Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. Pero la historia sí es mía.


CAPÍTULO UNO

EL PRINCIPIO DE UNA AMISTAD

La guerra por fin había finalizado y él se encontraba en ese maldito hospital después de su pelea con Naruto. Había perdido, por lo que se tenía que quedar en la aldea y olvidar su deseo de matar a los Kages.

Volvió a mirar el blanco techo y el recuerdo de Itachi inundó su mente. "Yo soy un ninja de Konoha", recordó las palabras que le dijo. Aún no entendía el afán de su hermano por proteger esa corrupta aldea que les había causado dolor, tanto a él y como a todos los de su clan. Pero aun así estaba dispuesto a hacerlo, porque él así lo hubiera deseado, además; se lo había prometido al dobe de su mejor amigo.

Había perdido, se volvió a repetir, mirando su brazo, donde ya no había rastro de él.

—Sasuke—llamó la pelirosa atrayendo su atención. —¿Seguro que no quieres una prótesis? —Él solo se limitó a negar, ya le había dicho que no la quería, no se la merecía. —Cabezota—susurró mirándolo con preocupación.

Solo había tenido la visita de Sakura, que era la encargada de sus cuidados y del molesto rubio, que había sido su compañero de habitación. Pero, gracias al chakra de Kurama el blondo estaba mucho mejor, en cambio él tenía que regenerarse por méritos, aunque ya estaba prácticamente curado.

Al principio los había puesto en una misma habitación, pero aquello no había resultado una buena idea ya que peleaban por cualquier cosa, así que hacía un cuarto de hora, que habían trasladado al blondo. El personal ya no aguantaba más sus constantes peleas, así no se iban a recuperar nunca, además de molestar a los demás pacientes del edificio y de poner en riesgo su infraestructura por sus batallas.

Centró su atención en su compañera de equipo. Sakura aún seguía enamorada de él y eso era algo que le preocupaba. Él no la veía de la forma que ella quería, posiblemente nunca lo haría. La quería, pero como su amiga y compañera, no de una forma romántica. Aun así, una parte de él se lo agradecía, pero otra no lo entendía, la había intentado matar dos veces, pero ella aún persistía con sus sentimientos.

—Deberías seguir adelante—dijo él de repente haciendo que la venda se le resbalase de las manos. —Encuentra a alguien mejor—sentenció, haciendo que una opresión se formara en el pecho de la Haruno y que lo mirara con reproche.

—¡Por qué! ¡Por qué quieres decir por mí! ¡Es mi decisión! —dijo molesta y con voz rota mientras lo miraba dolida.

El silencio se hizo presente, ella se levantó para recoger la venda y luego seguir con la cura. Ella sabía que, aunque Sasuke había regresado y ahora se iba a quedar en la aldea no significaba que él y ella estarían juntos, pero aún así tenía el derecho de seguir amándolo, no se lo podía prohibir. No se pensaba rendir, ella lo amaba con cada fibra de su ser, siempre había sido así y siempre lo sería.

—Vendré luego para darte más medicinas, avísame si algo ocurre—dijo tranquila, para luego salir de la habitación.

Dirigió su vista a la enorme ventana, era un caluroso día de verano, pero gracias al aire acondicionado del hospital casi no lo notaba. Soltó un largo suspiro, no quería lastimar a su Sakura, pero no podía seguir alimentando sus ilusiones infantiles, sabía que debía dejarle claro las cosas, era lo mejor que podía hacer por ella.

Unos ligeros golpes lo hicieron volver en sí. —Buenos días—dijo una dulce voz, que reconoció de inmediato, la heredera del clan Hyuga.

La peliazul, desde el día en que Naruto se había quedado hospitalizado había venido todos los días, siempre puntual, trayendo un poco de comida consigo. Él se había fijado como la chica miraba a su rubio mejor amigo, recordándole a como Sakura lo hacía con él. Además, era fácil notar que ella tenía sentimientos por el Uzumaki por lo nerviosa y sonrojada que se ponía a su cercanía.

Por eso, un día le preguntó al rubio qué relación tenía con la chica, a lo que el Uzumaki le dijo que ella era una preciada amiga, que incluso le había salvado la vida cuando se interpuso entre él y Pain, algo que siempre agradecería, ya que el Akatsuki era superior a ella. También le explicó que ese día le había confesado sus sentimientos, pero él no le había dado una respuesta porque no sentía lo mismo.

—Uchiha-san—saludó la ojiluna educadamente y él solo asintió. —¿Dónde está Naruto-kun? —preguntó mirando por toda la habitación.

—Tú y ella… son iguales—Las palabras del pelinegro extrañaron a la Hyuga, no entendía que era lo que quería decir. —No lo entiendo, ¿Por qué? —Hinata lo miraba callada sin comprender. —Naruto jamás te mirará como quieres—dijo haciendo que lo mirase sorprendida.

El nerviosismo se apoderó de ella, ¿qué era lo que quería decir el Uchiha? ¿Es que Naruto le había comentado algo?

Él la miró de nuevo, siempre con ropa ancha, incluso con el calor que hacía. ¿Es que no le molestaba? Se fijó en su rostro, lleno de terror. No era cosa de él aplastar las esperanzas de la chica, no era de su incumbencia, pero si alguien pudiera hacerle entender a Sakura que él jamás la amaría, sería un alivio. Por lo que sin pensarlo demasiado le había dicho aquello a la de orbes perlas. Pero no pensaba insistir, ya era suficiente con Sakura, además; no quería tener que lidiar con otro problema más, que aquello lo arreglara el dobe de Naruto.

—Han cambiado de habitación al usuratonkachi—dijo serio, haciendo que lo volviera a mirar.

Hinata quería preguntarle por lo que había dicho antes, pero las palabras no le salían. Entonces un ruidoso rugido, proveniente del estómago de Uchiha inundo la habitación, haciéndolo avergonzarse y que maldijese en voz baja. Como había hecho que Sakura se fuera tan rápido se había olvidado pedirle que le diese el desayuno.

La ojiluna abrió la cesta que tenia en sus manos y le extendió dos bolas de arroz, que el aceptó sin la más mínima resistencia, muy diferente a como había pasado la primera vez.

En una de las visitas que Hinata le hizo a Naruto, este se quejó de que la comida del hospital no satisfacía su apetito, que aún se quedaba con hambre, por lo que desde ese día ella siempre le llevaba algo para que comiese. Y fue gracias a la insistencia del blondo que Sasuke pudo probar uno de los onigiris de la chica, concordando por primera vez en mucho tiempo con el rubio. Estaban deliciosas.

—A-antes…—Él dirigió sus oscuros ojos a ella, escrutándola. —¿A qué se refería? —preguntó reuniendo todo el valor que tenía.

—Eso te lo debería decir él, no yo. Pregúntale—respondió tranquilamente y ella se quedo callada. —Su habitación es la última del pasillo.

Sin decir más Hinata se despidió con una rápida reverencia y puso rumbo a la habitación de Naruto, Sasuke tenía razón, ella misma era la que debía preguntarle al blondo que era lo que sentía por ella.

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A la mañana siguiente

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A pesar de que la fría agua recorría su cuerpo no parecía sentirla, se encontraba vacía al recordar las palabras de su amor platónico. "Para mi Hinata-chan es una compañera muy importante que siempre protegeré. Pero, no creo poder verte de otra manera"

Ella solo se había limitado a sonreír, para luego agradecerle que se sincera con ella "¿Seremos amigos, verdad?" preguntó el rubio. La peliazul sabía que él no lo decía con mala intensión, pero cada una de sus palabras la dañaban, ella no quería su amistad. Pero nuevamente solo le sonrió, aceptando su petición, no podía reprocharle nada, ella lo había amado por decisión propia.

Se tiró en su blanda cama, mirando a su caoba techo de madera, esperando que este le diera una respuesta para su penuria. ¿Debía rendirse? No podía sencillamente obligarlo a quererlo. Además, no quería ser una molestia para él.

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—Quiero el alta Sakura. Ya estoy bien—dijo Sasuke, pero ella se lo volvió a denegar.

—Tu brazo aún no esta del todo curado—El azabache solo resopló, se iba a volver loco si permanecía más tiempo allí.

Luego de unos minutos la ojijade se marchó, aun le quedaban muchos más paciente por tratar, y aunque quisiera quedarse con Sasuke no podía hacerlo, sus deberes se lo exigían y ella como médico responsable fue a cumplirlas.

Miró el reloj, las nueve de la mañana, a esa hora era a la que usualmente la Hyuga solía aparecerse, no creía que la viera más, ella iba a ver a Naruto, no a él. Tampoco era como si le importara, pero le gustaban mucho sus bolas de arroz, las del hospital estaban asquerosas. Se acomodó en su cama, descansaría un rato, no es como si pudiera hacer mucho mas allí. Fue entonces cuando tocaron de nuevo a su puerta, creyó que se trataba de Sakura, que tal vez se había olvidado algo, pero grande fue su sorpresa al ver que, en vez de la pelirosa, estaba la ojiluna.

—Buenos días Uchiha-san—saludó como usualmente lo hacía.

Él la miró dudoso, no entendía que hacía allí, ayer ya le había dicho que Naruto no se encontraba allí, no tenía porque venir a verlo.

—Yo le traje unos onigiris, tenga—dijo extendiéndoselas y los aceptó con desconfianza, mirándola sorprendido, pero con su rostro serio.

Seguía sin comprender muy bien su acción, ellos jamás habían interactuado demasiado, en verdad, nunca había hablado antes de que lo ingresasen en el hospital. Nunca la había visto persiguiendo, por lo que tampoco había sido una fan de él, así que aquello le extrañaba aún más, no entendía porque ella se tomara las molestias de preparar comida para él también si solo eran simples conocidos.

—Le he puesto unos trozos de tomates—comentó sonriendo, haciendo que la incomodidad y la desconfianza en él crecieran.

—¿Qué quieres? ¿Qué es lo que pretendes, Hyuga? —preguntó un tanto irritado por la inesperada muestra de atención que ella le daba.

Hinata se intimidó con su reacción, ella solo quería agradecerle, porque, si no hubiera sido por él jamás se hubiera atrevido a preguntarle a Naruto sobre sus sentimientos por ella. Ella solo quería darle las gracias, pero parecía que lo único que había conseguido era irritarlo.

—N-no quería molestarlo Uchiha-san—dijo ella retrocediendo un paso. —Siento las molestias—habló para luego dar una reverencia ya dispuesta a marcharse.

—¡Alto! —exigió con voz potente haciendo que esta se detuviese por inercia. —¿Por qué lo has hecho? —preguntó ya más calmado.

Ella se volteó y lo miró directamente, aunque rápidamente desvió su mirada, el morocho la ponía muy nerviosa. —S-so-lo quería agrade-de-cerle—contestó nerviosa, haciendo que el pelinegro entendiera aún menos su razón.

—Explícate—su voz era fuerte y demandante pero esta vez no parecía que había molestia en ella.

—Gracias a lo que me dijo ayer, yo le pregunté a Naruto-kun sobre sus sentimientos—respondió con una sonrisa triste.

—¿El dobe te ha aceptado? —preguntó extrañado, creía que no la veía de esa manera. Pero ella sencillamente negó.

Era cierto que había sido rechazada, pero al menos había obtenido una respuesta, además, después de reflexionar toda la noche, había entendido que no podía hacer otra cosa. Él había sido muy importante para ella, aún lo era, pero para él solo era una compañera.

—É-el me rechazó—contestó triste. —Pero aún así me alegro al menos poderle decirle como me sentía. Solo espero que encuentre la felicidad que se merece—dijo con una cálida sonrisa, un gesto que hacía mucho tiempo que no veía, recordándole un poco a su madre.

Su declaración le había sorprendido no esperaba que se lo tomara tan bien. Aunque tampoco era asunto suyo, pero al menos podía comer más de sus bolas de arroz y aquello sería suficiente.

—Si estás agradecida, no se te olvide traerme más—dijo tajante, comiendo uno de los onigiris y ella solo asintió agradecida.

—Espero que Uchiha-san se recupere pronto—habló otra vez con esa cálida sonrisa que le hacía sentir extraño, pero esta vez dirigida exclusivamente a él. Ya que en anteriores ocasiones la había visto, pero siempre eran para su rubio amigo y rival.

Cuando volvió a estar solo en la habitación empezó a pensar. Se había equivocado, Hinata y Sakura no eran iguales. La peliazul había aceptado que Naruto jamás la miraría de otra manera, mientras que su compañera aún seguía detrás de él. Además, la comida de Sakura no sabía igual que la de la Hyuga, y recordó las palabras del rubio "Algún día Hinata-chan será una gran esposa".

Volvió a mirara a la puerta "Si solo fuera tan fácil" susurró, pensado lo tranquilo que estaría si la pelirosa aceptara que él no la vería de otra manera. Pero tampoco podía ser cruel con ella, no se lo merecía, no después de todo lo que la había hecho sufrir.

Pero, por más que lo pensaba, no se veía con ella formando una familia, la ojijade era demasiado melosa y molesta.


Notas de la autora: este es el primer cap, espero que les haya picado un poco de curiosidad, en fin espero que disfruten de mi nuevo fic. Ya saben, los reviews siempre son bienvenidos. Gracias por leer.

Gracia por leer, nos vemos.