"Triste, larga y no sin cola es mi historia
Creciendo siempre con dolor,
el tiempo debe inventar
una hora en la que solo exista el amor
Pero ¡Qué rápido van los conejos!
Miran su reloj, y ¡Qué prisa tienen!
Siempre se llega a alguna parte cariño
¡Ay! Si se anda lo suficiente […]"

– Alicia (Celtas Cortos)

Capítulo 22. Alicia y el león

Se quedó en silencio sentada contra una pared bajo la mirada de Comfrey. Recordaba fragmentos de las últimas dos horas, cosas como caminar, las chicas con las que había hablado, agarrarse a un muro para no caerse, su padre al teléfono, pero era todo borroso. ¿Cuándo ha pasado?

Suspiró, larga y pesadamente, escondió la cabeza entre las rodillas e intentó olvidarse del mundo. Se sentía físicamente enferma y sobretodo muy muy muy estúpida.

Como un resorte comprobó que todavía llevara los pendientes de su cumpleaños… Sí. Exhaló aire.

Poco tiempo después un coche negro con las lunas tintadas paró en la boca de la calle. Hubo un fragor de pasos.

Stewy corrió para llegar a ella lo más rápido posible. Tan rápido que Lavinia no vio su mueca de preocupación hasta que estuvo muy cerca ni tampoco a Greg detrás. – Oh, joder, gracias – respiró con alivio al arrodillarse junto a ella.

La miró. Estaba pálida pero sana y salva.

Su piel estaba templada pese al aire fresco de la noche. Pero se quitó la americana y la envolvió en ella. – Stew… – protestó débilmente.

Stewy pasó sus brazos alrededor de su cintura y la ayudó a levantar tirando de ella con fuerza. La firmeza de su gesto sorprendió incluso a Lavinia. – ¿Estás bien? – preguntó en su oído.

Ella asintió algo mareada. Todavía un poco confundida.

Cerró los ojos un momento porque la obtusa realidad hacía que le doliera la cabeza.

Escuchó a Comfrey hablar por teléfono con alguien más.

Quería marcharse a casa. Tenía ganas de dormir, de que se acabara este mareo, las náuseas.

Stewy la apartó de su abrazo solo ligeramente y le puso una mano en la mejilla para mirarla. – Vale, estoy aquí – susurró, sin romper el contacto visual ni apartar las manos de su rostro. – Estoy aquí. Contigo. Cuéntame qué ha pasado, cariño...

Stewy tal vez podía culpar a las capas de menos, la madrugada penetrando por sus huesos a través de su camisa Oxford gris oscuro de manga larga… Pero se dio cuenta de que temblaba cuando la voz se le quebró un poco en las últimas sílabas. ¿Tal vez estaba cansado?

Sintió una presión detrás de sus ojos. Empezaban a arder, pero no por agotamiento. Sólo frustración y una inmensa sensación de vértigo.

Tal vez era todo el estrés de estas dos horas lo que le apresaba el pecho con su peso mientras recuperaba la respiración.

Se obligó a no mostrar ninguna emoción hasta estar seguro que ella estaba bien: – Livy…– insistió.

Ella notó como su mano tocaba suavemente su barbilla y su corazón se aceleró cuando sus ojos marrón oscuro la miraron fijamente.

Había algo que estaba causando ardor en la boca del estómago a Lavinia y no era solo la droga o el alcohol.

Apenas había apartado un segundo la mirada de su copa.

– Estoy bien. Yo… Oh, Dios, lo siento mucho. Debería haber contestado mi teléfono, está todo borroso, no debería haberme ido y-

Stewy la cortó con suavidad. – No es tu culpa, por favor, no pienses en eso… Tenemos que denunciar a ese hijo de puta.

Lavinia se apoyó cansada en su hombro y volvió a cerrar los ojos. – No. Sólo… llévame a casa. Me duele la cabeza y apenas puedo estar de pie. Estoy segura de que si me acuesto y cierro los ojos por un rato, podré volver a pensar con claridad…

El pulgar de él trazó cerca de su pómulo un movimiento relajante cuando subió la mano a su mejilla.

Greg se había quedado a unos metros de ellos. – ¿Entonces…

Lavinia reparó en su hermano y frunció el ceño ligeramente. – Estoy de una pieza… solo quiero ir a casa.

– Pero… ¿recuerdas cómo ha pasado? ¿Cuándo ha…

– No… vagamente…

Por algún motivo Greg parecía inconforme. – Podemos acompañarte, uh huh… a denunciarlo – insistió.

Lavinia no consintió ir al hospital ni llamar a la policía.

Sabía que no era lo ideal, pero ahora solo quería enterrarse bajo un montón de sábanas, sentirse a salvo.

Se percató que se mantenía agarrada con una mano al brazo de Stewy, como si temiera que se esfumara. Respiró hondo y habló: – Además, la fiesta la ha organizado Kendall. No puedo denunciar a nadie sin formar un lío que se supone que es mi trabajo evitar. Vámonos, por favor...

– Pero…

– Estoy bien. Solo… quiero dormir – arrugó el gesto.

Su novio acarició ligeramente su espalda con las manos, en pequeños círculos ascendentes, mientras ella tenía ese intercambio con su hermano.

Él no insistió para denunciarlo a la policía. Habría otras maneras de que lo lamentara o al menos su turbio negocio con los relojes; con dinero.

Maldijo en voz alta y finalmente dijo: – Ese imbécil ha tenido suerte que lo hubieran echado antes de que yo llegara porque...

– Stewy… – presionó, seria.

Stewy se obligó a respirar lentamente para recuperar la calma. Después de todo, Lavinia estaba físicamente bien. Joder… Pero podría no estarlo.

Lavinia todavía se sentía hecha un desastre, y no sabía qué hacer al respecto para librarse de ese malestar.

Le miró.

Él parecía tan preocupado… Stew.

Le acarició la solapa de la americana. Y habló en una pequeña voz: – Hey, aprecio el comportamiento de caballero de armadura brillante, pero voy a estar bien… Solo quiero marcharme de aquí, ¿podemos hacer eso?

– Claro.

Le pasó un brazo por los hombros y la guió hacia el coche.

Cuando entraron en los asientos traseros del vehículo, Lavinia se deslizó al lado contrario pegada a la ventanilla y miró a Stewy, sentado a su lado, tomándola de la mano con fuerza. Juntó los labios e ignoró el ardor en los ojos.

Su novio volvió a preguntar: – ¿Cómo te sientes?

Lavinia hizo una mueca y después se movió para apoyarse en él, pero estaba demasiado cansada para hablar. Pasó el pulgar por sus nudillos tensos, confiando en tranquilizarlo.

Le dolía mucho la cabeza y sentía como si estuviera cayendo de nuevo en la oscuridad. Apretó los ojos cerrados.

– ¿Te importa si solo te acercamos? – Le escuchó preguntar a Greg que se había sentado delante. – Quiero llevarla a casa pronto.

Comfrey había decidido pedir un taxi por su cuenta.

– No… claro… es decir por supuesto. Puedo bajarme en Murray con West Broadway, si va bien.

Stewy asintió.

El reflejo de las farolas arrojaba sombras sobre su perfil.

Mirándola dormida en sus brazos el peso de cómo de preocupado había estado cayó sobre él como una tonelada de ladrillos–


Esas fueron dos de las horas más largas de su vida.

Incluso si cuando estaba en la universidad había aprendido bien qué se sentía al acabar la noche con la cabeza y el corazón en una montaña rusa. Al menos entonces había sido de alguna ayuda… Haciendo llamadas, arrastrando un tambaleante Ken al baño resbaladizo por el sudor…

Era un poco extraño pensarlo pero tal vez porque iban en estampida y la parte de su cerebro que podía procesar algún sentimiento de culpa por drogarse estaba entumecida había sentido menos miedo.

Quizás había sabido mentirse mejor.

Algo que agradecería en este momento. Hostia puta…

Un silencio recorrió la sala del hotel. Stewy estaba ahí, como una estatua de cera. No apartó los ojos de la pantalla irreactiva de su móvil mientras Greg se peleaba con el puto reloj de su muñeca.

Naomi fue quien le pidió al chico que parara.

Remi, que aún estaba bebiendo, farfulló: – El champagne se ha desbravado por tenerlo destapado tanto rato.

– Tío, ¿en serio? – le reprendió Kendall.

– Era solo… una observación.

– Si mi champagne no satisface tus demandas, no te lo bebas, tío.

No podía soportar ver cómo los demás interactuaban a su alrededor como si su mundo no estuviera desmoronándose.

Estaba ligado de manos sin saber el paradero de Lavinia.

No podía hacer nada más que intentar mantener la calma. Esperar alguna señal… o que ella misma respondiera las llamadas y mensajes…

La habían buscado en la calle pero era como si se hubiera esfumado.

No era propio de él, pero sintió que se alejaba más y más de la realidad... No había tomado nada por espacio de horas.

Stewy tenía un nudo en la garganta. Se desabrochó el botón superior de la camisa sin que esto le procurara alivio.

Pero eso fue al final.

La primera reacción fue de desconcierto.

Después de varios intentos de llamarla y mensajes sin responder, Stewy miró a su móvil con creciente intranquilidad. Ella estaba en esa fiesta con el maldito Ken y su hermano y en su último mensaje parecía… indispuesta. Sólo podía esperar que todo estuviera bien. Lavinia era una adulta, no necesitaba que él la vigilara cada tres segundos; estaba preocupado sin razón.

Se quedó mirando el techo del coche. Le dolía la cabeza porque él mismo había celebrado lo suficiente esta noche, pero lo dejó a un lado.

El coche no iba a ninguna parte lo suficientemente rápido. Eso lo puso nervioso.

Stewy resopló con los ojos entornados cuando el conductor del Uber se equivocó de cruce y acabó cruzando el Williamsburg Bridge en vez del puente de Brooklyn.

Era claramente nuevo en la ciudad y estuvo tentado de pedirle que parara y buscar otro medio de transporte.

Cuando por fin llegó al maldito hotel, donde se supone que Lavinia había ido después del evento de prensa, bajó del coche apenas este paró frente a la acera y subió a la última planta en un ascensor acristalado. Enseguida entendió que algo iba mal.

Stewy apretó el móvil en su mano y se abrió paso entre los curiosos.

La fiesta ya había acabado. Quedaban muy pocas personas y…

Greg protestaba.

No conocía mucho a ese chaval pero había más resolución en el pequeño dialogo que mantenía con Kendall ahora que la que había visto nunca en él.

Excepto quizás… la vez que había ido a buscar a Lavinia a Rhomboid.

Cuando él por fin supo que ella era prima de los Roy.

– ¿Qué ha sido… de Reece?

– Le he echado.

– Oh, Okay. Wow. ¿Por qué?!

– Estaba drogando a gente, Greg.

– Sí, bueno, uh huh, exactamente…

El chico parecía alterado.

Aunque no tenía ni idea de qué cojones estaban hablando.

Apretó los puños ligeramente escaneando la habitación tratando de encontrar a Lavinia. No estaba, aquí pero se dijo a sí mismo que había una explicación lógica…

Naomi dijo algo pero no pudo escucharla por encima del zumbido en sus oídos.

Podía vivir con Lavinia llegando a casa muy borracha o si había decidido probar algo más justamente hoy. Aunque de repente se sintió un poco hipócrita por preocuparse. M, coca… ¿En esa fiesta? ¿En serio? Le buscaría las cosquillas, bromeando, cuando tuviera resaca mañana, esperando que después se sintiera mejor. Pero si algo le había pasado...

Las suelas de sus zapatos de miles de dólares sonaron en el suelo de mármol.

Kendall lo miró el primero.

Trató de permanecer calmado, y decirse a sí mismo que esto era solo un error. Pero ¿qué mierdas…?

Stewy conocía la jodida expresión mortificada de su amigo y no había nada remotamente bueno en ella.

Ken era un libro abierto para él, o eso creía pese al desastre de hace unos meses. Todavía estaba convencido que Logan le había amenazado con algo.

Pero cuando hoy levantó la mirada hubo un gesto que no pudo descifrar.

Preguntó sin paños calientes. – ¿Dónde está…?

– Tío... no lo sabemos. Escucha, Vi no está aquí. Pero estoy — seguro que está bien…

Sus hombros se tensaron pero su rostro no reveló nada, mantuvo la mirada en Ken. – Vale…, necesito saber qué demonios ha pasado aquí. ¿Podrías hacer esto por mí? ¿Contár-melo?

Kendall no respondió enseguida.

Stewy podía ver en sus gestos que estaba bastante intoxicado.

Dio un trago a la botella de agua que llevaba en las manos antes de hablar. – Bueno — Okay, pero no te agobies, tío. Verás…

Por el rabillo de su ojo vio que esa otra chica de PR de Ken invitaba a irse a los rezagados. La acompañaba un chico más alto con pinta de vikingo.

Stewy sujetó el puente de su nariz con dos dedos, intentando concentrarse. – Ken… En serio, no jodas conmigo. ¿Cuándo se ha ido?

Hubo un tartamudeo notable a su izquierda.

Greg se pasó una mano por el cabello, nervioso. Tropezó con las palabras pero soltó: – Mi hermana… Uh, huh. Esperábamos tal vez que ya estuviera contigo.

Algo se amotinó en su pecho.

Miró a uno y otro, sus ojos abiertos y su expresión confusa. Las siguientes palabras se sintieron como plomo en su boca: – Yo no la he visto desde que la dejé en la Quinta… No puedo hablar con ella, no contesta su jodido teléfono.

Greg dirigió una mirada rápida a sus zapatos antes de contestarle. – Bueno... ella como que desapareció esta noche después de, eh – se interrumpió.

– Stew, tío, es culpa de Reece. Pero Nae la vio cuando se iba y estaba bien – intervino Ken.

– Le ha dado droga… Eso no es… uh, estar bien.

Stewy frunció el ceño profundamente.

Greg parecía más y más frustrado.

Pero él… Mierda…

– Suena peor… de lo que es – defendió Kendall bajo su mirada – Él… estaba haciendo el gilipollas con la keta. Lo intentó con Rubell y su colega… y creemos que también con Lavinia.

Sintió un aguijonazo de pánico. ¿Qué demonios…

– ¿Es esto una broma? ¿y le has dejado marchar sin saber dónde está Lavinia? Por favor, no me jodas – protestó. Sus uñas ahora clavándose en la carne blanda de sus palmas – Ken, joder, ¿en serio?!

Sacudió la cabeza, dio otro paso atrás, sin darse cuenta apretó los dientes y… estaba preparado para salir corriendo a por ella pero no sabía en qué dirección. Mierda.

Esto no está sucediendo. Joder…

Kendall continuó: – Iba petadísimo. Te lo juro, él no representa un problema, tío. Lavinia ha de haber tomado — un taxi de regreso a tu casa, probablemente deberías comprobarlo...

– Es decir que nadie tiene ni jodida idea donde está – insistió despacio, retándolo con la frente arrugada, signo de su ansiedad.

– Bueno, eso…

Dispuesto a no discutir más porque no podía pensar claramente, sacudió la cabeza antes de que le contestara y marcó un número de teléfono, con una mano cerrada en el bolsillo de su pantalón.

Necesitaba ponerse en movimiento. Era la mitad de la noche. No podía esperar aquí más tiempo, ni siquiera si por alguna razón ella ya estaba en su apartamento.

Iba a enviar a alguien a su casa a comprobarlo. Pero necesitaban buscarla. Si algo malo le había pasado a ella –

Estaba convencido que si había llegado de alguna manera a casa ya lo sabría. Lavinia ni siquiera había usado sus llaves hasta ahora. Le habría… esperado cuando se lo pidió.

Pero hizo varias llamadas igualmente.

Sí, vale, está bien. Sí, escucha, solo asegúrate que lo comprueben. No, no me importa si el conserje 24 horas del jodido bloque en realidad está 22. No me vuelvas a llamar hasta que tengas una respuesta o estás jodidamente despedido.

Había pasado una hora desde su último mensaje.

Si había ido a su apartamento ya habría llegado pero no estaba allí. Maldita sea.

Llamó más veces a su número cuando pudo mover los pies de donde los tenía clavados en el suelo.

– ¿Dónde estás? Livy, por favor, llámame… No hubo respuesta.

Era otra vez el maldito contestador…

De repente le dolía hasta por dentro. Esto no está bien.

Decidió bajar a la calle. No había muchos coches en la carretera, así que cruzó el asfalto casi sin mirar.

Pero se dio cuenta de inmediato que no iba a ningún lugar.

Ella podía estar en cualquier parte.

Greg se había ido con al menos dos personas hacia el sur de la calle.

Esto era ridículo, toda esta situación era absurda. Su corazón se aceleró con recelo mientras pensaba en lo que podría haberle pasado.

No sabía por qué ella no había devuelto ninguna llamada, pero esperaba poder tener algún tipo de pista pronto que le indicase que no le había pasado nada malo si, por alguna razón, ella aún no estaba en casa en la próxima hora.

Siguió caminando, sin notar más los coches que pasaban.

Podría haberse caído, estar desconcertada…

Luego se detuvo en seco y comenzó a entrar en pánico. ¿En qué estaba pensando? La conocía lo suficientemente bien y ya le habría llamado si podía hacerlo.

Aspiró aire para mantener la compostura.

No estaba acostumbrado a sentirse completamente inútil.

Su estado de ánimo osciló entre luchar contra la impotencia en su pecho y querer liarse a tortas con el imbécil que le había metido algo en la copa.

Eso que él no era nada violento.

La última vez que había tenido ganas de darle un guantazo a alguien había sido haciendo deporte en Harvard. Un idiota se acercó como queriendo meterle miedo y lo apartó de un empujón.

¿Qué diablos había pasado? ¿Por qué ella no respondía a sus llamadas?

Vamos, no me hagas esto.

– Si algo le pasa a ella...

Kendall acababa de alcanzarle – Va a estar bien, tío.

– No puedes saberlo – respiró fuerte, tras un soplido. – ¿keta? Ella no… es como tú y yo. No consume. No tienes ni puta idea qué efecto puede haberle hecho esa mierda...

Hubo un silencio. Stewy caminó por la calle.

– No habría dejado que pasara esto de tener alguna idea, ¿lo sabes, verdad? Por el amor de dios, es mi prima.

Meneó la cabeza tratando de no pensarlo.

– Con todo el respeto, Ken,… lo único que me importa ahora mismo es encontrarla.

Kendall asintió quedamente. Después de un momento, añadió: – Lo siento… por los últimos meses, yo…

Suspiró pesadamente.

– No, tío. Es un momento terrible, colega – Sabía que algo se le escapaba y sentía curiosidad por lo que era. Pero no se veía con fuerzas de lidiar con nada más. – Ya lo hablaremos en otro momento. Dame un respiro.

Pasó un grupo de chicos jóvenes contaminando el aire con humo y algarabía.

– ¿Tú estás bien?

– Ken, me cago en la puta, no, no estoy bien…

Estuvieron casi 45 minutos más sin ninguna señal de Lavinia.

Entonces de nuevo en el hotel el teléfono vibró en su mano. Era una llamada… de ella.

– Stew…


Cuando llegaron a casa la condujo hasta la cama cogiéndola por los hombros, la ayudó a sacarse los zapatos y la arropó con el edredón.

Lavinia estiró los brazos para deshacer el incómodo moño. – Es un engorro – protestó en duermevela.

– Está bien. Te tengo… Voy a dejarte una camiseta vieja. Un segundo.

– Sí.

Pero cuando hubo encontrado algo en el armario, ella dormía profundamente con Toffee convertido en un ovillo en sus piernas.

El vestido hecho una bola en el suelo.

Podrían haber pasado tantas cosas esta noche...

Dudó si echar a Toffee de su cama pero supuso que no ganaría nada. Ahora compartían persona favorita, ¿uhm?

– Ella va a estar bien – pasó su mano por el lomo anaranjado del felino.

Dejó la camiseta en la mesita de su lado de la cama por si ella se levantaba durante la noche y se permitió observarla un largo momento antes de retirar sus propios zapatos y bajar a la sala a por un último whisky.

Su cabello sobresalía esparcido en la almohada.

Parecía muy tranquila. Casi no podía persuadirse para dejarla sola pero él… no podría dormir ahora mismo.

Si no hubiera estado en Rhomboid habría llegado antes a ella…

Stewy no pudo dejar de mirarla un momento más, la seguridad de que ella era lo mejor que le había pasado hasta este momento.

Mientras se levantaba, el teléfono de ella sonó en su bolso.

Se puso en cuclillas para recoger la pequeña bolsa brillante del suelo. La abrió y…

Era el padre de Lavinia.

Se imaginó que el hombre debía estar mortalmente preocupado.

Mierda.

Mierda, mierda, mierda.

Iba a hacer pleno al quince con su familia, ¿verdad? Fantástico.

– ¿Hola?

La voz del padre de Livy era trémula pero firme cuando preguntó. – ¿Cómo está ella? ¿Está bien? ¿Con quién hablo? ¿Eres… ese Stewy del que me ha hablado Greg?

El hombre sonaba como si todo su cuerpo estuviera siendo desgarrado por las costuras.

– Señor, yo...

Su hija había sido drogada. Por supuesto que Liam estaba angustiado. ¿Por qué no lo estaría?

Stewy no conocía al hombre y ahora tenía que hablar con él. Sólo podía empeorar las cosas…

El padre de Lavinia respiró hondo varias veces antes de volver a preguntarle, sonando un poco más tranquilo. – ¿La has llevado a un hospital? ¿Te han dicho algo?

Hubo una breve pausa mientras Liam intentaba recomponerse. Stewy sabía exactamente cómo se sentía esto. Era lo mismo para él.

Liam finalmente habló de nuevo, sonando mucho más sereno esta vez. – No tengo mucha cobertura.

– Señor, Lavinia está durmiendo. Ella está bien. No ha pasado nada. Ha preferido venir a casa… pero voy a estar pendiente de ella.

– ¿Me das tu palabra?

– Sí, señor. Absolutamente.

Un suspiro. El sonido de voces. Un largo momento después, cuando el hombre finalmente habló de nuevo.

– Muy bien, gracias, hijo. ¿Estabas con ella cuando…

– No, señor.

– ¿Ella está tomando drogas? ¿Debería alarmarme? Eso no suena mucho como mi hija pero... Conozco esa jodida familia.

– No. Fue víctima de… una jugarreta estúpida.

Un silencio.

Liam se aclaró la garganta. – Entiendo… Suena peor que un mal truco para mí, hijo. La han drogado. ¿Cómo no puedes… sentir la rabia y el dolor en esas tres palabras?

– Lo siento señor.

– Mira, no sé qué te habrán dicho, no soy el mejor de los padres pero es mi niña. ¿Cuídala, quieres?

Hubo otra pausa. – Por supuesto.

Y con eso, Liam colgó.

Durante un par de minutos más, Stewy se quedó sentado mirando el teléfono. Después, sus ojos volvieron a posarse en ella.


Un gran brazo rodeó su cintura en cuanto ella se quejó un poco al ir volviendo en sí. Esa mañana se encontraba fatal…

Lavinia abrió los ojos de par en par cuando se dio cuenta de que la oscuridad no era oscuridad en absoluto, que estaba en los brazos de Stewy y hacía un sol espantoso…

Las cortinas estaban abiertas; nadie las había cerrado esa madrugada.

Se giró e hizo un hueco con su cabeza enterrada en su cuello con tanta fuerza que apenas podía respirar.

Adivinó por el resplandor de la luz solar en los muebles que hacía horas que era de día.

Se sobresaltó un poco cuando lo procesó. ¿Qué había pasado ayer? – Dios, Stewy, nos hemos dormido…

– No, he llamado ya a Sandi. Iré más tarde, a las 12. Quería posponer también esa reunión pero…

– Oh, Stew, no. No quiero que Sandi esté furiosa contigo por mi culpa… y Dios, está Kendall, tengo que ir a…

Stewy no se movió un centímetro, acariciándole la espalda. – Se las arreglará. Llámale y dile que te tomas el día. No va a despedirte, créeme. Le salvaste el culo no yendo directamente a la policía. Aunque todavía pienso…

– No ahora, por favor – enterró más la cabeza en la calidez de Stewy.

Era la peor resaca que había tenido en la vida.

Le acarició el cabello. – Es tu decisión. Pero créeme, voy a encargarme personalmente que ese gusano de Reece Barnett no venda otro reloj.

– Oh, Stewy…


Después de la cena de prensa, Lavinia se quedó 48 horas a cubierto en el apartamento de Stewy.

Se sentía muy mal y el malestar fácilmente le iba durar varios días.

Esa primera mañana quiso ir a trabajar pero se encontraba hecha un desastre. Tanto que acabó vomitando después de intentar tomar un café con leche; antes de que Stewy se marchara a su reunión.

Lo que no ayudó a tranquilizarlo.

Ella se había sentado en la mesa blanca como la cera y con su camiseta vieja de Harvard apenas hace diez minutos.

Entonces sintió náuseas. Se fue corriendo al baño y comenzó a vomitar, aunque no podía imaginar el qué. Porque había desayunado media tostada y apenas había cenado unos canapés, pendiente de establecer charlas con los demás.

Quería encerrarse en el baño sola, empujarle fuera para que no la viera así, pero tenía ya bastante trabajo dominando las arcadas y agarrándose con fuerza a la taza del váter.

Stewy la había seguido hasta allí con un vaso de agua que dejó en la repisa.

Le acarició la espalda, la ayudó a sujetar su cabello desordenado y con voz calmada aseguró: – Tranquila, respira cariño, es normal cuando no estás acostumbrado a esa mierda.

Iba a hacerle llegar tarde y con esta imagen de ella en la retina. Genial…

Después de veinte minutos inclinada sobre el lavabo, se puso las manos en la cara. – No quiero que me veas en este estado – gimió disgustada.

Confía en que esté desesperadamente enamorado de ti porque…

Él frunció el ceño. – No es ninguna imagen que no pudiera imaginarme, pero habría preferido poderte pinchar por eso y no porque Ken invitara a un creep gilipollas a su fiesta.

Hizo una mueca: – No es culpa de Kendall…

Stewy contestó con un sonido poco comprometido. – Túmbate en la cama, ¿vale? Voy a pedirle a Lucy que se quede y te prepare alguna cosa suave para comer.

– Pero…

– Por favoor.

Le tendió el vaso de agua.


Se pasó el día durmiendo. De hecho… Eran más de las diez de la noche cuando se levantó de la cama, se envolvió en el edredón y bajó al comedor donde encontró a Stewy tecleando en su móvil con un tamborileo frenético de los dedos.

Le sonrió con los ojos. – Vaya, pero si es bella durmiente. ¿Te encuentras mejor?

Ella asintió y señaló el móvil que tenía en las manos con la cabeza.

– ¿Pasa algo?

– Nah. Josh Aaronson está de repente preocupado por la enfermedad de Sandy. Supongo que ha corrido la voz de su ingreso. Siéntate, estaba esperándote para cenar algo.

Lavinia frunció el ceño. – Es muy tarde…

– Nop. No en mi opinión.

Aún se sentía enferma pero le sonrió.

Stewy se acercó, su mano izquierda la cogió de la cintura, y la derecha le acarició el cuello. No dijo nada, pero se inclinó a hablarle con un hilo de voz. – Quería esperar por ti…

Cuando quiso darse cuenta sus labios estaban sobre su boca y sus brazos la estrechaban. Sus labios abriendo los suyos en un beso rápido lleno de afecto. Se dejó llevar unos segundos pero… tenía la boca seca y mucha sed, esa sensación de cuando uno ha estado con fiebre. – Hey,—no – le paró autoconsciente. Se tapó la cara, apoyándose en su pecho.

– ¿No? – le levantó la cara con suavidad.

Frunció el ceño. – Es que me siento asquerosa.

– Tonterías. Pero comamos algo, va, y luego te devuelvo en brazos a la cama – le guiñó un ojo – Necesitas descansar.

– He dormido todo el día, ¿no tienes una tele con algo que se pueda ver? – hizo un mohín.

– Uhm… Vale. Pero elige tú porque sé que voy a quedarme sobado, ha sido un día larguísimo. ¿Sabías que nos han mandado a los jodidos Frank y Karl a negociar? – fingió un suspiro dramático, y ella sonrió – Si la situación de Waystar no fuese tan grave, resultaría jodidamente hilarante… pero es trágico.

Más tarde, ambos estaban sentados en el sofá viendo una película donde todas las escenas importantes eran tan oscuras que apenas valía la pena intentar ver nada cuando Lavinia le preguntó a Stewy. – ¿Viste anoche a Zahra? ¿Aún organiza la fiesta en Rhomboid?

Se dijo a sí misma que solo tenía curiosidad. ¿Por qué le importaría a ella? Pero, de nuevo, no era su mejor día, y estaba algo chof. Así que siguió hablando.

Stewy la contempló un momento.

Hubo un momento de pausa.

Ella frunció el ceño. – Solo es genuina curiosidad…

– La saludé.

– Vale – se encogió de hombros volviendo su atención a la tele.

Él sonrió un poco. – Puedes preguntar lo que quieras.

Lavinia se apoyó más en su hombro mirando a los personajes que se movían en la pantalla – No importa.

No añadió nada más.

Pero él respondió con un suspiro a la pregunta que no había hecho. ¿Estaba ahora leyendo su mente?

– Sí, quizás ella trató de besarme en los labios amistosamente... besé su mejilla en cambio.

– Ugh. ¿Te besan amistosamente muy a menudo?

– Ella también me presentó a su nuevo novio.

– Oh – asintió.

Lavinia sintió que sus ojos estudiaban su rostro por el rabillo del ojo, pero no dijo nada.

– No te preocupes por eso.

Ella lo miró a él. – ¡¿Qué quieres decir con 'no te preocupes por eso'?!

– Porque estoy seguro de que no quiso hacer ningún daño.

La comisura de su boca se curvó hacia arriba. – Sí claro. Seguro que ella no...

Stewy se rió en voz baja para sí mismo. – Lo digo en serio. Ella hace eso especialmente cuando sale con sus amigas. No significa nada.

– Oh por favor – Ella puso los ojos en blanco y volvió a mirar la televisión.

Después de un rato, Stewy volvió a hablar, meditabundo. – ¿Estás contenta con cómo están las cosas entre nosotros…?

Se volvió hacia él un poco enfurruñada. – Sabes que sí… ¿Por qué no iba a estarlo? ¿Y tú?

Stewy la miró con mimo en los ojos. – ¿A ti te parezco infeliz? – restregó su nariz con la de ella.

Lavinia no pudo evitar una sonrisa. – Tonto…

– ¿Entonces?

– Uhm… bueno, solo sospecho de una mujer hermosa, especialmente cuando resulta que yo me robé a su novio espectacularmente guapo…

– Tú no hiciste eso.

– ¿No?

Él le sonrió satisfecho. – Caí yo solo en tus encantos…

Stewy se inclinó más y la besó, bajando luego sus labios por su piel. Lavinia se rió, mientras él besaba su cuello tan suavemente que le hizo cosquillas.

– Stewy.

– ¿Sí?

– Gracias por cuidarme ayer.


La guerra muy pública entre Logan y su hijo Kendall tenía a todo el mundo posicionándose.

Lavinia no era una fan de tuits como "Hay que derrocar la cultura de la corrupción que silencia a las mujeres" porque bueno, si eras Kendall… en ese punto prácticamente estabas rogando por las críticas.

Pero no la pagaba para fraguar su plan en redes sociales.

Por lo que la pagaba era para cuidar sus relaciones de prensa y trabajar en algunas campañas con Berry y Comfrey.

Tenían un plan para cuándo (no si) recibiera un ataque de su familia. Lavinia había sido insistente después de saber aquello del hombre del tatuaje.

Sabía que este era el tipo de cosa sobre la que necesitaba mantener un ojo. Si intentaban sacarlo a la luz... bueno, entonces se acabó su papel de "Jesús de plástico".

– Si no sabemos cuáles son las cosas que pueden salir a la luz, ¿cómo podemos tomar decisiones?

Kendall había accedido a discutirlo a regañadientes solo mediante Berry.

Ella era la gurú e influencer… Berry parecía tener muy claro lo que debía decir en la mayoría de casos, no titubeaba, no dudaba… Pero aun así, nunca se había producido una reunión en la que su primo les contara qué podían esperar más allá de lo que era público.

Sus problemas con las drogas habían sido motivo de habladurías en el pasado.

Daba igual. Nada de esa mierda que habían puesto por escrito pasó cuando las cosas se pusieron feas.

El desastre en el late-night show de Sophie Iwobi estalló la segunda noche de su 'confinamiento' voluntario en casa de Stewy, mientras Lavinia trataba de mantenerse en contacto con Comfrey por chat.

"¿Qué hago?"

"No lo sé. Le dije que era una mala idea ir al programa. ¿Crees que podrías convencerle para salir ahí y darle la vuelta?"

Lavinia pensó:

¿Algo sobre cómo su adicción es el resultado de crecer con un padre abusivo y tóxico, y esto es un intento nada velado de convertir su enfermedad en una arma para invalidar una denuncia muy real contra la empresa?

Pero cuando intentó mandar un audio sugiriéndoselo a Comfrey, enseguida supo que no tenía caso. De ninguna manera en la tierra se expondría vulnerable de esa forma.

Y joder… Sophie Iwobi era dura de roer… No se plegaría fácilmente.

Probablemente era mejor que Ken no terminara saliendo en ese programa, por malo que fuera acobardarse de una entrevista nocturna en el último minuto.

Demonios…

Antes de esa noche las cosas ya habían ido bastante mal.

Lavinia se había pasado la tarde trabajando con el portátil en la cama.

Roman la llamó para ponerla al día del acto con los empleados que Kendall había torpedeado el día antes.

– Fue bastante estúpido de su parte hacerlo, francamente. Interrumpir el discurso de Shivvy con "Rape Me" de Nirvana. Es decir… ¿crees que es capaz de ver la ironía? ¿le aconsejaste tú eso?

¿Una canción sobre violaciones mientras los Roy intentan sobrevivir al escándalo sexual de los cruceros?

Cogió aire profundamente y contestó a Roman con un – No por supuesto que no le di la idea yo y no está en mis atribuciones…

– Bueno, Kenny tiene una nueva y poderosa adicción a crear espectáculo. ¿Por cierto, dónde estás? Ayer no me cogiste el teléfono cabrona.

– Tengo la gripe – mintió.

– ¿En verano?

– ¿No has escuchado que es la semana de verano más fría de la década en Nueva York? – desvió el tema.

– No, bruh, que les jodan a los del tiempo. ¿Ahora en serio qué tienes? ¿La regla?

Lavinia resopló.

– ¿Está Shiv… bien?

Pareció desinteresado pero masculló: – Pse. ¿La flamante nueva presidenta de operaciones domésticas? Tiene el ego dañado blabla. Ese era su gran momento como Reina Roja. ¡Que le corten la cabeza! – dijo sarcástico.

Oh, genial.

¿Había encontrado Kendall una manera de ser cruel y misógino al mismo tiempo para humillar a su hermana pequeña en público?

Tuvo el presentimiento que esto traería cola.

Pero sinceramente… al final había sido peor de lo que esperaba.

Shiv se vengó al enviar aquella carta durísima – aparentemente preocupada por su hermano, donde enumeraba las adicciones de Kendall, otros trastornos mentales, hipocresía y fallas personales.

Solo imaginarse infligiendo algo así contra Greg la hacía sentir muy incómoda.

Después de recibir varios mensajes de Greg y Comfrey, Lavinia decidió finalmente que tenía que ir al estudio por si se podía apagar algún fuego… aunque fuera desoyendo el consejo de Stewy.

– Cariño, no vayas. Déjale que aprenda de una jodida vez. Le has avisado que era una mala idea. ¿Acaso te ha escuchado?

Iba a ir.

Es lo que habría hecho en otro trabajo y hacer menos le resultaba deshonesto.

Suspiró.

No tenía sentido salir corriendo por un jefe que recibía impertérrito cada sugerencia. Un jefe que, además, Stewy conocía mucho mejor que ella.

Era tentador… Pero no, no le parecía profesional quedarse en casa.

– Tienes razón. Al menos hasta cierto punto, …pero voy a acercarme al estudio.

Comfrey básicamente le estaba pidiendo auxilio.

Stewy se había escapado antes de una reunión y habían merendado-cenado temprano. Fuera había empezado a chispear.

Leyó la carta de Shiv muy concentrado y serio, mientras ella se arreglaba para salir. Lavinia tan solo se pintó la raya del ojo y los labios.

Se había vestido a prisas con una americana clara y unos vaqueros negros.

Entre que cogía el taxi, entraba al estudio, acabaría corriendo como una loca, así que escogió unas bailarinas, prefería ir cómoda que perder un pie en el proceso.

– ¿Lo has leído? – tanteó.

– Estoy en ello – y al decirlo le lanzó una mirada muy elocuente.

"Mentiroso en serie, drogadicto, padre ausente, con una relación problemática con las mujeres…". Stewy desplazó su dedo por la pantalla con una mueca.

El cuenco de ensalada de tomate con aguacate y queso de la cena aún en la mesa.

– ¿Qué piensas? – le preguntó ella.

La miró obviando lo disgustado que se sentía con Siobhan ahora mismo. ¿Era esto jodidamente necesario?

Stewy hizo una pausa, considerándolo.

Era repugnante…, pero en cualquier caso, no era asunto suyo. No realmente.

Se tiró atrás en la silla.

– Es una patada en los cojones. Esta mierda… va a estar ahí fuera para siempre. Pero Livy… ninguna cantidad de control de daños va a mejorarlo.

Stewy se acomodó mejor en el asiento, chasqueando la lengua contra el paladar.

Volvió los ojos a la pantalla para acabar de leer la carta.

Ken había sido de su incumbencia, pero eso estaba en el pasado.

La carta de Shiv apestaba, y aun así no era realmente una sorpresa. Esta familia te succiona, te arrastra hacia abajo…

Se dijo que nada de esto importaba ahora, excepto los planes que tenía con los Furness… y ella. Que joder… era su ella. Todo.

La observó ponerse perfume en silencio.

Era extraño tenerla aquí así. Las cenas riendo, los te quiero, las películas a medias, las sonrisas soñolientas…

Su apartamento parecía de golpe creado y pensado para Lavinia, y ésta se movía en consecuencia en él. No podría haber mejor manera de acabar el día, junto a ella, sin necesidad de nada más…

El tiempo se había convertido en una mancha difusa cuando no sabía si le había pasado algo.

Lavinia tenía bastante y de sobras con estar bien, aunque asustada y con malestar… Después de todo es lo mejor que podría haber ido hace dos noches.

Stewy todavía sentía la aprensión en su pecho.

La pantalla de su móvil se iluminó pero la volteó hacia la mesa.

Vale, mierda.

Stewy se esforzó por compartimentar las cosas.

Eligió concentrarse en Lavinia porque sabía que se estaba culpando por haberse quedado en casa y eso era una tontería.

Livy… … bueno, los efectos y secuelas de una droga desconocida que ha entrado en tu sistema sin tu consentimiento pueden resultar algo abrumador…

Apretó los labios en una mueca.

– Déjales que se peleen con sus onesies coordinados de unicornio. Pasará – garantizó.

Lavinia asintió mientras guardaba su portátil en un bolso grande que iba a llevarse. Aunque le dio la impresión que él tenía una opinión encontrada sobre esto.

Siobhan había traspasado una línea.

Se mordió el labio. – Es solo… mi trabajo era hacerle cambiar de opinión respecto a ir a ese programa y ahora… entre o no a plató en 20 minutos, el mal está hecho, como tú has dicho bien – resopló.

La cogió de la mano acariciando su palma con el pulgar.

Y le habló, serio. – Livy… ¿No crees de verdad que ayer u hoy le habrías hecho desistir de ir a ese programa, no? Eres brillante y persistente, cariño, pero el Ken bajo toda esa adrenalina probablemente habría necesitado un trauma severo en la cabeza para cambiar de opinión.

– Pf. Volveré en una hora o dos, ¿vale?

Él le dio un beso corto en la boca y luego en la frente.

Ignoró los dos mensajes de texto que acababa de recibir de Sandi. "¿Lo has visto?" "¿Crees que Logan está detrás de la carta? Destruye a Kendall pero también se refleja mal en ella".

La línea de "padre ausente" era probablemente lo que habría dolido más a Kendall. ¿Pero, con qué autoridad? Cuando el padre por el que se habían escrito esas palabras trataba a sus hijos como peones para consolidar su propio poder.


Cuando Lavinia llegó al estudio en taxi y se coló en la trastienda del programa se encontró a Comfrey de cara pero no a Kendall.

Había un lío de cables por todos sitios y focos que iluminaban con fuerza el otro lado para crear el plató. Paquetes, sobres y las puertas de los camerinos y producción.

– ¿Cómo está?

– Ha desaparecido y luego… me-jor creo. El FBI ha entrado en Waystar mientras estábamos aquí. Eso es… positivo. Siento haberte molestado pero Berry está fuera de la ciudad y… no sabía cómo teníamos que responder. Él no… estaba dando ninguna instrucción.

La miró y alzó la vista hacia Greg. – No te preocupes. ¿Dónde se ha metido?

Tardaron un rato en localizarlo o al menos al caparazón de su persona.

Se las arreglaron para salir del estudio mientras Kendall evitaba torpemente el contacto visual con productores y escritores mientras se subía a su limusina.

– Vi. ¿Podrías hacer un repaso de la prensa estas últimas horas? No me lo enseñes, solo tenlo en cuenta para no conceder entrevistas en el futuro a quien se haya pasado de la raya.

– Vale… ¿Qué es lo siguiente?

Su sonrisa fue un poco maniática.

– Oh, um, no ¿Tú qué dirías? Por ejemplo… Dejar que se ahoguen en su propia bilis mientras el FBI se la mete hasta el fondo.

Asintió conteniendo aire.

– Lavinia…

– ¿Sí?

– ¿Sabes si todo está guay con Greg?

Arrugó el ceño. – Supongo. ¿Te preocupa por algo?

– No, no.

No es que Lavinia hubiera tenido oportunidad de profundizar en muchos temas con su hermano en las últimas horas.

No más allá de oírle preguntar hasta la extenuación por teléfono si estaba bien, y de ese saludo interrumpido por Comfrey hace cinco minutos mientras hacía un movimiento de muñeca para resucitar al reloj o algo.

No quería saber cómo funcionaba la dichosa cosa ni siquiera de oídas.


Le miró sentada en el sofá con las piernas cruzadas bajo el culo mientras sostenía una taza de té.

Stewy llevaba el pelo negro con reflejos plateados perfectamente peinado y estaba impecablemente vestido con una camisa abotonada azul y pantalones oscuros.

– ¿Estás segura de que no quieres venir? Me gustaría mucho tener a mi chica espectacular conmigo.

Le dedicó una sonrisa. – Quieres que me maten…

– Vamos. Solo… ven después. Ya habremos hablado de negocios.

Arrugó los labios. – La próxima vez. No tengo ningún deseo de salir.

Stewy titubeó. – Livy…

Negó con la cabeza porque le vio venir. – Estoy bien… solo te cambio una noche por tu sofá y Toffee. Vete o harás esperar a Josh Aaronson.

No pareció muy conforme.

– Me estoy arrepintiendo de esta cena.

– No, no lo haces. Te tienes que camelar a Aaronson para tu plan de dominación mundial y eso, ¿recuerdas? – bromeó.

– Josh ya me adora cariño.

– Vale – se levantó para arrastrarlo hasta la puerta con una sonrisa – ahora lo estás empeorando… no necesito saber eso.

– Tú también le gustaste.

Alzó una ceja – ¿Ah, sí?

Stewy arrugó la frente. – Bueno, concretamente a su hija.

– Ya veo – sonrió – No vas a utilizar a tu novia de nanny para ganarte al padre, cariño. Si tenías planes al respecto…

– Nunca propondría tal cosa. Aunque si tienes libre el viernes…

Se rió. – Pasa de aquí. ¡Ve a divertirte!

Él la abrazó para despedirse.

– Hasta luego, nena. Te quiero.

– Yo también te quiero. Disfruta.

Y se fue, todavía con el ceño fruncido.


Necesitaban su 4% para el voto de la empresa.

Stewy se encontró con Josh Aaronson en un restaurante de lujo en el centro. Estrechó la mano con él y le dio un apretón en los hombros antes de sentarse. Josh tocó su brazo con su mano y clavó una mirada punzante sobre él. Un camarero vino a entregarles las cartas y a tomar nota de la bebida.

– ¿Qué sabes de todo el culebrón de los Roy? – cuestionó Josh después de una pequeña charla de cortesía.

Le lanzó una sonrisa petulante. – Que es malo para tu dinero, amigo. Ven con Sandy y conmigo.

Josh lo estudió. – Me gustas Stewy. Te considero más audaz y dispuesto que los demás. ¿Pero está bien Sandy? ¿Su salud? – preguntó sin detenerse. – Estoy preocupado por mi dinero. No necesito más sorpresas…

Stewy no le podía mentir.

Sandi le había confirmado hoy que planeaba arrastrar a su padre a la votación.

Todo el mundo iba a ver que se había convertido en una especie de vegetal gruñón… Joder… Maldijo el universo entero. Y lo más importante, el estar atrapado en este asunto con los Furness justo ahora.

En última instancia, hubiera sido mejor para Stewy no entrar en Waystar.

Fijó la vista en Josh con expresión determinada.

– Sandy es… viejo. Escúchame. Estás perdiendo mucho dinero con los Roy – ofreció una mueca afectada – Están abonados al drama... Y la mejor manera de solucionar ese problema es encontrar a alguien que esté dispuesto a invertir en la empresa y ponerla ahí arriba sin mierdas familiares.

Josh lo miró quietamente.

Stewy esperó.

Aaronson estaba preocupado por la solidez del proyecto de los Roy, y esa era su oportunidad para arrancarle el voto.

El hombre movió las manos de una manera tranquila y sin pretensiones tocando el mantel de la mesa. Luego tomó uno de sus tenedores y lo apuntó con gracia.

Iba vestido formal pero no de traje. Camisa, sin corbata o americana.

– Pensé que Kendall era un buen amigo tuyo.

– Lo era – dijo Stewy – Por eso me lo sé todo de memoria.

– Mira, me está empezando a parecer una guerra civil. Y no estoy seguro de que sea el indicado para ello. Puede que me salga del todo y ya está…

Stewy frunció el ceño casi imperceptiblemente.

– Es lo que te dije antes por teléfono, estoy de acuerdo con tu opinión sobre la santurronería de Kendall, Sandy y yo nunca habríamos aprobado esa estrategia, y Logan Roy está jodiendo la compañía a lo grande, que es precisamente por que pienso...

Josh sonrió a medias al interrumpirle. – No… Vamos Stewy. Sandy está físicamente fuera. No sé si puedo confiar en su hija. ¿Y cuánto falta para que seas familia con los Roy? Los Pierce, los Walton. Siempre y cuando uno sea familia tiene acceso. Les encanta ese rollo. Y no te ofendas ¿vale?, pero he escuchado rumores, rumores que uno diría que complementan bastante bien la carta de Shiv, y en tu caso…, hay un polo gravitacional ahí… ¿Cuál es tu ángulo? No es que vaya a juzgarte, pero desde fuera, uno duda.

Stewy pestañeó y fijó la vista en Josh, momentáneamente desorientado.

Su rostro se oscureció al instante. – No estoy seguro de que te siga pero tienes que escucharme-

Josh le miró intrigado. – Okay. Te estoy escuchando.

Ese era el tipo de cosas que no necesitaban salir a la luz ahora.

– No sé nada de rumores. Si uno creyera todos los rumores de esta ciudad, perdería la cabeza – dijo, moderadamente sarcástico – Pero estoy en la empresa por el capital. No me quedaré. Lo mío son los fondos de capital privado y me gusta el dinero sin ataduras que viene con ellos… Esta empresa necesita una sacudida estructural para evitar la implosión, y luego venderemos y ganarás más. Así que necesito convencerte de que puedes confiar en mí para estar a cargo de esta operación sin que pienses que te estoy vendiendo humo.

Josh sonrió, rascándose la homérica nariz. – Creo que me gustaría apoyaros.

Stewy le devolvió la sonrisa. – Gracias.

– Pero aún no lo sé. Esa es toda la cuestión.

– Vas a. Confía en mí.

Josh tomó un sorbo de la copa de vino cuando el camarero se lo sirvió. Stewy dejó que dominara la conversación para llegar donde más le interesaba. Su voto.

Quería que le revelara cuál era su posición de verdad pero Josh era puñetero y le presionaba en otro sentido una y otra vez.

Aaronson no era solo otro capullo con el fideicomiso de papá, era duro en el juego.

Y el juego era más divertido cuando conocías a tu oponente.

Por ahora, Josh jugaría limpio. – Rumores o no sobre… nada, sé sincero, tío. ¿Qué situación tienes con la nieta de Ewan? ¿Louise?

– Lavinia. Su nombre es Lavinia.

– Bien, correcto. Entonces, ¿qué está pasando con ella? ¿Qué posición tiene en esto el hermano de Logan? ¿Está esperando volver a los verdes pastos del dólar? ¿O quiere patrocinar las protestas…?

– Para contestar a tu primera pregunta, es estrictamente personal – Stewy solo se permitió una breve pausa al responder – Sabes como yo que el hermano de Logan tiene menos de un 1%. Tío, sé lo que dije con Layton, pero quien sabe lo que va hacer. No hay doble juego.

– Me cuesta de creer – Josh se rió, levantando una ceja.

Tenía que cortar este sinsentido.

Stewy se encogió de hombros y dijo, sin inmutarse: – Vamos, hombre. Tú sabes cómo va. No soy exactamente el chico del cartel para pariente político de los Roy…– se pasó la lengua por los dientes.

Josh abrió las palmas de las manos hacia arriba y sonrió.

– ¡Touché...! Muy bien, muy bien, ese es un buen punto. Pero eres un activo, tío. De hecho, si decidiera salir de Waystar te iba a pedir consejo para invertir en energía.

Stewy asintió inflexiblemente ante eso. Dejó su teléfono sobre la mesa y se inclinó hacia adelante.

– Mi trabajo aquí es que no salgas del negocio. Es decir, no te culparía en absoluto si solo quieres alejarte y nunca mirar atrás. Pero déjalo en nuestras manos y no te arrepentirás...

Josh le observó callado un momento. Sus ojos agudos, analizándole.

Luego bromeó: – Puedo pensármelo, ya sabes lo que dicen, las buenas manos saben a dónde ir… Tienes buenas manos y buenos instintos, tío.

Era una frase un poco extraña, pero lo que sea.

Stewy puso los ojos en blanco como de coña, y cuestionó con una sonrisa aparentemente genuina. – ¿Tenemos un acuerdo?

– Es muy posible.

Se enteró de muchas cosas durante la velada; Josh tenía una amplia red de contactos.

Cuando comían los segundos, Stewy propuso para cerrar el trato: – ¿Te apetece una copa después? La noche es joven – se puso bien la americana.

Josh sonrió. – ¿Puedo ser sincero?

– Por supuesto.

– Mira, soy padre, esto de la cena, el vino, está bien. Pero confiaba en que… pudiéramos tomar una copa en un lugar tranquilo. ¿Tu casa?

Intercambiaron una mirada.

Los hoyuelos de Josh se profundizaron bajo la barba de pocos días mientras hablaba. – ¿Qué me dices? Y dejamos las finanzas en esta mesa.

Por un momento, lo tomó por sorpresa.

¿Josh quería algo más que una copa de él…?

Tenía un buen radar para detectar estas cosas.

Aaronson lo miró vagamente expectante. Había algo en su expresión que le decía que era un hombre que sabía lo que quería, pero que no estaba demasiado preocupado por conseguirlo. No todavía, de todos modos. Eso podría cambiar, Stewy estaba convencido.

Parecía claro lo que el hombre estaba ofreciendo.

Sonrió de lado, casi sin mover un músculo.

– Mmm.

– ¿No?

Flirtear era natural para Stewy pero estaba bastante seguro de haberse mantenido fuera de ese terreno.

Aun así, no estaría de más no actuar como un completo imbécil al respecto.

Si tuviera un dólar por cada vez que alguien le había entrado en una comida de negocios, sería un hombre rico, bueno, un hombre más rico.

Aunque la gente normalmente no proponía así de plano una copa en su casa.

El lenguaje corporal de Josh era atractivo, tenía una postura relajada y mantenía un contacto visual constante. Era un tío potente, directo.

Stewy podría haber sido tentado en otro momento. Esta noche ni siquiera lo consideró. Le dio un último sorbo a su vino.

Ahora tenía una novia seria. Una novia esperándolo en casa.

Era… tan real, tierna… una chica más dura de lo que ella se daba crédito.

Stewy quería ser su refugio, su lugar seguro.

Y luego la sola idea de hacerle el amor, olerla…

Así que, joder, realmente, su respuesta nunca iba a ser sí.

Podía bromear en el tipo de manera de Wall Street donde decías "bien, escúchame colega... este trato es mi puta fantasía"… pero estaba fuera del mercado.

Necesitaba rápidamente otro enfoque para Josh. Era un hombre de negocios después de todo.

Si éste quería follar—, iba a tener una decepción.

– Podríamos beber en la terraza, aquí. Tío, tengo a mi chica en casa. Ha tenido una semana difícil.

Josh chasqueó la lengua. – Mi pérdida entonces.

Parecía del tipo que apreciaba la claridad.

Era alto y piernas-largas, y le dio un toque de rodilla a través de la mesa. Olvídalo.

Luego, como si nada: – ¿Crees que podría conocer a tu novia otro día? Sin un… propósito nefasto.

Stewy juntó las cejas pobladas con perplejidad.

– Ya os conocisteis.

Josh no era tonto.

Así que tal vez tenía que tener cuidado aquí.

– Si esto es sobre la empresa…

Josh levantó las manos en señal de rendición. – Ella está fuera de eso, lo sé. Excepto… que trabaja para Kendall. ¿Cómo funciona eso? ¿No hay un conflicto de intereses?

Ironizó: – ¿En este punto? ¿Qué quieres decir? Es todo público.

Le estudió. – Está bien, igual tienes razón.

Stewy ignoró que Josh parecía ligeramente divertido por su tono y siguió adelante con soltura. – ¿Vamos a hablar de los mercados que tanto te preocupan o no?

– Sí. Adelante.

Siguieron con la velada durante otra hora.

–… como venía diciéndote cuanto menos sorpresas, menos probabilidades que el mercado se comporte de una manera atípica con el producto. Las acciones a centavo, tío… para empezar, nunca puedes confiar en ninguna de esas compañías.

– Tomo nota.

Se había hecho muy tarde.

– Si te apetece esa copa, voy a avisarla que vamos a ir para que se una. Pero puede que ya esté durmiendo.

– No, déjalo. Lo pillo… otro día.


Llegó a casa tarde, Livy se había quedado dormida en el sofá.

Ella se despertó un poco y Stewy le dio un beso en la mejilla.

– ¿Pasó algo? – Se frotó los ojos y trató de concentrarse en Stewy.

– No, nada importante. Creo que él votará por nosotros.

Se sentó junto a ella y besó a su novia suavemente.

Lavinia le pasó un brazo por los hombros y ambos volvieron a quedarse en silencio.

Stewy giró la cabeza y miró las luces de la ciudad por el ventanal a su derecha, ella aprovechó para mirarlo a él de perfil.

Sus ojos reflejaban algo más, y Lavinia intuyó que era importante. – ¿Qué es? – Puso sus dedos debajo de su barbilla y lo hizo volverse hacia ella. Él sonrió un poco ante eso. Pero solo un poco.

Su expresión seguía siendo solemne.

Fue suficiente para que Livy se inclinara hacia adelante y presionara sus labios juntos, su pulgar descansando sobre su labio inferior.

Por un breve momento, Stewy cerró los ojos y saboreó ese momento.

Lavinia le sonrió y alargó la mano hacia la mesa de centro para tomar un poco más del té caliente que tenía allí en un termo.

Él se levantó y le ofreció una mano para que se alzara. – Ya es tarde. Ambos deberíamos ir a la cama.

Sus labios buscaron los de ella. La acarició.

Luego, Stewy deslizó los labios por su cuello y bajó la boca por el escote de su camisón.

Era la única piel que quería sentir por el resto de su vida. Estaba tan seguro que le asustaba.

En la cama, él le bajó las braguitas por las caderas y se las quitó. El olor de ella y el deseo le hicieron sentirse pletórico, y un completo idiota porque los sentimientos lo acobardasen.

Cuando Lavinia le quitó la camisa de los hombros y la arrojó al suelo, él volvió a alcanzarle los labios. Las manos de ella se deslizaron por su espalda hasta sus pantalones y los desabrochó furiosamente.

Stewy sonrió mientras la besaba y mordisqueaba su cuello, se deshacía de los pantalones y los bóxers atrapados en sus piernas con una patada y se sumergía en su calidez aterciopelada. – ¿Te gusta, verdad? Dime cuánto te gusta.

Livy jadeó cuando él entró en ella.

Lavinia le recibía de una manera que aumentaba la intensidad de la sensación de sus cuerpos moviéndose juntos. Arqueaba la espalda y empujaba las caderas hacia él. Stewy se dio la vuelta, tirando de Lavinia sobre él. Sus manos se deslizaron por sus piernas ayudándola a hacerse cargo del movimiento.

Empujó hacia ella, profundizando el beso mientras se ponía de pie, levantando a Lavinia con él.

Un gemido salió de sus labios cuando la llevó a la pared de la habitación.

Su sexo volvió a deslizarse en ella, y su lengua, en su boca.

Stewy levantó uno de sus brazos por encima de su cabeza. Presionó su mano contra la pared cuando llegaron a ella. Los gemidos de Lavinia se hicieron más fuertes, mantuvo sus piernas a su alrededor. Stewy dejó escapar otro gruñido. Tiró de las caderas de Lavinia hacia él, a empellones contra su polla, queriendo más de ella.

Ella respondió deslizando sus manos en su cabello y profundizando el beso.

El apartamento se llenó de los sonidos de ambos.

Era difícil contenerlos cuando sus cuerpos estaban así de juntos y ambos gimieron. Siguió follándola.

Su boca se encontró con la de ella. Vaciló. Se besaron de nuevo y dejó gentilmente que bajara los pies al suelo. – Ven conmigo – la guió hacia el baño. Frente al espejo. Sus manos se movieron por su espalda, tirando de su trasero hacia él hasta que finalmente llegó a su coño como un hombre perdido. Empujó a través de los pliegues húmedos. Ambos gimieron. Sus ojos aún estaban cerrados, pero no estaban tratando de moverse en absoluto. – Joder, Stewy…

Lentamente se movió dentro de ella. No quería apresurarla. Mientras movía las caderas acariciándole los pechos, ella lo miró en el espejo. Era muy excitante ver cómo sus cuerpos se juntaban. Él jadeó. La vista hizo sentir a Stewy que era el puto rey. Su expresión le dijo que estaba tan desesperada como él.

Lavinia se aferró a la pica del baño. Él continuó bombeando en ella. Stewy se inclinó, besando su cuello. Cuando su lengua lamió su piel sensible, su cuerpo se apretó más alrededor de él.

Ambos estaban a punto de llegar. Se empujó más profundamente en ella. Lavinia se cogió al lavamanos con más fuerza. Stewy mordió el punto blando detrás de su oreja. Gruñó en voz alta, gimiendo en su oído. Empezó a bombear más rápido, aumentando su ritmo. El sudor goteaba entre sus cuerpos. Ambos estaban casi listos.

– Te quiero.

Palpitando dentro de su chica, luchando por retrasar un poco más el clímax, bajó la mano rodeándole el cuerpo para estimularla con los dedos mientras sus movimientos se perdían y al fin se permitió dejarse ir.

Stewy se corrió y se unió al placer de Lavinia cuando ella gritó. – ¡Oh! ¡Oh, joder!

Después de un minuto, se soltaron el uno del otro. Cuando salió de dentro de ella, Stewy se desplomó sobre el suelo de baldosas y dejó caer su cabeza hacia atrás apoyándolo contra el mueble de baño. Lavinia se escurrió a su lado. Por lo que Stewy envolvió un brazo alrededor de su cintura.

– ¿Estás bien? – preguntó.

– Sí – dijo ella, respirando pesadamente. Lavinia rodó sobre su costado apretándose contra él. Stewy colocó una de sus manos en un lado de su estómago y la abrazó con fuerza.

Se quedaron allí, en silencio, disfrutando de la compañía del otro.

Cuando volvieron a la comodidad de la cama después de darse unos instantes para respirar, Lavinia miró a Stewy con las mejillas sonrojadas y los labios hinchados, pero no dijo nada sobre cómo la hacía sentir. Tenía miedo de repetirse demasiado. Todavía podía ver la mirada de hambre que se había asentado en sus ojos.

Él se despertó horas más tarde, con el brazo dormido bajo el cuello de ella, tumbados de lado, abrazados.


– ¿Vienes conmigo?

– ¿y qué excusa quieres que le dé a Kendall?

– Ninguna… sólo acompáñame.

– Te voy a esperar fuera.

– Entiendo que… él te de miedo pero…

– Él no me da miedo. Es solo que la última vez fue no demasiado agradable. Eso es todo – defendió.

Desayunaron en una pequeña cafetería cerca de Central Park. Pero ella sacó el ordenador para avanzar tareas pendientes. – ¿Estás mejor después de… uh, lo que pasó? – le preguntó su hermano.

– Sí, creo que sí.

– ¿Qué estás haciendo?

Lavinia se encogió de hombros y tecleó en el portátil. – Un comunicado y este es bastante deprimente la verdad. "Están tratando de desacreditar a un denunciante para distraer a la gente de la verdad. Logan Roy supervisó una conspiración para encubrir numerosas cuentas de agresión sexual, coerción, muertes sospechosas y secuestros. Esto está sacado directamente del libro de jugadas de Waystar Royco". Es una suerte que el FBI registrara las oficinas de Waystar porque eso ha escampado un poco el temporal. Oh, y al final he tenido que llamar a la productora de Sophie Iwobi para transmitirle lo muy decepcionados que estamos por su último monologo – suspiró – Ha sido bastante humillante.

Vio en Internet que alguien hablaba bien de Sandy y Stewy.

Su Relaciones Públicas probablemente se pasaba el día tomando capuccinos y celebrando que no había nada que hacer.

Estos días en su apartamento había visto de cerca cómo su equipo le pedía opinión y cuántos clientes de Maesbury lo llamaban constantemente.

Era el mejor.

– ¿Has visto como le habla por teléfono a Lisa Arthur? – cerró el portátil cuando hubo acabado de repasar las últimas ventanas de Chrome con distintos artículos. – Oh, esto es increíble – murmuró quejándose al ver una nueva notificación de Twitter. Mal tuit. Sí, definitivamente malo. Se dijo sarcástica. Genial…

Berry había activado un montón de bots para equilibrar el muladar que eran ahora mismo las menciones de su primo.

Greg y ella se detuvieron en la acera junto a la pent-house de Logan en Manhattan. De ella salieron dos hombres con maletines. No tenía ni idea qué le esperaba a Greg dentro.

Ni si Logan sería más o menos civilizado.

Esos hombres podían ser abogados, banqueros, socios o incluso tipos del gobierno.

Subieron el escalón de mármol de la entrada de la calle y apretaron el timbre. Al instante, hubo unos pasos detrás de la puerta. Un hombre de seguridad les abrió y les dejó pasar al ascensor.

– ¿Hola? – La persona de servicio de su tío los miró con los ojos entrecerrados cuando llegaron arriba.

– Hola, Helena, ¿está mi tío en casa? – pidió Greg.

– ¿Greg? ¿Lavinia? – les recibió una voz con acento francés al entrar al vestíbulo. ¿Entonces Marcia volvía a estar aquí? – Vuestro tío os espera.

¿Eran sus abogados las personas que habían visto salir de la casa?

– No, en realidad…

Enseguida se fijó en la cara de Greg.

– Uh huh. Él me pidió que te trajera conmigo – confesó.

Abrió los ojos. – ¿Cómo? ¿Qué dices? Greg, yo no… – luego, pudo recomponerse – No hay ningún motivo para que yo esté en esta conversación…

Marcia permaneció con una sonrisa impasible. – Estoy segura que tiene un buen motivo para haber pedido que vengas – al menos su acento francés era exquisito – Tu tío sabe lo importante que es para Greg tu apoyo.

La mujer de Logan estuvo elegante pero algo fría cuando Kerry apareció por el pasillo y les pidió que la siguieran.

No pudo oír la reacción de su tío a su llegada, pero la conversación fue corta y no parecía que sintiera ninguna complacencia por esta visita.

– Greg primero – le escuchó mandar a Kerry.

Esto era fantástico. – Ya te vale – murmuró a su hermano.

Cuando volvió al salón Marcia la recibió con un gesto de cabeza para indicarle que se sentara. Ella estaba leyendo un libro del cual no vio bien la cubierta. – ¿Quieres que pida que te traigan algo?

– Quizás un vaso de agua… Gracias, Marcia – dijo brevemente. No quería exponerse mucho a sí misma. Ni siquiera sabía qué papel tenía Marcia ahora mismo.

– Helena. Un vaso de agua, por favor.

Las otras veces había deducido que encontraba a sus primos enfurecedores pero no sabía mucho más de la mujer.

La observó dando la orden a la empleada.

Pero para su lamento después volvió su atención a ella. ¿Por qué sentía que Marcia tenía… curiosidad?

Eso no tenía mucho sentido.

La miró por un momento quieta pero le continuó hablando en un tono amable.

La Belgique me rappelle la côte croate. Non seulement pour les moules. Aussi pour sa diversité malgré sa petite taille...

Parpadeó. ¿Oh, iban a hablar en francés?

Joder, vale.

Marcia le dijo que había conocido una vez a un joven escritor judío que era un enamorado de Valonia pero por su leve sonrisa al final no estuvo segura si no había más en aquella historia.

Lo que sea que hiciera esta mujer en el pasado, Lavinia se dio cuenta cuando hablaba que no se perdía ningún detalle político de nada.

Incluso de los movimientos internos en Bélgica.

Pronto cambió el tema a Kendall.

– ¿Cómo está?

– Bueno… Va tirando – dijo poco comprometida.

Se quedó callada un momento cuando tuvo el vaso de agua fría entre las manos.

– Imagino. La carta de Siobhan fue extremadamente cruel. Estos chicos… – dijo severamente – Si me disculpas debería ir a atender unos asuntos.

– Claro.

La avisaron para que pasara poco después.

Mientras subía las escaleras, miró hacia arriba. Su tío abuelo estaba allí, observándole desde lo alto.

Se cruzó con Greg lanzándole una mirada que le hizo disculparse con sus estúpidos ojos de personaje de anime.

Iba a matarle…

Entró a su estudio, una habitación en tonos cálidos y sofás de tela que le recordaba a otra época. – Lavinia… Qué bien verte aquí.

– Encantada de volver a verte – respondió. No sabía muy bien cómo manejar esa bienvenida.

– ¿Quieres algo? Venga, siéntate, siéntate – fue más brusco y frío entonces.

– Estoy bien – aseguró, negando con la cabeza. – Marcia me ha ofrecido un vaso de agua ahí fuera.

Pero se sentó con gesto incómodo.

– He oído que todavía tenemos al viejo cascarrabias de mi hermano en Nueva York. ¿Entiendo que va a estar en la junta? Su estilo sería más el de delegar el voto y poner pies en polvorosa – sugirió.

La miró como si aquello tuviera algún significado para ella.

Lavinia juntó sus manos y se sentó bajo su examen.

– Lo último que sé es que tenía planeado quedarse hasta la junta pero no lo he podido ver mucho estos días.

– Bien, bien.

Dedujo que se esperaba que actuaran como si aquella conversación en Paxos hubiera sido solo producto de su imaginación.

Pero decidió ser obtusa y pasar este trance lo más pronto posible. – Perdóname. Pero… ¿Hay algo en qué pueda ayudarte?

– De hecho sí. Quería pedirte que fueras un apoyo para tu hermano para que elija bien. Pero creo que Greg ha entendido que se trata de ser todos una gran familia. Un chico listo. Lavinia – su siguiente sonrisa no fue para nada cálida – He oído que trabajas para Kendall.

– Sí…

– Eso veo.

Lavinia se removió en su asiento. Miró a Logan y luego a la mesa baja, robusta, entre ellos.

– Perdóname tío, pero creo que no quiero hablar de mi trabajo.

Eso lo molestó.

Pero ya le había dado mucha rabia callarse en Paxos.

Eres una suicida.

– ¿No? No… adelante Vinnie, escoge un tema, estoy deseando oír que tiene que decir el orgullo y alegría de Ewan mientras se la jode el hombretón que quiere destruirme por gentileza de Sandy Furness – su voz baja, con algo nuevo, peligroso.

Juntó las manos entre sí, su vista a negro por los bordes. Su cara roja. El comentario la incomodó y más aún el tono. La hizo sentir… sucia.

¿Qué puñetas…?

Cuando se recompuso un instante se dio cuenta de que en realidad a él le era inconcebible que Stewy tuviera el poder de destruirle por él mismo.

Si ella no hubiera estado de su lado antes, lo estaría ahora.

– Stewy quiere ganar, que esto se acabe y seguir adelante con el próximo negocio. Eso es todo para él. Yo… Su vida personal… es irrelevante en esto.

– ¿Eres de familia o no Lavinia?

La sala estaba impoluta, pero era como si de repente una mota de polvo hubiera entrado en su garganta.

Tosió sin querer. Se llevó el puño a la boca, disculpándose con frustración.

– Bueno, es decir… Ewan es mi abuelo.

No le gustó su mirada.

– No voy a pedirte que dejes de jugar a los periodistas con Kendall. Pero mantén un ojo, ¿quieres?

Guardó una pausa corta. – No voy a… espiarle.

– No es lo que te estoy pidiendo. No me tomo las palabras a la ligera…

Nunca se había sentido tan indignada con Logan como ahora.

Se tiró hacia adelante en su asiento, moviendo la rodilla. – Tío…

– Hazme el favor, Vinnie. Él ya ha perdido… La cosa pintara muy muy fea cuando se dé cuenta. Los otros imbéciles que trabajan para él… no serán los que llamen a sus hermanos o a mí cuando suceda. Piensa bien si quieres de verdad encontrarte en ese lugar. Es todo de lo que se trata.

¿Estaba este hombre realmente convencido de que era un buen padre?

Cuando se iba, hubo un extraño regocijo en su voz.

– Oh, y yo de ti, hablaría con tu abuelo.

– ¿Por?

– Solo… hazlo. Me lo agradecerás.


Lavinia recibió un mensaje de texto mientras recogía la cocina en su piso en Queens. Llevaba demasiado tiempo sin pisarlo.

Ahora pasaba casi todas las noches en la cama de Stewy; enredados y jadeando por aire.

Sin embargo… desde que había pasado aquello con la droga habían sido unos días raros.

Intentó apartar eso de su pensamiento.

Al menos pudo reírse un poco contestando con incredulidad a la ocurrencia de su hermano.

¿Por qué de verdad qué sentido tenía?

"¿Era Nerón gay?"

"¿El emperador que quemó Roma?""¿Qué clase de documental estás mirando?"


N/A: En francés Marcia dice "Bélgica me recuerda a la costa croata. No solo por los mejillones. También por su diversidad a pesar de su pequeño tamaño...".

¡Muchas gracias por vuestro apoyo hasta ahora! (Follows, comentarios,... ❤ ❥).