Gracias, Yani, por ayudarme a betear el capítulo.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 8

Cuatro años antes…

La sensación extraña que se produjo en mi interior después del primer aniversario de su desaparición, me provocó miedo. No quería que fuese resignación porque nunca me podría resignar a vivir sin Bella.

Pero sabía que algo había ocurrido después de esa visita. Tal vez el vacío emocional al final había hecho mella en mi interior y solo estaba viviendo por vivir, como una hoja seca que cae de la rama después de cumplir su ciclo, podría decirse que ese era yo.

El viaje a Brasil fue relativamente corto.

Mis hijos necesitaban estar en ese lugar y descubrir con sus ojos el último recorrido que tuve con su madre. Hubo emoción, nostalgia y muchas lágrimas. También una promesa de que cada año regresaríamos a encontrarnos los cuatro.

Les presenté a Kaure y Gustavo. Ellos se conmovieron tanto con mis hijos que nos fue difícil despedirnos para volver a casa.

Al llegar a Seattle estaba convencido de que debía ser un mejor padre. Escuché los consejos de mi madre y el lunes por la mañana llegué al consultorio de la doctora Clearwater.

―Soy Leah Clearwater, seré la psicóloga de los niños.

Saludé de mano a la mujer frente a mí.

―Edward Cullen ―murmuré―. Mi madre me dijo que vendrían dos veces por semana, ¿es necesario?

La mujer me miró por algunos segundos antes de asentir.

―Los días serán lunes y jueves, dependiendo de su avance tal vez nos quedemos con un día por semana y lo dejaré a su disponibilidad ―me explicó.

Hice un movimiento con la cabeza y mi vista fue hacia mis niños.

―Estaré aquí esperando por ustedes.

―Señor Cullen ―habló la psicóloga―. La persona que hizo la cita pidió asistencia para usted, dijo que necesitaba ayuda y que vendría a sesiones junto con los niños.

Pasé una mano por mi pelo, tirando despistadamente de las hebras. Me exasperaba que mi madre quisiera imponerse siempre.

―No estoy listo aún ―articulé―. Prefiero quedarme en la sala de espera.

Sam se abrazó a mis piernas y elevó su rostro temeroso.

―No quiero, papi. No me gusta.

―Yo estaré contigo, dame la mano. ―Amy lo reconfortó como la buena hermana que era.

Me puse a su altura, acuclillándome frente a los dos. Pasé mis dedos por sus pequeñas narices y les sonreí.

―Es solo una charla, no es nada malo. ―Buscaba las palabras más simples para que ambos entendieran―. Yo les espero aquí, no iré a ningún lado. Lo prometo.

Ese día en el consultorio fue el comienzo de una serie de sesiones interminables para ellos, pero esperanzador para mí.

.

.

Tres años antes…

Fue otro año difícil.

En mi cabeza no registré qué tan rápido pasaron los meses, semanas y días. Fue hasta el cumpleaños siete de mis hijos que caí en cuenta de que pronto sería otro año más sin mi Bella.

Si pudiera hacer un resumen de estos dos años diría que me había volcado por completo hacia mis hijos y trabajo. Nada más.

―Edward, llevo rato hablándote.

Giré la cabeza hacia James. Miré el reloj de la pared y deseé estar en casa junto a mis niños.

―Lo siento, no te escuché.

―Anoche los estuvimos esperando en casa de tus padres, queríamos saber cómo les fue en su viaje a Brasil. ¿Cómo se sintieron los niños al volver de nuevo ahí?

Miré fijo sus ojos azules. Mis hombros se elevaron un poco por algunos instantes.

―No me gusta que los interroguen. Y ustedes no parecen entender que son muy pequeños para llenarlos de preguntas incómodas.

―Entiendo.

―No, no lo entienden.

James exhaló ruidosamente. Aproveché para cerrar la laptop y guardarla en el maletín.

―Han pasado dos años, Edward. Dos años que llevas castigándote, porque siento que te culpas por lo que pasó. Puedo comprender lo difícil que está siendo para ti este proceso, pero no estoy de acuerdo en lo que te has convertido. Has cambiado por completo, te has convertido en un hombre amargado que es incapaz de sonreír por educación.

―James, por favor.

―No, Edward. No quiero callarme más; es doloroso ver que el hombre más alegre que conocí a duras penas pueda hablar en monosílabos.

―No tengo ninguna razón para estar feliz.

―La tienes, estás vivo y tienes a tus hijos contigo. Entonces, disfruta tu vida con ellos, con los que te queremos, porque al paso que vas terminarás más solo de lo que estás. Alejaste de ti a tus amigos, siendo que solo querían apoyarte. No volviste a salir, a beber una cerveza, ni siquiera quisiste contarnos tu sentir. Nada. Simplemente decidiste alejarte como si tuviésemos la culpa de lo ocurrido.

Me incorporé de mala gana, incluso las patas de la silla hicieron un ruido estruendoso al rasparse contra el piso de madera.

James era un sujeto agradable y alguna vez lo consideré un buen amigo. En la actualidad no sabía cómo sentirme al trabajar juntos, pues él apoyaba todo lo que decía mi familia.

Suponía que al estar casado con mi hermana siempre estaba de lado de ellos.

Formaba parte de todos los que me hacían comentarios que yo no deseaba escuchar.

―Debo ir por los niños ―dije secamente y zanjando el tema.

―Lamento el hombre en el que te convertiste. No es justo, Edward.

Le sostuve la mirada.

―La vida nunca es justa ―espeté.

.

Al llegar a casa bajé del auto e hice el recorrido habitual que hacía por el jardín de los Swan hacia la entrada.

Renée me esperaba en la puerta, su semblante denotaba preocupación que no pasó desapercibido para mí.

―Renée, ¿estás bien?

Ella negó, siempre manteniendo sus brazos cruzados. No iba a describir su demacrado semblante ya que seguramente era igual al mío.

―Hijo, de verdad no quiero problemas con tus padres. Ellos siempre nos han tratado bien, solo que… entiendo su molestia.

―¿Qué pasó?

―Se llevaron a los niños.

―¿Por qué lo permitiste?

―Porque son tus padres, Edward. Y no está bien que estés alejándote, al final ellos también desean que estés bien junto con los niños.

―Estoy cansado de que todos opinen sobre mi vida.

―Entiendo tu molestia, sin embargo, no comparto tu opinión. Tus padres están realmente preocupados por ti, así como nosotros también lo estamos.

Desvié la mirada hacia los altos pinos. El verano estaba por acabar y mis niños volverían a clases para iniciar otro ciclo escolar, mientras tanto Bella seguía sin aparecer.

No había ninguna noticia sobre ella. Nada. Ni la mínima esperanza de saber de su paradero.

―¿No la extrañas?

Los ojos de Renée se llenaron de lágrimas. Pocas veces tocábamos el tema, éramos Charlie y yo quienes más hablábamos de Bella. Pero ¿y ella? ¿Era tan fuerte como parecía ser?

―La extraño cada día de mi vida. ―Su voz se apagó―. Y ruego que aparezca antes de que sea tarde para mí, quiero abrazarla por última vez y ver sus hermosos ojos una vez más.

Con dedos temblorosos limpió sus lágrimas.

―Entonces no puedes estar de acuerdo con ellos ―le dije―, mis padres quieren que la olvide y no puedo hacerlo.

Renée abrió la boca, la había dejado sin palabras.

Era cruel ser honesto. Sin embargo, no podía seguir ocultando la verdadera razón de por qué me alejaba de ellos.

Conocía a mis padres lo suficiente como para adivinar que se habían desquitado con los Swan y no sería la primera vez que lo hicieran.

Sin despedirme, di media vuelta y me encontré con Charlie en el camino.

―¿Te contó Renée que tus padres nos exigieron alejarnos de ustedes? Tal vez es…

―Ni siquiera lo digas ―me atreví a interrumpirlo―. Ustedes son como unos padres para mí y no puedo permitir que los dañen.

Desanimado seguí mi camino hacia el coche.

.

―¿Por qué recogiste a los niños de casa de mis suegros? ―pregunté directamente a mi madre cuando entré a su casa. Ella y Carlisle estaban en la sala de estar, bebiendo café.

―No vengas a levantar la voz, Edward ―exigió papá―. Si fuimos por los niños es porque sabemos que es la única forma de verlos. Te recuerdo que tú ya no vienes a esta casa.

Resoplé.

―¿Por qué demonios fueron a decirles cosas? ―Quise saber―. ¿Por qué ensañarse con las únicas dos personas que más me han ayudado? ¿Por qué tienen que opinar y pedirles que se alejen de nosotros? Ellos son los padres de Bella, los abuelos de mis hijos.

―Nosotros somos tus padres, Edward, y también somos abuelos de los niños. En cambio a nosotros nos has sacado de tu vida por culpa de ellos ―vociferó Esme al borde de las lágrimas―. Han pasado dos largos años desde el accidente, hijo. Y lo único que ellos han hecho es envolverte en su miseria.

―Madre, por Dios. ¿De qué hablas?

―¡En que debes olvidarte de Bella! ―exclamó mamá―. Necesitas escuchar a la psicóloga y aceptar que Bella ya no está en este mundo, ¡no está y no volverá jamás!

Me restregué las manos en el rostro.

―¡Tú y la psicóloga pueden irse al demonio! ―espeté.

Ese día fue la última vez que los vi, nunca más volví a su casa. Hasta que una madrugada me despertó una llamada de mi padre.

Edward, hijo. Tu madre sufrió un accidente, estamos en el hospital.


Hola, no se desanimen con la historia solo sean pacientes. Este capítulo muestra la desunión familiar que ocurrió con los Cullen y Swan. Edward es un adulto, sin embargo sus padres están aferrados con que de vuelta a la página y olvide a Bella, obviamente es por ello que Edward se molesta.

Infinitas gracias por sus comentarios: jupy, miop, sandy56, Verónica, Isis Janet, Pepita GY, Verónica, Gabby352, Valeria Sinai Cullen, Daniela Masen, angi marie cullen, Torrespera172 (que todo mejore Perita mucho ánimo y recibe un abrazo), Lore562, ALBANIDIA, Patty, PaolaValencia, nataliastewart, Cassandra Cantu, Wenday14, Adriana Molina, Adriana Ruiz, Noriitha, Coni Salinas Ríos, Maryluna, Diannita Robles, Smedina, Andrea, Dulce Carolina, Cary, Antonella Masen, Lili Cullen-Swan, rociolujan, Car Cullen Stewart Pattinson, Adyel, Flor McCarty-Cullen, Rosemarie28, saraipineda44, Kasslpz si me faltó un nombre, háganme saber.

Gracias totales por leer 💚