Los personajes de esta historia pertenecen a la increíble Stephanie Meyer, la trama pertenece a la asombrosa autora CaraNo, Alepattz la tradujo, sullyfunes01 es nuestra prelectora, yo tengo el permiso para publicarla.
Thank you CaraNo for allowing us to share this amazing story in Spanish!
34 - ROMA EN ENERO
Whistler POV
Maldita paranoia. Lo último que necesito.
El texto de Eric pasa ante mis ojos cada vez que parpadeo.
Tuvimos compañía. Muchos. Conduciendo al departamento seguro en Roma. Autumn + Bella+ Yo. Seth cayó. Sabían del sótano. Hora de buscar un soplón. Evitar la villa - EJB
Seth está muerto.
Muerto.
Mi mujer estuvo en peligro.
Emmett y los niños habían estado cerca de nosotros cuando recibimos nada más que estática de la villa. A cinco minutos... y Sam necesitaba las habilidades médicas de Em. Demonios, yo también las necesitaba. Pero sí... volvieron. No nos importó la maldita limpieza. Simplemente lo dejamos todo después de asegurarnos de que no podían ser rastreado hasta nosotros.
Así que ahora... Kellan y Sam están en el Gallardo de Bella, y James en el mío.
Estoy en el asiento trasero del Rover de Em. Está trabajando en mi pierna.
Rose está conduciendo.
Alec y Nessa van apretados en el asiento del copiloto.
"Por el amor de Dios, Em", gruño.
Seguro que no fue a la facultad de medicina o algo así, pero papá le enseñó bien.
"Tengo que sacar la puta bala", murmura, con los ojos pegados a mi pierna. El cabrón había destrozado mis pantalones cargo. Me había dejado un agujero enorme. "Fúmate ese porro y cállate, ¿quieres?"
Y lo hago. Doy una calada profunda, reteniendo el humo en mis pulmones durante un rato. Puedo agradecérselo a James. Sam también fuma, en el coche de Bella. Es lo que hay. Funciona mejor que los analgésicos.
A través de la ventana abierta, expulso humo.
"¿Ya contestó Eric?" Rose pregunta, mirándome por el retrovisor. Sacudo la cabeza y vuelvo la mirada al teléfono que tengo en la mano.
Eric se niega a contestar.
Y sé por qué.
Es su forma de decirme que no puedo manejar los detalles en este momento.
Así que todo lo que sé es que él, mi mujer y Autumn están de camino a Roma.
Y que Seth se ha ido.
"Dulce Jesús", siseo, y soy un pendejo, porque no miro hacia otro lado mientras mi hermano me saca la bala de la pierna.
Alec está consolando a Nessa.
Lo odio todo.
"¿En quién podemos confiar?" Em pregunta, empezando a limpiar mi herida. "Concéntrate, hermano. Piensa en quién podemos confiar".
Respiro hondo.
Intentando mantener la concentración.
Mierda, estoy mareado...
El dolor es abrasador. Fogonazos de dolor paralizante recorren mi cuerpo.
ENFOQUE...
¿En quién podemos confiar?
"Todos los que están aquí en el coche", dice, deseando que me mantenga despierto hablando. "¿Quién más? Esta es tu equipo, Edward".
Mierda...
Sí...
Me paso una mano por la cara, intentando... funcionar... concentrarme...
"Mi esposa", murmuro. Parpadeo. Intento ver su cara. Vuelvo a parpadear, pero lo único que veo es ese puto mensaje de texto. Mierda. "Eric", continúo. Le doy otra calada al porro.
"Bien. Nosotros aquí, Bella y Eric. La sobrinita, por supuesto. ¿Quién más?"
Mi hermano es persistente.
"¡Ah, mierda!" Toso. Más dolor. El cabrón está echando alcohol... "¿Intentas matarme, hermano?" Gimo.
"Tengo que limpiar esto antes de que cambies de coche", explica, aunque ya lo sabemos. Cuando acabe conmigo, ocuparé el lugar de Sam junto a Kellan en el coche de Bella, y Sam irá con Emmett para que pueda sacar la bala del hombro.
"Kellan", digo, pero luego dudo. No. Sí. "Mierda."
"Sigue hablando", ordena Em en voz baja. "Dame una razón por la que no podamos confiar en Kellan".
Intento pensar, intento encontrar razones...
Puso a princesa en peligro en la villa de Aro...
Pero hicieron el trabajo...
Es jefe de seguridad... y si trabajaba para jugadores externos, podría habernos vendido antes...
Pero él no es un Cullen. Solo puedo confiar ciegamente en mi propia familia.
Eric es la excepción desde que sacó a mi mujer de la villa, y lo que pasó allí... También tiene a su sobrina aquí. Perdió a su hermano en Seattle. Quiere venganza tanto como mi hermano y yo.
"Kellan fue guardia mío y de Nessa antes... en Chicago", Alec menciona en voz baja, aportando su granito de arena. "Mamá y papá confían en él".
Cierto.
Asiento lentamente, reconociendo la afirmación de Alec.
Creo que Kellan es digno de confianza, de verdad, pero... carajo, la paranoia es una perra odiosa.
"¿Qué pasa con James?" Em sigue adelante.
"Que yo sepa, ha sido leal", suspiro cansado. "Tanto Liam como el tío Ed lo recomendaron repetidamente. Pero... que me culguen si lo sé. A lo mejor lo hace por dinero".
Em no pierde el ritmo. "¿Qué pasa con Adam?"
"Su madre es Siobhan. Lleva años trabajando con nosotros a través del FBI", pienso en voz alta. "Diablos, los McKennas están tan ligados a los Masen como nosotros. Al menos, casi. Lo único que nos separa es el ADN".
"Cierto, pero..."
Sí, lo sé.
"¿Y Sam?"
"Podemos confiar en él", decido. Instinto visceral. Es un Murphy. Nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde Irlanda. Además, el padre de Sam era muy cercano al tío Ed.
"Bien. Entonces, cuando lleguemos a Roma, ¿quién estará presente cuando discutamos nuestro próximo movimiento?"
Buena pregunta.
Me encojo cuando empieza a cubrirme la herida.
Le doy un tirón al porro, el último, y lo tiro por la ventana.
Aguanto el humo dentro.
Se me ponen los ojos vidriosos.
Es lo único que me impide darle un rodillazo a mi hermano en la puta cara.
Claro, lo está haciendo bien, pero... ¡carajo! Duele como un hijo de puta...
Exhalo.
"Todos los Cullen", digo automáticamente. "Y Eric. Sam".
"¿Puedo escuchar, jefe?" Alec pregunta en voz baja.
Se me aprieta el corazón.
"Sí, la mayor parte", respondo tajante. "Tendrás un trabajo importante".
Autumn. Esa niña es tan preciosa para mí como lo son Alec y Nessa. Necesito a esos tres a salvo.
"¿Qué?" pregunta, y es igual que yo y Em. Quiere hacer algo. Es un protector, incluso siendo un niño de doce años. Bueno, trece pronto.
"Estarás a cargo de tu hermana y de Autumn", le digo. "Y de mi esposa", añado, intentando sonreír, aunque solo sea un poco.
"¿Quieres que me encargue de Tush?", se ríe en voz baja, arqueando una ceja hacia mí. "Estás loco, jefe".
Sí, pero conseguí que sonrieras, cachorro.
Emmett me mira, comprendiendo lo que estoy haciendo.
La familia es lo primero. Mantenlos vivos, mantenlos bien, mantenlos contentos.
"Creo que estás bien por ahora", dice Em con firmeza, enderezándose en su asiento. Luego levanta mi pierna, manteniéndola en su regazo. "Veinte minutos, y luego te cambio por Sam".
"Vaya, gracias", digo sarcásticamente.
Mientras nos quedamos en silencio en el coche, mi mente empieza a dar vueltas de nuevo.
Siempre vuelve a Bella.
Necesito saberlo.
Pero de nuevo, Eric no contesta su teléfono. Me cuelga, el muy cabrón.
Suspiro.
Está viva.
Está viva.
Está viva.
Pero, ¿le han hecho daño?
"Ella está bien, Edward", dice Em en voz baja.
Eso espero.
"Es fuerte", añade Rose, asintiendo con firmeza. Creo que se está convenciendo a sí misma.
"Eres una buena conductora, rubia", le digo, cambiando de tema. "Casi mejor que tu marido".
"Que te jodan", se ríe Em.
Me encojo de hombros e intento ponerme cómodo. Pero es imposible.
.
.
.
"No podemos esperar un mes", casi susurra un rato después.
Sé de lo que habla, y tiene razón. Yo también lo pensé. No podemos esperar un mes entero para acabar con los Avellino, que era el plan anterior. Bueno, no a todos los Avellino; son una jodida organización enorme. Pero el círculo interno... vamos por ellos. Y no, no podemos esperar.
"Estoy de acuerdo".
Asiente con la cabeza.
Es hora de traer a Liam a Europa.
*O*O*O*
"¿Estás bien, Cullen?" pregunta Kellan mientras siento mi culo en el asiento del copiloto del Gallardo de Bella. "Tu hermano te cosió, ¿eh?"
Asiento con la cabeza, odiando el hecho de que mi Glock esté lista para ser usada.
Metida en la cintura de mis cargos.
Solamente para estar seguros, había dicho Emmett. Es una mierda. Se supone que debo saber que puedo confiar en Kellan. Joder, ha sido mi mano derecha - él y James. Especialmente desde que Conn la cagó con tía Liz, negándose a desobedecerla cuando se trataba de los niños.
Pero es lo que hay.
Por ahora.
"Sí, déjalo", murmuro. "Quiero llegar a Bella".
Kellan asiente, obedeciendo mi orden y arrancando el coche de inmediato.
En cuanto pasamos junto al Rover de Em, vuelvo a sacar mi teléfono.
Hora de llamar a papá.
"Carlisle Cullen al habla", ladra.
No me sorprende oírle cabreado. Creo que lleva tiempo intentando contactar con nosotros.
"Soy Edward", le digo, y le oigo exhalar aliviado. "¿Lo has oído?"
"Sí, la escena ya está en las noticias locales. ¿Escapaste bien?"
"Me dispararon en la puta pierna", gruño. "Pero estoy bien. Em lo arregló por ahora. Sam está peor. Emmett está trabajando en él. Le dieron en el hombro".
"Carajo, está bien... ¿Vuelves a la villa?"
Me froto el pecho.
"No." Suelto un suspiro. "Nos engañaron para que saliéramos de la villa siguiendo a Emmett y a los niños", explico. "Traje a Ford, Sam y James conmigo, dejando a Seth, Eric y Bella solos en la villa. También a Autumn. Y envié a Adam a comprar suministros para la exposición de coches".
"Continua", dice papá con cuidado.
"Nos deshicimos de los matones que seguían a Em, pero mientras tanto, Avellino envió una partida a la villa. Sabían lo del sótano, papá".
Sin decir palabra, Kellan me ofrece un cigarrillo de su paquete.
No lo tomo.
Pero cuando cojo uno de los míos, desde luego que lo nota.
Afortunadamente, parece entender que son solo negocios. Sabe que tengo que tener cuidado.
Mejor que no seas tú, Ford... Juro por Dios que te mataré con mis propias manos.
"¿Alguna idea?" Papá pregunta, todo negocios, y sé que está preguntando por sospechosos.
"Todavía no".
"Entendido. Entonces, ¿qué pasó en la villa?"
Es entonces cuando oigo a mamá de fondo y gimo mientras exhalo humo por la ventanilla.
"¿Tienes a mamá en el maldito altavoz, papá?" pregunto incrédulo. "Va a enloquecer, mierda".
"¡Solo responde a mi pregunta, hijo!"
"¡Bien!" Me quejo. "¿Quieres saber lo que pasó en la villa? Mataron a Seth. Sí, así es. ¡Y mi maldita esposa fue puesta en peligro!"
Oigo a mamá jadear.
Maldito idiota por dejarla escuchar.
"Vamos de camino al departamento seguro de Roma, pero no nos quedaremos", continúo. "Ahora, la razón por la que llamé. Necesito que traigas a Liam y a sus chicos a Europa. LO ANTES POSIBLE. Vamos a acabar con los Avellino, el círculo interno".
Para calmar mi temperamental trasero, doy una calada profunda a mi cigarrillo,
deseando tener otro maldito porro.
"¡No harás tal cosa, Edward!" Papá grita. "Estoy en Chicago, yo doy las malditas órdenes. ¿Estoy siendo claro?"
"Chicago ya no es el cuartel general", digo secamente, reajustando mi palpitante pierna. "Lo siento, papá, pero tenemos que limpiar esta mierda antes de que muera más gente".
"Tu trabajo es proteger y buscar a tu tío", afirma rotundamente. "Ya no tendré a mis hijos corriendo por ahí matando. Eso no es lo que quería para ti".
"Sí, no me digas", murmuro, dando otra calada. "Pero las cosas cambian. Trae a Liam aquí antes de que lo haga yo".
Respeto a mis padres. Con Dios como testigo, lo hago. Pero esta mierda termina ahora.
"Mierda", lo oigo suspirar.
Sabe que tengo razón.
Luego oigo que él y mamá discuten un rato.
No es ninguna sorpresa.
Mamá está cabreada.
Tiene bastantes palabras coloridas en su vocabulario.
Echo el humo por la ventana.
"¿Cuánto falta?" Le pregunto a Kellan.
"Veinte minutos, jefe."
Veinte minutos.
Veinte minutos para volver a ver a Bella.
Jesucristo, espero que esté bien.
"Bien." Papá ha vuelto. "¿Estás ahí, hijo?"
"Estoy aquí."
"Bien. Este es el plan. Ve y reúnete con tu equipo. Asegúrate de que todos estén bien. Luego te reagrupas en Londres".
Ya estoy negando con la cabeza. "De ninguna manera. Londres, claro. Buen sitio, pero no hasta que Em y yo hayamos trabajado en la exposición de Maserati".
"¿Has perdido la puta cabeza, hijo?", grita. "A la mierda los coches!"
Resoplo.
Pongo los ojos en blanco.
Estarías orgulloso de mí, princesa.
"Dame algo de crédito, papá", digo. "Ya no es por los coches".
"¿Entonces qué?", exclama.
Simple. "Creo que Aro va a estar allí por el último coche de concepto."
*O*O*O*
"Hijo de puta", murmuro, molesto por el maldito ritmo al que caminamos.
Tengo el brazo alrededor de los hombros de Em, la pierna me está matando y sé que todo será una mierda hasta que tenga a Bella conmigo. Siempre es así con esa mujer. Estoy bajo su maldito hechizo y todo eso. No es que me gustaría que fuera de otra manera, pero hombre, estoy sometido por la chica.
"Maldices más que Emmett", resopla Rose mientras entramos en el departamento, que es más o menos un almacén con una estricta seguridad. "No creí que eso fuera posible".
"Bella también dice que soy muy malhablado", menciono.
"¿Qué, quiere que bajes el tono?". Em se ríe.
Me río un poco, pero me detengo cuando los destellos de dolor me suben por la pierna.
"No, no lo hace. Mi querida esposa puede maldecir más que un maldito marinero".
Cierto. De verdad, ella puede. Y cuando se queja de mi temperamento, se lo devuelvo, porque es tan impulsiva como yo.
Me encanta.
En fin...
Por fin llegamos a la parte trasera del almacén, y James va primero, manteniendo su Glock junto al muslo mientras llama a la puerta.
"¿Quién es?" Oímos a Eric preguntar desde el interior.
Mi corazón empieza a latir furiosamente en mi pecho.
Ahí dentro es sencillo. Solo dos ambientes, no muy grandes, pero los demás pueden irse a la mierda por lo que a mí respecta, porque el dormitorio está reservado para Bella y para mí. Tengo que meterle mano, asegurarme de que está bien y sin un puto rasguño. Estoy agotadísimo y ya es oficialmente de día, pero me niego a cerrar los ojos hasta que sepa que está bien.
"¡Abre la puta puerta, Bell!" Em le grita, a lo que yo le doy un golpe en la caja torácica. "¿Qué carajos, hermano?", gruñe.
"Cuidado con lo que dices a Eric", le advierto.
Si no hubiera sido por Eric...
Se lo debo a ese hombre.
Bella es mi vida.
Por suerte, Em lo ve en mis ojos y asiente en señal de comprensión.
Cuando se abre la puerta, los chicos se apartan y Em y yo entramos primero.
"Carajos, jefe", murmura Eric.
Lo abrazo lo mejor que puedo, con mi brazo alrededor de Em y todo, y me siento aliviado de que Eric esté bien. Al menos parece estar bien.
"¿Estás bien?" Pregunto, agarrándole el hombro.
La sala está vacía. Solo sofás, un televisor y una nevera. Supongo que Bella y Autumn están en el dormitorio.
"No me quejo". Se encoge de hombros antes de señalar mi pierna con la cabeza. "¿Tú?"
Le hago señas para que me siga. "Estupendo. Ahora, dame el resumen."
Mientras cruzamos la instancia, nos dice que Bella y Autumn están dormidas en el dormitorio, y me siento aliviado. Porque necesito oír esto antes. También nos dice que Adam ha salido a buscarnos coches, ya que aquí no tenemos más que un todoterreno y los dos Gallardos.
"Cristo", gime Sam mientras Kellan lo baja al sofá más grande. "Este dolor es... mierda".
"James", digo enseguida. "Ve por lo esencial, ¿quieres? Y eso incluye un montón de analgésicos".
Asiente y se marcha.
Solo nos quedaremos unas horas, pero no estoy seguro de que Sam pueda soportarlo. Si llega el caso, Kellan se quedará con él, lo llevará a un maldito médico o algo así. Pero al menos la bala está fuera. El problema es que no podemos llevarlo a un hospital en Roma. Tenemos que poner distancia entre nosotros y el mierdero que pasamos.
"¿Puedo ir con Bella, Edward?" Rose pregunta, trayéndome de vuelta al ahora.
Sacudo la cabeza. "Déjala dormir. Tengo la sensación de que lo necesita, y ya la voy a despertar pronto". Luego me giro hacia Eric. "¿Qué pasó en la villa?"
Y...
Carajo.
Cuando Eric nos lo cuenta todo, estoy seguro de que el infarto es algo "seguro" y no uno "hipotético".
No puedo creerlo.
La ira que me invade está a punto de consumirme.
Por no hablar del miedo.
La mera idea de tener a mi Bella cerca de ese tipo de peligro es paralizante para mí, pero... escuchar que realmente ha sucedido...
Dulce Jesús.
Las palabras de Eric se repiten en mi cabeza mientras me pellizco el puente de la nariz.
"Vinieron tres todoterrenos. Catorce italianos. Tres perros.
Seth estaba en el tejado. Eliminó a los perros y a nueve hombres antes de que perdiéramos la conexión con él.
Supongo que lo vieron en el tejado, porque lo siguiente que supe es que tiraron un puto cóctel molotov al tejado.
Bella... estaba en el sótano, armada con sus cuchillos arrojadizos y una Glock.
Yo estaba en la sala de control con Autumn, haciendo un seguimiento a través de las cámaras que instalamos.
Cinco matones lograron entrar y se dirigieron directamente a la despensa de la cocina.
Obviamente sabían lo del sótano.
Dejé la sala de control para estar con Bella. Ella... mierda, era fuerte como el demonio, Cullen.
Teníamos que encargarnos de cinco, así que me dio su Glock.
Nos escondimos detrás de la barra. Una vez que pasaron, eliminé a dos y Bella a uno.
Cuando supe que lo tenía, la volví a empujar detrás de la barra.
Entonces, cuando terminó... tomé los discos duros, las USB y demás... Y nos fuimos".
Una y otra vez, dejándome la cabeza palpitante, las palabras resuenan en mi cabeza.
Me siento como un maldito fracaso como marido.
Le prometí que nunca permitiría que el peligro se acercaría a ella.
Debería haber sabido que no tenía nada que hacer con esa promesa.
"¿Estás bien, hermanito?" Em pregunta en voz baja.
Me aclaro la garganta, tragándome mis emociones, y asiento cansada.
"Sí", respondo con voz ronca, mirando a Eric. "Una pregunta. ¿Mató a alguien?"
Eric vacila y yo contengo las náuseas.
"Ella no cree", suspira, pasándose una mano por el pelo. "Tiene buena puntería". Asiento con una inclinación de la barbilla, y estoy jodidamente orgulloso de mi chica, pero devastado por haber tenido que llegar a esto. "Apuntó a brazos y piernas, pero le dio a uno en la columna. Después le disparé en la cabeza. El golpe de Bella solo le habría dejado en una silla de ruedas el resto de su vida". Suelta un suspiro. Sé que aún no he oído lo peor. "El último, sin embargo... Le dio en el pecho. No respiraba cuando le apreté el gatillo, por si acaso. ¿Estaba vivo? Ni idea, pero si lo estaba, no fue por mucho".
"Mierda", exhalo, frotándome la cara.
Lo siento mucho, princesa.
"Voy a ver cómo está Sam", suspira Em, caminando hacia el sofá de Sam.
"A la mierda", murmuro, haciendo un gesto a Kellan para que me ayude a levantarme del maldito sofá. "Voy a despertar a Bella. No nos interrumpan".
"Traeré a Autumn", dice Eric.
Hago una mueca y me encojo por el dolor de la pierna, pero cuando llego a la puerta de la otra habitación y veo a Bella dormida en la cama del rincón, mi propio dolor no importa. Lo único que necesito ahora es a ella.
"Nos vamos de aquí en cuatro horas", les digo a los demás. "Háganse un favor y descansen. Emmett, haz guardia, ¿sí?"
"Entendido."
Le dejaría el trabajo a Kellan pero... Todavía no estoy seguro de él.
"Rose, vigila a los niños", añado en voz baja.
Asiente con la cabeza, dedicándome una sonrisa de pesar.
No sé realmente lo que ha vivido en Chicago, pero dudo que haya sido algo así.
Le espera un duro despertar, y creo que a Em le pasará lo mismo que a mí con mi propia mujer.
"Toda tuya, jefe", dice Eric en voz baja, pasando junto a mí en la puerta con un dormido Autumn en brazos. "¿Quieres que revise los medios?"
"Por favor". Asiento con la cabeza.
Tenemos que saber lo que ocurre, tanto a escala nacional como internacional.
Con un pequeño movimiento de cabeza, despido a Kellan y cierro la puerta una vez dentro, luego tambaleo mi cansado trasero hacia la cama.
Veo sus mejillas tensas por las lágrimas.
Su coleta desordenada.
Su teléfono en la mesita de noche.
El cuchillo mariposa que le compré.
Una sudadera con capucha y cortos pantalones cargo en el suelo.
"Malditos pantalones cortos", susurro en voz baja. Solo Bella llevaría pantalones cortos cuando está bajo un maldito ataque. Pero conociéndola, diría algo sobre la posibilidad de moverse más fácilmente.
Me desnudo, impaciente por quitarme la ropa ensangrentada, por no decir rota desde que Emmett me curó la herida, y cuando no llevo más que mi bóxer, me meto en la cama con ella. Me recorren escalofríos cuando nos entierro bajo las sábanas. Mis dedos se flexionan sobre su suave cadera. Parpadeo para que no se me escapen lágrimas traicioneras. Respiro. Me acerco más y aprieto nuestros cuerpos con fuerza. Joder. Respiro. Inhalo y exhalo. Ella está a salvo. Está aquí. Y dejo que mis manos recorran su piel. Sus brazos, sus caderas, sus muslos, su estómago, su clavícula. Me inclino hacia ella. Huelo su pelo. Me muero cuando ella se mueve.
"¿Wh... Whistler?", murmura en voz baja. Parpadea.
"Estoy aquí, princesa", murmuro, y en cuanto pronuncio mis palabras, ella jadea y me rodea con los brazos, empezando a llorar contra mi hombro. "Shh, nena... Estoy aquí..."
"Oh, Dios... Edward, fue horrible", llora.
Cristo...
La abrazo con fuerza, besando su pelo, sus mejillas húmedas...
Lo saca todo.
Solloza por Seth.
Siento como si alguien me estuviera apuñalando.
Llora por Autumn.
Agitándose y retorciéndose...
Cuando me pasa la pierna por encima de la cadera, me muerdo el interior de la mejilla, obligándome a no sentir dolor. Es lo último que necesita ahora mismo y, a decir verdad, la quiero lo más cerca posible. Así que no digo nada. En lugar de eso, la animo a que me abrace aún más fuerte, cosa que ella hace, y yo hago lo mismo, manteniendo la mano en su espalda.
"Eric me contó", susurro, besando su frente. "Lo siento mucho, Bella".
Siento no haber estado allí...
Siento haber roto mi promesa...
Siento haberte arrastrado a esto...
"No te disculpes", susurra con fuerza. "No es culpa tuya".
Sus ojos se encuentran con los míos, y... Jesús, está siendo sincera.
"Te amo". Es todo lo que puedo decir mientras presiono nuestras frentes.
"Yo también te amo", gimotea.
Con la mano derecha, le acaricio la mejilla. Con el pulgar le quito una lágrima.
¿Y cómo puede amarme?... no lo sé.
Pero lo hace.
Puedo verlo tan jodidamente claro.
Así que la beso. Suave y gentilmente al principio, pero aparentemente eso no es suficiente para ella. A mí tampoco. A mí tampoco. Nuestro beso se hace más profundo y acaricio su lengua con la mía, arrancándole un gemido que ahora mismo no necesito. De verdad. No gimas, Bella. No seré responsable de mis actos.
"Whistler", susurra suavemente contra mis labios, y me posee.
"Te amo", vuelvo a decirle mientras le mordisqueo el labio inferior. "Te amo". Me vuelve a besar con fuerza. Me dejo llevar. Llevo mi mano a su delicioso culo y la acerco hasta lo imposible.
Su gemido me dice que puede sentir la evidencia de mi excitación contra su estómago.
"Detenme", gimo, empujándola hacia abajo sobre su espalda. "Será mejor que me detengas, princesa".
La advertencia es real.
Tiene que detenerme.
No deberíamos hacer esto. Está en shock. Está asustada, está...
"Te necesito, Edward", exhala.
Me tiene cogido por las putas pelotas.
"No deberíamos", gruño cuando ella toma el control empujándome sobre mi espalda, igual que yo hice con ella hace un segundo. "Cariño, nosotros... follamos...". Se sienta a horcajadas sobre mi cintura y vuelve a besarme. Doy gracias a Dios porque me dispararon por encima de la rodilla. Unos centímetros más arriba y ahora estaría gritando. "Jaysus." Se quita la camiseta de tirantes, mostrándome sus espectaculares tetas.
"No, no deberíamos", acepta ella, poniéndose de pie en la cama, solamente para deslizar sus pecaminosas bragas fuera. Malditos volantes. Mi perdición. Esas y sus tangas... "Pero necesito esto."
"Maldita sea", gimo cuando me tira de los calzoncillos.
Pero entonces se detiene.
Y sé...
Sé que ha notado el vendaje alrededor de mi rodilla.
Sus ojos se posan en mí en un instante.
Hablando del asesino de la erección.
"Herida superficial", le digo rápidamente. Es solo una mentira a medias. "Emmett la revisó. Sacó la bala. Está muy bien, cariño. Te lo prometo".
Jadea. "Pero..." Le tiembla el labio inferior, sus ojos pasan entre mi pierna y mis ojos. "Estás..." Traga saliva. "¿Alguien te disparó?"
Ignorando el dolor, me siento y acuno su cara.
"Estoy bien, Bella", le digo implorante. "Estoy aquí mismo. Estoy bien, ¿de acuerdo? Parece peor de lo que es..."
"¡No, no, no lo entiendes!", sisea. "¡Alguien se acercó lo suficiente como para meterle una puta bala a mi esposo!" Se golpea la palma de la mano.
Sin poder evitarlo, esbozo una sonrisa.
No puedo evitarlo, pero me encanta lo fogosa y apasionada que es.
Y me encanta que se refieran a mí como su esposo.
"De nuevo, estoy bien", digo en voz baja. "Y deberías ver al otro", añado, intentando aligerar la tensión.
Mi gata del infierno resopla. "Mejor que esté muerto".
Bueno...
"Lo está", admito, mirándola nervioso.
Espero que jadee de horror, tal vez... o que llore más... u... otra cosa, pero lo que hace...
Me deja de piedra.
Choca su boca contra la mía, me besa con más fuerza que nunca, y me mete la lengua hasta el fondo, lo que sin duda hace que se me ponga dura otra vez. No ayuda el roce de sus tetas contra mi pecho.
"Mierda, cariño", jadea, acunándome la cara. "¿Estás seguro?"
"Dios, sí", gimo, y por fin me permito estrechar sus deliciosas tetas entre mis manos. Las aprieto ligeramente, ganándome otro gemido de ella. "Te lo prometo, estoy bien".
Ella sonríe. "Oh, sé que lo estás, chico irlandés."
Sucia. Jodida. Chica.
Luego vuelve a bajarme lel bóxer y yo suelto sus pechos un segundo para levantar el culo de la cama. Y entonces vuelve a estar ahí, a horcajadas sobre mí.
"Una vez más, ¿estás seguro?", pregunta sin aliento. "¿Te duele? Quizá deberíamos tumbarnos..."
La interrumpí con un beso, porque estoy jodidamente bien.
"Mientras no te acerques a la herida, no pasa nada", le digo, y ella asiente mientras me besa la mandíbula. Esa mierda se siente bien. Pero...
"Deja de provocarme, mujer."
Tararea y me empuja de nuevo hacia abajo.
"Tienes razón. Nada provocaciones". Me coge la mano y... gimo cuando se la lleva al coño. "Déjame hacerte sentir bien, Whistler", me susurra al oído. De nuevo, sus tetas rozan mi pecho, y estoy a punto de perder la puta cabeza.
"Necesito que te sientes en mi polla, Isabella", gruño necesitado.
Gime y le meto dos dedos hasta el fondo.
Oh, ella los monta...
"¿No quieres cabalgar mi polla, nena?" Pregunto roncamente mientras enrosco mis dedos dentro de ella. Jodidamente empapada. "Te juro que es mucho más placentero".
"Oh, lo sé", gime. "Pero tienes dedos mágicos".
Suelto una risita, pero se interrumpe cuando ella rodea con sus dedos mi dolorosa erección y, antes de que me dé cuenta, se hunde en ella, sin parar hasta que me la mete entera. Demonios, mis dedos siguen en el aire, en la misma posición en la que estaban cuando ella montaba a los cabrones. Por supuesto, se da cuenta de mi expresión de shock.
"Cierra esa boca tuya", gime sin aliento.
Y lo hago. Cierro la boca, eso es.
Bueno, después de haberme chupado los dedos limpios de sus jugos, por supuesto.
"Joder", exhalo bruscamente, bajando la mirada mientras ella me toma.
Una y otra vez...
No puedo apartar la mirada.
Mi polla está empapada de su humedad.
Y ella se siente...
Tan jodidamente...
Increíble.
"Eso es, princesa", gimo con fuerza, moviendo las caderas al ritmo de sus movimientos. Me duele la pierna como a un hijo de puta, pero me aguanto. "Te encanta esto, ¿verdad, nena?
"Sí", jadea.
Una vez más ignoro mi dolor mientras me siento, pero esas deliciosas tetas ya no se pueden ignorar, así que mientras disfruto de que me folle duro, le chupo bien los pezones, cosa que a ella le encanta. A mi pervertida esposa le gusta duro. Un pequeño mordisco la excita.
"¡Mierda!", gime, poniendo las manos en mis hombros para apoyarse. Sigo chupándole esas tetas perfectas. Porque me encantan, carajo. "Tan, bien... ungh... Edward..."
Agarrándola por las caderas, la golpeo contra mí.
Oh, sí, el dolor... Jesús...
Pero... entonces el placer de sentir su húmedo coño succionarme...
Gimo fuerte.
Mi lengua se arremolina alrededor de su pezón izquierdo antes de volver a succionarlo.
Entonces jadeo. "¡Mierda!" Porque me toca los huevos, tirando ligeramente y eso... sí... joder, sí... sienta bien...
"Mi chico irlandés", se ríe sin aliento. "Mierda, ¿eh?"
"Cállate y sigue follándome", gruño. "Maldita diosa".
"¿Juego de palabras?", bromea.
La golpeo de nuevo y entierro mi cara en el pliegue de su cuello. "Lo sabes".
Chupo su cuello, asegurándome de dejar una marca.
Mía.
Toda mía, carajo.
"Estoy tan mojada por ti, Edward", gime, y yo estoy a punto de explotar si sigue con las palabrotas. "Puedes sentir mis jugos en tu gorda polla..."
"¡En serio!" Jadeo, haciéndola callar. "Una palabra más de esa... puta boca sucia..."
Chica mojada, estrechándose a mi alrededor...
Más cerca...
Jaysus.
Más movimiento...
"Cerca, princesa", exhalo, empezando a frotar su clítoris con furia.
Se me aprieta el estómago y me encojo ligeramente por el dolor, pero cuando Bella me pone los pechos en la cara, vuelvo a centrarme.
Siento sus suaves labios y su fuerte respiración contra mi sien...
Me estremezco violentamente y chupo su pezón derecho en la boca, necesitando que se corra antes de que acabe antes que ella.
"Estoy... Estoy... oh, Dios... Edward..."
Y entonces llega al clímax... tan fuerte... a mi alrededor...
Aprieto los ojos.
Lo solté.
Dentro de su coño, me corro con fuerza. Oleadas de placer recorren mi cuerpo y me dejan totalmente agotado.
"Joder", jadea, apoyando la frente en mi hombro.
Sí, lo que dijo la mujer.
"Sí", jadeo.
Le beso el cuello y saco la lengua para saborearla. Los escalofríos que nos recorren nos hacen estrechar los brazos. Dios mío. Respiro hondo. Deslizo la nariz por su mandíbula. La beso y la pellizco. Nuestras bocas se encuentran y la beso apasionadamente, sintiendo que ella me devuelve el beso con la misma pasión. Dudo que me acostumbre.
"Te amo, Whistler", susurra.
Sonrío y beso la comisura de sus labios. "Yo también te amo".
Tararea y arrastra las uñas por mi espalda, a lo que yo gimo en voz baja, y otra vez con los escalofríos...
"¿Cómo está tu pierna?", murmura.
Por si tiene pensado sacar su sexy culo de mi regazo, mantengo las manos en sus caderas.
"Ahora mismo está bien", le digo con sinceridad.
"Bien". Se muerde el labio, así que vuelvo a besarla. "¿Quieres descansar un rato?"
Joder. Sí. Por favor.
"¿Puedo quedarme dentro de ti?" Pregunto, pasando mi lengua por su regordete labio inferior. "Porque me encanta estar ahí dentro".
¿Qué?, solo estoy diciendo la verdad. La mujer merece saberlo.
Me sonríe y sacude la cabeza, pero cuando vuelvo a tumbarme en la cama, no hace ademán de quitarse de encima, así que... Cumplo mi deseo y pronto se queda dormida sobre mi pecho.
No pasan muchos segundos antes de que yo también sucumba al sueño.
