Año 72 - Lo Recuerdo

Abby Taylor, 17 años

Distrito 11

"Sí, lo recuerdo, el pastel que más te gustaba. Sí lo recuerdo, la forma en que tomabas tu café. Lo recuerdo."


Alguien dice mi nombre, si bien no estoy del todo segura. Al abrir los ojos, me doy cuenta que estoy en la cama de mi habitación en el Capitolio, tapada con una manta sobre el edredón.

La cabeza me da vueltas cuando me destapo y me siento al borde masajeando mi sien, intentando recordar qué fue lo último que pasó. Estaba hablando con Seeder, Chaff y Etowah sobre estrategia en el salón. Tal vez fue porque cerré los ojos un momento, mis párpados pesados después de haber dormido tan poco estos días y haber hecho tanto esfuerzo físico en el gimnasio, pero debí caer rendida al final. Chaff o Seeder debieron traerme a mi cuarto.

Unos golpes en la puerta me hacen levantar la cabeza.

—¿Abby?

Es la voz de Etowah, más animada de lo que nunca antes la escuché, casi feliz.

—¿Etowah? —digo, dudosa, porque tampoco estoy segura de reconocer esa entonación en él—. Pasa.

Las puertas se separan, como obedeciendo a mi orden, y Etowah aparece en el umbral, con una sonrisa cálida y nada familiar. El delicioso y dulce aroma que desprende el plato que lleva en las manos no tarda en llegar hasta donde estoy.

—Dijiste que extrañabas la comida casera, así que horneé algo para ti.

Tras pasar adentro, las puertas se vuelven a cerrar.

—Oh, Etowah, no debiste... Podrías haber usado ese tiempo para hablar de estrategia con Chaff y Seeder. ¿Por qué lo gastaste en mí?

—No es bueno estar pensando siempre en lo malo. Hay que darse un respiro —dice y sentándose en la cama, deja el plato a mi lado.

Es un pastel de hojaldre. La masa está perfectamente dorada recortada en bonitas formas de hojas y flores y entre los huecos asoma una mermelada de un suave tono ámbar, tal vez albaricoque. Es exactamente el tipo de cosa que estaba extrañando, en este lugar. Comida sencilla y tradicional.

—Esto debió llevarte horas —digo y aunque estoy halagada, algo al respecto me hace sentir culpable.

—Me gusta cocinar para los demás. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude hacerlo.

Pongo el plato en mi regazo y tomo la cuchara.

—Muchas gracias, Etowah.

Mi humor cambia por momentos, por muy fuerte que intente ser, y cuando tomo una cucharada y lo pruebo, los ojos se me llenan de lágrimas. El dulzor reconfortante y la masa está crujiente y aún tibia.

—Está riquísimo —digo y tomo otra cucharada. Mientras mastico, él me mira sonriendo—. En serio, necesitaba esto. Aunque debo verme como una idiota llorando y comiendo a la vez.

—Claro que no.

Etowah saca unas servilletas dobladas de su bolsillo y me pasa una. Yo me limpio los ojos y sigo comiendo con ansias.

—Tiene mucho relleno. Mi mamá jamás pudo ponerle tanto —digo, empujando la espesa mermelada que fluye, cargada de tiernos pedazos de fruta—. Con todo este relleno ella podría haber hecho varios pasteles.

—Lo sé —dice Etowah y hay cosas que se calla, pero cuando desvía su mirada al suelo el mensaje me llega igual.

Todo lo que falta en los distritos, al Capitolio le sobra. Todo lo que usemos ahora, llevamos desde que nacimos pagando por ello.

—Gracias de nuevo —digo, sin poder evitar sonreír—. Has sido muy bueno conmigo desde que llegamos. Siempre me recuerda como gente de mi propia sangre me dio la espalda cuando más lo necesitaba, mientras que tú que no me conoces a penas haces tanto por mí.

—No tienes por qué darlas, pequeña —dice y yo lo miro confundida—. Como te dije, Mamá Lechuza siempre, siempre cuidará de sus polluelos.

Yo me echo a reír.

—Ya estás otra vez fingiendo ser Mamá Lechuza. No tienes por qué esforzarte tanto en animarme.

—Veo que ya estás más animada. Entonces me voy —dice Etowah.

—Oh, ¿Por qué? Quédate un rato más —digo y al mirar la hora veo que son casi las doce de la noche.

Es muy tarde. Etowah baja la cabeza y cierra los ojos. Por un momento parece estar en trance, como si estuviera fingiendo cambiar la consciencia de Mamá Lechuza por la suya. Después los abre otra vez, tipos serio, y yo vuelvo a reír.

—La primera vez que te vi no pensé que te gustase tanto bromear —digo—. Jamás he conocido a alguien con un sentido del humor así.

Etowah se encoge de hombros, con una sonrisa incómoda.

—En fin, perdona por pedirte que te quedes. Como me dormí una siesta antes no tengo sueño ahora, pero tú debes estar cansado.

—No, no. Está bien. Estoy bien —se apresura a decir él.

—Vale, pero si te da sueño y te quieres ir, no te quedes por mí.

—Mañana son las entrevistas —dice Etowah, sacudiendo la cabeza—. Y pasado mañana, la Arena. No podría dormir.

—¡Ya sé! Podemos practicar entre nosotros ahora —digo y él me mira curioso—. Tú puedes fingir ser Caesar Flickerman y me haces preguntas. Sé que vamos a tener todo el día para practicar mañana puedo podemos practicar... Eh, para la práctica.

—¿Cuál va a ser tu ángulo? —pregunta Etowah.

—Voy a hablar de nuestra alianza —respondo—. El ocho que sacaste va a llamar la atención y he estado preparando algunos puntos sobre como podríamos funcionar bien. Después hablaré de mi familia. Sé que es difícil destacar haciendo eso y que es cliché pero no me quiero ir a la Arena sin mencionarlos al menos una vez. ¿Qué te parece?

Etowah me mira con tristeza. De repente y a pesar de mis esfuerzos, me siento menos preparada que nunca.

—Hazlo. Es fácil verse como nada más que un tributo desde que te cosechan. Pero... Que nos metan en la cabeza que saludar a nuestros seres queridos antes de meternos en una competición a muerte es cliché me parece... Somos personas antes que tributos —Etowah mira alrededor, preocupado. Sé que está censurando cosas que le gustaría decir—. No te rebajes hasta ese punto.

Repito sus últimas palabras en mi mente. Es de veras rebajarse.

—Rebajarse o ser olvidado —digo sin poder contenerme, no es como si estuviera pidiendo la cabeza del presidente Snow, no es más que una pequeña queja—. Eso me recuerda una cosa.

Me levanto de la cama y le hago una seña. Él me sigue hasta el armario y yo lo abro y le enseño el fondo. Me agacho y saco de él algunas botas. En el fondo de madera hay letras grabadas. Etowah se acerca a mirar.

—¿Son... Tributos? —pregunta, leyendo los distintos nombres, los mensajes y examinar todos los tipos de letra—. Hay como seis de ellos.

—Lo peor es, que ni siquiera recuerdo a la mayoría de ellos —digo—. Nadie ha ganado desde Chaff.

—Recuerdo a Selerie —dice Etowah—. Y a Bud.

- El de los duendes -digo. Yo era pequeña cuando lo vi pelear con ese Augustus del Distrito 1 mientras todos esos duendecillos los atacaban a ambos. Mejor no hablar de Bud-. Selerie llegó a las entrevistas de los últimos ocho.

—Y justo después la mataron —dice Etowah.

Me hace preguntarme si eh el Capitolio alguien se acuerda de los propios chicos que condenaron y no vivieron.

—¿Te gustaría que escribiéramos nuestros nombres? Así quedaría aquí escrito que fuimos un equipo —pregunto y tomo del armario un cinturón con adornos puntiagudos—. Podemos usar uno de estos pinchos.

Etowah asiente.

—Tú primero —dice, rechazando el cinturón cuando se lo ofrezco.

Mientras rasco la madera escribiendo mi nombre, no puedo dejar de darle vueltas a lo terrible que es. Se siente como escribir un testamento, unas últimas palabras. Pero a la vez, es como si no pudiera dejar pasar la oportunidad de dejar constancia de que existo en alguna parte, al menos hasta que el Capitolio restaure el mueble o lo reemplace por otro.


Canción: "I remember" de Mocca

Abby pertenece a Rebellious Bird y Etowah a Lybra98.

Tal vez no lo crean pero esta idea tiene por lo menos diez años en mi cabeza. Se me ocurrió mientras escribía el fic de los juegos de Wiress, que ella encontraba detrás de un mueble o en un rincón algunas firmas de tributos femeninos del D3 y se ponía a recordar si reconocía algo de ellas. Creo que nunca llegué a usar esa idea (si lo hice, perdonen por la repetición, digamos que es algo que acaba sucediendo más frecuentemente de lo que parece). Bueno, digamos que estoy 95% segura de que nunca llegué a usar esa idea, y la razón es algo vergonzosa. Me olvidé. Creo que lo recordé brevemente ya llegando al final, pero nada que hacer. Así que cuando salió esta canción, algo en mi cabeza hizo click y me acordé de ello y me pareció el momento perfecto para usarla. Abby y Etowah son los únicos compañeros de distrito no profesionales que se me han aliado, así que tenían que ser ellos.

¡Además, este mes es el décimo aniversario de la publicación del fic de Wiress! Es el fic que me hizo desempolvar mi cuenta de ff y le tengo mucho aprecio por ello. Feliz décimo aniversario a Wiress.

Dani, ahora que lo dices es cierto, Katniss tenía un punto más compasivo, aunque mirase por su propia supervivencia hubo otros tributos por los que se preocupó, como Rue o Mags. Esa fue la razón por la que suelo escribir víctimas en muchos de los personajes canon. Hay siempre más oportunidades de hacerlo de sus pov que al revés.

Pau, jajaja, también me acuerdo! La inspiración hay que aprovecharla, venga de donde venga. Y más en un reto tan largo, donde se tiene el riesgo de quedarse sin cosas que contar. Y sobre el c57, es cierto que las desgracias nunca vienen solas. Al principio sólo uno iba a ser cosechado, pero al final los puse a ambos para que al menos se tuvieran el uno al otro en su desgracia jjsj. Consideré que el otro fuera pro de verdad, pero no me terminaba de gustar que un pro deje su alianza asegurada para hacer equipo con alguien poco preparado. Con otro cosechado de distrito no pro también habría quedado no tan mal, pero me gustó más así.

Stelle, me agrada que hayas notado lo del pan, porque esa fue exactamente mi intención cuando lo agregué. A Johana le sirvió para que ella tenga las manos ocupadas y pierda tiempo sacando una posible arma oculta y como rito funerario anticipado jaja. Zuriel estaba muy en alerta, y me gustó escribir como Johana le va bajando la guardia sin que ella lo note.

Creo que ya sólo tengo que idear un capítulo más. El siguiente. Los dos que le siguen, del vasallaje y de los juegos de katniss, ya sé de lo que los voy a hacer. El de los 74 juegos además me servirá para dar clausura a un fic que comencé a escribir una vez y que borré más tarde y me arrepentí siempre.

Gracias por leer y nos vemos en la edición 73!