Así que... debería estar haciendo mi tarea de investigación, pero como odio ese curso, aquí me tienen jeje

Será un capítulo por semana más o menos, aunque no prometo nada por el momento y, bueno, gracias por darle una leída y ya saben, las reviews son muy apreciadas :)

En fin, los personajes incluídos en la historia no me pertenecen.


Había cosas que los seres humanos no eran capaces de comprender o aceptar con facilidad.

Cuando se trata de algo fuera de lo normal por ejemplo. O cuando es algo demasiado sorprendente o impactante como para entenderlo.

Para la gente normal, que vive, estudia y trabaja de día, el simple concepto de los vampiros, seres sobrenaturales inmortales, que necesitan beber sangre para alimentarse y que tenían muchas más habilidades que los simples mortales, era una de esas cosas.

¿Criaturas míticas que acechaban en la noche, esperando a cazar su próxima víctima para luego dejar su cadáver irreconocible? Ja, bueno, no podía ser cierto. Seguramente era un asesino en serie. No sería la primera vez tratándose de Gotham.

Sin embargo, para la gente que salía en la noche o a altas horas de la madrugada, que estaban desprevenidos o eran descuidados, o que simplemente se habían quedado un día trabajando hasta tarde, era un secreto a voces.

Un secreto a voces porque simplemente se negaban a reconocer que sentían que los estaban observando, siguiendo, mientras regresaban a sus departamentos por los viejos callejones de la ciudad.

Para Damian, sin embargo, lo que le resultaba increíble en ese momento, era el hecho de que una de esas criaturas, despiadadas y sedientas de sangre por naturaleza, lo estuviera ayudando en ese momento a eliminar a uno de los suyos.

La mujer, o chica, o anciana —difícil de saber cuándo esas criaturas dejaban de envejecer al momento de convertirse en un undead —había detenido un golpe que amenazaba con ser definitivo con sus manos desnudas. Sus garras en vez de uñas sobresalían de sus dedos y mostraba sus afilados colmillos mientras siseaba.

"¡¿Qué diablos crees que haces?!" él demandó saber, recuperando su espada que había soltado cuando fue golpeado y cayó sobre su estómago.

Ella no volteó a mirarlo, negándose a soltar a su enemigo.

"¡Solo cállate y termina con esto!" ella le gritó en respuesta.

Su oponente, un vampiro que había estado asesinando a personas inocentes día tras día en el último mes, no retrocedió ni un centímetro y sólo pareció sonreír engreidamente, mostrando la locura que el descontrol le causaba.

"¡Ah, la princesa traidora y el cazador! ¡Quién lo diría, una cena de primera!"

La chica siseó, y volvió a mirarlo, el suelo bajo sus pies quebrándose y mostrando grietas frente a la fuerza ejercida por ambas criaturas.

No necesitaba ser un adivino para saber que ella no iba a soportar por mucho más tiempo. Su orgullo estaba herido, pero no por eso iba a actuar imprudentemente… otra vez.

Con un solo movimiento, además de tomar impulso desde la posición en la que estaba, Damian se levantó de un solo salto y, cuando ella soltó al vampiro para dejarlo caer por la gravedad hacia adelante, él atravesó el pecho de la criatura de un solo golpe, sacando el corazón y quemándolo con la aleación de plata de la que estaba hecha su espada.

Los ojos de su oponente dejaron de brillar, pronto convirtiéndose en polvo y desapareciendo en el aire, y Damian se dejó caer al suelo, no perdiendo de vista a la otra criatura invulnerable que todavía estaba en ese viejo almacén. Ella también lo observaba por el rabillo del ojo, muy consciente de él, con la respiración agitada y arrodillada, casi dándole la espalda, a solo un par de metros de distancia. Ambos estaban sucios, con sangre seca tanto en sus ropas como en sus pieles, agotados. Pero a diferencia de él, ella no tenía ninguna herida abierta y su presencia seguía siendo tan intimidante y seductora como había sido hacía casi media hora, cuando él la vio por primera vez.


Una hora antes.

Activando el acelerador, Damian se adelantó a los pocos autos de la autopista principal de Gotham que salía de la ciudad. La velocidad a la que iba probablemente llamaría la atención de las autoridades, pero la marca del murciélago era algo a lo que todos ya estaban acostumbrados a ver, especialmente en las noches.

Él oyó algunos claxons a la distancia, pero poco le importó cuando la voz de Bárbara Gordon sonó en el intercomunicador de su casco.

"¡Cielos, niño, desacelera un poco antes de que mates a alguien!" le dijo la pelirroja.

Damian rodó los ojos y, haciendo caso omiso, solo aceleró más. Ambos eran conscientes de que cuando ella manejaba era mucho peor después de todo.

"Solo dame la información, Gordon," él demandó, esquivando otro auto.

El mapa virtual, en la pantalla de la motocicleta, le indicaba una dirección clara hacia las afueras de la ciudad, pero hasta donde Damian sabía, no había muchos lugares ahí en los que alguien pudiera esconderse.

Oyó a Barbara reír del otro lado.

"Sabes que aunque llegues antes, Bruce solo quiere que observes hasta que él y Dick lleguen."

Sin responder, él se imaginó a la chica recostándose en el respaldo del asiento en la baticueva, cruzando los brazos y analizando los pros y contras de darle a Damian lo que pedía.

"Eso es lo que haré," él trató de sonar lo más convincente posible. No lo prometía porque ambos sabían que cualquier cosa podía pasar cuando se trataba de la cacería de un vampiro, pero Damian esperaba que ella entendiera. "Además, te devolveré el favor cuando me toque quedarme en la cueva."

"Bueno, si tú lo dices…" la sonrisa engreída fue obvia en su tono de voz, pero no queriendo perder la oportunidad, Damian la dejó continuar. El sonido de Barbara tipeando de fondo. "Aparentemente se trata de un viejo y abandonado almacén a las afueras de la ciudad, cerca a la zona industrial. Lo estaban utilizando algunos traficantes, pero te apuesto lo que quieras a que ya fueron comida o son sirvientes—"

Las imágenes de los rostros, junto a algunos otros datos irrelevantes como su edad y estatura, de dichos traficantes aparecieron momentáneamente en el visor de su casco. Eran cuatro en total.

"Dime acerca del vampiro, Barbara."

"Oh cierto," Damian agitó la cabeza, deteniendo su motocicleta justo cuando se adentró a la antigua zona industrial de la ciudad y quitándose el casco, quedándose con el audífono solamente. El motor haría mucho ruido, por lo que lo mejor sería acercarse a pie. "Bruce cree que se trata del tipo que ha estado secuestrando personas en las últimas semanas y dejando los cuerpos completamente secos en el río de Gotham. No hay imágenes claras…"

Damian la dejó hablando sola por unos segundos, mientras se ocultaba detrás de uno de los muros y trataba de observar el interior del almacén. Desde donde estaba podía ver a dos de los traficantes. Sus movimientos eran erráticos, su piel pálida y arrugada. Si hubieran notado la presencia de Damian, entonces pensaría que se habían convertido por completo, pero claramente, como había dicho Bárbara, solo eran sirvientes.

Sirvientes, vampiros inferiores, sin voluntad propia.

Él disparó su batclaw hacia el techo y se ubicó estratégicamente al lado de una ventana rota para tener un mejor ángulo de visión. Por suerte, el polvo y lodo acumulado por las lluvias y falta de mantenimiento evitaría que lo vieran.

"Puedo visualizar a cinco civiles," él dijo. "Tres mujeres, dos hombres. Ninguno pasa de los 25 años."

Bárbara rió.

"Sangre joven para mantenerse joven," el sonido del tipeo volvió a escucharse. "Notificaré a Bruce y Dick. No deberían tardar—"

"Espera, hay alguien más."

Damian frunció los ojos cuando un movimiento fue percibido desde el otro lado del almacén, hacia donde casi no tenía ángulo de visión. Probablemente la zona más oscura, ya que ni siquiera las luces de la calle ayudaban.

La persona que apareció llevaba una capa negra con capucha. Su silueta pareció emerger de las sombras cuando caminó hacia el medio del almacén, con sus botas haciendo eco lo suficientemente fuerte como para que los sirvientes la notaran.

Damian tragó saliva y los sirvientes se pusieron en guardia cuando ella se quitó la capucha, revelando su cabello oscuro y la piel pálida de sus dedos. La voz de Barbara se había convertido en un eco para ese momento y Damian no supo explicar por qué.

La presencia de esa criatura era lo suficientemente fuerte e intimidante como para quitar el aliento. Los humanos secuestrados probablemente ya habrían huído como ovejas de lobos si no fuera por las mordazas que los mantenían inmóviles, pero Damian suponía que no se debía a eso. Había tenido un entrenamiento muy duro como para que lo fuera.

"Creo que la tengo."

"¿A ella?" la pelirroja repitió, su voz tornándose ligeramente más ansiosa y entrecortada, ya que la señal parecía empezar a entorpecerse. "Damian, espera—"

"No puedo, se está acercando a los civiles."

Damian sabía que estaba siendo imprudente. Él reafirmó su agarre en el mango de su espada como prueba de ello, algo inusual en él, pero pronto tomó una profunda respiración. Pensar dos veces las cosas solo lograría que esas personas secuestradas se convirtieran en la cena de esa criatura. Él no podía darse el lujo de esperar a su padre y a Dick.

Así que, disparando su batclaw estratégicamente, él se dejó caer.

El sonido de la ventana rota y los pedazos de vidrios golpeando el suelo hicieron que todos lo miraran. Su aterrizaje fue limpio y su mirada rápidamente buscó a la vampiresa. Si la mataba a ella primero, los sirvientes morirían con ella.

Probablemente ella percibió su intención asesina, porque pronto amplió sus ojos violáceos y dio un gran salto hacia atrás cuando él se lanzó al ataque, su espada apenas rozando el borde de su capa.

Ella también aterrizó sin problema, grácilmente se atrevería a decir Damian.

"Creo que te has confundido," ella dijo entonces. Su voz sonando tal cual Damian había pensado que sonaría: jovial y llena de una vida que no tenía. "Yo no soy tu enemigo."

Él frunció los ojos y deteniéndose, alzó su espada y la apuntó hacia ella. La criatura notoriamente tragó saliva cuando el brillo de afuera se reflejó en ella.

"Todos los vampiros son enemigos," él declaró. "Especialmente aquellos que asesinan inocentes."

"No yo," ella repitió, lenta y severamente, como si le hubiera enojado el oír lo que él dijo. "Vine a hacer lo mismo que tú, cazador. A liberar a estos humanos."

Damian casi rió. Palabra clave siendo casi, ya que, sin previo aviso, él volvió a lanzarse hacia ella.

"Tú realmente crees que soy estúpido, ¿no?"

La vampiresa intentó saltar lejos de nuevo, pero Damian anticipó su movimiento. Ella por supuesto que no esperó ser alcanzada tan rápidamente.

Su espada chocó contra sus garras y estas repelieron cada golpe que él lanzó, soltando chispas y sonidos agudos como si dos metales estuvieran chocando continuamente.

De un salto hacia atrás, ambos decidieron tomar distancia por un momento y se rodearon con cautela. Damian caminando hacia la izquierda, por donde estaban los civiles, y la vampiresa hacia donde estaban los sirvientes, que por alguna razón no se habían movido en su auxilio.

Damian sonrió de lado.

"¿Me vas a enfrentar tú sola?" él preguntó.

Ella se encogió de hombros, echándole una mirada a los sirvientes.

"No son míos para comandar."

La declaración fue rara, pero Damian no se lo cuestionó mucho cuando ella se lanzó en ataque, con sus garras cortando el aire.

Él esquivó y paró sus ataques, sus propias armas destellando en respuesta. Se movieron rápidamente, sus movimientos eran borrosos mientras luchaban de un lado a otro.

Damian no iba a negar que le estaba costando asestar un golpe sólido. En cuanto a durabilidad, no era un secreto que los vampiros tenían la ventaja. Sin embargo, ella no parecía haber sido entrenada en ningún arte marcial. Su respiración irregular y la perplejidad en sus movimientos eran bastante prueba de ello.

Por lo que no pasó mucho tiempo para que él viera una apertura en su posición. Sin dudarlo, se lanzó hacia adelante. Su espada apuntó directamente a su corazón.

Pero ella se movió en el último segundo, girando ligeramente su cuerpo. Aunque pareció atinado, fue un movimiento torpe y de último recurso. Damian lo supo cuando sus pies se enredaron y ella lo sujetó con tanta fuerza que ambos cayeron al suelo.

Él fue más hábil, sin embargo, al no soltar su espada y clavándola a solo centímetros de su cara, utilizando tanto eso como su otra mano como apoyo. Con sus piernas a ambos lados de su cuerpo, sus pechos a pocos centímetros de distancia, incluso cuando ambos respiraban pesadamente, él la clavó en el suelo.

La vampiresa tragó saliva y sus ojos violáceos se tornaron ligeramente carmesí cuando la sangre de Damian empezó a brotar en gotas gruesas. Sus garras habían perforado la tela del brazo de su uniforme con tanta facilidad que parecía que no era nada especial.

"Tú pierdes," él dijo. Pero antes de que pudiera levantar su espada una vez más para dar el golpe final, un movimiento captó su atención y la criatura bajo él amplió mucho los ojos también.

De un solo golpe, ella se lo sacó de encima justo a tiempo para evitar que uno de los sirvientes lo atravesara con sus garras por la espalda.

Damian quiso hacer un comentario jocoso, pero las palabras se atoraron en su garganta cuando los otros sirvientes también empezaron a atacarla, como si de pronto su fuerte presencia hubiera desaparecido y ella hubiera perdido el control…

Pero él sabía que no era ese el caso. Los sirvientes jamás atacarían a su amo, después de todo.

Y unos segundos después, entendió por qué.

"Hm… La reina estará satisfecha si añado a un cazador del clan del Murciélago a nuestro ejército," el tipo pareció hablar más para sí mismo mientras avanzaba con lentitud y gracia hacia donde estaba Damian. Desde el rabillo del ojo, él todavía podía ver a la vampiresa luchar contra los sirvientes, atravesando sus cuerpos fácilmente y dejando hoyos en sus pechos al arrancarles el corazón. Y suponía que el vampiro recién llegado también los observaba de reojo, porque con una cara de asco añadió: "Maten a esa traidora. No la necesitamos."

Damian frunció los ojos, reafirmando el agarre en sus armas.

¿Reina? ¿Traidora?

No tuvo tiempo de preguntar, cuando los ojos carmesí del vampiro se posaron sin vergüenza en él.

Afiló sus garras negras y mostró sus colmillos en una sonrisa siniestra, como si no fuera completamente bizarro.

"¿Comenzamos?"


Fue así como ambos habían terminado luchando contra el mismo enemigo. Ella, acabando fácilmente a los sirvientes que le obstruían el camino y él, empleando todas sus armas y conocimientos en combate para derrotar a ese vampiro de clase alta. La batalla había durado varios minutos, pero al menos ahora estaban bien.

Damian frunció los ojos en su dirección.

"¿Por qué me ayudaste?" él quiso saber.

La vampiresa se encogió de hombros.

"Ya te lo dije. Yo no soy tu enemiga."

Damian la observó, tratando de averiguar cuál era su plan, o por qué no huía si sabía quiénes estaban en camino, pero ella le mantuvo la mirada firme.

Llámenlo loco, pero una parte de él —una gran parte —le creía.

No fue hasta un minuto después que las sirenas de las ambulancias y carros de policía se empezaron a oír. O al menos, Damian recién los oyó, ya que la criatura frente a él no pareció interesada en lo absoluto.

El batimóvil no tardó muchos segundos más en aparecer.

"¡Robin!" y un preocupado Dick Greyson, nombre código Nightwing, ni siquiera esperó a que el auto estuviera completamente detenido para bajarse de un salto e ir hacia él. "¿Estás bien?"

Se agachó sobre una rodilla a su lado mientras que los policías, armados, empezaron a rodear el lugar en busca de más víctimas además de las que ya estaban siendo auxiliadas por los paramédicos.

Damian frunció el ceño.

"Tardaron mucho más de lo que Bárbara dijo."

Dick sonrió con pena, pero fue su padre quien respondió.

"Es por eso que no debías actuar solo," su voz fue severa como siempre, pero pronto su ceño fruncido dejó de dirigirse a él para prestar atención a la cuarta persona con ellos. "¿Quién es ella?"

Damian alzó una ceja.

"¿No lo puedes decir?" Damian exhaló, curioso de que ninguno de los que había llegado sintieran de buenas a primeras la presencia de la criatura junto a él. "Vino a salvar a los civiles, justo como nosotros."

Aunque ella ya los había estado observando por el rabillo del ojo, no fue hasta que volteó completamente hacia ellos que Damian sintió a Dick y a su padre tensarse a su lado. Parecía que recién habían captado la naturaleza de la mujer.

"Es una vampiro," el primero concluyó, una de sus manos lista para sacar cualquiera de sus armas que caso fuera necesario.

Dick no era una persona naturalmente agresiva, pero Damian estaba seguro que prefería atacar primero para defender a sus seres queridos antes de esperar a que algo peor pasara.

Pero la repentina hostilidad no la agobió ni intimidó en absoluto. Damian se preguntó si se debía a confianza en su fuerza, o si quizá era arrogancia. Sin embargo, él tenía que admitir, era algo que se le hizo interesante.

Lentamente, entonces, ella se levantó, sacudiendo su capa y sus rodillas, como si la apariencia en ese momento fuera importante.

Damian, por su parte, también se puso de pie. Quizá Nightwing intentó ayudarlo, pero él lo ignoró olímpicamente, con la mirada fija en la vampira.

"Mi nombre es Raven," ella se presentó, luego de unos segundos, tragando saliva y poniendo una mano sobre su pecho. En ningún momento bajó la mirada. "Y mi objetivo es el mismo que el de ustedes. Por favor, permítanme ayudar."

Hubo un silencio tenso, que solo fue llenado por los movimientos de las personas alrededor de ellos. Damian observó a su padre, y su padre y Dick compartieron una mirada que, aunque impasible para el resto del mundo, era obvio que decía más de lo que aparentaba.

No fue hasta que los carros y camionetas de la prensa empezaron a llegar, que su padre volvió a mirar a la vampiresa —a Raven.

"Hablaremos de esto luego. Con más privacidad y con los demás," su padre dijo, frío como siempre, volviendo al batimóvil.

Dick sonrió de lado y lo siguió. "Ya lo oyeron. Ahora, tenemos que irnos."

Los policías apenas prestaron atención cuando ambos dejaron la escena mientras intentaban que los reporteros y fotógrafos respetaran la línea con la que habían marcado el perímetro.

Damian observó a Raven.

"Valiente de ti exponerte frente al líder de uno de los clanes más respetados del mundo," él dijo, cruzando los brazos. Parte en broma, parte en halago. No podía decir si era un movimiento estúpido e imprudente, o eficaz y elaborado, pero al menos demostraba algo de su determinación.

Ella le mostró una pequeña sonrisa con los labios presionados, quizá percibiendo su intención inicial, pero cuando sus ojos se fijaron en otro punto de su cuerpo, la sonrisa desapareció casi instantáneamente.

"... Tu brazo…"

Él alzó ambas cejas, confundido por lo que decía, pero no por eso sin entenderlo. Sus ojos violáceos, esta vez sin brillos carmesí, expresaban clara preocupación y culpa. Damian se sentía raro de solo ver que un vampiro era capaz de sentir esas cosas, cuando todos contra los que había luchado parecían disfrutar del dolor ajeno. Hacerse más fuerte del mismo incluso.

"Lo he pasado peor," él contestó simplemente, aunque la herida todavía ardía. Alfred de seguro no estaría feliz con la nueva cicatriz añadida a su cuerpo, pero era algo que venía con el empleo.

Raven frunció el ceño y él no se dedicó a elaborar.

Él tenía que guiarla a la cueva.