Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 15
¿Para ellos?
Me aparté, mi mirada cruzándose con la de Sasuke. Él asintió con la cabeza y yo me levanté con piernas temblorosas, mirando hacia el jardín ahora silencioso. Mi mirada se deslizó sobre las delgadas campanillas de cristal que colgaban de delicadas ramas, y flores de la pradera amarillas y blancas tan altas como yo. Mis labios se separaron en una suave inhalación. Casi una docena de personas se habían reunido dentro del jardín, sin incluir a los lobos. Todos se habían hincado sobre una rodilla, con la cabeza gacha. Giré a donde Naruto había estado parado.
Me quedé sin aliento. Él también estaba arrodillado. Miré su cabeza inclinada y luego levanté la mirada para ver que el Sanador, quien no había creído que pudiera ayudar, quien se había enojado porque les estaba dando falsas esperanzas a los padres, se había inclinado también, una mano pegada al pecho y la otra contra el suelo. Más allá de él y la verja de hierro, los que habían estado en las calles ya no estaban de pie. También estaban arrodillados, con sus manos apretadas contra sus pechos y sus palmas contra el suelo.
Con una mano contra mi estómago, me volví hacia Sasuke. Nuestras miradas se encontraron y sostuvieron mientras él se movía sobre una rodilla, colocando su mano derecha sobre su corazón y su izquierda en el suelo. El gesto... lo reconocía. Era una variante de lo que los lobos habían hecho cuando llegué a Saion's Cove. Pero lo había visto antes, me di cuenta. Los sacerdotes y sacerdotisas lo hacían cuando entraban por primera vez en los templos de Solis, reconociendo que estaban en presencia de los dioses.
"Eres una diosa."
Mi corazón dio un vuelco mientras miraba a Sasuke. Yo no era una…
Ni siquiera podía obligar a mi cerebro a terminar ese pensamiento porque no tenía idea de lo que era. Nadie lo sabía. Y mientras mi mirada se posaba hacia donde la niñita todavía estaba siendo abrazada con fuerza por su madre y por su padre, yo... yo no podía ignorar esa posibilidad, incluso por imposible que pareciera.
—Mamá —La voz de la niña atrajo mi mirada. Había envuelto sus brazos alrededor del cuello de su madre mientras su padre las sostenía, besando la parte superior de la cabeza de su hija y luego la de la madre— Estaba soñando.
—¿Lo estabas?—Los ojos de la madre estaban cerrados con fuerza, pero las lágrimas manchaban sus mejillas.
—Había una dama, mamá —La niña se acurrucó más cerca de su madre— Ella tenía... —Sus palabras fueron amortiguadas, pero lo que dijo a continuación fue claro— Ella dijo que yo… yo siempre tuve el poder en mí...
"Siempre tuviste el poder en ti..."
Esas palabras me resultaban extrañamente familiares. Me sentí como si las hubiera escuchado antes, pero no pude ubicarlas ni recordar quién las había dicho. Sasuke se levantó y, aturdida, lo vi caminar hacia mí, sus pasos llenos de gracia fluida. Si alguien dijera que él era un dios, no lo cuestionaría por un segundo.
Se detuvo frente a mí y mis caóticos sentidos se fijaron en él. El aliento que tomé estaba lleno de especias y humo, calentando mi sangre.
—Saku —dijo, su tono lleno de calor. Su pulgar se deslizó sobre la cicatriz de mi mejilla— Tus ojos son tan brillantes como la luna.
Parpadeé.
—¿Siguen estando así?
Su sonrisa se extendió, su hoyuelo apareciendo.
—Sí.
No sabía lo que le fue dicho a los demás, pero sí sabía que él les habló con la tranquila confianza de alguien que había vivido toda su vida en un lugar de autoridad. Todo de lo que estaba consciente era de él dirigiéndome alrededor de la gente, más allá del hombre que había estado en tal pánico, pero ahora solo descansaba sobre sus rodillas, mirándome mientras sus labios se movían, formando palabras una y otra vez.
"Gracias".
Los lobos estaban una vez más a nuestro lado cuando salimos del jardín. La gente en la acera de adoquines y en la calle todavía estaba allí. Se habían levantado y permanecido paralizados, y todos parecían compartir la misma emoción burbujeante, chispeante. Emoción y asombro mientras nos veían a Sasuke y a mí, me veían a mí.
En lugar de llevarme a donde esperaba Aoda, Sasuke miró a Naruto. No habló y, de nuevo, estaba asombrada por cómo parecían comunicarse o conocerse tan bien que las palabras no eran necesarias. No lo eran ahora porque una lenta sonrisa cruzó el rostro de Naruto cuando dijo:
—Los esperaremos aquí.
—Gracias —respondió Sasuke, su mano firmemente envuelta alrededor de la mía, y luego no dijo nada mientras me giraba y comenzaba a caminar.
Lo seguí, mi conmoción por lo que acababa de suceder dando paso a curiosidad mientras me conducía unos metros calle abajo, Sasuke aparentemente inconsciente de las miradas de ojos muy abiertos, los murmullos y las reverencias apresuradas. Yo tampoco era tan consciente de ello, incapaz de sentir mucho más allá del espeso sabor picante en mi boca, y la tensión baja en la boca de mi estómago. Me condujo bajo un arco de color arena y a un callejón estrecho que olía a manzanas y estaba lleno de urnas rebosantes de frondosos helechos. Cortinas de gasa bailaban desde las ventanas abiertas de arriba mientras me guiaba más lejos en el pasillo. La suave melodía de la música surgió por encima de nosotros mientras más lejos íbamos. Giró bruscamente a la derecha y, tras otro arco había un pequeño patio. Vigas de madera se extendían de edificio a edificio. Cestas de flores colgaban, la variedad decolores creando un dosel que solo permitía finos fragmentos de luz del sol filtrarse. Enrejados cubiertos de enredaderas creaban un seto de privacidad de alrededor de cientos y cientos de delicadas flores de pétalos blancos.
—Este jardín es hermoso —dije, dirigiéndome hacia una de las frágiles flores blancas.
—Realmente me importa una mierda el jardín —Sasuke me detuvo, llevándome a una alcoba llena de sombras.
Mis ojos se agrandaron, pero antes de que pudiera responder, se volvió y me presionó contra la pared de piedra. En las tenues luces, sus ojos eran luminosos, color rojo.
—¿Lo sabes, no es así?—Sasuke colocó su mano detrás de mi cabeza mientras se inclinaba hacia mí. Contra mi estómago, pude sentir su dura y gruesa longitud mientras rozaba con sus labios mi sien— ¿Lo que hiciste allá atrás?
Absorbiendo su exuberante aroma a pino y su calidez, dejé que mis ojos se cerraran mientras me aferraba a sus costados, con espadas y todo.
—La curé.
Besó mi mejilla, a lo largo de la cicatriz, y luego retrocedió. Sus ojos se encontraron con los míos, y juro que un leve temblor recorrió su cuerpo.
—Tú sabes que eso no es lo que hiciste —dijo— Trajiste a esa chica de vuelta a la vida.
El aliento que tomé se me atascó en la garganta cuando abrí los ojos.
—Eso no es posible.
—No debería serlo —estuvo de acuerdo, deslizando una mano sobre mi brazo desnudo y luego a través de mi pecho. Un nudo se formó en mi estómago mientras su palma rozaba mis senos— No para un mortal. No para un Atlántico, ni siquiera para una deidad —Su mano se deslizó sobre mi cadera y luego sobre mi muslo. Pude sentir el calor de su palma a través del vestido mientras pasaba rozando la daga de lobo— Solo un dios puede hacer eso, un solo dios.
—Jiraya —Mordí mi labio mientras sus dedos juntaban el material del vestido en un puño— No soy Jiraya.
—No me jodas —dijo contra mi boca.
—Tu lenguaje es inapropiado —le dije.
Él rio oscuramente.
—¿Vas a negar lo que hiciste?
—No —susurré, mi corazón dando un vuelco— No entiendo cómo, y no sé si su alma realmente había entrado en el Valle, pero ella...
—Ella se había ido —Mordió mi labio inferior, sacando un jadeo de mí— Y la trajiste de vuelta porque lo intentaste. Porque te negaste a rendirte. Tú hiciste eso, Saku. Y gracias a ti, esos padres no estarán de luto por su hija esta noche. La verán dormir.
—Yo... sólo hice lo que pude —le dije— Eso es todo…
La intensidad pura en la forma en que reclamó mis labios interrumpió mis palabras. Ese nudo en mi estómago se intensificó cuando inclinó la cabeza, profundizando el beso. Una suave brisa se enroscó alrededor de mis piernas mientras él arrastraba la falda de mi vestido hacia arriba. La conmoción por sus intenciones luchó con el pulso provocado por el placer.
—Estamos en público.
—No realmente —Las puntas de sus colmillos rozaron la parte inferior de mi mandíbula, y cada músculo de mi cuerpo pareció apretarse. Subió y subió hasta que sus dedos rozaron la curva de mi trasero— Este es un jardín privado.
—Hay gente alrededor… —Un gemido entrecortado se me escapó cuando la falda se elevó por encima de la daga— En algún lugar.
—Nadie está ni remotamente cerca de nosotros —dijo, deslizando su mano desde detrás de mi cabeza— Los lobos se aseguraron de eso.
—No los veo —dije.
—Están en la boca del callejón —me dijo, captando mi oído entre sus dientes. Me estremecí— Nos están dando privacidad para hablar.
Deje escapar una risita.
—Estoy segura de que eso es lo que creen que estamos haciendo.
—¿Importa? —cuestionó.
Pensé en eso mientras mi pulso se aceleraba. ¿Lo hacía? Lo que sucedió anoche vino a mí, al igual que el recuerdo de ver a Sasuke acostado en el piso de las Cámaras. Creyendo que había muerto. En un abrir y cerrar de ojos, recordé cómo había sido cuando la sangre se había drenado de mi cuerpo, dándome cuenta de que no habría más experiencias nuevas, no más momentos de locura abandonada. Esa niña había obtenido una segunda oportunidad, al igual que yo.
No la desperdiciaría.
—No —dije mientras su mirada se elevaba hacia la mía. Con mi corazón latiendo con fuerza, estiré mi mano entre nosotros. El dorso de mis dedos temblorosos lo rozó, y él se sacudió mientras desabrochaba la solapa de botones— No importa.
—Gracias, joder —gruñó y luego me besó de nuevo, borrando cualquier reservas derivadas de toda una vida de ser resguardada. Su lengua acarició la mía mientras deslizaba un brazo alrededor de mi cintura, levantándome. Su fuerza nunca dejaba de enviar un estremecimiento a través de mí— Envuelve tus piernas a mi alrededor.
Lo hice, gimiendo al sentir su carne dura acurrucada contra la mía. Metió la mano entre nosotros y sentí su punta presionando contra mí.
—Solo para que lo sepas —Levantó la cabeza, su mirada fija en la mía— Estoy completamente bajo control.
—¿Lo estás?
—Totalmente —juró, embistiéndome.
Mi cabeza se echó hacia atrás contra la pared mientras la sensación de él, caliente y grueso, me consumía. Su boca se cerró sobre la mía, y amé la forma en que me besó, como si mi sabor fuera suficiente para que él viviera. Se movió contra mí y dentro de mí, la calidez de su cuerpo y los bloques de piedra en mi espalda siendo un delicioso asalto a mis sentidos. Las estocadas de nuestras lenguas coincidían con el lento hundimiento de sus caderas. Las cosas… las cosas no permanecieron así. Encajando su brazo entre mi espalda y la pared, se meció contra mí hasta que mi cuerpo se convirtió en un fuego que avivó con cada golpe y cada beso embriagador. Él presionó, moliendo contra el pequeño punto de nervios, solo para retroceder y luego regresar con otro empujón profundo. Cuando comenzó a retirarse, apreté mis piernas alrededor de su cintura, reteniéndolo contra mí.
Se río entre dientes contra mis labios.
—Codiciosa.
—Provocador —dije, imitando su acto anterior al morder su labio con mis dientes.
—Joder —gimió, moviendo sus caderas mientras se estrellaba contra mí, una y otra vez, los movimientos aumentando en intensidad hasta que se volvieron febriles, hasta que sentí que me iba a romper.
Mi cabeza dio vueltas mientras la felicidad se acumulaba. Sentía que él estaba en todas partes, y cuando dejó caer su boca en mi garganta, y sentí el roce de sus colmillos, fue demasiado. Los espasmos sacudieron mi cuerpo en ondas apretadas y resbaladizas, lanzándome tan alto que pensé que nunca bajaría mientras él me seguía hacia esa dicha, estremeciéndose mientras mi garganta ahogaba su profundo gemido de liberación.
Nos quedamos así un rato, unidos y ambos luchando para ganar el control de nuestra respiración. Sacudida, me tomó bastantes minutos volver a mis sentidos mientras él se apartaba de mí y con cuidado me ponía sobre mis pies. Con su brazo sosteniéndome con fuerza contra él, Sasuke miró por encima de su hombro.
—¿Sabes qué? Es un hermoso jardín.
Sasuke y yo caminamos de la mano por la ciudad en la costa de los Mares de Saion, el sol y la brisa salada cálida contra nuestra piel mientras salíamos de la tienda de costureras, donde una señorita Seleana rápidamente tomó mis medidas. No estábamos solos. Naruto caminaba a mi otro lado, e Iruka, junto con otros cuatro lobos, nos siguieron mientras Sasuke me llevaba por las calles sinuosas y coloridas llenas de escaparates pintados de amarillo y verde, y casas que se jactaban de tener puertas de entrada de un azul intenso.
Una flor naranja de amapola estaba metida en mi cabello, una por la que Sasuke había pagado casi el triple, a pesar de que el vendedor ambulante intentó darnos una docena gratis. Nuestras manos estaban pegajosas por los pasteles de canela que nos habían dado a unas cuadras de la floristería, frente a una tienda que olía a azúcar y estaba pintada para que coincidiera con la hierba cubierta de rocío. Había una sonrisa permanente en mi cara que ni siquiera los breves estallidos de desconfianza que irradiaban dentro y fuera a lo largo de la tarde podrían borrar. Solo parecía sentir la cautela de los habitantes mortales y algunos de los atlánticos con cabello canoso. Eran pocos y distantes entre sí. De lo contrario, todo lo que sentía era curiosidad y sorpresa. Nadie, ni siquiera aquellos que se inclinaban con un sentido de cautela, fue grosero o amenazante. Eso podría haber sido por Sasuke, Naruto y los lobos. También podrían haber sido por los Guardias de la Corona, vestidos de blanco, que vimos poco antes de recoger la flor, su presencia una evidencia clara de que los padres de Sasuke sabían que nos movíamos por la ciudad. O podría haber sido lo que habían oído sobre mí, sobre lo que era capaz de hacer.
De cualquier manera, honestamente, no me importaba un comino. Me estaba divirtiendo a pesar de las preguntas sin respuesta, la sombra de los Unseen persistiendo sobre nosotros, lo que había hecho por la niña en el jardín, y todo lo que necesitaba ser decidido y hecho. Cuando Sasuke me preguntó si quería dar un paseo por la ciudad, dudé. Necesitábamos hablar con sus padres. No solo les debíamos eso, sino que también existía la posibilidad de que tuvieran algunas de las respuestas a las preguntas que teníamos. Pero Sasuke me había besado y dijo:
—Tenemos el mañana, Saku, y el ahora. Tienes la oportunidad de decidir cómo quieres pasarlo.
Quería esas respuestas. Quería asegurarme de alguna manera de que sus padres no… bueno, no pensar en que yo era una amenaza. Pero con mis músculos aún relajados y mi sangre todavía caliente de esos momentos perversos en el jardín, había decidido que quería pasar ahora mismo explorando. Disfrutando de mí misma. Viviendo.
Y eso fue lo que hicimos.
Caminábamos con paso firme hacia la parte baja de la ciudad y hacia las playas relucientes, pasando edificios con mesas de comedor al aire libre llenas de gente charlando y compartiendo comida. Naruto los había llamado cafés, y sabía que lugares como esos existían en Solis, pero solo los había visto en Masadonia, y desde la distancia. Nunca había estado dentro de uno. Apenas habiendo experimentado una delicia helada hecha de hielo picado y fruta, no nos aventuramos dentro de ninguno de los cafés. Sin embargo, Sasuke se detuvo cuando llegamos a un edificio estrecho y sin ventanas, dirigiéndome hacia un lado. Había algunos bancos de piedra entre los pilares de una amplia columnata.
—¿No dijiste que te interesaban los museos?
La sorpresa parpadeó a través de mí. En nuestro viaje a Skotos cuando nos fuimos de Spessa's End, les mencioné a Iruka y Neji cuando hablaron sobre los diferentes conservatorios de Atlantia, que nunca me habían permitido ingresar a uno en Solis. No me había dado cuenta de que Sasuke había estado prestando atención, y tampoco esperaba que él recordara algo que yo había olvidado.
Asentí mientras resistía el impulso de envolver mis brazos alrededor de él como una de las pequeñas criaturas peludas que colgaban de los árboles por la cola en los bosques cerca de Elysium Peaks. No pensaba que a Sasuke le importara, pero Naruto probablemente suspiraría.
—¿Te gustaría entrar? —preguntó Sasuke.
—Me gustaría —Ansiosa por ver algo de la historia de Atlantia, me las arreglé para subir los escalones junto a Sasuke y Naruto, moviéndome a un ritmo tranquilo.
El interior estaba tenuemente iluminado y un poco estancado, oliendo levemente a alcanfor. Cuando pasamos por una escultura de piedra caliza de una de las diosas, Naruto explicó que no había ventanas, para que la luz no afectar a las pinturas o esculturas. Y había muchas pinturas de los dioses, juntos e individualmente. Fue fácil distinguir los que representaban a Jiraya ya que su rostro siempre estaba oscurecido por una luz brillante, o sus rasgos simplemente no se mostraban en detalle.
—¿Recuerdas lo que te dije sobre cómo lo representaban con un lobo?—dijo Naruto, atrayendo mi mirada hacia una pintura del Rey de los Dioses de pie junto a un lobo alto, de color negro grisáceo.
—¿Esto representa su relación con los lobos?
Naruto asintió. Había muchas así, incluso pequeñas esculturas de Jiraya con un lobo a su lado. Y más abajo en el largo muro había un bosquejo con un lobo blanco dibujado detrás de él, que simbolizaba su capacidad para tomarla forma de un lobo.
—Me pregunto qué hay en los museos de Solis —dije mientras nos deteníamos frente a una pintura de la diosa Ione, acunando a un bebé envuelto en pañales— ¿Tienen pinturas como esta? ¿Las copiaron?
—¿Es cierto que solo la clase alta podía entrar a los museos? —preguntó Naruto.
Asentí con el estómago agrio.
—Sí. Solo los ricos y los Ascendidos. Y muy pocos mortales son ricos.
—Ese es un sistema de castas arcaico y brutal —Los ojos de Sasuke se entrecerraron sobre un paisaje de lo que parecía ser Saion's Cove— Uno puramente diseñado para crear y fortalecer la opresión.
—Creando una brecha entre quienes tienen acceso a todos los recursos, y aquellos que no tienen acceso a ninguno —dije, mi pecho volviéndose pesado— ¿Y Atlantia realmente no es así? ¿Ni siquiera un poco?—Lo último dirigido a Naruto, mientras pensaba en aquellos que necesitaban que se les recordara quiénes eran los lobos.
—No somos así —dijo— Atlantia nunca ha sido así.
—Eso no significa que hayamos sido perfectos —La mano de Sasuke pasó a través de mi cabello— Ha habido conflictos, pero el Consejo de Antigos fue formado para evitar que alguien haga una elección o decisión que podría poner en peligro a la gente de Atlantia. Eso no significa que la Corona no tenga la máxima autoridad —explicó— Pero el Consejo tiene voz, y sería muy imprudente que sus opiniones no fueran escuchadas. Solo ha sucedido dos veces antes, y los resultados finales no fueron favorables.
—Cuando Madara Ascendió a Katsuyu, ¿y los demás comenzaron a seguir su ejemplo? —supuse.
Sasuke asintió.
—El Consejo estaba en contra de permitir que ocurriera, tenían la opinión de que Madara debería disculparse, hacer las cosas bien, y prohibir futuras Ascensiones.
—¿Y a qué te refieres con hacer las cosas bien? —Tenía la sensación opresora de que ya lo sabía.
—Se le aconsejó que se deshiciera de Katsuyu, de una forma u otra —dijo— No hizo ninguna de esas cosas.
—Y así, aquí estamos —murmuró Naruto.
Tragué.
—¿Y la otra vez?
Una expresión pensativa tensó los rasgos de Sasuke.
—Fue antes de que Madara gobernara, cuando había otras deidades. El Consejo se inició entonces, cuando los linajes comenzaron a superar en número a las deidades. El Consejo sugirió que era hora de que la corona se asentara sobre la cabeza de uno de los linajes. Eso también fue ignorado.
Obito no había mencionado eso en su sucia lección de historia… Si hubieran escuchado al Consejo, ¿las deidades habrían sobrevivido?
Una pareja con dos niños pequeños se inclinó apresuradamente cuando rodeamos una esquina. Su sorpresa al vernos era evidente en sus ojos muy abiertos. Mientras Sasuke y Naruto los saludaban con una sonrisa y palabras de saludo, vi que probablemente eran mortales. Seguí su ejemplo con el saludo, esperando que no pareciera tan rígida.
Caminando hacia un estuche que contenía lo que parecía ser una especie dejarrón de arcilla, dije:
—¿Puedo hacerles una pregunta a los dos y me pueden dar una respuesta honesta?
—No puedo esperar a escuchar lo que será —murmuró Naruto mientras Sasuke asentía.
Le lancé al lobo una mirada oscura.
—¿Parezco incómoda cuando me encuentro con las personas? —Podía sentir el calor invadiendo mis mejillas— ¿Como allá atrás, cuando dije hola? ¿Sonó bien?
—Sonabas como cualquier persona diciendo hola —Sasuke levantó una mano, apartando un mechón de cabello de mi cara— En todo caso, pareces un poco tímida, no incómoda.
—¿De verdad? —pregunté esperanzada— Porque yo… bueno, no estoy acostumbrada a interactuar realmente con la gente. En Solis, la gente realmente no solía reconocerme a menos que fuera en una situación en la que estaba permitido. Así que me siento rara, como si lo estuviera haciendo mal.
—No lo estás haciendo mal, Saku —Las líneas del rostro de Naruto se suavizaron— Suenas bien.
Sasuke dejó caer un beso rápido en el puente de mi nariz.
—Lo juramos.
Naruto asintió.
Sintiéndome un poco mejor después de escuchar eso, continuamos. Si fuera a convertirme en Reina, supuse que tendría que superar esas molestas inseguridades.
Insegura de cómo sucedería eso, pasamos lentamente al lado de más pinturas y estatuas, muchas de las cuales representaban dioses o ciudades fantásticas que se estiraban sobre las nubes. Sasuke afirmó que esas eran las ciudades en Iliseeum. Todas eran hermosas, pero me detuve frente a un dibujo a carbón. Algo en él se había descolorido, pero era claramente un boceto de un hombre sentado sobre un gran trono. La falta de rasgos me dijo que era Jiraya quien se sentaba allí, pero era lo que estaba sentado a sus pies lo que llamó mi atención, y la mantuvo. Dos felinos extraordinariamente grandes descansaban ante él, con la cabeza inclinada hacia su dirección. Mis ojos se estrecharon mientras inclinaba la cabeza hacia un lado.
—Este es un dibujo muy antiguo —dijo Sasuke mientras pasaba su mano ociosamente por mi espalda— Supuestamente dibujado por una de las deidades.
Me tomó un momento darme cuenta a lo que esos gatos dibujados me recordaban.
—¿Son gatos de las cavernas?
—No lo creo —respondió Naruto mientras miraba el dibujo.
—Se parecen a ellos —dije— Vi a uno de ellos una vez... —Fruncí el ceño mientras el sueño que había tenido mientras estaba en las criptas resurgía— O tal vez más de una vez.
Sasuke me miró.
—¿Dónde viste uno? ¿En una pintura o dibujado así?
—No —Negué con la cabeza— Había uno enjaulado en el castillo en Carsodonia.
Las cejas de Naruto se arquearon.
—No creo que eso sea lo que viste.
—Vi un gato tan grande como tú en tu forma de lobo —le dije— Sasori también lo vio.
Sacudió la cabeza.
—Eso es imposible, Saku. Los gatos de las cavernas han estado extintos durante al menos un par de cientos de años.
—¿Qué? No —Miré entre ellos. Sasuke asintió— Vagan por las Wastelands.
—¿Quién te dijo eso?—preguntó Sasuke.
—Nadie me dijo eso. Es solo... —me detuve, mi mirada volviendo al dibujo. Era algo que solo se sabía. Pero en realidad, fueron los Ascendidos quienes lo habían dicho. La Reina me lo había dicho cuando le pregunté sobre la criatura que había visto en el castillo— ¿Por qué iban a mentir sobre algo como eso?
Naruto resopló.
—¿Quién sabe? ¿Por qué han borrado dioses enteros y creado otros que no existen como Perus? Creo que solo les gusta inventar cosas— respondió, y tenía un buen punto.
Me quedé mirando a los dos gatos.
—Entonces, ¿qué había en esa jaula?
—Posiblemente otro gran gato salvaje —respondió Sasuke encogiéndose de hombros— Pero creo que se supone que estos dos felinos simbolizan a los hijos de Jiraya y su Consorte.
—Cuando dices hijos, ¿estás hablando de Theon o de todos los dioses?— pregunté.
—Sus hijos reales —confirmó Sasuke— Y Theon nunca fue su hijo real. Esa es otra cosa sobre la que los Ascendidos mintieron o simplemente malinterpretaron debido a sus muchos títulos.
Era muy posible que fuera una mala traducción. Los miré, pensando cómo uno de ellos fue el responsable de Madara.
—¿Podían convertirse en gatos?
—No estoy seguro —dijo Naruto— Nada que recuerde haber leído decía mucho, y no creo que la capacidad de Jiraya para cambiar fuera algo transmitido a sus hijos.
Por supuesto que no.
—¿Cuáles son sus nombres?
—Al igual que con su Consorte —dijo Sasuke— no se conocen. Ni siquiera sus géneros.
Arqueé una ceja.
—Déjame adivinar, ¿Jiraya fue super-protector con sus identidades?
Sasuke sonrió.
—Eso es lo que dicen.
—Suena como si fuera super-controlado r—murmuré.
—O tal vez realmente reservado —sugirió Naruto mientras se acercaba y tiraba suavemente del mechón de cabello que Sasuke había recogido antes— Siendo el Rey de los Dioses, estoy seguro de que buscaba privacidad donde sea que pudiera.
Tal vez.
A medida que avanzábamos por el museo, era difícil no pensaren esa pintura o en la criatura que había visto en esa jaula cuando era una niña. Recordé la forma en que el animal había merodeado en sus confines, desesperado, y con una aguda inteligencia en sus ojos.
