Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 5

Bella miró cómo Harry deslizaba los dedos por el vaso.

—¿Jamie ha desaparecido?

—Sí. —Harry la miró.

—¿Cuándo? —preguntó—. ¿Cuándo lo viste por última vez?

—En el homenaje. —Harry hizo una pausa para tomar otro sorbo de agua —. Justo antes de que empezara. Después ya no volvió a casa.

A Bella se le cortó la respiración.

—Yo lo vi a eso de las ocho, ocho y cuarto. Caminando entre la gente.

Seleccionó el recuerdo y lo separó de todo lo demás que había ocurrido la noche anterior. Cómo Jamie se había chocado con ella mientras pasaba hacia el otro lado, su disculpa apresurada, la mandíbula firme, tensa. En el momento le había parecido raro, ¿verdad? Y su mirada, similar a la que Harry tenía ahora mismo: distante y cortante al mismo tiempo. Se parecían mucho, incluso para ser hermanos. Cuando eran niños el parecido era menor, pero Bella había visto cómo había ido aumentando con el paso de los años. Jamie tenía el pelo un par de tonos más claro, tirando más a castaño que a negro. Y Harry tenía facciones muy angulares, mientras que las de Jamie eran más suaves. Pero hasta un desconocido podría darse cuenta de que eran familia.

—¿Lo has llamado?

—Sí. Cientos de veces —respondió Harry—. Me salta directamente el buzón de voz, como si estuviera apagado… o muerto. —Le costó mucho decir esa última palabra. Inclinó la cabeza hacia delante—. Mamá y yo nos hemos pasado horas llamando a cualquiera que pudiera saber dónde está: amigos, familia. Nadie lo ha visto ni sabe nada de él. Nadie.

Bella notó cómo se le removía algo justo en ese agujero del estómago que nunca había desaparecido del todo.

—¿Has llamado a los hospitales por si…?

—Sí. A todos. Y nada.

Bella miró la hora en su móvil. Eran las cinco y media y, si nadie había visto a Jamie desde las ocho de la noche anterior, cuando chocó contra ella, ya llevaba desaparecido más de veintiuna horas.

—Vale —dijo Bella con determinación, haciendo que Harry volviera a mirarla—. Tus padres tienen que ir a comisaría a rellenar un informe de persona desaparecida. Necesitaran…

—Ya lo hemos hecho —dijo Harry con un ligero tono impaciente en la voz—. Hemos ido mamá y yo a la comisaría hace unas horas, rellenamos el informe, les dimos una fotografía reciente y todo eso. Le entregamos el informe al hermano de Rose Parkinson, Dan.

—Vale, pues deberían estar…

Harry volvió a interrumpirla.

—No —dijo—. Ningún agente está haciendo nada. Daniel dijo que como Jamie tiene veinticuatro años, es adulto y ya se ha marchado de casa sin comunicárselo a su familia alguna otra vez, la policía no puede hacer gran cosa.

—¿Cómo?

—Sí. Nos dio un número de referencia y nos dijo que siguiéramos llamando a Jamie y a quien supiéramos que había estado con él ayer. También dijo que casi todas las personas desaparecidas vuelven en unas cuarenta y ocho horas, así que tenemos que esperar.

El taburete de Bella crujió cuando ella se movió.

—Pensarán que es de bajo riesgo. Cuando se rellena un informe de persona desaparecida —explicó—, la policía determina un nivel de riesgo basándose en factores como edad, problemas médicos, comportamiento extraño y ese tipo de cosas.

—Sé lo que pensarán —dijo Harry con la mirada algo menos distante—. Jamie ya se ha largado un par de veces y siempre vuelve.

—La primera vez fue después de dejar la universidad, ¿no? —dijo Bella haciendo memoria.

Recordaba la tensión que hubo en casa de los Potter las semanas siguientes.

Harry asintió.

—Sí, después de una pelea con mi padre se fue a casa de un amigo suyo una semana y no contestaba el teléfono ni respondía a los mensajes. Y hace un par de años, mamá rellenó otro informe porque Jamie no volvió a casa después de salir una noche de fiesta por Londres. Perdió el teléfono y la cartera y no pudo regresar, así que durmió en el sofá de alguien un par de días. Pero… —Sorbió por la nariz y se la secó con el dorso de la mano—. Pero esta vez tengo la sensación de que es diferente. Creo que está en problemas, Bella. De verdad.

—¿Por qué? —preguntó ella.

—Ha estado comportándose de forma extraña. Distante, como sobresaltado. Irascible. Ya conoces a Jamie, él suele ser relajado. Bueno, o vago, si le preguntas a mi padre. Pero, últimamente, a veces parecía estar… ido.

¿No era eso lo que pensó Bella la noche anterior? Esa concentración extraña, como si no fuera capaz de ver nada más, ni siquiera a ella. ¿Y por qué se iba justo en ese momento? ¿No fue un poco raro?

—Y —continuó Harry— no creo que se haya vuelto a escapar. Sobre todo, después del disgusto que se llevó mamá la última vez. Jamie no se lo volvería a hacer.

—Pues… —comenzó Bella, pero no sabía muy bien qué decirle.

—Mamá y yo hemos estado hablando —dijo Harry con los hombros contraídos, como si se estuviera encogiendo—. Si la policía no va a investigar, ni a contactar con la prensa ni nada de eso, ¿qué podemos hacer nosotros para encontrar a Jamie? Por eso he venido a verte, Bella.

Ella sabía lo que iba a decir a continuación, pero Harry no hizo una pausa lo suficientemente larga como para que ella pudiera intervenir.

—Sabes cómo hacerlo. El año pasado dejaste a la policía a la altura del betún. Resolviste un asesinato. Dos, mejor dicho. Y tu pódcast —tragó saliva— tiene cientos de miles de oyentes. Seguramente eso sea más efectivo que cualquier conexión con los medios que los agentes puedan tener. Si queremos encontrar a Jamie, correr la voz de que ha desaparecido para que la gente pueda darnos cualquier tipo de información o pistas, tú eres nuestra mejor opción.

—Harry…

—Si lo investigas y lo cuentas en tu programa, sé que lo encontraremos a tiempo. Es la única solución.

Harry languideció. El silencio que llegó a continuación era tan denso que llenó la cocina. Bella notaba cómo trepaba a su alrededor. Sabía lo que le iba a pedir. ¿Qué otra cosa iba a ser? Respiró hondo y esa cosa que vivía dentro de ella se retorció en sus tripas. Pero la respuesta era inevitable.

—Lo siento —dijo en voz baja—. No puedo hacerlo, Harry.

Harry abrió mucho los ojos y volvió a enderezar los hombros.

—Ya sé que es mucho pedir, pero…

—Es mucho pedir —dijo ella mirando por la ventana para comprobar que sus padres seguían ocupados en el jardín—. Ya no me dedico a eso.

—Ya lo sé, pero…

—La última vez casi lo pierdo todo: terminé en el hospital, mataron a mi perro, puse a mi familia en peligro, arruiné la vida de mi mejor amiga. Es mucho pedir. Me lo prometí. No… No puedo volver a hacerlo. —El agujero de su estómago se hizo aún mayor. Pronto sería incluso más grande que ella—. Ya no soy esa persona.

—Bella, por favor… —Se lo estaba suplicando, las palabras se le atascaban en la garganta—. La última vez ni siquiera los conocías, ya habían muerto. Se trata de Jamie, Bella. Jamie. ¿Y si está herido? ¿Y si no consigue sobrevivir? No sé qué hacer. —Se le quebró la voz y comenzaron a brotarle lágrimas de los ojos.

—Lo siento mucho, Harry, de verdad —dijo Bella, aunque las palabras le dolieran—. Pero tengo que negarme.

—¿No vas a ayudarme? —Sorbió por la nariz—. ¿En nada?

No podía hacerlo. No podía.

—No he dicho eso. —Bella se levantó del taburete para darle un pañuelo—. Como te imaginarás, tengo contactos en la policía local. No creo que sea su persona favorita, pero probablemente pueda ejercer más influencia en temas como este. —Cogió las llaves del coche, que estaban junto al microondas—. Iré a hablar con el detective Hawkins para contarle lo que le ha pasado a Jamie y por qué estáis preocupados, a ver si consigo que se replanteen la valoración de riesgos y se pongan a investigar.

Harry se bajó del taburete.

—¿De verdad? ¿Lo harías?

—Por supuesto —dijo ella—. No puedo prometerte nada, pero Hawkins es un buen tío. Creo que entrará en razón.

—Gracias —dijo Harry estrechándola rápidamente entre sus extraños brazos. Bajó la voz—. Tengo miedo, Bella.

—Todo saldrá bien. —Intentó sonreír—. Te llevo a casa, vamos.

Al salir, una brisa cruzada cerró la puerta de golpe con un ruido sordo. Bella arrastró ese sonido con ella, en su interior, haciendo eco en el agujero de su estómago.