Notas Iniciales: Como estoy cerca de terminar este reto, me esforzaré ya que con este van 21 de los días según mis cálculos.


Máscara


Gracias a su habilidad para manejar e incrementar su riqueza personal, Kokonoi podía cumplirse todos sus caprichos materiales sin temor a malgastarlos, pues se aseguraba de administrar cada gasto de acuerdo a los intereses de la empresa que manejaba dentro de la pandilla que formaron y posteriormente por la que fueron absorbidos. Cuando algo le gustaba no dudaba conseguirlo de la mejor calidad, así que Seishu no estaba sorprendido cuando Hajime le hizo entrega de un par de máscaras con interior suave representando alguna criatura o deidad mitológica del Japón antiguo. Inui no sabía mucho de historia (lo cierto era que no le interesaba), así que sólo pudo suponer el folclor involucrando a las mismas, reduciendo su uso para espectáculos tradicionales en pueblos pequeños y remotos a la ciudad donde habitaban.

—Me encanta ver que te emociona la posibilidad de darles un uso —se burló Kokonoi, quien lo observaba desde el otro extremo del sillón con la mejilla recargada en la palma de su mano—. Y que te de ilusión colgarlos en la pared para presumirlos a nuestros futuros invitados.

Inui simplemente miró a su acompañante sin un rastro de fastidio o algún otro sentimiento, haciéndole entrega de los presuntos objetos con obvio desinterés. Hajime los recibió sin molestarse en agregar otra broma más allá de un bufido con el que consoló su decepción por no obtener la reacción esperada. Como siempre su equivalente vice-capitán era alguien difícil de sorprender. Si no lo conociera, diría que al menos le preocupaba de que el mundo pudiese terminar el día de mañana.

— ¿Por qué las compraste de todos modos? —Aunque su pregunta hubiese sido hecha por mera cortesía, Kokonoi se permitió sonreír con sinceridad.

—Pensaba que sería una bonita decoración para la casa.

—Si son tus intenciones morirte del susto, adelante.

—No son tan feas —dijo observando detenidamente la madera, pues los grabados y plumaje adornándolos estaban plagados de colores vivos.

—Son horribles.

—No lo son, a menos que creas en las maldiciones.

— ¿Compraste artículos malditos?

—Yo no dije eso. Además, como seguro te diste cuenta, también se pueden usar. ¿No quieres probarte una?

— ¿Para qué iba yo a querer ponerme una máscara?

— ¿Para mí? —se rió, inclinándose de manera sugerente hacia él. Inui lo miró con desagrado pero no expulsó una negativa. Ambos sabían que aunque se negara, Kokonoi lograría seducirlo y convencerlo de utilizar todo lo que le pidiera.

— ¿Te cansaste tan rápido de ver mi cara que decidiste buscar una forma extravagante para cubrirla mientras cogemos?

—No seas así, Inopi. Sabes que no es esa mi intención.

—No se me ocurre otra razón para obligarme a ocultarme tras una máscara —dijo volviendo a revisar el interior de aquel artículo, sólo para comprobar que no lo dañaría en cuanto decidiera llevarlo contra su rostro. Simplemente no le atraía la idea de que algo limitara la movilidad de sus músculos faciales.

—No quiero obligarte —aclaró.

—Pero sé que si no me la pruebo ahora, volverás a insistir. —Seishu liberó un pesado suspiro, mirando por última vez los ojos expectantes de Kokonoi antes de animarse a colocarse la máscara, acomodándosela de modo que fuera menos molesto para su piel.

—Luce bien en ti.

—Como un monstruo.

—Esa era la idea.

—…Cada día me sorprenden más tus apetitos sexuales, Koko. Comienzo a preocuparme.

—Vamos. —Hajime tomó la máscara roja que hacía par con la verde de su pareja, alzando la vista hacia él una vez estuvo listo con su nueva apariencia—. Será divertido.

Enseguida comenzó a desvestirse frente a la mirada atenta del rubio, cuya expresión se mantenía cubierta por la misma mueca monstruosa del yokai. Tal vez se debiera a la falsa sensación de protección, pero de no haber sido por la máscara de oni habría temido que Kokonoi notara el rubor que subía a su rostro, razón por la que normalmente habría apartado la vista incómodo. De igual forma no se molestó en visualizar la cara burlesca del otro cuando podía simplemente mirar todo lo que le placiera su delicioso cuerpo delgado. En ese instante pensó que no eran mala idea las máscaras. Extendió una mano y la deslizó por la piel descubierta del contrario, amando la libertad de tocar todo lo que quisiera sin preocuparse por la expresión que seguro tendría ante su repentina confianza.

— ¿Qué te está pareciendo mi maravillosa idea? —quiso saber Kokonoi con evidente altanería.

—La disfrutaría más si te callaras, Koko.

El aludido se limitó a reír por la actitud de quien con toda seguridad ya había comenzado a masturbarlo, preparándolo para recibirlo con ayuda del condón lubricado que Kokonoi en ningún momento notó cuándo lo había abierto. Esa tarde Inui se folló a Hajime sin darle tregua de negarse, o siquiera respirar.