Capítulo 9 Revuelo

POV Arren - Dreadfort

294 AC

Era un hombre simple. Nunca llego a imaginar el gran cambio que tendría su vida. Como un posadero un tanto emprendedor y algo desleal, jamás imagino llegar a enfrentar situaciones tan apremiantes como la que vivía ahora.

Las paredes de la habitación rezumaban de bullicio. Muchos compañeros suyos susurraban, acordaban y conspiraban. No estaban en la pequeña corte de los Bolton, por su puesto. Si no, en una reunión totalmente ajena y tanto secreta.

Eran un grupo simpar de mercaderes. Muchos aún eran pequeños comerciantes, pocos tenían el afán de llamar la atención. Los que en el pasado intentaron llevar las riendas de esta agrupación ya no estaban entre ellos, lamentablemente.

- ¡Es indignante! ¡Debemos presentar nuestro caso en Winterfell!

- ¡Lord Stark no podrá hacer nada! ¡Solo incurriremos en la ira de Lord Bolton!

- ¡Esperas que nos quedemos de brazos cruzados!

- ¡Se lo buscaron! ¡Debemos respetar las leyes del Lord!

Se imaginó que "como él" muchos de ellos aun debatían internamente. La cuestión, después de todo, es que no había mucho tiempo. Lord Bolton quería rodar algunas cabezas. A fin de cuentas, el impuesto lo pagabas o perdías la vida.

- ¡Compañeros, aún sigo creyendo que presentar nuestro caso a Lord Stark es el camino correcto!

- ¡En Winterfell apenas si hay un gran comercio, no entenderán nuestra postura!

Moría de ganas de hablar. Pero tendría que esperar, cuando el tiempo sea el correcto. Además, tenía poco deseo de calumniar a Lord Bolton.

Por otro lado, muchos amigos y familiares habían sido encarcelados. Acusados de evasión de impuesto, cosa que era una verdad a medias. Puesto que de entre todos los presentes, al menos la mitad cometieron faltas similares y no estaban entre rejas. Ese hecho era una advertencia posiblemente.

El Lord de Dreadfort ya había decapitado a la figura más prominente del grupo enrejado. ¡Ay…! Comerciante Vorrik, se te extrañará. Estaba seguro que Lord Bolton aprovecho la situación para deshacerse del espía Manderly.

- ¿Arren no eres uno de los hombres de Domeric Bolton?

Entre el intercambio de palabras y las acusaciones expuestas se pronunció su nombre.

Un anciano se paró en el centro de los involucrados. Llevaba con él un aura de marinero, a pesar de su avanzada edad aun portaba espada y tenía como distintivo un parche en el ojo. Era Belys, el Bravoosi.

- Belys, solo soy un conocido del Heredero Bolton.

- ¿Un conocido? Que no tu hija trabajo para él.

Supongo que las palabras no bastarían para excusarse de la discusión.

- Si lo pones así…Respondió

- ¡Lord Domeric Bolton ya nos respaldó en el pasado!

- ¿Crees que pueda interceder por nosotros esta vez? Se escuchó en la multitud

No tenía idea como terminaría la situación. En sus pensamientos se olvidó revisar su entorno, para cuando sus ideas llegaron a tomar sentido, ya tenía toda la atención del lugar.

Conocía al futuro Lord de Dreadfort. Sin embargo, era una relación de servidumbre en el mejor de los casos. Incluso su hija tendría más oportunidad en el asunto.

- Pienso que podemos intentarlo, nada se pierde al hacerlo. Dije

- ¡Entonces está decidido! ¡Si el hijo no puede convencer al padre, entonces solo quedaría llevar el caso a Winterfell!

Y así de rápido el problema recayó en sus manos.

POV Domeric - Oldtown

294 AC

- ¿Estás seguro?

- Nunca he estado más seguro en mi vida. Respondí

- Uhmm…bueno, si sucede algún incidente, aquí estoy.

Una nueva experiencia, en un nuevo mundo, me dije.

En una pequeña botella de vidrio, un líquido rojo ardía intensamente. Un aura sutil, reflejaba su concentración. Unos vapores, rojizos como el fuego, bailaban en el espacio vacío de la botella. Era una poción recientemente creada, con fines que aun desconocía.

Con una ligera ansiedad, se dispuso a abrir la botella. Lentamente dejo que una gota del líquido resbala por el vidrio y callera en uno de sus ojos. Empezando a sentir los primeros efectos.

Primero sentía que su cuerpo se debilitaba. En su vista los colores se intensificaron y el sonido de su entorno pareció cobrar fuerza y sutileza. Vio que el mundo lo tragaba, era como caer en un pozo infinito, que lo empuja a la tierra y lo envolvía.

Por extraño que parezca, su cuerpo empezó a calentarse y sintió una ganancia en su fuerza. Sin embargo, con el tiempo sus piernas empezaron a debilitarse y con ello el resto de su cuerpo. Sus sentidos embotados regresaron a la normalidad lentamente.

- Parece que regreso ¿Es como espero que seria, mi lord?

- Si…

El momento fue fugas. Pero el reloj de arena indicaba un tiempo aproximado de dos horas. ¡Era mucho tiempo!

- ¿Entonces, piensa también obtener un eslabón de plomo?

- ¡Olvídate de la cadena, Tylan! Ordenemos todo esto. Antes que el maestre Howar llegue.

- ¿Y los resultados?

- Puedo anotarlo luego.

El lugar en el que se encontraba, era una especie de laboratorio improvisado. Había un alambique, pequeños matraces, morteros, muchos ingredientes y cientos de pergaminos.

Ocupamos poco tiempo en dejar las cosas en orden como estaban, antes de que llegara el maestre.

Con la mente despreocupada pude por fin registrar los efectos secundarios de esta última prueba. Y el objeto de estudio en concreto era… una droga.

En Westeros había muchas plantas, hongos y demás, que se utilizaban en pociones de toda índole, no iba cambiar eso. Estaba muy arraigado en la cultura. Fue en ese camino que me topé con una sorpresa reveladora. Absolutamente, toda poción, era muy "conveniente", científicamente hablando.

- Diría que, sin aparentes efectos secundarios, no hay fatiga, los latidos son regulares. Adicionalmente, he notado un inusual incremento en la fuerza, durante el trance. Lástima que los sentidos, están tan embotados, que no se pueda utilizar para la guerra. Dije

Jamás será como el "Suero del Súper Soldado" Si bien todo comenzó con una vaga esperanza. Sus esfuerzos solo lo llevaron a desarrollar un alucinógeno muy potente.

- Y…mi lord, ¿tiene planes de comerciar esto?

Dijo Tylan, revisando el líquido sobrante, en el frasco.

- Ya tengo algo para comerciar. Dijo arrebatando el frasco a su ayudante.

- Pero no será esta droga. ¿Anotaste todo? Pregunto

- Si, mi lord. Dijo Tylan ¿Se refiere a comerciar esto?

-Sí, un licor apropiado para el norte.

Mirando a sus alrededores, un pequeño tonel le llamo la atención. El olor alcohólico, cobro fuerza cuando fue destapado. Dentro un líquido cristalino y algo afrutado, despertó la curiosidad de Tylan Rivers.

- ¿Esta cosa? ningún hombre bebería un licor tan fuerte, de propia voluntad al menos.

El rostro de Tylan se agrio, seguramente por el recuerdo poco grato cuando degusto del licor.

- Bueno, no habrá mejor licor para los hombres del norte.

- Creo que entiendo, decías que el licor fuerte calienta el espíritu de los hombres. ¿Verdad?

Fue una idea desprovista de propósito, había todo tipo licores por todo Westeros. Simplemente quería el suyo propio. Uno que produjo su propia Casa.

¿El tema del alucinógeno? Eso fue más, uno propio de la experimentación. La "pasta de Weirwood" tenía propiedades alucinógenas de por sí. Lo único que hizo fue aumentar exageradamente su concentración. ¿Ahora se llamaría "Esencia de Weirwood"?

Recordando, fue todo un año de pruebas y errores. Cientos de hombres compartieron la carga. La mayoría jornaleros que querían unas monedas gratis. Les hizo experimentar la primera "droga" de Westeros y luego ver si genera la tan infame adicción o la muerte. Para su sorpresa, la gran mayoría salió "ileso". Había quienes rogaban por mas, pero en su mayoría simplemente les pareció una experiencia revitalizante y transcendente. Los usos que le daría, aún estaba por verse.

- toc, toc, toc…

Sonaron unos golpes. La puerta se abrió, sin siquiera esperar una respuesta. El maestre Howar había llegado.

- Bolton, veo que estas nuevamente jugando con tu amigo aquí.

- Maestre Howar, estaba esperando su llegada.

- Me lo suponía. Entonces, sígueme. El archimaestre Ryam está esperando.

Mirando lo que quedaba de la "Esencia de Weirwood", me dispuse a seguir al maestre. Tylan solo asintió en mi dirección. Cerramos la puerta y caminamos rumbo al encuentro de la reunión.

- ¿Debes estar muy orgulloso, ¿no?

- ¿De mis logros en Oldtown? No es para tanto Respondí

- Mucha gente pequeña nos desprecian, otros nos aclaman. La verdad es que, este Reino se caería a pedazos, si no fuera por nosotros. Nunca debes olvidar que eso, a pesar que no tomes los votos…

- Si maestre…

El maestre Howar, era un hombre muy ferviente del conocimiento. Aunque su propio conocimiento práctico se limitase a los terrenos de la Ciudadela.

- ¿Ya lo has hecho? Pregunto el maestre intempestivamente.

Puede que, por primera vez en esta vida, sienta ganas de ¿Matar a alguien? Era una situación incómoda en el mejor de los casos, mis pensamientos aun procesaban la pregunta.

- ¿Disculpe? Respondí y pregunté al mismo tiempo.

- El próximo año tendrás dieciséis, y convertirás en un hombre de verdad. Debes saber qué hacer, cuando llegué el momento…

- ¿Creo que entiendo…?

- Quiero compartir mi experiencia…Quiero decir como tu maestro, Domeric…

Solo en mi mente me pregunte ¿No todos los maestres eran célibes?

En los pasillos de La Ciudadela, el primer sermón de mi adolescencia, me fue susurrado. Solo podía escuchar. No podía decir que esos temas me eludían, pero definitivamente no estaba en mis prioridades.

- …así, como te decía…Él te de luna es indispensable…y jamás debes hacerlo cuando…

- ¡Menciona que las… ¿políticas fiscales de una Casa deben ser más laxas, para generar un mayor crecimiento en el mercado local?

- Si, como mencione, el impuesto en las "ciudades libres", como Braavos, tiene un carácter más… productivo. Por el contrario, en nuestro reino…es más restrictivo. Respondí

- ¡Se ha lo que se refiere! ¡No le parece que dichas políticas se idearon para mantener el orden natural de las cosas!

No existía tal orden natural, en primer lugar. A lo que se refería, el buen Archimaestre Ryam en concreto, era al único orden imperante de la actualidad, el de un lord y sus vasallos. Un orden inamovible en la mente de los maestres.

- ¡El orden ya está roto! Pronuncie

- ¿¡Que dice! ¡No será el un Lord también en el futuro!?

- ¡Pero de qué habla! ¡Se ha vuelto loco!

- ¡Silencio! silencio!

El archimaestre Ryan intento silenciar el ambiente.

La sala de conferencia se llenó de bullicio. Mi vista rodeo la sala, los maestres y algunos Archimaestres discutían sin cuidado. La gran mayoría de ellos con cadenas de oro, símbolo de su especialización en asuntos como los números y el dinero.

El escenario se llenó de debate, cuando una pequeña campana empezó a sonar. Era una herramienta utilizada para invocar la paz, cuando las cosas se descontrolaban. El sonido poco a poco calmo a los espectadores.

- ¡Queridos maestres! Pronuncie El orden que respaldan tiene grietas naturales. Ningún sistema es perfecto.

- ¡Entonces ilústrenos! ¡Lord Bolton!

Uno de los maestres espetó, de manera preponderante y burlona. Si bien no estaba complacido, no podía pedir mayor atención en aquel momento.

- ¡Si se plantea como se acostumbra, no habrá diferencias! Sin embargo, existen mercados incipientes en nuestro reino. Son propiciados, básicamente, por los lujos de los Lores. La gente pequeña también vera crecer su poder, con el tiempo.

- ¡Eso no tiene sentido! Respondió uno de los maestres

- ¡Es cierto, el derecho y los designios de la fe, impiden el cómo, en cualquier orden cambiante!

- Maestres, no es cuestión de cómo, si no de cuándo. ¡Puede ser dentro de diez o cien años, pero una nueva clase social podría estar surgiendo a nuestra vista!

No había aplausos, solo miradas frías. Uno que otro estaba en contemplación. Si decía que su modo de ver el mundo se caería a pedazos, entonces probablemente sería despojado de su cadena. La gran mayoría descendía de alguna casa noble. Mejor simplemente especular.

- Gracias Lord Bolton. ¡A continuación! El maestre Gormon asegura haber encontrado una forma de producir oro.

El orador se encargó de despedirme, para presentar al siguiente conferencista. El maestre Gormon.

- ¡Ay, ese anciano otra vez!

- ¡A mí me estafo con eso del oro!

- ¡Yo me voy!

Fue increíble ver la retirada masiva de los maestres.

Algunos temas eran más interesantes, y algunos conferencistas también. El maestre Gormon probamente pidió algún favor, para poder exponer su caso, lástima que todos los maestres no tenían piedad y abandonaron la sala.

- Siento haber sido tan insidioso antes. Dijo el archimaestre Ryam

- No se preocupe archimaestre, el debate siempre es bienvenido.

- Personalmente creo que era un tema interesante.

- No parece haber interesado a muchos.

El archimaestre solo atino a sonreír. Si era interesante para el archimaestre, entonces no había más que preguntar. Después de todo, él era el responsable de entregar el bendito eslabón.

- Bueno, no deja de ser interesante igualmente. Toma, con esto creo que tienes un eslabón más, para esa cadena.

- Se lo agradezco.

- No tienes que agradecer... ¡Es verdad! Uno de nuestros cuervos llego desde el norte. Un mensaje llego desde Dreadfort.

Dijo, cuando un rollo pequeño con el sello de los Bolton, fue entregado a mis manos.

Agradecí al Archimaestre Ryam por su atención y continúe mi camino por los pasillos de la orden.

Rompí el sello y abrí el mensaje, su contenido no era amplio. Unos pasos después y estuve al tanto del contenido escrito.

- Mierda…maldije.

POV Roose Bolton

294 AC

El maestre Uthor lo dijo una vez. Un lord tiene que hacer lo que tiene que hacer. No había más razones, la traición se pagaba con muerte. Era el tipo de resolución, en el cual había vivió toda su vida.

Los prisioneros caminaban en fila, listos para recibir su condena. Habían traicionado a su Lord, solo por unas malditas monedas.

- Mi lord, sé que soy solo un humilde maestre, pero ¿No sería prudente castigar tales actos con retribución? El oro se puede recuperar, las vidas por otro lado…

- Maestre Uthor, la lealtad no siempre funciona. A veces, el miedo, cumple mejor esa función.

Estaba sentado en un estrado, lo suficientemente alto para ver la ejecución. A mi lado la esposa que siempre me trajo aburrimiento, sonreía, cada vez que su carácter tímido lo permitía. La corte también lo acompañaba e incluso algunos comerciantes.

Entre la turba que se arremolinaba a los alrededores, varias caras conocidas rondaban. Eran mercaderes en su mayoría, presos del pánico y de la impotencia. Probablemente familiares de los condenados de hoy. Muchos observaban a los guardias, otros en mi dirección, la intención detrás de sus ojos era evidente. Sus deseos de venganza jamás llegarían a concretarse, solo quedarían en eso, deseos.

- ¡Que comience! Dije

Los condenados caminaron en fila a la tarima. Arrastrando sus maltrechos cuerpos, estaban vestidos para la ocasión. El frio, ciertamente hizo temblar a muchos de ellos. Sus prendas escasas, no eran aptas para el norte.

El primero un tipo muy gordo, que, a pesar del tiempo en cautividad, aún conservaba su grasa. Supuso que el dinero robado, estaba bien resguardado, en toda esa barriga.

- ¡Tus crimines son traición, evasión del tributos y derechos de pase! ¿Algunas últimas palabras?!

- ¡Mi lord, piedad! ¡No fui el único, puedo dar más nombres!

- Continuar! Ordene

Vio el llanto y el arrepentimiento en los ojos del hombre. Arrastrado por dos guardias hacia un tocón de árbol, quienes lo forzaron a arrodillarse y colocar el cuello.

En ese instante el verdugo, un hombre llamado Mors, se acercó para hacer su trabajo. Tenía un aspecto rudo y una gran barba. Llevaba un hacha de doble filo siempre con él.

El viento gélido propicio un ambiente lúgubre a toda la situación. Mors levanto su hacha y de un tajo separo al condenado de su cuerpo. Cabeza y cuerpo ahora eran dos.

Gritos agudos se escucharon en todo el lugar, llantos también. Un lord tenía que hacer lo que tenía que hacer, se dijo. Los guardias retiraron cadáver sin cabeza. El resto del cuerpo (la cabeza), quedaría en una canasta, que serviría como contenedor de cabezas para las próximas ejecuciones.

- Prosigan!

Ordene de manera firme.

El maestre Uthor, ahora exhibía gotas de sudor en la frente. No había porque intimidar al buen maestre. Su hijo no estaría contento con eso, sin embargo, seguía siendo su Lord.

- ¿Esto lo incomoda, maestre Uthor? Pregunto

- ¿Mi lord?... ¡No mi lord!

Podría apostar que el maestre, estaba a poco de vomitar. Su rostro sombrío así lo delataba.

Aun recordaba la primera ejecución que presencio. La carnicería que se generó, era tal, que no pudo comer toda la semana.

Una mujer llorosa fue la siguiente, probablemente la esposa del tipo anterior. Era igual de voluminosa, pero por sus facciones apostaría que fue muy guapa en su juventud.

- Que lastima ¿Algunas últimas palabras mi Lady?

Fue todo lo que dijo. Con el rostro desesperanzado y un odio latente en sus ojos, miro en mi dirección.

- ¡Morirás Rosse Bolton! ¡Te maldigo! ¡Tú y tu descendencia!

- Continua, Su cabeza será la primera que pondré en una pica. Dije

El verdugo, Mors, bajo su hacha. Nuevamente la historia se repitió, otro cadáver retirado y un maestre cada vez más enfermizo estaba a su lado.

- ¿Mi lord se encuentra bien?

- ¿Uhmm? ¿A qué viene es pregunta, maestre Uthor…

- Su rostro esta…

En ese instante, casi como poético. Un dolor asfixiante lo carcomió por completo. ¿Fue veneno? Se preguntó débilmente. Intento buscar ayuda, la única persona que podía ayudarlo en ese instante, era el maestre. Sin embargo, su cuerpo renuncio a escucharlo y el maestre…El maldito maestre simplemente no puedo aguantar más.

- Buagh… Buagh! El maestro Uthor simplemente se puso a vomitar.

Maldijo a Uthor, justo en ese momento, cuando más lo necesitaba. ¿No pudo ser en otro momento?

- ¡Mi Lord!

- ¡Rápido ayuden a su Lord!

- ¡¿Era una bruja?

- ¡Lo maldijo y murió, era la bruja!...

- ¡La bruja…!

El sonido poco a poco se fue apagando y con él, el fin de sus días.