Disclaimer: los personajes le pertenecen al mangaka Kazuki Takahashi. Sólo los uso para escribir mis ideas.

Canción reproducida: "All By Myself" de Celine Dion, el tema musical de Kaiba para mis fics.

OVA 2 (Azureshipping)

-Mañana iré con Martha a hacer unas pequeñas compras.

Kaiba sabía que Tea estaba mintiendo, más prefirió quedarse callado para no herir a su mujer al confrontarla con el hecho de que había escuchado la conversación y que él también pensaba en la posibilidad de un embarazo.

Levantó la mirada hacia ella observándola comer la lasaña que ella misma había preparado. No podía evitar sentirse enamorado al verla; por alguna razón la veía más hermosa que en los años anteriores cuando la conoció.

Podía ser que se debiera a que Kaiba estaba más sensible ante la idea de que quería pasar el mayor tiempo posible con su esposa o…quizá ella se veía más bella por…

-Podemos pedir cualquier compra a domicilio para que no salgas-dijo Kaiba disimulando.

La conocía lo suficiente como para saber que ella buscaría una excusa para salir con tal de estar a solas con Martha.

-Quiero tomar un poco de aire fresco y platicar con Martha sobre el tiempo que no estuve aquí con ella y los demás-respondió Tea con dulzura.

En un intento porque el tema no se tocara más, Tea continúo comiendo su lasaña animadamente, pero la mirada fija de Kaiba permaneció puesta en ella con atención mientras algo pasaba por su mente que, supuso, debió de haber hablado con Tea ese asunto en cuanto supo su identidad original.

-Tea…¿no has pensado en contactar a tu familia?

Aquello petrificó a Tea cuando estaba a punto de llevarse el bocado a la boca, dejando el tenedor con lasaña suspendido en el aire con la mano detenida. Giró lentamente la cabeza para mirar a su marido directamente.

-¿Por qué preguntas eso?

Había desconcierto, miedo y un poco de nerviosismo en la voz de Tea; como si fuera un tema prohibido al que la estuvieran obligando a hablar.

-Imagino que tienes una familia que te dejó en el internado. Lo más probable es que piensen que estas muerta-dijo Kaiba con notable interés y curiosidad mientras cortaba en pedazos su lasaña.

Tea bajó la cabeza mirando su plato con tristeza.

-Creo que es mejor que piensen que morí en la guerra.

Kaiba la miró detenidamente mientras probaba un bocado de su comida. Notó el semblante triste de su esposa y se sintió mal por haber tocado el tema.

-No tiene caso que busque a las personas que conocen a Anzu. Fue demasiado poco lo que viví con ese nombre como para intentar revivir el pasado.

Tea intuía que sus padres la habían dejado en el internado por alguna causa, que podía ser desde problemas económicos o simplemente no interesarles su propia hija lo suficiente. En el orfanato había visto niños abandonados por padres que nunca los amaron, así que podía suponer que era lo mismo con sus papás. Además, consideraba que se habían rendido fácilmente en su búsqueda, así que no quería verlos ni hablar con ellos.

-Si te soy sincera, casi ni los recuerdo. Tengo más presente todo lo que pasó en el internado que alguna experiencia bella con ellos.

-Perdón Tea-dijo Kaiba siendo él ahora el que bajaba la cabeza-. No debí preguntarte.

Tea lo miró, ahora él reflejaba tristeza en su rostro, y como demostración de amor le tomó la mano cariñosamente.

-No te preocupes. Me da gusto que te interesen mis asuntos.

Kaiba levantó la mirada topándose con los bellos ojos azules de Tea que brillaban junto a la sonrisa amorosa que su cara mostraba.

-Claro que me interesa lo tuyo.

Y Kaiba también colocó su mano sobre la de ella en señal de que la apoyaba en todo lo que Tea necesitara.

-Mañana voy a prepararte otro platillo rico, amor.

-Me daría mucho gusto.

Ambos se dedicaron unas miradas llenas de amor sin soltar su agarre mutuamente. La expresión de Tea era dulce, mientras que la de Kaiba era afable y afectuosa. Sus manos una junto a la otra en un agarre suave, pero firme y seguro.

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Se colocó su ropa de dormir y se dejó caer en la cama con un suspiro de cansancio llenando la habitación.

-¿Te sientes cansado, Seto?

La voz de Tea sonó preocupada, viendo a su esposo en el reflejo del espejo de su tocador mientras ella cepillaba con suavidad su cabello castaño.

-Siento cansado el cuerpo como si hubiera corrido mucho-respondió Kaiba con voz agotada.

Tea sintió como si le dieran un puñetazo en el pecho, dolida de ver a su esposo en mal estado, pero aún conservaba la esperanza de que Seto se recuperara y pronto volvieran a su vida normal.

-Oye Seto, estaba pensando en que hoy viéramos una película juntos.

Kaiba abrió los ojos, lanzándole una mirada cansada.

-Hace tiempo que no vemos películas, así que me gustaría que nos divirtamos un rato aprovechando que estaremos en casa la mayor parte del tiempo.

Desde su lugar, tumbado en la cama, Kaiba esbozó una sonrisa irradiando felicidad.

-Claro que sí, Tea.

Ella le devolvió el gesto y sus mejillas se pusieron rojas cual adolescente mirando al chico que le gusta, bajó la cabeza con una mirada tímida.

-Ay, pero no escojas algo de romance, por favor-comentó Kaiba cubriéndose la cara con la mano, hablando en un tono de reproche cansado.

Tea se giró sobre el banco donde estaba sentada mirándolo furibunda y achicando los ojos.

-La última vez vimos una de acción porque tu querías algo así.

-Es que tus películas románticas son aburridas-comentó Kaiba asomando un ojo entre los dedos de su mano que cubría su cara.

Tea se levantó del banquito frente al tocador, con una mirada echando chispas por los ojos, se acercó a la cama del lado de su marido y se abalanzó sobre él con cuidado para no lastimarlo. Lo tumbó totalmente dejándolo en medio de la cama y ella se colocó encima de él, quedando sentada sobre la cadera de Kaiba, con una pierna a cada lado de él.

-¿Cómo te atreves a decir que mis películas son aburridas?-preguntó con enojo fingido.

-Sólo las románticas, las de suspenso que ves sí me gustan-afirmó Kaiba con una sonrisa burlona.

-Eres aburrido-dijo Tea molesta.

-Nunca te aburres conmigo-expresó Kaiba divertido.

Tea le sacó la lengua en respuesta provocando la carcajada de Kaiba. Ante la actitud infantil de su esposa, Kaiba volvió a recordar a la niña de cabellos castaños y ojos azules que molestaba en el internado, viéndola enojada siempre con él y discutiendo.

Ante el recuerdo, levantó la mano en automático y acarició el rostro de su mujer con ternura. Aquella caricia hizo que Tea se diera cuenta de que Kaiba estaba pensando en algo mientras la veía.

-¿Pasa algo?

-Desde niña eras muy bonita.

Tea se puso roja ante el comentario; le causaba sorpresa que Kaiba tuviera tan presente aquellos días en el internado ahora que sabía quién era ella. Pensó que trataría de mantener en el olvido esos tiempos de peleas y enemistad entre ambos.

-Me recuerdas muy bien ahora.

Tea habló de forma neutral, Kaiba le sonrió contento.

-Me acuerdo de cada cosa que pasó allí contigo y conmigo.

Dejó de acariciarla con la mano y masajeó su mejilla con los dedos, igual de amoroso como siempre.

Las caricias de Kaiba hicieron que Tea se sintiera cómoda, segura, protegida, pero sobre todo, amada. Ella también lo recordaba todo, amaba a Kaiba como nunca creyó en aquel entonces amarlo.

Si alguien le hubiera dicho en ese tiempo que se casaría con Kaiba pensaría que se trataba de una broma y se caería al suelo por las carcajadas sonoras que saldrían de su boca. En esa época hubiera pensado que, si se casaba con alguien, sería con Yugi.

Yugi…su querido Yami Yugi…

Sacudió ligeramente la cabeza para despejar su mente del tricolor y fijó su mirada en los ojos de su marido. Por unos momentos quedó perdida en el azul de su mirada severa, notando que sus ojos delataban una mezcla de emociones: amor, ternura, comprensión, pero también miedo, cansancio, molestia y, algo que la aterraba, muerte.

-Seto…

El nombre de su amado salió de sus labios cual si suplicara algo, eso hizo que Kaiba arqueara una ceja, extrañado ante esa reacción de su mujer.

-Hazme el amor.

Kaiba quedó boquiabierto ante la petición; fue algo inesperado para él en ese instante de intimidad en la que se sentía afectado tanto por su enfermedad como por la quimio.

-Tea…¿quieres que yo…?

Pero no alcanzó a terminar la frase, porque Tea se agachó hasta tener su rostro junto al de su pareja dándole un beso en los labios con amor profundo y verdadero.

-Quiero tenerte dentro de mí, Seto.

Besó la mejilla de Kaiba con la misma dulzura con que había besado sus labios, pasando después a su nariz y luego a su frente. Kaiba cerró los ojos para aumentar el placer del contacto con Tea, sintiéndose dichoso de tenerla junto a él.

-Tea…

-Seto…

Kaiba tocó el trasero de Tea indicándole que deseaba estar con ella. En automático, Tea se apoyó en sus rodillas para levantar su cadera un poco y lograr que Kaiba se bajara el short para dormir que tenía puesto, dejando destapado su genital.

Kaiba la miró fijamente y sonrió con picardía.

-No traes calzones.

-Sabes que no duermo con ropa interior desde que me casé-respondió con la misma picardía.

Algo que ambos disfrutaban mucho era hacer bromas y comentarios entre ellos; era un hábito que tenían como pareja. Quizá eso había fortalecido mucho su relación.

Tea metió su mano en la entre pierna de Kaiba buscando su miembro para tocarlo y acariciarlo. Una vez lo localizó lo masajeó suavemente provocando algunos gemidos de placer en Kaiba.

Cuando sintió duro el genital, se acomodó sobre él para introducirlo dentro de su vagina y, con las manos apoyadas en la cama y la vista puesta en los ojos de su marido, comenzó a moverse arriba y abajo dando saltitos ligeros para sentir los movimientos de entrada y salida del órgano de su pareja.

Comenzó a gemir de placer puesto que siempre disfrutaba mucho de esa postura en la que la mujer toma el control del acto sexual. Y en esos momentos le gustaba más porque no sobre esforzaba a su esposo y ella podía medir la fuerza de sus embestidas para no dañar a su bebé; porque estaba casi segura que estaba embarazada.

Kaiba pasaba sus manos del trasero de Tea a sus senos, acariciando cada parte del cuerpo de su esposa que se retorcía de placer mientras se movía de arriba abajo y a los lados con movimientos suaves y lentos para después pasar a los más rápidos y apasionados.

Conforme avanzaba la relación sexual, Kaiba fue comprendiendo cada vez más que Tea era la luz de su alma. Toda su vida fue sumergida en una oscuridad cuando su hermano murió, a tal punto que ni la propia Ishizu había podido ayudarlo en su totalidad a calmar sus pesadillas, a pesar de que ambos compartieron sus cuerpos muchas veces.

Por alguna razón pensaba en Ishizu, su antigua amante y la única mujer con la que se había sentido cómodo para hablar de sus pesadillas y experiencias hasta que llegó Tea. Sin embargo, nunca logró sentir amor por Ishizu, al menos no un amor de pareja con el que deseara pasar el resto de sus días con ella.

Sabía que ella tampoco lo amaba; sólo lo apreciaba como amigo y confidente. Por eso Ishizu se casó con Pegasus tan pronto se enamoró, mientras que él encontró también a su verdadero amor.

Nunca creyó que existiera el destino, pero parecía como si una fuerza mágica lo hubiera unido a la niña del internado que tanto odiaba para convertir ese odio en un amor profundo y sincero.

Porque, ahora que meditaba todo, era como si el destino lo hubiera unido a Tea desde la infancia para reencontrarse siendo adultos, odiarse nuevamente y después amarse.

Meditando todo esto, supo que estaba con la persona correcta. Y, gracias a esa reflexión, puso sentir como una oleada de placer lo envolvía cuando llegó al punto en que de su cuerpo fue expulsado el líquido blanco con el que, muy probablemente, había dejado su semilla en su esposa semanas atrás. Casi al mismo tiempo pudo sentir como su genital era apretado y humedecido por la cavidad de su mujer que, una vez se dejó envolver por la oleada de placer, se dejó caer poco a poco sobre su marido apoyándose en Kaiba, con su cabeza descansando en el hombro de Seto y su cuerpo encima del de su esposo, pecho con pecho.

Kaiba pasó su mano por el cabello castaño de ella dándole caricias, luego la abrazó envolviéndola con sus brazos grandes para retenerla junto a él.

-Me encanta hacer el amor contigo-comentó Tea entre respiraciones entrecortadas.

-Igual yo. Disfruto mucho tenerte conmigo.

-¿Vemos la película?-preguntó Tea sonriendo divertida, con la cabeza apoyada en el hombro del marido.

-Sí, pero no de romance.

-Eres romántico y no te gusta el romance-dijo Tea con ironía.

-Sólo contigo soy así.

Tea levantó un poco su rostro para observar mejor a su pareja.

-Eres hermoso, Seto.

-¿Hasta ahora te das cuenta?-preguntó Kaiba con orgullo burlón.

Ella no respondió, sólo río sonoramente, dejó caer su cuerpo al lado de su marido, sin dejar de abrazarlo y recargó su cabeza en el pecho del CEO.

-Amo ser tu esposa, Seto.

Él esbozó una sonrisa, acariciando el cabello de ella nuevamente y la apretó contra sí.

-Te amo.

Aquello sorprendió a Tea como la primera vez que lo escuchó decirle esas palabras. Alzó la mirada a él.

-Casi no dices que me amas-comentó contenta.

-Quiero que lo sepas.

-Siempre lo he sabido, pero me gusta oírlo de tus labios.

-Te lo digo con acciones-comentó Seto con naturalidad como si fuera algo normal en el amor expresarse como él.

-Sí, pero es bonito escucharlo. Me encantó la primera vez que lo dijiste cuando nos casamos.

-Mujeres-comentó Kaiba con desdén fingido.

-Hombres-respondió Tea con el mismo tono.

Ambos se rieron con los comentarios entre ellos para después quedarse en silencio abrazados, sabiendo que estar juntos era lo mejor que podía pasarles en esos momentos.

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Kaiba aprovechó la mañana para darse una ducha caliente mientras esperaba el regreso de Tea y se alistaba para iniciar una sesión online con sus empresarios para continuar su labor como CEO de KC.

Giró la perilla permitiendo que el agua caliente cayera sobre su cuerpo, dándole una sensación refrescante y placentera. Se quedó parado unos momentos sin hacer ningún movimiento para sentir como el agua caía sobre él, con los ojos cerrados para concentrar su mente en reflexionar qué pasaría cuando Tea regresara a casa.

Estaba seguro, sin ninguna cosa que lo hiciera dudar, de que Tea estaba embarazada, así que debía ser cuidadoso para no alterarla en la medida de lo posible. Tendría que tratar el asunto con mucha delicadeza sobre el futuro de ambos durante su enfermedad y el bebé que venía en camino.

Cuando reaccionó sobre donde estaba, cerró la perilla del agua para agarrar la botella de shampoo, exprimir un poco sobre su mano y frotarse la cabeza con un masaje suave. Extendió su mano nuevamente hacia la llave para volver a liberar el líquido vital, pero su vista le indicó sobre algo color castaño con espuma que se quedó atrapado entre sus dedos. Observó detenidamente reconociendo los mechones de su cabello mezclados con la espuma formada por el shampoo, sabiendo que se trataba de los efectos producidos por la quimio.

Un sentimiento de enojo consigo mismo lo invadió; pronto quedaría completamente calvo. En la noche anterior notó cabello suyo sobre la cama, en especial después de hacer el amor con su esposa.

Apretó su mano con pelos cerrándola en un puño que tembló debido a la presión ejercida combinada con la furia que crecía en el interior de Kaiba.

La sola idea de pensar que su cuerpo pronto lo volvería dependiente de alguien más lo hacía enfurecerse. Siempre detestó la debilidad, más cuando él fuera la persona débil. Sabía que en cualquier momento sería una carga incluso para su esposa que, en algún momento, debería cuidarlo a él y al bebé que tendrían pronto.

Jamás imaginó convertirse en alguien que tuviera que depender de medicamentos y quimios para intentar salvar su vida; la vida que comenzaba a construir por Tea.

Pensando bien las cosas, si Tea no estuviera en su vida quizá se dejaría morir simplemente; así volvería a estar al lado de su hermano Mokuba y no sufriría la soledad. Pero por Tea quería seguir viviendo y, si no era una falsa alarma, por el bebé que nacería.

Aún existiendo la posibilidad de que el bebé fuera hijo de Yami Yugi, deseaba con todo su corazón ver nacer a ese niño y criarlo. Ya había asimilado la idea de que siendo hijo de Tea él también lo amaría como suyo propio.

¿Y si resultaba ser hijo de él?

El puño dejó de temblar poco a poco, su ira contra si mismo fue disminuyendo ante la presencia de esa idea descabellada, pero hermosa.

Tener un hijo con Tea era algo que lo ilusionaba en gran manera. Ser padre nunca fue como tal un sueño de su parte, al igual que casarse no estaba en sus planes originales, pero desde que se enamoró de Tea deseaba compartir con ella su vida entera y eso incluyó la planificación de tener hijos; aunque en aquel entonces lo veían como algo lejano.

Si el bebé resultaba ser suyo, al menos dejaría un hijo si llegaba a morir por el cáncer. Al menos, durante unos años, Tea no estaría sola completamente.

Lanzó un suspiro y abrió la regadera para limpiar los cabellos atrapados entre sus dedos y continuar con su baño caliente.

Ya tendría tiempo para pensar las cosas; primero debía esperar a saber la noticia del embarazo antes de hacer planes a futuro.

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Sus ojos azules se abrieron de par en par, su boca también se abrió haciendo que su mandíbula quedara colgando mientras en su rostro se dibujaba el terror.

-Entonces…voy a…

Las palabras no salían de su garganta, como si estuvieran atoradas en su aparato fonador. Martha le dirigió una mirada preocupada ya que nunca la había asustarse de esa manera.

-Así es, señora-respondió el médico con alegre-. Tiene aproximadamente tres semanas de embarazo.

Tea bajó la cabeza, aún boquiabierta con lo que acababa de escuchar con la mirada perdida y sintiéndose como si hubiera recibido un golpe en la cabeza; muy similar al que años atrás le quitó los recuerdos de su nombre e identidad originales.

Comenzó a sentir un mareo junto con una niebla cubriendo su visión de forma paulatina.

-Tea, ¿estás bien?

Oyó la voz de Martha que la llamaba con preocupación, pero no pudo responder porque su vista y audición comenzaron a tornarse borrosa y tapada. Su cuerpo se fue de lado y tuvo que ser agarrada por Martha que, tomándola del brazo, impidió que se golpeara al caer al suelo cuando la silla se tambaleó al momento en que su cuerpo se fue de lado.

-¡TEA!

El grito angustiado de Martha se oyó mientras el médico se levantaba de su asiento, inquieto por la reacción de la mujer.

-Señorita, necesita que la revise nuevamente. Recuéstese en la camilla de allá mientras le saco sangre para examinarla con más detalle.

-No, estoy bien. Fue la impresión-respondió Tea, pero su voz se escuchaba vacía como si no tuviera emociones.

Tea percibió a Martha y al doctor conversando sobre su estado de salud, pero estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no escuchó nada aunque estaban hablando a su lado. Era como si sus voces se hubieran convertido en ecos distantes imperceptibles a sus oídos.

Su mirada también se volvió vacía e inexpresiva mientras asimilaba la noticia.

¡Embarazada! ¡Tendría un hijo!

Pero…¿Quién era el padre? ¿Su esposo Seto Kaiba o su primer amor Yami Yugi?

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Su mirada estaba fija en los juegos del parque donde diversos niños se trepaban, columpiaban, corrían, saltaban y descendían por la resbaladilla, columpio, subibaja, entre otro tipo de juegos infantiles.

Ver a los niños la hacía pensar en su destino próximo; apenas llevaba tres semanas con su pequeño dentro de ella. Justo la última vez que estuvo con Yami y, en esa misma semana, por los mismos días, también se acostó con su marido. No había manera de saber, por ahora, quien era el padre de su hijo, y eso la inquietaba enormemente.

-Tea, ¿Por qué no quisiste que te revisara el médico? Puedes tener algún problema y perder a tu bebé.

-Tal vez sea lo mejor.

Esas palabras, tan frías como las que solía usar su marido, dejaron callada por el asombro a Martha.

-Tal vez si no tengo al niño todo estará mejor para mí y Seto.

-¿Pero qué clase de tonterías dices?-reclamó Martha enojada-Tú y Seto siempre quisieron tener un hijo, ¿Por qué ahora lo rechazas?

-Porque no sé quién es el padre.

Tea habló secamente, con una frialdad muy similar a la de Kaiba, dejando a Martha con la sorpresa dibujaba en su cara. Estupefacta a las palabras de su hija, Martha sólo la miraba sorprendida.

-Hay algo que no te he contado, Martha.

La voz de Tea volvió a sonar temerosa, alzó la cabeza y giró hacia su mamá con una expresión triste que buscaba consuelo en su único familiar, la única persona que podía llamar "madre".

-He recuperado todos mis recuerdos.

CONTINUARÁ...

Tatosensei: Me alegra que te haya gustado. Ojalá leas el resto de episodios ;)