Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.
Capítulo 10
El sonido del timbre era muy estridente y penetraba en los oídos como un grito.
Bella retiró el dedo, devolviendo el silencio a la casa de ladrillos blancos.
Esperaba que fuera la correcta, era la que le habían indicado: el número treinta de Bacon Close, la casa de la puerta de color rojo oscuro.
Había un BMW blanco impoluto en la entrada que cegaba a Bella con el reflejo del sol de la mañana.
Estaba a punto de volver a llamar al timbre cuando escuchó que se descorría el cerrojo. La puerta se abrió hacia dentro y apareció un hombre entornando los ojos a causa de la luz del exterior. Debía de ser el nuevo novio. Llevaba una sudadera blanca —con el símbolo de Adidas en las mangas— y unos pantalones cortos de baloncesto oscuros.
—¿Sí? —dijo bruscamente con voz de no llevar demasiado tiempo despierto.
—Hola —dijo Bella alegre. El hombre tenía un tatuaje en el cuello con formas simétricas que se repetían y parecían unas escaleras. Una bandada de pájaros surgía de aquella forma y volaba hasta un lado de la cara, introduciéndose en el pelo prácticamente rapado. Bella volvió a mirarlo a los ojos—. ¿Está Rose Parkinson? He ido a casa de sus padres y su madre me ha dicho que seguramente estuviera aquí.
—Sí, está aquí. —Sorbió por la nariz—. ¿Eres amiga suya?
—Sí —afirmó Bella. Era mentira, pero mucho más fácil de decir que: «No, me odia, aunque no paro de esforzarme para que no lo haga»—. Soy Bella… Swan-Black. ¿Puedo entrar? Tengo que hablar con ella de algo bastante urgente.
—Supongo que sí. Es muy temprano —dijo apartándose y haciéndole un gesto para que lo siguiera—. Soy Luke. Eaton.
—Encantada de conocerte. —Bella cerró la puerta y siguió a Luke por el pasillo hasta la cocina, en la parte de atrás.
—Rose, una amiga tuya —dijo Luke al entrar.
Era una estancia cuadrada con las encimeras colocadas en forma de L y una enorme mesa de madera al otro lado. En un extremo de la mesa había lo que parecía una pila de dinero sujeta con las llaves del BMW. Rose Parkinson estaba sentada en el otro extremo, con un cuenco de cereales delante. Llevaba lo que parecía ser una sudadera de Luke y el pelo castaño recogido hacia un lado.
Soltó la cuchara llena de cereales, que golpeó el cuenco.
—¿Qué quieres? —dijo.
—Hola, Rose. —Bella se quedó allí quieta, incómoda, atrapada entre Luke, en la puerta, y Rose, en la mesa.
—Ya me dijiste lo que querías decirme en el homenaje —soltó Rose con desprecio volviendo a coger la cuchara.
—No se trata del juicio. —Bella se atrevió a dar un paso hacia ella.
—¿Qué juicio? —preguntó Luke a su espalda.
—Nada —respondió Rose con la boca llena—. Entonces ¿qué quieres?
—Es Jamie Potter —dijo Bella. Entró una brisa por la ventana, ondeando la cortina y moviendo unas bolsas de papel marrón sobre la encimera. Seguramente fueran de comida para llevar—. Ha desaparecido —añadió.
A Rose se le oscurecieron los ojos al bajar las cejas.
—¿Cómo? Su madre me llamó ayer para preguntarme si lo había visto. ¿Todavía no ha vuelto?
—No. Y están muy preocupados. Rellenaron ayer un informe de persona desaparecida, pero la policía no va a hacer nada.
—¿Te refieres a mi hermano?
Bella había metido la pata pero bien.
—No, no. Hablé con el detective Hawkins. Dice que no pueden hacer nada, por eso los Potter me han pedido que lo investigue.
—¿Para tu pódcast? —Esa última palabra la dijo llena de rencor, resaltando las consonantes, sacándoles punta.
—Pues sí.
Rose tragó otra cucharada de cereales.
—Qué oportuna.
Luke se rio detrás de ella.
—Me lo han pedido ellos —dijo Bella tranquila—. Me imagino que no querrás que grabemos una entrevista.
—Y también eres perspicaz —dijo derramando leche en la mesa mientras sujetaba otra cucharada sobre el cuenco.
—Jamie le dijo a su hermano que iba a ir a tu casa, bueno, a la de tus padres, después del homenaje, para pasar el rato contigo.
—Habíamos quedado en eso. Pero no apareció. —Rose miró a Luke—. Y tampoco me escribió para decirme que no venía. Me quedé esperando. Y lo llamé.
—Entonces ¿la última vez que lo viste también fue en el homenaje?
—Sí. —Rose masticó otra cucharada—. Justo después de que hablaran las amigas de Sid me di cuenta de que Jamie estaba mirando entre el público, intentando ver algo. Le pregunté qué pasaba y me dijo: «Acabo de ver a alguien».
—¿Y? —La animó Bella cuando la pausa de Rose le resultó demasiado larga.
—Se marchó, me imagino que a hablar con quien quiera que fuera —dijo.
Esa fue también la última vez que Bella vio a Jamie. Le dio un golpe al pasar hacia el otro lado del público con una expresión muy rara en la cara. Pero ¿hacia quién iba?
—¿Tienes alguna idea de quién podía ser ese «alguien» al que vio?
—No —dijo Rose estirando el cuello con un crujido sonoro—. No creo que fuera alguien que yo conociera, me habría dicho el nombre. Seguramente esté con ese alguien. Volverá. Jamie es así: o todo o nada.
—Su familia está segura de que le ha pasado algo —dijo Bella. Le empezaban a picar las piernas de estar tanto tiempo de pie—. Por eso tengo que averiguar todos sus movimientos durante y después del homenaje. Averiguar con quién estuvo el viernes por la noche. ¿Sabes algo que pudiera ayudarme?
Escuchó a Luke coger aire antes de hablar detrás de ella.
—Rose tiene razón. Seguramente Jamie esté con un amigo. Estoy seguro de que no hay motivos para esto.
—¿Tú conoces a Jamie? —Bella giró la cabeza para mirarlo.
—No mucho, solo por Rose. Son buenos amigos. Si ella dice que está bien, probablemente lo esté.
—Bueno… —empezó a decir Rose.
—¿Tú estuviste en el homenaje? —preguntó Bella a Luke—. ¿Viste…?
—No, no fui. —Luke chasqueó la lengua—. No conocía a ninguno de los dos. Así que no, no vi a Jamie. De hecho, el viernes no salí de casa en todo el día.
Bella asintió y volvió a girar la cabeza hacia la mesa de la cocina. Y, al hacerlo, se fijó en la expresión de Rose. Miraba a Luke, con la mano medio levantada, llevándola con un movimiento rápido de nuevo hacia la cuchara, y con la boca ligeramente abierta, como si hubiera empezado a hablar y se le hubiera olvidado cómo hacerlo. Luego miró a Bella y la expresión desapareció de pronto, tan rápido que esta no estaba segura de haberla visto, o de qué podía significar.
—Y —dijo Bella mirando con más atención a Rose— ¿notaste algo raro en el comportamiento de Jamie aquella noche, o en las últimas semanas?
—Creo que no —dijo Rose—. Últimamente no hablábamos mucho.
—¿Se escribían? ¿Hablaban por teléfono por la noche, tarde? —preguntó Bella.
—No… —Rose abandonó por completo los cereales y se echó hacia atrás con los brazos cruzados—. ¿Qué es todo esto? —dijo con rabia—. ¿Me estás interrogando? Pensaba que solo querías saber cuándo vi por última vez a Jamie, pero ahora parece que sospechas de mí o algo así. Como con Sid.
—No, no es…
—Ya te equivocaste una vez, ¿no? A ver si aprendes de tus errores. —Rose retiró la silla, que chirrió contra los azulejos, cortando a Bella—. ¿Quién te ha nombrado vigilante del pueblo? Puede que los demás quieran seguirte el juego, pero yo no. —Sacudió la cabeza y miró al suelo—. Lárgate.
—Lo siento, Rose —dijo Bella.
No podía hacer ni decir nada; cualquier cosa que intentara solo haría que Rose la odiara más. Y solo había una culpable de eso. Pero ella ya no era aquella persona, ¿verdad? En su estómago se volvió a abrir esa sensación de vacío.
Luke guio a Bella de vuelta por el pasillo y le abrió la puerta.
—Me has mentido —dijo con un ligero regocijo en la voz mientras Bella salía—. Me has dicho que eran amigas.
Bella entornó los ojos ante el brillo del coche de Luke, se dio la vuelta y se encogió de hombros.
—Pensaba que se me daba bien desenmascarar a mentirosos. —Luke apretó con fuerza el marco de la puerta—. No nos metas en esto, sea lo que sea que estés tramando. ¿Te enteras?
—Me entero.
Luke sonrió a algo y cerró la puerta con un golpe seco.
Mientras se alejaba de la casa, Bella sacó su teléfono para comprobar la hora. 10.41 de la mañana. Treinta y ocho horas y media desaparecido. La pantalla de inicio estaba llena de notificaciones de Twitter e Instagram, que seguían llegando. Había programado una entrada en la web a las diez y media anunciando la segunda temporada del pódcast. Todo el mundo sabía ya lo de Jamie Potter. No había marcha atrás.
También había recibido varios correos electrónicos: otra empresa interesada en patrocinarla, uno de Stanley Forbes con veintidós archivos adjuntos y con el asunto: «Fotos del homenaje»; y uno de hacía dos minutos: Gail Yardley, que vivía en la calle de Bella.
«Hola, Isabella —decía—. Acabo de ver los carteles de Se Busca por todo el pueblo. No recuerdo haber visto a Jamie Reynolds aquella noche, pero he echado un vistazo a mis fotos del homenaje y lo he encontrado. Creo que te interesará esta foto».
Nombre del archivo:
Notas del caso
No cabe duda de que la foto de Gail Yardley es de Jamie. Los metadatos indican que se tomó a las 20.26, así que fue antes de desaparecer, diez minutos después de la última vez que yo lo vi.
Casi está mirando a la cámara, y eso es lo más extraño de la fotografía. Todos los demás, el resto de las caras y de los pares de ojos están clavados exactamente en lo mismo: los farolillos de Sid y Billy planeando por encima del tejado del pabellón durante ese breve instante.
Pero Jamie está mirando a otro sitio.
Su cara, pálida y llena de pecas, está casi a oscuras, ligeramente angulada hacia la cámara de Gail, mirando atentamente algo detrás de ella. O a alguien. Probablemente ese mismo alguien que le mencionó a Rose Parkinson.
Y su expresión —hay algo que no termino de descifrar—. No parece asustado, per se. Pero es algo parecido. ¿Inquieto? ¿Preocupado? ¿Nervioso? Tiene la boca abierta y los ojos muy grandes, con una ceja ligeramente levantada, como si estuviera confuso por algo. Pero ¿quién o qué provocó esa reacción? Jamie le dijo a Rose que había visto a alguien, pero ¿por qué era tan urgente como para cruzar la multitud en plena ceremonia? ¿Y por qué está ahí plantado, supuestamente mirando a ese alguien en lugar ir hacia él? Hay algo muy extraño en todo esto.
He ojeado las fotos de Stanley Forbes. Jamie no aparece en ninguna, pero las he comparado con la de Gail en un intento de ubicar su punto de vista entre el público y averiguar qué mira Jamie o, al menos, ir descartando opciones. Stanley solo hizo una foto en esa dirección, antes de que empezara el homenaje.
Aparecen los Yardley de pie, varias filas más atrás, a la izquierda.
He hecho zoom, pero la foto se tomó desde bastante lejos y no queda demasiado claro quién aparece en ella. Por los uniformes negros de policía y las gorras brillantes, entiendo que Daniel Parkinson y Dora Tonks estaban junto a los Yardley. El borrón verde oscuro a su lado debe de ser el detective Remus Hawkins.
Creo que varias de las caras pixeladas de detrás son de gente de mi curso, pero es imposible saber a quién miraba Jamie. Además, esta foto se tomó una hora antes, puede que en ese tiempo el público se moviera.
Grabar estas observaciones para el episodio 1.
La foto —junto con las pruebas de Rose— me ha dado, sin duda, una pista en la que centrar la investigación. ¿Quién es ese «alguien» a quien Jamie fue a ver entre la multitud? Puede que sepa adónde fue Jamie aquella noche. O qué le ocurrió.
Otras observaciones
• Algo o alguien debió de distraer a Jamie aquella noche porque no fue a casa de Rose, ni siquiera le envió un mensaje para avisar del cambio de planes. ¿Lo que se ve en esta foto es el principio de esa «distracción»?
• Los mensajes constantes y las llamadas tardías que últimamente hacía Jamie no eran con Rose Parkinson, a no ser que simplemente ella no quisiera admitirlo delante de Luke (es bastante intimidante).
• La expresión de Rose cuando Luke dijo que el viernes no salió de casa en todo el día. Puede que no sea nada. O puede ser algún lenguaje de pareja entre ellos que yo no entiendo. Pero su reacción me llamó la atención. Seguramente no tenga nada que ver con Jamie, pero debería apuntarlo todo. (Sin mencionarlo en el pódcast, Rose ya me odia bastante).
