París.

Dicen que no hay lugar como el hogar; y pese a mi doloroso pasado, nunca he dejado de amar mi ciudad natal.

Es tanto o más hermosa de lo que podía recordar.

Al estar de nuevo aquí, tuve la necesidad de volver a mi casa; tal vez la curiosidad de ver qué habría pasado con mi madre.

Finalmente pense que haber abandonado el nido fue buena idea, pues pude ver como ella no tardó en re-hacer su vida; ahora tiene un hombre que la hace feliz e hijos de los cuáles no sentir vergüenza.