Disclaimer: los personajes le pertenecen al mangaka Kazuki Takahashi. Sólo los uso para escribir mis ideas.

Inspiración musical: "End of The Battle" del soundtrack de la serie anime "Yugioh Duel Monsters"

OVA 1 (Azureshipping)

El jet privado con el logotipo de KC se encontraba estacionado en el jardín de la casa donde el matrimonio Kaiba había vivido durante su estancia en Japón.

Roland metió las maletas que sus amos iban a llevar en su viaje de regreso al país donde habían crecido. Asomó la cabeza por la puerta del jet una vez hubo acomodado la última maleta.

-Ya está todo listo, señor y señora Kaiba.

-Entonces ya podemos irnos-afirmó Kaiba desde el jardín. A su lado estaba su esposa Tea, que lo miraba con una cierta preocupación.

-¿Te sientes bien para un viaje tan largo?-preguntó Tea con obvia angustia.

-No podemos retrasar el regreso. Además el médico privado nos acompaña por si me siento mal en el camino-respondió Kaiba con firmeza.

-Es cierto. Tenemos que volver pronto para comenzar tu tratamiento, querido.

Kaiba notó que la voz de Tea delataba tristeza, lo cual lo confundió por unos momentos ya que no sabía si aquel dolor era por la situación de su enfermedad o porque ella no deseaba en el fondo irse.

-En cuanto ustedes lo ordenen despegamos-repitió Roland que también se percató de una pesadez en el ambiente al dejar el lugar.

-Vámonos ahora-dijo Kaiba caminando hacia el jet.

Subió las escaleras de entrada al jet, más se detuvo al darse cuenta que su mujer no lo seguía. Giró su cuerpo una vez estuvo en la puerta del jet y sintió como si lo apuñalaran en el corazón con lo que vio.

Inmóvil, sin siquiera haber dado un paso en los peldaños, Tea tenía la mirada puesta en dirección a la puerta que daba a la calle. Sus ojos reflejaban tristeza y nostalgia, había un peso en su corazón que sólo ella llevaba en aquel momento. Tan concentrada estaba en mirar la calle desde el jardín que no se percató de que su esposo la había descubierto sintiéndose mal.

Suspiró, se encaminó al jet donde subió las escaleras, pero se detuvo en medio cuando vio a su marido observándola en la puerta.

-¿Qué pasa, Seto?-preguntó Tea sorprendida.

Kaiba no respondió de inmediato, sino que la miró compartiendo él también aquel dolor.

-Aún puedes quedarte si lo deseas-aseguró con firmeza.

Aquellas palabras hicieron que Tea abriera sus ojos sorprendida. Nuevamente ese tema acongojaba a Kaiba, y ella lo sabía.

-Seto…yo…

-Si deseas quedarte no te voy a detener.

Tea notó que la voz de Kaiba se quebraba, aunque estaba diciendo la verdad. Kaiba ya había asimilado la idea de que Tea lo dejara, pero era algo doloroso para él.

Sabiendo esto, Tea le dedicó una sonrisa llena de satisfacción y continúo subiendo las escaleras restantes. Cuando llegó arriba, miró a Kaiba con amor y ternura.

-¿Crees que dejaría al hombre que amo cuando más me necesita?

-No te quedes conmigo por lástima-afirmó Kaiba dolido.

-¿Cuál lástima? Te lo dije muy claramente. Eres el amor de mi vida.

Kaiba sonrió porque sabía que Tea decía la verdad.

-Entonces no te arrepientas de tus decisiones.

Sin decir más, Kaiba se metió en el jet permitiendo así que Tea también se introdujera en el avión. Lanzó una última mirada a lo poco que alcanzaba a ver en la calle; volvió a suspirar y finalmente entró en el jet privado de su esposo.

Cuando el avión despegó, Tea miró por la ventana como la casa iba haciéndose más pequeña cada vez hasta desaparecer, igual que el resto de casas y la ciudad entera, después el país Japón fue volviéndose más alto hasta ya no verse.

El sentimiento de tristeza se apoderó de Tea que se llevó una mano al corazón sin dejar de mirar por la ventana.

-"Yugi…"-dijo en su mente.

Kaiba volvió a notar su mirada triste cuando la observó desde su lugar.

-"Yami Yugi, espero puedas ser feliz algún día con alguien que te ame tanto o más que yo".

A pesar de que no habló en voz alta, Kaiba supo lo que pasaba por su mente.

-Espero no te arrepientas.

La voz masculina de Kaiba sacó a Tea de sus pensamientos, giró para mirarlo sentado a su lado. Supo a qué se refería, así que le sonrió con certeza.

-Jamás, Seto.

.

.

Corrió al baño en cuanto sintió las náuseas apoderarse de su cuerpo. Se agachó sobre la taza, pero al final no logró vomitar nada. Respiraba agitadamente, era la primera que sentía el estómago revuelto de esa manera.

Su respiración agitada alertó a su esposo de que algo estaba pasando.

-Señor Kaiba, necesitamos que confirme si se manda el proyecto a revisión para comenzar la comercialización.

La voz del empresario se escuchó por la sala en un intento de llamar la atención de Seto Kaiba, que se distrajo con los sonidos guturales de su mujer al intentar vomitar.

Debido al cáncer que consumía su cuerpo, Kaiba se vio en la necesidad de dejar de trabajar en KC de forma presencial para evitar tener recaídas en horario laboral. Además de que su tratamiento había comenzado hacía poco así que no deseaba ser visto en la empresa cuando comenzaran las caídas de cabello y debilidad que provocaba la quimio.

Kaiba dirigió su mirada a la pantalla por donde transmitía su reunión con sus empleados, pero su voz y sus ojos delataban que no estaba prestando atención a la conversación con sus hombres.

-El proyecto necesita una revisión más profunda. Asegúrense de que podemos financiar lo que se pide, también analicen las posibles pérdidas y ganancias si lanzamos el producto al mercado. Eso es todo por hoy, señores.

Sentenció Kaiba con cierta urgencia en la voz, cerrando la sesión online sin esperar a que sus empleados respondieran a las palabras de Kaiba.

Desde que había regresado al país donde creció había descuidado el trabajo mucho más de lo que él mismo hubiera creído. Pero la idea de morir le hacía querer valorar los momentos que tenía junto a Tea así que estaba más unido a ella de lo que siempre había sido.

Caminó al baño con pasos lentos, pero firmes, logrando vislumbrar a Tea irguiéndose, alejando su cuerpo de la taza, se recargó en el lavabo y miró su rostro en el espejo.

Estaba tan absorta en sus pensamientos sobre sus nauseas extrañas que no notó la presencia de su esposo hasta que él se acercó recargándose en el marco de la puerta.

-Me asustaste, Seto-dijo sobresaltada.

-Tú me asustas a mí-afirmó Kaiba con firmeza.

-¿Por qué te asusto?-preguntó Tea frunciendo el ceño.

-Estás actuando extraña los últimos días.

Tea sonrió divertida, aprovechando cualquier oportunidad para bromear con su marido.

-¿Te parece extraño que se me revuelva el estómago después de comer comida rápida porque cierto hombre no quiere que cocine?

A pesar de que hablaba en broma, había una cierta verdad en sus palabras.

-No quiero que te la pases todo el tiempo atendiéndome. Puedo cuidarme por mi cuenta-aseveró Kaiba con firmeza.

Gracias a que Tea lo conocía muy bien lograba entender los pensamientos de ese hombre tan poco comprendido por la sociedad; él no quería causarle molestias por su enfermedad a pesar de que ella había elegido por voluntad quedarse a su lado.

-Seto, yo quiero atenderte y consentirse. En especial ahora que comenzaron las quimios lo que más deseo es que te sientas cómodo.

-Me siento más cómodo si me dejas cuidarme solo.

Kaiba se giró para retirarse, pero justo en el momento en que se dio la vuelta sintió un retortijón en el estómago que lo hizo llevarse la mano al estómago, sus piernas se tambalearon haciendo que se doblara para caer de rodillas en el suelo.

-¡SETO!

Los gritos de Tea sonaron en los oídos de Kaiba como la bala que se introdujo en su espalda cuando era un niño. Sintió casi el mismo dolor de aquel momento en que murió su hermano menor Mokuba frente a él; era como si algo en su interior se quebrara por completo.

Tea se agachó, con notable angustia, en un intento por apoyar a su hombre. Recargó su mano amorosamente en la espalda de él, mientras con la otra lo tomaba del hombro con la intención de sostenerlo si se tambaleaba.

-Seto, amor. No te sobre esfuerces.

Kaiba permaneció callado, sintiendo como si le hubieran dado un balazo; conocía esa sensación a la perfección. Los recuerdos de aquel día trágico se agolparon en su mente como en los viejos tiempos en que estaba soltero y se consolaba con la compañía de Ishizu.

-Seto, ya trabajaste por hoy. Vamos a la recámara a que descanses.

Ante las palabras de su esposa, Kaiba permitió que ella lo agarrara del brazo, sosteniendo su cuerpo con delicadeza para ayudarlo a erguirse. Una vez se puso en pie, Tea notó la mirada apagada y severa de Kaiba, una mirada fría que delataba lo molesto que estaba.

-¿Pasa algo, Seto?

-No quería esto…

Tea lo miró asombrada, sin comprender bien lo que Kaiba le quería decir. Él bajó la cabeza, volteándola ligeramente para evitar la mirada de ella, sin embargo no pudo ocultar cuando las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos bañando su rostro.

-No quería que me vieras de esta forma.

Su voz sonaba dolida, quebrada, a pesar de que ambos sabían las cosas oscuras de ambos, para Tea resultó una sorpresa que Kaiba llorara con tanto dolor contenido.

-No quería que vieras como me consumo poco a poco.

Kaiba agachó aún más la cabeza, tapándose los ojos con su mano ligeramente más delgada de lo que siempre había sido.

Tea sintió tristeza profunda al ver el sufrimiento de su pareja, así que extendió su mano tocando la cara de Kaiba y obligándolo a mirarla. Había mucha suavidad en sus movimientos para no lastimarlo.

-Si te casaste conmigo es porque pensabas en mí para pasar tu vida entera, eso incluye los momentos malos. Por eso dicen en salud y enfermedad.

Los ojos humedecidos de Kaiba mostraron una expresión dulce, tocó la mano de Tea y sonrió de medio lado.

-No desprecies mi ayuda, Seto. Sólo quiero estar contigo siempre y apoyarte.

Kaiba apretó los labios, conmovido por el consuelo de Tea; sin agregar más, giró hacia ella y la tomó entre sus brazos con profundo amor y agradecimiento. Tea sintió las lágrimas de Kaiba cayendo sobre su hombro humedeciéndolo. Aquello movió los sentimientos de Tea haciendo que ella también comenzara a llorar.

-No sé qué haría si no te tuviera a mi lado-habló Kaiba quedamente, apretando a Tea con sus fuerzas inestables debido al cansancio.

-Igual yo contigo.

Tea también le correspondió apretándolo contra su cuerpo. Las ultimas semanas habían sido agotadoras para ambos, adaptándose nuevamente al país donde vivían, enfrentándose a las quimios de Kaiba, pero al menos estaban juntos amándose y cuidándose.

.

.

Tea miraba el techo fijamente. Tumbada en su cama, meditando sobre los acontecimientos recientes mientras descansaba. A su lado estaba Kaiba plácidamente dormido después del dolor estomacal que había pasado.

Ver sufrir a Seto la acongojaba en gran manera. Era su esposo después de todo. Jamás pensó que tan pronto lo vería pasar por una de las enfermedades más terribles que alguien puede padecer.

Por su mente pasó su otro amor, dejado atrás en su país natal. Yami Yugi continuaba en sus pensamientos de vez en cuando; preguntándose cómo estaba él en esos momentos. Cuando abordó el jet privado supo en su corazón que no lo volvería a ver nunca más. De allí su tristeza cuando partió de Japón.

A pesar de todo, no se arrepentía. Seto Kaiba era su esposo y lo amaba a pesar de todas las cosas que ahora recordaba sobre su niñez. No obstante, Anzu siempre pensaba en Yami sintiendo interés en saber donde y cómo estaba su amado, su segundo amor verdadero.

También reflexionó sobre el tratamiento de Kaiba. Aunque a penas llevaba una quimio, lo notaba más cansado que antes, aunque al menos tenía la fuerza suficiente para continuar laborando virtualmente y hacer cosas por sí mismo. Era muy poco lo que Tea hacía por él realmente.

Aquello la ponía triste ya que deseaba atenderlo más, prepararle la comida, lavarle la ropa, todo con la intención de que él no se esforzara mucho. Sin embargo, Kaiba no la dejaba hacer mucho, incluso permitía que Martha e Ishizu hicieran más cosas por él que las que permitía con ella.

En la última semana, Martha iba a la casa a visitarlos de vez en cuando, trayéndoles comida hecha por ella o llevándoles alguna despensa; lo hacía por apoyar a Tea ya que Kaiba tenía el suficiente dinero para mandar a sus empleados.

Igualmente, Ishizu estaba en constante comunicación con ambos, ella mandó un chofer personal a que llevara a Kaiba al hospital donde se realizó la quimio.

Todos sabían que Kaiba tenía la capacidad de atenderse en esos aspectos, pero se dejaba consentir ya que sabía que esa era la forma en que Ishizu y Martha demostraban su apoyo tanto a Tea como a Kaiba.

De allí que Tea se sintiera un poco excluida por su propio esposo, aunque entendía que lo hacía para no molestarla.

Pronto su mente la llevó a recordar que en los últimos días se sentía extraña, sentía nauseas y la comida, en especial la comprada, le daba asco. También había notado que iba al baño más seguido de lo habitual.

La sangre se congeló en sus venas cuando analizó los síntomas que presentaba. Abrió los ojos enormemente, con un temor reflejado en su cutis. No recordaba cuales habían sido sus días fértiles exactos, pero estaba segura que fueron en la semana que estuvo con Yami. Y también, por esos días, estuvo con…

Su cara se tornó pálida, horrorizada. No, no podía ser eso, estaba segura.

Se levantó con cuidado para no despertar a Kaiba. Aún era de día, pero estando la mayor parte del tiempo en casa, las horas no contaban ya para ella.

Sacó su celular una vez salió de su recámara y marcó el teléfono de Martha con la mano temblorosa.

-Hola Martha-respondió una vez escuchó la voz de su madre.

Debido a que Tea no cerró la puerta de la habitación, quedando de espaldas al cuarto, no se percató de que Kaiba entreabrió los ojos despertando al sentir, inconscientemente, que su mujer no estaba a su lado.

Kaiba parpadeo varias veces, pero cuando quiso estirarse para erguir su cuerpo sobre la cama, sus oídos captaron la voz preocupada de su mujer.

-No, no te preocupes. Todo está bien.

Silencio momentáneo.

-Seto está dormido. Tuvo un dolor, pero está descansando y eso me tranquiliza.

Por la forma tan familiar en que hablaba intuyó que se trataba de Martha. Conociéndola tan bien como la conocía, era Tea la que había buscado a la señora.

-Martha, hay algo que necesito pedirte.

Kaiba se puso en alerta, aún acostado en la cama. ¿Por qué Tea parecía preocupada? ¿Por qué no le quería decir a él? Debía ser algo que la inquietaba mucho.

-Necesito que me acompañes con el doctor.

Ahora la angustia pasó a ser de Kaiba que abrió sus ojos azules con un terror, poco usual en él, dibujado en su rostro.

-No, no te angusties-dijo Tea a Martha desde el otro lado del teléfono-. Es que no me siento muy bien últimamente.

Kaiba ya había notado algo raro en Tea, sabía que no era normal. Quiso levantarse para interrumpir la conversación, pero se detuvo con lo siguiente que oyó.

-Martha…-Tea tragó saliva, aterrada ante lo que iba a decir-…creo que estoy embarazada.

.

.

El olor de la comida preparada en el hogar se filtraba en la recámara. Kaiba podía sentir como ese agradable olor despertaba sus cinco sentidos tan vivamente que recordó los viejos tiempos en que Tea trabajaba en su casa como criada con tal de evitar que él destruyera el orfanato donde creció.

Estiró el cuerpo mientras pensaba en aquellos tiempos contemplando el techo de su cuarto. Jamás pensó que esa mujer de la que se enamoró resultó ser la niña que molestaba en el internado donde lo metió su padre adoptivo. Tal vez no se hubiera fijado en ella si la hubiera recordado en aquel momento.

Ahora que lo pensaba cuando conoció a Tea le parecía una persona desagradable por defender un orfanato con niños huérfanos. De la misma forma que la odiaba cuando eran niños.

Sonrió con un toque de diversión; tanto de niña como de adulta odiaba a Tea recién la conoció. Tal vez si hubiera tenido la mente más abierta de niño podrían haber sido amigos desde el internado.

Al pensar en el internado inevitablemente vino a sus memorias Yami Yugi, su eterno rival. Quizá pudo haber sido amigo de él en aquellas épocas, Yugi siempre se mostró alegre con él.

Entonces su mente le trajo ideas sobre la situación actual de Tea. Si bien Kaiba no quiso involucrarse en el tema, tanto por evitar lastimar los sentimientos de Tea como para herirse a sí mismo, Kaiba siempre supo que Tea se había acostado con Yami durante los días que se fue de la casa.

Era bastante lógico que si se había ido con Yami durante dos días y noches enteras habrían tenido algún tipo de intimidad sexual. Especialmente tomando en cuenta que ambos se habían amado desde la infancia y estuvieron años sin saber uno del otro.

Por lo tanto, existía la posibilidad de que Tea estuviera embarazada de Yami. Kaiba sintió un vuelco en el pecho al imaginar eso.

Un nudo se formó en su garganta, pero las lágrimas no fluyeron de sus ojos azules. Hacía mucho tiempo que no sentía deseos de llorar como ese día, primero al ver como su esposa lo miraba enfermo y luego al comprender que podría criar pronto al hijo de su rival como suyo.

Había notado que Tea estaba más sensible que antes, con ascos a la comida y nauseas, alertándolo de que, posiblemente, Tea estuviera esperando un hijo.

Por las fechas en que Tea estuvo con Yami también se reconcilió con él y regresaron juntos. Hizo un esfuerzo por recordar si cuando volvió a hacer el amor con Tea usó protección.

Tras algunos minutos de rememorar recordó que no se puso condón en esa ocasión. De hecho, hizo el amor tres veces con Tea en esa ocasión.

La mayoría de las veces usaba protección ya que no quería que Tea tomara pastillas debido a los problemas hormonales que traía su uso como consecuencia, no obstante también utilizaban el ritmo cuando deseaban tener una relación sexual sin ningún látex que impidiera la entrada del flujo blanquecino en el cuerpo de Tea.

Así se habían mantenido durante sus pocos años de casados, pero durante los sucesos de las semanas anteriores ninguno pensó en cuidarse, sólo se llevaban por la pasión del momento tras la posibilidad de que podrían haberse separado para siempre.

En su corazón algo le decía que Tea también se había dejado llevar por la pasión con Yami, o al menos dudaba mucho que Tea hubiera cuidado el ritmo al momento de estar con su primer amor por primera vez en su vida.

Sintió un ligero dolor de cabeza y se llevó la mano a la frente. Suspiró con cansancio mental por tanto pensar en lo que se avecinaba sobre ellos.

Se sentó en un lado de la cama y cubriendo su rostro con sus manos, apoyando los codos en sus piernas. Respiró profundamente intentado calmarse.

Tal vez por eso Tea estaba asustada; lo más seguro es que no supiera quien era el padre. Además, debía tomar en cuenta que un embarazo sería complicado dadas las condiciones en que estaban ambos. Cuidar de un hombre enfermo y un bebé no era fácil.

Kaiba también lo analizaba todo, ahora recargando su barbilla en sus manos cruzadas. Tea y él casi no tocaban el tema de tener hijos a pesar de que ambos lo deseaban, ya que Kaiba quería desarrollar más su empresa antes de tener un bebé.

Si Tea estaba embarazada resultaría que su amada tendría que cuidarse a ella misma y a la vez cuidarlo a él.

Los puños de Kaiba se apretaron al comprender que estaba volviéndose un estorbo para la persona que más amaba en el mundo. Volvió a tomar su cabeza entre sus manos sintiendo deseos de llorar pero, por algún razón, el llanto parecía atorado en su cuerpo.

No tardó en reflexionar que llorando no solucionaba nada. Su enfermedad y el posible embarazo de Tea eran algo que parecían cercanos a su vida.

Se levantó por fin de la cama y se dirigió a la cocina. Alcanzó a vislumbrar a Tea moviéndose de un lado a otro en la cocina usando un delantal blanco con flores. Haciendo movimientos entre el horno y el fregadero, Tea estaba tan encismada que no sintió la presencia de su esposo recargándose en el marco de la puerta.

La veía hermosa aún de espaldas a él. Desde que se enamoró era el hombre más feliz del mundo; la oscuridad que había estado en su vida tras su adopción a Gozaburo y la muerte de su hermano Mokuba parecían haberse disipado gracias a Tea.

Volvió a recordarla de niña traviesa cuando peleaban cada vez que se veían.

-"El que me hayan traído aquí no significa que me parezca a ustedes. Se nota la diferencia desde las clases sociales".

-"Si vas a andar distraída mejor no camines, mocosa."

Sonrió ante el recuerdo, pero sobre todo a la ternura que experimentó al revivir sus peleas con ella en el internado.

-"Te quedaste conmigo a pesar de todo".

La vio recargar sus manos en el mueble de la cocina mientras esperaba el tiempo del horno.

Otro recuerdo pasó: cuando ella lo golpeó a él y Kaiba, en su defensa, le devolvió el puñetazo a Anzu.

-"No creí llegar a amarte tanto"-dijo Kaiba en su mente.

Tea sacó del horno una bandeja que contenía lasaña, dejándola en el mueble de la cocina al lado de la estufa.

Al momento de girarse reconoció a su pareja.

-¡Seto! ¡Ya despertaste!

-Me despertó el olor a lasaña-respondió Kaiba dedicándole una sonrisa dulce.

-Hace mucho que no la preparaba. Pedí los ingredientes a domicilio para no salir de casa-comentó Tea sonriendo con satisfacción.

Para ella cocinar era uno de sus placeres ya que le traía recuerdos de cuando estaba en el orfanato con los niños que esperaban ser adoptados.

-Ya extrañaba una lasaña hecha por ti.

Tea se sorprendió de la dulzura de Kaiba; aunque lo conocía de tiempo, no era algo cotidiano que mostrara su lado dulce.

-Otro día preparo otra, amor-respondió agradecida Tea.

Caminó al fregadero para acomodar los trastes sucios que había utilizado en la preparación de la salsa y la carne que ocupó para su guisado y mientras se disponía a organizar los utensilios para lavarlos sintió como unos brazos la estrechaban fuertemente por detrás.

Sintió como Kaiba recargaba su rostro en el hombro de ella sin soltar su agarre. Tea sonrió con ternura, lanzando un suspiro de mujer enamorada.

-Seto…

-Gracias por quedarte a mi lado.

Las palabras del CEO sorprendieron a Tea, que colocó sus manos, con los dedos sucios de comida, en las manos de Kaiba que la agarraban amorosamente.

-Soy feliz estando contigo, Seto.

Kaiba apretó un poco su abrazo, levantó una mano y le tocó uno de sus senos suavemente en señal de confianza y amor.

-No sé qué haría si no estuvieras conmigo.

Tea levantó una mano hacia la de él, tomando la mano del CEO que apretujaba su seno con cariño, y con el mismo amor entrelazó sus dedos con los de él.

-Estamos juntos, Seto.

Tea le habló con la misma ternura, quedándose abrazada a su marido de esa forma. Su mente la traía loca al pensar que pudiera estar embrazada sin saber quien era el padre de su hijo.

Había acordado con Martha ir a revisión médica mañana mismo para quitarse de las dudas. El miedo gobernaba su corazón ante la idea de tener un hijo en aquellos momentos, pero sobre todo, que en su vientre llevara un hijo de Yami Yugi.

La mente de Kaiba también era un torbellino pero, a diferencia de Tea, su alma se calmó mucho más al estar en contacto con su esposa.

Porque no sólo comprendió que Tea lo eligió sobre su primer amor a pesar de que él fue cruel con ella, sino que pudo entender que Tea necesitaba sentirse apoyada.

Estaba convencido de que Tea lo amaba y él, Seto Kaiba, la amaba mucho más de lo que ella misma creía o sentía.

Cerró sus ojos, aún recargado en el hombro de su mujer. No importaba quien era el padre del hijo de Tea, lo que era importante es que Tea iba a tener un bebé.

Sólo importaba que su esposa y su hijo estuvieran sanos.

Porque cualquier bebé engendrado por Tea también es hijo de Seto Kaiba.

CONTINUARÁ...

Estos ovas transcurren entre los capítulos 66 y 67 del fanfic. Como verán se narran los acontecimientos entre Kaiba y Tea después de su reconciliación. Necesitaba seguir escribiendo de este ship para esta historia ya que si bien este ship me gustó hace tiempo al estar en el mundo del shippeo, me terminé de enamorar de ellos cuando escribí esta historia. Espero les guste el primer extra, amores ;)