Capítulo 100 "Hawái"

Llegó a casa después del gimnasio, estaba cansado, pero sus energías se renovaron un poco al respirar ese delicioso olor a comida flotando en el aire. ¿Qué habría preparado su esposo para la cena? No lo había podido acompañar al gimnasio porque las grabaciones más importantes de su película comenzaron, así que seguramente tendría mucho por contarle.

Justo ahora era importante que se mantuviera ocupado, pues días atrás habían recibido una noticia no muy grata.

No había ninguna clínica de fertilidad que tuviera una lista de espera menor a cinco años. Y dado que eran dos hombres los solicitantes, las opciones se reducían a tal grado que su lugar en la fila estaba casi ocho años lejos.

Esa noticia había sido como un golpe bajo para ambos, pues ahora que sí querían ser padres se les presentaban más obstáculos que nunca.

Eso los hizo pensar en la posibilidad de la adopción. Pero quizás sería igual o más difícil.

Los ánimos en casa estaban inusualmente bajos.

Ambos se mantenían ocupados con el trabajo, y Xiao Zhan tenía la esperanza de que el estado de ánimo de Yibo mejorara ahora que empezaba a filmar las escenas que tanto esperó.

—¿Yibo? —inquirió desde el recibidor, dejando su maleta deportiva en el suelo—. Amor, ya llegué.

Pero la única que respondió a su llamado fue Nut, pasando por sus tobillos a modo de bienvenida. Le digo sus respectivos cariños y comenzó a buscar a Yibo por toda la planta baja. Se asomó a la cocina y vio unos deliciosos fideos picantes con carne esperando por ser devorados. Su estómago hizo ruidos graciosos. Tomó un trozo de carne y siguió con su búsqueda.

Entonces percibió la voz de su esposo cantando una canción que llevaba semanas reproduciendo. No pudo evitar sonreír al escucharlo cantar en inglés, tenía muy buen acento, le gustaba.

Subió a la segunda planta y lo encontró en la habitación de ambos, doblando la ropa que recién sacó de la secadora, cantando a todo pulmón con sus audífonos bloqueando el sonido externo.

A pesar de saber que no lo escucharía, se quedó bajo el marco de la puerta en silencio y esperando a que terminara de doblar la ropa antes de intervenir. Él odiaba hacer esa tarea doméstica, así que no lo interrumpiría.

—"I don´t get how I felt in love. I guess I liked playing with your dog. It made me feel like we had a son" —entonces aumentó el tono y cantó abiertamente la siguiente estrofa—. "But fu-fu-fu-fu-fuck you! My mama told me that she never like you! My life sucks and the blame is on you! So fu-fuck, fu-fu-fu-fuck you, again" —movía su cabeza de adelante hacia atrás mientras cantaba, de pronto daba uno que otro salto pequeño, ocasionando que los audífonos se cayeran de su lugar.

—Espero que no me estés dedicando esa canción.

Wang Yibo pegó un salto, totalmente espantado.

—¡Demonios! ¡Zhan Zhan, no me asustes así! —se llevó una mano al pecho.

—¡Lo siento! No era mi intención —fue hacia él y le dio un suave beso en los labios, estaba transpirando todavía por el ejercicio hecho, así que no se le quería acercar tanto—. ¿Estás bien? —rio un poco.

—¿Cuánto tiempo llevabas ahí parado?

—No mucho, solo estaba esperando a que terminaras —señaló la ropa ya doblada sobre la cama.

—Tú la vas a guardar —lo empujó con "enojo" y salió de la habitación con solo un audífono puesto.

—¡Perdón! —gritó desde la recámara.

Fuck you!

Xiao Zhan soltó una carcajada, sí, se lo merecía. Guardó la ropa con prisa, se dio una ducha muy rápida y bajó a cenar aún con el cabello mojado. Su amado ya le tenía el plato listo y caliente sobre la mesa.

—¿Te he dicho cuánto te amo? —dijo antes de llevarse una gran cantidad de fideos a la boca.

—Sí —sonrió de lado, orgulloso.

—Yibo… —se pasó la lengua por los labios, y sin terminar de masticar, añadió—: has mejorado mucho en la cocina.

Eso hinchó el orgullo del menor, pero no lo iba a admitir. En su lugar solo le extendió un trozo de carne con sus palillos.

—Ten, come más.

Con un brillo especial en sus ojos, Xiao Zhan solo abrió la boca y fue alimentado por su esposo. ¡Que afortunado!

—¿Cómo estuvo tu día? —inquirió el mayor, muy concentrado en seguir comiendo. Siempre que salía del gimnasio tenía un hambre feroz.

La expresión de Yibo se iluminó.

—Estoy muy emocionado, Zhan Zhan —admitió—. Voy a poner en práctica lo que aprendí en la escuela de aviación, oh y mañana temprano me van a cortar el cabello, todavía más. Quizás quede muy corto.

—Te verás muy bien.

—¿Te gusta más que esté corto?

—Me encanta en todas sus formas —aseguró.

—Pasaré menos tiempo en casa —suspiró.

—Yo también, quizás nos veremos solo por las noches.

—Lo sé —apoyó su mentón sobre el dorso de su mano, pensativo—. No estás olvidando el viaje a Hawái, ¿verdad?

—Yibo, ¿por quién me tomas?

—Por alguien muy olvidadizo.

Tenía razón, aunque esas vacaciones ya las tenía marcadas con rojo en todas sus agendas y calendarios. Era la boda de uno de sus mejores amigos y además el cumpleaños de su esposo. Jamás lo olvidaría.

—Por cierto… había olvidado decirte.

Yibo se tensó, temiendo una mala noticia.

—Me invitaron a la Fashion week, específicamente al desfile de Gucci en Milán.

—¿Cuándo te irás? El viaje a Hawái es en tres días.

—Saldré mañana en la noche, solo serán un par de días. Aterrizaré aquí en Beijing a tiempo para tomar el vuelo contigo. Mis guardaespaldas y asistentes traerán mi equipaje de Italia a casa, y tú te llevarás mis maletas de Hawái contigo.

Yibo se preocupó.

—¿No crees que es un itinerario muy apretado? ¿Cuándo vas a descansar?

—No te preocupes por eso. No haré mucho en Italia, aunque me hubiese gustado ir por más tiempo y hacer turismo.

Yibo sonrió de lado. Sabía que su amado adoraba ir a Italia.

—¿Y si vamos el próximo año? Ya que terminemos nuestros compromisos.

—¡Vamos!

—Por lo pronto… ¿podrías traerme unos zapatos Louboutin?

—Voy a Italia, no a Francia.

—Pero de todas formas los encuentras más fácil ahí. Temo pedirlos en línea y que no lleguen.

—¿De qué talla?

Yibo lo miró con una sonrisa incrédula.

—Me ofende que preguntes eso.

El mayor se echó a reír.

—Ya sé, ya sé. Los voy a comprar como suelo usarlos.

—A ti te van a quedar grandes, pero van a ser justo mi talla. Todos estos años juntos y sigo sin entender por qué los usas una talla más amplios.

—No me critiques, además, ya te lo había dicho. Son dos motivos: son más cómodos para mí. Y porque así no me veo tan desproporcionado. Estoy muy alto para calzar lo que calzo.

Yibo rodó los ojos.

—Tonterías, te ves perfecto así.

—Es porque me ves con ojos de amor.

—Estúpido, te digo la verdad.

—Hey, no tienes que ser tan grosero.

—Castígame.

Hubo un largo silencio en el que solo compartían una mirada fija, casi retadora, pero tremendamente provocativa. ¿En qué momento habían llegado a eso?

—Yibo…

—¿Si, Xiao Zhan? —alzó una ceja y extendió su media sonrisa.

—Quisiera… en verdad quisiera, pero… —se echó a reír entre divertido y consternado—¡…estoy exhausto!

Yibo no pudo mantener por más tiempo su mirada "seria y sensual", terminó riendo igual que su esposo.

—Yo también, han sido días cansados.

—Terminemos de cenar y vayamos a dormir temprano.

El menor soltó un suspiro pesado y lleno de alivio.

—Es una excelente idea.

—¿Puedo repetir? —señaló su plato vacío.

—Sí, hay más en la cocina.

Xiao Zhan se iba a levantar de la mesa, pero Yibo se le adelantó y tomó su plato vacío.

—¡Eres el amor de mi vida! Me alimentas y me cuidas —exclamó con dramatismo.

Wang Yibo rio desde la cocina.

—Todo sea por esos zapatos gratis —murmuró.

—¡Te escuché! —lo acusó Xiao Zhan.

Esa noche se fueron a la cama dispuestos a dormir desde muy temprano, Xiao Zhan se acurrucó hacia Yibo y este lo rodeó con sus brazos en una posición muy cómoda.

—Así que… hoy es la última noche que dormimos juntos.

—No seas dramático —murmuró Xiao Zhan con su mejilla aplastada contra su pecho—. En tres días estaremos juntos de nuevo.

Yibo no dijo nada, la verdad era que ya estaba muy acostumbrado a dormir con su esposo, y cuando por alguna razón pasaban la noche separados, simplemente no lograba conciliar el sueño.

—No te lleves tu perfume a Italia, cómprate otro allá.

—Yibo… —rio, pero se sorprendió al ver que lo decía en serio.

—No bromeo —suspiró, casi cayendo rendido al sueño.

El mayor alzó la cabeza y sonrió al verlo dormir plácidamente. Bien, le daría gusto. Besó su mejilla y volvió a acomodarse sobre su pecho. No se lo había dicho, pero a él también se le dificultaba dormir cuando no estaba en casa.

Así fue como terminaron intercambiando perfumes. Xiao Zhan sorprendió a más de uno cuando percibieron y reconocieron su aroma.

La visita de Xiao Zhan al desfile de modas desató la emoción en las redes nacionales, la gente estaba al pendiente del vestuario que portaría y de las posibles prendas que adquiriría. También esperaban que fuese entrevistado.

Otro que estuvo totalmente al pendiente del evento, fue Wang Yibo. Quedó deslumbrado al ver el porte y la elegancia con la que su esposo llegaba al desfile, las cámaras centellaron en cientos de flashes al verlo llegar. Sin duda alguna era receptor de docenas de miradas curiosas.

Pero lo que enloqueció a Wang Yibo fue ver a su banda favorita del momento posando para una foto detrás de su esposo.

No lo pensó dos veces antes de mandarle un mensaje a Xiao Zhan.

"¡Måneskin está detrás de ti! ¡Tómate una foto con ellos, hazlo por mí! ¡Pídeles un autógrafo para mí! ¡Xiao Zhan, responde!".

Sin embargo, fue inútil, pues la recepción no era buena y tampoco era como que pudiera estar mirando el celular cada cinco minutos.

Fue hasta la noche, cuando ya iba de regreso, que Xiao Zhan vio los mensajes desesperados de su esposo.

Así que esa era la banda de rock italiano que escuchaba a diario…

—Lo siento, amor —le dijo cuando al fin pudieron llamarse por teléfono—. En el próximo desfile vendrás conmigo, ¿estás de acuerdo?

—No es buena idea, puede haber conflicto de intereses —le recordó que era embajador de otra marca al nivel de Gucci.

—Es verdad —suspiró—. Lo siento. Pero por otra parte…

—¿Conseguiste mis zapatos? —preguntó con una sonrisa.

—Mejor aún, conseguí dos modelos distintos. Espero que te gusten.

—Si te gustan a ti, sé que me encantarán.

Estaba cansado, no lo iba a negar. Sus horas de sueño se redujeron cuando adelantaron su vuelo un par de horas.

Intentó dormir en a sala de descanso privada, pero temía no darse cuenta de algún cambio en su itinerario, así que por más que quiso, no durmió.

Yibo tenía razón, su itinerario estaba apretado. Se sentía muy cansado.

Grande fue su alivio cuando las bocinas del aeropuerto dijeron: "Pasajeros del vuelo París – Beijing, favor de acercarse a la sala cinco, abordaremos en breve".

Se levantó como resorte de su asiento, y respaldado por sus acompañantes llegó seguro a su asiento junto a la ventana en el avión. De nuevo intentó dormir, pero no lo logró.

Quizás estaba emocionado por el viaje a Hawái, siempre había querido ir ahí. Pero saber que iría junto con Yibo lo llenaba de una gran emoción, hasta sentía mariposas en su estómago.

Suspiró e intentó relajarse al visualizarse a él mismo y a Yibo en unos camastros frente al mar, tomando el sol. Con una mano entrelazada con la de él , y con una piña colada en la otra.

Su imaginación fue interrumpida por su ansiedad.

Miró su reloj, miró su boleto de avión y revisó que fuera el vuelo correcto. Sí, a veces era muy paranoico. En especial ahora que por primera vez su fiel guardaespaldas no lo acompañaba.

Mao seguía ocupado adaptándose a su nueva vida de casado y futuro padre de familia, pero no por eso lo dejó desamparado. Consiguió y organizó al mejor equipo de seguridad para que lo acompañara de ida y de regreso. Eran guardaespaldas fuertes y expertos.

Luego de asegurarse de que todo estaba en orden, Xiao Zhan decidió distraerse mirando por la ventana.

Que hermoso paisaje tenía ante sus ojos.

Y su mente volvió a ese joven de casi treinta años, guapo, alto, fuerte, de mejillas suaves y una hermosa sonrisa.

Cuanto te extraño —pensó, sintiendo un vacío en su pecho.

Solo había sido un par de días de distanciamiento, ¡solo un par! Pero cuando llegó al aeropuerto de Beijing ya estaba buscando a su esposo con la mirada por todo el lugar, casi con desesperación.

—Su esposo está esperándolo en la sala VIP sur.

—Oh, gracias —le sonrió a su guardaespaldas principal, un amable hombre de ascendencia rusa. Mao había hecho bien su trabajo contratando a guardaespaldas que intimidarían a cualquiera, en especial Viktor. Parecía un muro de piedra más alto que Xiao Zhan y mucho más robusto, pero era una persona sumamente amable con su protegido, atento y hasta un excelente organizador de itinerario.

—Es por aquí —lo tomó suavemente del hombro y lo re direccionó al lado opuesto en el que ya había empezado a caminar.

—Gracias —rio por su torpeza.

Entró a la sala con un código que ingresó Viktor, y apenas puso un pie dentro, comenzó a buscar al dueño de sus desvelos por todas partes.

No lo halló por ningún lado.

Entonces se sobresaltó al sentir que alguien le picaba la cintura. Enojado por el atrevimiento, y sorprendido porque Viktor lo permitiera, se giró sobre sus talones y… ahí lo vio.

¿Ese era su esposo?

—Hola, extraño.

Xiao Zhan lo atrapó entre sus brazos, y casi de inmediato sintió que se le quitaba un peso enorme de los hombros.

¿Tan dependiente era de él?

Al parecer, sí.

—Hola… —se sintió en casa al respirar su aroma—. Te extrañé.

—Yo también —lo apretó más contra su cuerpo.

—Tu cabello… —le quitó la gorra y acarició su nuca, inspeccionando el nuevo look.

—Me veo horrible, lo sé —se llevó ambas manos a la cabeza—. No pensé que lo cortarían tanto, siento el aire tocando mi cráneo.

Xiao Zhan rio.

—Me gusta —lo besó.

En ese momento Yibo ignoró todo aquello que no fueran los labios de Xiao Zhan sobre los suyos.

¡Solo había sido un par de días de distanciamiento!

¿Qué harían cuando esos días se convirtieran en semanas?

—¿Lograste dormir en el avión? —acarició las pequeñas bolsas bajo sus ojos.

Xiao Zhan negó.

—Deberías intentar descansar un poco, el vuelo se retrasó. Ven —lo tomó de la mano y se lo llevó a uno de los sillones reclinables, de esos que eran tan cómodos que se sentían como un abrazo al cuerpo—. Duerme, yo estaré al pendiente de cualquier cambio en el itinerario.

—Gracias —besó sus labios y aceptó la oferta.

Fue un viaje largo y cansado, en especial para Xiao Zhan, quien llevaba demasiadas horas de vuelo en menos de tres días.

Al llegar a Hawái se encontraron con nada más y nada menos que un paraíso. Un perfecto clima cálido los recibió, junto con un collar de flores y una piña colada al bajarse del avión.

—¿Esto tiene alcohol? — inquirió Yibo, olfateando la copa que les ofrecieron.

—Espero que sí —Xiao Zhan sorbió de la pajilla. Sí, tenía alcohol.

—Apenas es medio día —lo regañó.

El mayor se echó a reír.

—¿En qué momento cambiamos de roles?

Yibo rodó los ojos y bebió también.

Fueron trasladados al hotel, comprobando que efectivamente habían reservado todo el lugar solo para la boda que se llevaría acabo ese mismo día por la tarde.

Su habitación era una suite hermosa y espaciosa con una terraza de vista excepcional.

Ambos desempacaron, mandaron planchar la ropa que usarían para la ceremonia y ordenaron servicio a la habitación porque morían de hambre.

Al terminar de comer, se acostaron sobre la cama sin deshacerla.

—¿Y si dormimos un poco? —pidió Xiao Zhan, sus ojos ya estaban enrojecidos por el cansancio.

Yibo se enterneció al verlo bocabajo abrazando un cojín y con su mejilla aplastada contra el colchón.

—Sí, pero antes quítate los lentes de contacto —acarició su mejilla y terminó pellizcándola cuando vio su expresión de puchero. Le daba pereza quitárselos.

Terminó haciéndole caso al ver que no lo dejaría dormir hasta conseguir su objetivo.

—¿Pusiste la alarma? —inquirió Xiao Zhan al acurrucarse de costado, con una pierna y brazo sobre Yibo.

—En dos horas.

—Perfecto —soltó un largo suspiro de satisfacción antes de caer rendido al sueño casi de inmediato. Habían dejado las puertas de la terraza abiertas, por estas entraba la brisa marina y el relajante sonido de las olas.

Yibo no tenía sueño, en realidad se moría por conocer el hotel entero y las atracciones que ofrecía, tales como kayak, surfeo, buceo y senderismo. Sí, el senderismo cerca de los volcanes le llamaba mucho la atención.

Pero su amado esposo estaba tan cansado que cayó rendido en cuestión de minutos. No lo iba a dejar solo, y tampoco iba a negar que disfrutaba tenerlo sobre él, sentir su olor, sus latidos contra su pecho. Aprovechó para descansar un poco, acariciando la piel de Xiao Zhan con sutileza mientras se relajaba con el sonido de las olas y las aves.

Entonces pensó: ¿Ayanga y Dalong estarían tan nerviosos como ellos el día de su boda?

Sonrió. Ya quería verlos.

El momento de levantarse de la cama llegó, tomaron una ducha rápida cada uno por su cuenta para evitar retrasos, y se esmeraron en su arreglo.

Xiao Zhan había elegido un pantalón beige de lino, acompañado de una camisa de vestir completamente de algodón, de un color azul acero que resaltaba su cálido tono de piel. No quería pasar calor, así que había seleccionado el conjunto más ligero y cómodo, incluso se dobló las mangas hasta los codos, y definitivamente no añadió corbata ni moño.

Por su parte, Wang Yibo vistió un elegante pantalón de lino blanco con una camisa verde olivo claro del mismo material. Sin duda era ropa que no acostumbraban usar, en especial porque nunca habían ido a una boda en la playa. Lo que más les gustó fue el cómodo calzado que usaban y la frescura de las telas.

—Aún no es hora —miró su reloj de muñeca—. Pero iré a ver si encuentro a Ayanga —dijo Xiao Zhan—. Debe estar algo nervioso.

—Te acompaño —se apresuró a terminar de peinar su corto cabello y así ambos salieron del cuarto con energías renovadas—. ¿Y si alguno de los dos se arrepiente?

Xiao Zhan rio.

—Imposible, son pareja desde hace muchísimos años.

Cuando encontraron la habitación de Ayanga, tocaron a la puerta y enseguida los recibió un novio sumamente nervioso.

—¡Llegaron! Me alegra tanto verlos aquí —inmediatamente los rodeó a ambos con sus brazos.

—Wow, te ves muy bien —lo elogió Yibo, admirando que se veía elegante incluso con un traje blanco de lino.

—¿En serio? ¿No me veo muy simple? —inquirió, nervioso.

—Hey —Xiao Zhan se acercó a él y lo tomó de los hombros antes de mirarlo con seriedad—. Ayanga… estás temblando, ¿estás bien?

—Sí, yo… —desvió la mirada.

—¿Ves? Te lo dije, Zhan Zhan, ya se está arrepintiendo.

Obtuvo dos reacciones muy distintas. Su esposo lo miró con unos ojos de muerte, mientras que el otro se echó a reír, relajándose un poco.

—No, no es eso —suspiró con una sonrisa—. Es solo que… es extraño que me sienta así a pesar de siempre haber estado solo, pero me da un poco de tristeza no tener a mi familia en momentos tan importantes como este.

Ambos miraron alrededor, notando que no había nadie más ahí.

Por un momento habían olvidado que era huérfano de padres desde muy pequeño, y su hermano mayor también ya había fallecido. Entonces Xiao Zhan se sintió culpable por no haber ido a buscarlo justo después de llegar.

—¡Y me estoy dando cuenta de la mala organización también! Ninguno de los dos elegimos padrinos y… —comenzaba a dejarse llevar por los nervios.

Wang Yibo sintió que ya era un experto en ese tipo de situaciones.

—Tranquilo, aquí estamos para apoyar en lo que se necesite —aseguró Yibo con una seguridad implacable—. ¿Te hace falta padrino? Ahí está Zhan Zhan —señaló a su esposo—. ¿Necesitas un ministro que lleve a cabo la ceremonia? Déjame descargo un certificado en línea ahora mismo y tomo el puesto. ¿Quieres un trago antes de que todo empiece? Dime qué tomas y yo te lo consigo.

La sorpresa brillaba en el rostro de los otros dos hombres ahí presentes, en especial en Ayanga. Lo que este no sabía era que Wang Yibo era leal de verdad, Ayanga se había ganado el cariño y respeto de Yibo desde el instante en el que cuidó de Xiao Zhan en aquel momento tan vulnerable, justo cuando él se sentía más impotente que nunca al no poder hacer nada. Y eso… eso jamás lo olvidaría ni terminaría de agradecérselo.

Puso una mano sobre el hombro de Yibo y lo apretó con sincero cariño antes de mirar a Xiao Zhan y decir:

—Hombre, ya entiendo por qué estás tan enamorado de tu esposo —sin darle oportunidad de escapar, atrapó a Yibo entre sus brazos aún sabiendo que siempre le rehuía—. Gracias —suspiró y se separó del abrazo—. Has logrado tranquilizarme. La verdad es que sí me gustaría que fueras mi padrino —confesó, mirando a Xiao Zhan.

—Cuenta con ello, ¿qué tengo que hacer? ¿Traigo un auto para que puedas huir?

Eso desconcertó a los otros dos. Yibo lo miró con una sonrisa traviesa y una ceja alzada al escucharlo ofrecer algo tan atrevido.

—Quizás el que quiere huir es Dalong —se sacudió las manos como si así pudiera sacudirse el nerviosismo—. Me ayudarías mucho si llevas los anillos. Y quédate de mi lado en el altar, es todo.

—Que padrino tan inútil. De habérmelo pedido antes te habría organizado una despedida de soltero —tomó la cajita con los anillos y se los guardó en el bolsillo.

—¿Qué más falta? —inquirió Yibo—. ¿El ministro sí vendrá?

—Hasta donde sé, sí.

—¿Quién caminará al altar y quién esperará ahí? —preguntó Xiao Zhan con curiosidad.

—Atravesaremos el pasillo juntos —miró a Yibo—. ¿Sigue en pie la oferta del trago?

Yibo rio.

—¿Qué tomas?

—Whisky, vodka, lo que encuentres.

Luego de ese trago y de que Xiao Zhan lo ayudara a terminar de arreglar su cabello, Ayanga salió de su cuarto acompañado por sus dos fieles amigos, listo para caminar al altar.

Cuando llegaron a la playa se asombraron al ver la cantidad de invitados, tal parecía que sí tenían muchos amigos. Eran amigos de la universidad (ya que ambos habían sido compañeros uno del otro), del teatro, del trabajo y de la industria del entretenimiento.

El sol comenzó a descender y la ceremonia dio inicio, cada uno tomó su lugar y vieron a los novios caminar del brazo rumbo al altar, juntos.

Más de uno se conmovió al escucharlos recitar sus votos y al dar el sí frente a todos, justo cuando el sol se fundía con aquella línea que dividía al mar del cielo.

Y entonces la celebración no se hizo esperar. La recepción se llevó a cabo también en la playa, en una especie de terraza coronada por cientos de luces colgadas de un sitio a otro, alumbrando en medio de la noche junto con decenas de antorchas encendidas que rodeaban el lugar. En medio había una pista de baile y alrededor de esta todas las mesas que prácticamente se usaron solo para la cena, pues no hubo quien no se parara a bailar.

Los invitados comieron, bebieron y bailaron hasta el cansancio.

Y de alguna forma era la primera fiesta que Wang Yibo y Xiao Zhan disfrutaban sin preocuparse por quién los mirara, de hecho, nadie les prestaba más atención de la necesaria.

La música variaba, había un poco de todo y para cualquier gusto. Hasta que llegó el turno de música salsa.

—Yo paso —Xiao Zhan, aún con la respiración agitada por tanto bailar, dio un paso atrás a punto de irse a sentar.

Pero su esposo tenía otros planes.

—¿A dónde crees que vas? —lo tomó de la cintura con ambas manos y lo pegó a su cuerpo, frente a frente.

—No soy bueno bailando eso.

—Yo creo que tienes mucho potencial —sonrió de lado.

—Estamos estorbando a la gente que sí sabe bailar esto —miró a su alrededor, incluso los recién casados estaban bailando en perfecta sincronía en medio de la pista.

—¿Me dejas enseñarte?

Luego de unos segundos considerándolo, Xiao Zhan terminó por aceptar. Dejó que su esposo pusiera una mano en su cintura y entrelazara la otra con la suya.

—Solo observa y sigue mis pasos.

Le enseñó los movimientos más básicos, empezando por los pies, después el movimiento de caderas y terminando con el de los hombros.

Xiao Zhan aprendía rápido, aunque eso no exentó a Yibo de un par de pistones.

—Tus movimientos son muy buenos —lo elogió—. Pero tú coordinación es pésima, Zhan Zhan —su risa fue interrumpida al sentir una pisada nada suave.

—Juro que fue un accidente —se detuvo y miró el pobre pie de su esposo.

—¡Ayo! No te creo nada —intentó parecer molesto, pero terminó riendo—. ¿Ves? Pésima coordinación.

Xiao Zhan se avergonzó un poco, no estaba muy lejos de la realidad, a veces no coordinaba bien, por eso su fuerte no era el baile.

Más tarde, todos los invitados fueron incluidos en una dinámica hermosa e inolvidable.

"Linternas Flotantes".

Si bien en Hawái esa costumbre tenía un significado de rememorar a los muertos, Ayanga y Dalong decidieron combinar tradiciones. Soltarían linternas flotantes al aire para rememorar a sus familiares que no pudieron estará ahí en ese día tan importante, y también con motivo de desear un amor y una vida próspera.

Cada uno de ellos tomó una linterna de papel y fue libre de dibujarle o escribirle algo antes de encenderla y hacerla flotar.

Ayanga y Dalong soltaron una al viento luego de escribir los nombres de sus seres queridos, rememorándolos y deseando su eterno descanso.

Wang Yibo y Xiao Zhan tomaron una, juntos. Yibo miró a su esposo y este entendió sin necesidad de palabras. Tomó pincel y tinta antes de comenzar a dibujar a unos hermosos conejos sobre el papel.

Cuando terminó, Yibo tomó el pincel y dibujó un intento de pequeños conejitos acompañando a los dos grandes, y al final, escribió su nombre y el de su esposo con una hermosa caligrafía.

Por mucho, esa linterna era una de las más bonitas.

—¿Vas a pedir un deseo?

Yibo asintió.

—Yo también. ¿Qué vas a pedir?

—Si te lo digo, ya no se cumpliría —sonrió de lado mientras sostenía la linterna.

—Bien, bien.

No iba a negar que le causaba mucha curiosidad saber qué tipo de deseo pediría alguien como Yibo quien ya lo tenía todo. Ese hecho le había complicado la búsqueda de un buen regalo de cumpleaños.

—Ven, tomémonos una foto —sacó su celular y se tomaron una selfie más para el recuerdo. En ella salían despeinados por el aire, algo desalineados por todo lo que habían bailado, pero con una sonrisa tan radiante que se reflejaba en sus ojos y en la calidez de sus expresiones centellantes por la luz de la linterna recién encendida.

Yibo tomó un par de fotos de la linterna, recordando que había hecho lo mismo cuando grabaron cierta escena en The Untamed.

—¿Listo?

—Listo.

Entre los dos la tomaron y se acercaron más a donde estaba la gente soltando las suyas.

Y a la cuenta de tres, la dejaron flotar junto con los deseos de su corazón.

Tomados de la mano vieron cómo su linterna se perdía en el cielo junto con las demás.

Había sido una dinámica muy linda y significativa.

El cielo nocturno de pronto se vio salpicado de decenas de luces cálidas.

Xiao Zhan miró a su esposo, y por un momento se transportó a cuando eran Lan Wangji y Wei Wuxian.

Que buenos recuerdos.

El ambiente era tan mágico y especial, que por un momento casi se arrepienten de haberle dado tan poca importancia a su propia boda.

Luego de que los recién casados partieron el pastel, Wang Yibo tomó dos rebanadas y buscó a Xiao Zhan para darle una de ellas, pero no lo encontró, de pronto había desaparecido. Lo buscó durante unos minutos, pero al no hallarlo terminó comiéndose ambas rebanadas él solo.

De lo que se pierde —pensó, encogiéndose de hombros mientras terminaba el último bocado de ese delicioso pastel de red velvet.

Y justo cuando comenzaba a alarmarse por la ausencia de su marido, lo reconoció a la lejanía, venía del otro extremo de la playa del hotel. ¿Qué hacia allá?

Lo miró sin moverse de su sitio, observó cómo daba esos largos pasos tan propios de él, cómo se peinaba el cabello hacia atrás con una mano solo para que terminara despeinado una vez más por el viento.

Sonrió como un recién enamorado.

Lo observaba de pies a cabeza, maravillado con lo bien que le sentaba la ropa. Fue como añadir una tarjeta más a la colección de las diferentes versiones de Xiao Zhan que guardaba en su mente.

—¿A dónde fuiste? ¿Ya estás ebrio? —preguntó cuando lo tuvo frente él.

—No estoy ebrio —ignoró la primera pregunta.

—No te creo.

—Hablo en serio, solo me he tomado dos piñas coladas, y una de ellas sin alcohol.

—Tu rostro está enrojecido —le acarició la frente y el puente de la nariz—. Zhan Zhan… olvidaste ponerte protector solar, de nuevo.

El aludido rio y le restó importancia. Lo tomó de la cintura con cariño y se acercó a su oído.

—Quisiera que me acompañaras un momento, tengo algo que mostrarte.

Yibo sonrió emocionado. ¿Acaso le daría su regalo? Faltaban muy poco para la media noche.

—¿A dónde me llevarás?

—Sígueme —lo tomó de la mano y se lo llevó hacia el mismo lugar de donde venía.

Luego de unos minutos de caminata sobre la arena, llegaron a un rincón apartado de la playa en donde no había más gente.

—Oh… —el rostro de Wang Yibo se iluminó al ver esa atmósfera tan romántica frente a él.

Mirando hacia el mar había un montículo de arena moldeada para hacer función de sillón, con una esponjosa colchoneta y cojines para estar cómodos. Frente al "sillón" había también una mesa moldeada con arena, con una tabla de madera fina encima para que fuera realmente una mesa. Sobre ella, algunos arreglos florales típicos de la región, un bowl lleno de fresas con chocolate y una botella especial de champagne enfriándose junto a dos elegantes copas.

—Ven —sin soltar la mano de Yibo, caminaron rumbo al sillón que prácticamente estaba enterrado en la arena, bajaron un "escalón" para poder sentarse en él.

—Wow —Yibo se sorprendió por la comodidad. Miró hacia arriba y admiró la bonita decoración de esas linternas colgadas sobre ellos. La cereza del pastel fue estar justo frente al mar, escuchando las olas, recibiendo la brisa veraniega y húmeda.

No, lo que realmente hacía de ese momento maravilloso era el hecho de estar cara a cara con el amor de su vida.

Sonrió.

Xiao Zhan seguía despeinándose por el aire que hacía, sus mejillas estaban rojas por el sol que recibió, los primeros botones de su camisa de algodón estaban desabrochados, dejando ver un poco más de piel.

Parecía un ser de otro mundo, viéndose así, tan irreal, tan hermoso con la luz de las farolas iluminando su rostro.

Tan concentrado estaba en grabarlo en su memoria, que no se daba cuenta de que Xiao Zhan se encontraba en las mismas, admirando cada centímetro de Yibo que tenía al alcance.

Luego de recorrerlo con la mirada, reparó al fin en sus labios, Xiao Zhan no había dejado de sonreír, expectante.

—¿Por qué es todo esto?

Ya lo sabía, pero quería escucharlo de sus labios.

Xiao Zhan sonrió de lado, pero no dijo nada. Bajo la atenta mirada de su esposo abrió la botella de champagne, sirvió dos copas y le extendió una.

Miró su reloj de muñeca y sonrió todavía más.

—¿Qué estás tramando, Ge Ge?

—4… 3…

—Xiao Zhan —rio, nervioso.

—…2… 1… Bo Di, feliz cumpleaños.

Oficialmente, en Hawái ya era 5 de agosto.

A diferencia del primer cumpleaños de Yibo que pasaron juntos, esta vez Xiao Zhan no gritó a los cuatro vientos. Ahora se lo dijo muy de cerca, en un tono dulce y lleno de amor.

Nada alocado como aquella vez hace nueve años, tan escandaloso.

O eso pensó él…

Con su corazón latiendo fuertemente en su pecho, Yibo acortó la distancia entre ambos para besarlo, pero entonces algo lo interrumpió.

Fuegos artificiales centellantes ante sus ojos. Eran chispeantes y de muchos colores, casi como un festival japonés.

—¡Wow!

Los ojos de Yibo se abrieron con mucho asombro, el escenario ante él era bellísimo.

—Zhan Zhan —miró a su esposo con incredulidad—. ¿Tú… esto es…?

El mayor alzó su copa ante él.

—Por muchos cumpleaños a tu lado, Wang Yibo.

El aludido pasó saliva con dificultad, sus ojos se volvieron acuosos.

—Por… —carraspeó, la voz se le quebraba—. Por una vida entera a tu lado.

La sonrisa de Xiao Zhan se extendió aún más.

Chocaron sus copas con suavidad antes de darle un trago.

—Oh wow… —miró su copa con atención por primera vez. El color del licor era rosado, tenía miles de pequeñas burbujas emergiendo del fondo.

Acercó la bebida a su nariz y notó que el aroma de ese exquisito y raro licor tenía notas afrutadas, dulces como fresas silvestres y melocotón.

Le dio otro pequeño sorbo y se maravilló de nuevo. Ahora lo saboreó lentamente y cerró los ojos con placer al percibir el toque de sabores de diversos frutos rojos.

Sin duda era la bebida más deliciosa que había probado en su vida. Pero no era la primera vez, estaba seguro de ya haber probado algo así.

Mientras tanto, Xiao Zhan lo observaba atento, incluso divertido con sus reacciones.

—¿Te gustó? —inquirió con una sonrisa traviesa.

—¿Qué es esto? He probado muchos champagnes, pero esto… —lo saboreó de nuevo—. Es exquisito —removió la servilleta de tela que envolvía el cuello de la botella y casi se fue de espaldas.

"Dom Pérignon Rose Gold".

—¿¡Cómo conseguiste una!?

—Debo admitir que fue más difícil conseguir este champagne que un bolso Hermès —dijo, entre risas —. Pero lo más complicado fue hallar precisamente una de esa cosecha.

Yibo miró el año en la botella que, por cierto, estaba cubierta por oro rosa.

—"Cosecha de 1997, Francia". Demonios, Zhan Zhan, ¿cuánto gastaste en esto? Es decir… solo hay treinta y cinco botellas de esta cosecha en todo el mundo.

—Al fin la reconociste —rio.

Hace muchos años, cuando apenas se estaban haciendo más íntimos, Wang Yibo le había dicho que le encantaría probar ese champagne, y no solo eso, sino ser dueño de una de esas pocas botellas que tenían la fama de ser uno de los licores más caros y deliciosos del mundo. A fin de cuentas Yibo siempre había sido un coleccionista, y ese champagne tenía que ser suyo.

—¿Desde cuándo la tienes? —admiró la belleza de la botella.

Xiao Zhan miró su propia copa, la meneó un poco y bebió de ella antes de responder.

—¿Te asustaría si te digo que comencé a buscarla desde que me dijiste que morías por probarlo?

Yibo rio.

—No me asusta, pero tampoco me sorprende.

Sí, Xiao Zhan siempre había sido ese tipo de hombre atento y detallista.

—Quise obsequiártela el día de nuestra boda, pero la botella estaba resguardada en Francia y no era seguro mandarla por paquetería. Así que tuve que cambiar de planes, y decidí esperar hasta ahora.

—¿Fuiste a Francia? —se asombró—. ¿Cuándo?

—Ayer —rio—. Fue una escala sumamente rápida. Mis guardaespaldas me ayudaron a agilizar el proceso para no retrasar el itinerario.

Yibo estaba asombrado por todo el esfuerzo que había detrás de esa botella. Eso solo la hacía más valiosa para él.

Ahora entendía por qué estaba tan exhausto.

—Supe que lo llegaste a probar en un evento de Chanel en París, durante el tiempo que estuvimos separados.

Yibo asintió y Xiao Zhan continuó con una sonrisa misteriosa.

—Pero no lograste comprar la última botella que quedaba.

—¡Y ahora entiendo que fue porque tú la compraste! ¿No es así?

Xiao Zhan asintió, y aceptó el puño de Yibo contra su brazo.

—Feliz cumpleaños, Wang Yibo.

Era la primera vez que pasaban un cumpleaños junto al otro, como pareja.

Yibo suspiró. Miró su copa y luego a su esposo.

Realmente no podía pedirle nada más a la vida. Era muy afortunado.

—Zhan Zhan.

—¿Si? —le acarició la mejilla con el dorso de sus dedos.

—Gracias.

Era una simple palabra, pero la dijo de una forma tan sincera que Xiao Zhan la sintió en el alma.

El mayor tomó su rostro con la mano y lo atrajo a un dulce beso que sabía aún mejor con los toques del champagne.

Dejaron las copas sobre la mesa, se acurrucó uno junto al otro en el sillón y empezaron una dulce sesión de besos.

Ambos amaban la playa, pero la amaban mucho más cuando iban juntos.

—Te tengo un obsequio —dijo de pronto Xiao Zhan, separándose de ese beso que le estaba robando el aliento, incitándolo a hacer cosas que no debía.

—¿Otro? —sus labios ya estaban rojos e inflamados, pero no quería dejar de besarlo.

Xiao Zhan sacó algo de su bolsillo. Era un pequeño paquete envuelto con delicadeza.

—Ábrelo.

Sin que se lo pidiera dos veces, tomó el paquete y rompió en pedacitos el papel solo para toparse con…

—¿Un llavero?

Xiao Zhan asintió.

—Está… está muy lindo —rio con nerviosismo. No sabía si su esposo estaba bromeando al darle ese llavero de una tortuga tallada en madera, de los que venden en la tienda de regalos del hotel. No pudo evitar mirarlo y luego a la botella carísima de champagne.

Vaya contraste.

—Wang Yibo, que grosero eres —rio—. Ya sé qué estás pensando, pero antes de que me reclames por…

—No, no. Es hermoso —apretó el llavero en su puño, con cariño. Sí tenía mucho valor, pues representaba el primer cumpleaños que pasaba con el amor de su vida siendo su esposo. Lo atesoraría para siempre.

Xiao Zhan rio y negó con la cabeza.

—Ese llavero es precisamente para que guardes esto —le extendió una llave de metal.

—¿De qué es? —la aceptó, curioso.

—De nuestra casa.

El menor buscó su mirada con asombro.

—¿¡Qué!? ¿Tan pronto? ¿Ya la terminaron?

—Nos falta amueblarla, pero ya nos encargaremos de eso tú y yo.

—¡Wow! —estaba muy sorprendido.

—Y a esa llave le sigue esta —ahora le dio otra.

Yibo rio.

—¿A qué estás jugando, Zhan Zhan, acaso…? —se quedó sin palabras cuando vio el logotipo de cuatro aros plateados entrelazados uno con otro.

—Cuando volvamos, este regalo te estará esperando en el garaje de nuestra casa —puso la llave en sus manos.

—¿Me compraste un auto? —aún no lo podía creer.

—Algo un poco mejor. Sé que es algo que tú mismo podrías ir y comprártelo en cualquier momento, por eso no fue fácil elegir tus regalos, pero… —suspiró—…en verdad espero que te guste.

De pronto se halló envuelto en el fuerte abrazo de Yibo, y es que este no cabía en sí de la felicidad. No se esperaba nada de eso.

—Zhan Ge… no debiste molestarte tanto, sabes que cualquier cosa que me des voy a amarla, incluso un llavero.

Y tenía razón. Xiao Zhan lo comprobó al ver que de verdad le había gustado.

—Quisiera darte el mundo entero. Te mereces tanto —acarició su mejilla y lo miró con ese amor infinito brillando en sus ojos—. Lo sé, lo sé. Soy un tonto cursi, pero créeme cuando te digo que lo que sea que me pidas, te lo daré.

—Entonces… —una sonrisa malvada apareció en sus labios—. ¿Eso te convierte en mi sugar daddy? —se echó a reír a carcajadas luego de que la expresión dulce de su esposo se transformara en una de enfado, listo para golpearlo como de costumbre—. Hablando ya en serio, Zhan Zhan, me encanta.

—Ni siquiera sabes qué modelo es. Puede ser uno del 97, tal como el champagne.

—Claro que no, tonto —rio y señaló la llave—. Es un modelo de este año.

Xiao Zhan negó.

—¿Del año pasado?

El otro volvió a negar. Yibo alzó una ceja sin entender.

—Acaban de liberar los modelos del próximo año. Compré el primero que salió.

Yibo se emocionó como niño en navidad recibiendo un Nintendo, uno muy caro y exclusivo.

Tomó ambas llaves y las colocó en el tierno llavero de tortuga, apretándolo contra su pecho con mucha emoción.

—¿Ahora me vas a decir que el llavero lo tallaste con tus propias manos?

—No, ese sí lo compré en la tienda del hotel.

Yibo rio.

—Amor… ¿Por qué tantos obsequios? —preguntó de pronto, curioso.

—Adelantar la construcción de la casa, y el auto… —desvió la mirada, buscando las palabras correctas—. Digamos que eran cosas indispensables para el siguiente paso que vamos a dar.

Yibo alzó una ceja.

—¿Cuál es ese?

Sabía que la oportunidad de tener hijos distaba mucho más de lo que le hubiese gustado admitir, era casi imposible y ya se estaba haciendo a la idea. Así que no podía referirse a ese paso.

Xiao Zhan sacó un sobre amarillo tamaño carta que había estado oculto debajo de un mantel.

—Toma —se lo extendió con un brillo especial en sus ojos.

Demasiado sospechoso.

—Guardé lo mejor para el final.

—¿Sabes? Me estás malcriado —tomó el sobre —. Y me estás dejando la vara muy alta para tu cumpleaños —pensó.

Había varias cosas dentro. Lo primero que sacó fueron dos fotocopias de un par de boletos.

—¿Boletos de avión para Los Angeles? ¿Vamos a ir de vacaciones? —se emocionó. Había estado ahí solo un par de veces, pero amaba la ciudad.

—Son para diciembre de este año, pero no, no iremos a vacacionar. Saca el otro documento del sobre.

Yibo lo hizo y comenzó a leer con atención.

Conforme su lectura avanzaba, su sonrisa se fue desvaneciendo y sus ojos se llenaron de lágrimas para finalmente romper en llanto.

Incapaz de decir cualquier palabra, se abalanzó sobre su esposo y lo abrazó con fuerza.

Se quebró en llanto por completo.

—Amor… —a Xiao Zhan le tembló la voz—. Me vas a hacer llorar también —muy tarde, ya estaba llorando.

Continuará…

¡Hola, pastelitos!

¡Y LLEGAMOS AL CAPÍTULO 100!

Salió algo corto (quería que fuera más especial) pero creo que fue significativo de todas maneras.

Espero que les haya gustado. No sé si lo han notado, pero ha habido de 1-2 actualizaciones por semana, espero mantener el ritmo (Hagan presión, suelo procrastinar. Así que la presión ayuda).

Por cierto, las personas que han estado enviando solicitud al grupo de Facebook… please, respondan las preguntas jejeje las puse con el mero objetivo de evitar que gente perdida entre por error.

El grupo se llama "Fanfics by Tea Drop". Ahí podemos estar en contacto continuo. Además, agregaré algunas imágenes que usé como referencia para este capítulo.

En fin. Gracias por tanto amor y apoyo! Les mando un fuerte abrazo!

Referencias:

+ Dom Pérignon Rose Gold: Si bien no es el licor más caro del mundo, sí es uno muy especial. Solo hubo dos cosechas para este Champagne, una en el 96 y otra en el 2008 (creo). Y es verdad que solo hay unas cuantas en el mundo. La versión original y más cara es la de seis litros.

¡PREGUNTAS! Veamos qué tanta atención pusieron.

1) ¿Se dieron cuenta desde el principio que Xiao Zhan abordó su avión en París y no en Italia?

2) ¿Se percataron del hecho de que no habían pasado ningún cumpleaños juntos?

3) ¿Qué perfume usa Xiao Zhan?

4) ¿Qué creen que le termine regalando Yibo de cumpleaños a Xiao Zhan? (No va a ser fácil)

Y por último, pero la más importante:

5) ¿Por qué Yibo reaccionó así ante su último obsequio?

No olviden pasarse por la playlist "Nosotros" en YouTube, hay muchos spoilers del fic en las canciones que hay ahí. También muchas de esas canciones han servido para escribir la historia. En general es la lista que reproduzco mientras escribo, justo ahora la escucho.

Dato importante: las canciones que Yibo canta y escucha tienen un trasfondo, por algo las estoy añadiendo je je je. Debo confesar que estoy metiendo algo de mi gusto personal al fic, y lo estoy convirtiendo en gusto de Yibo. No pude evitarlo, por alguna razón siento que si conociera a Måneskin, los amaría.

En fin, hasta aquí mi reporte, Joaquín.

See ya!

24/08/23

5:15 p.m.