INUYASHA NO ME PERTENECE, SALVO LA HISTORIA QUE SI ES MÍA.

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El contrato

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Capítulo 6

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―La próxima vez que quieras que investigue a alguien, házmelo más difícil ―Miroku cruzó la oficina de Bankotsu, quien estaba frente a la laptop.

Apenas transcurrieron dos días desde que el dueño de Anderson Equities diese su encargo para averiguar sobre Kagome cuando su leal compañero ya traía información.

Bankotsu estaba muy serio y que Miroku lo viera de forma picara le molestó.

Aunque sólo a él podría permitirle esas actitudes.

Miroku quitó una libreta y comenzó a leerla.

―Kagome Smith llegó a Manhattan hace dos meses desde Great Falls y está limpia.

― ¿A qué te refieres? ―preguntó Bankotsu, extrañado de que su amigo no se explayase.

Miroku volvió a desplegar una sonrisa.

―Es obvio que la conoces ¿Qué tu padre no tenía un rancho en ese pueblo de dónde viene?

―Sí, pero no es relevante ―Bankotsu fingió indiferencia

―Esto no fue una simple pesquisa a una empleada tuya ―determinó Miroku ―. Estas tomando en serio mi plan ¿verdad?

Miroku ya lo sabía y no valía ocultárselo, pero Bankotsu siempre fue muy cauto con respecto a todo lo que tuviera que ver con Kagome Smith.

―Vale, quizá no estés equivocado ―admitió finalmente Bankotsu

Como si fuera un triunfo en las grandes ligas, Miroku guardó su libreta en el bolsillo ante la sorpresa de Bankotsu quien esperaba escuchar más información acerca de Kagome.

― ¿No tienes nada más que decir?

―Si es una candidata para la idea de una relación falsa, déjame decirte que encontraste a la chica perfecta ―sacó los dedos para enumerar―. No fuma, no se droga, no es una promiscua, no es una loca, no tiene una familia detrás y tiene líos económicos graves por causa de una ingenuidad crónica ―Miroku hizo una pausa dramática para hacer un gesto divertido―. No es Kikyo.

―No me hagas recordar a esa chiflada.

―Y es perfecta ya que con las deudas que ella misma se autoimpuso, no será difícil extenderle una propuesta tan irresistible como única ―concluyó Miroku.

― ¿Y eso lo dedujiste en dos días?

―Está limpia ―insistió Miroku quien pese a su elocuencia dejaba relucir una mirada de sospecha hacia su amigo―. Y si ella acepta será fácil pasarla porque la prensa se creerá la historia de que es una amiga de la infancia con la que volviste a reencontrarte y no prestaran tanta atención a que no se trata precisamente de una…―Miroku pensó en las palabras a decir― del tipo de mujer con las cuales te enredabas. Será un punto a favor tuyo y no te verán como el hombre superficial ¿entiendes?

Bankotsu entendía lo que Miroku quería decirle, pero sólo él sabía que no lo hacía precisamente para reparar su decadente imagen.

Hacer esto implicaba que ella entrara a su vida y a la de Dexter. Solo alguien confiable podría hacerlo.

No era necesario pensarlo demasiado y menos con la información tan favorable.

―Haz que se presente a esta oficina.

― ¿En serio? ―preguntó Miroku

Bankotsu se levantó del sillón y se dirigió al impresionante ventanal de su enorme oficina.

―Será una propuesta de negocios ¿Qué mejor lugar que éste?

Miroku se levantó, aunque esperaba que Bankotsu se mostrara más efusivo por la idea.

Salió silenciosamente de la oficina a cumplir aquella ultima orden.

Bankotsu quedó solo observando el panorama.

Que Kagome estuviera pasando graves dificultades económicas era algo que él podía ayudarla a sortear y ella podía apoyarlo en el retorcido plan que le diera Miroku.

En su fuero interno hasta pensaba que no le sería difícil, si se le antojaba, proceder a una falsa seducción para que ella cayera a sus pies y la relación fuera real al menos para ella.

Pero él no era tan cruel para hacerle algo así a ella.

Prefería proponérselo directamente y ver la cara que ponía cuando se lo dijese.

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Kagome sabía que las cosas irían de mal en peor.

Aunque aparentemente estaba conservando el trabajo ya que el señor Donald la hostigaba con que salvó su contrato a cambio de una comisión que sería extraída de su salario, el asunto le parecía sumamente injusto.

Sabía que Tsubaki no le perdonaba su negativa a colaborar con aquel extra de depósito y la convivencia era un infierno.

Kagome debía asegurarse que todos se marcharan para hacerlo ella.

Ya en el piso, se encerraba y no salía por temor a represalias. Tenía que olvidarse de comer ya que todas las pequeñas provisiones que tenía en la casa fueron aprovechadas por Tsubaki y Kagura. Tampoco faltaban los invitados ocasionales de la propia Tsubaki quien no tenía inconvenientes de tener estos visitantes pese a su romance con Donald de la cual sacaba el máximo provecho.

En su habitación lloraba en silencio pensando en la estafa de Koga.

Tenía que recordar llamar a su amiga Sango en el locutorio ya que el móvil que trajo desde Great Falls se le rompió antes de llegar a New York y nunca pudo reponerla con otro, así que literalmente estaba sola e incomunicada en esa habitación.

Solo cuando ya tenía la manta por encima, que era bastante delgada y le congelaba los pies se permitía pensar en el extraño reencuentro que la vida le deparó.

Bankotsu Anderson.

Seguía viéndola como a un insecto que había cumplido su meta de no ser nadie en la vida.

Como la Bizcachuela.

Se preguntaba si él volvería al restaurante del hotel. La última vez se marchó solo pidiendo envolver el ultimo plato y no regresó.

Kagura quien fue su mesera dejó entrever que estaba malhumorado y a prisa, como todo gran ejecutivo.

― ¿Será que le gustó la comida? ―pensaba ―. Espero que sí o de lo contrario me despedirá…

Pero fuera de todos los recuerdos tristes, estaba más atractivo que nunca como si sus propias remembranzas hubieran mejorado.

Kagome finalmente se obligaba a dormir pese a tener el estómago vacío porque no quería ir al frigorífico y que hubiera el peligro de cruzarse con sus compañeras de piso. Mejor dormir que mañana tendría un largo y duro día de trabajo.

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Quien sí durmió muy bien fue Tsubaki, satisfecha con sí misma ya que además de cumplir sus deseos perversos de torturar psicológicamente a Kagome, también obtenía un redito económico.

No pensaba echarla del piso de momento, ya que le era muy redituable tenerla.

Con Kagura decidieron que era mejor que se quedara y las condiciones en el restaurante del hotel tampoco cambiarían según le informó Donald.

Aparentemente los nuevos dueños no mostraban interés de cambiar nada. Recordaban con lascivia que tuvieron frente a ellas al propio CEO de la compañía propietaria y que apenas las había mirado.

Era un desperdicio pensaba Tsubaki.

Ascender de acostarse con un mugriento gerente de restaurante a un impresionante ejecutivo sería el punto culminante de su carrera de busca vidas.

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Kagome estaba revisando unas listas de reserva cuando un empleado del área de recursos humanos se acercó a ella.

Extraño porque usualmente tenían que hacerlo primero al señor Donald.

Además, el sujeto esperó que estuviera sola para acercársele.

― ¿Señorita Kagome Smith?

La joven miró a ambos lados extrañada de ser abordada.

―Lo soy.

―El señor Anderson la espera en su oficina esta tarde ―le pasó una tarjeta―. Sea discreta y no se preocupe con su falta que yo mismo informaré a su gerente sobre su ausencia.

―Pero…

―No se preocupe, es una orden ejecutiva del señor Anderson.

Kagome se quedó parpadeando confusa con la tarjeta en la mano que leyó era la dirección del edificio donde se asentaban las oficinas de Anderson Equities.

Cuando notó que alguien se acercaba, se apresuró en guardar la tarjeta en su seno.

Tampoco podía ir y preguntarle al señor Donald.

Se llevó una mano a la boca.

― ¿Y si va a despedirme? Quizá en serio no le gustó la comida o peor…le dio cólicos y quiere demandarme… ¿pero que podría darle? Apenas tengo para completar para el metro de esta semana ―pensó recordando el dineral que le estafó Koga y peor en los desembolsos que sus caseras exigían. Y por supuesto no olvidar la comisión que el señor Donald le sacaba.

Hizo un gesto de resignación.

¿Qué podría perder?

Se escabulló apenas terminó de acomodar algunas cosas para regresar a tiempo para el servicio de cenas.

No fue difícil de llegar para ella.

Solo preguntando y pidiendo indicaciones no le costó encontrar el impresionante edificio de Wall Street donde se asentaba el despacho de Anderson Equities.

Tenía la tarjeta en la mano y con mucha vergüenza cruzó las puertas.

Las mujeres que atendían en recepción eran impresionantes, mucho más bonitas que Tsubaki o Kagura y de un porte elegante.

Vestidas con increíbles trajes de una pieza que Kagome sólo veía tras los escaparates de tiendas.

Intimidada Kagome se acercó a decir que tenía una cita con el señor Bankotsu Anderson.

La mujer que la atendió enarcó una ceja con incredulidad, pero de todos modos indagó en su laptop y en efecto estaba cargada una cita a nombre de la visitante.

Al verlo, el rostro de la joven se relajó y la invitó a pasar entregándole una tarjeta magnética para sortear los controles.

―El señor Anderson le aguarda en el piso 40 ―con una sonrisa de amabilidad.

La cita no tenía horario en el sistema, sólo que la señorita Smith aparecería por la tarde.

Kagome temblaba de pies a cabeza mientras el ascensor subía. Apretaba su pequeña bolsa blanca con nerviosismo.

No tenía idea de con qué podía encontrarse, pero tampoco quiso negarse, aunque él simplemente la citara para despedirla.

Cuando llegó al lobby al traspasar el ascensor, dos secretarias custodiaban el despacho.

Kagome nunca había visto uno tan enorme y lujoso.

Enseguida una de ellas se acercó.

― ¿Señorita Smith?

Kagome asintió con la cabeza apenas ya que aún estaba anonadada con tanto lujo.

―Sígame por favor, el señor Anderson la espera.

La elegante secretaria hizo clic con una tarjeta y la enorme puerta se abrió.

Kagome entró y si el exterior la había dejado sorprendida, el interior era aún más portentoso.

Era un enorme despacho con esas decoraciones que sólo se veían en televisión, con ventanales impresionantes que daban una vista increíble de Manhattan.

Y también estaba él de espaldas, dando cuenta de un sobrecogedor perfil con un traje hecho a medida que cubría su anatomía plantada en el metro noventa que siempre lo hizo tan sobresaliente físicamente.

Kagome en su torpeza chocó con una silla y gimió bajito llena de vergüenza.

Eso hizo que él girara haciendo que ella casi cayera al suelo a causa del efecto de sus extraordinarios ojos azules. Si era un momento en la cual podía sentirse estúpida era éste.

―Viniste

Siguiendo la línea de la impericia, Kagome no estaba segura si hacer una reverencia o arrodillarse. Hizo lo primero porque no se le ocurrió que hacer.

El rostro serio de él se descontracturó al ver el gesto torpe de Kagome. Disimuló una risilla.

―No hace falta las formalidades, no soy un dios…al menos no todavía ―le señaló la silla para que se sentara.

Kagome arrastró sus pasos hacia el sillón, pero sin atreverse a mirarlo tan fijamente.

¿Era posible sentirse más tonta?

Movía sus manos nerviosamente.

―Vine porque el señor…de recursos humanos me dijo que tenía una cita ―se atrevió a levantar la mirada hacia él que seguía parado viéndola con pose divertido―. ¿Me despedirán porque la comida estuvo mala?

Él se echó a reír asustando a la joven.

―No seas dramática ―enfatizó él tomando lugar en su asiento―. No me encargo de eso, para esos menesteres menores está el inútil del gerente del restaurante donde trabajas.

Sentado allí era aún más monumental.

Ella tragó saliva sin dejar de apretarse la mano.

― ¿Puedo preguntar el motivo de esta cita…?

―Tengo una propuesta de negocios para ti ―informó él

― ¿Propuesta…?

―No me iré con rodeos, lo que voy a plantearte requerirá que firmes un acuerdo de confidencialidad ―él la miró fijamente―. Pero lo que recuerdo de ti es que justamente tienes un alto sentido de discreción.

Kagome pestañeó confusa pero no pudo evitar sentirse abrumada ante el recuerdo de aquel tiempo ya tan lejano.

―Tengo un hermano pequeño cuya tutela me encuentro en peligro de perder a causa…de mis indiscreciones ―Bankotsu apretó la lapicera―. Necesito una tapadera convincente en forma de compromiso con una dama respetable para evitar que me saquen la tutela de mi hermano Dexter. La rehabilitación de mi imagen con el elemento del compromiso estable ayudará en eso y he pensado en ti ―volvió a mirarla―. Por supuesto, a cambio de un interesante pago con el plus de que podrás vivir en un pent-house en Manhattan y acceso a todos los lujos que pondré a tu disposición.

Oír sobre su despido hubiera sido entendible, pero esto no debía ser más que una broma.

Se quedó en silencio unos segundos hasta asegurarse de no haber oído mal.

Kagome se echó a reír como nunca antes lo había hecho.

Recordaba que Bankotsu fue un chico bromista en su adolescencia. Tal vez aquellas pequeñas maldades aun eran de su deleite.

―Esto debe ser una broma…

Pero él estaba muy serio.

― ¿Acaso tengo cara de querer bromear?

Kagome comenzó a caminar de un lado a otro tratando de procesar las palabras.

Hace poco tiempo, luego de haberlo visto por primera vez había corrido a un locutorio buscando información de él en la web.

Muchas noticias de él saltaron, pero las más recientes hablaban de una tormentosa relación que mantenía con una mujer llamada Kikyo quien era una socialité algo tocada que acababa de quemarle un coche.

Su mente tratando de protegerse y resistir lanzó el primer embate impulsivo.

―Está tratando de jugar conmigo…como lo hizo en el pasado y déjeme decir que esta idea está tan loca como esa pirómana de coches…

Kagome cogió el bolso blanco temblando.

Una mezcla de indignación y sorpresa la superaban.

Llevaba años enfrentando lo peor pero la vida nunca la había preparado para semejante cosa.

―Debo irme….

― ¿Acaso dejaras ir la oportunidad de recuperar el monolito de tu familia? ―él la detuvo con esa frase.

Kagome giró sorprendida.

― ¿Me habéis espiado…?

―Cualquier empleador que se precie lo hace y además ese asunto tuyo no es precisamente un secreto.

―Podría demandarle….

―Pues a ver quién se atreve a ir contra mí ―extendió sus brazos al costado―. No hay ninguna trampa en esto, es un simple negocio que le vendrá bien a ambos.

Los ojos de Kagome se cristalizaron.

― ¿Por qué yo…?

Él guardó silencio por unos segundos y luego se llevó una mano al bolsillo.

―Es una buena pregunta que de todas las mujeres que conozco te plantee esto a ti ―reveló el hombre―. Pero no quiero a cualquier persona cerca de mi hermano Dexter y es más que claro que sigues siendo la misma buena persona que conocí en el pasado. No me des una respuesta ahora mismo, puedes pensarlo un par de días, pero el contrato que te ofrezco por una relación falsa de un mínimo de seis meses será de un millón de dólares ―ofreció sin pestañear ―. Y todo estará estipulado en un contrato.


CONTINUARÁ.

Gracias hermanas Paulita, Lucyp0411, Benani0125, Annie Perez, y bievenida Fuentes Rodriguez.

Estoy casi retomando mi velocidad anterior para hacer fics, estoy volviendo a entrar en practica asi que creo que el sigte capitulo vendrá en casi nada.

Perdón por los errores y dedazos.

Nos leemos

Paola.