Notas Iniciales: Ya no sé quienes son la parejita BDSM por excelencia, si los capitanes de Black Dragons o esta parejita hermosa.
Amokoscisia
Si algo le gustaba a Kazutora era mantener las cosas bajo su control. Ya que nunca fue capaz de controlar su pésima situación familiar, decidió intentarlo con aquello que lo rodeaba, motivo por el cual se había vuelto manipulador con las personas también a pesar de su corta edad, pues lo hacía de manera inconsciente. El día que fue arrestado su tendencia alcanzó niveles enfermizos, debido a que dentro de la correccional estaba remarcada la ley del más fuerte y del más astuto. El grande se comía al chico siempre que el indefenso no aprendiese usar las herramientas correctas en el momento idóneo. Comenzó a formar alianzas con los internos que consideraba de mayor influencia en la pequeña sociedad de delincuentes juveniles, buscando mantener amistad con quienes inspiraban respeto por la amenaza que representaban incluso para los guardias de seguridad. Así fue como fue haciéndose hábil en el ámbito, perdiendo lentamente el miedo de ser agredido por ser considerado el eslabón más débil como le ocurrió en un inicio.
En todo ese tiempo, su mejor amigo mantuvo comunicación con él, así que por este medio también solían compartir observaciones de ambos mundos y juntos elegían la decisión que consideraban apropiada; dos cabezas piensan mejor que una de cualquier modo. Tal vez la caligrafía de Baji fuese difícil de apreciar pero Hanemiya podía admirar su esfuerzo ya que cuando estaban juntos el otro no podía escribir ni su nombre correctamente.
Así fue como iniciaron su pequeño juego a distancia, en donde Kazutora premiaría con dos cartas a su amigo cuando podía leer a la perfección el mensaje que buscaba darle, o por el contrario castigarle con la ausencia de sus respuestas. Eso pareció obligar a Keisuke esforzarse estudiando kanjis, así que el prisionero sonreía orgulloso.
Conforme las fechas se escurrían, Hanemiya vertió todas sus emociones en aquellas cartas, encontrándolas como un equilibrio para su cada vez más voluble psiquis; amando que Baji se disculpara con él por cualquier tontería sin importancia, alimentando sin querer el gusto cada vez más hondo de Kazutora por influir su control en él. Cada vez estaba más pendiente que los errores que el otro pudiese cometer, pues así podría castigarle desde su celda en la correccional, ansiando entrenarlo como a un perro por medio del dolor. Nadie le había dicho que no era aquella la forma en que debía mostrar interés por alguien a quien quiere pero Kazutora estaría listo para decir que lo hacía especialmente porque lo quería que necesitaba darle su debido escarmiento.
Y cuando volvieron a verse decidió aplicarlo de esta manera, se lo hizo saber desde el inicio. ¿Lo mejor? Que Baji, su tan amado Baji Keisuke, mejor amigo y por fin pareja, estuvo de acuerdo con sus métodos y lo alentó emplearlo en él con la severidad que considerase correcta. Prometiendo ayudarle saber cuándo estaba siendo muy suave con él.
—No es suficiente, Tora —comentó Baji casi sin aliento.
El chico de largos cabellos se encontraba sin camisa contra una pared. No estaba inmovilizado, así que podía defenderse si así lo requería pero nunca fue esa su intención cuando Kazutora le decía al oído que alguna de sus temerarias acciones debía corregirse. Kazutora sabía perfectamente qué era lo mejor para él, por ello es que nunca se rebelaba a su guía.
— ¿Significa que reconoces la gravedad de tu falta? —inquirió su verdugo mientras jugueteaba con el pequeño látigo de color negro que guardaba desde su salida de la correccional para momentos como estos. Su querido Baji le había ayudado a elegirlo.
—Bueno, estuve demasiado cerca del rango de explosión, pude haberme quemado ahí.
El roce sorpresivo del extremo del mango hizo al sometido estremecerse por inercia, mientras con el mismo Kazutora procedía a dibujar garabatos en su espalda enrojecida gracias a los azotes. La espalda de Baji era una parte tan erógena para Hanemiya, pues pensaba que en esta se veía reflejada su fuerza, era la que resistía el peso de las decisiones que tomaban juntos, ya que era Baji quien nunca cedía por más presión que les atacara. Era la zona que a Kazutora le gustaba arañar cuando tenían sexo, la carne que le encantaba besar durante sus muchos juegos.
—Así es —El chico del tatuaje de tigre dio seguimiento a su conversación—, nadie negará que tienes ideas brillantes, Baji. Pero jamás tomas en cuenta tu propia seguridad. Sé que te envío a la batalla con ese propósito pero no es razón para que te arriesgues al punto que puedas perder la vida estúpidamente. Tu vida es mía. No tienes la autoridad para elegir cómo morir.
—Ya sé. ¿Podemos continuar? —Baji gruñó, impaciente.
—Aún no. Necesito esperar a que tu cuerpo se relaje, sólo de ese modo dolerá como debe.
—Entonces, ¿te molesta si cuento?
— ¿Sabes contar?
—Jódete, claro que sé. Lo que no puedo hacer bien es… multiplicar… —susurró lo último con mucha vergüenza, un detalle que al otro le hizo experimentar un poco de ternura que se vio bien reflejada en su sonrisa.
—Tienes mi permiso entonces, hasta diez.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… —El golpe que recibió fue tan cruel que por primera vez en la noche Baji se quejó, interrumpiendo abruptamente su cuenta progresiva, poniéndose rígido de pies a cabeza al instante; no se esperaba la trampa—. Maldita sea. Eso sí dolió.
— ¿Algo que decir en tu defensa?
—No puedo prometer que me alejaré del peligro, me gusta demasiado la adrenalina. ¿Por qué crees que sigo contigo? No hay muchos idiotas que se atrevan a lo que tú haces.
—Prepárate entonces para una larga sección de azotes, Kei —dijo ofreciéndole un corto pero húmedo beso en medio de sus omóplatos.
—Faltaba más.
Hanemiya alzó el látigo de nuevo para impactarlo en Baji con un movimiento fluido, el sonido creando eco por toda la habitación vacía, generándole una sensación de cruda satisfacción al portador de la herramienta del correctivo. A Kazutora le gustaba tener las cosas bajo control pero más le gustaba controlar al siempre impredecible y salvaje Keisuke.
