¡Buenos días! Nuestra historia continúa. Espero que todos estén bien. ¡Aquí les dejo un nuevo capítulo! ¡Bendiciones!

"UNA DECISIÓN DE VIDA"

CAPÍTULO VIII

"¡Bienvenida a Lakewood, Candy!" un sonriente Anthony detuvo el vehículo en la parte de la entrada lateral de la Mansión, en un patio interno con una fuente en el centro. Era el patio donde por lo regular se descargaban las provisiones para la mansión. "Y ¡bienvenida, Dorothy!" agregó también con una sonrisa a su pasajera en el asiento de atrás. Ambas viajaban con él en su Cadillac azul.

"¡Anthony!" dijo Candy, a su lado, sin poder creer que ahora viviría bajo el mismo techo que su amado. "¿Estás seguro de que la tía abuela está de acuerdo con esto?" preguntó aún sin creerlo.

"Por supuesto, Candy, ya te lo dije." Le confirmó. "La señora Ormond, nuestra Ama de Llaves, ya las está esperando. Lamento no poderles ofrecer un día de descanso, pero la tía abuela insistió en que se incorporaran a sus funciones de inmediato." Les dijo apenado.

Candy lo vio con ternura y quiso tomar su mano, pero entonces recordó que Dorothy viajaba atrás, en el vehículo. "No tienes por qué sentirte mal, Anthony." Le dijo. "Dorothy y yo estamos muy agradecidas de que nos hayas encontrado trabajo aquí con ustedes. - ¡¿No es cierto, Dorothy?! -"

"¡Así es, joven Brower!," respondió la muchacha de cabellos rojizos feliz, "Descuide, joven, para nosotras es una alegría no regresar a la casa Legan otra vez. – ¡Disculpe! -", dijo apenada, al recordar que eran sus familiares.

"Descuida, Dorothy", le dijo el muchacho, "No podría estar más de acuerdo con eso."

"¡Qué bueno que cuando nos marchamos elegiste traerte también tus cosas, Dorothy!" Le dijo la pecosa volviéndose hacia ella. "Así no tendremos que ir por ellas hasta allá. Lo único que me entristece es no haberme podido despedir de todos. Ya ni a Mary le agradecí por recibirme en su habitación aquel día." Dijo apenada.

"No estés triste, Candy." Le dijo Anthony con ternura, también conteniéndose de tomar su mano. "Siempre podemos invitarlos a tomar una buena taza de café, podemos pedir que asistan un día en esta casa, para que puedan platicar con ellos otra vez".

"¡Es verdad, Anthony!" se alegró la rubia. "¡Eso sería maravilloso!"

Alguien carraspeó fuera del vehículo. Una señora muy elegante, de vestido negro oscuro largo y expresión altiva, los veía desde el escalón más cercano al auto, a pie de la puerta de ingreso a empleados. Ninguno de los tres la había notado.

"¡Oh!" dijo Candy, volviéndose a la portezuela para intentar abrirla.

"No, Candy, espera." Le dijo el rubio que inmediatamente abandonó el vehículo y para sorpresa de la señora Ormond él mismo fue quien caballerosamente abrió la puerta para Candy y luego la portezuela trasera a una apenada Dorothy. Ayudándolas a bajar luego sus dos maletas atadas en la parte trasera del vehículo, y algunos tanates del asiento junto a Dorothy que la misma muchacha retiró, y dio una a Candy y uno conservó ella. Las dos maletas, en especial la de Candy, las llevo Anthony antes de colocarlas en el suelo para presentarlas.

"Señora Ormond," le dijo entonces el apuesto muchacho, "le presento a las señoritas Candis White y Dorothy Smith, tal como le comentaron, estarán laborando con nosotros a partir de este día." Le confirmó.

"Sí, eso me dijo la señora Elroy." Dijo sin mucho entusiasmo la señora de cabello castaño, recogido, y modales impecables. "Les doy la bienvenida a la Mansión Andley, jovencitas, aquí como aprenderán muy pronto, notarán que las cosas se manejan de manera muy distinta a como se llevaban en la mansión Legan. Esta casa cuenta con 1 mayordomo principal y 4 menores, 5 valets, 16 mucamas - bueno, 18 mucamas ahora -, 1 cocinera y 2 chefs con sus ayudantes, sin contar al personal que maneja las caballerizas y los terrenos. Por favor, síganme, les mostraré sus habitaciones. Anthony levantó las maletas otra vez para ayudarlas.

"Joven Anthony, disculpe," le dijo cordialmente la señora de 57 años, "a partir de ahora, me corresponde a mí encargarme de las dos jovencitas."

"¿Qué?" dijo el alto joven un poco confundido "¿Eh?… sí… ¡Claro! Las dejo entonces." Dijo bajando las maletas otra vez. "Y bienvenidas nuevamente, Dorothy y Candy." Dijo el muchacho sin perder su buen ánimo. Para él era un sueño hecho realidad el tener a su pecosa finalmente segura bajo su techo.

"Muchas gracias, joven Anthony." asintieron ambas jóvenes.

"Señora Ormond." Dijo educado con un pequeño asentimiento de cabeza.

"Joven Andley." Respondió a su saludo la señora educadamente.

Y sin más dilación, el muchacho se dirigió nuevamente a su vehículo para llevarlo al garaje anexo de la mansión. Candy lo vio girar el vehículo en ese pequeño patio y al pasar cerca de ellas nuevamente, viendo que la señora Ormond y Dorothy ya habían comenzado a caminar hacia dentro de la casa, y solo Candy lo veía, el heredero Andley aprovechó para guiñarle el ojo a su bella novia, haciéndola sonrojar.

"¿Candy?" preguntó la señora Ormond desde el umbral de la puerta, asustándola. Todavía sonrojada la joven se volvió hacia su nueva jefa. "Ven." Le dijo.

"¡Sí, señora!", le dijo. Recogiendo su maleta, la joven rubia se les aproximó, subiendo la escalinata. "¡Lo siento! ¡Me distraje!" dijo Candy apenada, con su maleta blanca con líneas rojas en una mano y un pequeño tanate abrazado a ella en la otra.

"Eres algo despistada me parece." le dijo un poco molesta la señora.

"¡Sí, señora!" le dijo, "¡Que diga-…!" se sorprendió. "¡No!, ¡No, señora!" Candy se corrigió, y como era su costumbre, sacó divertida su lengua, sonriendo apenada.

La señora Ormond solo sacudió su cabeza, "Juventud…", dijo para sí, y volviéndose, comenzó a caminar. "Síganme." Les dijo, y las dirigió a ambas jóvenes a la parte trasera de la residencia, lugar donde se encontraban los aposentos de los empleados, en residencia aparte. Para maravilla de Candy y de Dorothy, las habitaciones allí tenían hasta escritorio propio con silla, y camas muy mullidas y cómodas, y ¡ambas quedaron en habitaciones vecinas!

Una de las mucamas principales fue asignada para la instrucción de ambas jovencitas en sus nuevas tareas y tras cambiarse ellas con el nuevo uniforme para las jóvenes de servicio de la mansión, su compañera senior les dio un discreto tour por la residencia y los campos e instalaciones aledañas, y luego ambas fueron asignadas a diferentes tareas dentro de la mansión.

Tres días pasaron y Anthony y Archie comenzaron a preparar su viaje con la ayuda de sus valets.

Al ir Anthony a traer a Candy y a Dorothy, aquella primera mañana al hotel y cancelar la cuenta con sus ahorros, Anthony les había comentado escuetamente a ambas durante el camino - por falta de privacidad para platicarlo solo con Candy -, respecto del viaje programado a Londres la siguiente semana, para Archie y para él. Candy intentó mantener una actitud positiva, pero escuchar la noticia de su partida sí le había afectado bastante, sin embargo, trató de no dejarlo notar esa mañana para que no se preocupara por ella. Anthony les comentó también en aquella oportunidad que cualquier inconveniente, se quedaba Stear en Chicago, y que él podría apoyarlas. Sin embargo, Anthony se sentía también incómodo con la situación. Sobre todo, porque Chicago estaba muy lejos y porque tampoco había habido noticias de Neil en los últimos días. Solo habían escuchado que la tía abuela había planificado enviar a Elisa a un Colegio de Monjas en La Florida, como interna, y que a pesar de las protestas de la pelirroja y de la intervención de su madre, la tía abuela ya la había inscrito y partiría como ellos, la siguiente semana, para incorporarse a sus estudios en aquella institución, durante los próximos 3 años. También sabían de la petición especial que la tía abuela había hecho a la madre superiora de mostrar mano dura con ella de ser necesario. Anthony no pudo protestar al castigo, al menos no la verían por un largo tiempo.

Como Stear viajaría a Chicago para realizar el encargo de George y de la tía abuela con las empresas, y tampoco estaría en Lakewood, solo en cortas visitas; discretamente, los tres muchachos les encargaron a dos de los empleados de los Legan avisaran a Stear por teléfono, a la mansión o al consorcio, si el joven moreno aparecía de vuelta en su mansión. Y a varios empleados de su confianza en la Mansión Andley les encargaron que, si lo veían en la propiedad o merodeando, avisaran igual a Stear, y le dijeran a Dorothy. Por lo pronto, no podían hacer más, pero dejarla sola los ponía a él y a sus primos mal, pero más a Anthony.

"Ya tenemos todo listo, tía abuela. Y lo que nos falte, lo compraremos allá", le dijo el elegante joven Cornwell recibiendo una taza de té de una de las mucamas, en la sala principal de la mansión. "Gracias, Betsy." Agradeció a la jovencita de negro uniforme y elegante gabacha blanca con decoración de encaje. La joven solo asintió.

"Ya di instrucciones para que la mansión de Londres esté impecable a su llegada." Dijo la estoica dama, tomando también un sorbo del delicioso té.

"Creo que Stevens irá a recibirlos a Southampton." Comentó Stear buscando con su mirada las galletas de chocolate blanco y arándanos sobre las bandejas en la mesa.

Inadvertidamente otra mucama, con su uniforme negro y gabacha blanca con vuelos, y gorrito con encaje, entró y colocó las galletas faltantes en un bien decorado plato francés de tres niveles. Stear contento tomó las que buscaba, "¡Justo a tiempo!" dijo feliz. "Gracias", y se volvió a verla "¿eh…?", y se quedó callado cuando la feliz y bella mucama rubia y de graciosas pecas le sonrió gentil.

Anthony se le había quedado viendo desde el momento en que había entrado. ¡Cielos!, ¡con ese uniforme se veía de mayor edad que antes!, más mujercita. Al notar que nadie se había dado cuenta de su desliz, por su posición junto a la tía abuela, Anthony cerró la boca y sonrió gentil. "Gracias, Candy." Dijo en nombre de su primo sorprendido, quien asintió y se apresuró a tomar un sorbo grande de su té a pesar de estar caliente y quemarse toda la garganta.

La joven rubia asintió feliz a ambos caballeros, y sin decir nada se retiró junto con la otra mucama con discreción. Anthony se volvió hacia la tía abuela que se les había quedado viendo a Archie y Stear extrañada. "Tía Abuela, quería consultarle algo…" comenzó a platicar el rubio muchacho tratando de seguir la conversación sin dejarle notar la conmoción de sus primos y la propia. Archie y Stear intercambiaron miradas cómplices y felices de ver a Candy trabajando ya con ellos, mientras Anthony continuaba distrayendo a la tía abuela con su charla sobre las carreras de Ascot en Inglaterra. Los jóvenes Cornwell siguieron tomando su té, secretamente emocionados de verla tan bella. La conversación sobre lo que podían hacer Anthony y Archie en Inglaterra se extendió, y mientras Archie comentaba sobre sus planes para el teatro e ir al Soho con su primo, Stear extendió su mano y tomó otras tres galletas de chocolate blanco y arándanos.

"Stear…" Fue lo único que dijo su tía abuela, viéndolo por la rabadilla del ojo, continuando con su conversación con Anthony. Y el contrito comensal solo tomó una galleta más y dejó las otras dos en el plato. Archie tomó una de las que quedaron inmediatamente y la mordió divertido, bajo la mirada con ceño fruncido de su hermano. Y Anthony solo sonrió divertido al tomar la última galleta, tratando de no burlarse también de su primo. Siempre se peleaban porque Stear se las comía todas y no les dejaba nada a sus primos, una querella desde pequeños que su tía abuela conocía bien.

Ya llegada la noche, tras la cena, el joven Brower no podía dormir, se sentía intranquilo y caminaba por su habitación de un lado a otro como león enjaulado. Antes de la cena la había vuelto a ver, ayudando a poner la mesa, junto a otra doncella que la instruía. Le alegraba el corazón verla de cuando en cuando y saberla a salvo, pero lo atormentaba el no poderse aproximar a ella y platicarle como antes. Tres largos días habían pasado estando tan cerca y, a la vez, tan lejos. Esa había sido la condición que les había impuesto la tía abuela a ellos y no quería - de hecho, ninguno de los tres primos lo querían - tentar su suerte llamando la atención sobre la amistad que ellos compartían con la pecosa, y disgustar a su tía, sin embargo, todo el personal ya sabía que los cuatro tenían desde más pequeños una amistad, pero discretamente, no comentaban nada a Dorothy o a Candy.

Anthony suspiró, él y Archie partirían en dos días más, y no había encontrado ningún momento oportuno para hablarle. No podía irse sin al menos tranquilizarla, y dejarle dicho con quién hablar si necesitaba ayuda. Así que decidido, colocándose una de sus largas capas negras que usaba para cabalgar, estando él todavía de traje completo, buscó algo en una gaveta de su escritorio, y luego escribió algo rápidamente en una hoja de papel membretado, y apagando la luz para que creyesen que ya estaba durmiendo, salió de su habitación con sumo sigilo.

Continuará…

¡Muchas gracias por leer! ¡Tan lindos los muchachos Andley que siempre se preocupan por su amiga Candy! Como ven, ¡finalmente la pecosa ya vive en la mansión Andley! Como sabemos, ¡todo es mejor que estar con los Legan! ¡Ji, ji, ji!

¡Gracias por sus comentarios a todos!

¡Gracias Anguie, Sharick, Guest 1, Julie-Andley-00 (¡Hola, Julie! Como ves, ya sabemos el castigo de Elisa. Al menos la señora la alejó de Candy. Ji, ji, ji! ¡Un abrazo, amiga!), Mayely leon, Guest 2, GeoMtzR (Sí, es una canción! Ji, ji, ji! ¡Un abrazo!) y Cla1969 (¡Grazie per il commento, amico!, ti rispondo per la prima volta nella tua lingua. Non so se capisci. Hee hee hee hee! Un abbraccio e sì, la vita li allontana, ma la cosa strana di questa storia è vedere Candy con gli Andley ma non adottata. Sono sempre stato incuriosito da come sarebbe stato. ¡Un abbraccio!) - Por si acaso, en español: ¡Gracias por comentar, amiga!, te contesto por primera vez en tu idioma. No sé si se entiende. Ji, ji, ji! Un abrazo y sí, la vida los distancia, pero lo extraño de esta historia es ver a Candy con los Andley pero no adoptada. Siempre me intrigó cómo se vería. ¡Un abrazo! -

Y gracias por leer a todos los que siguen la historia en silencio. Como les dije en mi historia anterior, para los que la hayan leído en silencio, ¡en silencio les mando un gran abrazo! ¡Ji, ji ji!

Muchas bendiciones a todos y ¡feliz día!

Con cariño,

lemh2001

24 de agosto de 2023

P.D. Publicaré la continuación este sábado.