Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer, la autora de esta hermosa historia es la autora FyreByrd y la traducción es de AlePattz, Sullyfunes01 es nuestra prelectora.

Thank you Fyrebyrd for allowing us to share this beautiful story in Spanish.

[Traducido por EriCastelo en apoyo a AlePattz]


Capítulo 36: Prohibido el paso

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Día 112

EPOV

Día 25

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"María", gruño.

Bella gira la cabeza en mi dirección. "¿Qué?", pregunta con los ojos muy abiertos.

La beso. "No te preocupes, nena. Yo me encargo".

Me acerco, agarro a la zorra del brazo y la saco de la habitación, lejos de nuestros hijos.

En cuanto se cierra la puerta, la arrastro unos metros por el pasillo y me detengo. La hago girar para que me mire y le quito la mano inmediatamente. "¿Qué carajos crees que estás haciendo en la habitación de Jake?". Exijo con una mueca que me tuerce el labio.

"Edward", dice, poniéndose la mano en el pecho y ladeando la cabeza. Mi nombre sale de sus labios como una súplica, una petición de compasión.

Esta zorra está en el lugar equivocado para eso. "He dicho que qué carajos haces aquí".

Se le humedecen los ojos y si cree por un momento que eso cambiará las cosas conmigo, ha perdido la puta cabeza. Empiezo a caminar hacia la estación de enfermeras, sus pasos me siguen apresuradamente.

"Edward, espera. ¿Qué haces?", me llama intentando seguirme.

Me detengo y giro la cabeza en su dirección. "Voy a hacer que te expulsen de este hospital".

Jadea y sus lágrimas de cocodrilo se secan casi al instante. "¡Cómo te atreves! No puede hacer eso. Mi hijo está aquí".

Cuando las palabras mi hijo salen de sus labios, cada músculo de mi cuerpo se tensa y doy un paso adelante dispuesto a estrangular a esta zorra. "¿Tu hijo?" Pregunto con voz muy calmada, contenida únicamente por mi fuerza de voluntad.

"Sí", responde por fin, fingiendo no sentirse intimidada, pero más le vale.

Estoy tan a punto de explotar que no estoy seguro de que sobreviva a la reacción. "No tienes un hijo, María. Esos chicos de ahí" -señalo hacia la habitación de Jake, con la cara a escasos centímetros de la suya- "son míos..., de Bella y míos, son nuestros hijos. Tanto emocional como legalmente", añado para clavarle más el cuchillo.

Su mano vuela hacia atrás, pero antes de que toque mi cara, la agarro con fuerza por la muñeca. "Ni se te ocurra, zorra".

Un carraspeo perturba el silencio sepulcral que sigue a mis palabras.

María gira la cabeza en la dirección del sonido y sus hombros se hunden aliviados. "Menos mal que está aquí. Este hombre intenta golpearme", grita a la presencia aún desconocida para mí. No aparto los ojos de su rostro.

"Me parece que era usted la que estaba a punto de agredir a alguien, señora", pronuncia el carraspeador con autoridad.

Mi mueca se convierte en una sonrisa burlona. Echándole la mano a un lado, me giro para saludar a Emmett. "Detective, me gustaría presentar cargos".

Se adelanta y saca las esposas. "Por favor, dese la vuelta y ponga las manos en la pared", le indica a María mientras yo me cruzo de brazos y observo la escena con leve satisfacción.

"¿Qué? No, yo no he hecho nada. Lo has visto con la mano sujetándome. Soy yo quien debería presentar cargos". Sus manos vuelan por todas partes mientras intenta defender su caso.

"Eso no es lo que vi. Fui testigo de su intento de golpear al Sr. Masen y como él presenta cargos, mis manos están atadas. Ahora, si se da la vuelta y pone las manos en la pared podemos acabar con esto y saldrá en un par de horas". Se adelanta y la coloca en posición antes de esposarle las muñecas a la espalda.

Mientras se la lleva, solo puedo quedarme mirando con inquietud.

Volverá, lo sé.

Cuando doblan la esquina, me dirijo directamente a la habitación de Jake. Respiro hondo y hago todo lo posible para que la tensión desaparezca de mi cuerpo. Es un día increíble. Mis hijos están reunidos y no hay nada que pueda empañarlo.

Ni siquiera ella.

La borro de mi mente y respiro hondo por última vez antes de entrar en la habitación. Lo que veo cuando se abre la puerta me sobresalta, despeja la estática de mi mente.

Esta es mi vida.

Esto es por lo que vivo.

Por esto lucharé si es necesario.

Mi familia, mi esposa y mis hijos, están acurrucados en la cama de Jake mientras Bella les lee. Tienen los ojos entornados, casi cerrados, mientras ella les cuenta en voz baja las aventuras de Max. Ninguno de los dos se da cuenta de mi llegada, tan felices en su pequeño capullo.

Me dirijo en silencio a la silla del rincón para sentarme y observar. Bella me mira una vez, pero no se le escapa ni una palabra. Mi sonrisa de respuesta basta para hacerle saber que, por ahora, estamos bien.

Cuando los niños han aguantado todo lo que han podido y los ojos de ambos se han cerrado, mi mujer se acerca para sentarse en mi regazo. Acerco su cuerpo y me deleito con el reconfortante aroma que desprende.

Con la cabeza debajo de mi barbilla, por fin habla. "¿Qué quiere, Edward?

La aprieto más contra mí. "No lo sé con seguridad, nena. Sea lo que sea, no lo va a conseguir. Te lo aseguro. Ahora mismo, va camino a la cárcel".

Ella levanta la cabeza y me mira con los ojos muy abiertos. "¿Qué? Quiero decir que me puse en contacto con Rosalie enseguida, pero ¿la cárcel?"

Me río entre dientes y beso su linda naricilla. "Claro que sí. Eso explica por qué Emmett la cogió justo cuando intentaba abofetearme".

"¡Darte una bofetada!", exclama, haciendo ya un esfuerzo por levantarse, pero la sujeto. "¿Por qué se... "

"Cariño, basta". La acurruco en mi regazo y vuelvo a colocar su cabeza bajo mi barbilla. "Hice que la detuvieran por agresión".

Empieza a reírse y el movimiento me hace cosquillas en la nariz. Le aliso el pelo y le doy un beso en la cabeza.

Luego suspiro. "Pero sabes que eso no bastará, ¿verdad? No podrán retenerla mucho tiempo".

Su cabeza se inclina contra mi pecho. "Lo sé".

La rodeo con los brazos y la aprieto. "Pero sabes que nunca dejaré que se acerque a nuestros hijos, ¿verdad?"

"Lo sé, Edward", dice en voz baja.

"Lo solucionaremos, Bella. Te lo prometo".

Se inclina y pega sus labios a los míos en una súplica desesperada para que desaparezca. Sabiendo que puede que no sea tan fácil como me gustaría, pongo todo mi empeño en el beso, asegurándole que, pase lo que pase, lo afrontaremos juntos.

Día 27

Estoy haciendo la comida y Seth está en la barra, con las piernas colgando, golpeando contra su silla. "¿Cuántos días faltan para que pueda volver a ver a Jake?". Los ojos de cachorro me suplican que diga pronto.

Preparo el último sándwich, meto la sartén en el horno y apoyo los brazos en la barra, frente a él. "Amigo, el médico dijo que puedes visitarlo dos veces por semana".

"Ok". Se encoge de hombros. "¿Cuándo es eso?"

Me río entre dientes y sacudo la cabeza. "Puedes volver el martes".

Levanta las manos con los dedos abiertos. "¿Cuántos días? Enséñamelos".

Levanto la mano y levanto tres dedos. "Tres días, colega". Cierra todos los dedos menos tres y se los queda mirando. "Pero el tío Jay y tus primos llegarán dentro de un rato y podrás conocer a Leah, tu nueva prima bebé". Añado emoción a mi voz, pero sé que, aunque adora a sus primos, prefiere estar con Jake.

"¿Puede jugar conmigo?", pregunta con los ojos muy abiertos.

"No, colega, ella no puede jugar todavía, pero Joseph y Jared sí". Voy a la nevera y empiezo a coger las cosas para una ensalada.

"Está bien". Apoya la barbilla en sus pequeños puños. "Entonces puedo jugar con Joseph y Jared".

"No te emociones tanto", bromeo, sacudiendo la cabeza.

Pone los ojos en blanco. "Me alegro de que vengan, pero prefiero jugar con Jake".

Mis hombros se hunden ante su verdad, así que doy la vuelta a la barra y me inclino hacia él. "Lo sé, colega, y lo siento. Jake también preferiría jugar contigo". Me inclino y le beso la mejilla. "Pronto, ¿de acuerdo?"

Asiente lentamente. "De acuerdo, papá".

Le doy un apretón en el hombro.

Apenas saco los sándwiches del horno, oigo a mi hermano gritar desde la puerta principal. "¿Hay alguien en casa?"

"Aquí adentro".

Seth salta y corre a ver a sus primos, y yo me dirijo directamente hacia mi nueva sobrina. Su cara angelical y dormida casi me hace llorar.

Es preciosa, pero no solo eso, este pequeño ser le ha salvado la vida a mi hijo. Me pone sentimental de la mejor manera. "Deja que me lave las manos que quiero tomarla en brazos", digo mientras le doy a su madre un beso en la mejilla. "Lo has hecho muy bien, Vic".

"¡Eh, eh! Y yo qué", interrumpe mi hermano.

Me giro y le rodeo con los brazos, apretándole contra mí. "Los dos lo han hecho genial", le digo dándole un par de palmadas en la espalda. Casi no quiero soltarlo. "Me alegro mucho de que estén aquí. Con un último apretón, me retiro.

Frunce el ceño, pero se muerde la lengua, me da una palmada en el brazo y me manda de vuelta a la cocina. "¿Qué es ese olor?, nos morimos de hambre".

Le sonrío. "Acomódate en la mesa mientras traigo la comida".

Cuando todo está listo, me lavo las manos y le quito a Leah a Vic. "Ustedes coman y yo estaré por aquí con este ángel".

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"Entonces, ¿cuál es el plan contra María?", pregunta Jay mientras estamos en el ascensor de camino a ver a Jake.

Me apoyo en la pared y suspiro. ¿"Rezar para que se vaya y no vuelva nunca?"

"Te entiendo, pero sabes que eso no va a pasar, ¿verdad? No habría aparecido si no estuviera planeando agitar las olas", observa.

"Lo sé, hermano. Carajo". Me agarro el pelo y tiro. "No me gusta saber que está afuera esperando, analizando su próximo movimiento. Me vuelve loco".

Mueve la cabeza junto con mi despotricar. "¿Por qué no te adelantas? ¿La encuentras y le pagas?", sugiere.

El ascensor se detiene en la planta de Jake, lo que me da un segundo para pensar mi respuesta. "Si le doy ese poder ahora, ¿qué me garantiza que dejará de hacerlo? ¿Aparecerá cada dos años pidiendo más?"

"Maldición". Sacude la cabeza. "Tienes razón, hermano. Más vale cortarlo de raíz esta vez para que no pueda volver". Se detiene y me agarra del brazo antes de que lleguemos a la puerta de Jake. "¿Crees que tenga algo legal a su favor?"

Mi primer pensamiento es negar rotundamente la idea, pero ¿lo tiene? Los tribunales pueden tomar un acuerdo de conciliación blindado y encontrar faltas, así que ¿por qué no habría una oportunidad para ella? Esta es una batalla para la que no estoy seguro de estar preparado. Mataría a esa zorra antes de dejarla visitar a mi hijo y fingir que es su madre.

Jake tiene una madre y se llama Bella.

"Nunca ocurrirá", respondo finalmente con voz acerada.

Seguimos el resto del camino hasta la habitación de Jake en silencio y, cuando llegamos a la puerta, ya me doy cuenta de que hay otras personas dentro. Me detengo a respirar hondo antes de empujar la puerta y entrar.

Mi padre nos recibe en cuanto entramos. "Hijo", saluda a Jay con un fuerte abrazo antes de volverse hacia mí con el mismo abrazo. Cuando se retira, me mira con severidad. "Tenemos que hablar".

Asiento con la cabeza. "Sí, pero más tarde, ¿de acuerdo?".

Antes de que pueda decir nada más, Charlie se acerca. "Edward", dice inclinando la cabeza. "Solo quería pasar a decirte que ya tienes una orden de alejamiento". Mis ojos se abren de par en par. "No podía conseguirla para toda la familia, pero pensé que incluso para ti solo era mejor que nada".

"Gracias, Charlie, no sé qué decir", le digo, sorprendido de que no esté dispuesto a partirme la cara.

"Edward", empieza. "Hijo, sé que no querías esto y aunque me jode lo que esté pasando, no puedo culparte a ti".

"Dios mío", dice Bella, atrayendo toda nuestra atención en su dirección. Está mirando la tele con la mandíbula abierta.

Jay toma el mando a distancia y sube el volumen. La oigo antes incluso de poder ver la tele.

"No solamente me echaron de la habitación de mi hijo, sino que me arrestaron", le dice María al periodista que está a su lado con el micrófono en la mano para captar cada palabra.

Aprieto la mandíbula.

"¿Y cómo se enteró de la enfermedad de su hijo?", pregunta el periodista, acercando el micrófono.

Aprieto los puños.

"Facebook", responde, mirando directamente a las cámaras, con una falsa tristeza plantada en sus facciones. "Me he enterado de que mi hijo está enfermo por Facebook". Se concentra en el suelo, aparentemente desconsolada por la noticia.

Se me enciende la nariz.

"¿Qué piensa hacer ahora, señora Masen?", insiste el periodista.

Las uñas se me clavan en las palmas de las manos con tanta fuerza que estoy segura de que quedarán hendiduras.

Ella vuelve a mirar a la cámara. "Parece que no tengo elección. Esto se ha convertido en un asunto legal. Lo único que puedo hacer es suplicarle a los tribunales que arreglen esta situación".

Salgo corriendo.

Salgo corriendo de la habitación, ignorando las voces que me llaman. No puedo estar ahí ahora. Estoy a punto de estallar. Mi caminar se convierte en un trote y huyo. No sé adónde voy ni cuándo volveré, con la mente desbocada, fuera de control.

Cruzo las puertas del hospital y empiezo a correr. Mi cuerpo toma el control y corre y corre mientras mi mente se agita con pensamientos de asesinato, discutiendo consigo misma. Ideando planes y desbaratándolos.

Corro, corro y corro.

Cuando mi respiración se entrecorta y mis pies ya no se mueven, finalmente me apoyo en un árbol y jadeo para aspirar oxígeno. Al mirar a mi alrededor, no tengo ni idea de dónde estoy ni de dónde he estado.

Soy un hombre perdido.

Perdido en el sentido físico, pero también perdido en cuanto a cómo puede estar sucediendo esto. Perdido por la rabia que me consume. Perdido dentro de mi cabeza por los pensamientos. Los pensamientos malvados y sádicos que se desarrollan detrás de mis párpados.

Quiero gritar, quiero esconderme, quiero construir un muro entre mi familia y el mundo, quiero matar. Quiero que esto nunca haya sucedido...

Pero sucedió.

Así que hago lo que puedo para calmar mi mente y pensar como el hombre inteligente que soy. Y cuando lo hago, me doy cuenta de que acabo de huir de la familia que es todo mi mundo.

Así que vuelvo a correr.

Corro hasta encontrar el camino de vuelta y, cuando irrumpo por las puertas del hospital, un cuerpo se levanta de los sillones de felpa de la entrada. Se precipita hacia mí y lo envuelvo en mi abrazo. Tomo todo lo que me da y rezo para que me perdone.

"Lo siento mucho", susurro una y otra vez como un mantra, rogándole que me entienda.

"Shhh", me tranquiliza, abrazándome tan fuerte como puede.

Las lágrimas me corren por la cara y la vergüenza me recorre el cuerpo. ¿Cómo he podido huir de esto? No importa la causa, vale la pena luchar. Jake merece la pena.

"Por favor, perdóname, cariño", le suplico al oído.

Se aparta y me toma las mejillas con sus manos, secándome las lágrimas con los pulgares. "No hay nada que perdonar. Tú no lo has hecho. Perdónate a ti mismo y pensemos cómo vamos a acabar con esta zorra". Sus ojos llorosos brillan de alegría y todo mi cuerpo suspira de alivio.

Me acerco más y apoyo la frente en la suya. "Te amo".

Presiona brevemente sus labios contra los míos. "Y yo a ti. Ahora deja de culparte y vamos a hablar con nuestros padres. Están esperando en la cafetería". Se desliza hasta el suelo y me coge de la mano.

"¿Jay está con Jake?" pregunto para asegurarme.

"Está". Sonríe. "Y nuestras madres están de camino para reunirse con él".

Con un suave apretón en su mano, la sigo a donde me lleva.

La seguiría a cualquier parte.

"Ah, ahí estás", dice Charlie cuando nos acercamos a la mesa que ocupan él y mi padre.

Desvío brevemente la mirada, avergonzada. "Lo siento".

"Oye", suelta para llamar mi atención. "No te disculpes. Lo entiendo. Yo también quiero estrangular a esa mujer".

Mi padre está sentado allí, cada músculo de su cuerpo tenso. "Necesitamos un plan de acción. Toma asiento y vayamos al grano". Ladea la cabeza hacia un par de sillas vacías.

Bella tira de mi mano para llamar mi atención. "Te amo", me dice.

Respiro hondo, sonrío y le acerco la silla. Una vez sentados, le beso la mejilla y me dirijo a nuestros padres. "¿Qué opinan?"

Mi padre apoya los antebrazos en la mesa y baja la voz. "Tengo los bolsillos llenos. Puede desaparecer voluntariamente o puedo obligarla".

Charlie balbucea y se tapa los oídos. "¡Cállate, Ed! No puedes decir esa mierda estando yo cerca".

Me inclino hacia atrás y sostengo mis dos manos frente a mí. "Esperen. Déjenme hablar un momento". Me centro en mi padre. "Mira, no quiero estar siempre preguntándome cuándo volverá. Si intentamos pagarle, siempre puede aparecer de nuevo exigiendo más. No estoy preparado para una vida así".

"Yo tampoco", confirma Bella. "La quiero fuera de nuestras vidas para siempre".

Mi padre asiente con la cabeza. "Exactamente lo que digo-".

"Papá, basta", le interrumpo. "Primero, estás sentado al lado del puto Comisario de Policía, y segundo, puede que ella sea un lamentable saco de mierda que no quería a su hijo, pero no se merece desaparecer". Hago comillas al pronunciar la palabra.

Se echa hacia atrás, claramente no está de acuerdo con mi apreciación, pero decide cerrar la boca al menos. "Bien, hijo. ¿Qué sugieres?"

Charlie se aclara la garganta. "¿Qué te parece si usamos un poco de ti y un poco de mí?", le dice a mi padre.

Las cejas de mi padre se levantan con interés. "Te escucho".

Y así Charlie traza un plan.

Un plan que solo podemos esperar que saque a María de nuestras vidas.

Para siempre.


Ok, estoy hay que verlo: Charlie y Ed trabajando juntos jejeje