Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Antes y Después.

Crees que sabrías identificar a un asesino.

Que sus mentiras tendrían una textura diferente; un giro apenas perceptible.

Un tono que se espesa, se afila y se desequilibra a medida que la verdad se resbala por los bordes irregulares. Eso crees, ¿verdad? Todo el mundo piensa que podría hacerlo en un momento dado. Pero Bella fue incapaz.

«Es una tragedia que todo acabara como acabó».

Sentada frente a él, mirándolo a los ojos tiernos y arrugados, el teléfono entre los dos grabando cada sonido, cada respiración, cada carraspeo. Se lo creyó todo, palabra por palabra.

Bella movió el ratón y volvió a reproducir el audio.

«Es una tragedia que todo acabara como acabó».

La voz de Elliot Greengrass resonó una vez más por los altavoces, llenando su habitación. Llenándole la cabeza.

Stop. Clic. Repetir.

«Es una tragedia que todo acabara como acabó».

Ya lo había escuchado unas cien veces. Puede que incluso mil. Y no había nada, ni un desliz, ni un cambio de tono al pasar de mentiras a medias verdades.

Era el hombre al que ella había considerado casi como un padre. Pero Bella también había mentido, ¿no? Se decía que lo hizo para proteger a las personas a las que más quería, ¿no fue ese también el motivo de Elliot? Bella ignoró esa voz de su cabeza; la verdad había salido a la luz —la mayoría—, y a eso se aferraba.

Continuó reproduciendo el audio hasta llegar a la parte que le ponía el vello de punta.

—Y ¿tú crees que Billy mató a Sid? —preguntó la voz de la Bella del pasado.

—… era un chico encantador. Pero, si tenemos en cuenta las evidencias, no veo cómo no pudo hacerlo. Así que, a pesar de que parezca una locura, supongo que tuvo que ser él. No hay otra explicación.

La puerta de la habitación de Bella se abrió de golpe.

—¿Qué estás haciendo? —interrumpió una voz del presente, seguida por una sonrisa, porque sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

—Qué susto me has dado, Edward—dijo molesta, volviéndose hacia la computadora para pausar el audio.

Él no tenía necesidad de escuchar la voz de Elliot Greengrass nunca más.

—Estás sentada a oscuras escuchando eso, ¿y soy yo el que da miedo? —dijo apretando el interruptor.

La luz se reflejó en el mechón de pelo oscuro que le caía sobre la frente.

Puso esa mueca a la que ella no se podía resistir, y Bella sonrió porque era imposible no hacerlo.

Se apartó del escritorio rodando en la silla.

—¿Cómo has entrado?

—He encontrado a tus padres y a Jake saliendo. Llevaban una tarta de limón impresionante, por cierto.

—Ah, sí —dijo—. Están en misión de bienvenida. Se acaba de mudar una pareja a la casa de los Nott, al final de la calle. Mi madre se ha encargado de la venta. Los Green… o los Brown, no me acuerdo.

Le resultaba muy raro pensar en otra familia viviendo en esa casa, nuevas vidas reorganizándose para ocupar espacios antiguos. El amigo de Bella, Theo Nott, siempre había vivido allí —cuatro puertas más abajo—, desde que ella se había mudado con cinco años. No se lo tomaron como una despedida, al fin y al cabo, veía a Theo todos los días en el instituto, pero sus padres decidieron irse del pueblo porque había «demasiados problemas». Y era evidente que consideraban a Bella gran parte de esos «demasiados problemas».

—Ah, la cena es a las siete y media —dijo Edward con una voz que saltaba torpemente por encima las palabras.

Bella lo miró: llevaba su camisa más elegante metida por la cintura del pantalón y… ¿zapatos nuevos? Le llegaba también el olor del aftershave a medida que Edward caminaba hacia ella. Se detuvo cerca, pero no la besó en la frente ni le pasó la mano por el pelo, sino que se sentó en la cama, sin saber dónde meter las manos.

—O sea, que llegas casi dos horas antes. —Bella sonrió.

—S-sí —Edward tosió.

¿Por qué estaba tan raro? Era San Valentín, el primero desde que se conocieron, y Edward había reservado una mesa en The Siren, a las afueras del pueblo. Su mejor amiga, Tori, estaba convencida de que le iba a pedir esta noche que fuera su novia. Incluso quiso apostar dinero. Ese pensamiento hacía que a Bella se le encogiera el estómago y se le acelerara el corazón. Pero tal vez no fuera eso: San Valentín coincidía con el cumpleaños de Billy. El hermano mayor de Edward tendría veinticuatro años si hubiera pasado de los dieciocho.

—¿Hasta dónde has llegado? —preguntó Edward señalando con la cabeza el ordenador con el programa Audacity abierto y cubriendo la pantalla de puntiagudas líneas azules.

Ahí estaba toda la historia, en esas líneas azules. Desde el principio hasta el final del proyecto; cada mentira, cada secreto. Incluso los suyos.

—Ya está —dijo Bella mirando el micrófono USB conectado al ordenador—. Lo he terminado. Seis episodios. He tenido que utilizar la reducción de ruido para algunas de las entrevistas telefónicas, pero está acabado.

Y en una carpeta de plástico verde, al lado del micrófono, estaban los formularios de autorización que había enviado a todo el mundo. Firmados y devueltos, dándole permiso para publicar las entrevistas en un pódcast. Hasta Elliot había aceptado desde la cárcel. Solo dos personas se lo denegaron: Stanley Forbes, del periódico del pueblo, y, por supuesto, Mike Newton. Pero Bella no necesitaba sus voces para contar la historia, había rellenado esos huecos con las entradas de sus registros de producción, grabados como si fueran monólogos.

—¿Ya has terminado? —dijo Edward, aunque no lo tomo por sorpresa.

Seguramente él la conocía mejor que nadie.

Solo habían pasado un par de semanas desde que se había plantado en el salón de actos del instituto y había explicado a todo el mundo lo que había pasado. Pero la prensa seguía sin contar bien la historia; todavía se aferraban a sus propios puntos de vista, porque eran más limpios, menos problemáticos. Y eso que el cadáver de Sid Prescott no se encontró precisamente impoluto.

—Si quiero que las cosas se hagan bien, tengo que hacerlas yo misma —dijo Bella recorriendo los clips de audio con la mirada.

Todavía no tenía claro si todo aquello era el final o el principio de una historia. Pero sí sabía lo que ella quería que fuera.

—¿Y ahora qué? —preguntó Edward.

—Tengo que exportar los archivos, subirlos a SoundCloud de uno en uno, cada semana, y copiar el feed RSS a directorios de pódcast, como iTunes y Stitcher. Aunque todavía no he terminado del todo —aclaró—. Tengo que grabar la introducción con este tema musical que he encontrado en Audio Jungle de fondo. Y para eso necesito un título.

—Ah —dijo Edward estirándose hacia atrás—, ¿todavía no tienes título, lady Swan-Black?

—Así es —contestó—. Lo he reducido a tres opciones.

—Dispara —la animó Edward.

—No, porque te vas a reír.

—No me voy a reír —dijo él sinceramente, con una sonrisa casi imperceptible.

—Está bien. —Miró sus notas—. La opción A es: Análisis de un error judicial. Qu… Edward, te estás riendo.

—Era un bostezo, te lo prometo.

—Tampoco te va a gustar la opción B: El estudio de un caso cerrado: Sid Prescott… Edward, ¡para!

—¿Qué? ¡Lo siento! No puedo evitarlo —dijo llorando de la risa—. Es que… tienes muchas cualidades, Belly, pero te falta una cosa…

—¿En serio? —Giró la silla para mirarlo—. ¿Me falta algo?

—Sí —dijo, sosteniéndole la mirada—. Chispa. No tienes prácticamente nada de chispa, Belly.

—Sí que la tengo.

—Necesitas atraer a la gente, intrigarlos. Hay que meter alguna palabra como «matar» o «muerte».

—Pero eso sería sensacionalismo.

—Exactamente lo que hace falta para que la gente lo escuche —dijo él.

—Pero todas mis opiniones son veraces y…

—¿Aburridas?

Bella le lanzó un subrayador amarillo.

—Necesitas algo que rime, o una aliteración. Algo con…

—¿Chispa? —dijo Bella imitando la voz de Edward—. Pues piensa tú.

—Muerte adolescente —dijo él—. No, espera. Little Kilton… Little KILLton.

—¿Qué dices? No —respondió Bella.

—Tienes razón. —Edward se levantó y empezó a deambular por la habitación —. Tu único atractivo comercial eres tú. Una chica de diecisiete años que resolvió un caso que la policía hacía tiempo que consideraba cerrado. ¿Y tú qué eres? —La miró entornando los ojos.

—No lo bastante atrayente, según parece —dijo ella fingiendo estar ofendida.

—Una estudiante —pensó Edward en voz alta—. Una chica. Un proyecto. ¿Qué te parece El proyecto de asesinato y yo?

—Qué va.

—Vale… —Edward se mordió el labio y Bella sintió un cosquilleo en el estómago—. Algo de asesinato, o muerte, o muerto. Y tú eres Belly, una estudiante, que es una chica a la que se le da bien… ¡claro! —dijo de pronto con los ojos muy abiertos—. ¡Ya lo tengo!

—¿Qué?

—¡Claro que lo tengo!

—¡Dímelo!

Asesinato para principiantes.

—Noooooo. —Bella negó con la cabeza—. Es malísimo. Muy forzado.

—¿Qué dices? ¡Es perfecto!

—¿Para principiantes? —dijo dudosa—. Suena a una guía para aprender a matar. No quiero parecer una asesina en potencia.

Asesinato para principiantes —dijo Edward con una voz profunda, como de tráiler de película, agarrando la silla de Bella y girándola hacia él.

—No —dijo ella.

—Sí —replicó él, colocándole una mano sobre la cintura y subiendo lentamente por las costillas.

—Ni hablar.


UK NEWSDAY

Reseña de «Asesinato para principiantes»: el último grito en pódcasts de crímenes con un final escalofriante.

BENJAMIN COLLIS, 28 DE MARZO

Si todavía no has escuchado el episodio 6 de «Asesinato para principiantes», deja de leer inmediatamente. Este artículo contiene muchos spoilers.

Sí, muchos de nosotros ya sabíamos cómo terminaba este misterio desde el pasado noviembre, cuando estalló el escándalo, pero el culpable no es lo único que importa aquí. La verdadera historia de «Asesinato para principiantes» ha sido el recorrido, que empezó con la corazonada de una chica de diecisiete años sobre un caso cerrado —el del asesinato de la adolescente Sid Prescott, presuntamente a manos de su novio, Billy Cullen— y que desencadenó una serie de oscuros secretos que la joven fue descubriendo en su pequeño pueblo. Cambios continuos de sospechosos, mentiras y giros inesperados.

Al episodio final no le faltan giros, desde luego, ya que nos descubre la verdad, empezando con la asombrosa revelación de que Elliot Greengrass, el padre de su mejor amiga, fue quien escribió las notas amenazantes que Bella recibió durante su investigación.

Prueba irrefutable de su implicación y un verdadero momento de «pérdida de la inocencia» para nuestra joven detective. Ella y Edward Cullen, el hermano pequeño de Billy y ayudante en la investigación, pensaban que Sid Prescott podía continuar con vida y que Elliot la había tenido secuestrada todo ese tiempo. Bella se enfrentó sola al principal sospechoso y, con su relato, se resuelve toda la historia. Una relación ilícita profesor-alumna, supuestamente iniciada por Sid. «Si esto fuera cierto —teoriza Bella—, creo que Sid buscaba una forma de escapar de Little Kilton, concretamente de su padre, quien, supuestamente, según una fuente, era controlador y un maltratador psicológico. Puede que Sid creyera que el señor Greengrass podía ayudarla a entrar en Oxford, como a Billy, y así darle la oportunidad de alejarse de su familia»

La noche de su desaparición, Sid fue a casa de Elliot Greengrass. Discutieron. La chica se tropezó y se golpeó la cabeza contra un escritorio. Pero cuando Greengrass llegó con el botiquín, ella había desaparecido en mitad de la noche. En los días siguientes, cuando declararon oficialmente desparecida a Sid, Elliot Greengrass entró en pánico creyendo que su joven amante podía haber muerto a causa de la herida y que, cuando la policía encontrara su cuerpo, hallarían pruebas que lo señalaran directamente. Su única opción fue darles un sospechoso más convincente. «No paraba de llorar mientras me contaba cómo mató a Billy Cullen», dice Bella. Greengrass manipuló las pruebas para que la policía creyera que él había asesinado a su novia y luego se había suicidado.

Pero meses después, Greengrass se sorprendió al ver a Sid vagando por un arcén, muy delgada y desaliñada. Parecía que, a fin de cuentas, no había muerto. Greengrass no podía permitir que volviera a Little Kilton, y así acabó siendo su prisionera durante cinco años.

Sin embargo, en un giro que ni en las mejores películas de suspenso, la persona que vivía en el desván de Greengrass no era Sid Prescott. «Se parecía mucho a ella —afirma Bella—, incluso llegó a confirmarme que era Sid». Pero, en realidad, era Isla Jordan, una chica muy vulnerable con una discapacidad mental. Todo ese tiempo, Elliot se había convencido a él mismo —y a Isla— de que se trataba de Sid Prescott.

Esto dejó una última pregunta sin responder: ¿qué le ocurrió a la auténtica Sid Prescott? Nuestra joven detective también superó a la policía en eso. «Fue Tatum Prescott, la hermana pequeña de Sid».

Bella descubrió que habían abusado sexualmente de Tatum en una fiesta en una casa (conocidas como «fiestas destroyer»), y que Sid vendía drogas como Rohypnol, la que Tatum sospechaba que le habían administrado antes de su violación. La noche que Sid fue a casa de Greengrass, Tatum, presuntamente, encontró en la habitación de su hermana las pruebas de que Mike Newton le había comprado Rohypnol, por lo que era muy probable que fuera el atacante de Tatum (Mike se enfrentará pronto a un juicio por varias acusaciones de abuso sexual y violación). Pero cuando Sid volvió, no reaccionó como Tatum esperaba, sino que impidió que esta fuera a la policía porque la metería a ella en problemas. Comenzaron a discutir y a empujarse, hasta que Sid terminó en el suelo, inconsciente y vomitando. La autopsia de Sid —que se completó el pasado noviembre, cuando por fin se recuperó el cuerpo— reveló que «la hinchazón cerebral debido al trauma no fue mortal. Aunque, sin duda, fue lo que provocó la falta de consciencia y el vómito. Sid Prescott murió por asfixia, ahogándose en su propio vómito». Supuestamente, Tatum se quedó paralizada viendo cómo su hermana moría, demasiado impactada y enfadada como para salvarle la vida. Entonces, escondió su cadáver porque temía que nadie creyera que había sido un accidente.

Y así termina esta historia. «No hay sesgos ni filtros, es la pura y triste verdad sobre cómo murió Sid Prescott y cómo asesinaron a Billy, orquestándolo todo para que él pareciera el asesino y que todo el mundo se lo creyera». En su mordaz conclusión, Bella menciona, con nombres y apellidos, a todo aquel que considera culpable de las muertes de estos dos adolescentes: Elliot Greengrass, Mike Newton, Neil Prescott (el padre de Sid), Tatum Prescott, Howard Bowers (el traficante de Sid) y la propia Sid Prescott.

«Asesinato para principiantes» llegó a lo más alto de la lista de iTunes con su primer episodio hace seis semanas y, de momento, no parece que vaya a bajar de ahí en un tiempo. Con el lanzamiento anoche del último episodio, los espectadores ya están pidiendo una segunda temporada del exitoso pódcast. Pero, en una declaración publicada en su página web, Bella dijo: «Me temo que mis días detectivescos han llegado a su fin y no habrá una segunda temporada de APP. Este caso casi acaba conmigo; era lo único en lo que podía pensar una vez que me metí en él. Se convirtió en una obsesión malsana, poniéndonos en peligro a mí y a los que me rodean. Pero sí que voy a terminar esta historia.

Grabaré las actualizaciones de los juicios y los veredictos de todos los involucrados. Prometo que seguiré aquí hasta que se diga la última palabra»


NOTA:

Bienvenidos a la siguiente parte de APP, espero que les guste tambien.

Les dejo el link y el nombre de la playlist de Spotify que hice por si quieren escucharla.

Link: playlist/3PlbWQNxc2ExXwpWu3Iin5?si=AV9hPYimRVmUKVV7Wvg9UQ&nd=1

Nombre: A Good Girl´s Guide to Murder

User: Isavelez37