Tenía esta historia dando vueltas en mi cabeza y no me dejaba avanzar con Ciclos de la Luna, escribí esto en mi último turno nocturno antes de que nos inundáramos, por lo que es importante en cierta forma para mí, lamentablemente con todo lo que está sucediendo ahora estaré un tiempo sin escribir, principalmente porque estoy sin luz y sin agua. Espero sus comentarios.
Para quien pregunte es una historia post final del manga, aunque habrán algunos cambios, y el principal es que Ichigo es una chica.
Espero sus comentarios,
Ser una hermana mayor siempre ha sido una gran parte de su vida, muchas de sus creencias y forma de ver la vida se han visto influenciada por este hecho.
Su infancia había sido fuertemente marcada por su madre, Kurosaki Masaki, quien le había enseñado el valor del amor en la familia y de seguir y hacer las cosas que amaba, sin preocupación por lo que dijeran otras personas. Siempre le había dicho que hizo lo que sintiera que era correcto, que no podía dejar de hacer lo que amaba por lo que otros pensaran de ella.
Cuando era pequeña su madre la había inscrito en varios talleres; de karate, baile, canto, ceremonia del té, y otros tantos que ya ni se acordaba. Recordaba estos cuatro principalmente porque eran los mismos en los que había decidido inscribir a Karin y Yuzu cuando cumplieron 6 años. Después de que su madre muriera había decidido intentar hacerlas pasar por las mismas experiencias que había compartido con ella. Estaba segura de que su madre habría querido que todas sus hijas disfrutaran de descubrir qué es lo que realmente querían.
Como era de esperar, Yuzu abrazó el club de baile y de canto, luego también quiso ir a un club de cocina, principalmente porque había decidido hacerse cargo de las comidas de su familia, algo que Ichigo agradeció profundamente, porque no le gustó mucho la cocina
Por otro lado, Karin, al Igual que Ichigo, se había decantado por los clubs de Karate y la ceremonia del té. Este último era algo que unía a las hermanas, en especial ambas eran consideradas marimachos porque, por lo que no las veían como chicas que pudiesen practicar algo tan elegante y delicado como la ceremonia tradicional del té japonés. Sin embargo, ambas habían disfrutado de esa actividad.
Para Ichigo era muy divertido ver la reacción de sus amigos cuando descubrían que ella también disfrutaba de cosas que se resaltarán como "femeninas". Tatsuki, su amiga más antigua y que, hasta los quince años, quien mejor la conocía, solía burlarse de ella porque, además de ser muy buena en la ceremonia del té, era horriblemente mala cantando, algo que a Ichigo le gustaba hacer cuando se distraía, pero cuando estuvo en el taller de canto, su maestra le pidió amablemente que se saliera, ya que no tenía el tono adecuado. Fue una forma amable de decir que cantaba mal. Pero a Ichigo no le importó. Lo que si le molestaba, era que había sido impresionantemente bueno en el baile, ya fuera danza tradicional o danza moderna.
No es que odiara bailar, es que no le gustó que tantas personas se concentraran en ella, es por eso por lo que, aunque seguía yendo al taller, lo disfrutó y continuó mejorando, después de la muerte de su madre se negó rotundamente a unirse a las presentaciones públicas, a pesar de los ruegos de su padre y las lágrimas de cocodrilo que este soltaba para intentar convencerla (era molestamente entusiasta).
Cuando conocí a Rukia y se convirtió en Shinigami, había dejado bastante de lado estos pasatiempos. No había tenido tiempo para disfrutar de otras cosas, luego había estado más concentrada en volverse más fuerte para poder proteger a sus amigos y familia.
Durante los diecisiete meses en los que estuvo ciega al mundo espiritual, había intentado distraerse retomando sus antiguos hobbies, pero le había sido difícil, también había vuelto a jugar futbol y otros deportes, pero no había podido llenar el vacío que sentía al no estar en contacto con su alma. A través de los meses se había dado cuenta de que incluso extrañaba al hueco en su interior, aunque a veces la volvía loca, debí reconocer que muchas veces también era esa mano dura que le decía las cosas sin delicadeza y que simplemente atacaba los puntos que Ichigo no quería ver.
Recuperar sus poderes se sintió como recuperar una parte de su alma que había perdido, volver a nacer de alguna forma.
Había extrañado a todos los amigos que había hecho en la sociedad de almas, incluso las peleas sin sentido que tenía con Rukia y Renji, el escapar de Kempachi y sus locos desafíos, pero especialmente la sensación de que estaba al mando de su vida, que tenía algo que decir en el rumbo que esta tomaba y que tenía el suficiente poder para protegerse a ella y a los que amaba.
Aunque gran parte de esta creencia se vio remecida duramente con el ataque del rey Quincy, no solamente descubrió que no conocía gran parte de sus antecedentes familiares, sino que también había rechazado una parte de si misma al rechazar a su hueco.
Aceptar a su Zampakuto tal como era y aceptar y perdonar a su parte Quincy había sido una catarsis para ella, incluso podía sentir como sus poderes se sentían más en armonía, su poder, aunque incontrolable, no tan en caos. Alcanzar el equilibrio fue difícil, incluso después de derrotar a Juhabach se encontraba luchando por controlar su poder y evitar que este afectara a quienes la rodeaban.
─Sería bueno si te quedaras en la sociedad de almas un tiempo ─ fue lo que dijo Kyoraku, luego de que se asentara un poco el polvo que había dejado la guerra.
Era una decisión difícil para Ichigo, su familia y la mitad de sus amigos se encontraban en el mundo de los vivos, pero también entendía que, si no controlaba sus poderes, podía ser un peligro para aquellos que le importaban. Además, la otra mitad de sus amigos se encontraban en la sociedad de almas
Luego de discutirlo con su padre, decidieron que lo mejor era quedarse en la sociedad de almas. No había sido fácil despedirse de sus hermanas pequeñas, ambas estaban entrando en la adolescencia y sabía por experiencia que no era una época fácil y no era un momento en el que quisiera dejarlas solas, su padre podía amarlas mucho, pero un hombre no era lo ideal para ayudar a dos niñas a convertirse en mujeres. Había hecho que Tatsuki le prometiera que las cuidaría y guiaría mientras pudiera, aunque su amiga también se iría de Karakura para estudiar en la universidad, al igual que todos sus conocidos humanos de su edad.
Era extraño y un poco desalentador para Ichigo darse cuenta de que no podría ir a la universidad, al menos no por el momento, y era algo que realmente la hacía sentir un poco triste, pero entendía que era lo mejor para todos. Por otra parte, el no tener que fingir no ver fantasmas, ser alguien "normal" entre humanos, la hacía sentirse más liviana.
Karin y Yuzu no habían podido esconder su tristeza, pero habían decidido que era lo mismo que si Ichigo fuera a la universidad como estaba planeado, solo que un poco antes y no tendrían el verano para pasar juntas. Habían pensado en acompañar a Ichigo en la Sociedad de Almas al menos el primer mes, pero esta idea había sido descartada por algunos capitanes, debido a que el primer mes era en el que Ichigo debía estar más concentrada en su entrenamiento, cuando fuera más estable podrían discutirlo nuevamente.
No tuvo tiempo de ir al mundo humano a buscar sus cosas, por lo que casi todo fue enviado por su padre y fue traído por uno de los reclutas de la décima división. Ese había sido otro tema que había sorprendido a Ichigo, el que su padre hubiese sido el antiguo capitán de la Décima división y que Rankiku fuera su teniente y Toshiro su tercer asiento. Había sido bastante hilarante al principio, en especial porque cuando se encontraron, Rankiku había golpeado a su padre en la cara antes de abrazarlo, feliz de que no estuviera muerto como pensaba, también había sido extraño que el peliblanco fuera tan respetuoso con su padre, y que su padre se portara de una manera mucho más responsable de lo que estaba acostumbrada a ver, pero aun así fue una bonita escena que ver, en especial después de todo lo malo que había ocurrido en los últimos meses.
Así que aquí se encontraba la pelinaranja, con ropa humana en su bolso y sin saber muy bien qué hacer ahora que esto se estaba volviendo real, tenía dieciocho años y por primera vez en su vida estaba realmente viviendo fuera de su casa de forma indefinida, no solo un par de semanas como lo había estado haciendo los últimos años, sino que algo mucho más indefinido (permanente)
─ ¡Ichigo! ─ escucho su nombre desde la izquierda, al voltearse pudo ver a Rukia corriendo hacia ella con una gran sonrisa.
El guardia de la puerta del cuartel del décimo escuadrón se cuadró al ver acercarse a la teniente y capitana en funciones de la decimo tercera, dejándola pasar con un saludo respetuoso y casi temeroso.
Ichigo se estaba preparando para acomodar sus cosas en la barraca del escuadrón cuando vio a su amiga, por lo que dejo su bolso en el suelo y esperó a que Rukia se pusiera a su lado para retomar su camino. Sin embargo, Rukia, aun sonriendo, tomó del suelo su bolso.
─¿Qué estás haciendo? ─ preguntó Ichigo sonriendo, bastante divertida de ver a su amiga levantar su maleta bastante pesada y casi de la mitad de su tamaño como si pesara menos que una pluma.
─Te vienes conmigo ─ dijo feliz, al ver la ceja levantada y desconcertada de Ichigo se explicó ─ Hablé con Nii-sama y estuvo de acuerdo en que te quedaras con nosotros en la mansión Kuchiki hasta que decidas qué hacer en el futuro.
Rukia tenía gran esperanza de que Ichigo decidiera quedarse definitivamente en la sociedad de almas. Ichigo siempre decía que Rukia era el mayor catalizador que cambió su vida, pero para Rukia, aunque se sentía un poco culpable de haber lanzado a Ichigo a un montón de batallas siendo poco más que una niña, no podía arrepentirse de lo que hizo. Conocer a Ichigo no sólo fue un cambio en la vida de la pelinaranja, también había cambiado la vida de Rukia.
Había sido gracias a Ichigo que había encontrado realmente la confianza en su propio poder, también había sido quien, de alguna forma, había arreglado en un día su inexistente relación con su hermano, algo que no había sido posible en más de cuarenta años. Nunca preguntó que sucedió en la batalla de aquel día en la cima de la montaña donde iban a ejecutarla, pero desde entonces Byakuya había comenzado a tratarla como una verdadera hermana.
Solo ese hecho, obviamente además de haber arriesgado su vida para salvar la suya, hace que Rukia esté eternamente agradecida con Ichigo y desee lo mejor para su amiga.
Por eso también quería pasar más tiempo con ella y poder devolverle aunque sea un poco el apoyo, y eso la llevó a hacerle la solicitud a su hermano y este cedió sorprendentemente rápido.
Ichigo se sorprendió por la noticia, pero no pensó ni por un segundo en negarse. Cualquiera con sentido común preferiría quedarse en una mansión con todos los lujos presentes en la Sociedad de Almas antes que, en las barracas de cualquier división, donde lo más común era el olor corporal mezclado de un montón de personas, además de que sólo se había hospedado dos noches en la décima, pero había sido suficiente para darse cuenta de que no la trataban de forma normal, ni siquiera para un Ryoka. Muchos de los reclutas la miraban con abierto asombro y la mayoría ni siquiera eran capaces de mirarla a los ojos, mucho menos hablar con ella.
Esto la hacía sentir extraordinariamente incómoda.
─Eso sería increíble─ Ichigo no era de las que se hacía de rogar, y mucho menos si planeaba aceptar la oferta. Juntas dieron media vuelta y se dirigieron en dirección a la mansión Kuchiki ─. Dile a Toshiro que me quedaré en lo de Byakuya ─ le dijo al guardia de la puerta, que la miró con ojos increíblemente abiertos y muy sonrojado antes de asentir con la cabeza.
─ ¿Oh? ¿Nuevo enamorado? ─ se burló de su amiga a penas estuvieron a unos metros.
─ Cállate ─ le devolvió Ichigo molesta.
A Rukia le encantaba molestarla diciendo que enamoraba a aliados y enemigos por igual, aunque Ichigo creía firmemente que era una mentira total, nunca nadie la había invitado a salir y no había visto a nadie portarse como idiota frente a ella (no como Renji cuando estaba frente a Rukia).
Rukia conocía los pensamientos de su amiga, o al menos una gran parte de ellos, pero también veía cosas que Ichigo decidía ignorar. Como la forma en la que varios compañeros de curso humanos la miraban, en especial el último año, muchos se quedaban embobados mirándola, en especial cuando estaba sonreía o cuando todos la miraban libremente cuando jugaba futbol u otros deportes. Tampoco conocía los rumores que corrían por la sociedad de almas. En realidad, había escuchado que muchos shinigamis masculinos sentían algo más admiración por ella, ya fuera por su fuerza en el campo de batalla o por su belleza, pero no se sentían con el valor suficiente como para invitarla a salir. Quizás Ichigo aún era muy joven, pero solía ignorar completamente su propia belleza.
De forma tácita, decidieron caminar hasta la mansión, en vez de usar el paso rápido para llegar a ella en forma casi instantánea.
─ ¿En serio Byakuya no tiene problemas en que me quede con ustedes? ─ preguntó Ichigo desconfiada. Es verdad que durante el último tiempo su interacción con él se podía definir como casi amigable, pero le parecía raro que la recibiera tan amablemente.
─Nii-sama está de acuerdo, creo que es su forma de agradecer tu contribución en la guerra ─ el ambiente se volvió levemente pesado ante la mención de la guerra, para Rukia aún estaba muy presente la muerte de Ukitake, y también la de muchos otros Shinigamis a los que Ichigo no conocía.
A medida que pasaban por las calles del Sereitei, recibieron muchas miradas de los transeúntes, más Ichigo que Rukia, pero ambas las estaban ignorando de manera espléndida.
Dejaron de lado la charla pesada y se concentraron en charla banal, simplemente comentando cómo iban las reparaciones dentro del Sereitei y cómo había avanzado la investigación de Urahara en la creación de un dispositivo que le permitiera a Ichigo comunicarse con sus hermanas en Karakura, un dispositivo que no significara una pantalla espeluznante del tamaño de una pared completa instalada en uno de los cuartos de su casa en Karakura.
Estaban entretenidas conversando cuando Matsumoto Apareció de la nada al lado de ellas con su vibrante energía.
─ Ichigo, supe que te quedarás aquí en el futuro previsible ─ dijo Rankiku con una gran sonrisa ─ ¿Cuándo será la fiesta?
─ ¿Qué fiesta? ─ preguntó Ichigo desconcertada.
─ Tu fiesta de bienvenida por supuesto ─ dijo Rankiku como si fuera algo obvio.
─ Ni de coña ─ dijo Ichigo aterrada, luego tomo la mano de Rukia y desapareció de ahí
─ ¿Qué diablos Ichigo? ─ preguntó Rukia desconcertada cuando se detuvieron a unos metros de la mansión.
─ Desde que cumplí dieciocho Rankiku está buscando una escusa para emborracharme ─ dijo Ichigo un poco molesta y algo avergonzada ─, y eso es algo que no quiero hacer.
Rukia simplemente puso los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza.
─Nii-sama está en el cuartel de la sexta, volverá cerca de la hora de la cena, y entonces podremos comer los tres juntos ─ Ichigo asintió con la cabeza mientras escuchaba, en eso se acercó a ellas una mujer que lucía en sus veintes e hizo una reverencia hacia ellas ─. Esta es Kana-san, será quien esté encargada de atenderte durante tu estancia, si necesitas algo, pídeselo ─ dijo a modo de presentación.
─Le mostraré su habitación, Kurosaki-sama ─ Ichigo se sintió un poco incómoda ante la manera tan formal de dirigirse a ella.
─Por favor muestreme el camino ─ dijo cortésmente─, y le ruego que no se dirija a mí co.n "sama"
─Sí, Kurosaki-sama ─ respondió Kana con otra reverencia.
Rukia sonrió ante eso, viendo cómo Ichigo suspiraba decepcionada, pero sabiendo perfectamente que nadie que trabajara para la familia Kuchiki se atrevería a ser descortés con un invitado de la familia.
La habitación de Ichigo estaba ubicada en el área principal de la mansión, por lo que dijo Kana, su habitación se encontraba justo al lado de la de Rukia y al frente de la de Byakuya. Había escuchado de Rukia que antes estaba en una habitación más alejada, pero que después de ser ascendida a teniente se había cambiado de habitación.
Ichigo no entendía completamente, pero si había algún requisito para dormir en un área específica de la casa, ella no sabía cuál era ese requisito.
Ocupó el resto de la tarde en desempacar su maleta, bufó un poco divertido al darse cuenta de que habían empacado todos los vestidos que tenían, es decir tres, que habían sido regalos de su padre e Ishida. También estaban los dos kimonos que usaba para ocasiones especiales, pero el resto de ropa eran jeans y camisetas de uso diario, lo que la hizo preguntarse si podría usar algo de eso en la sociedad de almas.
Cuando se acercaba la hora de la cena Kana-san se acercó a buscarla y llevarla al comedor, donde se realizaría la cena.
Aún no sabía muy bien cómo se adaptaría en vivir aquí, pero siguió la corriente, al final del día estaba con los hermanos Kuchiki, y eran dos de las personas más confiables que conocía.
Inicio lento, pero quiero hacerlo un poco creíble y no tan Disney.
