sangre Sucia no hayan hecho ya todos el equipaje —prosiguió Malfoy —Apuesto cinco galeones a que el próximo muere. Qué pena que no sea Granger... —un segundo después de decir esas palabras, Céline lo agarró por el cuello y lo mandó a volar, hasta el otro lado de la Sala Común, estrellándose la espalda contra la pared y cayendo al suelo.

—Tus gemidos de gigoló no me dejan pensar claramente, Malfoy —gruñó Céline, quien volvió a meter la nariz en su libro: «Leyendas Pavorosas del Mundo Mágico Inglés.» Entonces, sus ojos se abrieron, cuando leyó el nombre de una Criatura Mágica. —No me digas que...

—Dense prisa, he de llevaros a Herbología —les gritó Snape a los de segundo año —levántate Malfoy, ni que fuera para tanto —y salieron en doble hilera, con Céline, Daphne y Tracy en una fila Slytherin; y Alex, Ron y Dean en la fila Gryffindor, el segundo intentando todavía liberarse.

Sólo lo soltaron cuando Snape se quedó en la puerta del castillo y ellos continuaron por la huerta hacia los invernaderos. La clase de Herbología resultó extraña, porque fueron al gran salón de invernadero, en donde estaban tres de las cuatro clases, cosa que fue sorprendente e inquietante.

¿Por qué Gryffindor, Slytherin y Hufflepuff, estaban en una misma clase? No lo sabían, ni querrían preguntar a la Profesora, quien no se veía muy bien, parecía casi... perturbada.

La profesora Sprout los puso a todos a podar las higueras de Abisinia, que daban higos secos. Alex fue a tirar un brazado de tallos secos al montón del abono y se encontró de frente con Ernie Mcmillan.

Ernie respiró hondo y dijo, muy formalmente: —Sólo quiero que sepas, Alex, que lamento haber sospechado de ti. Sé que nunca atacarías a Granger y te quiero pedir disculpas por todo lo que dije. Ahora estamos en el mismo barco y.…, bueno...

—No ha cambiado nada, McMillan —dijo Céline, quien vio cómo su hermano no le dio la mano a Ernie, cosa que la hizo sonreír internamente y puso los ojos en blanco. —Los Aurores siguen buscando la Cámara, el monstruo sigue suelto, todos estamos en el mismo embrollo y como no lo resuelvan pronto, entonces Hogwarts será cerrada.

Ernie y su amiga Hannah se pusieron a trabajar en la misma higuera que Ron y Alex. —Ese tal Draco Malfoy —dijo Ernie, mientras cortaba las ramas secas — parece que se ha puesto muy contento con todo esto, ¿verdad? ¿Sabéis?, creo que él podría ser el heredero de Slytherin.

—Esto demuestra que eres inteligente, Ernie —dijo Ron, que no parecía haber perdonado a Ernie tan fácilmente como Alex.

—¿Crees que es Malfoy, Alex? —preguntó Ernie.

—No. —respondió Alex con tal firmeza que Ernie y Hannah se lo quedaron mirando. —Mi hermana me cuenta cosas, porque también está asustada y no es Malfoy. Él solo está pavoneándose por el castillo, porque está feliz y emocionado, de que sus creencias parecen estar haciéndose realidad.

Céline, Tracy y Daphne, estaban juntas y susurraban. Lo que les contaba la princesa, no cuadraba, con la situación actual y Daphne se lo hizo saber. — "¿Cómo puede ser un Basilisco, si nadie ha muerto, Céline?"

— "El monstruo de la cámara es un basilisco, es una serpiente gigante. Por eso Alex y yo la he oído a veces por todo el colegio, y nadie más la ha oído: porque nosotros comprendemos la lengua Pársel..." —susurró Céline. — "El basilisco mata a la gente con la mirada. Pero no ha muerto nadie. Porque ninguno de ellos lo miró directo a los ojos." —Y siguió explicándolo — "Colin lo vio a través de su cámara de fotos. El basilisco quemó toda la película que había dentro, pero a Colin sólo lo petrificó. ¡Justin debe de haber visto al basilisco a través de Nick Casi Decapitado! E incluso si Nick lo vería perfectamente, no podía morir por segunda vez... Y a Granger y la prefecta de Ravenclaw las hallaron con aquel espejo al lado. Granger acababa de enterarse de que el monstruo era un basilisco. ¡Me apostaría algo a que ella le advirtió a la primera persona a la que encontró que mirara por un espejo antes de doblar las esquinas! Y entonces sacó el espejo y.…"

Daphne se había quedado con la boca abierta, tan impropio de una jovencita Sangre Pura, como ella. — "¿Y la Señora Norris?" —susurró con interés.

—Tal vez no funciona matando a los gatos —aventuró Neville. En ese momento, se percataron de que todo fue escuchado por los que estaban en el Invernadero, incluso por la profesora Sprout, quien estaba pálida. Daphne miró a Neville como si hubiese dicho una gran estupidez. Entonces, la valentía Gryffindor, surgió en el rubio. — ¡Oh vamos, levante la mano alguien que haya puesto un gato frente a un basilisco y pueda decirme a ciencia cierta si lo mato o no!

Alex hizo un gran esfuerzo para concentrarse, recordando la imagen de la noche de Halloween. —El agua..., la inundación que venía de los aseos de Myrtle la Llorona. Seguro que la Señora Norris sólo vio el reflejo...

—En el libro que leí, decía que el canto del gallo para él es mortal —informó Céline — ¡Mató a los gallos de Hagrid! El heredero de Slytherin no quería que hubiera ninguno cuando se abriera la Cámara de los Secretos. ¡Las arañas huyen de él, porque ellas pueden ver muchísimo más y aún más intensamente, con sus ocho ojos, incluso las Acromántulas del Bosque Prohibido lo hacen! ¡Todo encaja!

—Todo encaja, pero ¿quién es el que hace esas cosas? Alguien mato a los gallos y abrió la jodida cámara —dijo Lily Moon, con el ceño fruncido. Bastante enfadada por la situación y con su orgullo de Ravenclaw herido, porque no fue algún cuervo... o águila, quien descubrió el misterio, sino una Slytherin.

—Pero ¿Cómo se mueve el basilisco por el castillo? —preguntó Ron, enseñando el gran elefante blanco en la habitación—. Una serpiente asquerosa... alguien tendría que verla...

Alex enseñó el papel que había encontrado en la mano de Hermione. —Cañerías —leyó—. Ha estado usando las cañerías, Ron. Y yo he oído esa voz dentro de las paredes...

De pronto, Ron cogió a Alex del brazo. — ¡La entrada de la Cámara de los Secretos! —dijo con la voz quebrada—. ¿Y si es uno de los aseos? ¿Y si estuviera en.…?

—... los aseos de Myrtle la Llorona —terminó Alex. Durante un rato se quedaron inmóviles, embargados por la emoción, sin poder creérselo apenas. —Esto quiere decir —añadió Alex, pasándose una mano por el cabello, intentando que el terror, no lo superara —que no debo de ser el único que habla Pársel en el colegio. El heredero de Slytherin también lo hace. De esa forma domina al basilisco.

Todos salieron de clase y volvieron al castillo. Pero la campana que señalaba el comienzo del recreo no sonó. En su lugar se oyó la voz de la profesora McGonagall, amplificada por medios mágicos. — ¡Todos los alumnos volverán inmediatamente a los dormitorios de sus respectivas casas! ¡Los profesores deben dirigirse a la sala de profesores! ¡Les ruego que se den prisa!

El trío de plata de Slytherin y el dúo de Gryffindor, fueron hacía la Sala de Profesores. La puerta de la sala de profesores se abrió de golpe y los profesores entraron, Céline entrecerró la puerta y lanzó un hechizo, que el resto no entendió. — "No notarán que estamos aquí" —susurró.

—Ha sucedido —dijo McGonagall a la sala, que la escuchaba en silencio. La voz de la subdirectora, se escuchaba sepulcral —Una alumna ha sido raptada por el monstruo. Se la ha llevado a la Cámara.

El profesor Flitwick dejó escapar un grito. La profesora Sprout se tapó la boca con las manos. Snape se cogió con fuerza al respaldo de una silla y preguntó: — ¿Está usted segura?

—El heredero de Slytherin —dijo la profesora McGonagall, que estaba pálida— ha dejado un nuevo mensaje, debajo del primero: «Sus huesos reposarán en la cámara por siempre.» —El profesor Flitwick derramó unas cuantas lágrimas.

—¿Quién ha sido? —preguntó la señora Hooch, quien se había sentado en una silla porque las rodillas no la sostenían, mirando fijamente a su esposa — ¿Qué alumna?

—Ginny Weasley —dijo la profesora McGonagall. —Tendremos que enviar a todos los estudiantes a casa mañana mismo. Éste es el fin de Hogwarts. Dumbledore ha salido del castillo, para buscar posibles pistas, pero, aun así, con esta situación a la cual nos estamos enfrentando. Él siempre ha dicho...

—Es un Basilisco, —interrumpió Sprout, mortalmente pálida —Volkova lo ha confesado en clase, ha armado el rompecabezas. La entrada a la Cámara, está en los baños de Myrtle Warren. Ella fue la alumna, que murió hace cincuenta años...

La puerta de la sala de profesores se abrió bruscamente. Era Lockhart, y llegaba sonriendo. —Lo lamento..., me quedé dormido... ¿Me he perdido algo importante? —No parecía darse cuenta de que los demás profesores lo miraban con una expresión bastante cercana al odio.

Snape dio un paso hacia delante. —He aquí el hombre —dijo— El hombre adecuado. El monstruo ha raptado a una chica, Lockhart. Se la ha llevado a la Cámara de los Secretos. Por fin ha llegado tu oportunidad. —Lockhart palideció.

—Así es, Gilderoy —intervino la profesora Sprout— ¿No decías anoche que sabías dónde estaba la entrada a la Cámara de los Secretos?

—Yo..., bueno, yo... —resopló Lockhart.

—Sí, ¿y no me dijiste que sabías con seguridad qué era lo que había dentro? —añadió el profesor Flitwick.

— ¿Yo...? No recuerdo...

—Ciertamente, yo sí recuerdo que lamentabas no haber tenido una oportunidad de enfrentarte al monstruo antes de que arrestaran a Hagrid —dijo Snape— ¿No decías que el asunto se había llevado mal, y que deberíamos haberlo dejado todo en tus manos desde el principio?

Lockhart miró los rostros pétreos de sus colegas. —Yo..., yo nunca realmente... Deben... de haberme interpretado mal...

—Lo dejaremos todo en tus manos, Gilderoy. —dijo la profesora McGonagall asintiendo y tratando de mantener la seriedad del asunto —Esta noche será una ocasión excelente para llevarlo a cabo. Nos aseguraremos de que nadie te moleste. Podrás enfrentarte al monstruo tú mismo. Por fin está en tus manos.

Lockhart miró en torno, desesperado, pero nadie acudió en su auxilio. Ya no resultaba tan atractivo. Le temblaba el labio, y en ausencia de su sonrisa radiante, parecía flojo y debilucho. —Mu-muy bien —dijo—. Estaré en mi despacho, pre-preparándome. —Y salió de la sala.

—Bien —dijo la profesora McGonagall, resoplando— eso nos lo quitará de delante. Los Jefes de las Casas deberían ir ahora a informar a los alumnos de lo ocurrido. Díganles que el expreso de Hogwarts los conducirá a sus hogares mañana a primera hora de la mañana. A los demás: les ruego que se encarguéis de aseguraros de que no haya ningún alumno fuera de los dormitorios.

Los cuatro alumnos, todavía invisibles, se alejaron de la puerta. Los profesores se levantaron y fueron saliendo de uno en uno.

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Dumbledore hizo volar un libro, por encima de su hombro, mientras su rostro demostraba frustración y enfado sobre la situación actual de Hogwarts.

Ninguno de sus cientos de libros, era útil para dictaminar la ubicación de la Cámara de los Secretos o la bestia que allí se escondía y tenía todos los libros, regados por el suelo. Suspiró y moviendo su varita, los organizó todos. Poniéndose de pie y sintiéndose como si hubiera envejecido treinta años de golpe, salió caminando de su oficina, para ir a la biblioteca y seguir en búsqueda de algún libro, que pudiera serle útil.

Con Alex Potter hablando Pársel, parecía ser bastante obvio, que el chico podría abrir la Cámara de los Secretos para que él destruyera a la bestia, fuera la que fuera y él elevara su fama, como el protector de Hogwarts y el destructor de la legendaria bestia de Slytherin.

Pero sin saber su ubicación exacta, todos los planes, resultaban ser inútiles.

¡Y TENÍA QUE SER ÉL, QUIEN ENCONTRARA LA CÁMARA DE LOS SECRETOS, NO CUALQUIER OTRO!

Especialmente, cuando su nueva teoría sobre Céline Potter, de quien hablaba la Profecía y no Alex, parecía estar cobrando fuerza, ahora que sabía que Céline compartió la información que tenía, ante sus compañeros de clase.

Eso hablaba muy bien de la niña. En caso de que fuera la chica de la profecía, entonces debía de encontrar la forma de que fuera a Gryffindor. ¡NO PODÍA PERMITIRSE, QUE LA CHICA DE LA PROFECÍA, ESTUVIERA EN LA CASA DE LOS MORTÍFIAGOS!

Y si tenía razón y ella debía de destruir a Voldemort, entonces necesitaba guiar a la chica. Y mejor ahora, que, en su quinto o sexto año, como había planeado hacer con Alex.

¡Tendría que ganarse la confianza de la chica, cuanto antes!