Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer, la autora de esta hermosa historia es la autora FyreByrd y la traducción es de AlePattz, Sullyfunes01 es nuestra prelectora.

Thank you Fyrebyrd for allowing us to share this beautiful story in Spanish.

[Traducido por EriCastelo en apoyo a AlePattz]


Capítulo 39: Área de descanso

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Día 130

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EPOV

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Día 45

"Pasamos ahora al caso local de los bebés cambiados al nacer. La madre de uno de los niños ha sido detenida..."

"...Parker intentó extorsionar a los Masen... "

"... Ella renunció a sus derechos alegando depresión postparto, solo para descubrir años más tarde que no era su hijo en absoluto. Supimos de ella antes del arresto..."

"Esta es Robin Roberts trayéndoles una actualización de un caso que hemos estado siguiendo en Seattle. Hace unas semanas les trajimos una entrevista con María Masen, quien ahora sabemos se llama María Parker. Ella estaba haciendo una súplica para volver a la vida de su hijo después de descubrir que fue cambiado al nacer con otro bebé. Ahora está acusada de extorsión y chantaje en ese mismo caso. Supuestamente, intentó extorsionar a su exesposo y a la nueva señora Masen. Nos aseguraremos de darles más detalles a medida que se aclaren".

Aprieto el puto botón de apagado del control remoto y la tele se queda en silencio. Claro, estos titulares son más agradables que los de ella defendiendo su caso, pero preferiríamos que todo desapareciera, que fuera como si nunca hubiera existido.

Suspirando, me levanto para preparar pancakes. Reúno los ingredientes y los mezclo casi que en piloto automático. He hecho esta receta miles de veces, ya que son nuestros favoritos. Mientras trabajo, dejo que mi mente se calme y me concentro en lo bueno. Esta es la primera mañana de nuestro hijo en casa y cada día progresa más.

Justo cuando lleno la primera plancha, unos cálidos brazos me rodean la cintura y un cuerpo se curva contra mi espalda. "Buenos días", dice Bella con su voz teñida de sueño.

Disfruto de la sensación de tenerla a mi alrededor por un momento antes de girarme hacia ella y rodearla con mis brazos. Con su cabeza debajo de mi barbilla, la balanceo suavemente de un lado a otro. "Buenos días, nena".

"Huelo a plátano", dice en voz baja, pero con una sonrisa.

Me río suavemente. "Por supuesto. Solo lo mejor para el primer desayuno de nuestros hijos juntos en casa".

Me pasa las palmas de las manos por la espalda y levanta la cabeza para mirarme con un brillo en los ojos. "Sabía que había una razón por la que te amo tanto".

Aprieto brevemente mis labios contra los suyos, me retiro y sonrío. "Espero que no sea la única razón".

Con la cara lo más seria posible, responde: "No, estoy segura de que es la única razón".

"¿Ah, sí?", la desafío con las cejas levantadas. "A ver si puedo recordártelo". Mis labios se dirigen a su clavícula expuesta. Con la boca abierta, le doy besos calientes con la lengua por las delicadas líneas, me acerco y subo por su cuello.

Ella se inclina, permitiéndome el acceso. "Me viene algún tipo de recuerdo a la memoria", dice con voz ronca.

Continúo hasta el punto justo detrás de su oreja y me aferro a ella, chupando un poco más fuerte. Un suave gemido se escapa de sus labios. Mi lengua recorre el borde de su oreja antes de cerrar la boca sobre el lóbulo y tirar. Sus manos se enredan en mi pelo y atraen mis labios hacia los suyos.

Tras un apasionado beso, se separa, pero mantiene mis labios a escasos centímetros de los suyos. "Ahora lo tengo todo muy claro; gracias por recordármelo". Se le levanta ligeramente la comisura del labio y arruga la nariz. "Huelo a pancakes quemados. Se tapa la boca con la mano y se aleja del fuego.

Doy un respingo y vuelvo a la plancha. Efectivamente, el primer lado está carbonizado hasta quedar irreconocible. Me arriesgo a mirar a Bella y me encojo de hombros. "Lo siento, nena".

Los tiro a la basura y saco la bolsa, dejo la puerta abierta con la esperanza de eliminar el olor. A continuación, añado mantequilla y sirvo un nuevo juego de pancakes en la plancha caliente.

Lentamente, Bella se lleva la mano a la boca. El olor debe de ser tolerable, porque esboza una sonrisa de satisfacción. "¿Se te ha quemado algo ahí, chef?", pregunta inocentemente.

Niego con la cabeza. "Maldad. Pura puta maldad", bromeo.

Ella se acerca y yo retrocedo. "No toques al cocinero". Señalo con la espátula para dejarla entre nosotros.

Alarga la mano y, justo cuando estoy a punto de alejarme de sus maneras de seductora, la cierra sobre el mango de mi utensilio. "Yo me encargo. ¿Por qué no vas a ver cómo están los niños?"

"¿Estás segura? Esto parece un truco". Suelto lentamente la espátula.

Ella levanta una ceja e inmediatamente se gira para empezar a darle la vuelta a los pancakes.

"De acuerdo entonces". Me dirijo a las escaleras, pero al pasar junto a ella recibo un golpe en el culo. Me detengo y me doy la vuelta, pero ella sigue con los ojos fijos en la plancha y esboza una sonrisa pícara. Sacudo la cabeza y sigo subiendo.

Cuando empujo la puerta del cuarto de los chicos, me sorprende lo que encuentro. Seth ya está levantado, pero en un rincón, jugando tranquilamente con su coche alrededor de su pista de juguete. Sam está tumbado a su lado con la cabeza entre las patas.

Me acerco y me pongo en cuclillas a su lado. "¿Qué haces, colega?"

Se pasa el dedo por el labio. "Shh, Jake todavía está durmiendo", susurra.

Esta información me hace fruncir el ceño. Normalmente, el que se despierta primero levanta al otro y bajan las escaleras. "¿No suelen despertarse el uno al otro?"

"Sí, papá". Seth suspira. "Pero Jake necesita dormir más para seguir mejorando".

Estupefacto por la perspicacia de mi hijo, no acierto a responder. "Ah, de acuerdo". Me levanto y le tiendo la mano. "Bueno, baja a desayunar y Jake puede hacerlo cuando se despierte".

Seth niega con la cabeza. "No, está bien, papá. Sam y yo bajaremos con Jake".

Tengo que parpadear rápidamente para disipar la humedad ante el nivel de amor que se tienen mis chicos. "Está bien, amigo", digo, mi voz ahora ronca. "Te lo mantendré caliente".

Saliendo de la habitación, un pequeño suspiro escapa de mis labios.

Qué jodida vida he tenido la suerte de tener.

Día 47

"Garrett Taylor."

"Sr. Taylor, soy Edward Masen."

"Por favor, llámeme Garrett. Es bueno saber de usted, especialmente con todas las noticias que circulan. ¿Qué puedo hacer por ustedes?"

"Me gustaría programar otra entrevista. Para aclarar las cosas".

"Con mucho gusto, Sr. Masen. ¿Tiene algo específico en mente?"

"Bella y yo hemos estado hablando de ello y nos gustaría sentarnos formalmente y responder a cualquier pregunta que pueda tener para abordar nuestra situación. Ahora que han detenido a mi exesposa, la información vuela y la gente especula. Nos gustaría aclarar los hechos sin perder la integridad del caso contra ella. Esperaba que su periódico fuera el mejor vehículo para lograrlo".

"Será un honor ser su fuente de confianza para difundir la información. ¿Cuándo le gustaría hacerlo?"

"¿Le viene bien mañana por la tarde?"

"No hay problema. ¿Dónde le gustaría reunirse?"

"¿Conoces la oficina de Bella?"

"¿Por qué clase de periodista me toma? Claro que sé dónde trabaja la señora Masen".

"Estábamos pensando en su oficina a las cuatro. ¿Le parece bien?"

"Eso funciona perfectamente. Hasta mañana".

Día 48

En cuanto salimos del ascensor, Tanya se levanta de su asiento y se dirige directamente hacia mi esposa. Aunque nos estaba esperando, no puede contener su emoción por tener a Bella de vuelta en la oficina, aunque solo sea para dar una entrevista.

Va directa al abrazo, apartando a mi mujer de mí. "Me alegro mucho de verte, Bella".

Las dos sonríen cuando se separan. "Yo también me alegro de verte, Tanya. ¿Has podido buscar eso que te pedí?"

Tanya asiente y sonríe más. "Sí, lo hice. Tengo una carpeta recopilada para que te la lleves a casa".

Bella simplemente le sonríe y tengo que preguntarme qué están planeando estas dos. "Muy bien, ¿qué es eso de lo que estamos hablando?". pregunto, mirando entre ellas.

Bella me toca un botón de la camisa y sonríe tímidamente. "¿Quién dijo que es algo que te interese?"

Resoplo.

Ella pone los ojos en blanco y me da una palmadita en el pecho. "No seas infantil. Es una sorpresa".

Me cruzo de brazos. "Odio las sorpresas".

La risa de Bella resuena por toda la habitación. "Lo dice el hombre que me sorprendió con una boda y me pidió que me casara con él dos días antes".

Antes de que pueda replicar con una jodida respuesta brillante, suena el ascensor, indicando la llegada de nuestra cita. Pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta para dejar atrás a las mujeres que cacarean mientras voy al encuentro de Garrett.

"Hola, Sr. Masen", me saluda saliendo del ascensor.

"Llámame Edward", corrijo, tendiéndole la mano.

La toma, pero su atención se desvía por encima de mi hombro hacia las mujeres que siguen riéndose en el pasillo. "Vamos, te presentaré". Le suelto la mano y lo conduzco hasta donde las mujeres intentan contenerse de su pequeño festival de risas a mi costa.

Me aclaro la garganta. "Garrett, esta es mi esposa, Bella. Bella, este es Garrett Taylor, del The Seattle Times".

Estrecha la mano de Bella y hace las cortesías normales, pero no puedo evitar notar que sus ojos parpadean constantemente hacia Tanya. Ella permanece en silencio, fingiendo ignorar su atención, pero sus sutiles miradas no escapan a mi atención.

Me acerco a Bella y le apoyo la palma de la mano en la parte baja de la espalda. "Bueno, si nos acompañas, podemos empezar la entrevista", sugiero para ver si alguien protesta por no presentarlos.

Bella me mira de reojo, pero intento transmitirle con la mirada que debe seguirme. "Ah, sí. Por aquí", dice finalmente.

Cuando empezamos a girar hacia su despacho, Garrett habla. "¿Y tú eres?"

Bella me sonríe antes de volver a mirar la escena. Tanya se muestra sorprendida y repentinamente tímida mientras extiende la mano. "Soy Tanya Denali. La asistente de Bella".

Garrett toma su mano y la voltea, depositando un beso en el dorso de su muñeca mientras la mira directamente a los ojos. "Encantado de conocerla. Señora Denali".

Pongo los ojos en blanco ante su evidente indagación y Bella me pellizca el costado, lanzándome una mirada de "sé amable".

"Oh, no. Es señorita Denali", responde Tanya, riendo y pestañeando. "Puedes llamarme Tanya".

"Encantadora", responde Garrett, soltando por fin su mano. "Y si me llamas Garrett sería un honor".

"Bueno, Garrett, encantada de conocerte". Tanya era muy directa y abierta en sus coqueteos hacia mí, así que me quedo perplejo al verla teñirse de un ligero tono rosado por la atención de Garrett.

"Sí, mucho", asiente. Ninguno de los dos ha apartado la mirada del otro durante todo el intercambio.

Bella mira su exhibición con una leve sonrisa y, aunque me parece bien que quieran follar o lo que sea, estoy dispuesto a llegar a la razón por la que él está aquí en primer lugar.

Me aclaro la garganta para recordarles que estamos en la habitación. "Aunque ver esta pequeña conexión amorosa que tienen en marcha es muy entretenido, creo que teníamos una entrevista programada".

Garrett arrastra lentamente sus ojos de Tanya para encontrarse con mi mirada. "Ah, sí. Lo siento, Sr. Masen".

Bella interviene entonces. "No hay problema, Garrett. ¿Quizás tú y Tanya puedan hablar cuando hayamos terminado? Debería estar libre para entonces". Sonríe y mira entre los dos.

Tanya finalmente encuentra su lado coqueto y se acerca a Garrett, llamando su atención una vez más. "No me opondría a continuar nuestra conversación... más tarde", ronronea, pasándole el dedo por el pecho.

Su expresión de asombro me hace cubrir mi risa con una tos que me hace ganar un golpe de Bella en las costillas. La tigresa ha llegado y Garrett está en trance, aturdido por su aparición.

Cuando por fin responde, lo hace tartamudeando. "C... claro".

La sonrisa que Tanya le dedica solo puede describirse como depredadora. "Te estaré esperando, Garrett". Su voz es baja y llena de sexo.

"Bien, ahora que lo tenemos resuelto, por aquí, Garrett", digo, señalando hacia la oficina de Bella.

A regañadientes aparta los ojos de la mujer que tiene delante y nos sigue al interior, donde nos sentamos y hablamos con franqueza sobre el estado de Jake, la situación vivida con María y dónde se encuentra ahora.

En general, Bella y yo estamos muy satisfechos con el resultado.

Incluso me atrevería a decir que Tanya y Garrett están aún más satisfechos.

Día 53

"Isabella Masen", la enfermera llama.

Me froto las manos arriba y abajo por los muslos para intentar disipar los nervios, antes de extenderlas para ayudar a Bella a ponerse de pie. "¿Estás preparada para esto, nena?"

Ella me dedica una dulce sonrisa y, con un asentimiento de confianza, me toma de la mano y se levanta de su asiento.

Seguimos a la enfermera por un largo pasillo hasta que se detiene y abre una puerta. "Aquí tiene, señora Masen". Nos deja pasar antes de entrar y cerrar la puerta. "El baño está dos puertas más abajo a la izquierda", dice mientras le entrega a Bella una pequeña taza. "Si llenas esto, volveré enseguida". Y desaparece de la habitación.

Bella levanta la taza. "Ahora vuelvo". Me deja en la habitación solo y se va a hacer sus cosas.

Me quedo sentado como un idiota nervioso, haciendo girar los pulgares, esperando a que vuelva mi mujer. Ella entra con la taza en la mano suficientemente llena. Mi mente no puede evitar preguntarse cómo demonios ha orinado ahí, pero decido guardarme esa pregunta.

La enfermera no tarda en volver, recoge la muestra y dirige a Bella a un pequeño vestuario para que se ponga una bata de hospital barata y de papel. Cuando vuelve a salir, la enfermera le toma la tensión y le pincha un dedo antes de hacerle mil millones de preguntas.

Cuando termina, sonríe a Bella. "Muy bien, señora Masen, el doctor Crowley estará con usted en breve".

Por breve se refería a más de treinta minutos, pero qué más da. Cuando por fin llega a la habitación, sonríe radiante a mi mujer. "Bella, que bueno verte de nuevo. He oído que hay que felicitarte".

Ella suelta una maldita risita. "Bueno, dejaré que tú juzgues eso".

"Oh, sí, por supuesto, pero me refería a tu matrimonio". Se gira y me tiende la mano mientras Bella parece completamente avergonzada por haber olvidado mi culo sentado a su lado. "Hola, soy Tyler. Encantado de conocerte".

Le estrecho la mano un poco más fuerte de lo necesario y formo una sonrisa tensa. "Soy Edward Masen, el esposo de Bella".

"Me alegro mucho de que se haya unido a nosotros, señor Masen. Últimamente vienen cada vez más padres y siempre me parece una gran idea." Vuelve a centrar su atención en Bella. "Especialmente desde que estuviste sola la última vez, este es un cambio muy agradable".

"Tyler, no sé lo que has visto o escuchado, pero el bebé que trajiste al mundo antes, por error, terminó yendo a casa con Edward, y su esposa en ese momento, y el de ellos vino a casa conmigo", explica Bella.

La cara de Tyler pasa de una sonrisa genuina al shock. "¿Eres la madre cuyo hijo fue cambiado al nacer?"

Me aclaro la garganta. "Ella es la madre, y yo el padre".

Sus ojos se abren de par en par y tartamudea antes de recuperar la compostura. "Quizá esta sea una de esas veces en las que podemos decir que Dios obra de maneras misteriosas". Vuelve a sonreír y lo hace de verdad. Lo dice en serio.

Así que, mientras observo cómo mete los dedos en el coño de Bella, me digo a mí mismo: "Es un buen tipo, es médico, solo hace su trabajo".

Después de lo que parece una eternidad, por fin sale de entre sus piernas y se deshace de los guantes. "Todo parece perfectamente normal y sin duda estás embarazada. Según los cálculos, estás de siete semanas. Te haremos una ecografía a las doce semanas. ¿Tienes alguna pregunta?"

Bella se sienta y cierra las piernas -por fin, mierda- y se pasa un rizo por detrás de la oreja. Con una mirada de disculpa primero en mi dirección, se centra de nuevo en Tyler. "¿Te das cuenta de que nuestro hijo, bueno, técnicamente el hijo de Edward, tuvo que recibir un trasplante de médula ósea debido a una grave anemia aplásica?", pregunta.

Y aunque me mata oír la tristeza en su voz, entiendo perfectamente por qué necesita preguntar. Pero ese tormento adicional cuando tiene que admitir que, técnicamente, es solo mío, me hace reaccionar.

Me siento a su lado en la camilla y le paso el brazo por el hombro para apoyarla en silencio mientras esperamos a oír lo que el médico tiene que decirnos.

Nos estudia un segundo antes de formular su respuesta. "¿Su condición es genética?"

Noto la ligera caída de los hombros de Bella antes de responder. "No".

Tyler sonríe entonces y le pone la mano en la rodilla, y aunque sé que es en señal de apoyo, mi mandíbula se tensa automáticamente. Me dan ganas de partirle los putos dedos en dos.

"Entonces no deberías preocuparte por nada de este embarazo ni de este bebé". Sonríe y le aprieta la rodilla una vez más antes de levantarse. "¿Algo más?"

Me devano los sesos y no se me ocurre nada. Sé que hay un millón de preguntas que debería estar haciendo ahora mismo, pero no se me ocurre nada. En su mayor parte, mi mente está asombrada. La verdadera realidad de esta visita me golpea como una tonelada de ladrillos.

Vamos a tener un puto bebé.

Aprieto el brazo y le doy un tierno beso en la mejilla y, cuando Bella me mira de reojo, no puedo hacer otra cosa que devolverle la mirada.

El resto de la visita transcurre entre cambios de ropa, vitaminas prenatales y concertar su próxima cita, y todo el tiempo mi mente imagina la vida que crece en su interior. Sigo con la mirada perdida en los pensamientos de una niña de ojos marrones que me roba el corazón igual que su madre.

"Edward", suelta Bella.

Sacudo mis sueños de futuro para despejarlos. "¿Qué?"

"He dicho que será mejor que conduzca yo, ya que tú estás perdido en algún lugar de la la land", replica Bella.

Empiezo a negar con la cabeza. "Ni hablar, nena". La conduzco hasta el lado del copiloto y la ayudo a subir, guiñándole un ojo mientras cierro la puerta. Cuando subo al asiento del conductor, sus ojos se clavan en mí. "¿Qué?" pregunto encogiéndome inocentemente de hombros.

"No me digas. ¿Dónde estabas?", pregunta con el ceño fruncido.

Me inclino sobre la consola, le toco la nuca y planto mis labios sobre los suyos. Vierto todas mis esperanzas y deseos en el fuego que arde entre nosotros.

Cuando por fin me retiro, apoyo la frente en la suya y le paso la mano libre por el torso. "Solo pienso en mi niña de ojos marrones". Le froto la barriga para darle más énfasis.

"Podría ser un niño", dice, aún jadeante por el beso.

"Lo sé, pero no lo es". Vuelvo a apretar los labios, me retiro y arranco el coche.

"¿Cuándo se lo decimos a los chicos?". Pregunto, saliendo del estacionamiento.

"¿Pronto?", sugiere ella.

Y la vida no puede ser jodidamente mejor.