"Ooh, oh, oh

It's just a little red wine, I'll be fine
Not like I wanna do this every night
I've been good, don't I deserve it?
I think I earned it, feels like it's worth it
In my mind, mind

Twisted reality, hopeless insanity
I told you I was okay, but I was lying

I was dancing with the devil
Out of control […]

– Dancing with the devil (Demi Lovato)

Capítulo 34. La boda de Connor

Todos tenemos en nuestra vida un punto de inflexión donde crecemos, ese momento en el que la vida te da un giro de 180 grados.

Ella estaba tratando de adaptarse.

¿Qué es lo que te gusta tanto de él? Puedo decirte qué me gustaba de Ebba.

Lavinia tenía mucho miedo de que en GoJo no la tomaran en serio, por su embarazo, por esa línea borrosa que Lukas se empeñaba en traspasar...

Así que aunque su primera reacción fue fruncir el gesto con un escepticismo amable, no tardó en volver a ponerse a la defensiva. – Lukas…

Sus ojos de azul claro brillaron mientras la miraba.

– La gente me está juzgando mucho ahí fuera, sé que tú me juzgas. Concédeme esto. – insistió con un guiño. – Quid pro quo...

No quería abrirse en canal para él, no sobre Stewy.

Pero sacudió la cabeza antes de conceder:

– Es difícil. Pero… me alegro de que el bebé sea suyo… pese a todo. Sé que es de locos. Quererle no facilita las cosas… Hace que duela más, ¿sabes? –Su mirada viajó al apuesto rostro de Lukas. Guardó silencio unos instantes y sacudió la cabeza – ¿Trabajamos?

Ella se sentía tan estúpida… teniendo todavía… estos sentimientos.

Pero había algo por lo que también estaba nerviosa esta semana.

Tenía que organizarse para la primera ecografía de rutina.

Se suponía que tenía hora este sábado, pero había el pequeño detalle que ahora mismo no estaba en Nueva York.

Al final, esto más que un desayuno, por mucho que hubiera proclamado Lukas, socarrón, había sido un brunch, por la hora.

Mediodía.

¿Trabajamos?

Lukas se encogió de hombros.

– Pse.

La observaba como si realmente estuviera interesado en esa conversación.

Lavinia decidió hacerse una coleta con una goma que llevaba en la muñeca. Algunos mechones se escaparon por aquí y por allá.

Se negaba a dejarle desviar la atención más hacia lo personal, pero admitió: – No está preparado para la paternidad y yo… tomé una decisión unilateral. Eso es todo.

Su afán por defenderle y el enamoramiento ciego no le impedían saber qué debía hacer.

Se sentía estúpida y culpable por potencialmente provocar esa ausencia en la vida de su retoño.

Pero quería pensar que sabría protegerle.

Había días que estaba más asustada que otros de hacer esto sola. No sabía muy bien cómo… pero de repente, ya era un poco madre.

Una decisión, decir sí, supone a veces decir no a otra cosa…

Pero era duro porque era un no a Stewy. ¡Y por una criatura que tendría su cabello o sus ojos o…!

Se fijó en la expresión desconcertada de Lukas. – Ajá.

Respiró hondo y puso cara de ser una profesional que no tenía su vida en crisis. Céntrate.

No, ella no quería hablar más sobre aquello.

Este bebé será el amor de mi vida.

Sacó de su bolso el MacBook que Andreas le había entregado en Londres y preguntó, abriéndolo: – ¿Has podido conversar con los consejeros independientes de los que hablamos anoche?

Lukas o no… Su nuevo jefe era la última persona con la que quería parecer hormonal.

El camarero acababa de llevarse los platos y las tazas vacías de café.

– Antes de venir al aeropuerto… con un par de ellos y les he dejado claro que esto no es un juego. Si me presionan mucho, de acuerdo, buenas noches, buenos días, adiós. Pero si Logan… se tira atrás… Si es sobre su ego. Malo. Los susodichos… Simon, Sonya. Toda esa gente en el fondo va a querer quedar bien con él… Bueno, excepto, ya sabes… pero está el dinero.

– ¿Algún periodista de confianza para…

La interrumpió. – Sí. No... De hecho me gustaría que me ayudes con tu tío. No creo que haya hecho muy buen trabajo para ganármelo últimamente y quiero que esto vaya lo más rápido posible…

Le estudió el rictus escéptica.

Sin quitarle el ojo de encima Lukas sacó su móvil y envió un mensaje.

Ella suspiró.

– Por lo que deduje, te fue bastante bien por tu cuenta en Italia. Estoy segura que has sido un poco malo expresamente estas semanas… solo vuelve a ello – le sugirió Lavinia.

El sueco alzó una ceja con una sonrisa ladeada:

– Oh…, ¿crees que he sido malo?

Lavinia frunció los labios. – Vamos, estamos hablando en serio…

Plegó sus manos sobre la mesa, invitándola a continuar: – Totalmente de acuerdo. Perdona.

GoJo había hecho los deberes. Una auditoría completa de Waystar; los elementos legales, operacionales, fiscales, de Recursos Humanos…, no había sorpresas en este punto.

Solo tenía que volver a maniobrar a través de Logan.

– Lo que fuera que dijiste en el Lago de Como, era lo correcto. De manera que… – hizo una pausa tentativa.

– De manera que… – él se resistió a ayudarla con ese pensamiento porque estaba realmente interesado en su razonamiento.

Pero no contó con que era una mujer persistente.

– ¿Qué le dijiste? Yo no estaba ahí – se encogió de hombros.

– Ahm… no lo sé. "Tu familia ha tenido esta empresa durante mucho tiempo. Claramente hay algún tipo de apego sentimental. Pero puedo llevarla al próximo cuarto de siglo con lo que carece y tengo el dinero. Has sido un gigante, honoraremos eso".

– ¿En serio?

Levantó las cejas con una sonrisa.

– Una variación más compleja de eso. Como que… Lavinia creo que podemos ofrecer otras cosas a Waystar además de dinero y suscriptores… Una nueva mentalidad. Y él todavía se queda con su querida tele para abuelos cabreados en Texas lo que entiendo le permitirá mantener su jodido harem de empresarios y políticos – dijo. – He sido un niño bueno, ¿qué más debería decirle? ¿Qué sus hijos son lo peor y yo soy la persona correcta? Eso sería aburrido y francamente de miras estrechas. Tu tío ya lo sabe. No espera unos suecos altos y guapos contándoselo – la incitó.

Lavinia sonrió levemente ante la puya y agitó la cabeza. ~~

Lukas mantuvo su mirada, mientras sus ojos se oscurecían. Abrió la boca, pero volvió a contenerse, como planteándose cómo se lo tomaría.

¿Los hijos de Logan Roy? Bah. Sinceramente no tenía mucho respecto por ellos.

Había tenido noticias de su intención inicial de impedir la venta a su padre en Italia.

Bajo su punto de vista, había sido un mal movimiento.

Similar a una pataleta.

Lo que había acabado de colorear su visión.

Arrugó los labios, considerando la expresión de ella. Debería recordar más a menudo que Lavinia era… buena persona.

A veces le resultaba una criatura extraña.

Sentía un tirón molesto, constante y, a la vez, tentador cuando se trataba de ella.

Por supuesto, podía ser bastante… un berenjenal. Ella tenía razón. Era su empleada.

No es que estuviera totalmente en contra, pero Oskar ya quería patearle el culo.

Y, además…

Además, no era sólo su adorable rostro y sus ojos castaños. O su cuerpo para el caso, y que la tentación era abrumadora.

No era siquiera la fascinación por su inteligencia.

Aunque conversar como ahora le resultaba gratificante. Se había convertido en la persona en la que había empezado a confiar.

Se sentía atraído por el caos.

Ella podía significar un giro inesperado, muy interesante… y si ese Stewy iba a dejarla escapar entre sus dedos…

No es que él no tuviera ya bastantes fantasías inapropiadas con esa mujer cautivadora basadas exclusivamente en la experiencia que habían compartido cuando se apoderó de su boca y empujó su esbelto cuerpo contra una de las superficies de ese Palazzo italiano.

Hasta si de alguna manera el hombrecito del semáforo debería parecerleen rojo.

La miró. ~~

– Veo que les tienes en alta estima… a tus primos, digo…

– Nadie es perfecto.

Hubo algo de diversión en su tono: – ¿Más que a mí?

Ella movió los hombros.

Entonces, Lukas rebatió con esa sonrisa divertida que parecía esconder un secreto:

– Vamos, KenRoy es inseguro y lleno de bravuconería con un problema conocido de adicción. No digo nada. Hey, me gustan las setas y las pastillas. Pero toda esa jerga aterradora y explosiva, jugando con esa postura de príncipe de mierda. ¿Tiene el instinto o es solo por la tómbola del esperma? ¿Qué me dices?

Era simple. Para Lukas.

Lavinia se mordió la mejilla reflexiva.

Vaciló un momento.

Se hizo evidente que quiso contradecirlo. Se mordió el labio – A veces ha mostrado buenas habilidades por los negocios…

– ¿Cuándo? ¿Vaulter? ¿Ese pequeño plan con tu exnovio que se fue al traste? – preguntó sin preámbulos.

La vio poner los ojos en blanco, apretar los labios.

Lukas se tiró hacia atrás y alzó las manos como disculpa.

Dejó que su cara revelase que no había querido decir aquello. Bueno… No con aquellas exactas palabras.

Lavinia suspiró.

– Puede. Pero lo intenta – ¿El tirón constante con su padre? ¿su acumen en los negocios?

Hasta ese punto Vinnie había conocido a un Kendall artificialmente seguro, autosaboteándose. No escuchando a su abogada o a sus asesores.

Sin embargo…

Se había portado bien con ella a excepción del incidente en su cumpleaños.

Y a pesar de a veces ignorar que no era un robot, no era completamente terrible con Jess. Aunque sería bastante idiota ser terrible con Jess que era siempre leal no importa qué…

Por alguna razón, sintió que habría tenido que decir algo más en su defensa.

No había sido un gran jefe pero…

Todavía se sentía conmocionada por el incidente en la piscina.

Las caras de Sophie e Iverson.

Ella en realidad había pensado que él iba a emprender una fase de 'Come, Reza, Ama' antes de lo de la última noche de Italia.

La curiosidad de Lukas se trasladó a su mirada.

– Esa es una visión muy generosa…

Lavinia dejó caer la cabeza, sin encontrar el argumento adecuado: – Sólo es mi opinión…

Las palabras quizás surgieran de algún profundo sentido del juego limpio, que para su sorpresa a él le gustó descubrir.

Era refrescante.

Disfrutaba ser intencionalmente provocativo.

Lavinia se mordió el labio inferior.

Había una discusión entera en su cabeza al margen ahora mismo.

Lukas Matsson la estudió, antes de continuar enumerando sus razones con los dedos:

– Vale. Entonces… Kendall es… ¿Sansa Stark…? Veamos… Roman puede que tenga buenos instintos, aunque todo el mundo piensa que tiene problemas graves, puedo concederte que dan ganas de acariciarle detrás de las orejas,… y no conozco a Shioban más que de los artículos de prensa. ¿Viste los memes cuando posó en las fotos con el nazi guapetón con el resto de la familia?

Lavinia alzó la vista hacia él.

Oh, ella podía ser terca.

No funcionaría de ninguna otra manera.

– No voy a discutir de Roman en esos términos contigo – contestó, semi ofendida – Es abrasivo y a menudo algo idiota, pero es… Roman. Cualquier otra cosa que se pueda decir de él, bien, quiero a Rome... Todo lo que él permite al menos – rodó los ojos – No hace falta que se lo digas.

– Soy una tumba.

Lukas se felicitó a sí mismo internamente por este combo.

Estaba cerca, todavía sentado en un lateral con el codo en la mesa, girado hacia ella, su anterior silla vacía.

– ¿Y Shiv? Decíamos…

– Shiv, no he tenido muchas interacciones con ella desde que me presenté en su boda, pero nadie ha dicho que esa familia sea fácil, especialmente… si tienes cromosomas XX. Para cualquier cosa siempre es más fácil concluir eso de ha sido un Problema Desde El Primer Día y Es Que Le Afecta Mucho. Quiero decir…, mírame, y realmente creo que me ha tocado la mejor parte, ni siquiera es una defensa de mi abuelo o mis padres. Dios nos libre del dinero y todo eso – levantó las comisuras de los labios con aquella pequeña ironía.

– Ya veo…

– No lo entiendo – Lavinia dijo en tono serio – Porque pensé que… Roman te gustaba. Parecía que encajabais bien la última vez. ¿Qué fue eso?

La expresión de Lukas no cambió. Lavinia encontró que era imposible saber lo que estaba pensando. Había una sensación familiar en sus ojos, una monotonía. ¿Quizás estaba realmente sorprendido de que pensara que le gustaba Roman? ¿Quizás le divirtió la idea de qué pensara eso? ¿Era algo completamente diferente?

Lavinia decidió insistir: – ¿No vas a decir nada?

Empezó a abrir archivos en su portátil mientras él se reacomodaba para responderle. Sus ojos azules fijos en ella.

– ¿Qué te gustaría que dijera? La verdad es que no fue mortíferamente aburrido, incluso aprecié sus ideas para negociar en el baño pero gustarme solo lo hizo una persona aquellos dos días –. Lukas hizo un sonido sin comprometerse aunque puede que estuviera obsesionado con ese jersey que dejaba ver un poco de piel de la parte media de su cuerpo – Y es buena haciendo que me porte bien. Sólo dime… ¿de la comitiva de tu tío hoy de quien tendría que preocuparme? Parece ser que el Ejército completo de Terracota va a llegar a verme en las próximas horas. Tus primos no van a estar que yo sepa. ¿Algún adversario valioso?

Ella dudó todavía reponiéndose de la mirada que había acompañado su admisión sobre Roman dos segundos antes.

– Todos le obedecerán. Pero… – se le quedó el nombre en la punta de la lengua – ¿G-Gerri Kellman, viene con él? Parece ser que es una buena abogada. Sería bueno tenerla de tu lado.

Lukas chasqueó la lengua. – Ya. ¡Logan y sus perros guardianes…!

Negó con la cabeza pensativa: – No sé hasta qué punto lo diría así…

– El poder es llamativo. Entonces si yo lo tengo… ¿mm? – insinuó.

– ¿Quieres que le envíe un correo electrónico a su relaciones públicas para que nos mantenga informados sobre la cronología de llegada o tu asistente se encarga de eso?

Hizo una señal de invitación con la mano. – Todo tuyo.

Luego: – Para serte sincero hemos tenido un par de intercambios con Kellman las últimas semanas. Está lista y dispuesta para trabajar para GoJo.

– Ahí tienes.

Lavinia se perdió un momento en sus pensamientos.

Algo que Lukas había dicho…

¿Qué quería de esta conversación?

No que le dieran la razón, eso seguro.

No con Roman.

Y francamente…

Pensó…

Lukas probablemente percibía que volvían a estar en pie de guerra al haber forzado la mano de Logan con lo de la subida del precio.

Ella repiqueteó sus dedos en la mesa.

Este trabajo no era nada en contra de Logan o ellos tres. Como si no fuera una forastera para la gran familia imperial

GoJo…

Ella ya sabía que había algunos cuerpos en el armario que todavía no conocía bien.

No quería que su decisión de trabajar con Lukas fuera percibida como nada más que eso.

En realidad, eres increíblemente… dulce por pensar en esos dos… se había burlado Roman.

Seguramente con razón.

Estaba haciendo eso por ella, por su bebé.

Ni siquiera su abuelo se había opuesto tan frontalmente como habría sido de esperar.

Tal vez fue porque ahora estaba completamente por su cuenta.

Después de todo, al menos tendría un poco de tranquilidad.

No que no supiera que seguramente tendría que seguirle a algún que otro desastre mediático provocado por sí mismo.

Podía hacer eso.

Lavinia tuvo que consultar la dirección corporativa de Karolina en una base de datos en la que había estado trabajando esos días con Rasmus.

– ¿Estás incluso seguro que queréis hacerlo público si se tuerce hoy? Sé que nos hemos preparado y que hay un sinfín de especulaciones pero…

– No veo como un viaje del viejo aquí va a mantenerse en secreto. Tengo una lupa de grandes dimensiones puesta en mi cabeza las 24 horas por la prensa de este país y ahora también la estadunidense.

Lukas se quedó en silencio mientras escribía el texto en un correo configurado previamente en el portátil.

Le vio substituir su nombre en la firma final por unas iniciales, aunque su apellido figuraba en su nombre de usuario de GoJo.

Preguntó: – ¿Vas a ser tímida?

– No quiero que quien lo envía cause más comentario que tu petición... Pero si es una pauta de empresa de la que no esté al tanto puedo modificarlo – alzó la cabeza de su portátil, expectante. Bueno, ella sabía cómo dispararle de vuelta.

Pero eso hacía que estuviera más interesado en el intercambio no menos.

– Eso – sonrío, sin poder evitarlo – Puedes preguntárselo a Oskar.

La mayor parte de veces se sentía aburrido por Andreas y sus subordinados del departamento de Comunicación.

Respetaba a Oskar y durante un tiempo Ebba se había amoldado y, no importa lo que él dijera ahora después de su malentendido, era buena controlando la narrativa.

Gracias a ella toda la ciudad, no, toda maldita Suecia, había hablado de GoJo en los inicios.

Ebba recordaba cada estúpida cosa que se había dicho de él en la prensa en los últimos cinco años.

Y eso que a él le gustaba arrojar fragmentos confusos aquí y allá por diversión.

El apartamento de su madre en los suburbios de Gotemburgo, el suicidio de su padrastro, el tipo que le ayudó a desarrollar el código que hizo funcionar su idea.

Su queja era sólo que… ahora Ebba era muy cerrada con él.

Su relación profesional ya no era tan fluida.

La personal, bueno…

Oskar era un idiota con ella, pero a puerta cerrada no tenía manías en decirle muy vocalmente que era su culpa.

Lavinia aportaba algo fresco en esa posición, pero también le generaba dificultades para distanciarse de la emoción que venía con preparar la jugada sintiéndose entusiasmado con la energía entre ellos.

No había planeado que la próxima persona en la que se interesara ocupara ese cargo.

Sólo… había surgido la oportunidad de ofrecerle el puesto.

Remover un poco las cosas.

Le gustaba su determinación.

Era alguien inteligente y que veía más allá.

Probablemente no le convenía empujar en esa dirección.

Una mujer que no estaba esculpida en mármol ni falta que le hacía.

– ¿No tienes curiosidad por como son las habitaciones de este hotel?

Abrió los ojos, y casi pudo verla evaluar el nivel de indignada que necesitaba estar hasta darle el beneficio de la duda. – ¿Perdona?

– He reservado un par de habitaciones para que trabajemos. Oskar debe estar al llegar. Rasmus te asistirá en lo que quieras. ¿Está bien?

Él sonrió de nuevo, una especie de sonrisa seria.

Lavinia miró alrededor. – Aquí estamos solos.

Le guiñó un ojo. – Podrán abrir el restaurante si nos vamos.

– ¿Has hecho que lo cierren hasta que nos vayamos? ¿Estás hablando en serio?

– No soy un gran fan de las personas y lo he hecho porque me gusta este hotel, cae cercano al aeropuerto, el mejor de la zona… pero por las mañanas hay mucho ruido en el bar.

– Quiero pensar que no eres real…

Se pellizco una mano a sí mismo, mirándola.

– Tanto como lo parezco. ¿Subimos?

– No sé – se encogió de hombros.

Él le dedicó una sonrisa alentadora, media carcajada. – Me encantas.


Cuando llegaron a la habitación se enfrascaron en repasar la agenda de los próximos días. Esta tarde-noche recibirían a Logan Roy y Lukas quería que estuvieran cubiertas todas las eventualidades.

Si todo va bien viajarían a Nueva York el domingo y se hospedaría en el Palace Hotel.

Lukas mencionó un nuevo dossier sobre los miembros de la junta.

Aunque parecía comprender que todo lo que tenía que hacer era pagar más dinero.

Sobre lo que ella dedujo que él solo se sentía levemente irritado.

No le gustaba que le marearan.

En lo referente al dinero… anoche por videollamada le dijo que era sólo papel, un medio para un fin.

Si me preguntas, ¿qué valoro? Valoro el dominio pero el éxito puede ser la hostia de vacío. Quiero el trato, rápido, no tener que lidiar más con él. Tiene su puta ATN… Ni siquiera opuse tanta resistencia. Lo que sea que digan ahora.

– ¿Qué tal tu abuelo?

Ella esbozó una sonrisa imprecisa tras una pausa. – ¿En qué aspecto?

– En todos.

En vez de contestarle, Lavinia se encogió de hombros.

– Me informan que su hermano y él no… – señaló con un dedo el dossier.

– Es más complicado que eso.

– Ya veo.

Pasó la siguiente hora enterrada en papeles.

Al final del día su trabajo era elegir las palabras de entre todas las que conocía para explicar una historia de una manera concreta… un punto de vista…

Andreas estaba trabajando estos días con varios grupos de presión.

Oskar hacía rato que había llegado.

Se sentó en el sofá al lado de Lukas que jugaba con un juego en el móvil y mantuvieron una conversación seria pero imposible de descifrar en sueco.

Lavinia suspiró. – ¿Qué pasa con los números de India?

Oskar gruñó con un acento fuerte: – Un desajuste.

Se mordió los labios con una leve mueca. – ¿Importante?

– Lo suficiente.

Lukas intercedió: – Fue un error.

Ella asintió mirándolos desde la mesa donde se encontraba con el montón de papeles. – ¿Cuál es el plan?

– Que todo o una parte desaparezca con la compra. Números que se diluyen en más números, Hirsch.

Ella sintió incertidumbre por un segundo.

Luego, levantó una ceja claramente buscándole las cosquillas. «¿Hirsch?» ¿En serio?

– ¿Alguna pregunta más? – fue un poco borde Oskar.

Había asumido desde el principio que eran realmente celosos de esa historia.

– ¿Cómo de malo es…?

– Estaremos bien.

Eso era… no era muy tranquilizador.

Parecía una clase de… desastre.

Pero ellos estaban relativamente tranquilos.

– Solo tenemos que mirar que no se filtre hasta el momento adecuado – Lukas se alzó poniéndole una mano en el hombro. Mantén un ojo abierto por si algún periodista dispara con ello…

– ¿Cuánta gente lo sabe todo?

– Por ahora, no te preocupes. Lo hemos hablado, primero Logan y luego te cuento lo que tú quieras, con detalles…


Stewy visitó a sus padres esa mañana

Farah que hacía años que trabajaba en su casa le abrió la puerta. Recordaba una vez que se había quejado de su padre en voz alta en la adolescencia por algo que ahora estaba borroso, mientras Farah hacía las camas, y ella le había regañado muy seria.

No vuelvas a decir eso en mi presencia, jovencito. Tu padre se ha portado muy bien conmigo. Hay mucha bondad en su corazón… Y te quiere mucho. Os quiere mucho a los tres.

– Mira quién ha aparecido… – expresó su madre en persa.

– Hola, hey – dio un beso y un abrazo a su progenitora que le achuchó.

Su madre era amable, estupenda, y de niño le permitía muchísimo por ser el pequeño de casa.

El agujero abierto que llevaba días en su pecho se calmó levemente con ese abrazo.

En cierto modo, había sido un niño increíblemente amado.

Varios años menor que sus dos hermanos.

Más rebelde.

Inquisitivo. Pero de buen carácter.

Su padre… no era la persona más fácil del mundo. Era un hombre de la vieja escuela, pero Stewy sabía que se preocupaba por sus hijos.

De pequeño más de una vez lo había tenido sentado en sus rodillas contándole historias y acertijos mientras sus hermanos eran preadolescentes con un balón…, y durante toda su vida adulta había habido respeto mutuo pese a que no siempre estaban de acuerdo…

En su fuero interno, el ingeniero iraní nunca había podido librarse de la preocupación por su hijo menor.

El que había sido solo un bebé cuando llegaron.

Stewy sabía que estaría realmente avergonzado de él ahora.

¿Estás de acuerdo con dejarla cuando más te necesita? ¿Con que un niño se sienta de menos porque el imbécil de su padre no quiso cambiar de estilo de vida?

Cerrando los ojos, se frotó la sien.

Mierda, mierda, mierda.

Podía perder todas las noches sin dormir que quisiera...

Pero sus manos estaban atadas.

Su móvil vibró y aprovechó para cerrar las pestañas que tenía abiertas.

Había estado navegando en el buscador para… para… no estaba seguro.

Miró un segundo antes de volver a bloquear el móvil la foto de un diamante de talla princesa dentro de una caja.

Seguía teniendo miedo. Dudando de si sería capaz de darle lo que ella quería.

Se le había quedado tatuada su determinación a fuego. En esto… no podía haber medias tintas.

Se te ha ido de las manos, y lo último que puedes hacer es marearla.

Joder.

Podía imaginar que no sería muy bienvenido llegando a casa a las 2 am con un bebé de meses.

¿Cómo de diferente sería su vida cuando tuviera que dejar las cosas que estaba haciendo para ayudar a dormirse una criatura o incluso darle un baño?

Ya no tienes el privilegio de probar las aguas y luego retirarte.

Sería jodidamente peor.

Era como si un meteorito hubiese caído de repente.

Llevaba tres semanas que ni siquiera tenía deseo sexual como para ni masturbarse en la jodida ducha.

Probablemente porque no podía hacerlo apropiadamente sin pensar en ella.

Y pensar en ella… era un montón de cosas ahora mismo.

Si los bebés significan que se acabó el sexo…

Bien, tú te has avanzado como seis meses.

Qué asco das…

¿Cuál era su peor temor… que ella se convirtiera en alguien diferente o que lo hiciera él?

Si eres un cobarde, pensó, pierdes a la mujer que amas como un loco y empiezas de nuevo de alguna manera. … ¿pero quieres eso?

Conseguir un trato de negocios en el reservado del club de moda de Nueva York con una botella de Dom sin que te tenga que preocupar que alguien te esperaba en casa ya hace una hora.

Silencio en tu apartamento. Para trabajar, poder concentrarte en tus pensamientos sin chillidos ni regañinas… … ni ella, sonriente y tan guapa que ciega…

Tu ritmo de vida no se alterará… te dirás que los dos teníais razón… esto no era para lo que estás hecho… al menos no has acabado deseando asistir a un comité de cuentas antes que estar en casa con un crío pequeño corriendo y berreando…

Si en cambio, te quedas, y quieres hacerlo, joder… Construyes una vida con ella y con vuestro hijo… Compras ese diamante.

Te acabas sintiendo celoso porque ella es condenadamente increíble y tú todavía estás luchando con esto.

Pero, maldito seas, eres el bastardo más afortunado de la ciudad.

Es factible… no como lo habías planeado pero aun así…

Se descubrió mordiéndose el labio con fuerza.

TÚ y tus acciones han creado una nueva vida, un ser humano que eventualmente nacerá llevando la mitad de cada uno… de ella y de ti.

Y estás siendo un jodido idiota.

Sintió que una punzada de frustración serpenteaba alrededor de su pecho.

La había visto reírse a pleno pulmón, amarle, mirarle como si tuviera la luna en su poder, poner los ojos en blanco a sus estupideces, correrse, gemir bajo sus dedos, ser absolutamente maravillosa, suya… . ¿De qué tenía miedo?

El mero pensamiento de perderla era insoportable.

¿Qué había sucedido últimamente a lo que fuera una tragedia renunciar? ¿El condenado viaje a Las Vegas?

¿Qué grandes experiencias…, qué miradas, planes, promesas, risas, caricias descarnadas había tenido esos dos— tres meses… sin ella?

Mordernos. Besarnos los labios, el cuello, los hombros, mi piercing, tu pecho, el sexo. Mojarnos de saliva y deseo.

¿Qué iba a hacer? ¿Cómo había hecho una vez…? ¿Cerrar los ojos y olvidar mientras festejaba y follaba…? Tenía casi 40 años, y habría una criatura, ella lo odiaría con todas sus fuerzas.

Había caminado unas dos manzanas hasta aquí. El aire era fresco, tonificante. Le daba una claridad que había echado de menos desde…

Normalmente, Diego lo conducía con limusina hasta la puerta a todos sitios, pero había bajado antes a por un café para llevar en una cafetería que conocía y había decidido andar.

Lamió a desgana la cubierta de chocolate del cruasán que también había conseguido.

Tendría que haber pensado en coger un abrigo.

Sabía qué hacer.

Pero…

Se obligó a venir a ver a sus padres.

Aunque intuía que habría las preguntas de siempre sobre su vida amorosa, sobre sentar cabeza, casarse, sobre… tener hijos.

Quizás era lo que buscaba.

Quizás deseara que alguien pusiera las manos en sus jodidas vísceras y arrancara todo lo que había dentro sin compasión.

Lavinia se merecía mucho mejor que un imbécil haciéndola madre soltera.

Entendía que ella lo prefiriera a un co-padre resentido, inútil y deprimido.

Pero no le enorgullecía.

Pensó en lo que le debía estar pasando por la cabeza.

No se podía concentrar en nada.

– Buenos días.

– Vaya – su padre expresó sorpresa.

– Maman.

– ¿Has comido algo?

Como siempre había almuerzo para un regimiento en casa de sus padres.

Aunque estos días eran ellos solos, sobre todo entre semana.

Leila venía con las niñas los sábados.

– ¿Aún tienes tanto trabajo?

– Estoy en ello…

Su madre levantó las cejas ante su vaga respuesta.

Escuchó el tic tac pesado del reloj de pared al que su padre daba cuerda puntualmente.

El hombre mayor siguió observándolo callado durante un minuto: – ¿Pasa algo?

La paternidad era… bueno, era una gran responsabilidad. La mayor parte de su vida adulta ni siquiera había querido pensar en ello.

Algunos de sus colegas más cercanos tenían familias y todavía eran miserables.

– No, simplemente he decidido pasarme…

Su progenitor no estuvo convencido: – No te quedes ahí parado. Escucha a tu madre, siéntate, come algo, hijo.

Stewy asintió con la cabeza. – No puedo estar mucho rato…

– Trabajo, trabajo, como siempre – su madre se quejó.

Se sentó en la silla de al lado de su progenitor. Farah colocó más arroz en la mesa. Su madre la acompañó a la cocina para poner una taza más de té. Le dio un mordisco a la carne blanda y gustosa e inmediatamente otro. – Es delicioso…

Su padre sonrió vitalmente, casi pareciendo más joven de lo que era. Pero las arrugas alrededor de sus ojos decían lo contrario. – Claro que es bueno – dijo en señal de aprobación. – El mejor Beryani de América…

Los dos comieron en silencio durante un par de minutos. Su madre se volvió a unir a ellos.

Su progenitor se aclaró la garganta. – ¿Vendrás a vernos el fin de semana?

– No creo que pueda.

Su madre cogió un trozo de pan y le dio otro a él. – Si tu horario te lo permite...

Él los miró a los dos sin interrumpirla.

La mujer que le había traído al mundo le amonestaba con voz de madre, lo que probablemente mereciera.

– Nos gustaría que vinieras más – le reiteró sirviéndose comida – Ya no eres un niño. Ese ritmo que llevas no puede ser bueno. Mírate, te ves delgado…

– Intentaré venir lo bastante pronto – se comprometió poniéndole afectuosamente una mano en el brazo. Trataba de pasarse una vez cada mes o dos si no estaba muy ocupado.

La mujer suspiró profundamente y luego miró a su marido un momento, antes de volver su atención al benjamín de la familia.

– Vale. Creo que eso es aceptable. Debes estar cansado de trabajar duro todo el día, mantente saludable… no fumes… ni hagas el tonto…

Stewy se fijó en las fotos que había en uno de los muebles.

Un niño pequeño y desafiante con grandes ojos oscuros rodeado de sus dos hermanos mayores.

– No te preocupes.

– Toma más té, cariño.

– Sí.

– ¿Y bien? ¿Qué opinas? – intervino su padre con una sonrisa orgullosa.

Stewy se sintió confuso un segundo. – ¿Qué qué opino? ¿Qué opino de qué?

– He hecho cambiar todas las maderas del recibidor y el altillo. Ya verás, fíjate antes de irte.

– Claro. Baba… – empezó.

– Y si quieres preguntarme si he ganado la última disputa con los vecinos, sí. Nunca han tenido razón.

Levantó la comisura de los labios.

Su madre pareció dudar sobre hacer una pregunta, tras una pequeña pausa.

– ¿Quedaste con esa chica fotógrafa que te pidió consejo para exponer en Nueva York?

– ¿Quién? – intentó hacer memoria.

Ahí estaba…. esta charla por millonésima vez.

Con pequeñas variaciones.

Su madre tomó su propia taza entre las manos.

– Mehri. La amiga de la esposa de Amin. Nos habría gustado invitarla un día.

– Maman…

– ¿No hay ninguna otra… persona? No quiero ser pesada, solo quiero ver contento a mi hijo.

Por mucho que apreciara su preocupación, no se sentía muy confiado con esta conversación justo ahora.

– Está todo bien.

Pudo ver en la expresión de su madre que no estaba convencida.

– Hijo… siempre de una relación a otra como en el juego de la oca… Mira a tus dos hermanos.

– Cas ni siquiera era tan joven cuando…

– Pero siempre ha sido un chico muy centrado. Ya sabes que esperaron que Trish acabara la residencia y se quedara fija en el hospital y que después les costó mucho quedarse del niño…

Stewy suspiró con especial cuidado ante eso.

Miró a su madre.

– He estado saliendo con alguien… No he venido realmente para deciros nada aún. Prometo que si hay algo que saber… lo sabrás, maman.

Pudo ver de reojo que su padre lo estudiaba.

El hombre abrió los ojos con un cierto asombro.

Stewy hizo un sonido sin comprometerse.

Eso probablemente sonaba más prometedor que cualquier cosa que les hubiera dicho desde que tenía quince años.

– Cualquier mujer que te quiera, a tu madre y a mí nos parecerá bien. Y deja de tratar a Leila como a una espía… esa muchacha os quiere a ti y a Kasra como si fuerais sus propios hermanos, no te va a delatar con tus viejos padres.

– Lo sé.

– Sadegh…

– Baba…

Después de la comida, su madre le despidió en el recibidor. – Vendré en cuanto pueda – prometió.

– Cariño, tienes que ordenar esto de dentro – le señaló el pecho en voz baja. Su madre siempre llevaba las uñas bonitas – antes de que te conviertas en esa persona que quieres hacernos a todos creer que eres. ¿Todo esto no será otra vez sobre…

– No, maman. Es otra cosa…

La mujer que le había traído al mundo le estudió poco convencida.

Pero pareció aliviada.

– Eso espero… no porque bueno… sabes que no te cambiaría por nada del mundo. Yo ya me las arreglaría con tu padre… pero no quiero verte con el corazón roto otra vez.

Él le dio un beso en la mejilla.

Su padre se las había arreglado para cogerle aparte un par de minutos antes.

No hagas que tu madre se preocupe, ¿mm? Ella ha estado toda la vida pendiente de vosotros.

Se dirigió al portal después de salir del ascensor.

Era principios de noviembre y el aire se enfriaba cada día más. Su aliento se condensó mientras caminaba hacia el auto donde lo esperaba su chófer.

Jugó con la idea de ir a la boda de Connor esta tarde. Lavinia estaría allí.

Cambió de opinión varias veces.

Se habían visto dos días antes, ¿qué había cambiado?, tenía que tomar aquella responsabilidad, pero no le gustaría que Lavinia lo interpretara como que estaba haciendo un sacrificio.

Seguro que sale de puta madre que se lo digas como si estuvieras haciendo un enorme esfuerzo… como un jodido mártir.

Estaba casi seguro que nunca había defraudado a nadie tanto como a ella…

Todavía se consideraba joven cerca de los 40, pero se engañaría sino admitiera que fácilmente parpadearía y habría otra década de su vida en el espejo retrovisor.

La cosa era que probablemente ella sería más feliz si le olvidaba.

Casi deseó tener ese poder.

Sus lágrimas, lo que le dolía, su primera reacción…, deseó poder borrarlo.

Pero la vida que habían creado crecía lentamente en su vientre.

Puede que aún no lo hayas jodido del todo.

Deja que ella te cuente como quiere hacer las cosas, como puedes arreglarlo...

Y luego planeas… algo… especial para compensárselo. … si es que puedes.

Stewy le pidió a Diego que lo dejara en el muelle.


Lavinia abrió el bolso y se puso a revolver en busca de un bolígrafo. Lukas dejó que su mirada inspeccionara el interior. Había una cartera y un bote de vitaminas.

Observó su rostro delicado.

Ella se mantuvo concentrada en su móvil.

Greg le había mandado un par de mensajes.

Al parecer estaba preocupado porque Logan había dicho que su presencia le resultaba visualmente molesta.

"¿Pero qué pasa si es porque tú estás en Suecia?"

"Greg, vamos, no lo creo. ¿Has hecho algo últimamente que haya podido tener que ver?"

"Me tocó decirle a Kerry que no daba la talla para presentar"

"Ves. No puedes culparme a mí".

"Bueno, la primera noticia sobre tu trabajo fue ayer por mensaje"

"Te lo comenté antes"

"No que sería tan rápido"

Suspiró.


Greg remoloneó a bordo del yate listo para la boda.

En el muelle estaban acabando los últimos preparativos.

Pero se habían añadido carteles, colores rojos, blancos, azules de las elecciones.

Los invitados estaban llegando.

Una mezcla de los amigos de Connor de Nueva York y Nuevo México, un puñado de celebridades, amigos de Willa, prensa invitada…

Volvió a escribir a su hermana.

"Estaba hablando con una periodista que ha invitado Connor y ¿crees que es guay si, no sé, le comento que el tío Logan es un viejo genio, inteligente, afectuoso? Ya sabes, una historia más humana. Sobrino adora a su tío. Eso podría gustarle, ¿no?"

"Greg, no pasa nada si no has ido una vez"

"O bueno, sí. Tom tiene todos esos otros "Gregs" ni siquiera debería dejarle que les llame así. Tengo derecho a que mi nombre no sea un nombre ni un verbo, si eso tiene sentido"

Levantó las cejas intentando descifrar a su hermano.

Suspiró mandándole un emoticono de un pulgar arriba.

Por supuesto, Greg insistió: "¿Por qué no le hablas bien de mí a Matsson?"

Vale. Dame fuerza.

"Greg tengo noticias. Es algo personal. Te llamo más tarde"

"¿Son buenas noticias?"

"Sí, lo son"

Pese a todo estaba convencida de ello.

Como un pellizco en las tripas que no era racional ni discutible.

Si no hubiera querido, no lo hubiera hecho.

Así que esto era inesperado… no no-deseado.

Lo que ella estaba dispuesta a discutir más de un par de veces si era necesario.

Ella se lo diría pronto a Greg así que contaba con que la noticia… llegara a Marianne.

Sabía que tendría una opinión fuerte sobre ello.

Con un poco de suerte, eventualmente podría informar a su padre… pero no tenía que ser ya.

Ni siquiera tenía muy claro donde paraba.


– Y uhm, Willa, estoy deseando decir 'hola' a la tropa, socializar y mezclarnos y todo eso. Pero es… ¿hay un sitio donde poder… estar los Roy en paz?

– Sí. En la cubierta dos.

– Gracias. Quiero decir, que yo quiero conocer a todo el mundo y preguntarles por sus curros de mierda y sus hijos, ¿sabes? – Roman hizo una mueca.

– Oh, seguro, seguro, ¿Julia?

– Justo por aquí.

– Entonces, ¿qué se comenta? – le preguntó Ken – ¿Papá está viniendo?

– ¿Yo? Ni idea. No sé.

Se encontraron a Shiv delante de ellos.

Kendall dio un beso en la mejilla a su hermana.

– Yo he escuchado algo de Estocolmo. Se ha ido, o se va.

Ken la miró interesado. – ¿Oh? ¿Bueno? ¿Matsson no podía arreglarlo con una llamada de teléfono? Vale…

Pasaron por el lado de Greg que intentó interrumpirlos sin éxito.

– No me toques – le pidió Shiv.

La misma Shiv preguntó a Kendall unos pasos más adelante.

– ¿Crees que Matsson va a mandar a papá a la mierda?

– Mejorará la oferta es lo que pasará. Acabarán yendo a recoger arándanos juntos, joder. El viejo es un manipulador nato.

Roman se rascó la frente mientras entraban a esa cubierta VIP:

– Ya sí, por cierto… ahm – miró a sus hermanos – ¿sabéis eso que os conté que Vinnie se había tomado lo de The Hundred de puta madre? Que había encontrado otra cosa.

– Sí, tío…

– Ya, pues… – puso cara de culpabilidad – Me… como que me dejé de contar que ese trabajo es… Lukas Matsson.

Shiv parpadeó.

– ¿Qué? ¿Cómo?

Kendall miró a su hermano. – ¿Qué quieres decir?

– Ella es la nueva jefa… directora de Comunicación del sueco. Todo el mundo lo sabe, hasta se lo dijo a papá.

– ¿Por qué no dijiste nada?

– No salió… estaba esperando el momento.

Shiv le acusó con una sonrisa forzada incrédula: – ¿Estabas planeando un ángulo o algo así?

– No, no claro que no…

– ¿Pues vaya sorpresa, no?

Roman se encogió de hombros. – No es importante. En plan… ¿Karolina, Lavinia… a quien le importa? – se quitó de encima la atención.

– Ya…

Shiv colgó a Tom un par de veces.

– Pero sobre lo importante… si el acuerdo no prosperase, eh, Ken, ¿sabemos algo de Nan y Naomi? ¿Hablas con Naomi?

– Lo va lograr y nos embolsaremos la jugosa prima adicional…

Apareció Ken a quien tuvieron que decirle que su padre no se presentaría.


Lukas la miró cuando su móvil vibró.

Ella alzó la vista del ordenador – ¿Mm?

– ¿Puedes cogerlo tú? Dile que no estoy disponible, estoy preparando mi reunión con Logan. No quiero ser accesible por el momento – se explicó.

Lavinia se levantó y tomó de su mano el aparato que no paraba de vibrar.

– Es Roman – dijo.

Lukas la miró alzando una ceja con curiosidad.

– Lo sé. ¿Y vas a… Por favoor.

Asintió. – Sí. Perdona…

Deslizó el simbolito verde en la pantalla para descolgar.

– ¿Roman?

Hubo un silencio en la línea.

– ¿Puedo hablar con… Joder, Vinnie. Tengo que hablar con Matsson…

Notó que algo no iba bien. Su voz era… rara.

Miró a Lukas que le hizo una señal para sacárselo de encima.

Cogiendo aire profundamente se armó de todo el tono profesional que le permitió el cansancio acumulado. – Le sabe mal, Roman. Pero no está disponible ahora. Están preparando la reunión con tu padre.

Al principio pensó que se burlaba pero su voz tembló.

– Ya… pues… La cosa es que no va a llegar porque dicen que está… bueno, más bien… muerto.

Tardó un segundo en procesar la información.

Esta vez ya no miró a Lukas. Solo a un punto indefinido de la habitación. – ¿Qué…?

– ¿Puedes decirle eso?

Lavinia miró por la ventana.

En Suecia el sol había besado el horizonte hace mucho rato, y unas montañas se alzaban oscuras a lo lejos.

Permaneció de pie, quieta.

Como si el mundo se hubiera vuelto del revés.

– Dios mío, Rome lo siento…

– Dale las gracias a Lukas por no poder hacer una conferencia telefónica como el resto del jodido mundo y por no coger el puto móvil. O no digas nada… ¿Puedes hacer eso? No claro… Ahora eres su chica de los recados. ¿Está el puto manos libres puesto?

– No, no. Rome… Le diré a Lukas que tu padre… lo que ha pasado. No… Dios, ¿estás bien? – Se detuvo. Vale, esa era una pregunta estúpida – Roman, yo…, lo siento. Lo siento mucho.

Hubo un silencio.

– Yo… – Roman empezó. Pero luego se arrepintió de lo que iba a decir. – Olvídalo.

Se sintió triste… pero también… rara.

Lukas se acercó curioso, haciéndole indicaciones para que le dijera qué estaba pasando. Lavinia sintió un horrendo peso en el pecho.

Pero esto no era sólo una llamada personal.

Tenía que…

Dios.

– ¿Es… es público?

– No, no de momento.

Cerró un momento los ojos.

– Entiendo. Lo… lamento. Lo lamentamos. Lukas sentirá mucho saber esa noticia. Estoy segura de que no le importara que te diga que estamos a vuestra disposición si necesitáis algún tipo de soporte – ofreció.

– Ya, claro… bla, bla, bla.

Lukas ladeó la cabeza esperando que ella descifrara lo que fuera que estaba pasando en esa llamada. Ella movió los labios para que entendiera "Ha muerto". Pero…

Pareció desconcertado por un momento.

Al final, reaccionó:

– Joder…, ¿Logan?

Lavinia encontró una silla, se sentó en ella y se pasó una mano por los ojos.

– Rome, creo que estoy en condiciones de poner el manos libres ahora… ¿vale? Lukas te está escuchando. – miró con intención al hombre inmóvil a su lado – Roman me decía que Logan... que parece que ha muerto en el avión.

– Lamento mucho sentir eso…

– Ya pues ya… tienes la información… os pedimos discreción, ¿mm?

– Faltaría más, hombre. Por favor dile a vuestra Relaciones Públicas que no dude en contactar a Lavinia si os hace falta apoyo – repitió Matsson.

– Oh, sí, sí – Roman dijo evasivo, aclarándose la garganta – Te mantendremos… al día.

– Claro.

Lavinia tuvo la sensación que eso simplemente no podía estar pasando.

Antes de reaccionar, notó la mano de Lukas en la suya.

– Oh, tu móvil – Lavinia hizo ademán de devolvérselo, pero él se había arrodillado a su lado, lo cogió con la otra mano y lo dejó encima de una mesa paralela.

– ¿Estás bien?

Ella pensó un momento en esa pregunta.

– Es que… el no parecía del tipo que… ya sabes… – frunció el ceño – aunque eso es tonto porque… todo el mundo muere un día u otro y él estaba enfermo… y tenía 82 años.

Lukas asintió.

– ¿Crees que es apropiado contactar con esa mujer… Karolina? Saldrá en la prensa que estaba en el avión en dirección a Suecia, deberíamos, ya sabes, dar el pésame oficialmente.

– Por supuesto… Lo hago enseguida. ¿Lukas?

– ¿Sí?

– Tendría que… llamar a mi abuelo. No van a pensar en él. Se va a enterar por la prensa si Greg no lo sabe o no lo ha llamado todavía… y… es su hermano pequeño.

Lukas sostuvo su brazo en un gesto que pareció transmitirle tranquilidad.

– Vale. Llama a tu familia y luego encárgate de… habla con su equipo que no les venga de nuevo si… cuando publiquemos la nota.


Cogió aire y llamó a Greg.

Su hermano tartamudeó. – Oh, Dios, Lavinia, ¿Lo-lo sabes? Un momento, tío, un momento – Greg pidió. Escuchó la voz de alguien detrás.

– ¿Qué está pasando?

– Te-te paso a Hugo, ¿vale?

– ¿Hugo? Greg te llamaba para saber si has hablado con el abuelo… ¿Hugo? No quiero hablar con Hugo.

– Hola.

Vale.

Ese era Hugo.

– Buenas tardes, Lavinia… ¿le estaba diciendo a tu hermano que podría necesitar que controléis a vuestra madre y Ewan para mí? Necesito alinear declaraciones positivas en los primeros minutos… cuando esto se sepa. Porque va a ser… "Lo lamentamos mucho, ha traspasado un genio del que todos bebíamos de su pozo de sabiduría" o "un puto alivio, un traficante de odio y defensor de pervertidos sexuales ha caído y cualquiera que trabajó con él es tóxico". La reputación de todo el mundo estaría empañada.

Hugo habló muy deprisa, tal vez se encontraba un poco indecentemente… animado.

Le dio mucha rabia su tono de voz.

El sentimiento le vino por sorpresa.

– Hugo…

– Aislad vuestro lado de la familia ¿de acuerdo? Que Ewan no hable en ninguna circunstancia. Voy a tratar de echar un vistazo al obituario del Times.

– Hugo – repitió forzosamente, perdiendo la paciencia.

– Como iba diciéndole a Greg esto va primero, ¿bueno?

– ¿Me… me escuchas? ¿Me escuchas? – le preguntó, y Dios… no era buen momento para tener un maldito dolor en el costado.

– ¿Sí?

– Vete algo a la mierda…, ¿vale?

– Pero…

Suspiró.

– No, mira… puede que Greg y yo lo llevemos bien, pero mi abuelo… es su hermano… nadie va a aislarlo, lo que sea que quieras decir… ¿qué crees que va a comentar a las dos horas de haberse muerto Logan? ¿A la prensa? ¿Hugo… has hablado nunca con mi abuelo?

– Ok, ok, no nos enfademos… pero es… he escuchado que es un hombre de armas tomar… debemos… Esto también iría en contra de vosotros como nietos, yo creo que es lo menos que debéis a vuestro tío después de lo bien que se ha portado y – fue un poco marisabidilla.

Hubo una pausa.

Lavinia se armó de valor.

– Hugo, no.

– Vale.

No iba a dejar que Hugo los tratara como si fueran un problema.

Sintió como una bola de ansiedad en el pecho.

– Si le devuelves el teléfono a mi hermano lo hablo con él. Si te tranquiliza, a mi abuelo no le gustan los periodistas…

– Entendido. ¿Por cierto, no estás en la boda? Sería bueno si evitamos a los buitres buscando declaraciones… Entendido, tu abuelo está en Canadá, pero…

– Estoy en Estocolmo.

– ¿Perdóname?

– Trabajo con Matsson. GoJo. Lo hablé con… mi tío pero supongo que no se ha corrido la voz.

Él guardo silencio durante varios segundos.

– Oh, ya…, bien.

– Iba a llamar a Karolina para que sepa que cuando… se haga público… vamos a publicar una pequeña nota… solo dando el pésame. En principio no nos vamos a pronunciar sobre nada más.

– Claro, claro. No… Yo hablo con Karolina.

– ¿Me pasas a Greg?

Mierda.

Había tenido una semana buena con apenas síntomas.

Pero ahora… no se encontraba tan bien.

Hugo se aclaró la garganta:

– Lavinia… No es conveniente que la cosa se salga de madre… me refiero, por supuesto, GoJo ha sido una prioridad para nosotros pero si hablas con otros consejeros…

Jesucristo.

– Por favor…

– Toma Greg… Toma…

– ¿Greg?

– Uh, ¿sí? yo es que… tengo una misión… tengo que ir a la oficina.

Parpadeó. – ¿En serio…? En fin. Yo me encargo de llamar al abuelo, ¿vale?

Sonó aliviado: – Gracias…

– Pero tú llamas a mamá, ¿sí? ¿Por— favor?

– Hecho. Joder, Vinnie. ¿Qué le has dicho a Hugo? Se ha puesto blanco… ¿Estás… estás bien?

Se mordió el labio. – Oh, yo… Quería decírtelo en persona pero… supongo que ahora mismo será mejor no hacer mucho ruido con esto si… no es el mejor momento…, y se lo dije al abuelo así que…

– ¿Qué es? ¿No estás… enferma no?

Se mordió el labio inferior: – Greg… Deberías saber que en nada alguien te va a llamar tío.

Su hermano balbuceó. – ¿Cómo?

Le salió como… una sonrisa… agridulce.

– Tío Greg. No suena tan mal…

– ¿De… de verdad? ¿Eso quiere decir que habrá… uh, un bebé?

Se le escapó una risa quizás por la tensión acumulada. – Durante unos meses, sí.

– ¿Y luego?

– Joder, Greg… crecerá, gateará, chillará, caminará… no iba a venderlo.

– Qué guay. Felicidades… Es decir, ¿puedo felicitarte, no?

– Sí, sí, sí…

Greg pareció satisfecho con eso.

– Vale. Ahora tengo que… cumplir con mi deber, con Tom… No puedo explicártelo. Ah, pero llamo a mamá desde el Uber y tú al abuelo. ¿Eso es, no?

– Sí.


Se acarició el vientre intentando decidir si no estaba como más… rígido.

Él nunca sería capaz de compensarla.

Era desgarrador que el bebé no tuviera la oportunidad de disfrutar del Stewy que ella conocía... Tierno, ferozmente protector cuando amaba a alguien, si tan solo pudiera darse una oportunidad de...

Estaba nerviosa.

Lavinia necesitaba explicarle la muerte de su hermano Logan a su abuelo.

No sabía cómo reaccionaría Ewan.

Llamó por teléfono a Canadá.

Tony tomó el teléfono esta vez: – ¡Hola!

– Hola. Soy Lavinia. ¿Mi abuelo?

Hubo un sonido áspero y luego Ewan respondió: – ¿Qué es eso?

Lavinia tomó aire y decidió que no había una manera buena de explicar lo sucedido. Bajó la voz y dijo con tanto cuidado como fue capaz.

– Abuelo… Logan. Estaba volando. Lo siento… lo siento muchísimo…, abuelo.

Hubo una pausa como de unos tres minutos de silencio en el otro extremo. – ¿Abue—?

– Dame un momento.

No contó el tiempo pero se hizo una eternidad.

Estaba empezando a preocuparse de que le había pasado algo, cuando se oyó su voz severa. – Está bien. Iré a Nueva York tan pronto como pueda.

– ¿Estás bien? – ella se preocupó.

Podía imaginárselo sentado a la cabecera de una mesa grande en su rancho.

En un salón que normalmente solo ocupaba él.

– Abuelo – insistió.

– Una vez que tienes mi edad esperas estas cosas pero no realmente. Soy el hermano mayor… tendría que haber sido yo… pero apañado el que espere lógica en esto de la muerte, Vinnie. Mira a Rose – él dijo sin desarrollar mucho más su explicación.

Ella tragó saliva. – ¿Tomarás un avión?

– Sabes que no me gustan aunque… Necesito hablar con mi nieta y enterrar a mi hermano, ¿no es así?

– Lo siento…

Colgó sin mucha más ceremonia poco después.

Ella también tenía que coger un medio de transporte a los Estados Unidos.

Pero se sintió agotada.

Escuchó una vez detrás suyo.

Lukas.

Se había sentido agradecida que Oskar y él hubieran dejado la habitación hace rato.

Él la miró de manera curiosa.

– ¿Cómo va?

– Bien… creo…

Lukas lo consideró.

– No hay mucho más trabajo por hoy, acuéstate unos minutos. Mírate, odiaría que te desmayases bajo mis órdenes – semi bromeó.

– Pero…

– Tendrás un avión para volver, supongo que es lo que quieres hacer, pero no tiene que ser ahora mismo.


Se encontró a Greg cuando se acercó al muelle.

El barco con la parafernalia de la boda parecía haber zarpado. ¿Entonces qué hacía el hermano de Lavinia aquí?

Se paró frente a él con esos ojos de cervatillo que tenía desde sus dos metros de altura.

– Ey, uh… ¿Ya lo sabes…?

Stewy ladeó la cabeza. – Buenos días. ¿Tu hermana—…

Entonces sí, Greg le miró como si le hubieran salido dos cabezas.

– Está en Suecia. Pensé que tú y ella volvíais a…, bueno…

Claro.

Suecia.

Greg trastabilló con sus palabras.

Daba por hecho que Stewy sabía el paradero de su hermana mejor que nadie.

Ella le había parecido contenta con la noticia. Sólo había asumido que…

– Por cierto, ahm, joder…, felicidades.

Stewy abrió la boca pero fue sin una respuesta.

Probablemente una de las primeras veces en su vida.

Greg siguió balbuceando: – Espero que sea un niño, ya sabes, más divertido. ¿Puedo… – dio dos pasos y le abrazó torpemente.

Lavinia no le debía haber dicho…

No es que hubiera pensado que Greg fuera a darle un puñetazo dadas las circunstancias, pero sinceramente tampoco le habría culpado.

– ¿Tú?

Le miró confuso. – ¿Perdona…?

– ¿Niño o niña?

Se pasó una mano por la barba.

Todo el intercambio dejó a Stewy un poco turbado. Como si todo el concepto no se le hubiera ocurrido.

Frunció el ceño.

Se suponía que tendría que ser él quien limpiara las lágrimas a esa criatura cuando se cayera y se lastimara una rodilla o apretara su mano cuando pasearan por el parque.

No había siquiera pensado…

Hubo el ruido de un helicóptero cercano.

Stewy miró alrededor.

Algo grande había pasado porque volvía a haber movimiento en el muelle.

No vio a nadie que conociera bajando de la nueva barca que atracaba.

Había recibido un e-mail de su rastreador particular a lo Sam "el folla ratas"?

Ese tío carísimo al que había pedido un informe sobre Matsson.

Pasó el dedo por la pantalla.

Parpadeó.

Eso era estúpido.

Aparentemente él le había enviado sangre congelada a su ex.

Su móvil empezó a vibrar con insistencia unos dos segundos después.

– ¿Ha pasado algo? – le preguntó a Greg alzando la vista hacia su figura nerviosa.

– Bueno, quizás… Hmm, es una buena pregunta...

Mordió la parte superior de la uña del pulgar, mientras respondía la llamada: – ¿Sandi?


Acabó de escribir el texto que publicarían cuando saliera el primer comunicado de Waystar Royco.

Lo leyó un par de veces en voz alta.

Lukas se apoyó en la puerta, mirándola.

Aunque pareció poco interesado en la nota en sí.

– Pse. Me parece bien. Cierra eso… pásala a Rasmus que haga el envío, ¿mm?

– Puedo esperar a que publiquen.

– Lo digo en serio. Deberías descansar antes de coger otro avión...

– ¿En serio… no te importa que me vaya ahora?

– Bueno… tenemos esa reunión de estrategia en Noruega y espero que te nos unas, pero ve…

Asintió con una expresión poco convencida.

Lukas miró un segundo más allá de ella como si estuviera pensando en otra cosa.

Pero finalmente sólo bromeó levantando las cejas. – Puede que estés formando a un piloto de aviones allí dentro, mm… fiu.

– Sí…

Una leve sonrisa se dibujó en sus labios pese a sí misma.


Se despertó en la habitación vacía al oír un ruido.

Desorientada, Lavinia se fijó en la oscuridad que había en el exterior a través de la ventana. El cojín que tenía apretado contra la cabeza estaba húmedo.

Buscó a tientas la luz de la lámpara en la mesilla de noche del hotel y la encendió.

Una puerta se abrió y Lavinia se sobresaltó, levantándose de golpe. El corazón le dio un salto, traicionándola.

Lukas.

Estaba plantado en el umbral iluminado.

– Lo siento, yo no…

Lavinia se relajó un poco, miró al reloj despertador que daba luces tirado en la cama.

Ella debía haberlo parado sin darse cuenta.

Eran las 3 de la madrugada.

– Tengo que vestirme y coger ese vuelo. Entenderé si prefieres que compre un billete en una aerolínea comercial. Yo... lo siento.

Lukas era consciente de que no habría aceptado que cualquier otro empleado fuera y viniera como le diera la gana.

Estrictamente se trataba de su tío abuelo y lo de mañana no era realmente todavía un endemoniado funeral. Con toda probabilidad habían planeado una semana de pompas fúnebres, pensó irónico.

La necesitaba trabajando aquí.

Era un momento vital para la empresa. Pero maldita sea, él sabía que no podía prohibírselo.

Un problema aún mayor era que ella estaba plantada delante de él solo en una camiseta.

No pudo evitar fijarse en las piernas desnudas de Lavinia, que tenía la piel de gallina

Sus muslos eran de crema, como pintados a pincel.

En un chándal cómodo, Lukas trasladó el peso de su cuerpo de un pie al otro.

Estaba pálida y sus ojos revelaban que no había dormido suficiente.

Sabía cómo era ella medio desnuda… Eso era algo difícil de olvidar. Había repetido esa imagen en su mente una y otra vez, tarde en la noche cuando no podía dormir…

Su melena castaña, las pecas encantadoras pintando constelaciones en sus hombros.

La sensación del coño de ella ciñéndole los dedos.

La miró imaginándose como volvía a empujar la mano por su cadera y acariciaba el clítoris hinchado con el pulgar.

Ella, esperando una caricia, su boca suave ligeramente entreabierta suplicando ser besada.

Algo de color en sus mejillas.

Lavinia se pasó una mano por la cara, despejándose. – Enseguida me voy, te llamaré durante el día, llámame para lo que sea… en cualquier momento.

– No hay prisa.

Ella se encogió de hombros con un gesto impotente: – Siento haceros ir mal, Lukas, de verdad.

– Está bien.

Lavinia se quedó mirándolo como calibrando la sinceridad de sus palabras y asintió.

Lukas entró en la habitación. – ¿No quieres una copa de vino blanco antes? Una no te hará daño.

Ella negó con la cabeza. – Prefiero no arriesgarme.

Lukas la observó en silencio.

– Yo sí tomaré algo – murmuró acercándose al mueble bar.

Lavinia pareció incómoda cuando se dio cuenta de lo poco que escondía la camiseta que llevaba puesta.

La vio tirando de ésta hacia abajo.

Él se sirvió el vodka en un vaso elegante y añadió un par de cubitos de hielo en el fondo.

Tomó un gran trago y la miró.

– Siento si haber cogido esa llamada te trae problemas. La de Roman…

Lavinia negó con la cabeza. – Ha sido probablemente para bien.

Chasqueó la lengua.

– Puedes relajarte ahora, mi avión no se va a ir sin ti…

Lavinia sonrió débilmente. – Gracias. Pero, por favor, no dejes que te entretenga. Me disculpo por mantenerte despierto...

– No importa. Oskar se ha largado. Pensé en irme a mi apartamento en la ciudad yo también y dejar instrucciones…, pero, bah, no duermo mucho… La muerte es algo curioso. ¿Te he contado que encontré a mi padrastro en su BMW? Él se suicidó – hizo una mueca.

– Lo siento.

Se encogió de hombros.

Hizo un gesto indefinido con la mano en el aire. – Tenía… problemas.

Con un suspiro, Lavinia volvió a sentarse en el colchón.

Subió las piernas y apoyó la barbilla en las rodillas.

Cuando levantó la vista, captó la mirada de Lukas y le dedicó otra sonrisa débil.

Hubo como una pausa extraña.

¿Qué estás haciendo, Vinnie?

Él caminó hacia ella, todavía sosteniendo la bebida.

Se inclinó lentamente, con cuidado de no derramar nada sobre ella.

Sus labios se encontraron suavemente. Un pequeño jadeo salió de él cuando se apartó. Su lengua se movió contra la de Lavinia y su mano pasó por su cabello. Ella le acarició la mejilla rasposa.

Lukas dejó su copa en el suelo.

Lavinia se dijo que tenía que parar esto.

Pero…

Cerró los ojos y dejó que él la besara de nuevo.

Las manos de él ahora estaban en sus caderas, presionando suavemente. – ¿Cómo te sientes? – preguntó.

Tuvo, de repente, consciencia de su propia piel, la huella de sus dedos.

Se dio cuenta de lo hambrienta de tacto que estaba.

Los ojos de Lukas vagaron por todo su cuerpo. No le quitó la camiseta pero la subió un buen trozo. Le hizo una fugaz caricia en el cuello antes de buscar con su mano la curva inferior de uno de sus pechos.

Le mordisqueó la oreja y ella lanzó un gemido.

Su respiración se aceleró y su corazón latió más fuerte contra su palma.

Los dedos masculinos siguieron un rastro a lo largo de las líneas de sus pechos, sobre su abdomen, hasta su ombligo. – Eres tan suave. – dijo, trazando su ombligo. – ¿Qué deseas? – preguntó Lukas, volviendo a subir su mano. – ¿Quieres que acaricie tus pezones? – le susurró al oído, pero de hecho ya había empezado a hacerlo. – ¿O tal vez solo chuparlos hasta que te corras? – su voz fue baja, oscura.

Ella emitió un leve ruido desde el fondo de la garganta, que de repente la mortificó.

Lavinia se esforzó por ignorarlo centrándose en la sensación de ser tocada.

Pero…

– Lukas… yo…

Lukas alejó de nuevo la mano de su piel estudiándola.

Su voz se puso un poco áspera cuando le preguntó: – ¿Se trata de…? – las palabras desaparecieron en el silencio de la habitación. Lo último que quería es que ella se volviera a recluir dentro de esa bonita cabeza suya.

Aunque… no pudo ayudarse a sí mismo.

La culpa se había asentado como un elefante que entra en una cacharrería en la boca del estómago de Lavinia.

Los ojos de él brillaron con conocimiento. – ¿Tu ex? – continuó.

– Al diablo… él… mierda – Lavinia murmuró, cerrando los ojos. Eso no era justo, ella sabía que Stewy… que el niño… ¿De dónde salía aquello?

Experimentó toda una gama de emociones que iban desde la risa histérica hasta el llanto.

Pero todas se quedaron dentro de su pecho.

Por fuera, Lavinia sólo hizo una mueca atormentada.

Lukas la estudió y le acarició la cara con los dedos. – Él no está aquí de todos modos, ¿verdad? – preguntó. – Sería mucho más fácil para ti si tuvieras a alguien cerca – Su voz era baja.

Lavinia abrió la boca para hablar. Pero… – No hace falta que digas eso... solo… … Sigue – dijo ella, poniendo toda su fuerza en sonar desesperada por su tacto, en vez de admitir que quería su cuerpo en llamas para apagar todo el resto.

Si él sabía cómo prenderlo que así fuera.

Lukas sonrió entre dientes. – Tan exigente~ – susurró. – Si sigues rogando así, es posible que tenga que empezar a creer que realmente quieres que follemos.

Ella sonrió un poco ante eso haciendo de tripas corazón y empujó su pecho ligeramente con el de ella. Él se rió y la besó de nuevo.

Esta vez se tomó más libertades y le quitó la camiseta de una sola vez.

– Eres increíblemente sexy, joder…

El sexo es un bálsamo.

Encontró sus pezones en poco tiempo. Los pellizcó ligeramente y los frotó entre el índice y el pulgar. Ella gimió y hundió la cara en el hueco de su cuello. – No… – gimió ella.

– ¿No? – preguntó Lukas, alejándose un poco para mirarla.

Ambos sabían que eran sensibles como el infierno.

Todo ella estaba sensible como el demonio…

Dejó apretar su cuerpo contra el de él, aplastando sus pechos contra su torso duro, la angulosidad de sus caderas contra ella buscando algún tipo de alivio.

Lavinia tenía miedo de que si decía algo en voz alta no podría continuar, pero la sensación que se acumulaba en su interior no era precisamente simple.

No era solo que el cosquilleó en su piel le traía a la memoria la imagen vívida de Stewy, pero es que estaba allí, joder, estaba allí.

Necesitaba que él… fuera él… solo Lukas.

– Tócame… como en Italia…– suplicó. – Por favor. – Casi rogó.

Hubo una pausa.

Lukas sonrió. – Oh… tan exigente.

Un dedo se deslizó por debajo del elástico de sus bragas y encontró su cálida piel.

Su mente se quedó en blanco.

Con la más mínima presión, Lukas deslizó uno y después dos dedos dentro de ella como había sucedido en Florencia.

Exploró su cuerpo con la otra mano. Lavinia tenía unos delicados pechos blancos, unas caderas sorprendentemente llenas.

Había elucubrado los últimos dos meses cómo sería follar con ella.

El triángulo de vello entre las piernas, rizado. Sus gemidos.

Su coño estrecho, caliente, resbaladizo.

La frotó allí rítmicamente mientras decidía como proceder. Sus dedos dentro de ella.

Y luego, de repente, su boca cubrió la de ella, devorándola. Ella pudo notar su pene erguido contra su cadera a través de la tela de sus pantalones de chándal.

La besó con más fuerza y trató de empujarla hacia abajo sobre la almohada. Ella solo se resistió un segundo y luego se plegó a sus manos.

– Por favor, Lukas – rogó.

Estaba siendo tan suave, dócil…, demasiado... demasiado.

Pero no podía forzarse a sí mismo a hacerlo... a parar.

No, si ella no se lo pedía.

No tenía idea de dónde estaba su cabeza.

Las manos perfectas de Lavinia estaban por toda su espalda. Sus uñas clavándose en sus omoplatos.

Sacó sus dedos de ella y condujo una de las manos de ella. – No quiero que te enfríes… ¿Lo ves?

Lukas se quitó los zapatos, los calcetines, y después los pantalones en unos pocos movimientos agiles.

Mordisqueó y lamió su cuello hasta que ella jadeó.

Se le ocurrió que la follaría sin sentido y luego ella se daría cuenta de que lo odiaba.

Pero el cuerpo de ella… decía otra cosa…

– Después, después podrás acariciarte tú misma…

Lukas se sintió mareado por la jodida lujuria y como ella gemía contra él mientras deslizaba otro dedo profundamente dentro de ella.

Así que siguió follándola con los dedos con una nueva urgencia hasta que el pensamiento se desvaneció.

El nudo entre sus muslos se apretó cuando sus dedos entraron más profundo que nunca.

La deseaba tanto que dolía.

La levantó por el culo y la presionó contra la cama.

No dejaba de susurrarle palabras de aliento al oído. Susurró en su boca que ella era hermosa, perfecta y asombrosa. Que ella estaba tan caliente…

Palabras más sucias.

Como "estás tan mojada, tan mojada", "voy a follarte contra esa pared después" y "haré que te corras, una y otra vez".

Lavinia pareció desvanecerse en un gemido mientras las manos de él subían y bajaban por sus muslos y cintura.

Realmente deseó que fuera duro… implacable, algo que la sacudiera… pero no… no lo bastante para hacerle daño…

Habría dejado incluso que Stewy la maniatara, que tomara todo el control… para que le arrancara este dolor agudo, sabiendo que la llevaría al otro lado del precipicio a salvo.

Mierda.

Lavinia sintió en la piel su aliento abrasador.

Todavía sin soltarla, Lukas la miró, consumido por su propia necesidad. Su expresión contenía una emoción inidentificable.

Volvió a besar su cuello. Sus manos hicieron presión en sus caderas, antes de comenzar a acariciarse a sí mismo con una de ellas.

Cuando más se tocaba él, más imaginaba el momento en que la follaría a empellones y mierda haría que ella se abandonara a aquella sensación… No podía aguantarse más pero todavía tenía un truco.

Lukas se movió entre sus muslos y recorrió con un dedo la tira de las bragas tanteando la piel de la costura.

Lavinia cerró los ojos mientras notaba su aliento bajar por su piel, dejó escapar un profundo suspiro.

– Abre las piernas – ordenó él.

Notó su lengua sobre la tela de sus braguitas que él acabó arrancándole.

– Lukas – se quejó pensando en la tela rota.

Pero inmediatamente dejó de importarle.

La besó allí abajo y empujó su lengua en rítmicos golpes, lamiendo y chupando.

Ella quería que se detuviera y a la vez que continuara y Oh.

Una de sus manos subió acariciándole un costado y se sintió totalmente embargada por ello.

Lukas tenía la cabeza enterrada entre sus muslos por lo que no distinguió la manera como se mordía el labio. No hasta que se dio cuenta que sus manos se aferraban a las sábanas y su respiración cambió.

Su cuerpo se tensó con el clímax.

– ¿Lavinia?

Él le echó el pelo hacia atrás. Sintió que su pecho se movía con fuerza mientras respiraba sobre esa cama. Pasó su lengua por sus labios para saborearla.

Estaba completamente sin aliento.

Ella tomó el asunto en sus propias manos para él. Envolvió su mano alrededor de él, masajeándolo lentamente. Su otra mano se aferró a su cabello con fuerza y lo miró directamente.

Lukas gimió.

– Joder, Lavinia... – masculló mientras dejaba caer su cabeza sobre el colchón, sosteniendo su mirada.

Quería ir con todo... estaba listo.

Pero supuso que podía esperar al sexo con penetración.

Porque ahora mismo la urgencia era poder liberarse.

Ella mantuvo el movimiento, lo suficiente para que él sintiera que todo su cuerpo reaccionaba al placer. Ella era perfecta. Y maldita sea, amaba cada minuto de la presión que estaba ejerciendo en su polla.

Apenas podía pensar con claridad.

Durante unos minutos después, ninguno de los dos dijo nada.

Lavinia lo sintió moverse ligeramente en la cama.

– ¿Qué estás haciendo? – preguntó.

Lukas pasó la punta de sus dedos por su espalda baja.

–Tratando de imaginar – respondió con voz ronca. – Tratando de imaginar lo que pasaría después, si nos quedamos así, Lavinia... Creo que quiero secuestrarte y retenerte aquí.

Ella tarareó sin compromiso. – Oskar no te dejaría – Todavía estaba tratando de recuperar el aliento. – Es una idea terrible, Lukas.

– ¿Mm?

Alargando el brazo le tocó el seno izquierdo con la mano derecha pero esta vez lo hizo perezosamente. Se lo acarició suavemente con las yemas de los dedos antes de simplemente poner su mano en el brazo.

Lavinia intentó identificar como se sentía.

Dios. Solo le faltaba el… el complejo de Maria Magdalena, sintiéndose culpable como si hubiera sido infiel a Stewy por hacer, como él…, lo que le diera la gana… estando soltera.

Era una mujer adulta que merecía sexo si quería.

Su abrazo la ayudó a templarse.