Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Asesinato para principiantes" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Tres meses después.

—Ahí fuera hay un montón de gente, Sargentita.

—¿En serio?

—Sí, como doscientas personas o así.

Bella los oía; la cháchara, las sillas arrastrándose mientras los asistentes se sentaban en el salón de actos del Instituto Kilton.

Esperaba entre bambalinas y agarraba con tanta fuerza las notas que llevaba para la presentación que el sudor de las manos empezaba a emborronar la tinta.

A lo largo de esa semana, toda su clase había ido haciendo las presentaciones de sus PC ante un pequeño grupo de estudiantes y los moderadores. Pero el instituto y la junta escolar pensaron que sería buena idea hacer la presentación de Bella «un poco más especial», como había dicho el jefe de estudios. A ella no le habían dado voz ni voto. El instituto lo había publicitado por internet y también en El Correo de Kilton. Habían invitado a representantes de la prensa; Bella había visto una furgoneta de la BBC allí aparcada con los equipos y las cámaras dispuestos.

—¿Estás nerviosa? —preguntó Edward

—¿Es el día de las preguntas obvias?

Cuando la historia de Sid Prescott salió a luz, estuvo semanas en los periódicos nacionales y en la televisión. Y en la cúspide de toda esta locura, Bella tuvo la entrevista para Cambridge. Las dos personas que se encargaron de ella la habían reconocido de las noticias, la miraban boquiabiertos y la bombardeaban a preguntas sobre el caso.

Su carta de admisión fue una de las primeras en llegar.

Los secretos y misterios de Kilton la habían seguido tan de cerca esas semanas que había tenido que llevarlos como si fueran una piel nueva. Excepto ese que estaba enterrado en lo más profundo, el que guardaría siempre para proteger a Tori. Su mejor amiga, la que no se había separado ni un segundo de Bella los días que pasó en el hospital.

—¿Puedo ir a verte luego? —le preguntó Edward.

—Claro. Tori y Daphne vienen a cenar.

Oyeron el repiqueteo de unos tacones y la señora Morgan apareció, haciéndose un lío con el telón.

—Estamos listos, así que cuando tú quieras, Isabella.

—De acuerdo, salgo en un minuto.

—Bueno —dijo Edward cuando se quedaron solos otra vez—, mejor me voy ya y agarro sitio.

Le sonrió, le pasó las manos por detrás de la cabeza, acariciándole el pelo, y se inclinó para pegar su frente a la de ella. Le había dicho que lo hacía para llevarse la mitad de su pena, la mitad de su dolor de cabeza y la mitad de sus nervios, cuando ella estaba a punto de subirse al tren en dirección a Cambridge para la entrevista. Porque si había media cosa mala menos, existía espacio para media cosa buena más.

La besó, y ella resplandeció con ese sentimiento. Ese que tiene alas.

—Deslúmbralos.

—Eso pretendo.

—Ah —dijo volviéndose una última vez antes de cruzar la puerta—, y no digas que la única razón por la que empezaste este proyecto fue porque yo te gustaba. Ya sabes, invéntate algún motivo más noble.

—Largo de aquí bobo.

—No te sientas culpable. No pudiste evitarlo, nadie quiere estar sin Edward Cullen.

—Que gracioso eres —replicó—. Y ahora vete.

Esperó otro minuto, murmuró para sí las primeras líneas del discurso y salió al escenario.

La gente no estaba muy segura de lo que debía hacer. La mitad del público empezó a aplaudir educadamente, mientras las cámaras se movían para enfocarlos, y la otra mitad se quedó inmóvil, como un campo de ojos que la seguían para escrutar sus movimientos.

En la primera fila, su padre se levantó, se llevó los dedos a la boca y emitió un sonoro silbido, tras el que gritó:

—¡A por ellos, cariño!

Su madre se apresuró a tirar de él hacia abajo e intercambió una mirada con Esme Cullen, que estaba sentada a su lado.

Bella avanzó hacia el atril y puso sus notas sobre él.

—Hola —comenzó, y el micrófono emitió un sonido agudo que cortó el silencio de la sala. Los flashes de las cámaras acompañaron el sonido—. Me llamo Bella y sé unas cuantas cosas: sé que «querrequerre» es la palabra más larga que se puede escribir en un teclado sin cambiar de línea (y que es un pájaro de la familia de las urracas). Sé que la guerra anglozanzibariana fue la más corta de la historia, con una duración de treinta y ocho minutos. También sé que este proyecto puso en peligro a mis amigos, a mi familia y a mí misma y que ha cambiado muchas vidas, aunque no todas para mejor. Pero lo que no sé —hizo una pausa— es por qué esta ciudad y los medios nacionales siguen sin entender lo que pasó aquí. No soy la «estudiante prodigio» que averiguó la verdad sobre Sid Prescott en largos artículos en los que Billy Cullen y su hermano Edward no fueron más que pequeñas notas. Ese proyecto empezó con Billy. Y mi propósito fue descubrir la verdad.

Entonces los ojos de Bella lo localizaron. Tercera fila, allí estaba Stanley Forbes, tomando apuntes en una libreta. Ella aún tenía preguntas sobre él, y sobre todos los demás nombres de su lista de sospechosos, todas las demás vidas y secretos que se habían cruzado con este caso. Little Kilton todavía guardaba sus misterios, sus enigmas sin solución y sus preguntas sin respuesta.

Pero es que esta ciudad tenía demasiadas esquinas oscuras; Bella había aprendido a aceptar que ella no iba a ser capaz de iluminarlas todas.

Stanley estaba sentado justo detrás de sus amigos, entre los que la ausencia de Tori se sentía especialmente. Así como había sido increíblemente valiente durante todo el proceso, hoy había decidido que la presentación sería demasiado para ella.

—De ninguna manera pude imaginar —continuó Bella— que cuando este proyecto finalizara, habría cuatro personas detenidas y una liberada después de cinco años en su prisión particular. Elliot Greengrass fue hallado culpable del asesinato de Billy Cullen, del secuestro y la retención de Isla Jordan y de obstrucción a la justicia. Su vista para sentencia se celebrará la semana que viene. Este año también irá a juicio Tatum Prescott por los siguientes cargos: homicidio por negligencia temeraria, imposibilitación de entierro legal y obstrucción al curso de la justicia. Mike Newton ha sido acusado de cuatro delitos de asalto sexual y dos de violación, y también será juzgado este año. Y Howard Bowers ha sido declarado culpable del cargo de tráfico de drogas y posesión con intención de venta.

Reordenó sus notas y se aclaró la garganta.

—De modo que ¿por qué tuvieron lugar los sucesos del viernes 20 de abril de 2012? En mi opinión, hay gente que tiene mucho que ver en lo que pasó aquella noche y los días siguientes, ya no en un sentido criminal, sino ético. Son: Elliot Greengrass, Howard Bowers, Mike Newton, Tatum Prescott, Neil Prescott y, no lo olvidemos, la propia Sid. La han pintado como a una bella víctima y han mirado hacia otro lado en lo que respecta a los rasgos más sombríos de su carácter, ya que estos no encajaban bien con su historia. Pero esta es la verdad: Sid Prescott era una abusona que usaba el chantaje emocional para conseguir lo que quería. Vendía drogas sin la más mínima preocupación del uso que se les daría. Nunca sabremos si era consciente de estar facilitando agresiones sexuales en las que se usaban narcóticos para anular la resistencia de las víctimas, pero lo cierto es que cuando su propia hermana la informó de este hecho, no mostró ninguna compasión.

»Y, sin embargo, si miramos con más detenimiento, ¿qué encontramos detrás de esta Sid? Encontramos a una niña vulnerable e insegura. Porque Sid creció con un padre que le enseñó que el único valor que poseía era su apariencia y el deseo que inspirase. Su casa era un lugar de acoso y humillación. Sid nunca tuvo la oportunidad de convertirse en la mujer que podría haber sido lejos de ese hogar, ni de decidir por sí misma qué era lo que la hacía única y qué futuro quería.

»Y aunque este cuento efectivamente tiene sus monstruos, me he dado cuenta de que tampoco es fácil hablar de buenos y malos. Al final, resultó ser una historia sobre gente con sus diferentes grados de desesperación, superponiéndose unos a otros. Pero sí que hubo una persona que fue buena hasta el final. Y su nombre era Billy Cullen.

Bella levantó la mirada para posarla en Edward, sentado entre sus padres.

—Lo cierto es —dijo— que no he hecho este proyecto sola, que era lo que las normas requerían. No podría haberlo llevado a cabo sin ayuda. Así que imagino que van a tener que descalificarme.

Se oyeron exclamaciones de sorpresa en el público, la más alta la de la señora Morgan.

También hubo algunos conatos de risa.

—No podría haber resuelto el caso sin Edward Cullen. De hecho, no habría sobrevivido de no ser por él. Así que, si alguien debería hablar sobre lo buen chico que era Billy, ahora que por fin lo van a escuchar, es su hermano.

Edward la miró desde su asiento, con esa mirada matadora que a ella tanto le gustaba. Pero sabía que él necesitaba esto. Y él también lo sabía.

Lo invitó a subir con un movimiento de cabeza y Edward se levantó. Charlie se puso en pie también y volvió a silbar con los dedos, tras lo cual dio un par de atronadores aplausos. Algunos de los alumnos entre el público se le unieron y aplaudieron cuando Edward subió los escalones hacia el escenario.

Bella se apartó un poco del micrófono para ceder su espacio a Edward. El chico le guiñó un ojo y ella sintió un ramalazo de orgullo cuando lo vio aproximarse al atril rascándose el cuello. Justo el día anterior le había dicho que iba a retomar sus estudios y licenciarse en Derecho.

—Esto... Hola —saludó Edward, y el micrófono emitió un pitido también para él—. No me esperaba esto, no pasa todos los días que una chica deje escapar un sobresaliente seguro para darte el mérito. —Hubo un silencioso murmullo de sonrisas—. Pero bueno, supongo que tampoco necesito mucha preparación para hablar de Billy. Llevo casi seis años preparándome. Mi hermano no era solo una buena persona, era de las mejores. Era amable, excepcionalmente amable, siempre ayudaba a todo el mundo y nada le suponía demasiado problema. Era completamente generoso. Recuerdo una vez, cuando éramos niños, que a mí se me cayó jugo de uva en la alfombra y Billy dijo que había sido él para que no me regañaran. Uy, lo siento, mamá, supongo que algún día te ibas a enterar.

Más risas entre el público.

—Billy era risueño. Y tenía la risa más exagerada del mundo; era supercontagiosa. Y, ah sí, solía pasarse horas dibujando unos cómics que luego me leía en la cama porque a mí me costaba mucho quedarme dormido. Todavía los tengo. Y vaya si era listo el tío. Sé que habría hecho cosas increíbles con su vida, si no se la hubieran arrebatado. El mundo nunca será tan bonito sin Billy. Y ojalá hubiera podido decirle esto cuando estaba vivo; que era el mejor hermano mayor que cualquiera podría desear. Pero al menos puedo decirlo ahora en este escenario y sé que esta vez todo el mundo va a creerme.

Se volvió hacia Bella, con los ojos brillando. Ella avanzó un par de pasos hasta llegar a su altura y se inclinó hacia el micrófono para decir sus últimas palabras.

—Pero hay un último personaje en esta historia, habitantes de Little Kilton, y somos nosotros. Entre todos convertimos una vida preciosa en el mito de un monstruo. Transformamos la casa de una familia en una casa maldita. Y a partir de ahora, debemos ser mejores personas.

Bella se apartó del atril y extendió su mano en busca de la de Edward, que entrelazó sus dedos con los de ella. Sus manos, así unidas, se volvieron un solo ser vivo, cada nudillo perfectamente encajado en el hueco correspondiente como si hubieran sido formados con la única finalidad de llegar a estar así.

—¿Alguna pregunta?


NOTA:

Hemos llegado al final del primer libro de esta trilogía, espero que les haya gustado, nos leemos en el siguiente libro de esta serie, se llama Desaparición para expertos, que ya se encuentra en mi perfil.