Destino (AU) Parte 1
Zoro no cree en el destino, ni en las famosas almas gemelas. Era un alfa fuerte que escribiría su propio destino. No necesitaba a ninguna omega para eso. No necesitaba el amor de su destino. Su único propósito es ser más fuerte en esa jungla de edificios altos y calles pavimentadas. Nadie le domara.
Con el tiempo, se hizo famoso. Considerado para muchos un monstruo, para algunos un héroe, se convirtió en el Asesino de criminales. Muchos caían por su feroz ataque con katanas. Decían que era imposible vencerle, excepto el mejor de todos, apoyado incluso por las influencias del gobierno. Su semblante nunca cambiaba de su dura expresión, Zoro no sentía nada. O eso decían algunos.
Después de tantos intentos, por fin, la Policía pudo capturarlo. Lo torturaron de muchas formas. Después de mucho tiempo de tortura, diez días, lo dejaron a su suerte en medio del patio de la prisión, atado a un poste.
Despues de todo, aún no quitaba en su mente su sueño de ser el más fuerte. Sobreviviría, no importa como.
...
Su abuelo lo iba a matar. Se había escapado de casa de nuevo, pero esta vez, dejó una nota a Dadan diciendo que iniciaría una nueva vida.
No más Monkey D Luffy, el hijo de un gran empresario mejor pagado del mercado marítimo, el nieto de un almirante retirado que era el jefe de la mejor prisión de la ciudad. Ya no más el hijo consentido y rico de la ciudad, que bien podrían ser los soberanos del lugar por su fama y riqueza.
Ahora era Monkey D Luffy a secas, un simple adolescente omega que busca muchas aventuras.
Se mudó a un pequeño cuarto y consiguió trabajo en un restaurante de comida donde estaba en la caja de ventas. No sabía mucho de matemáticas, pero la maquina le haría el resto. Y lo mejor, la comida era gratis.
Al principio, le costó adaptarse, pero finalmente consiguió quedarse y hacer amigos.
Ese día, Coby lo había invitado a salir. El beta había planeado llevarlo a un sitio que habían abierto hace poco, para poder decirle sus sentimientos a Luffy.
...
Zoro había rechazado una y otra vez la ayuda de esa niña, quien se colaba por una abertura de la valla metálica de la prisión. Le había dicho que se fuera, pero siempre llegaba con comida. Onigiris, sus favoritos.
Era la primera vez que alguien se preocupaba por él. Por eso decidió, por ese día, darle el gusto de probar uno de esos onigiri que le llevaba diario.
Grave error.
...
Luffy había salido más temprano. Ya que habían contratado a otra persona, le tocaba un turno de ocho horas. Estaba muy feliz, ya que también le habían pagado y había comprado mucha carne, y se había dispuesto a ir a su casa.
El camino era algo corto, pues quedaba cerca de su trabajo, pero Luffy decidió ir al centro de la ciudad a comprar más cosas para acompañar su carne. No era un gran cocinero pero se defendía algo.
Cuando pasó por el mercado, compró aún más carne (si fuese posible) y algunas verduras que quedarían en el olvido dentro de su refrigerador.
-Oíste lo que dicen- escuchó a una de las vendedoras del mercado-. Capturaron al más grande criminal de la ciudad.
-No es un criminal- defendió una joven mujer, quien preparaba algo en un bol-. Él nos defendió, no es un criminal- replicó.
-El cazador de criminales, Zoro- dijo otra mujer, quien llevaba una canasta-, al fin fue capturado en la máxima prisión Impel Down, ahí estará por años por sus horrendos crímenes- dijo, asustada.
-No hizo nada malo- defendió la joven mujer.
La discusión se volvió acalorada, pero Luffy, por alguna extraña razón que no conocía, el nombre de ese cazador de criminales le atrajo mucho. Quería conocerlo. Se escuchaba genial.
...
La niña fue dejada en algún callejón. La habían golpeado. Sus piernas no resistían a sostenerse. La habían golpeado muy fuerte por ordenes del hijo del capitán del celda donde correspondía el joven de cabello verde.
Solo le había dado comida.
...
Cuando estaba cerca del lugar, se encontró a Coby. Se le había olvidado que tenía planeado salir con él, así que le dijo si podían ir a cierto lugar.
-¡La prisión de Impel Down!- casi le daba un infarto ahí mismo por la impresión.
-Me da curiosidad- se encogió de hombros el de sombrero de paja.
-¿Para qué ira allá?-preguntó, no podía ser algo malo, quizás algún familiar trabaja ahí.
No sé equivocaba del todo.
-Hay un prisionero que quiero conocer- sonrió-. Se llama Zoro...
-¡Zoro!- gritó de la impresión.
Estaban caminando por una calle habitada, cuando dijo ese nombre, todos los miraron asustados. Coby bajo la voz.
-¿Quiere decir que iremos a esa prisión solo para conocer a ese criminal?
-Claro- dijo el moreno.
Ya estaban cerca. Pero, algo hizo detener a Luffy. Sintió algo, un olor hizo que mirara hacia las vallas de la prisión.
-¡Qué bien huele!- dijo con baba en la boca.
-No huelo a nada- dijo el beta, quien empezó a olfatear para buscar el olor que decía Luffy.
-Está por allá- salió corriendo hacia las vallas de la prisión, que era el patio de la misma.
-Espere, Luffy-san- corrió donde se dirigía Luffy.
Luffy solo veía un lazo de colores. Igual un aura extraño se colaba por su nariz y boca, igual que ese olor desagradable. No desagradable, un olor feo, sino que era desagradable al punto de sentir esas emociones en tu sistema. Enojo, ira. El omega de Luffy esta intranquilo por esa aura, debía buscar al responsable de esto.
Cuando llegó al sitio, lo vio. Después de todo, solo eran vallas de alambre lo que tapaban el camino. Un gran cercado de alambre se interponía.
-Luffy-san, no vuelva a correr así- le regañó el pelirosa, quien trataba de recuperar el aliento-, hará que no lo pueda...- miro hacia donde miraba el moreno y casi gritaba, de no ser porque Luffy le cubrió la boca con las manos y se agacharon para ver como se desarrollaba la escena.
...
Zoro, después de un rato, no resistió y se dejó caer, apretando sus amarres. La soga al cuello le lastimó aún más. Ese desgraciado del hijo del capitán lo había mandado a golpear con látigos y mazos más fuertes, y para colmo, este lo veía sufrir.
Quería matarlo, quería desollarlo con su katana, la que tenía confiscada en una de las habitaciones del capitán. Pero no podía si quiera romper esas cuerdas qué lo ataban.
-Eres muy débil, Zoro, no has cambiado nada.
Esa voz de nuevo. Su amiga de la infancia y su primer amor, ella siempre le decía eso, empezó a creer que era verdad. Ni siendo alfa podía con esto.
Al final, iba a morir.
...
Cuando vio que se fueron, sonrió. Ese tipo era muy fuerte. Soportó todo ese maltrato. Aunque, por extraño que parezca, sentía que la sangre le ardía cuando estaban golpeando al chico. Estaba muy furioso. Sin darse cuenta, eso hizo que su olor llegará al que golpeaba al chico de cabello verde.
Se retiraron porque el golpeador estaba débil, de repente sucedió.
-Oye, Coby, tu sabes quien es él, ¿no?- dijo Luffy, quien miro a Coby para que le respondiera.
-No lo sabe, Luffy-san, él es Roronoa Zoro, el infame cazador de criminales, el justiciero de la ciudad- dijo Coby, muy asustado-. Dicen que es humano, pero al pelear parece el mismo demonio.
-Así que es fuerte- sonrió- me agrada.
-¡No diga tonterías!- exclamó asustado el chico.
Coby llevó lejos a Luffy de la prisión pero solo se toparon con una pequeña niña. Esta les contó toda la verdad.
Su madre y ella trabajan en el mercado, mismo donde había ido Luffy esa mañana. Ellas debían mucho, pero un día Zoro les había encontrado, estaba herido y ellas lo cuidaron y les dieron comida. Él les dio ayuda también, reparando su casa y ayudándoles un poco en el mercado, hasta que dieron con él las autoridades y Helmelpo estaba ahí. Él les perdono la deuda a cambio que lo entregarán. Ellas se negaron, pero de ser así, ellas iba a ser encerradas en la peor celda de la prisión. Zoro se entregó.
Luffy, al oír eso, su corazón latió muy rápido, más del que se podía. Verlo atado a ese poste y ver el rostro de esa persona hizo que sintiera que no podía respirar. Su corazón latía muy rápido y unas ganas inmensas de abrazarlo le hizo que le dolieran los brazos. Ahora, no había duda. Salvaría a Zoro. Cueste lo que cueste.
...
Zoro aún recordaba a Kuina. No podía dejarse morir solo por ser débil. Sobreviviría a eso, cueste lo que cueste.
Zoro miró frente a él. Había un chico. Pero eso no era todo, un lazo de colores apareció a su vista. Un olor dulce se coló en su nariz, le dio calma. El aura de ese chico no era como cualquier omega, se dio cuenta de ello, era cálida.
Luffy, por su parte, miró al chico frente a él con una sonrisa. Necesitaba que dejara de desprender ese aura triste que le rodeaba. Su aura hacia un contraste bastante diferente al joven. Le sonrió aún más si se podía. La sangre fluía cada vez más rápido por su cuerpo, haciendo que le ardiera la cara. Le gustaba esa sensación. Y más, si era por ese joven.
-¿Qué haces aquí?- dijo Zoro, quien temía, por extraño que parezca, que hallarán al chico en cuestión-. ¡Lárgate!
-Te dejaron aquí para que mueras, y me dices que me vaya- dijo con simpleza el chico-. Te sacaré de aquí.
-¿No me oíste? ¡Vete de aquí!
-Nop, no lo haré- dijo firme el omega de sombrero de paja.
-Ellos son alfas muy fuertes, tú un simple omega, te golpearan- dijo, tratando de espantarlo.
-No te dejaré aquí- dijo con decisión, para luego sonreír-. No cuando ya te hallé.
-¿Ah?
-Eres quien estaba buscando desde que me dijeron que eras para mí- sonrió aún más, entrecerrando sus ojos-. Eres mi destinado.
...
-Cuando un omega y un alfa son destinados, los une algo más allá de un deseo, es amor a primera vista- explicó la profesora de historia, la que le daba clases particulares.
Cortesía de su abuelo.
-¿Y cómo sabes que es tu destinado?- preguntó un Luffy de doce años.
-Sentirás lo mismo que esa persona, sus emociones serán tuyas y su olor solo tu lo percibiras.
La maestra se acercó a Luffy y tocó su pecho, a la altura de su corazón.
-Esa persona será tuya para siempre- dijo con una sonrisa.
...
-Y la maestra Makino nunca miente- dijo, para luego tratar de desatarlo.
Digo tratar, porque más lo enredó.
-¿Eres idiota o que?- preguntó con sarcasmo el peliverde.
-No puedo desatarte, no sé como- dijo, haciendo más fuerte el amarre.
Zoro solo rodó los ojos.
-Si tuviera mi katana...- murmuró.
-¿Tienes una katana?- sus ojos brillaron-. ¡Genial!
Zoro solo sonrió por el halago.
-No la tengo aquí, esta en una de las habitaciones del capitán- sonrió con suficiencia-. Será mejor que te olvides de...
-¡Bien! ¡Iré por ella!- exclamó el morocho.
-¡Espera!- dijo el peliverde.
Luffy no lo escuchó y corrió.
-¡Idiota! El edificio esta por el otro lado- dijo sin pensar.
-Ok- se detuvo y se lanzó a correr al otro lado.
...
No sé esperaba que en verdad le desatará. ¿Qué tan bueno sería este chico? Y para colmo, le salvó de ser casi asesinado por el capitán Morgan. Le dio la paliza de su vida, además de salvar al pelirosa de lentes, quien también trato de ayudarlo. Además, defendió con todo a su amigo y a su ''destinado'', librando a los soldados que cuidaban esa parte de la prisión de la autoridad de ese tirano. Además que los dejaron escapar. ¿En serio era un omega?
Los que conocía, ni siquiera en broma harían tal cosa como este que tenía de... ¿De qué?
-¿Cómo fue que conseguiste mi katana muy rápido?- preguntó, comiendo despacio.
Estaban en el cuarto del chico, había comprado la comida y la había hecho él, ya que cuando quiso comer de la comida del joven de sombrero de paja, casi la vomitó debido a que sabia muy mal. Por eso, cocinó con el poco conocimiento de cocina que tenía en mente.
-Solo amenace al hijo inepto del capitán Morgan y me indicó donde estaba tu katana- dijo con una sonrisa.
Comía muy rápido. El pollo asado con arroz frito que preparó Zoro era delicioso, aunque le faltará un poco más de sazón. Pero, comida era comida.
-¿Qué eres? ¿De verdad eres un omega?- dijo con curiosidad.
-Si, soy un omega- dijo con simpleza, para luego agarrar su sombrero por un ala, tapándose el rostro-. Tu omega.
El alfa no digo nada. Trataba de comer y le sacaba ese tema.
Nunca pensó que su "omega" fuera ese chico atolondrado. No sabía que hacer ni adonde ir.
No podía trabajar, ya que la última vez que lo hizo, por poco muere en esa prisión. Solo podía estar ahí en ese cuarto. No era muy grande pero tenía lo necesario. Una pequeña cocina, que era una estufa vieja y un tanque de gas junto a una mesa y un pequeño mueble de cocina, además de un refrigerador grande. Una cama individual, lo cual sería un problema más. La mesa donde estaban comiendo era para cuatro personas pero solo con dos sillas. Además de una mesa de estudio. No estaba mal acondicionada pero la cama lo era más pero tenía comida.
Quizás, quedarse unos días ahí no sería tan malo.
