—¡Puedo generar interferencias cuando yo quiera! ¡¿Seguro qué quieres hacer esto?! —Gritó Dimitry por su intercomunicador portátil o lo que fuese que estaba usando.
—Eres tú el que estás cerrando las puertas para dar contigo. —Contestó Jorge que seguía en la sala de cámaras.
—Me refiero a… ¡Rendirse ante una muerte rápida e indolora! O luchar y sufrir, sabiendo que nunca arreglaran esos trenes. Ahora, basta de hablarme, es hora de escucharme… Sí, me hare escuchar…
—Una última pregunta; ¿Qué te gusta más Dimitry? ¿Qué te digan que eres ingenuo o imbécil? Faraday, acaba con él, no tiene salida, es todo tuyo, cerró la última puerta desde adentro, como mucho lo que puede hacer es desactivar el sistema de comunicaciones y…. —Responde con seguridad Jorge hasta que algo lo hizo sobresaltarse—. ¡OH POR DIOS! ¡Faraday! ¡Lo estoy viendo por una de las cámaras! ¡Y tiene puesto…!
Se oye un chillido antes de que la conexión se cortara.
Una última puerta, mientras cargaba mi energía, un estallido revienta desde adentro, antes que yo pudiera derribarla.
Era ese traje naranja…
«Sistemas médicos automáticos activados. Que tenga un buen día, cuide su seguridad.»
Intentaba ponerme de pie mientras lo oigo hablar frente a mi;
—¡¿Te gusta?! Es un regalito que tome prestado de su preciada base rebelde, deberían cuidar más estás cosas.
Cuando logro ponerme de pie, veo como salta cinco metros de distancia y corre hacía detrás de los contenedores.
Dimitry se movía a velocidades violentas, pero sus pasos eran ruidosos, contaba con una ametralladora con lanzagranadas en mano, pero estaba seguro que tenía más cosas agarradas a su traje.
Lo espere en una esquina y logre lanzarme sobre él, intente atacarlo de cerca, pero me alejo con su ráfaga de disparos, intente curar mis heridas mientras escuchaba las locuras que salían de su boca.
—¡La verdadera razón de porque hay tanta vigilancia es por gente como ustedes! ¡Hay que colaborar! ¡Dejen de llorar por el tiempo pasado! ¡Este es el futuro que nos toca vivir! ¡Hay que adaptarse!
Lo vi por encima de los contenedores mientras brincaba, se detuvo, me apunto e intentó dispararme mientras se movía, aunque su precisión no era adecuada por impericia y nervios, tal vez una, tal vez ambas.
Mi energía logra derribarlo de donde estaba.
—¡¿Crees que eso es todo?! ¡Este traje está repleto de sangre de los Vortigaunts! ¡No eres distinto a las cucarachas pegadas en la suela de sus botas!
Lo escuché acercase por detrás. Cargué un rayo, pero al mismo tiempo veo que una granada se dirigía hacía mi.
Exploté la granada en el aire, ambos salimos empujados.
Gatilló el arma, pero solo se escuchaba el cargador vacío.
—Mierda… ¡Hey! ¡¿Sabes qué?! —Dijo mientras preparaba su escopeta—, ¡Te arrancare la cabeza cuando acabe contigo! ¡Eres una mierda sin propósito! ¡Cuando vino los combines los tuyos ya no eran tan agresivos por ahí con los humanos! ¡Eran obedientes! ¡Hasta aprendieron nuestro mismo idioma como debe ser! ¡Los benefactores nos respetan a nosotros! ¡No a ustedes!
Me curo con lo poco que me quedaba de restos de la última larva de hormiga león que tenía en mi arnés. Lo veo asomarse, dispara su escopeta, lo esquivo, contrataco con mi poder.
—¡Ellos nos brindaron el orden contra el caos que la humanidad había traído! ¡El mundo tiene un gran historial de fallas! ¿Por qué se preocupan ahora de lo que hagan los alienígenas con nosotros?! ¡¿Es que acaso quieres todo para ti?! ¡No! ¡No! ¡No dejare que los de tu especie me quiten mis tierras!
Era como si cada golpe que diera, no le importase, pero veía la corriente pasar por su traje.
—¡Monstruos! ¡Monstruos de muchos ojos! ¡Con su piel color mierda y sus ruidos que venían del infierno!
Un último golpe sería suficiente.
Da un salto hacia delante y dispara a quemarropa.
Yo hago lo mismo con toda mi voluntad de mi ser.
Él sigue de largo perdiendo el equilibrio al recibir el impacto. Casi me quede sin fuerzas luego del escopetazo. Él estaba en el suelo y yo aún tenía mis garras.
«Precaución. Avería en el sistema eléctrico.» Emitía el traje.
Me acerqué tambaleando, puse un pie encima de su pecho.
—Vamos… Mátame, mátame como ustedes lo hicieron con mi familia… —Jadeó en un tono lloroso.
Por alguna razón, no pude hacerlo, era tan simple como darle unos zarpazos en el rostro. Pero sentía que no era lo correcto, no hice más que desplomarme al suelo cerca de él.
Escucho pisadas reconocibles, Jorge estaba en camino.
—¡Faraday! ¿Estás bien?
Jorge aleja la escopeta que estaba en el suelo, y se acerca a mí.
—Hay un grupo de rebeldes entrando al edificio, déjame ver. —Jorge puso sus manos sobre mis hombros con delicadeza—. Por dios… Carajo, estás del asco, toma este botiquín.
Unto un gel verde encapsulado en mi cuerpo, el cual me revitalizo, yo ya no podía hacer mucho por mi cuenta.
—Gracias...
—¿Y qué hay de él? ¿Acaso no querías hacer daño el traje del hombre libre?
—No, no es eso, siento que no soy un buen juez en esta situación.
—Ya has matado docenas de veces, ¿Qué diferencia hay en él? —Jorge frunció el ceño—. ¿Por qué justo él?
—Él teme de la resistencia, podríamos demostrarle que somos de confiar.
—No sé si puedan confiar en él, mucho menos luego de lo que hizo.
—¡Los oigo! —Entre alaridos de dolor, Dimitry levanta su torso—. ¡Nooo! Ellos me verán mal, los combines me tomaran de desertor, ¡Prefiero morir como un héroe! ¡Ser su Gordon Freeman!
Jorge aprieta los dientes y le responde;
—¡Cállate! Por favor, cállate… —El tono de Jorge cambia al de uno más comprensivo—. Ellos no saben ni que existes, solo eres un esclavo más, no importa lo que hagas, nunca será suficiente hasta que pagues tu cuota para extinguirte.
—No lo entiendes….
Tres mujeres llegan al lugar.
—¡Chicas! ¿Ese es… Gordon?
—No, es el sujeto que dejo grabaciones en la ciudad, solo que lleva el traje que se robó.
—Hay que quitárselo con cuidado, esta estropeado en esa parte, cerca de los brazos.
—¿Y qué hay del módulo de salto? El que decían que había saqueado, ¿Esta en el traje?
—Echa humo, parece que quedo frito. —Señalo mientras se ponía de rodillas para revisar lo que quedaba del ese entonces moribundo Dimitry.
—Mátenme, solo, mátenme… —Suplicaba Dimitry en lágrimas.
Una de ellas saca un arma y le apunta directo en la cara, parecía que ya no había nada para evitarlo, ya era tarde para él.
—Faraday sugiere que no lo hagan. —Dijo Jorge con un suspiro de resignación.
—¿Quién es Faraday?
—Nada menos que el Vortigaunt que lo detuvo. —Respondió Jorge.
Supongo que acabar con él era lo mejor que se podía hacer, pero no podía hacerlo yo mismo, me sentía responsable por la imagen que había formado de nosotros, esta era la consecuencia de haber sido esclavos, éramos chivos expiatorios, conejillos de indias de alguien más.
Pero nadie sentía el mismo remordimiento, solo se preocupaban por el traje insignia del hombre libre. Aunque tampoco mataron a Dimitry, el cual termino quedando inconsciente por las heridas.
—¿Qué haremos para reparar el daño?
—De seguro podríamos llevárselo al doctor Kleiner.
—¿Sabes dónde está?
—No, pero podríamos ir preguntando a Ross, las estaciones de trenes ya están en marcha y Barney viene en camino con provisiones que irán de camino aquí y a otras ciudades más.
—Deben estar siendo cortadas.
—Son vías normales, los combines no las controlan todas, mucho menos las que están sin uso.
—Ya veremos qué hacer, primero llevémonos todo esto.
Jorge se levanta e irrumpe;
—Muchachas, todo bien con el «plan de flete», ¿Pero no podrían también ayudar a mi amigo?
—Tiene razón, vamos a la estación de trenes y veremos qué hacer.
