¡Buenos días! Muchas gracias por estar al pendiente. La historia original pertenece a Mitzuki e Igarashi, y ésta es una adaptación hecha por cariño a los personajes, solo por diversión, sin fines de lucro. Aquí les comparto un capítulo más. ¡Bendiciones!

"UNA DECISIÓN DE VIDA"

CAPÍTULO X

El auto se detuvo y el chofer se apresuró a abrir la portezuela a la altiva Matriarca del Clan Andley.

Sarah y Eliza esperaban a la entrada de la Mansión Legan tras recibir el aviso de su llegada. La joven Legan partiría en dos días al internado en La Florida y tenía la esperanza de que su visita anunciara una condonación de su castigo.

"Bienvenida, Tía Abuela." Le dijo su hijastra haciendo una breve reverencia, al igual que su hija.

"Tía Abuela.", le dijo la menor, acercándose a darle un beso en la mejilla que la dama apenas si acusó de recibir. Seguía molesta con ella.

Las mucamas se aproximaron y tomaron el abrigo y el sombrero de la recién llegada al entrar al salón principal. Elroy Andley miró a su hijastra y nieta por primera vez, comenzando a caminar hacia dentro de la mansión. "Vamos a la biblioteca." Les dijo simplemente, sin disminuir su paso.

"Sí, claro.", dijo una confundida Sarah, siguiéndola junto con su hija.

Ya en el lugar y tras cerrar la señora Legan misma la puerta tras de ellas, la Matriarca se volvió y las miró con seriedad, permaneciendo de pie a pesar de estar en la pequeña sala de sillones de cuero, que complementaban la decoración estilo inglés del lugar.

"¿Han sabido algo de Neil?" preguntó muy seria.

Elisa y su madre se vieron a los ojos un momento y, luego de una breve consideración en silencio, Sarah habló. "Está quedándose en la Mansión Andley de Nueva York, tía abuela."

"¡¿En Nueva York?!" se sorprendió la anciana. "¿Pero desde cuándo lo saben ustedes?, si desde esa mansión nadie me avisó nada."

"Neil envió un marconigrama hace un par de días. Él mismo le pidió amablemente al personal de la Mansión que no le informaran a nadie por el momento." Lo disculpó Sarah.

"Pues debieron avisarme de todas formas. - ¡Y ustedes también!" -, reclamó la dama, "¡Debieron decírmelo al no más enterarse!" La señora Elroy ahora sí tomó asiento. "Espero que no traiga más problemas", dijo en voz baja preocupada.

"¡¿Por qué lo dice, tía abuela?!" preguntó Sarah, de pronto consternada.

"Hace cuatro días Anthony y Archie salieron de viaje, pero talvez pernoctarán junto a su comitiva en nuestra mansión de Nueva York, antes de salir para Londres."

"¡Pero nadie de la mansión le avisó de eso a Neil!" dijo la madre preocupada.

"Supongo que alguien más también habrá pedido 'amablemente' al personal que no avisaran a nadie de su posible visita." Les dijo en ironía. "Tendré que hablar seriamente con el mayordomo y con el personal de esa mansión. ¡No pueden pasar por encima de mi autoridad así!" Dijo la anciana golpeando levemente el brazo de su sillón.

Dos horas más tarde. "Lo lamento, señorita, nadie contesta aún." Dijo la cansada voz en el auricular.

"¡Eso es imposible!" gritó Elisa por la línea telefónica, "¡No puede ser que en toda la tarde nadie conteste en ese lugar!" exclamó furiosa.

"¿Desea que lo intente otra vez?", preguntó una exasperada operadora, teniendo que soportar a esa muchacha abusiva.

"¡Por supuesto que sí, operadora tonta, que no ve que urge!", gritó Elisa sentada ahora en el escritorio de su padre, en el despacho. Llevaba todo el día tratando de comunicarse. Su mamá había enviado a alguien al pueblo para colocar un marconigrama pero le llegaría hasta el día siguiente quizás. La tía abuela y su madre le habían encargado a la pelirroja de que igual siguiera intentando comunicarse con su hermano, pero no conseguían nada hasta ahora. Cuando la operadora le habló nuevamente después de un silencio de 15 minutos, le comunicó que debía haber daño con la línea ya que no contestaban, así que consultó si quería seguir intentando. Elisa, furiosa, simplemente le colgó exasperada. "¡Maldición!", exclamó.

El joven moreno, complacido de sí mismo, venía saliendo tranquilamente de la elegante Mansión Andley en la ciudad de Nueva York. Había llegado tarde la noche anterior de una fiesta en uno de los clubes para caballeros en la ciudad, y ahora se dirigía muy feliz, tras despertarse tarde, a un encuentro diurno con una señorita de dudosa reputación que había conocido bastante bien la noche anterior. Un pensamiento cruzó su mente por un momento al llegar frente al auto que se llevaría, uno de los disponibles en la mansión. Neil suspiró con molestia. Sin importar cuántas mujeres tomara, había descubierto que la rubia siempre regresaba a su memoria.

Era una lástima, aún no podía comprender por qué no había podido aprovechar su noche con Candy aquella vez, pero aún ahora, de solo pensarlo, una extraña sensación de culpabilidad lo dominaba al recordarla tan indefensa entre sus brazos. Aún no podía definirlo… él no era una persona espiritual, pero igual, se sintió como un profanador al besar así su cuello, tanto que no pudo tocar sus labios tras hacer un camino de besos hasta su rostro. Al contemplar su rostro pecoso tan en paz e inocente… una sensación extraña… una calidez en su corazón lo hizo contemplarla por un largo rato hasta decidirse a apartarse y de alguna manera modificar su plan. Porque sí, reconoció que la prefería despierta. Se levantó entonces de su lecho, incómodo, y pasó el resto de la noche tan solo contemplándola dormir, y desde la salita de su habitación la admiraba durmiendo, sin atreverse a regresar a su lado. Al final, tras cabecear por varias horas, cuando iba ya casi a despuntar el día, al acercarse a confirmar si seguía dormida, vio nuevamente la cadena que llevaba en su cuello y que le había molestado al iniciar su sesión de besos en su cuello. Sin dudarlo la retiró de la inconsciente joven con cuidado, y al ver que se trataba de un simple dije, asumió que era algún recuerdo de su infancia. Una vez había escuchado a Candy contarle a Dorothy en las cocinas de la Mansión Legan sobre una cadena que una monja le había obsequiado en el hogar en que creció. Neil sonrió, se lo quedaría como un recuerdo de su primera noche juntos y se la devolvería en su noche de bodas. De seguro estaría muy agradecida de recuperarla y se mostraría más dócil con él. Después de todo, la joven mucama no tenía otra opción, estaba seguro de que después de esto, y de su insistencia con su madre y con la tía abuela por casarse con ella, lo dejarían hacerlo al ser él ya un adulto, y sus primos no podrían hacer nada para evitarlo; sobre todo, el fastidioso de su primo Anthony, que era obvio estaba igual de obsesionado con su sirvienta. Igual, ya no la buscaría más después de enterarse de su noche juntos. Ahora le quedaría bien claro que Candy era "su" sirvienta, y de nadie más. Sobre todo, ahora que, quisieran o no, él era dueño de la fortuna Legan, aunque no supiera nada de cómo manejarla, ya que estaba convencido de que para eso tenía a sus múltiples empleados buenos para nada que se encargarían de las empresas. Como le decía a su mamá, el dinero era para gastarse, los empleados eran los responsables de mantener las empresas funcionando, no él. Y solo él era el dueño ahora que no estaba su padre. Finalmente tendría la vida que siempre había soñado, sin nadie que le dijera qué hacer y, sobre todo, ¡qué no hacer! Solo le tocaba disfrutar de ahora en adelante, pensó sonriendo, viendo cómo uno de los mayordomos y uno de los choferes de la mansión llegaban aprisa a encender con el cranck delantero, el vehículo que él iba a llevarse.

El sonriente muchacho metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó la cadena que había quitado a Candy hace casi dos semanas atrás. Solo era cuestión de tiempo, esperaría a que las aguas se calmaran estando Anthony y sus primos fuera de Lakewood y entonces haría su jugada nuevamente. La negativa de la tía abuela y de su madre no se lo impedirían. Ni tampoco los reclamos de su hermana.

El motor era tan estruendoso al encender y él estaba tan metido en sus pensamientos que no notó los otros tres vehículos que ingresaban a paso calmo por el sendero de la mansión. Al detenerse el primer vehículo, el moreno levantó la mirada y fue cuando notó cómo se abrían las portezuelas de atrás y dos muchachos salían como balas ¡corriendo hacia él! Tardó dos segundos en reconocerlos y fue cuando corrió hacia el lugar del piloto de su vehículo descapotado, tirando al piloto fuera de este y subiendo él en su lugar. Quiso quitar el freno y acelerar sin éxito ya que Anthony ya había brincado al lugar del copiloto y lo agarró a él por las solapas y le asestó el primer golpe en la cara, mientras Archie abría la portezuela de su lado, y luego entre los dos lo sacaban del vehículo y lo tiraban al pavimento para darle la golpiza de su vida. Los abogados y George tuvieron que correr hacia ellos para detenerlos y evitar que lo mataran.

"¡Jóvenes, Andley!… ¡por favor!" decía, George asustado, tratando de quitárselos de encima junto con los otros, sin éxito. "¡Joven Anthony!"

"¡Basta! ¡Basta!" Los gritos de Neil se escuchaban. "¡Mamá…!"

Finalmente, forcejeando, entre los cuatro y dos hombres más que llegaron corriendo del tercer vehículo, los hicieron retroceder a Archie y a Anthony.

Neil se quedó tirado en el suelo con la boca y la nariz sangrando, literalmente llorando por su mamá, agarrándose la nariz y las costillas, mientras sus dos primos eran contenidos.

Luego de zafarse del agarre de George y del mayordomo que había estado ayudando a encender el vehículo, "¡Si te vuelves a acercar a Candy, te meteré preso, ¡¿me entendiste?!" le gritó Anthony furioso señalándolo en el suelo, "¡Te lo advierto, Neil! ¡Ella no está sola! ¡Si no, atente a las consecuencias!" En medio de su agitación, el rubio no olvidaba que estaba en presencia de dos abogados, los cuales en su momento fueron quienes contuvieron también a Archie. Anthony se recordó a sí mismo de no amenazarlo abiertamente de muerte, pero no se tentaría el alma si le volvía a poner una mano encima a su pecosa.

"El tío abuelo William ordenó que salieras de esta mansión, Neil," continuó el rubio más sereno, "Sin embargo, él tampoco quiere verte más en Lakewood tras enterarse de lo sucedido. George arreglará que te vayas a tu propiedad en La Florida hoy mismo, así que recoge tus cosas y ¡lárgate!" le dijo el rubio.

Neil lo vio desde el suelo con resentimiento, pero sin atreverse a rebatirle. Los dos hombres de uno de los vehículos que venían atrás, y que habían ayudado a separarlos, se acercaron y viendo a Anthony, este les asintió, y los dos hombres ayudaron a Neil a levantarse. "Tienes quince minutos para salir de esta propiedad, Neil." Le dijo decidido. "George," le dijo entonces a su administrador. "asegúrate de que no se lleve nada de la mansión consigo y que no se meta en ninguna otra propiedad de los Andley de ahora en adelante. Lo quiero fuera de nuestra vista de inmediato." Anthony se iba a volver para entrar a la mansión, cuando un destello en el suelo lo hizo detenerse. Anthony frunció el ceño y se aproximó de inmediato, y Neil, al ver que se regresaba en sus pasos, brincó sorprendido hacia atrás en reflejo, topando con los hombres que lo levantaron. El rubio se hincó a un metro de él y recogió del piso un objeto brillante. Una cadena con un dije de rosa. La sangre le hirvió entonces en las venas al rubio y al incorporarse, mirando de pronto al moreno con furia, nadie vio venir el fuerte golpe que lo mando de vuelta al suelo, dejándolo casi inconsciente. "¡Infeliz!", le dijo Anthony fuera de sí. "¡Eres un bastardo!", le dijo.

"Vamos, Anthony, déjalo ya." le dijo Archie colocando su mano en su hombro para calmarlo, interponiéndose entre él y el atontado joven Legan. "No vale la pena." Le dijo. "Candy no quisiera esto, Anthony. Déjalo." Le dijo de pronto, atrayendo su atención de inmediato. Tomando respiraciones contenidas, Anthony consideró las palabras de su primo y asintiendo, se tranquilizó.

"Y tú, Neil," continuó Archie, volviéndose hacia él, tras asegurarse de que su primo no lo atacaría otra vez, "si sabes lo que te conviene, saldrás de esta casa de inmediato como te dijeron. No eres bienvenido más en las mansiones Andley. ¡Y ten en cuenta que con el tío abuelo no se juega!", le dijo. "Y con nosotros, tampoco." Le aseguró. Se volvió entonces hacia el rubio, "Vamos, Anthony, entremos." Le dijo.

Anthony asintió y ambos caminaron hacia la residencia bajo la asombrada mirada de los sirvientes de la casa que habían salido a recibir el equipaje de los recién llegados. Para todos era una escena inesperada, pero bien recibida. No sabían el contexto de la pelea, pero ese arrogante e insolente muchacho se lo merecía. Solo había aparecido un día a dar órdenes y a hacer y deshacer en esa casa, amenazándolos a todos con despedirlos si decían a alguien dónde estaba.

George se aproximó entonces al moreno. "Joven Neil." Dijo con su habitual seriedad cuando el muchacho ya pudo mantenerse en pie. "Lo llevaremos al Hospital Central de inmediato, para revisión, antes de llevarlo a un hotel a pasar la noche. Su tren sale mañana a las 7:00 de la mañana. Los caballeros aquí presentes le escoltarán en el proceso y le acompañarán hasta que llegue sano y salvo a La Florida, no se preocupe." Le dijo.

"¡Estúpido!" le dijo nada más Neil y limpiando la sangre de su labio con un pañuelo que sacó de su saco, caminó dentro de la mansión agarrando también sus costillas con su otra mano. Uno de los hombres ahora a cargo de él lo siguió, mientras George daba instrucciones a la servidumbre de empacar de inmediato las pertenencias del indignado joven Legan y luego le daba indicaciones y dinero al otro hombre asignado a su cuidado. Si había que internarlo que así lo hicieran y que hasta después viajaran. Pero que se aseguraran de que llegara con bien a la Mansión Legan de La Florida. Cualquier pregunta de los médicos respecto a sus golpes, el joven se había metido en una trifulca callejera.

"¿Desea un poco de ungüento para su mano, joven Anthony?" preguntó el mayordomo principal de la mansión, media hora después de que Neil se marchara, al ver que el joven Brower flexionaba su mano derecha con molestia. Junto con su primo se encontraban ahora en la sala principal de la mansión descansando de su viaje, y de la reciente "trifulca callejera".

Anthony sonrió, "Gracias, Wellington, pero no. Ya se me pasará." Le dijo, flexionando nuevamente su mano. Todo el personal apreciaba mucho a los miembros de la familia. Pero en especial a los hermanos Cornwell y a Anthony. Siempre eran amables y considerados con ellos cuando se quedaban en la mansión.

"Jóvenes, aquí tienen. Les preparamos en la cocina un poco de agua tibia con árnica y wizz para sus manos." Dijo el ama de llaves, mientras dos doncellas entraban y sobre una mesa en la estancia colocaron dos cuencos de cerámica blanca con el agua de color como té, así como dos toallas blancas. "Solo colóquenlas en el agua tibia por unos minutos y eso aliviará el dolor y la hinchazón." Les dijo amable, mientras las otras mucamas abandonaban el salón tras una breve reverencia.

Archie y Anthony sonrieron. "Muchas gracias.", dijo Archie.

"Gracias, señora Wilber" Dijo Anthony cediendo y ambos muchachos hicieron lo que les indicaron. Así que sentándose cada uno frente a uno de los cuecos y tras quitarse sus sacos y arremangarse la camisa, colocaron sus manos lastimadas dentro del agua tibia.

"No vas a negarme que llegamos justo a tiempo." Le dijo Archie sonriendo. "¡Creo que nunca olvidaré la cara que puso Neil cuando nos reconoció!" dijo complacido el elegante muchacho de cabello castaño. "¡Ouch!" dijo quejándose al sentir dolor en sus manos al moverlas en el agua tibia. "¡Ay…!, Creo que debí patearlo más en vez de golpearlo a puñetazos." Se lamentó al sentir el efecto de los golpes en sus manos.

Anthony rió bajito, "Yo por eso lo hice por partes iguales." Le dijo Anthony orgulloso, y ambos comenzaron a reír, pero luego se quejaron, frunciendo el ceño al sentir sus manos.

"Solo espero que a él le duela más que a nosotros." Murmuró Archie.

"Espero que sí."

"¡Cielos!", dijo Archie, "¡la tía abuela nos matará! No me extrañaría que nos persiguiera a los dos por toda la mansión igual que lo hicimos con Neil, por tocarle a su niñito..."

Anthony rió. "Es una posibilidad. De cualquier forma, aunque le di mi palabra de no intervenir, yo no lo busqué, Archie. Fue el destino el que nos trajo aquí. Aún si Wellington no nos hubiese avisado antes de que saliéramos de Lakewood, igual lo habríamos encontrado aquí." Anthony había avisado a escondidas de la tía abuela a varias de las mansiones Andley que le avisaran si lo veían por allí.

"¿Cómo supiste que el tío abuelo William había dado todas esas instrucciones sobre Neil, Anthony?"

"George." Anthony miró a sus manos en el agua, intentando no dejar notar que mentía. "Me había platicado antes en el tren de que el tío abuelo le había informado sobre sus deseos de qué hacer en cuanto Neil apareciera."

"¡Vaya!", dijo Archie. "¡Al fin un poco de justicia en esta familia!" Dijo complacido, y Anthony, viéndolo, sonrió. "A ver qué le parece a la tía abuela, porque por lo que veo, no estaba enterada de eso."

"Sí." Dijo Anthony pensativo. "A ver qué dice al respecto." Dijo un tanto preocupado.

"¡Es un total abuso!", gritaba la Matriarca del otro lado de la línea telefónica. Anthony tuvo que apartar el auricular de su oído.

Por la tarde Anthony había terminado recibiendo la llamada que tanto temía. Al fin el mayordomo había vuelto a conectar el teléfono de la Mansión, y la llamada había entrado, ya que Anthony, después de avisarle Wellington que el joven Legan había llegado a la propiedad, el rubio le pidió por favor que mantuviera el teléfono fuera de servicio para que Neil no se pudiera comunicar con Lakewood y viceversa, hasta que ellos llegaran, - una petición bajo la total responsabilidad de él, le aseguró -, y el mayordomo lo cumplió, obligando a Neil a avisar en dónde estaba, a su familia, con un marconigrama.

"¡Tú lo prometiste, Anthony!" su tía abuela protestó. "¡Qué yo me encargaría de Neil!"

"Lo siento, tía abuela, pero fue debido a sus instrucciones que yo estoy aquí en Nueva York, yo no lo planee. Y junto con Archie simplemente cumplimos la advertencia que le habíamos hecho ya antes a Neil."

"¡Pero Candy es solo una sirvienta!"

"¡Es muestra amiga, tía abuela, y usted lo sabe!" rebatió el rubio. "Además, pobre o rica, es una mujer que merece respeto, ¡lo que Neil hizo es una mancha para la honra de los Legan, y alguien debía ponerlo en su lugar antes de que su comportamiento inmoral manche también la honra de los Andley!"

La tía abuela guardó silencio ante sus palabras.

"¿O me está diciendo, tía abuela, que ahora nos está permitido a mí y a mis primos ir tras cualquier jovencita, sin considerar nuestros principios y nuestro honor, o la deshonra de la joven en cuestión?"

"¡Por supuesto que no!" rebatió la anciana contrariada.

"Entonces creo que no hay nada qué discutir." Dijo Anthony más calmado. "George simplemente acató mi petición de su traslado debido a mi futura posición en la familia. Espero eso no sea un inconveniente tampoco y no lo considere como una desobediencia de su parte. Entiendo que mi papel como futuro patriarca será velar por los intereses y bienestar de la familia, y a mi criterio, este cambio de residencia para Neil es justamente eso, va en beneficio de nuestra familia. Aunque creo que usted también podría contribuir en algo para corregirlo."

"¡Anthony, te estás sobrepasando!"

"¿Lo cree usted, tía abuela?" le dijo el rubio con seriedad. "Aun está a tiempo de reconsiderar mi nombramiento de ser así."

"¡Anthony!" lo reprendió. "- ¡Eres imposible! - Hablaremos a tu regreso de Londres."

"Lamento incomodarla, tía abuela. Pero usted me educó como un caballero y como un caballero no puedo desentenderme de una injusticia, ni Archie tampoco." Anthony exhaló cansado. "Sabe, tía abuela, no quisiera irme de América estando enfadado así con usted. Sabe lo que pienso de las despedidas, ¿verdad?"

La señora Elroy olvidó de pronto su enfado. Desde lo sucedido con sus padres, Anthony le había manifestado que el mayor consuelo que tenía era que la última vez que los vio, su despedida fue una de alegría y amor compartido. Y que, desde entonces, no sabiendo qué vueltas podía dar la vida, siempre prefería escoger despedirse de quienes quería, con amor.

"Tienes razón." Le dijo su tía abuela.

"Sabe que la respeto y que la quiero, tía. Por favor, ¿podemos dejar entonces este asunto por la paz?"

La renuente señora al otro lado de la llamada, en el despacho de Lakewood, suspiró. "Está bien, Anthony." le dijo. "Como dices bien, ambos velamos por el bienestar de nuestra familia y eso a veces implica tomar decisiones difíciles. Te comprendo. Veré qué más puedo yo hacer al respecto con Neil. No discutamos más. Avisaré a Sarah y a Elisa de tu decisión como cabeza de familia. Y nos veremos en algunos meses. Cuídate mucho, hijo. Y regresa con bien.", le dijo la anciana con añoranza. "Y Archie también."

Anthony sonrió, "Gracias, tía abuela. Y no se preocupe, se lo diré, y así lo haremos. Nos vemos para mi cumpleaños en septiembre. Haré todo lo posible por regresar antes y estar aquí a finales de ese mes."

La anciana sonrió enternecida. "Y si no puedes, hijo, no te apures. Lo celebraremos siempre cuando regreses. Lo haremos con una gran fiesta."

Anthony rió del otro lado de la línea. "Si a usted la hace feliz…" le dijo. "Bien, tía. Hasta pronto. Que todos estén bien en Lakewood."

"Que tengan un buen viaje, Anthony. Saluda a Archibald de mi parte."

"Así lo haré. Feliz tarde, tía."

"Hasta pronto, Anthony." respondió la anciana y colgó. La Matriarca de los Andley se quedó pensativa.

Continuará…

¡Y así comienza el viaje! ¡Ji, Ji, Ji!

Espero les haya gustado.

¡Mil gracias por sus comentarios queridas Anguie, Sharick, Guest 1 (¡Gracias mil! ¡Bendiciones!), Guest 2, Guest 3 (¡Gracias! qué bueno que te gusta. ¡un abrazo!), Guest 4 (¡Muchas gracias! ¡Bendiciones también!), Cla1969 (¡Ciao, Clau!, ¡quanto sei felice che ti sia piaciuta così tanto la romantica scena d'addio tra loro, l'ho adorata anche io! E penso che oggi abbiamo risposto alla tua domanda sulla collana. Almeno Anthony lo ha caricato! Hee hee hee hee! ¡Un abbraccio!) En español: ¡Hola, Clau!, ¡qué alegre que te gustara tanto la escena romántica de despedida entre ellos, ¡a mí también me encantó! Y creo que hoy respondimos a tu pregunta del collar. ¡Al menos Anthony se lo cobró! ¡Ji, ji, ji! ¡Un abrazo!; Julie-Andley-00, Mayely león y GeoMtzR! (Sí, Georgy, con esa división social entre ellos la situación es diferente a la de la historia original. ¡Al menos ahora sabemos qué fue de Neil! - Y dónde está - ¡En el hospital! ¡Ja, ja, ja! ¡Un abrazo, amiga!)

¡Muchísimas gracias a todos por leer! La historia avanza. ¡Que tengan un lindo día!

Con cariño,

lemh2001

29 de agosto de 2023

P.D. Publicaré el próximo capítulo este jueves. ¡Un abrazo!