Eran las ocho de la mañana, la luz se filtraba por las cortinas. En una cama, podían verse claramente las figuras de dos personas, abrazadas, de largas cabellera de que por gracia de la entropia se habían entremezclado entre sí. Era una casa en las lejannias de la ciudad, a las afueras de esta, al costado de una carretera, con un hermoso río por un lado, y un frondoso bosque por el otro. Las figuras, sin duda alguna, eran Trunks y Mai, quiénes habían pasado una tranquila noche juntos, la primera noche en que podían haber dicho genuinamente que habían logrado dormír adecuadamente. A dos semanas, casi tres, de haber estado viviendo en ese mundo pleno, lleno de vida, hermosos colores y rimbombantes posibilidades sobre el quehacer, apenas habían podido conciliar el sueño sin que algunos de los dos, o los dos directamente, se vieran despiertos, en un ataque de paranoia. Había estado siendo tortuosa esa existencia, aunque era mejor eso a simple y sencillamente morir.

El primero en ser despertado por el sol fue Trunks, quién se dió cuenta de que estaba abrazando, con demasiado aire de protección a Mai, quién dormía plácidamente sobre su torso. Trunks sonrió con cariño y amor ante la visión, desplazando suavemente a la azabache hasta el otro lado de la cama, para así pretender levantarse. Pero Mai, en un sorpresivo movimiento, tomó con fuerza a Trunks de su camisa y lo arrastró.

—Aún no termino de dormir…— Se quejó Mai, a lo que Trunks simplemente rió.

—Te veo lo suficientemente despierta cómo para quedarte sola en la cama— Dijo el, técnicamente, primer y único hijo de Bulma.

—Eres malo— Resolvió Mai, mientras le sacaba la lengua y se daba la vuelta para seguir durmiendo.

Trunks se levantó de la cama finalmente, y vió su casa. Una casa prefabricada de Capsule Corp, con un ambiente rústico, perfecto para la vida en el bosque, con todas las comodidades necesarias, incluyendo la que más había sido una sorpresa para la pareja de soldados del futuro, una ducha con agua caliente, un baño perfectamente salubre para hacer las necesidades que fuesen necesarias. Eso, había sido lo que más había elevado el sentimiento de plenitud a la máxima expresión.

Trunks fue a la cocina, comenzó a hervir agua, tomó algunoa platos, y en unos pocos minutos había montado un desayuno en la mesa de la cocina, perfecta para él y Mai. Ella terminó por despertarse, vestida igualmente con un pijama, cómo él. Ambos se sentaron en la mesa, sin saber que hacer, ni que decir.

—Esta fue una buena noche… Eso fue raro…— Comentó Trunks, mientras comía una tostada, a lo que Mai Asintió suavemente.

—Sí, fue... bueno, quería dormir así desde hace mucho tiempo— Mai tomó una taza de Té, bebiendo un quince porciento de la taza en sólo un sorbo. —¿Vas a ir a ver a tus padres?— Preguntó Mai, con una pequeña sonrisa en sus labios.

—No lo sé… Nuestro entrenamiento no ha empezado a tomar forma— Dijo Trunks, a lo que Mai rió un poco.

En esas tres semanas, Trunks había estado enseñando a usar el Ki a Mai, logrando buenos resultados en esas semanas, teniendo a Mai con un gran nivel para el poco tiempo. Él pensaba que podría pronto estar al nível de Yamcha, o algo más.

El desayuno terminó en silencio, con un agradable sentimiento hogareño uniendo a las dos almas que en la cocina había, englobando en ese pequeño mundo, a dos supervivientes que tenían su merecido descanso. Ambos levantaron todo de la mesa, y cuándo tuvieron todo limpio, salieron al patio de la casa, sentándose en el suelo, no a entrenar, a hacer nada, a ser unos con el mundo. El pelimorado la tomó de la mano, sintiendo la suave y delicada mano de Mai encajar perfectamente con la de él, sintiéndose lo más felíz que se había sentido en décadas probablemente. Esa felicidad se vió consumada cuando Mai le depositó un corto, muy corto, pero significativo beso en sus labios, uno que alcanzó a ser visto por un sorpresivo visitante. Vegeta, el principe de los Saiyajin.

Continuará...


Algo un poco inspirado en el anime, Vegeta ya intuíaa relación entre estos dos, y su reacción será, para decepción de algunos, lo qué puede ser esperable de Vegeta.

¡hasta otra!