Caspar tardó más de un minuto en volver a hablar aunque no dejó de observar a Harry con intensidad.

—Antes que nada debes entender que es de vital importancia que actuemos con absoluta cautela.

Harry sintió, una vez más, un tirón en sus tripas.

Estaba teniendo un déjà vu. Se vio a sí mismo en Hogwarts, en el despacho de Dumbledore, mientras su antiguo director le conminaba a actuar con cuidado. Daba igual si la conversación versaba sobre horrocruxes, sobre el Torneo de los Tres Magos, sobre el regreso de Voldemort…siempre acaba igual, con Harry metido en problemas hasta las orejas y saliendo de ellos de casualidad.

Asintió con seriedad, no en vano tenía casi veinticinco años y hacía tiempo que había dejado el colegio atrás.

—Kingsley me ha dado carta blanca para dirigir esto. La situación en la que nos encontramos va más allá de la Oficina de Aurores y del Servicio Secreto, se trata de seguridad nacional. Mi trabajo es conocer a todos y el Ministro me ha encomendado formar un equipo que me ayude a solucionar esto cuanto antes —le señaló con el índice —tú eres el primero.

Harry volvió a asentir porque no creía que fuera una pregunta sino la constatación de un hecho.

—¿Quién más?

—Hermione Granger —alzó una ceja sin dejar de mirar a Harry —es lista, posiblemente la bruja más inteligente de las últimas generaciones, además es una heroína de guerra, como tú —sonrió con ironía —miembro del trío dorado, no podría no tenerla en cuenta. Además me atrevería a apostar que será la siguiente Ministra de Magia.

Harry estuvo tentado de decir que no iba a meter a Hermione en aquello, no si era tan peligroso como parecía a simple vista, pero sabía que ella querría estar allí y además, era lo bastante sincero consigo mismo para saber que, con Hermione, sus posibilidades de éxito se elevaban considerablemente.

—Puedes contar con ella.

—Perfecto. Al menos uno de mis chicos estará con nosotros y necesitaremos un Inefable.

—Theodore Nott —respondió Harry sin dudar.

—Me gusta como piensas, Potter —rió Caspar sacando un pergamino con el expediente de Nott.

—Es uno de los mejores —se colocó las gafas suprimiendo una sonrisa —claro que, son solo… rumores, ya sabes, suposiciones nada más.

—Claro porque ¿Cómo ibas a saber tú acerca de su trabajo?

Harry carraspeó.

—Exacto.

Loughty rió bajito.

—Bien, que te parece si nos reunimos en ¿Digamos treinta minutos? Ve a por Granger y yo mandaré a buscar a Nott. Preferiría no tener que repetir esto más de una vez. Necesitamos encontrar un lugar seguro, no quiero que nadie de la SISA sepa lo que está ocurriendo.

—Pues entonces no podemos reunirnos en el Ministerio —Harry negó con la cabeza — sois la Agencia de Inteligencia de Gran Bretaña ¿No crees que no harían bien su trabajo si no lo averiguaran rápido?

—Siempre podemos ir a Hogwarts. Minerva nos abriría las puertas, no hay lugar más seguro que el castillo.

Harry tenía serias dudas al respecto pero prefirió callar.

—Creo que sería mejor si no ponemos en peligro a los estudiantes. Deberíamos ir a mi casa. No es fácil llegar hasta allí sin estar acompañado y sabe Dios que ha sido testigo de muchas cosas. Avisaré a Hermione e iré yo mismo a por Nott. Habla con Kingsley, él puede llevaros a ti y a tu agente y nos reuniremos en media hora.

—Perfecto.

Quince minutos después Harry entraba al despacho de Hermione acompañado de Nott.

—¿Harry? —ella levantó la vista de la documentación que estaba revisando y frunció el ceño —Hola Theo.

—Hermione —respondió el inefable con media sonrisa.

—¿Ocurre algo?

—Tenemos que irnos. Te lo contaré por el camino.

Harry se dio cuenta de lo mucho que le estaba costando a su amiga no preguntar, pero por suerte comprendió su gesto silencioso y asintió levantándose de su silla.

—¿Me llevo el abrigo?

—Llévate todo.

Theodore cogió la prenda del perchero y se la ofreció para que metiera los brazos por las mangas. Hermione solo sonrió, acostumbrada como estaba a las muestras de caballerosidad que mostraba siempre el antiguo Sytherin.
Era curioso cómo habían terminado siendo amigos en los últimos años, pero hacía tiempo que no concebía su vida sin la presencia de Theo en ella.

—¿Tienes idea de qué va esto? —preguntó en un susurro usando su varita para recoger su escritorio.

Theo negó con la cabeza en silencio.

—Sé lo mismo que tú.

—Escuchad —Harry se giró para mirarles echando un vistazo por encima del hombro para escanear el pasillo.

—Harry ¿Estás bien? Te noto un poco nervioso.

Él carraspeó sintiendo el sudor bajando por su espalda. Ahora recordaba el por qué había rechazado la propuesta de Loughty años atrás. Harry era un buen auror, pero jamás sería un buen agente secreto.

Se retiró el cuello de la túnica de la garganta.

—Quiero que Theo y tú vayáis a mi casa. Salid juntos del Ministerio, como si estuvierais en una cita o algo así.

Los otros se miraron sin comprender.

—Está bien, da igual, solo salid juntos como si nada e id a mi casa cuanto antes, nos veremos ahí.

Se fue del despacho con paso ligero y les dejó allí plantados mirándose sin saber muy bien qué hacer.

—Está bien. Hace tiempo que decidí dejar de cuestionar la lógica de los leones —murmuró Theo ofreciendo su brazo a Hermione.

—Yo soy de Gryffindor, Theo ¿Recuerdas?

Él sonrió con suficiencia.

—Por pura casualidad, no me cabe duda. Ambos sabemos que deberías haber ido a Ravenclaw. Blaise y yo siempre hemos tenido la teoría de que el Sombrero Seleccionador te mandó a Gryffindor solo para que Potter y Weasley salieran con vida de Hogwarts,

—¡Theo! —ella rió bajito —no seas malo.

—Vale—dijo con un suspiro —me portaré bien. Vamos al Atrio, si te parece usaremos una de las chimeneas para ir hasta la casa de Potter y resolver este misterio.

—Como en una cita, Theo, no lo olvides, así que ¿Dónde me llevarás?

Él la miró de soslayo con una pequeña sonrisa ladeada curvando sus labios.

—Un traslador a Roma —replicó son seriedad, como si estuviera pensando en ello y analizando las posibilidades — hay un pequeño restaurante en la parte mágica de la ciudad que se llama Settimo cielo que no solo tiene una pasta cacio e pepe increíble sino que tiene unas vistas espectaculares al Castel de Sant´Angelo.

—Vaya, suena… fantástico, en verdad —Hermione rió — ¿Tienen helados? Porque he oído que los helados italianos son maravillosos.

—Siempre podríamos pasear por la Roma muggle después, ir a ver el Panteón iluminado o la Fontana de Trevi. Las heladerías Venchi son muy buenas.

—¿Has estado en Roma muchas veces?

—Unas cuantas —respondió con un ligero encogimiento de hombros —es una hermosa ciudad. La magnificencia del Coliseo y los foros es incuestionable, se respira la Historia Antigua en cada una de sus calles. Pero ver el atardecer sobre el puente de Sant´Angelo, caminar por la noche en el Trastévere o pasear por la Villa Borghese… cada rincón de Roma es fascinante.

—Vaya Theo, eres todo un romántico —dijo sonriendo cuando llegaron por fin al Atrio.

Le escuchó murmurar algo entre dientes pero no llegó a entenderlo y no tuvo tiempo de preguntar.

—¿Vamos juntos?

—Claro —respondió Hermione entrando con él a la chimenea.

Cuando llegaron a Grinmauld Place, pudieron escuchar las conversaciones que llegaban desde la cocina y, antes de poder dar un paso en aquella dirección, la puerta de la entrada se abrió y escucharon a Harry andar por el pasillo.

Se encontraron a mitad de camino y Hermione y él se contemplaron en silencio, paralizados en el vano de la puerta del salón.

—Harry —la voz de ella era apenas un susurro —pasa algo ¿Verdad? Es como volver atrás —dijo aferrándole de la mano como había hecho cientos de veces en el pasado —casi me da miedo entrar por esa puerta y ver a la Orden al completo.

Harry solo suspiró.

—Ojalá —murmuró deseando poder encontrar en la cocina a Sirius, Fred, Remus, Tonks y Ojoloco. Se irguió, sabiendo que sus amigos, como dijo su padrino mucho tiempo atrás, estaban con él en el corazón, que era el único lugar en el que les encontraría —vamos.

Hermione fue tras Harry sin soltarle y agradeció poder sentir la mano de Theo en la parte baja de su espalda en señal de silencioso apoyo.

Podía escuchar la voz profunda de Kingsley algo apagada por el ruido de los platos y cubiertos que seguramente estaban lavándose en el fregadero.

—¿Estás seguro de esto, Caspar?

Ella abrió los ojos como platos. Reconocería aquella voz, con esa cadencia tan particular y esa forma de arrastrar las palabras en cualquier lugar del mundo.

—¿Malfoy? —susurró apretando la mano de Harry —¿Qué está haciendo Malfoy aquí?

Pudo sentir que la tensión también recorría a Theo un segundo antes de que los tres entraran a la cocina.

Le vio nada más entrar, de pie, cerca de la entrada a la despensa, cobijado entre las sombras.

—Vaya —aquella voz de nuevo, siseante, como la de un ofidio —¿Así que ahora habéis cambiado a Weasley por Nott? Que… interesante, aunque es un movimiento inteligente, la verdad.

Hermione no había vuelto a ver a Draco Malfoy en persona desde el día de los juicios cuando ella, Ron y Harry fueron a testificar en su favor.

Había cambiado.

Aunque no era un cambio físico en realidad. Tenía el mismo pelo rubio, casi albino, un poco más largo y despeinado, con un corte desenfadado que dejaba atrás el clásico que solía llevar en el colegio.

Sus ojos grises, astutos e inquisitivos, se clavaron en ellos con atención y, aunque continuaban siendo fríos y poco amables, Hermione se dio cuenta de que ya no había odio o desagrado en ellos.

Era el mismo, sí, pero a la vez tenía algo distinto en él. Pensó que podría ser madurez, hasta que abrió la boca de nuevo.

—¿Así que la sabelotodo forma parte del grupo, Caspar? —sus labios finos se curvaron en una sonrisa irónica —no sé cómo no me lo imaginé.

Ella resopló, puso los ojos en blanco y se acercó a la mesa.

—Hola Kingsley.

—Hermione —sonrió el Ministro —Theodore —señaló al otro hombre que estaba sentado y recostado en una de las sillas —él es Caspar Loughty.

Ambos chicos le miraron sin comprender.

—Creo que será mejor que empecemos por el principio —dijo el aludido —soy el Director de la SISA —sonrió con una sonrisa amplia y amigable que hizo que Hermione sonriera en respuesta.

De alguna manera, Loughty le recordaba a Viktor, aunque era algo más mayor y bastante más atractivo.

—¿SISA? —preguntó Theo entrecerrando los ojos.

—¿De veras? —Hermione parpadeó saliendo del ligero trance y pasó la mirada por los presentes con evidente asombro —¿Así como el SIS muggle? —preguntó sin poder evitar abrir los ojos desorbitadamente —¿Kingsley?

—Algo así

—Vaya —ella soltó una risa seca —¿Servicio de Inteligencia? ¿En serio?

—Y por eso está ella aquí —replicó Loughty riendo y mirando a Malfoy.

Él solo puso los ojos en blanco.

—Lo que no entiendo es por qué está él —murmuró Hermione en voz baja.

—Es uno de mis chicos, el mejor, de hecho.

—¿Tú? —la voz de Hermione sonó tan sorprendida que fue casi cómica —¿Trabajando para el Servicio de Inteligencia? Bueno, no, he planteado mal la pregunta, más bien sería ¿Tú, trabajando?

—Ja, ja, madura, Granger —replicó Malfoy entrecerrando los ojos.

—Bien, niños —Kingsley carraspeó aunque Loughty parecía divertido con ese enfrentamiento infantil —He pedido a Caspar que organice un equipo para investigar ciertos… problemas que han surgido últimamente.

—Esto no me gusta —murmuró Theo.

—Bienvenido a mi mundo —replicó Harry con un suspiro de pesar.

—Malfoy —empezó diciendo Caspar —trabaja para el SISA desde que terminó la guerra. Bueno, sería más exacto decir que lleva conmigo cuatro años, ya que los dos primeros fueron de entrenamiento. Él y sus compañeros han trabajado con Potter en la búsqueda de los mortífagos desaparecidos gracias a la… ayuda que su padre, Lucius Malfoy, ha estado prestando al Ministerio.

Hermione miró a Harry, quien parecía contrito.

—¿Tú lo sabías, verdad? Todo esto.

—Sí.

—Intenté reclutar a Potter cuando entró en el entrenamiento de auror, pero le resultó… poco atractivo trabajar en un departamento tan… misterioso —rió sólo de su propia broma —no obstante decidimos mantener el contacto, por el bien común.

—Es importante que sepáis —intervino el Ministro —que el departamento es alto secreto. Nadie en el Ministerio, salvo Harry y yo, sabe de la existencia del SISA.

—¿Nadie?

—Nadie salvo los que trabajan allí, por supuesto. Y así debe continuar.

—Al igual que la existencia de este… pequeño grupo—siguió diciendo Loughty — ni siquiera tus compañeros —dijo a mirando fijamente a Malfoy quién asintió con brusquedad —su equipo —dijo señalando de nuevo a Draco — ha pasado meses detrás de Augustus Rockewood.

—¿Así que los griegos, eh? —Hermione alzó una ceja en dirección a Harry y él se sonrojó.

—Podréis ver el interrogatorio en el pensadero después —continuó Caspar dejando un pequeño frasco sobre la mesa — y leer el informe —señaló una carpeta llena de papeles —después si tú quieres, Harry, podrás realizar tus propias preguntas al detenido, aunque no sé si servirá de algo.

Abrió la carpeta, sacó un pergamino y señaló con un dedo un dibujo a lápiz que llenaba toda la superficie de la hoja. Los demás se acercaron un poco más para contemplar la imagen.

—Esto es el báculo de Asclepio. ¿Habéis oído hablar de él?

—Sí —respondió Hermione.

—¿Por qué será que no me sorprende?—masculló Malfoy en un siseo poniendo los ojos en blanco.

Ella le miró con dureza y levantó la barbilla en un gesto que él había visto miles de veces en Hogwarts.

—El báculo de Asclepio, también llamada vara de Esculapio está relacionado con la curación. Es un bastón con una serpiente enrollada que representa al dios que, en la mitología, usaba el báculo para curar todas las enfermedades —Caspar le hizo una seña para que continuara y, para sorpresa de nadie, ella siguió hablando —Para los griegos, el dios Asclepio era hijo de Apolo y una mortal que fue criado por el centauro Quirón quién le formó en las artes de la medicina. Como humano tuvo mucho poder, tanto que, según dicen, llegó a resucitar a los muertos —señaló el báculo —el mito cuenta que Zeus lo mandó asesinar e hizo que la vara tuviera únicamente poderes sanadores ya que consideraba muy peligroso que se resucitara a los mortales. Apolo se enfadó mucho y consiguió que Asclepio llegara al Olimpo y se convirtiera en un dios.

—¿Por qué no te ofrecí un puesto en mi unidad? —preguntó Caspar después del silencio que siguió a la disertación de la bruja.

—Porque te lo prohibí —acotó Kingsley.

—Cierto —suspiró y apoyó los brazos sobre la mesa —en fin, como ha dicho Granger, el mito cuenta que el báculo tiene el poder de la sanación y la resurrección de los muertos. Pero no debemos olvidar que es un mito muggle —arqueó una ceja y les observó a todos, uno por uno —como siempre, los muggles tienen tendencia a crear mitos, leyendas y cuentos de hadas que, aunque no lo crean, se basan en algo real… algo que, en muchas ocasiones, tiene que ver con nuestro mundo.

—Oh Dios mío —susurró Hermione —el báculo existe ¿No?

—Sí —respondió Caspar —hace un tiempo, Malfoy y sus compañeros supieron que Rockewood estaba detrás de la vara.

—¿Rockewood? —preguntó Nott que no había hablado hasta el momento —perdona pero Augustus Rockewood debe tener parte de troll ¿Por qué iba él a buscar el báculo? Ni siquiera creo que sepa que báculo es sinónimo de bastón.

—Tienes razón —intervino Malfoy —decir que es poco inteligente es un eufemismo, pero no está solo.

—¿Con quién está?

—Si lo supiéramos no habríamos llegado hasta aquí —masculló el rubio —mi padre cree que Rockwood, Rodolphus Lestrange e Igor Karkarov fueron enviados por el Señor Tenebroso a buscar el báculo durante la Primera Guerra Mágica. Es posible que hayan continuado la búsqueda después —se encogió de hombros —pero cuando seguimos la pista de Rockwood encontramos esto —señaló la imagen —además aun hay mortífagos desaparecidos que posiblemente se estén reagrupando y no todos tienen la capacidad mental de un chizpurfle.

—¿Mortífagos como tú? —preguntó Nott apretando los dientes.

—Vaya, Theo —siseó Draco entrecerrando los ojos y mirando a su antiguo compañero —no esperaba tanta hipocresía de tu parte. Recuerdo cuando, no hace tanto tiempo, estuviste a punto de terminar con esto —espetó levantando la manga de su túnica para mostrar la desvaída imagen de la Marca Tenebrosa —igual que yo.

—La diferencia está en que yo nunca la quise —respondió Theo con una sonrisa sin humor levantándose de la silla y apoyando las palmas sobre la mesa —nunca tuve las mismas ideas racistas y retrógradas que tú y además, me quedé a luchar en la batalla de la que tú huiste.

Malfoy tragó saliva, único gesto que delató que aquellas palabras le habían afectado, pero un segundo después su rostro era una máscara de frío sarcasmo.

—San Nott — sonrió —ahora entiendo que estés ahí con San Potter y Santa Granger —bufó con indiferencia y se apoyó en la pared haciendo un gesto displicente con la mano —sea como sea, ese no es el motivo por el que estamos aquí ¿Verdad? El problema es que el báculo existe y que creemos que, si no lo han encontrado ya, están cerca de hacerlo. Conseguimos seguirles la pista hasta Atenas pero no hemos llegado a investigar allí porque al llegar al piso franco que tenían encontramos a Rockewood medio desmemorizado y lo trajimos aquí.

—Ese será el primer paso —continuó Loughty —necesitamos saber qué ocurrió en Atenas y por qué Augustus estaba allí.

—Es posible que eso nos lleve hasta el báculo —acotó Malfoy.

—Eso si no lo tienen ya ¿No? —dijo Harry frotándose la cicatriz —si lo tienen ¿Cuál es el plan?

—No hay plan —respondió Malfoy apretando las mandíbulas —si está en su poder —dijo alzando brevemente las cejas en una mueca —tenemos un problema.

—¿Tenéis información veraz sobre el báculo? —preguntó Hermione con su pragmatismo habitual —hasta estar seguros de si lo tienen o no, lo mejor que podemos hacer es investigar y estar preparados ¿Por qué lo buscan? ¿Qué poder tiene? ¿Es cierto que puede resucitar a los muertos? —se estremeció solo de pensarlo —y si es así ¿Funciona como un horrocrux? ¿Es capaz de revivir a un mortal completamente o volverían del modo en que lo hacen los inferi?

—Bueno, no tenemos demasiada información al respecto… —comenzó a decir Loughty

Hermione bufó con incredulidad y el hombre no pudo evitar sonreír, poco habituado a que una mujer, y menos una tan pequeña y joven, le bufara en la cara.

—Lo siento, pero ¿Es que no tienes a nadie investigando esto? ¿En serio?

Él sonrió más ampliamente.

—Sí, a ti.

Ella sacudió la cabeza y se cruzó de brazos.

—¿Y qué habéis hecho? ¿Ir cómo los locos buscando un báculo del que solo tenéis un dibujo y la información de wikipedia?

—¿Wiki qué? —preguntó Malfoy mirándola como si hablara en pársel.

—Es una enciclopedia digital que está en internet desde hace tres años más o menos.

—¿Inter qué? —volvió a preguntar.

—En serio, Malfoy —ella le contempló con disgusto —sé que Estudios Muggles nunca fue una opción para ti, pero el mundo es mucho más grande que esto —dijo señalando a su alrededor. Da igual, no es importante. Está bien, buscaré información en el Ministerio, iré a Hogwarts y…

—En mi biblioteca hay muchos libros de mi padre —terció Nott poniendo una mano sobre la de la bruja —puedo ayudarte a buscar también allí.

Malfoy miró las manos de ambos con una ceja arqueada y apretó los labios.

—Mi casa también puede ser un buen lugar —masculló sin ganas.

Hermione asintió en silencio.

—Supongo que yo estoy aquí por sí aparece el báculo —intervino Nott.

—Rompe maldiciones, Inefable del Ministerio… —Loughty ladeó la cabeza — cuando aparezca, que lo hará, llegará tu turno. Mientras ayudarás a Granger a encontrar toda la información que necesite.

—Lo que nos deja a Malfoy y a mí en Atenas —murmuró Harry sin emoción en la voz.

—¿No es fantástico, Potter? —espetó el rubio con sarcasmo mal disimulado.

—Tiene sentido —Hermione miró con cariño a su amigo —estás acostumbrado a trabajar sobre el campo y al parecer Malfoy también —sacudió la cabeza, como si le costara aún digerir que el hurón realmente trabajaba para el Departamento de Seguridad Mágica. Se mordió los labios pero, como siempre, fue incapaz de callarse — Tenía entendido que te dedicabas a viajar, a coleccionar artilugios tenebrosos y a la alquimia —entrecerró los ojos —yo diría que ese báculo sería una buena adquisición para ti viendo los intereses que tienes.

Él soltó una carcajada seca y sin humor.

—¿Me estás acusando, Granger? —entrecerró los ojos y dio unos pasos hacia ella, sonriendo cuando vio que Potter y Nott se tensaban listos para protegerla… las cosas nunca cambiaban con pelirrojo o sin él — No deberías creerte todo lo que lees —subió y bajó las cejas sin perder la sonrisa ladeada que adornaba su boca — a veces todo es humo, para poder hacer lo que tengo que hacer —perdió la sonrisa de golpe y su boca dibujó un rictus de desprecio que a Hermione le pareció que estaba más bien dirigido hacia sí mismo.

Ella frunció el ceño sintiéndose algo culpable. Era un imbécil, sí, pero posiblemente sus palabras habían estado fuera de lugar, sobre todo porque si estaba allí era porque Kingsley sabía que era de fiar. No obstante no había sido su intención acusarle en realidad.

—No trataba de acusarte, Malfoy. Apuntaba un hecho. ¿No serías capaz de moverte por ese mundo de subastas y adquisiciones? Supongo que conocerás a mucha gente, tal vez puedas encontrar cierta información…

Las cejas de Malfoy se arrugaron levemente y asintió, metiéndose las manos en los bolsillos.

—Sí —pareció relajarse un poco y volvió a apoyarse en la pared —gracias a eso pudimos llegar a Atenas, me filtraron cierta información, al parecer en el Museo de Atenas hay una muggle doctorada en Arqueología Clásica que habló sobre sus investigaciones acerca del báculo de Asclepio, obviamente sus informes son puramente arqueológicos pero el hallazgo al que hacen referencia…

—Es mágico —terminó Harry por él.

Malfoy asintió.

—Tenemos que ir a hablar con ella, con suerte estará en el Museo.

—¿Y si no está? —Hermione se mordió la uña del pulgar con nerviosismo —si Rockewood estaba allí ¿No sería prudente pensar que quien fuera que estuviera con él le desmemorizó y se llevó el báculo?

—Sinceramente, Granger —replicó él —espero que no. Jefe —dijo dirigiéndose a Caspar — ¿Qué les digo a Goldstein y a Pucey?

—Venga ya

—¿En serio?

Theo y Hermione hablaron a la vez y luego se miraron entre ellos con idénticas caras de sorpresa.

—¿Esos son tus compañeros, Malfoy? —continuó Hermione —¿Anthony Goldstein?

—¿Pucey? —Theo rió bajito — Goldstein tenía mucho cerebro pero Adrian Pucey…

—Fuerza —replicó Malfoy apretando los dientes —es fuerte, tiene mucho más valor del que debería tener una sola persona y se juega el culo a diario para mantener al mundo mágico a salvo —masculló inspirando hondo —son malditamente buenos en lo que hacen y sinceramente, preferiría estar haciendo esto con ellos.

Theo puso los ojos en blanco pero no replicó.

—Goldstein formaba parte del Ejército de Dumbledore y luchó con nosotros en la batalla de Hogwarts —dijo ella con suavidad pero con firmeza —no necesitas decirme lo bueno que es.

—Fue un gran acierto contactar con él —intervino Loughty que se estaba levantando para irse — Porpentina Scamander fue Jefa de la Oficina de Aurores en el MACUSA en los años treinta —dijo agitando un dedo hacia Hermione —antes de llamarse Scamander su apellido era Goldstein —le guiñó un ojo y sacudió la mano de Kingsley con fuerza —hablaremos en los próximos días.