Notas Iniciales: Cada día amo más este ship. Sé que hay juguetes sexuales que cumplen con la función de manera más segura y eficiente pero... quería algo más denigrante para desarrollar la escena.


Electrofilia


Al posar la punta de su lengua en ambos polos de la pila del control remoto con el que manejaba el televisor, le dejaba una sensación extraña, más eso no lo detuvo de continuar. Estaba solo en casa, así que podía hacer todo lo que quisiera sin temor a un regaño aún si sus padres no le dedicaban más atención de la que consideraban merecida incluso mientras estaban en casa. Llevaba tiempo que Kazutora lo hacía, pues la rareza de aquello le resultaba interesante. El cosquilleo que recorría su lengua sólo podía hacerlo pensar en electricidad, corrientes de luz que van de un lado a otro sin razón, un color amarillo vibrante. Cuando se lo comentó a Baji, este le pidió que no lo hiciera más o acabaría intoxicado. Kazutora al no comprender quiso una explicación pero los argumentos de su amigo se limitaban a lo que su madre a él le había dicho para que evitara meter a su boca esas pequeñas baterías con las que más tarde hicieron un experimento en la primaria. Si esas pilas podían hacer funcionar los aparatos con una potencia tan reducida, ¿cuánto más harían los enchufes que adornaban sus casas? Kazutora lo intentó con un cable mal equipado ignorando las advertencias, recibiendo un choque eléctrico que lo dejó adolorido de los dedos bastante tiempo, sintiendo sus demás extremidades temblorosas por los residuos de energía externa impactando contra los nervios de su cuerpo.

Desde entonces quedó fascinado.

Podía compartir con Baji su gusto desmedido por el fuego pero Hanemiya se dio cuenta que si le dieran a elegir, él preferiría la electricidad. Se convirtió en su pasatiempo favorito presenciar las consecuencias de los falsos contactos en los diferentes electrodomésticos que se unieron para destrozar. Comenzó a coleccionar videos captados por las cámaras de alguna empresa los desastres que se propiciaban con algún fallo eléctrico, gustándole cada vez más hacer a las bombillas de su propio hogar estallar cuando les lanzaba agua.

Al notarlo, Keisuke le fue regalando detalles de esa clase cada cumpleaños que pasaban juntos y Kazutora se sintió dichoso de tener a alguien que no juzgara su peligroso gusto. Siendo entre medio de una celebración como tal que Baji trajo a su cita algo que dejó al chico con tatuaje de tigre un tanto desconcertado; le había dado en sus manos un collar de entrenamiento para perros. Ignorando la idea que su acompañante tenía en mente, no tuvo más remedio que mirarlo a los ojos en busca de una respuesta pero Baji simplemente le sonrió, divertido por su expresión muerta.

— ¿Y? ¿Qué esperas? ¿Por qué no te lo pruebas?

—Dudo que aun usando este método puedas controlarme, Baji. Entre nosotros dos, tú eres el perro, no yo.

—No se trata de eso, gatito, sólo póntelo —insistió conservando su sonrisa traviesa. Mientras Kazutora divagaba con lo hermosa que era esa mueca con colmillos, cedió y se colocó dicho collar en el cuello, esperando el movimiento a traición de Baji sin apartar la mirada de él.

—Listo. ¿Feliz?

—Se ve bien —El chico de largos cabellos tomó una fotografía al cumpleañero con la cámara de su celular, riéndose por la expresión todavía en blanco de su pareja—. Soy un genio —agregó mostrándole la imagen a Kazutora, quien ni siquiera se molestó en opinar al respecto—. ¡Hasta el diseño se ajusta a ti! Cada día más orgulloso de mí mismo.

—Ahórrate el suspenso, hazlo.

— ¿Eh? ¿Qué cosa?

—Baji, no soy estúpido, sé cuál es la función de este collar. No extiendas más la espera y hazlo ya —demandó todavía sin expresión en el rostro. Baji se quedó en silencio un momento, tratando de procesar la urgencia con la que Hanemiya le había hablado, más lentamente fue borrando su gesto confundido e inocente, intercambiado por pura malicia.

— ¿Estamos impacientes, eh?

—A ninguno de nosotros nos gustó nunca andarnos con rodeos, es molesto que intentes distraerme ahora.

—Sólo quería jugar un poco —se excusó sacando de su bolsillo el control de un solo botón conectado al collar de forma inalámbrica, mismo que apretó sin pudor en cuando lo tuvo en posición; sin previo aviso. Kazutora casi gritó por el choque eléctrico que no pudo tolerar a pesar de haberlo estado esperando pero la intensidad no había sido ajustada anteriormente, así que incluso saltó de su lugar por inercia bajo la sonrisa cruel de Baji—. ¿Te gusta?

—Mierda… —se quejó Kazutora tratando de recuperarse lo más rápido que podía, dibujando una sonrisa adolorida en los labios—. Está muy bien. ¿Dónde lo compraste? Ya no los venden en la tienda de mascotas ni en las veterinarias desde que fueron prohibidas, ni siquiera por contrabando.

—Ya me conoces, cuando me propongo algo lo consigo, así me maten.

—Seguro que si —se burló Kazutora—. Apuesto a que sólo tuviste suerte.

Planeaba continuar mofándose de su pareja pero una nueva descarga eléctrica lo hizo callar, arrancándole otro grito entremezclado de dolor y sorpresa. Cuando se giró en dirección a Baji, notó aquella seriedad que sólo veía en él en momentos muy específicos. Cuando era hora de hacerse respetar ante sus subordinados como capitán de la primera división en la gang o estaba a punto de hacer algo tan importante como riesgoso. Rompió su postura relajada en el sillón y se levantó para enfrentarse a Kazutora.

—Siéntate, Tora.

— ¿Ah? Vete a la mierd-

Pronto lo atacó una tercera descarga eléctrica que lo interrumpió e hizo gemir pero no lloriquear, un poco más acostumbrado a la sensación perforando la delgada carne de su cuello. Salivando involuntariamente, Kazutora asintió y obedeció al mandato de Baji, mirándolo esta vez con la respiración agitada. Desde su nueva posición Keisuke se veía tan amenazador que casi creyó eyacularía con tan sólo la ansiedad de la espera y la vista de esa figura cubriéndolo con su sombra; si fuera así de dominante con él más seguido, Hanemiya aceptaría sin renegar la tarea de convertirse en un adorador suyo mucho más ferviente que Matsuno Chifuyu.

—Abre las piernas —ordenó y él acató con facilidad, sintiendo a la adrenalina recorrerle frente a las infinitas posibilidades que se le presentaban. Casi inconscientemente Keisuke solía comportarse bastante sumiso con él, que sus roles cambiaran de forma tan abrupta lo hacía experimentar una profunda excitación—. Bájate los pantalones de modo que pueda chuparte sin problemas. —Hizo lo que le pidió sin tardar, tampoco sin hacer demasiados movimientos, temiendo que esto fuera a propiciarle una nueva descarga—. Buen chico. Ahora quiero que te quedes quieto. Si intentas tomarme la cabeza, incluso el más mínimo roce, te arrepentirás.

Baji se arrodilló frente a su erección, jugando un poco con sus labios sobre el grande y la piel recubriéndolo, lo cual sólo logró desesperar a Kazutora, quien apretó los puños a cada costado de su cadera y rasguñó el sillón en su lucha por no interrumpir el trabajo oral de su pareja. No fue su intención olvidarse un poco de su papel cuando Baji había comenzado a introducirlo en su boca, por tanto el choque eléctrico que recibió volvió hacerlo gritar y removerse violentamente. Cuando se quiso quejar un nuevo choque eléctrico lo golpeó, entonces se paralizó tras vislumbrar frente a sus ojos un cielo nocturno plagado de estrellas.

—Terminaste muy rápido hoy, Tora —murmuró Keisuke limpiándose los restos de semen que no consiguió tragar, un gesto que entusiasmó más al receptor—. ¿Tanto te gusta ser maltratado por mí?

—No eres nadie para hablar. —Baji apretó el botón y Hanemiya gimió con fuerza—. Joder, joder, joder. Baji… Oh, Baji. Te quiero, te adoro, te aborrezco, te odio… te amo, maldición. Duele. Me siento tan bien. Me siento drogado. Todo me da vueltas.

— ¿Quieres que me detenga?

— ¡No te atrevas!

Keisuke se limitó a reír para volver a su actividad, asegurándose de reanimar con su lengua la erección de su pareja, quien tuvo el impulso de probar suerte una vez más, pero no quería traspasar sus límites. No sabía qué tan seguro sería recibir choques eléctricos en tan cortos periodos de tiempo, y lo que menos pretendía era preocupar a Baji y retornara a su actitud protectora; quería más de ese canalla que ahora mismo le estaba infringiendo dolor. Se mordió los labios con la sensación placentera del sexo oral, pues también lograba percibir los leves roces de los colmillos de Baji y se le ocurrió que la manera en que su cuerpo había quedado por las descargas eléctricas, seguro reducirían el dolor de un pinchazo accidental. Quizás debería ponerlo a prueba pero por el momento dejaría que todo siguiera su curso.