Ni la historia ni los personajes me pertenecen.


Capítulo 16

Terminamos compartiendo una cena de pescado recién asado y vegetales horneados en uno de los restaurantes más cerca al agua, acompañados por Iruka, quien había cambiado a su forma mortal en algún punto. Había preguntado si los otros lobos deseaban unírsenos, pero ellos habían escogido permanecer en sus formas de lobos, vigilando a cualquiera que se aventurara cerca de nosotros, incluyendo a los Guardias de la Corona.

No fue sino hasta después de que el sol había comenzado su descenso firme en el horizonte que llegamos a las playas. Lo primero que hice fue desabrochar mis sandalias. En el momento en el que mis pies se hundieron en la arena áspera, una sonrisa tiró de mis labios mientras un aluvión de recuerdos se elevaba dentro de mí; recuerdos de mis padres y Sasori, caminando a lo largo de otra playa. Mientras mis sandalias colgaban de mis dedos, y Sasuke envolvía su mano firmemente alrededor de la mía, miré hacia el mar, viendo las aguas claras volverse una sombra de plateado cuando la luna se elevó. Esas tardes en las playas del Mar Stroud se sentían como una vida diferente, hace siglos, y eso me entristeció. ¿Cuánto falta para que se volvieran recuerdos que se sintieran como si pertenecieran a alguien más?

Iruka, quien caminaba al frente, se giró para vernos.

—Si no estás cansada, hay algo adelante que podrías disfrutar, Sakura.

—No estoy cansada —Miré a Sasuke— ¿Tú lo estás?

Una sonrisa leve apareció mientras sacudía su cabeza. La mirada de Iruka se movió de Sasuke hacia Naruto antes de regresar a la mía mientras caminaba para atrás.

—Hay una celebración de una boda —explicó— Justo a la vuelta de la esquina.

—¿Podemos unirnos? Quiero decir, no me conocen…

—Te darán la bienvenida —interrumpió Iruka— A los dos.

—¿Quieres? —preguntó Sasuke. Por supuesto que sí. Asentí. Miró sobre su hombro hacia donde sabía que los miembros de la Guardia de la Corona nos seguían varios metros atrás— Gracias por sus ojos observadores. Eso será todo por esta noche.

Me giré justo para ver a varios guardias hacer una reverencia y luego girarse.

—¿Realmente se van a ir?

—Saben que no pertenecen a una celebración como esta —explicó Naruto— No es personal. Simplemente es así.

¿Simplemente es así?

Mis pies se hundieron en la arena húmeda mientras caminábamos alrededor de la esquina, los sonidos de risa y música volviéndose más fuertes. Había tanto que disfrutar: los gritos de felicidad, los toldos ondulándose con la brisa salada, las mantas gruesas y cojines esparcidos por la arena, y los grupos de personas amontonadas, bailando y hablando. Había tanta vida, tanta calidez y alegría, que inundaba mis sentidos, dejándome expuesta como un cable de alta tensión, pero de una forma que era agradable por primera vez. De una forma que quería. Mi mirada rebotó en todos lados, deteniéndose en aquellos moviéndose alrededor de las llamas.

—Durante esta clase de celebraciones, solo los lobos pueden bailar alrededor del fuego —explicó Sasuke, siguiendo mi mirada— Aunque apuesto que te lo permitirían. Eres su Liessa.

—Es extraño ser la reina de los lobos y no ser un lobo —dije, viendo a las personas envolver a Iruka mientras los lobos que habían estado siguiéndonos todo el día se apresuraban hacia adelante, desapareciendo en la multitud.

—Esta noche es acerca de celebrar —nos dijo Naruto— No tienes que preocuparte por nadie haciendo una reverencia o golpeando sus puños en la arena esta noche.

Una pequeña sonrisa apareció.

—¿Mi incomodidad de la última vez realmente fue tan notable?

—Sí —Sasuke y Naruto respondieron.

—Vaya —dije, agachando mi barbilla contra el brazo de Sasuke mientras sonreía.

Pero Naruto tenía razón. Cuando se alejó de nosotros, uniéndose a varios otros que estaban parados cerca de unas cuantas carpas con dosel, solo las olas y sonrisas nos saludaron. Quitándome las sandalias, Sasuke las botó en la arena y luego soltó sus espadas, poniéndolas en una sábana; una señal de que sentía que era seguro hacerlo aquí. Sentándose, me tiró hacia abajo así estaba ubicada entre sus piernas, de cara hacia la fogata.

Había perdido de vista a Iruka completamente mientras me relajaba en el abrazo de Sasuke, pero encontré a Naruto unos pocos segundos después, hablando con una mujer alta de cabello oscuro. Eso era todo lo que podía ver de ella desde la distancia.

—¿Con quién está hablando Naruto? —pregunté.

Sasuke miró sobre la cima de mi cabeza.

—Creo que su nombre es Lyra. Si esa es quien creo que es. Es un poco más joven que Naruto y yo, pero su familia es cercana a la suya.

—Oh —susurré, viéndolos y pensando en lo que Naruto una vez había dicho sobre amar y perder a alguien.

Nunca había explicado eso, pero lo que había sentido de su parte cuando habló era la clase de angustia que uno sentía cuando la persona que amabas ya no estaba en el ámbito de la vida. Me ponía feliz verlo con alguien, incluso si solo estaban hablando y riéndose. Aunque no es como si fuera a compartir eso con él. Probablemente lo consideraría una pregunta.

—¿Sabes cómo dijiste que era raro ser una reina para los lobos, pero no ser un lobo? —dijo Sasuke después de unos momentos— Me hizo pensar en cómo cuando te conocí, estaba buscando a la doncella, pero encontré a una princesa, una reina: mi esposa —Se rio, y sonaba como si fuera una de asombro— No lo sé. Simplemente me hizo pensar en cómo encuentras cosas que nunca supiste que necesitabas cuando estás buscando algo completamente opuesto.

—O cuando no estás buscando en absoluto —dije, mi nariz arrugándose— O quizás estaba buscando. Fui al Red Pearl esa noche porque quería vivir. Y te encontré.

Enroscó sus brazos a mi alrededor, apretando su abrazo. Un par de minutos adicionales pasaron mientras mirábamos a los lobos alrededor del fuego.

—¿Qué querrías estar haciendo ahora mismo si pudieras estar haciendo cualquier cosa? Excluyendo el ver a tu hermano o cualquier cosa que tenga que ver con lo que necesitamos hacer.

Mis cejas se levantaron por la pregunta inesperada. Dejando que mis sentidos se estrecharan en su dirección, sentí una sensación juvenil de curiosidad, una que trajo una sonrisa a mi rostro. Ni siquiera tenía que pensarlo.

—Esto. ¿Y tú?

—Estoy hablando en serio —dijo.

—Yo también. Querría estar haciendo esto, todo lo que hemos hecho hoy —dije— ¿Y tú?

—Lo mismo —dijo silenciosamente, y sabía que decía la verdad— Pero contigo desnuda y más sexo.

Me reí ruidosamente por eso porque también sentía que eso era verdad.

—Me alegra haber elegido pasar este momento de esta forma.

—A mí también —Presionó sus labios en mi mejilla.

Realmente no sabía cuándo tendríamos otro día como este, o en qué punto si quiera habría tiempo. Pero no quería pensar en las razones de por qué probablemente sería mucho tiempo. Así no era como quería pasar el ahora, así que miré a esos bailando alrededor del fuego con interés ávido, fascinada por el frenesí alegre de los contornos oscuros de sus cuerpos, cómo se movían de una pareja a la siguiente, ambos hombres y mujeres, con la clase de abandono imprudente que había compartido con Sasuke en el jardín. Lo que sentía de parte de ellos solo podía ser descrito como una liberación, como si bailaran para tirar las cadenas de lo que atacaba sus mentes y almas, y al hacerlo, encontraran la libertad.

Un cuerpo se alejó del fuego y se movió hacia nosotros. Sudor brillaba en los hombros desnudos de Iruka cuando se inclinó en la cintura. Cabello pálido caía por su frente cuando extendió un brazo.

—¿Te gustaría bailar?

Comencé a tomar su mano, pero la incertidumbre me llenó. ¿Era apropiado que lo hiciera?

Sasuke bajó su mejilla hacia la mía.

—Puedes bailar con él —Su brazo se aflojó alrededor de mi cintura— Puedes hacer lo que quieras.

Hacer lo que quieras.

Cuatro palabras que no había escuchado por la mayor parte de mi vida.

—No… realmente no sé cómo bailar.

—Nadie sabe —dijo Iruka, sonriendo— Hasta que lo hacen —Meneó sus dedos— ¿Qué dices, Sakura?

Emoción emergió en mí mientras mi miraba se disparaba sobre su hombro hacia las figuras moviéndose alrededor del fuego. Hacer lo que quieras. El aliento que me dejó fue embriagador. Girándome, enrollé mis dedos alrededor de la mandíbula de Sasuke y jalé su boca hacia la mía. Lo besé rápidamente.

—Te amo, Sasuke.

Su brazo se apretó brevemente a mi alrededor.

—Diviértete.

Girándome nuevamente hacia Iruka, puse mi mano en la suya.

—Saku —le dije— Llámame Saku.

Sonriendo, Iruka me jaló para ponerme de pie.

—Entonces vamos a bailar, Saku.

Con el estómago saltando, lo seguí hacia las llamas ondulantes. Iruka se volteó en mi dirección mientras la calidez del fuego se presionaba contra mi piel.

—Realmente no sé bailar —le dije con tono apenado.

—Mira a nuestro alrededor —Manteniendo sus dedos alrededor de los míos, cogió mi mano y la puso en su cadera antes de apoyar la suya en mi cintura— ¿Parece como si ellos supieran bailar? ¿O parece que se están divirtiendo?

Mirando alrededor, vi nada como lo que vi cuando me había escabullido a través de los pasillos traseros para espiar los bailes en el Gran Salón del Castillo Teerman. No había movimientos rígidos, tampoco todos estaban emparejados con alguien. Una chica con cabello rubio largo bailaba sola, sus brazos estirados sobre su cabeza mientras sus caderas se movían con el ritmo. Un hombre de piel morena también bailaba solo, su cuerpo moviéndose con gracia fluida. Parejas giraban alrededor de las otras, y otras bailaban tan cerca de las otras que era difícil decir en dónde terminaba un cuerpo y el otro comenzaba. Espié a Naruto con la mujer de cabello oscuro. Con sus brazos morenos-oscuros enrollados alrededor del cuello de él, eran una de las parejas que bailaban tan cerca que lenguas hubieran estado moviéndose en Masadonia. Naruto levantó a la mujer, girándola mientras ella lanzaba su cabeza hacia atrás y se reía.

—¿Qué ves? —empujó Iruka.

Arrastrando mi mirada lejos de ellos, lo miré.

—Se están divirtiendo.

Él sonrió.

—Puedes hacer eso, ¿verdad?

Eché un vistazo hacia donde Sasuke se sentaba en la sábana de felpa, un brazo apoyado en una rodilla doblada mientras nos miraba. Una pequeña parte de mí no estaba segura de que sabía cómo divertirme, pero… me había divertido hoy. Me había divertido cuando Matsuri y yo nos habíamos escabullido juntas para visitar el lago. No había estado pensando en divertirme esas veces. Solo estaba… viviendo. Y esa era la clave, ¿no es cierto? No sobre-pensar y solo vivir. Levanté la mirada hacia Iruka.

—Sí puedo.

—Lo sé —Su sonrisa se agrandó, y luego comenzó a moverse, dando pequeños pasos tambaleantes hacia la izquierda y luego la derecha.

Lo seguí. Sus pasos eran mucho más seguros, mientras que los míos eran rígidos, y estaba segura de que me veía estúpida, mis brazos rígidos y torcidos mientras agarraba su mano. Otros se movían más rápido alrededor de nosotros, pero mientras continuábamos bailando en nuestro pequeño círculo, me di cuenta de que cada uno de sus pasos estaba en sintonía con el ritmo firme de la batería. Mis músculos se relajaron, así como mi agarre en su mano. Iruka se alejó, levantando nuestros brazos conectados. La falda de mi vestido ondeaba alrededor de mis piernas cuando me giraba. El zumbido en mi pecho se desató mientras mi cabello se levantaba de mis hombros cuando me giró otra vez. Una risa silenciosa se me escapó, y luego una más ruidosa cuando levantó nuestros brazos una vez más y se giraba a sí mismo. Su mano regresó a mi cintura, y nos movimos más rápido en nuestro pequeño círculo, girando alrededor del fuego.

El zumbido en mi pecho encontró mi sangre cuando el dobladillo de mi vestido dio vueltas alrededor de mis tobillos. Una nueva mano se cerró alrededor de la mía cuando Iruka me soltó. Girando, me encontré sostenida por Naruto. Le sonreí.

—Hola.

Sus labios se arquearon hacia arriba.

—Hola, Saku —Se alejó, girándome. Me tropecé, riéndome cuando me atrapó—Me sorprendes.

—¿Por qué? —pregunté mientras me movía alrededor de las llamas.

—No pensé que bailarías —dijo, jalándome hacia su pecho húmedo— Nos honras al hacerlo.

Antes de que pudiera siquiera comenzar a preguntar por qué eso sería un honor, Naruto me giró hacia afuera, y otra mano se dobló alrededor de la mía. Me giré para encontrar que era Lyra quien ahora bailaba conmigo. Estábamos casi tan cerca como ella y Naruto lo habían estado, sus muslos revestidos de leggins rozando los míos con cada balanceo de sus caderas. Afianzando mi otra mano, nos movimos juntas alrededor del fuego. Mechones de cabello se pegaron a mi cuello y sienes mientras serpenteábamos dentro y fuera de esos fluyendo con el ritmo alrededor del fuego, cada uno girando hacia diferentes parejas. Sin parar, bailé, con personas que no reconocía y esos que conocía, y mientras tanto, ese zumbido en mi pecho y mi sangre vibraba en mi piel. Mi cabeza se inclinó hacia atrás, mi rostro expuesto hacia las llamas y la luz de la luna mientras revoloteaba hacia los brazos de Iruka y luego hacia los de Naruto, quien levantó mis pies de la arena. Agarrando sus hombros, me reí mientras me giraba alrededor y alrededor.

—Alguien está celoso —dijo él cuando mis pies tocaron la arena una vez más. Dimos vuelta…

La risa de Naruto hizo cosquillas en mi mejilla cuando Sasuke me enganchó por la cintura. Prácticamente caí contra él mientras decía.

—Definitivamente me estoy poniendo celoso.

—No, no lo estás —Todo lo que sentía de su parte era picante humeante— Estás…

—¿Qué? —preguntó mientras me guiaba lejos del fuego, de los bailarines, y de vuelta a las sombras salpicadas de luz de luna. Sin aliento, lo seguí con pies cosquilleantes.

—Estás excitado.

Bajó su cabeza, presionando mi frente contra la mía.

—¿Cuándo no estoy excitado a tu alrededor?

Me reí suavemente.

—Buena pregunta.

—Ciertamente, estoy más excitado de lo usual —Me atrajo hacia la sábana gruesa, jalando mi espalda hacia su pecho— Es tu culpa, sin embargo.

—¿Cómo es esto mi culpa?

Me meneé hacia atrás, sonriendo cuando lo escuché gemir.

—Es tu risa —Sus labios rozaron la piel húmeda de mi cuello— Nunca me acostumbraré a escucharla o pensar que lo haces lo suficiente —Su pecho se elevó bruscamente contra mi espalda, y sentí algo crudo y agudo de muy adentro suyo— Después de todo lo que pasó con Naori y mi hermano, juro por los dioses que nunca pensé que una risa pudiera destrozarme como la tuya lo hace. Y cuando digo que me destruye, quiero decir en la mejor forma, en la forma más completa. Y yo… —Un aliento tembloroso lo dejó— Solo quiero agradecerte por eso.

—¿Me estás agradeciendo? —Me giré tan lejos como pude en su abrazo, buscando su mirada y encontrándola— Debería estar agradeciéndote. Eres tú quien hizo posible que me riera sin remedio.

Dejó caer su frente contra mi cien.

—¿Sí?

—Sí —dije, enroscando mi mano alrededor de la parte trasera de su cuello— Estoy viviendo gracias a ti, Sasuke, y quiero decir eso literal y figurativamente. ¿Piensas que no me mereces? En realidad, a veces me pregunto si no te merezco.

—Saku…

—Es verdad —Aprieto la parte trasera de su cuello— Nada que digas puede cambiar eso, pero lo sé. Sé aquí —Presiono mi palma contra mi pecho— Que haría cualquier cosa por ti. Sé que harías cualquier cosa por mí. Lo has hecho, y nada en este reino o cualquier otro alguna vez cambiaría eso o cómo me siento por ti. Nada debería hacerte olvidar alguna vez que esa risa es gracias a ti.

Temblando, presionó sus labios contra mi cien y luego dobló un brazo alrededor de mi cintura, apoyando su mano en mi cadera, donde sus dedos trazaron círculos ociosos. No dijo nada mientras apoyaba su barbilla encima de mi cabeza, y yo tampoco. Las palabras no siempre eran necesarias, e inherentemente, sabía que este era uno de esos momentos.

Simplemente fuimos mientras mirábamos a esos bailando alrededor del fuego dividirse en grupos más pequeños, algunos separándose hacia donde las olas menguaban y fluían sobre la arena, y otros dentro de las carpas con toldo. Vi a Naruto una vez más. Estaba con quien pensábamos que era Lyra. O al menos eso pensé. Honestamente no podía estar segura. Su brazo estaba alrededor de los hombros de la mujer, su cabeza inclinada hacia la de ella mientras caminaban dentro de las sombras de los acantilados.

Alejé la mirada, mirando a los que todavía estaban en el fuego por un par de minutos antes de mirar nuevamente hacia los acantilados. Mis labios se abrieron. No tenía idea de cómo Naruto y la mujer habían llegado de donde los había visto por última vez a él recostándose en la arena y ella arrodillándose entre sus piernas, sus manos en la dirección general de un área que definitivamente sería considerada traviesa.

—¿Están…? —Inhalé una respiración brusca cuando la cabeza de Naruto cayó hacia atrás.

Mis ojos se ampliaron. La risa de Sasuke era oscura y suave.

—¿Todavía necesitas que responda esa pregunta?

Tragué.

—No.

La mano en mi cadera continuó moviéndose en pequeños círculos distractores mientras veía a quien pensaba podría ser Lyra mover su cabeza de adelante hacia atrás de una forma que me recordó cómo me movía contra Sasuke.

—¿Estás escandalizada? —susurró Sasuke.

¿Lo estaba? No estaba segura. Quizás debería estarlo porque definitivamente no debería estar mirando. Cada decoro social que había exigía que alejara la mirada y pretendiera que no tenía idea de lo que estaban haciendo. Pero sí sabía. Había leído sobre el acto en el que Lyra estaba participando ahora en el diario de la señorita Shizune. Mi corazón latía fuertemente. Era como cuando Sasuke me besaba entre los muslos, excepto que por la forma en la que Shizune lo había descrito, era menos besos y lamidas, y más… succiones. Todo ese acto me había confundido enormemente cuando leí por primera vez sobre eso, pero eso fue antes de haber aprendido que había toda clase de actos que uno podía hacer con cualquier parte de las partes del cuerpo.

—¿Tomaré tu no respuesta como un no? —cuestionó Sasuke.

Sintiendo mis mejillas calentarse, arrastré mi mirada hacia el fuego en donde personas se sentaban y hablaban, ya sea inconscientes de lo que estaba pasando en las sombras o sin importarles.

—Dijiste que a los lobos les gustaba las demostraciones públicas de afecto.

Se rio otra vez.

—Lo hice, y son muy abiertos con sus… afectos. No sienten ninguna vergüenza al hacerlo. Estoy segura de que en algún punto definitivamente verás un culo desnudo o dos.

Me gustaba que no sintieran vergüenza, posiblemente nunca incluso sabiendo la amargura de esa emoción atada a tales acciones. Había una libertad envidiable en eso, en existir y ser tan libre y abierto.

—Si te incomoda, no te sientas avergonzada por decirlo —dijo Sasuke silenciosamente— No tenemos que quedarnos, y podemos irnos cuando quieras.

Su oferta tiró de mi corazón, y giré mi cabeza, besando la parte inferior de su mandíbula.

—Gracias por decir eso, pero no estoy incómoda.

—Está bien —dijo, inclinando su cabeza y besándome.

Y realmente no lo estaba mientras me apoyaba en Sasuke, descansando mi cabeza contra su pecho. Si no había vergüenza en sus acciones, entonces no había ninguna en mi corazón. Pero realmente no debería estar mirando, y eso era exactamente lo que estaba haciendo, mi mirada encontrando donde Naruto y Lyra se habían ido con bastante precisión infalible. Vi a Lyra poner una mano en su pecho, empujándolo hacia atrás cuando comenzaba a sentarse o… a alcanzarla. Ella estaba en control de sus acciones mientras Naruto se retiraba para apoyarse en sus codos, una confianza en ella mientras su cabeza se movía, una mano siguiendo los movimientos.

Realmente debería haber mantenido mis sentidos bloqueados cuando me enfoqué en Lyra, pero sentí ese control que había asumido que estaba ahí, mezclado con calidez ahumada. El calor en mis mejillas incrementó, bajando por mi cuello mientras me movía, estirando mi pierna. Mi respiración se detuvo cuando los dedos de Sasuke se movieron un escaso par de centímetros de mi cadera hacia la izquierda, todavía moviéndose en esos pequeños círculos enloquecedores. Y realmente, realmente no debería haber dejado que mis sentidos se abrieran cuando mi mirada se movió hacia Naruto. El sabor picante se reunió en la parte posterior de mi garganta y abajo en mi cuerpo, el lugar del cual los dedos de Sasuke estaban tan peligrosamente cerca. Cerré mis sentidos antes de husmear más, pero…

—¿Saku?

—Sí —susurré cuando Lyra pareció inclinar su cabeza, presionándose imposiblemente cerca del cuerpo de Naruto.

—¿Estás viéndolos? —preguntó Sasuke, su voz llena de humor.

Una negación se elevó a la punta de mi lengua.

—Si es así, no serías la única, y ellos tampoco son los únicos siendo vistos —dijo él, uno de sus dedos estrechándose sobre el material delgado de mi vestido— No encuentran vergüenza en ningún acto de afecto, ya sea que estén involucrados en él, sean observadores casuales… o más observadores activos.

¿Observadores activos? Mi mirada deambuló a través de toldos ondulantes y las profundidades oscuras adentro, a donde un brazo delgado hizo una seña hacia otro que había estado sentado en la arena afuera. El hombre bajó la botella de lo que había estado bebiendo y se levantó, agachándose cuando entró al espacio debajo del toldo, donde contornos oscuros de cuerpos se movían en unísono. Se unió a ellos mientras Sasuke se movía detrás de mí otra vez, inclinándose hacia adelante para deslizar su mano debajo de donde el dobladillo de mi vestido estaba recogido en mis rodillas. Mi corazón podría haber tartamudeado cuando arrastró esos dedos por la longitud de mi piel desnuda, de alguna forma arreglándoselas para mantener la falda del vestido en su lugar. Los dedos en su mano derecha continuaron arrastrándose más y más abajo mientras veía al hombre arrodillarse detrás del que se movía encima. Mi pulso golpeaba mientras los dedos de Sasuke vacilaban debajo de mi vestido en la V de mis piernas.

Un ligero temblor de anticipación teñido con incertidumbre me atravesó, seguido de una torcedura aguda en mi mero centro.

—Saku, Saku, Saku —murmuró Sasuke mientras un dedo encima del vestido alcanzaba el manojo de nervios sensible— ¿Lo que estás viendo en esa carpa responde cualquiera de las preguntas que podrías haber tenido acerca de cómo tres amantes pueden disfrutar el uno del otro?

¿Sí? ¿No? Vi a la mujer que había estado montando al hombre debajo de ella congelarse, su espalda arqueándose cuando el hombre detrás de ella la jaló más cerca de su pecho.

—El recién llegado está ya sea moviéndose dentro de ella o contra ella —explicó Sasuke mientras su dedo se movía en esos malditos círculos sobre el vestido y a lo largo de mi muslo y cadera— ¿El diario de Shizune explicó los detalles técnicos de eso?

El calor de mi piel había entrado en mis venas, agitando mi sangre mientras asentía.

—Lo hizo —Humedecí mis labios— Sonaba como si pudiera ser… doloroso.

Nadie parecía tener dolor y nadie parecía estar prestando atención a dónde nos sentamos en nuestra manta. Me entró una falta de aliento mientras separé lentamente mis muslos y pregunté:

—¿Están participando en la Unión?

—No lo sé —Los dedos contra mi piel desnuda se deslizaron hacia el punto de dolor. Un sonido estrangulado me abandonó cuando perezosamente pasó un dedo por la humedad acumulada allí— No se requiere unirse para tales actos.

—¿Tù…? —Mordí mi labio cuando su dedo atravesó mi carne.

Todo mi cuerpo se sacudió, sufrió espasmos, como los tres en la tienda. Yo realmente necesitaba dejar de mirar. Y, por supuesto, me encontré mirando hacia donde estaban Naruto y Lyra. Se estaban besando ahora, pero su brazo todavía se movía en sus caderas en un ritmo lento.

—¿Yo qué?

Mi pulso palpito cuando el dedo de Sasuke se hundió lentamente dentro y fuera de mí mientras él continuó tocando la carne sensible, dejé de quedarme quieta antes de incluso empezar a intentarlo. Levanté mis caderas contra su mano mientras obligaba a mi cerebro a recordar cómo formar palabras.

—¿Alguna vez has hecho eso? ¿Lo que están haciendo bajo la carpa?

Sus labios se movieron por el costado de mi garganta, tirando suavemente de la piel de mi cuello.

—Lo hice —Mordió mi carne, exprimiendo un grito ahogado de mi— ¿Eso te molesta?

Parte de la pasión se desvaneció lo suficiente como para preguntarme:

—¿Por qué habría de hacerlo?

—El pasado de algunos acecha el futuro de otros—dijo, sus manos quietas.

Mis cejas bajaron mientras mi mirada parpadeaba.

—Tienes más de doscientos años, Sasuke. Me imagino que has hecho todo tipo de cosas.

Sus dedos se movieron de nuevo.

—¿Con todo tipo de personas?

La forma en que dijo eso me hizo reír.

—Sí.

Aunque mi sonrisa se desvaneció porque quería preguntarle si había hecho eso con Naori. Un momento después, yo me di cuenta de que podía simplemente hacer la pregunta. Así que lo hice.

Sasuke me besó el cuello.

—No, Saku. No lo hicimos.

Sorprendida, comencé a mirarlo, pero curvó su dedo, golpeando un punto dentro de mí que hizo que mis piernas se pusieran rígidas y los dedos de mis pies se doblaran hacia la manta.

—¿P-por qué no?

—Éramos amigos, y luego fuimos más —dijo, la tensión se curvó más y más profundo dentro de mí mientras mi mirada atravesaba el fuego, las marquesinas, y las sombras. De alguna manera, mi atención terminó en Lyra y Naruto. Ellos ya no no se besaban. La cabeza de Lyra estaba de nuevo en su cintura, y la mano de èl estaba enrollada en su cabello, moviendo las caderas— Pero nuestra relación nunca fue una de necesidad cruda. Eso no significa que me preocupara menos por ella, pero no como esto. No había una necesidad constante de estar dentro de ella en todos los sentidos imaginables, e incluso formas en las que aún no se ha pensado. Nunca me encontré constantemente hambriento, y creo que lo necesitas para encontrarte explorando esas cosas con alguien con quien estás comprometido —dijo, y mi respiración se hizo más corta y menos profundo— Nunca tuve lo que tengo contigo con ella, Saku.

No sé si fueron las cosas que le estaba haciendo a mi cuerpo, lo que estaba a nuestro alrededor o sus palabras, pero me tambaleé en ese borde y luego caí sobre él, cayendo y estrellándome como las olas rodando contra la playa. La liberación demoledora me dejó temblando.

Una vez que mi corazón se desaceleró lo suficiente como para que se despejara la niebla inducida por el placer, volví mi cabeza hacia él.

—¿Tú... quieres hacer eso conmigo?

Me besó mientras sacaba la mano de debajo de mi vestido.

—Quiero hacer todo lo imaginable y cosas en las que nadie ha pensado contigo —dijo— Pero solo te necesito a ti, Saku. Ahora. Siempre.

Mi corazón dio un vuelco y luego se aceleró cuando mi pecho se hinchó con tanto amor, sentí como si pudiera flotar directamente hacia las estrellas. Me retorcí en su abrazo, agarrando sus mejillas mientras me ponía de rodillas.

—Te quiero.

Lo besé, esperando que todo lo que sentía por él se pudiera comunicar con ese beso, y luego decidí que el beso no era suficiente. Un temblor de emoción barrió a través de mí mientras me balanceaba hacia atrás, agarrando sus manos.

—Quiero ir a algún lugar... mas privado.

El ónix brillaba desde dentro de unos ojos sensuales y encapuchados.

—Podemos volver...

—No —No quería esperar. Si lo hiciera, perdería los nervios— ¿No hay un lugar privado por acá?

Las puntas de sus colmillos se hicieron visibles mientras se mordía el labio inferior, y miró por encima del hombro.

—Sí —dijo— Lo hay.

Sin decir palabra, nos levantamos. Bajo la luz de la luna, Sasuke me condujo más abajo en la playa, donde no había visto las dunas llenas de árboles en la oscuridad. Me guió alrededor del primer afloramiento de árboles y luego se detuvo. Estaba tan oscuro que apenas pude distinguir sus rasgos mientras me miró.

—Estás tramando algo, ¿no?

—Tal vez —admití, agradecida por las sombras más pesadas aquí mientras me agarré de la parte delantera de su camisa y me estiró, llevando su boca a la mía.

Mi corazón palpitaba cuando nuestras lenguas se tocaban y bailaban, tanto como lo había hecho alrededor del fuego. Nos besamos y nos besamos, y aunque él tenía que saber que no era por esto que buscaba privacidad, no me apresuraba. El solo siguió mi ejemplo sin decir nada mientras presionaba pequeños besos en la base de su garganta. Deslizando sus palmas arriba y abajo de mis brazos, permaneció en silencio mientras bajaba mis manos asu pecho. Cuando llegué a su estómago, caí de rodillas. Sus manos se apartaron de mí, flotando a mis costados mientras desenganchaba el botón de sus pantalones, sintiendo el rígido grosor allí. El sabor de la especia ahumada consumió mis sentidos cuando metí la mano, envolviendo mis dedos alrededor de su piel dura y cálida. Estaba respirando pesadamente ahora, y mi corazón se aceleró cuando lo saqué. Su piel se sentía como acero calentado envuelto en seda mientras me inclinaba hacia adelante, deteniéndome cuando lo sentí tener espasmos en mi mano.

—Saku —gruñó. Levanté la mirada, momentáneamente aturdida por las motas de oro brillante en sus ojos. Un escalofrío se abrió camino a través de él— No tienes que hacer esto.

—Quiero hacerlo. —le dije— ¿Quieres que lo haga?

—Puedes hacerme cualquier cosa y yo lo querré —Otro temblor recorrió su camino a través de él— ¿Esto? ¿Mi polla en tu boca? Tendría que estar muerto y ser nada más que ceniza para no querer eso.

Mis labios se crisparon.

—Eso es... algo halagador.

Ahogó una risa áspera.

—Tú eres…—Él gimió mientras yo deslizaba mi dedos desde la base hasta la punta.

—¿Soy qué?

Sus dedos tocaron mi mejilla.

—Todo.

Sonriendo, bajé la cabeza. El sabor salado de su piel fue una sorpresa, bailando sobre mi lengua. Tentativamente, moví mi mano a lo largo de su longitud, explorando mientras lo metía más profundamente en mi boca, como había leído en el diario de Shizune.

—Saku —gimió Sasuke, su palma tocando mi mejilla.

Ella había escrito sobre otras cosas, cosas que me recordaban lo que Sasuke había hecho por mí, y no estaba segura de si lo disfrutaría o no. Pero yo… quería hacer esas cosas. Pasé mi lengua por su piel tensa, encontrando una pequeña hendidura debajo de la cresta de su cabeza y haciendo girar mi lengua sobre ella.

—Mierda —Su cuerpo se sacudió— Yo... no me esperaba eso.

Luchando contra una sonrisa, lo hice de nuevo y él maldijo.

—¿Leíste sobre eso en el libro de la señorita Shizune?

Tarareé un acuerdo, y el acto pareció vibrar a través de él. Todo su cuerpo se flexionó y lo sentí palpitar.

—Joder —dijo con voz ronca— Me encanta ese maldito diario.

Entonces se me escapó una risa y, según la forma en que sus caderas se sacudieron, me gustó cómo se sentía. No había nada en el diario de la señorita Shizune sobre reír mientras hacía esto, pero cuando curvé mi mano alrededor de su base, me detuve de pensar en ese maldito diario y deje que el instinto se haga cargo. Moví mi lengua a través de la cabeza de su polla, maravillándome de su reacción, ante el movimiento el calor inundó mis sentidos.

Me gustó hacer esto. Me gustaba saber que lo disfrutaba.

Su mano se deslizó de mi mejilla mientras sus dedos pasaban por mi cabello. Ahuecó la parte de atrás de mi cuello, pero no puso ninguna presión allí. Todo lo que hizo fue mover el pulgar, masajeando suavemente los músculos. Era una…presencia de apoyo mientras continuaba dejándome conocer qué hacía que su cuerpo se moviera en empujes cortos y superficiales, lo que provocó que se quedara sin aliento y lo que hizo que el sabor picante se intensificara.

Me di cuenta de algo. No solo me gustaba esto, también disfrutaba del control, la forma en que podía ralentizar su respiración o aumentar la forma en que latía contra mi lengua solo por la presión de mi boca, o lo fuerte o suave que chupaba su piel.

—Saku, no soy... dioses, no voy a durar mucho más —Su agarre en mi cuello se tensó mientras se mecía contra mi mano, en mi boca— Y yo no sé si ese diario habló de lo que pasa.

Lo hizo. Y yo quería eso. Quería sentirlo terminar, experimentar eso, sabiendo que lo había llevado a ese punto. Levanté mi mano a lo largo de él, cerrando mi boca sobre su cabeza. Gritó mi nombre, y luego sus caderas se pusieron rígidas mientras pulsaba y sufría espasmos contra mi lengua. Apenas había terminado, y antes de que pudiera sentirme bastante orgullosa de mi misma, se arrodilló ante mí y me apretó las mejillas. Inclinando su cabeza a un lado, su boca estaba de repente sobre la mía, su lengua contra la mía.

El beso fue tan exigente como adorador, devorador, no quedaba espacio para cualquier otra cosa.

Sasuke levantó la cabeza y sus ojos se clavaron en los míos.

—Tú —dijo, su voz gruesa y tono reverente— Todo lo que siempre necesito eres tú. Ahora. Siempre.