Maleficent no me pertenece, es propiedad de Disney.


~In The Next Room.


1. Better When I Lie.

«There you go, messing with my mind, I am usually better when I lie.»

Él siempre había odiado la cerradura oxidada de aquel departamento. Esa cerradura probablemente más vieja que el edificio mismo, con una llave tan delgada que día tras día parecía estar a punto de ceder. Aquella cerradura a la que Diaval le tenía que meter la llave hasta el fondo, esperar a que graciosamente se trabara, sacarla y volverla a meter, para que después de unos cuantos giros finalmente le permitiera abrir.

Fue en uno de esos giros cuando Diaval la vio. De pie, en la puerta de al lado, vestida completamente de negro y dedicándole una mirada severa. El hombre detuvo su pelea con la cerradura y se quedó lo más quieto posible, observándola.

― ¡Hola! ―fue lo único que atinó Diaval a graznar después de algunos segundos.

― ¿Eres un ladrón? ―preguntó ella, alzando la barbilla.

Diaval se giró hacia ambos lados, como si no estuviera claro que la pregunta estaba dirigida a él y después, con un gesto dramático, se llevó la mano hacia el pecho.

¡¿Yo?! ¿Acaso parezco un ladrón?

La mujer frente a él se limitó a cruzar los brazos y a alzar una ceja.

―De acuerdo, sí parezco uno ―Diaval tuvo que ceder―. Pero el problema es esta puerta. Nunca ha funcionado bien.

Los ojos verdes de la mujer lo recorrieron de arriba a abajo y, tras parecer decidir creer en su inocencia, se giró para entrar a su apartamento.

―Deberías cambiar la cerradura ―ella dijo simplemente, para después cerrar la puerta tras de si.

Diaval se quedó congelado, con las preguntas atorándosele en la garganta. ¿Ella iba a ser su nueva vecina? ¿Cuál era su nombre? ¿Qué había pasado con el antiguo arrendatario?

Diaval intentó girar la manija, sin éxitos alguno. Iba a tener que comenzar el proceso de abrirla una vez más.

Y sin embargo aquel día, aquel glorioso día, le había agradecido a todos los cielos el tener aquella maldita cerradura.

Él no la estaba espiando. No.Mucho menos acechando. Diaval simplemente estaba haciendo un esfuerzo monumental por mostrarle su nueva cerradura.

Sí, esa cerradura que él no se habia molestado en cambiar durante el tiempo que había estado viviendo ahí. Sí, la misma cerradura por la que él había tenido que trabajar unas cuantas horas extras y renunciar a ciertos caprichos de vez en cuando.

Ahí se encontraba su nuevo tema de conversación, dorada, resplandeciente, con una llave que no se atascaba en ella más de dos veces antes de brindarle la entrada.

Él saldria, deteniéndose en su puerta por unos minutos innecesarios (ya no existia un motivo para permanecer ahí, peleando con la cerradura) y esperaría.

¿Esperaría el qué? Una puerta abriéndose quizás una sonrisa, alegre al verlo una vez más. O de manera más realista, una mirada de reconocimiento.

Cualquier cosa sería suficiente. Quizá simplemente el verla fruncir el ceño en su dirección.

Es por eso que cuando el momento llega, después de algunos días de espera, Diaval no puede disimular la confusión.

La puerta del departamento de al lado se abre y de la misma sale un hombre, sin apuro alguno, acomodando una mochila sobre su hombro y girándose para asegurar la puerta con llave. Tras unos minutos, se da cuenta de la presencia del hombre junto a él.

―Buen día ―saluda el vecino, ignorando completamente las cejas alzadas de Diaval.

―Buen día ―croa el pelinegro, siguiendo con la mirada al hombre que, despreocupado, se aleja por el pasillo y desaparece por el elevador.


N/A: Canción del capítulo y básicamente la inspiración de todo el fanfic: In The Next Room - Neon Trees