¡Hola! Ya entrego el capítulo antes de que se me haga tarde de nuevo. Por suerte para mí, tengo más tiempo disponible en estos momentos y hay que aprovechar :D

Sin nada que agregar… ¡COMENZAMOS!

Capítulo 12.

La historia de NATSU DRAGNEEL.

Luego de esa charla con Lucy, quedé aún más confundido. Eran muchas cosas las que ocurrían a su alrededor. Odiaba la sensación de no poder ayudar, era como estar flotando en una balsa en la oscuridad y ser un inútil marinero sin destino.

-Papá está enfermo – Me atragante con la cerveza. Por un momento había olvidado que no estaba solo y mi hermano trataba de conversar conmigo. Llegó hoy mismo, pidiéndome encontrarnos con urgencia.

-¿Qué? – Zeref lo dijo tan tranquilo que por un momento creí haber oído mal.

-Tiene leucemia – Parpadee una y otra vez tratando de procesar la información.

-¿Cuándo lo detectaron? ¿Hay algo que pueda hacer? – Él le dio un sorbo a su bebida, como si acabara de hablar sobre algo irrelevante.

-¿Por qué crees que crucé un océano? – No se veía reflejada su preocupación en sus acciones. Pero de todas maneras enderece mi postura, esperando oír cual sería mi participación en este problema.

-Dime.

-Ninguno de nosotros puede ser su donante, excepto tú – Enarqué una ceja ¿Acaso olvido su propio descubrimiento?

-Sabes que no soy su hijo – Tendió un papel sobre la mesa, habían usado la sangre que dejé como muestra para la prueba de ADN aquella vez, comprobaron nuestra compatibilidad y por una enorme suerte, el único que lo puede ayudar soy yo… - Ironías.

-Lo mismo pensé – Suspiré – Él no quería que te lo pidiera.

-¿Acaso está loco? ¿Quiere seguir sufriendo? – Se encogió de hombros.

-Creo que tiene vergüenza, no sabe cómo mirarte – Puse los ojos en blanco – A mamá casi le dio un infarto cuando se enteró, que sabías la verdad – Volví a suspirar. Su preocupación por su esposo muere, al momento en que alguno de nosotros está involucrado.

-¿Cómo se enteró?

-Se lo tuve que decir, tu teléfono de repente dejó de estar encendido y desapareciste. Papá no hablaba sobre ti, Lissana tampoco, por lo cuál era su única opción – Bebió otro sorbo - ¿A dónde ha ido a parar el mundo?

-Eso no es importante ahora, ¿Cuándo es la cirugía?

-Ni bien llegues a Irlanda. Tienen que volver a hacerte unos análisis para rectificar los resultados, ver si no tienes alguna enfermedad peligrosa y luego irás directo a quirófano. No puede esperar demasiado – Ahora sí tomé, vacíe casi por completo la manija de chopp.

-Mañana organizó todo y salgo a la noche para allá – Le restó importancia.

-Yo me quedaré en tu ausencia, tu vuelo sale hoy – me paso un boleto – Te dije que no podía esperar.

-¿Qué? No tengo nada listo, hay cosas que debo aprobar y.

-Puedo encargarme de todo. Serán máximas dos semanas, creo que sé cómo manejarlo.

-No iré sin despedirme – Me miró interrogante – Tengo que organizarme, podrá esperarme 24hs Zeref, sé que eres un exagerado – Mi comentario le causo desagrado – Apuesto mi parte de la herencia, a que ni siquiera está tan grave.

-Suficiente para que yo viniera a buscarte – rodé los ojos.

-Solo quieres tener un motivo para escapar de Mavis – Ignoró lo que dije – No se lo contaré a nadie, pero tienes que dejar que ponga las cosas en orden primero – Debo decírselo a Lucy, ella justo está pasando todo el problema del acosador y si pudiera me quedaría a su lado en ese proceso o intentaría llevarla conmigo… Esa me parece una mejor idea.

Tomé un poco más con Zeref, cuando ya sentía que la bebida estaba comenzando a subir me retiré. No somos de hablar demasiado, él es más solidario de lo que aparenta, pero nunca he sido abierto con él. Porqué a pesar de su predisposición a ayudar, siempre se burlará de mi primero y eso es algo que evitaré a toda costa.

Le mande un mensaje a Lucy cuando iba camino al departamento, quería verla para desayunar. No esperaba una pronta respuesta, pero eso fue lo que obtuve. Me paso la dirección de un hotel, el número de su habitación y aclaro que estaría pendiente de mi llegada. No estaba borracho, pero si un poco pasado y sabía lo mala idea que era verla en este estado, aunque se puso insistente, por lo que acepte. El encargado ya había sido advertido de mi visita, entonces me indicó como llegar. Toqué la puerta un par de veces, ella salió como una aparición frente a mí, con un pijama negro de dos piezas bastante revelador, jaló mi mano despacio para instarme a avanzar.

-¿Cómo te sientes? – Estaba rara, o capaz solo sobre pensaba todo - ¿Quieres agua o algo para tomar?

-No, quisiera pasar al baño – Me mostró donde estaba y se acomodó en el sofá con las piernas cruzadas de manera sugerente.

-Te espero aquí – No, definitivamente algo está mal, mucha formalidad para el tipo de relación que llevamos.

Intenté recuperar la compostura, lave mi rostro y abrí uno de los botones de la camisa tipo polo, en busca de bajar un poco la temperatura de mi cuerpo ¿Cómo le digo lo del viaje? ¿Debo contarle sobre la enfermedad de papá? ¿Siquiera es buena idea decirle que venga conmigo?

-¿Lucy? – Ella tenía la mirada perdida en una esquina cuando regresé a su lado.

-¿Mejor? – Me acomodé a su lado, con nuestros muslos pegados. Podía sentir el calor aun a través de la tela del pantalón de mezclilla.

-Digamos que sí, ¿Hay algún motivo por el cual querías verme con tanta urgencia?

-Tu mensaje decía que querías hablar temprano en la mañana, pensé que era urgente – Fruncí el ceño, estaba evitando mi pregunta.

-Solo quería avisarte que… regresaré por unos días a casa – Apretó el dobladillo de sus shorts – Tengo que ayudar a mi padre con algo – Me interrumpió.

-¿Viven todos juntos? – Me tomó desprevenido la pregunta – Tu familia.

-No, yo tenía, tengo un departamento lejos de ellos. Mis hermanos si, sus terrenos son colindantes al de mis padres – Asintió con la cabeza – Sigo pagando por él lugar, así que me quedaré ahí durante mi visita.

-Eso es bueno – Enarqué una ceja - ¡Para que tengas tu propio espacio!

-¿Está todo bien? ¿Tuviste algún problema con tu madrastra? – Dijo que no con los labios, pero su cabeza decía otra cosa.

-Anna está bien, ella me liberó un poco del trabajo de la oficina – Tomé su mano, correspondió al gesto con duda – Aunque me gustaría seguir en mi puesto por ahora.

-Seguro, mientras esté fuera mi hermano estará al frente. Es algo intratable a veces, pero si tienes alguna duda puedes llamarme. O si prefieres puedes…

-¿No será incomodo si molesto a tus familiares? – Una risa se escapó de mis labios.

-Estarán más que felices de que me llame una buena chica como tú, en vez de modelos con las que salía – Torció los labios.

-¿Tu hermana no es celosa? – Lisanna solía decirme constantemente que no saliera con mujeres a las que no quería, sé que no eran celos; por más que lo deseara – Digo, algunas suelen serlo.

-No, ella aceptaría a cualquier mujer que yo quisiera – Estábamos desviándonos del tema, hacia un lugar que no quería – Así que no, mi familia no tendrá problemas si me llamas a la hora que desees o sí.

-Qué bueno, intentaré hacerlo con frecuencia – de nuevo me interrumpió. Algo le preocupa y será más fácil buscar la fuente de manera directa.

-Lucy, por favor – Acomodó un mechón de su cabello tras la oreja - ¿Qué ocurre?

-Nada, bueno, la verdad... Me enteré de algo que no quería y aún estoy asombrada. Eso es todo, lamento preocuparte – Negué con la cabeza.

-¿Es sobre el acosador?

-¿Qué? ¡Oh no! Es algo personal – Sujetó mi mano libre y sonrió – Soy más fuerte que ese problema, lo superaré – Fruncí un poco el ceño, más dejaré de insistir. Si no me lo quiere decir es por algo y técnicamente hablando, tampoco le he contado todo sobre mí. Siendo franco, ella es diez veces más transparente que yo.

La historia de LUCY HEARTFILIA.

Estoy molesta y ni siquiera sé por qué. Podría ser por la hermana, las modelos con las que salía, el hecho de que pasará más tiempo con la mujer de quien está enamorado. Perdí el motivo principal de mi enojo rápidamente – Muy general, pero me sirve por ahora – Lo miré desconcertada, yo le había dicho lo mismo aquel día en su oficina. Está usando mis armas en mi contra.

-¿Me estás imitando?

-No creo que logre una voz tan aguda como la tuya – Lo miré ceñuda – Pero valía la pena intentarlo.

Me coloqué de pie por impulso, estuve a nada de enumerar los motivos de mi enojo en voz alta – ¡No juegues conmigo! – ¿Son celos lo que siento o algo más? ¿Siquiera así se sienten los celos? Anna me dejo en claro el asco, pero tiene que haber algún motivo o ¿Solo busco justificar a quién me gusta?

-¿Por qué? – Abrí y cerré la boca como un pescado.

-Porque no estoy de humor – Se encogió de hombros.

-Eso puedo verlo – Levantó una de sus perfectas cejas – Pero como soy una buena persona, no preguntaré el motivo.

-No directamente – sonrió – Es a lo que te refieres ¿O me equivoco?

-Estas en lo correcto, eres una chica lista – Le aventé un cojín, fue fácil para él esquivarlo – Tendrás que ser más rápida – Ahora fueron tres de seguido e igual ni uno dio en el blanco.

-¡Quieto! ¡No tengo buena puntería! – Mostró casi todos sus dientes mientras se sujetaba el abdomen, en una risa contagiosa.

-¡Cómo ordene su majestad! – Gracias a que se retorcía logré darle uno justo al costado de la cabeza.

-Muy obediente súbdito – Aumentó el volumen y rápidamente se convirtió en una carcajada.

-¡Basta, basta! – Se tiró sobre el sofá, yo aproveche eso para acercarme y fingir golpearlo con un cojín, mi enojo bajo 100 puntos en un segundo – ¡Enserio basta, me duelen los cachetes! – Sujetándome por la cintura, tiro de mí, acorralándome entre su cuerpo y el suave relleno del mueble en cuestión de segundos. Se notaba que había bebido algunas copas, olía a alcohol.

-¿Cuándo te vas? – No quitó la sonrisa de su rostro.

-¿Ya me extrañas? – Lo empujé un poco – Pasado mañana, bueno depende. Si ya son las doce sería mañana.

-¿Es tan urgente? – Asintió con la cabeza, e hizo un intento de incorporarse, más lo evite sujetándolo por la cintura. Yo no llevaba ropa interior, mi pijama me dejaba sentir hasta la última costura de sus pantalones.

Me miró fijamente – Sí, solo yo puedo ayudar – Deslicé mis manos hasta su pecho - ¿Qué te dije sobre eso? – No entendí el comentario, hasta que sus dedos acariciaron mis labios, los había mordido de manera involuntaria mientras miraba su rostro.

-No fue a propósito esta vez – Sonrió, pero no parecía feliz. Volvió a tratar de alejarse, lo evite de nuevo – Aunque podría serlo, sí quieres.

-Yo siempre quiero – Lo atraje del cuello y besé su boca para mantenerlo cerca.

El contacto fue subiendo de tono tan rápido, apenas podía seguirle el ritmo. Sentía que me devoraba, todo parecía más intenso, era abrumante por momentos – ¡Natsu! – Gemí su nombre al sentir como se presionaba contra mí centro. Estaba atrapada bajo una montaña, pero no quería salir de ahí.

-Déjame tocarte Lucy – Su aliento sobre mi oreja me erizo la piel, esa boca barría a mi conciencia.

Moví la cabeza para darle permiso y en menos de cinco segundo me había despojado del short, haciéndolo volar a algún lugar de la habitación - ¿Qué estás?

Volví a sentir su peso sobre mí y sus labios callaron mi pregunta. Me tensé un poco a medida que los dedos bajaban hasta mi centro desde mi ombligo, pero logró relajarme con sus besos – Mírame – Exigió, negué a causa de la vergüenza – Por favor – Sonaba a una súplica, entonces lo hice, me alegra haberlo hecho. El verlo a él me calma.

Abrió mis labios inferiores y acarició la parte más sensible de mí cuerpo a todo lo largo. Podía estar avergonzada, e igual le sostendría la mirada, es hambre lo que veo en esos ojos y no hay manera de que me guste más - ¡Ah! – Había leído mucho sobre el placer, si a esto se referían me arrepiento de no haberlo buscado antes.

-Estás tan mojada – Yo también lo sentía, el nudo formarse en mi vientre, las puntas de mis dedos hormiguear, sus besos que probablemente dejarían marcas a lo largo de mi cuello, pero me importaba muy poco, necesitaba más.

Mi cadera intentaba acercarse aún más a la fuente de su felicidad, mi cara se pegaba aún más contra sus labios que susurraban mi nombre - ¡Por favor! – Ni idea de cuánto tiempo estuvo tocándome, cada vez me encontraba más a filo de una montaña-rusa. Todos los músculos de mi cuerpo se contrajeron y al siguiente segundo me sentía lánguida – ¡Dios! – El aún besaba mi cuello, solo que era lento, como cuando estás comiendo el mejor chocolate del mundo y quieres saborearlo.

-¿Te gustó? – Asentí con la cabeza - ¿Quieres continuar? – Lo miré a los ojos, estos tenía un brillo diferente y había algo en su voz que no podía descifrar.

-¿Qué tengo que hacer? – Saco un condón de su billetera y la forma en la que miró movió hasta el último vestigio de cordura de mi mente.

-Ésta vez nada – Deslizó su cuerpo sobre el mío, hasta que sentí su peso en mis muslos y con caricias me despojo de lo que me restaba de ropa.

El seguía vestido, no me parecía justo y con un pedido silencioso que de alguna manera comprendió, se fue desnudando. Arrodillado sobre el sofá, a escasos centímetros de mí, se sacó la camisa polo por el cuello. Jamás imagine que alguien se pudiera ver tan bien solo con quitar del ojal los botones - ¿Puedo ayudarte? – Le estaba costando sacarse el pantalón, cuando baje la vista, entendí vagamente porque.

-Ahora sí duele – Dijo con una voz ronca. Tuve que quitar el cinturón primero, Natsu estaba tan apurado que ni siquiera lo había desprendido y con una velocidad increíble, de un tirón la cinta de cuero fue a parar el piso y él se acomodó entre mis piernas aun con el pantalón puesto - ¿Puedo…?

Apenas alcancé a decir que si con la cabeza, escuche el Zip del cierre, un plástico romperse y sus dedos volver a jugar con mi vagina. Esta vez ya no solo por fuera, sino que uno entró. La sensación era nueva, no dolía, otro intruso me quito de la línea de mis pensamientos. Ambos entraban y salían con rapidez, estirando mi interior con sus movimientos. No podía ver su rostro ya que había bajado y devoraba mis pezones con hambre, me acerqué al borde de un acantilado con esa caricia – ¡Ah! – ese nudo volvía a crecer.

-Puede doler, pero prometo que será solo un poco – No llegué a asentir siquiera y algo caliente, mucho más grande que sus dedos, comenzó a abrirse paso – ¡Estás tan estrecha! – Murmuró, aunque gracias a la cercanía lo escuché perfectamente.

No dolía, al menos era un dolor aceptable y más si gracias a él podía sentir a Natsu tan cerca. Avanzaba firme y sin detenerse, hasta que ya no podría pasar ni siquiera el aire. Levanté la mirada, estaba escaneando cada una de mis expresiones con esos bellos jades – Estoy bien – Beso mis labios una vez, pero tan largo y profundo que cada fibra de mi ser vibraba.

Sus caderas comenzaron un vaivén agonizante, era un poco incomoda la intromisión – Me encantas Lucy – susurro contra mí oreja, en respuesta solo alcancé a enrollar mis piernas contra su cintura. Su voz sonaba ronca, a cada palabra que decía se le sumaba una caricia, a cada caricia un empujón más fuerte que el anterior y el ritmo tranquilo del inicio fue reemplazado por una fiereza que me obligo a abrazarme a él para no caer.

El dolor había desaparecido, solo quedó una sensación abrumadora, estaba llena de Natsu, mis cinco sentidos estaban siendo avasallados por él. Hacia muchísimo calor, este no pasaba a pesar de que él había cambiado de posición y me miraba arrodillado sobre el sofá; aún estaba dentro, caliente, grande. El intenso movimiento había vuelvo a ser remplazado por penetraciones lentas, pero llegando tan profundo, que mi mano instintivamente se colocaron sobre sus muslos. El cierre de su pantalón estaba comenzando a lastimar la piel de mis nalgas a causa del roce.

-Sácalo – Bajo sus ojos hasta que nuestras miradas se encontraron.

-Lucy – Tenia la voz súper grave - ¿En serio? – al ver que asentí gruño por lo bajo y salió de mi interior para colocarse de pie. Ya estaba caminando hacia el baño cuando lo llamé.

-¿A dónde vas?

-Me pediste que saliera – Agrande los ojos como platos, yo seguía desnuda sobre el sofá con las piernas abiertas.

-Dije sácalo, me refería al pantalón. Está lastimándome – Estaba desconcertado.

-¿No quieres que pare? – Negué con la cabeza - ¿No te asusté?

-Para nada – me senté sobre los cojines - ¿Tú quieres parar?

No obtuve una respuesta verbal a mi pregunta, pero ni siquiera fue necesaria. Se acercó tan rápido hasta mi lado, envolviéndome con su calor, levantando mi cuerpo para llevarme a la habitación que tenía una cama y bajándome en el borde del colchón. Sus manos quedaron a ambos lados de mi cadera y su cara a solo algunos centímetros de la mía. Esos ojos verdes serán mi perdición… En este momento podría pedirme lo que quisiera y aceptaría.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Hasta acá el capítulo de la semana. Seguirá el lemon después :3