BakuMomo

Episodio 1

Desde sonrojos hasta cicatrices


Incluso el gran Dios de las explosiones asesinas tenía que tomarse un descanso de vez en cuando, aunque eso a él no le gustara.

Y más cuando resultaba ser un descanso forzoso por recuperación.

La misión no había llevado el rumbo que se esperaba, el villano al que su equipo se había enfrentado contaba con múltiples rehenes. Eso hizo que todo el plan tuviera que ser restructurado, lo cual era un asco considerando que el tiempo estaba en su contra.

Cuando estuvo a punto de sugerir una improvisación a la antigua entrando con explosiones, cola de caballo logro trazar una nueva estrategia que sugería un punto de partida mejor calculado para no dañar a las personas. Incluso habían logrado capturarlo pacíficamente con los somníferos que creo. Mas no contaban con que un último ataque del villano saliera disparado hacia ella, haciendo que casi le diera de lleno.

Y se repetía el casi continuamente ya que él no dudo en apartarla y recibir el daño; eso lo dejo a él con un brazo roto y múltiples golpes por todo el cuerpo. Tuvo que pasar la mayor parte del tiempo en el hospital y cuando le dieron su alta se le dejo en claro que sus actividades heroicas tendrían que ser pospuestas hasta su sanación completa.

Fue capaz de comprender aquello.

Lo que no entendía era por qué tenía que seguir con la dichosa licencia de enfermedad cuando perfectamente se encontraba mejor después de que le retiraran el maldito yeso. Estuvo a nada de destruir la oficina de Best Jeanist cuando le dijo que no podría regresar hasta dentro de un mes.

El aburrimiento no era algo que manejara bien, eso hizo que pasara la mayor parte de su tiempo libre entrenando o haciendo servicio a la comunidad mientras daba "ayudas discretas" para atrapar algún villano. Eso ultimo había sido divertido hasta que fue descubierto y sus vacaciones pasaron a ser de dos meses por órdenes de su superior como castigo a su desobediencia.

Protesto con mayor fuerza, pero ni siquiera él podría contra él hecho de que le retiraran su licencia si seguía por esos rumbos.

Se quedo quieto después de esas amenazas y maldijo a todos en la agencia cuando comenzaron a apartarse de su camino a la salida de la agencia; no pudo evitar pensar en lo fácil que sería derrotar a esos extras que lo miraban con temor.

Puede que no fuera la posición número uno en la lista de héroes, pero, en definitiva, si era el más letal. No le importaba una mierda si alguien pensaba diferente.

Incluso si se trataba de la molesta cola de caballo.

Yaoyorozu siempre encontraba algo que decir cuando se cruzaban y él tenía una nueva cicatriz; lo cual era un marcado contraste con la piel casi perfecta de ella, aunque sabía que no se debía a la falta de lucha.

Si un villano lograba darle un golpe con todos esos planes y estrategias que hacía, tenía que ser peligroso como el infierno. La forma en que podía esquivar los ataques era ridícula. No debería ser capaz de salir tan ilesa después de todas las misiones en las que había estado y él no debería de seguir cuestionando por qué eso era algo sorprendente.

Así era la vida siendo héroes.

¿Pero la vida sin serlo por la infernal incapacidad? Eso fue un poco... raro.

Más no un hecho tan extraño como el que él se las arreglara para pasar tiempo con ella de entre todos sus compañeros mientras seguía atrapado en su hogar. No se podría decir que eran precisamente amigos, así que, ¿qué diablos estaba haciendo ella allí?

Él como apareció delante de la puerta de su casa murmurando el hambre que tenía (y maldita sea, esa chica sí que comía) iba más allá de sus capacidades para comprender la situación; mas no pudo exactamente rechazarla; incluso si estaba tratando de pasar un día o dos en soledad antes de que ella llegara y parloteara sobre el dominio que tuvo su inquietud sobre no agradecerle correctamente por salvarla, se sentía culpable después de ese hecho.

Y él podría jurar que, si hubiera sido alguien más, podría haber agarrado su hombro y echarlo sin mucho esfuerzo.

Pero no cola de caballo.

Nunca ella.

Podía rechazar la sonrisa inocente del insoportable de Deku, la mirada en blanco de mitad y mitad, el optimismo ciego de Kirishima o cualquier otra cosa que los demás le lanzaran.

Yaoyorozu, por otro lado... era tan malditamente agradable. Ser malo con ella era como ser malo con un cachorro. Nadie podría decirle que esa comparación fuera rara o equivocada. Ella realmente se preocupaba por todos e incluso adoraba lo que la mayoría de la gente hubiera considerado rasgos negativos, lo que significaba que su comportamiento explosivo y abrasivo solo la hacía sonreír.

— ¡Ah, gracias Bakugo! — Yaoyorozu exclamó mientras dejaba a un lado su sexto plato de ramen. Honestamente, ¿cómo es que su quirk no había sido objeto de mira por algún villano antes? Poder crear cualquier maldito objeto en base a cuanta comida ingieras debería ser beneficioso para los planes de algún imbécil en cuestión. No es que le prestara atención a eso. De todas formas, el mismo tenía suficiente trabajo salvando a las personas como para preocuparse por una misión de rescate si alguien la llegara a capturar —¡Tenía tanta hambre después de esa patrulla! —

— Justo en las afueras de mi sector, ¿eh? — Bakugo murmuró irritado, tomando un trago de vino. Rara vez bebía, no tenía tiempo para estar incapacitado y no le gustaba la sensación de no tener el control total de su cuerpo y mente, pero ella le había puesto la botella en la mano, aparentemente le habían dado tres como un gracias por evitar un robo.

Con suerte, aliviaría su frustración por no hacer una mierda. No era propio de él extrañar cosas así, pero fuera de su alcance, era posible. No podía estar en todas partes a la vez y como le dijo Best Jeanist, incluso él necesitaba un momento para respirar de vez en cuando. Sus compañeros podían ocuparse de los negocios mientras él descansaba después de una dura batalla.

Yaoyorozu agarró un trozo de ohagi y felizmente lo masticó.

— ¡No hay problema! Alguien tenía que tomar las áreas que te correspondían a ti. Se me ocurrió que si me encargaba de ellas podría venir a visitarte con más facilidad. No siempre podemos tener la suerte para hablar entre nosotros —

No, no la tenían.

Cada héroe tenía su asignación de trabajos a inicio de semana y dependiendo de que tan demandante fuera, tenías suerte si te encontrabas a alguien en la oficina si no era para algo más que para el reporte de su misión concluida. La mayoría de las veces, ni siquiera tendrías que cruzar palabra con esa persona. Así que, a pesar de las creencias de muchos, la vida de héroe era demasiada solitaria incluso dentro de tu misma agencia, razón por la cual curiosamente ella trataba de interceptarlo cada vez que tenía la oportunidad de ello. Aun si eso solo era para darle los buenos días.

— ¿Hiciste esto tú mismo? — preguntó Yaoyorozu mientras comía su segundo trozo de ohagi.

Bakugo se quedó mirando la comida.

— Ah, sí —

— ¡No sabía que podías cocinar tan bien! —

— Sí, no es nada — se metió un pedazo entero de ohagi en la boca para evitar hablar. No estaba realmente avergonzado por el hecho de que pudiera cocinar, pero también se sentía raro hablando de sí mismo. Sus otros compañeros ni siquiera sabían que ellos dos habían estudiado juntos antes de que ella lo mencionara en una de sus juntas bimestrales.

Hombre, eso había sido tan molesto como la mierda. No le gustaba que supieran de sus relaciones. Después de eso, tuvo que dejar en claro que no le interesaba formar alguna conexión que no fuera meramente laboral con las idiotas que comenzaron a rondar por su alrededor.

Yaoyorozu estiró las piernas y extendió una mano. Lo miró por un momento antes de darse cuenta de lo que ella estaba pidiendo y luego le entregó la botella. Sus dedos se rozaron, algo que él ignoró firmemente mientras ella se sonrojaba.

No significó nada.

Yaoyorozu se sonrojaba por todo.

Fue una coincidencia que acabaran en la misma agencia de héroes, pero rápidamente pudo notar que las cosas comunes la hacían tener una mirada maravillada y unas mejillas rosadas por la emoción cada vez que se encontraba en una situación particularmente novedosa.

Esperaba lo mejor para ella, pero eso no era para él.

Para ser honesto, no sabía si duraría en el trabajo, reconocía que fue la elegida para dar el discurso de fin de año en su graduación por su mérito académico, más el ser inteligente no era suficiente para adentrarte en ese mundo. Su sorpresa fue grande cuando en menos de tres meses le cerro la boca a él y a la mitad de los medios que se la comían viva.

Yaoyorozu era absurdamente fuerte a pesar de tener ese cuerpo que parecía ser lo suficientemente blando. Y con un demonio, esa fuerza era jodidamente sexy. Absurdamente los noticieros e inclusive algunos ciudadanos idiotas considerarían su fuerza como un desaire contra ellos y la obligarían a ocultar ese lado de sí misma.

Eso era estúpido.

Ya que un héroe debía tener la astucia, fuerza y destreza para sobrevivir. Y ella definitivamente contaba con esas características para patear traseros.

— ¡Esta cosa es tan dulce! — Yaoyorozu se rió y tomó otro sorbo — Esas personas fueron tan amables —

Él también había recibido algunos regalos aquí y allá después de terminar un trabajo, pero rara vez las tomaba como agradecimiento. No necesitaba una mierda de ellos. Su deber era ser un buen héroe. Era lo que le gustaba hacer; eso era en sí mismo el regalo. Pero sería un tonto si pensara que las personas a las que él protegía y salvaba lo miraban con tanto cariño como a a la chica de cabellos negros.

Ella era el regalo.

— Cuidado — gruñó Bakugo cuando se le safo la botella y casi derramó un poco de vino en el suelo. Él se lo arrebató y ella parpadeó inocentemente, casi haciéndolo sentir mal. Casi — ¿Cuándo fue la última vez que tomaste un trago? —

— Ummm... — se tocó los labios pensativamente — ¿El cumpleaños de Todoroki? —

Por supuesto que salía con él.

Era amiga de todos.

Sin embargo, ella y el bastardo mitad y mitad eran cercanos, ¿no? Bakugo respetaba a sus compañeros, bueno, a la mayoría, pero no era amigo de ellos. No tenía el tiempo o el deseo de ser todo amigo de ellos. Lo más probable era que ninguno estuviera presente en los próximos años.

Los héroes no tenían una vida larga y los que lograron retirarse estaban lejos o fuera de foco en el medio.

Frunció el ceño y él la señaló con el dedo.

— Te vas a emborrachar si no te controlas —

Yaoyorozu hizo un puchero.

— ¡No, no lo haré! —

— No tienes tolerancia para esta mierda — la regañó.

Su puchero solo creció, sus labios se contrajeron de una manera que habría hecho que cualquier otra persona se inclinara para besarla. Todos siempre hablaban de lo linda que era, incluso los villanos a veces. Siempre les gustó comer con las chicas más bonitas y sin duda para muchos, ella era la más atractiva.

Era asqueroso.

Odiaba cuando los escuchaba decir cosas así. Le hizo querer golpearlos aún más.

El rubio tomó otro trago del vino y frunció el ceño cuando se dio cuenta de que estaba prácticamente vacío. Debieron darle un bajón mientras comía y ella hablaba sin que él se diera cuenta.

No parecía que se hubieran bebido toda la botella. Tal vez podrían abrir otro ya que esta cosa era muy débil o tal vez no los afectó tanto por lo mucho que habían entrenado sus cuerpos.

— Aw, ¿tú tampoco bebes mucho? —

Frunciendo el ceño, dejó la botella vacía a un lado y alcanzó la otra a su lado.

— No. No tengo tiempo para esa mierda. No tiene sentido emborracharse cuando necesitamos pelear en cualquier momento —

— Mmm no necesitaba que lo confirmaras — se rió.

Bakugo se estaba cansando de soltar sus miradas asesinas. Era una chica dulce, pero no era propensa a las bromas. Ese era más el estilo de Mina y nunca era agradable estar en el lado receptor de su sonrisa afilada y su lengua aún más afilada. Pero ahora Yaoyorozu se estaba burlando de él.

— ¿Qué quieres decir? —

Juntó las manos, la sonrisa en su rostro era tan grande que arrugó sus mejillas sonrojadas.

— ¡Tus mejillas son rosadas! Excepto por tus cicatrices, por lo que se destacan aún más — Ella inclinó la cabeza y se rió de nuevo — Se ven tan lindas —

— Lindas — repitió, mirándola. — ¿Lindas? — Ella asintió alegremente y él negó con la cabeza. — No, no son-No son jodidamente lindas. Son... — Eran cicatrices. Nadie en su puto sano juicio pensó que las cicatrices eran lindas. Nunca los había considerado algo malo, excepto tal vez una marca contra sus habilidades antes de recibir el entrenamiento adecuado en el manejo de su ira. No creía que fueran feas y no se avergonzaba de ellas, pero no eran lindas — Estas borracha —

— ¡No lo estoy! — jadeó — ¡Tú lo estas! —

— ¡Acabas de llamar a mis cicatrices 'lindas'! — podía sentir sus mejillas calentarse, pero se negaba a creer que se estaba sonrojando. Simplemente estaba... respirando mal. Mordió el corcho de la botella y lo sacó con los dientes, escupiéndolo a un lado — Obviamente estás borracha —

Ella trato de alcanzar la botella, apoyándose en sus manos y rodillas, pero él la mantuvo fuera de su alcance, eso hizo que se inclinara hacia delante, dejando que su rostro se acercara invasivamente a él.

— Siempre he pensado que tus cicatrices eran atractivas — y el aire fue succionado de sus pulmones.

¿Qué…?

¿Qué estaba diciendo?

No, no, solo era Momo.

No significó nada. No podía dejar que significara nada o era probable que hiciera o dijera algo estúpido.

— Yo solo... nunca lo dije en voz alta —

— ¿Por qué no? — soltó brusco como siempre.

— Supongo que no fui lo suficientemente valiente —

La miró boquiabierto.

¿No fue lo suficientemente valiente? ¿Qué demonios se suponía que significaba eso? Ella era un héroe, por el amor de Dios. Uno no se convertía en uno sin ser valiente como el infierno y uno de los bastardos más duros del mundo, incluso alguien tan dulce y adorable como ella. Ingenua como parecía y cariñosa como era, él la había visto luchar contra múltiples bastardos que habrían hecho que otras personas literalmente cagaran en la olla. Los villanos siempre la subestimaron (y para ser honesto, él también lo había hecho cuando la conoció), pero ella no debía ser tomada a la ligera bajo ninguna circunstancia.

— ¿Me estás jodiendo? — exigió.

— ¡No! — enterró su rostro sonrojado en sus manos — ¡Ahora estoy realmente avergonzada! No puedo creer que dije eso en voz alta. ¡Nunca digo cosas así en voz alta! —

— ¿Qué... otras cosas no dices en voz alta? — preguntó antes de darse cuenta de lo que estaba diciendo. Tan pronto como lo analizo, cerró la boca con fuerza.

¿Por qué preguntó eso? ¿Por qué quería saber?

Pero el daño ya estaba hecho. Yaoyorozu se quitó las manos de la cara.

— ¿Eh? —

— ¡No importa! ¡No importa! ¡Eres valiente, así que deja de actuar como una cobarde! — le dio un trago al vino, pero calculó mal. Era demasiado y se fue por el camino equivocado por su garganta, dejándolo toser y balbucear como un idiota.

— ¡Ah, Bakugo! — exclamó — ¿Estás bien? —

— Sí, yo soy- — Se interrumpió con otra tos, limpiándose la boca con el dorso de su brazo — Estoy jodidamente… — Otra maldita tos y dejó la botella a un lado. ¿Cuándo se detendría? — Bien- —

Ella tomó una servilleta y se inclinó hacia adelante nuevamente.

— Aquí, déjame- —

— ¡Estoy bien! —

— Derramaste un poco sobre ti- —

— Puedo- —

Todo sucedió en un instante, como de costumbre desde que eran compañeros. No hacían las cosas a medias. No, no, en cambio, con Yaoyorozu luchando para ayudarlo porque se sentía culpable por alguna razón desconocida y él tratando de defenderse mientras tosía un pulmón, terminaron en un aprieto. Precisamente, él agarró su muñeca mientras ella intentaba limpiarlo y tiró de ella para que se detuviera. Sin embargo, ella estaba inclinada hacia adelante de manera precaria, lo que significaba que gritó y cayó sobre él, su fuerza natural lo tumbó de espaldas.

Fue un error.

Todo sobre esto fue un error, desde dejar que entrara a su casa, darle comida, acceder a beber este vino abandonado de la mano de Dios, hasta abrir su maldita boca. Pero el mayor error de todos fue subestimar lo estúpidos que ambos podían ser. Eran profesionales, así que cosas como esta no pasaban a menudo, pero a veces se olvidaba de que también eran humanos y que fácilmente podían hacer algo vergonzoso.

Bakugo no se avergonzaba a menudo, no le veía el sentido cuando rara vez le importaba lo que otras personas pensaran de él, así que cuando sucedía, realmente no sabía cómo manejarse.

Y realmente no sabía cómo manejar el hecho de que ella estaba acostada encima de él, su pecho presionado contra el de él y su rostro a solo unos centímetros de distancia, sus ojos muy abiertos y brillantes, su cabello colgando sobre su rostro y rozándolo contra él...Un peso sólido, un peso reconfortante, realmente suave, agradable...

— ¿Bakugo? — incitó justo antes de que él pudiera tocar su cabello.

Parpadeó y luego, con toda la delicadeza de una roca, la tiró de encima.

Ella aterrizó en el suelo con un "oof" mientras él se erguía y se ponía de pie de un salto. El único problema era que no sabía lo que estaba haciendo. No tenía el menor plan sobre adónde ir después. Su primer instinto fue agarrar su chaqueta más cercana, ir a su patio de entrenamiento y golpear a todos los muñecos hasta dejarlos sin sentido, pero sabía que eso era irracional. No había bebido lo suficiente como para actuar como un completo lunático.

Yaoyorozu estaba sentada, con un puchero confuso en los labios y frotándose el costado, pero no se quejaba, lo que empeoraba aún más las cosas.

— ¡Deberíamos entrenar! — Bakugo declaró. Sí, bien, eso fue... algo racional. Al menos pensó que lo era, cualquier cosa que pudiera distraer su mente de lo que fuera que acababa de pasar. — Todo este tiempo sentados es solo una pérdida de tiempo. ¡Es patético! Somos héroes. Deberíamos usar esto a nuestro favor. Nadie más puede pelear a nuestro nivel, así que vamos, ¡luchemos! —

— ¿Eh? — ella se incorporó y se frotó el trasero, en el que había aterrizado cuando él la tiró. — Pero solo comimos y bebimos…—

— Razón de más por la que deberíamos hacerlo — insistió mientras salía de la habitación. Ella lo siguió sin quejarse, aunque él pudo sentir su vacilación. Ella jugueteaba con sus manos, algo que notó que hacía a menudo. Suave como era en todas partes, incluso con algunas cicatrices, sus manos eran las de un profesional, duras y encallecidas — A menudo tenemos que pelear cuando estamos heridos y la pérdida de sangre puede empeorar las cosas para nosotros. Existe la posibilidad de que algún día tengamos que seguir luchando cuando deberíamos estar incapacitados. ¡El alcohol puede imitar ese efecto! —

— Supongo que sí... — Sus mejillas estaban naturalmente rosadas como si siempre estuviera sonrojada, tal vez por el pensamiento que llego a su mente y no se atrevió a decir en voz alta, pero parecían aún más sonrojadas de lo normal, probablemente debido al vino. Pelear entre sí podría no haber sido la mejor idea, pero no podía pensar en otra cosa. También era la única cosa a la que siempre recurría.

En caso de duda, lucha. No lo había defraudado hasta ahora. Todavía estaba vivo, después de todo.

— Aquí — el chico de ojos carmesí le arrojó unos guantes, que ella atrapó con facilidad a pesar del vino — Sé que no es tu estilo habitual de combate, pero... —

Yaoyorozu sonrió.

— ¡No me importa! —

Bakugo le arrojo el primer golpe.

— ¡Deberías acostumbrarte a múltiples situaciones de todos modos! —

— ¡Por supuesto! —

— Y…— Honestamente, él no sabía por qué le estaba gritando en este punto cuando todo lo que ella estaba haciendo era estar de acuerdo con él y sonreír. Realmente lo apagó y lo desconcertó. ¿Cómo diablos se suponía que iba a mantener ese flujo constante de ferocidad cuando se enfrentaba a algo tan agradable y dulce? Quería gemir, pero luchó contra el impulso. Toda esta noche fue un error — No te contengas —

— ¿Está seguro? — preguntó, inclinando la cabeza — Bebimos. Podríamos lastimarnos unos a otros —

— Así que hazme daño si puedes. Da todo lo que tengas — sonrió y adoptó una postura familiar, una que le permitió la velocidad que lo ayudó en sus peleas — Dijiste que mis cicatrices eran atractivas, así que ¿por qué no intentas darme otra? Ningún héroe ha hecho eso nunca —

— Oh — Yaoyorozu se sonrojó profundamente y soltó un golpe desestabilizado —¡Ah, okey! —

Esto definitivamente fue un error, pero en el segundo en que sus puños se encontraron y él se encontró a centímetros de su rostro nuevamente, no le importó. Era uno con el que podía vivir entre los miles de otros errores que lamentaba.

.

.

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¡Hola de nuevo!

Estaré comenzando esta nueva historia y una vez más, espero que la disfruten. No duden en comentar en caso de ver alguna falla con la continuidad en la redacción o error en general.

Y no sé dejen engañar, es un +18 disfrazado de fic.

Bye Bye