Notas Iniciales: Mierda… ¿¡cómo demonios escribí yo esto!? Pues, bien, último día del Drakey, gente. Que lo disfruten.


Vore


Sus pesadillas estaban hechas de aquello. Sangre contaminando cada rincón de la zona, paredes que parecen contraerse, agitarse como si estuvieran vivas, ofreciendo la ilusión de respiraciones constantes pero relajadas, casi como si él estuviera en el interior de un cuerpo donde los pasillos se asemejan al intestino grueso y delgado, entrañas de un ser humano de inmenso tamaño. Luego la distorsión de imágenes que lo hacen dudar de su sanidad danzan frente a sus ojos rompiendo el escenario que estuvo presenciando para ser reemplazada por otra muy diferente, entonces está de vuelta en el mundo que ya conoce, más específicamente en su escuela. No olvida aquella conversación que tuvo con Draken en el patio, donde rieron y él se mofó de su reacción corporal por el apodo "papi", pero por alguna razón ese recuerdo no le hace sonreír sino llorar mientras vaga por aquel lúgubre espacio de carne viva que está de vuelta en su campo de visión de un momento a otro. Mikey se ve a sí mismo deteniéndose frente al cadáver de su subcomandante al siguiente instante, luego de que esa maldita –y forzada– segunda lucha contra Moebius se efectuara en ese vacío estacionamiento cerca del festival.

Mikey quiere destrozar esa memoria que lo tortura, que envía a su mente fantasear con la idea de volverse tan pequeño que Draken puede tomarlo entre sus dedos con el único propósito de llevárselo a la boca y tragarlo, dejarle caer por el interior de su garganta, cruzando la tráquea mientras impacta un par de veces con su lengua interna hasta que cruza un manto de oscuridad que lo hacen dudar si está vivo o muerto.

Algunas veces Mikey se ha despertado con esta pesadilla, pues luego del miedo que ha experimentado, entre lágrimas vuelve a masturbarse pensando en su fallecido Kenchin. No es el único que ha sufrido su muerte, Emma ha quedado quizás tan destrozada como él y sus demás amigos, incluso las chicas del prostíbulo y el hombre que se convirtió en un padre adoptivo para este huérfano tan noble; lo sabe pero detenerse en medio de su sección de fantasías retorcidas significaría volver a la realidad y no quiere aceptar que Draken murió ese 3 de Agosto que mantendrá en su cabeza por el resto de su vida. Hubiese preferido perder toda su fama, toda su fuerza, todo el respeto de su gente, que perderlo a él. ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que marcharse en la flor de su juventud? No era justo. Se deja caer en la cama y de pronto es acorralado por un Draken falso, a quien le sonríe complacido, adorando que lo masturbe de esa forma que tanto lo enloquecía. Majirou quiere abrazarlo ahora que lo tiene ahí en su habitación en medio de la madrugada con la mitad de su familia presente en las habitaciones contiguas, quienes podrían escucharles si hacían demasiado ruido.

—Bésame, Kenchin —suplica, empuñando su haori con urgencia—. Vamos.

Draken obedece sin decir nada y se inclina a su altura en la almohada, comenzando por compartir de su cálido aliento seductoramente, repartiendo mordidas en su labio interior o superior antes de concederle la destreza de su lengua. Pero de pronto termina arrancándole los labios con una facilidad aterradora, salpicando la sangre por las blancas cobijas, manchando un rostro que Mikey adora más y más a pesar de lo monstruosa que se está tornando esta situación. Gime porque no parece que su cuerpo coopere, lloriquea porque de pronto su libido se ha vuelto frío sin importar cuán fuerte se masturbe, así que maldice sus manos pequeñas que jamás van a compararse a las de Ryuuguji Ken, su corazón, su todo. La presencia intoxicante que le fue arrebatada a traición.

—Mierda, ¿por qué? ¿Por qué? —jadea levantándose de la cama para correr directo al baño, intentando ignorar el ruido que hace, más preocupado en llegar allá para encender la luz y echarse agua a la cara para tolerar la sensación opresiva que se anida en su pecho. Está ansioso como suele pasarle casi todas las noches, por eso tiembla, aborreciendo su presente—. Estaba ahí, ¡yo estaba ahí, maldición! —se recriminó entre dientes mientras tiraba de sus cabellos e inclinaba la cabeza sobre el lavabo para evitar ver su reflejo—. ¿¡Cómo pude no darme cuenta quién lo apuñaló!? ¿¡Qué clase de comandante soy si no puedo proteger a quienes me importan!?

—No tienes que inclinar la cabeza si no quieres. —La voz hace que el cuerpo entero de Mikey se tense y mira a un costado con horror, observando a Draken a su lado haciendo una reverencia a los adultos que se alejan incapaces de reprimir llanto—. Pero siempre debes tener corazón.

—Kenchin… —Mikey cerró los párpados con fuerza, dejando a las lágrimas desbordarse de sus ojos una vez más por la nitidez del recuerdo, un acontecimiento previo al encarcelamiento de su amigo Pah—. No puedo. —Sintió que Draken lo miraba con su respuesta pero Mikey no fue capaz de ver su expresión decepcionada—. Si alguien me importaba eras tú… pero ya no estás.

—Sabes que eso no es cierto, aún tienes a Emma, a tu abuelo y a todos nuestros amigos que están dispuestos a apoyarte. Puedes superar esto, Mikey.

—No… ya he perdido a mi hermano, no me pidas que acepte tu muerte también. Te convertiste en mi soporte, Kenchin. Sé que no podré hacer esto solo.

Sus propias palabras iluminaron su mente, trayendo consigo una solución que no había considerado, así que ya no tuvo miedo de levantar la vista para mirarse en el espejo. Seguía siendo pequeño pero el tono rubio de su cabello podía solucionarse con decolorante y un retoque de tinte. No iba a ser fácil pero podía aprender a peinarse, los cambios eran sanos después de todo.

—Kenchin —llamó a su memoria, creyendo verlo posarse justo en su espalda, de modo que podía reflejarse en el espejo—. Llévame dentro de ti otra vez. —Y se dio la vuelta para enfrentar a su fallecido subcomandante con una sonrisa demacrada—. Sé lo que tengo que hacer ahora.

El peso de las manos de Draken en sus hombros lo tambalearon levemente pero escapó de su decisión, por eso no sintió ningún pánico cuando el rostro de Ryuuguji Ken comenzó a deformarse para darle ese aspecto siniestro que hacía resaltar el interior de su boca, así que Manjirou permaneció quieto, listo para ser devorado por su propio corazón. La sensación húmeda, los sonidos característicos de los órganos internos consiguieron hacerlo estremecer, experimentar una adrenalina que no había vuelto a formar parte de su naturaleza poderosa. Y luego de caer en los ácidos estomacales para comenzar a desintegrarse dolorosamente, Mikey abrió los ojos a su verdadero presente, doce años después de su letal pérdida. Seguía siendo líder de la ToMan, pero el objetivo de la misma había cambiado drásticamente, convirtiéndose así en una organización criminal que buscaba enaltecerse por encima de la Yakuza. Su aspecto ya no era como la de aquel adolescente relajado y engreído, sino que se trataba de una mezcla de lo que fue en esas épocas junto con la madurez de lo que interpretó de Draken, pues nunca fue su intención sustituir por completo su imagen. Lo quería ahí cuando se sintiera en el borde del abismo, por ello fue que se tatuó en su cuello el dragón que él lucía orgullosamente sobre su cabeza.

—Me encargué personalmente de Kiyomasa —le susurró a la oscuridad mientras acariciaba con adoración la cabeza del dragón que reposaba en su pulso, lo único que le recordaba que aún seguía vivo—. Finalmente pude descubrir que fue él quien te apuñaló ese día, pero… me temo que no ha sido la mente maestra tras el suceso. No te preocupes, Kenchin. Logré identificarlo, aunque sé que ha pasado algún tiempo. Hey, al menos lo conseguí, ¿no es cierto? —agregó rompiendo su mueca seria para sonreír como hace mucho tiempo no hacía desde su cambio de imagen—. Siempre fue muy escurridizo, hasta Baji intentó alertarme de ello… pero no lo escuché, en ese entonces pensaba que sólo quería salvar a la rata que asesinó a mi hermano. No quería que Emma me apoyara, así que corté lazos con ella en cuanto tuve la oportunidad, seguro que se ha estado sintiendo sola. Cuando todo esto termine, te prometo que la llamaré y le contaré las buenas noticias. Seguro descansará al igual que yo. Por eso, perdóname, ¿podrías acompañarme sólo un poco más?

Con aquello dicho se apartó del muro en el que se había estado recargando y abrió la puerta que se encontraba muy cerca de su posición, revelando a quien fuese su mano derecha en toda su carrera delictiva más importante. Kisaki Tetta yacía inmovilizado en el suelo, todavía luchando contra sus ataduras sin sospechar la identidad de su asaltante, por ello fue que se mostró tan desconcertado cuando su líder entró con esa expresión aterradora, la cual no acostumbraba gestar a menos que estuviese ante un enemigo de gran peso. Planeó pronunciar su nombre cuando una patada directo a su mandíbula cumplió su cometido de hacerlo retorcerse en el piso mientras era observado por los ojos fríos del líder principal.

—No te atrevas a usar esa lengua de serpiente —demandó Mikey—. Seguro creíste que mantendrías el secreto toda la eternidad, un tres de Agosto como hoy hace doce años, el día que apuñalaste a mi corazón por medio de Kiyomasa. Te haré pagar ese único crimen con creces.

—Aguarda, Mikey —suplicó pero sus argumentos fueron silenciados por una patada castigadora que consiguió romperle la nariz y hacerle escupir varios dientes.

—Ya he oído suficiente de tus explicaciones. Gracias a tu ingenioso cerebro es que ToMan es lo que es. Por ti es que yo me encuentro en la sima de lo que alguna vez soñé. Sin embargo, toda esta gloria es una ilusión, una fantasía manchada con sangre de bastardos e inocentes en igual medida. Espero que hayas cumplido con todas tus ambiciones, porque es hora que este brillante imperio que me ayudaste a construir se derrumbe.

Kisaki trató de hablar a pesar del estado en que se encontraba su boca pero nuevamente fue pateado por Manjirou repetidas veces hasta que se recordó que lo estaría torturando las siguientes 24 horas, así que no sería una buena idea que se desmayara siquiera empezar.

— ¿Te cuento un secreto, Kisaki? —dijo sosteniéndose sobre las puntas de sus pies para acercarse al rostro destrozado de su actual segundo al mando—. Yo estaba perdidamente enamorado de Draken. —Sus palabras lograron sorprender al malherido hombre—. Perderlo significó un golpe devastador en mi yo adolescente. Tal vez no era el mejor frenando mis impulsos cuando me cumplía todos mis caprichos sin quejarse, que estuviera o no quizás no habría cambiado mucho las cosas, pero al menos me seguiría sintiendo amado y protegido a su lado. Todo lo que siento ahora es desprecio, odio. Aquellos que se me acercan con adoración o miedo me dan asco. Y tú… me apena decirlo pero a ti solamente te he visto como una herramienta, una de buena calidad, pero desechable al fin y al cabo. Porque ahora que sé que tú me quitaste lo que más amaba, sólo puedo pensar en masacrarte hasta la muerte.

Mikey se puso de pie y rodeó a Kisaki con desinterés, maquinando lo que podría hacer a continuación para divertirse, por eso prendió un cigarrillo mirando a la nada, el cual fumó devotamente mientras se decidía. No había manera que alguien de su organización diera con ese lugar, pues además de ser el líder supremo, peones leales a Kisaki como Hanma estarían de brazos atados con Mitsuya y Pah monitoreándolos desde que lo ayudaron a develar la verdad. Sano Manjirou era libre de divertirse lo más que quisiera con su nuevo juguete.

—Desde esa última noche sólo puedo excitarme imaginando que Kenchin me devora en vida —comentó al aire, no prestando atención al patético llanto involuntario que Tetta emitía por el dolor de sus heridas—. ¿Tú crees que necesito ayuda profesional, Kisaki? —quiso saber dedicándole una mirada curiosa. Como era de esperarse su acompañante no respondió, demasiado ocupado tratando de arrastrarse disimuladamente hacia la salida—. Oh, bueno, seguro ya es tarde para eso. He matado a mucha gente, no tengo remedio. Pues bien ¿Qué se le va hacer?

Mikey pateó a Kisaki, devolviéndolo a su posición inicial con esa simple acción, por lo que procedió apagar cigarrillo justo en su lengua, lo cual hizo que Kisaki se agitara y se mordiera a sí mismo sin querer, aquello le dio a Manjirou una idea, por ello dejó el fuego de su mechero funcionando y se subió encima del cuello de Kisaki para mantener su cabeza en posición cuando le quemara esa lengua que tantas veces lo manipuló. Y mientras su víctima se retorcía entre gritos ahogados y lágrimas, el líder de la ToMan se masturbó lanzando su mente a la imaginación donde él y Draken se arrancaban miembro por miembro hasta que sólo quedaban sus cabezas besándose.

Fin.


Notas Finales: Casi nadie escribe sobre la línea temporal original, así que se me ocurrió terminar los días dedicados al Doramai basándome en mis headcanons al respecto. No sé, pensé que le daría el toque adecuado, no me pude resistir. Como sabemos, aquí Takemichi no interfiere en nada (lo que se resume a que no crea fanfics de los fanfics derivados del canon conocidos canónicamente como "Líneas Temporales", jeje) y así muere en las vías de tren.