Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 8

—¿Fotos?

—Sí, fotos suyas recientes —dijo Bella, mirándolos a los dos con el sonido del reloj de la cocina contando los segundos de silencio. Los tics parecían ir tan despacio que tenía la sensación de que ella se movía más rápido que el tiempo. Era una sensación que llevaba tiempo sin tener, y la había echado de menos—. Supongo que no tendrán ninguna foto suya en el homenaje, de la ropa que llevaba, ¿no?

—No —dijo Lilly desbloqueando su teléfono y buscando en la galería—. Pero sí que le hice muchas en su cumpleaños, el jueves.

—¿Hay alguna en la que se le vea bien la cara?

—Toma, echa un vistazo. —Lilly le pasó el móvil—. Hay muchas, desliza hacia la izquierda.

Harry acercó su silla a la de Bella para poder mirar la pantalla. En la primera foto estaba Jamie solo, al otro lado de esa misma mesa. Tenía el pelo castaño oscuro peinado hacia un lado y estaba sonriendo. Era una sonrisa tan grande que le llegaba hasta las mejillas sonrosadas; y la barbilla le brillaba amarillenta por la luz de las velas sobre la tarta de cumpleaños. En la siguiente estaba inclinado sobre la tarta, con las mejillas hinchadas al soplar y las llamas alejándose de él.

Bella deslizó a la siguiente. Ahora Jamie estaba mirando la tarta, tenía un cuchillo gris en la mano con una goma roja entre el mango y el filo. Estaba clavando la punta del cuchillo en la tarta, rompiendo la capa exterior de chocolate. En la siguiente foto, ya había un trozo de tarta cortado y Jamie miraba a cámara sonriente. Después, la tarta ya había desaparecido y Jamie sujetaba un regalo del que ya había arrancado la mitad del papel plateado.

—Ah, sí. —Harry se rio—. La cara de Jamie cuando vio que papá le había regalado una Fitbit por su cumpleaños.

Era verdad; la sonrisa de Jamie parecía más tensa. Bella volvió a deslizar a la izquierda, pero esta vez apareció un vídeo que empezó a reproducirse cuando le dio un golpecito con el pulgar. En el encuadre aparecían los dos hermanos juntos. Jamie le pasaba un brazo por encima de los hombros a Harry. La cámara se balanceaba suavemente y se oía una respiración tras ella.

—Sonrian, chicos —decía Lilly a través del teléfono.

—Eso hacemos —masculló Jamie intentando no estropear su sonrisa de foto.

—¿Qué le pasa a esto? —preguntó la voz de Lilly.

—No puede ser verdad —dijo Harry—. La ha vuelto a poner otra vez en vídeo sin querer. ¿A que sí?

—Joder, mamá. —Jamie se rio—. ¿Otra vez?

—Que no —insistió la voz de Lilly—. No he pulsado ahí, es el cacharro este.

—Siempre es culpa del teléfono.

Jamie y Harry se miraron y empezaron a reírse mientras Lilly seguía insistiendo en que no había pulsado el botón de vídeo. Se oyó la voz de James: «Déjame ver, Li». Luego Jamie apretó el brazo alrededor del cuello de Harry, llevándose la cabeza de su hermano pequeño hasta el pecho y despeinándolo con la otra mano. Harry protestaba entre risas. Y ahí se terminó el vídeo.

—Lo siento —dijo Bella al darse cuenta de que Harry se había puesto tenso y de que Lilly tenía los ojos tan llenos de lágrimas que estaba mirando al suelo—. ¿Me puedes enviar todo esto al email, Harry? Y cualquier otra foto reciente que tengas.

Harry tosió.

—Sí, claro.

—Genial. —Bella se levantó y guardó el ordenador y los auriculares en la mochila.

—¿Ya te vas? —preguntó Harry.

—Una última cosa antes —dijo—. Tengo que registrar la habitación de Jamie. ¿Les parece bien?

—Sí. Sí, por supuesto —dijo Lilly poniéndose de pie—. ¿Podemos acompañarte?

—Claro —dijo Bella esperando a que Harry abriera la puerta y la guiara a la planta de arriba—. ¿Ustedes han buscado pruebas ya?

—No —dijo Lilly siguiéndolos por la escalera. Sonó la tos de James en el salón y se puso tensa—. Entré antes, cuando me di cuenta de que no estaba. Eché un vistazo rápido para ver si había dormido aquí y se había marchado temprano. Pero no. Las cortinas estaban todavía abiertas. Jamie no es de la clase de personas que abren las cortinas por las mañanas o hacen la cama. —Se pararon frente a la puerta de la oscura habitación de Jamie, que estaba un poco entreabierta—. Es algo desordenado —dijo—. Estará hecha un desastre.

—No pasa nada —dijo Bella al mismo tiempo que le hacía a Harry un gesto para que entrara.

Él empujó la puerta y aparecieron un montón de siluetas oscuras, hasta que Harry encendió la luz y estas se convirtieron en una cama deshecha, un escritorio abarrotado de cosas bajo la ventana y un armario abierto vomitando ropa por el suelo que se amontonaba en forma de pequeñas islas sobre la moqueta azul.

Desordenado era poco.

—¿Puedo…?

—Sí. Haz lo que tengas que hacer. ¿No, mamá? —preguntó Harry.

—Sí, sí —dijo Lilly en voz baja mirando el lugar en el que solía perderse su hijo.

Bella zigzagueó hasta el escritorio, esquivando las pequeñas montañas de camisetas y calzoncillos. Pasó un dedo por la tapa del ordenador cerrado en medio de la mesa, por la pegatina de Iron Man que empezaba a despegarse por los bordes. Con cuidado, lo abrió y pulsó el botón de encender.

—¿Saben cuál es la contraseña de Jamie? —preguntó cuando la máquina cobró vida y apareció la pantalla azul de inicio de sesión de Windows.

Harry se encogió de hombros y Lilly negó con la cabeza.

Bella se inclinó y tecleó «contraseña1» en el recuadro blanco.

«Contraseña incorrecta».

«12345678».

«Contraseña incorrecta».

—¿Cómo se llamaba su primer gato? —preguntó Bella—. El atigrado.

—PeterPan —dijo Harry—. En una sola palabra.

Bella la tecleó. «Contraseña incorrecta».

Ya había introducido mal tres contraseñas y apareció debajo la pista, en la que Jamie había escrito: «Deja mi ordenador, Harry».

Harry resopló al leerla.

—Tenemos que entrar como sea —dijo Bella—. Ahora mismo, este es nuestro enlace más fuerte con Jamie y con lo que ha estado haciendo.

—¿Mi nombre de soltera? —dijo Lilly—. Prueba Evans.

«Contraseña incorrecta».

—¿Su equipo de fútbol favorito? —sugirió Bella.

—Liverpool.

«Incorrecta». Ni siquiera con números en el lugar de algunas vocales, ni poniendo uno o dos al final.

—¿Puedes seguir intentándolo? —preguntó Lilly—. ¿No se bloqueará?

—No. En Windows no hay límite de errores. Pero averiguar la contraseña exacta con los números y las mayúsculas colocados correctamente va a ser complicado.

—¿Y no podemos entrar de alguna otra forma? —dijo Harry—. ¿Restableciendo el ordenador o algo así?

—Si lo formateamos se pierden todos los archivos. Y, lo más importante, las cookies y las contraseñas guardadas en el navegador, sobre todo las del email y las de las redes sociales. Ahí es donde tenemos que conseguir entrar. Por casualidad no saben cuál es la contraseña del email vinculado a la cuenta Windows de Jamie, ¿verdad?

—No, lo siento. —A Lilly se le quebró la voz—. Debería saber este tipo de cosas. ¿Por qué no las sé? Me necesita y no puedo ayudarlo.

—Tranquila. —Bella se giró hacia ella—. Seguiremos intentándolo hasta que lo logremos. Si no, puedo intentar contactar con un informático que puede que consiga entrar.

Lilly se encogió de nuevo, agarrándose los hombros.

—Lily —dijo Bella levantándose—, ¿por qué no sigues probando contraseñas mientras yo continúo buscando? Intenta acordarte de los lugares favoritos de Jamie, sus comidas preferidas, algún viaje que hayan hecho juntos. Ese tipo de cosas. Y prueba diferentes variaciones de cada una: minúsculas, mayúsculas, sustituyendo letras por números, poniendo uno o dos al final, etcétera.

—De acuerdo. —Parecía que se le había alegrado un poco la cara al tener algo que hacer.

Bella continuó y empezó a rebuscar en los cajones del escritorio. Uno solo tenía bolígrafos y una barra de pegamento muy seca. El otro, un paquete de folios A4 y una carpeta desgastada con una etiqueta que decía: «Trabajos de la universidad».

—¿Encuentras algo? —preguntó Harry.

Ella negó con la cabeza y se arrodilló en el suelo para alcanzar la papelera debajo del escritorio, inclinándose sobre las piernas de Lilly para agarrarla y poder sacarla.

—Ayúdame con esto —le dijo a Harry sacando uno a uno los objetos de la papelera.

Un bote vacío de desodorante. Un ticket de compra arrugado. Bella lo estiró y vio que era del supermercado que había un poco más arriba: un sándwich de pollo con mayonesa del martes 24 a las 14.23. Debajo, una bolsa vacía de patatas sabor pepinillo y cebolla. Pegado a la grasa, por fuera de la bolsa, había un trozo de papel rayado. Bella lo despegó y lo abrió. Escrito con boli azul: «Hillary F. Weiseman izquierda 11».

Se lo enseñó a Harry.

—¿Es la letra de Jamie? —Harry asintió—. Hillary Weiseman —dijo Bella—. ¿La conocen?

—No —dijeron los dos al mismo tiempo.

—Nunca he oído hablar de ella —añadió Lilly.

—Pues Jamie debe de saber quién es. Parece que esta nota es bastante reciente.

—Sí —dijo Lilly—. Viene una chica a limpiar cada quince días. Le toca este miércoles, así que todo lo que hay en la papelera es de los últimos diez días.

—Vamos a buscar a esta tal Hillary, puede que sepa algo de Jamie.

Bella sacó su teléfono. En la pantalla apareció un mensaje de Tori:

Tori:

¿Lista para Stranger Things?

Mierda. Bella le respondió rápidamente:

Lo siento, esta noche no puedo. Estoy en

casa de Harry. Jamie ha desaparecido.

Mañana te cuento. Bss.

Pulsó enviar e intentó ignorar la culpa. Abrió el navegador y fue a para buscar en el censo. Escribió Hillary Weiseman y Little Kilton y le dio a buscar.

—Bingo —dijo cuando apareció el resultado—. Hay una Hillary F. Weiseman que vive en Little Kilton. Ha estado en el censo desde… oh… 1974 hasta 2006. Un momento. —Bella abrió otra pestaña, introdujo el nombre en Google junto con «Little Kilton» y «esquela». El primer resultado, del Kilton Mail, le proporcionó la respuesta—. Esa no puede ser la Hillary que estamos buscando. Murió en 2006 con ochenta y cuatro años. Tiene que ser otra. Luego investigaré más.

Bella estiró el trozo papel y le hizo una foto con el teléfono.

—¿Crees que es una prueba?

—Todo es una prueba hasta que lo desechemos —respondió.

Solo quedaba una cosa en la papelera: una bolsa de papel marrón vacía, hecha una bola.

—Harry, sin mover demasiado nada, ¿podrías buscar en los bolsillos de la ropa de Jamie?

—¿Qué busco?

—Lo que sea.

Bella fue hasta el otro lado de la habitación. Se detuvo y miró la cama, cubierta con un edredón azul, y sin querer le dio un golpe a algo con el pie. Era una taza con el fondo cubierto de azúcar y posos de té resecos. Pero todavía no había moho. El asa se había roto y estaba a unos centímetros de distancia. Bella se lo enseñó a Lilly.

—No es un poco desordenado —dijo Lilly con un tono cariñoso—. Es muy desordenado.

Bella metió el asa dentro de la taza y la colocó sobre la mesita de noche, de donde muy probablemente se habría caído.

—Solo hay pañuelos de papel y monedas —la informó Harry.

—Aquí no hay suerte —dijo Lilly tecleando en el ordenador y pulsando la tecla de intro cada vez más fuerte.

En la mesita de noche, además de la taza rota, había una lámpara, un ejemplar desgastado de Apocalipsis de Stephen King y el cable de un cargador de iPhone. La mesita tenía un cajón justo encima de las cuatro patas, y Bella supo que Jamie guardaría ahí sus cosas más íntimas. Se dio la vuelta para que Harry y Lilly no vieran lo que estaba haciendo, por si acaso, y abrió el cajón. Se sorprendió cuando vio que no había preservativos, ni nada de ese tipo. El pasaporte de Jamie, unos auriculares blancos enredados, un bote de multivitaminas con «extra de hierro», un marcapáginas con forma de jirafa y un reloj. A Bella le llamó inmediatamente la atención esto último por un motivo: no podía ser de Jamie.

La correa de cuero era de color rosa pálido y la esfera de oro, rosa brillante, con un brazalete de flores metálicas por el lado izquierdo. Bella pasó los dedos por encima y notó cómo se le clavaban en la piel los pétalos.

—¿Qué es eso? —preguntó Harry.

—Un reloj «de chica». —Se dio la vuelta—. ¿Es tuyo, Lilly? ¿O de Alice?

Lilly se acercó para examinar el reloj.

—No, no es nuestro. Nunca lo había visto. ¿Crees que Jamie lo compró para alguien?

Bella se dio cuenta de que Joanna estaba pensando en Rose, pero no existía un reloj que le pegara menos a Rose Parkinson.

—No —dijo Bella—. No es nuevo. Fíjate, tiene arañazos en la esfera.

—Entonces ¿de quién es? ¿De esa tal Hillary? —preguntó Harry.

—No lo sé —dijo Bella colocando con cuidado el reloj de nuevo en el cajón—. Podría ser importante o podría no ser nada. Tendremos que averiguarlo. Creo que de momento hemos acabado.

Se levantó.

—Vale. ¿Qué hacemos ahora? —dijo Harry mirándola fijamente.

—Esto es todo lo que podemos hacer aquí esta noche —respondió Bella apartando la mirada para no ver la creciente decepción en la cara de Harry. ¿De verdad pensaba que iba a resolver el caso en unas cuantas horas? —. Tienen que seguir intentando averiguar la contraseña. Anoten todas las opciones que prueben. Inténtenlo con motes que pueda tener Jamie, libros favoritos, películas, lugar de nacimiento, cualquier cosa que se les ocurra. Yo buscaré alguna lista de contraseñas típicas y combinaciones, y mañana se las daré para que podamos ir descartando.

—De acuerdo —dijo Lilly—. No descansaré.

—Y sigue pendiente del teléfono —añadió Bella—. Si el mensaje termina llegándole, quiero que me lo digas enseguida.

—¿Qué vas a hacer tú? —preguntó Harry.

—Voy a escribir toda la información que tengo hasta ahora, editaré y grabaré, y haré un borrador para el anuncio en la página web. Mañana por la mañana todo el mundo se enterará de que Jamie Potter ha desaparecido.

Le dieron los dos un abrazo rápido e incómodo en la puerta y Bella se adentró en la noche. Miró hacia atrás mientras se alejaba. Lily ya se había ido a seguir intentando entrar en el ordenador de Jamie, estaba claro. Pero Harry seguía allí, mirando cómo se marchaba, como aquel niño pequeño y asustado al que había conocido Bella.

Nombre del archivo:

Asesinato para principiantes. TEMPORADA 2:

EPISODIO 1: Introducción.

Bella: Hice una promesa. A mí misma. A todos. Dije que no volvería a hacer esto nunca más, que no volvería a jugar a los detectives, que no me perdería en el mundo de los secretos de un pequeño pueblo. No era yo. Dejé de ser yo. Y habría cumplido esa promesa. Lo sé, estoy segura. Pero ha ocurrido algo y me veo en la obligación de romperla. Alguien ha desaparecido. Alguien a quien conozco. Jamie Potter, de Little Kilton. Es el hermano mayor de uno de mis mejores amigos, Harry. Mientras grabo estas palabras, el sábado 28 a las 23.27, Jamie lleva más de veinticuatro horas desaparecido. Y nadie está haciendo nada. La policía ha clasificado el caso como de bajo riesgo y no pueden invertir recursos en buscarlo. Piensan que se ha ausentado, sin más, no que haya desaparecido. Y, de verdad, ojalá tengan razón.

Ojalá no sea nada, ojalá no haya caso. Espero que Jamie simplemente esté con algún amigo y que se esté negando a escribir a su familia o a devolverles las llamadas. Espero que se encuentre bien… Que vuelva a casa en un par de días preguntándose a qué viene tanto alboroto. Pero aquí no hay cabida para la esperanza. Y si nadie va a buscarlo, tendré que hacerlo yo.

Así que: bienvenidos a la segunda temporada de «Asesinato para principiantes»: La desaparición de Jamie Potter.

DOMINGO

Nombre del archivo:

Asesinato para principiantes. TEMPORADA 2:

EPISODIO 1: Introducción.

Ideas iniciales

El comportamiento de Jamie en las últimas semanas parece importante: cambios de humor, salir de casa tarde dos veces… Pero ¿por qué? ¿Tendrá todo esto que ver con lo que hacía todo el día pegado al teléfono?

No creo que sea apropiado grabar esto para el pódcast, pero ¿es sospechoso que James Potter no quiera participar en la investigación? ¿O es comprensible teniendo en cuenta el historial de desapariciones sin avisar que tiene Jamie? Tienen una relación tensa y discutieron justo antes del homenaje. Esto podría ser simplemente un patrón de comportamiento que se repite: discusión con papá, escapar sin contactar con nadie en varios días.

Pero Harry y Lilly están convencidos de que Jamie NO ha huido. Tampoco creen que pudiera intentar autolesionarse, pese a los cambios de humor.

El mensaje que Lilky envió a Jamie a las 00.36 y que nunca le llegó es una prueba clave. Significa que el teléfono de Jamie está apagado desde, al menos, esa hora, y no lo han vuelto a encender. Esto plantea serias dudas sobre la teoría de la huida: Jamie necesitaría usar el móvil si quisiera contactar con algún amigo con el que quedarse o pagar en cualquier tienda. Por eso, si le ha ocurrido algo, si le han hecho daño de algún modo, debió de suceder alrededor de las 00.36.

Movimientos de la familia Potter tras el homenaje:

James se fue a casa solo, andando, desde el pub. Llegó alrededor de las 23.25 (mi estimación).

Lilky fue a casa en coche. Llegó a las 00.15, como pronto.

A Harry lo llevó Theo Nott a casa aproximadamente a las 00.00.

Lista de tareas

Anunciar la segunda temporada en la página web y redes sociales

Imprimir carteles de «Se busca»

Publicar un aviso en el Kilton Mail de mañana

Entrevistar a Rose Parkinson

Investigar a Hillary F. Weiseman

Grabar la descripción del registro de la habitación de Jamie

Tener La conversación con papá y mamá.

Nombre del archivo:

Cartel de se busca.

SE BUSCA

(A la espera de que Harry me dé una foto)

JAMIE POTTER

Edad: 24. Altura: 1,75. Peso: 82 kilos

Pelo castaño oscuro corto, ojos azules.

Lleva una camisa burdeos sin cuello,

pantalón vaquero y deportivas Puma blancas.

Se lo vio por última vez el viernes 27 de abril a las 20.00 h,

aproximadamente, en el homenaje, en el parque de Little Kilton.

LLAMAMIENTO URGENTE: Si has visto a Jamie después del homenaje o tienes cualquier información sobre su paradero, por favor, llama al 007700900382 o escribe un correo electrónico a APPpodcast

Por favor, envíen todas las fotos o vídeos realizados durante el homenaje al correo electrónico indicado arriba para colaborar en la investigación.