Luego de que Destructor fuera destruido, la paz y tranquilidad embargaba la ciudad de Nueva York, por lo menos la mayoría de las noches.

El día de hoy, era una de esas noches donde otros enemigos, como los dragones púrpura o ladrones ocasionales, no se hacían presentes y, por lo tanto, las tortugas se podían dar una noche libre sin patrullar.

Donnie se la pasó en su laboratorio, Rafa entrenando en su habitación, Leo meditando en el Dojo y Mikey aprovechó la oportunidad para pasar todo el tiempo posible avanzando su nuevo videojuego.

Era cercano al amanecer cuando, de pronto y sin entender muy bien cómo, la menor de las tortugas despertó en medio de la sala, su control de videojuegos tirado en el suelo cerca de sus pies y la televisión encendida con su personaje detenido en su lugar.

— Rayos, me quedé dormido —dijo para sí mismo mientras se estiraba soltando un gran bostezo—. Qué raro, eso nunca pasa. Leo siempre me despierta para que vuelva a la cama.

Miguel Ángel llevó su mano a su barbilla en postura pensativa.

— Si Leonardo no pasó por aquí antes de ir a su habitación, eso significativa que... —el menor abrió sus ojos en realización— ¡Se quedó dormido mientras meditaba! Oh jo jo, ¡el doctor Bromastain jamás rechaza la oportunidad de tomar una foto vergonzosa!

Tomando su T-phone, preparado para tomar fotografías, Mikey se dirigió discretamente al Dojo, con el cuidado suficiente de no realizar ningún ruido.

Cuando ingresó al Dojo, vio a Leonardo con su postura seiza, sin embargo su torso se encontraba recostado en el suelo, sus brazos adelante de su cabeza, apoyando la misma.

Mikey, con la idea de asustar a su hermano, se acercó lentamente pero, de pronto, escuchó un ruido, un suspiro tembloroso, y detuvo sus pasos.

— Oh Padre —escuchó a Leonardo decir con voz entrecortada—, lo extraño tanto.

Mikey se fijó más en detalle de la postura de su hermano mayor. Podía observar como su caparazón se levantaba de pronto para luego bajar.

Leo estaba llorando.

La menor de las tortugas se mantuvo en su lugar, empuñando sus manos y llevando su mirada al suelo.

Aún no superaba del todo la muerte de Splinter, pero ya no lloraba, o por lo menos no tan seguido como las semanas que siguieron la muerte de su padre. No sabía que Leonardo aún no pasaba esa etapa.

Leonardo se veía tan compuesto. Tan firme y seguro, sabía que ahora que era líder del clan debía tener algunas inseguridades pero Leo no las demostraba para nada.

Mikey llevó sus manos a su pecho y decidió darle espacio a su hermano.

Tal vez era un día en el que Leo sentía más la ausencia de sensei. Aún así, Miguel Ángel se aseguraría de estar más atento más tarde.

El resto del día, transcurrió como usualmente lo hacían. Tuvieron su entrenamiento, comieron deliciosos platillos, miraron una película en la sala y se juntaron en la tarde con Abril y Casey.

Mikey mantuvo su mirada fija en el mayor, pero se veía igual de alegre y tranquilo como siempre.

Eso le causaba sentimientos encontrados. Por una parte le alegraba ver a Leonardo actuando como usualmente lo hacía pero eso le hacía preguntarse si Leonardo estaba actuando hace meses, aparentando estar bien cuando en realidad aún sigue destrozado por Splinter.

Llegada la noche, los muchachos salieron a patrullar hasta la madrugada combatiendo con el villano de turno, al volver, las tortugas se fueron a sus habitaciones, excepto por el mayor.

— ¿A dónde vas, Leo?

— A meditar un rato, Mikey.

El menor frunció el ceño.

— Pero es tarde, deberías dormir.

Leonardo solo sonrió y levantó sus hombros.

— Solo será un momento.

Así que el menor se fue a su habitación, espero un par de horas despierto y se dirigió, silenciosamente, al dojo como el día anterior.

Y ahí estaba. Leonardo en la misma posición de ayer, sacudiendo su caparazón al son de su llanto, dejando escapar "padre" en algunas ocaciones.

Mikey se sentía terrible, no tenía idea que su hermano estaba tan triste y él no se había dado cuenta. Era un pésimo hermano.

Pero no era momento de pensar en él, si no en Leo. Mikey empuñó sus manos con decisión, un objetivo apareciendo en su mente.

Debía hacer a Leonardo feliz como de lugar. Era su responsabilidad como hermano.

La mañana siguiente, Mikey estuvo en Internet buscando algunas formas en las que se pudiera superar un duelo.

Terapia, intervenciones, eran buenas ideas, pero temía que Leonardo reaccionara mal a ellas, bueno, no mal, pero hace muchos meses que Leo fingía estar bien, ¿Qué tal si lo seguía haciendo? Por eso debía ser una forma que el azul no se percatara de sus intenciones.

— Ahhh, la investigación es agotadora —se quejó Mikey sobre la mesa de la cocina, estrellando su cabeza dramáticamente sobre la misma.

Un maullido a su lado lo distrajo. Gatito helado se encontraba a su lado contoneándose alegre.

— No importa que tan agotado esté, tú siempre me subes el ánimo, gatito helado —dijo él menor sonriendo posando un pequeño beso en la cabeza de su mascota—. Siempre me haces muy feliz.

Y ahí, Mikey tuvo una realización observando a su mascota. Luego, además, pensó en Rafael cuando tenía a Spike y como parecía más contento cuando estaba con él.

Con eso en mente, Mikey tomó una decisión.

-.-.-.-

Leonardo se encontraba entrenando sus katas en el dojo, cuando Rafael entró de repente.

— Leo, ¿has visto a Mikey?

Leonardo se detuvo.

— Creí que estaba en la sala.

Rafael negó.

— No está ahí, ni tampoco en su habitación.

Sin esperar otro segundo, el mayor guardó sus katanas y salió rápidamente del dojo siendo seguido por su hermano.

Efectivamente, Mikey no estaba en la sala, ni en su habitación, ni en la cocina. Leonardo comenzaba a asustarse, preocupado que algo malo le haya pasado a su hermano.

— ¡Donnie! —gritó al llegar la laboratorio—. ¿Has visto a Mikey?

— He estado toda la tarde en el laboratorio, ¿tengo cara de adivino o qué?

Con los tres hermanos reunidos en la sala, Leonardo les dio las indicaciones para salir.

— No sabemos si Mikey fue secuestrado o está perdido, debemos encontrarlo antes que sea tarde. Nos separaremos. Donnie, recorreras las alcantarillas, Rafa, el sector norte y yo iré por el sector sur, ¿entendido?

— ¿Qué sector me toca a mí?

— A ti, Mikey, te toca... ¡Mikey!

Los tres hermanos observaron con sorpresa al menor que los saludaba alegre con una pequeña caja con agujeros en mano.

— ¿Dónde estabas, enano? —dijo Rafael—. Nos preocupaste.

— Sí Mikey —secundó Leo—. No debes salir sin avisar, pensamos que te había pasado algo.

El naranja llevó su mano a la nuca, pequeñas gotas nerviosas apareciendo en si frente.

— Lo lamento, chicos —dijo para luego mostrar la caja que llevaba en sus manos— solo fui por esto.

— ¿Una caja? —preguntó Donnie acercándose para examinarla pero Miguel Ángel de inmediato la alejó.

— No es para ti —exclamó el menor sacando la lengua, cambio su dirección, caminando unos cuantos pasos, dejando la caja frente a Leonardo— es para ti.

El azul abrió los ojos con sorpresa y procedió a tomar la caja con delicadeza.

— ¿Para mí?

El menor asintió con una gran sonrisa en el rostro.

— Es un obsequio, por ser siempre tan buen hermano y cuidarnos sin importar qué. No siempre te damos las gracias por eso, así que quise hacerte este regalo.

— M-Mikey, no tenías por qué... —murmuró Leo mirando a su hermano, su expresión extraña, como dolida, triste, pero solo duró un segundo y fue reemplazada por curiosidad.

Con delicadeza, el mayor abrió poco a poco la pequeña caja, encontrándose con una bola de pelos blanca.

— Cuando lo vi, me impresionó lo tranquilo que era, algo reservado y serio y bueno, pensé "ohhh de seguro a Leo le agradará" y luego pensé que, de nosotros, eres el único que no ha tenido mascota, y creo que ha llegado tu momento.

Leonardo, con mucho cuidado sacó a la criatura de la caja. Era un adorable conejito blanco que parecía muy cómodo entre sus grandes manos verdes.

Mikey sentía que había cumplido su objetivo, así que se quedó esperando su agradecimiento con una sonrisa.

— Mikey, no debes traer animales sin consultar primero.

El menor sintió como un balde de agua fría cayera sobre él.

— ¡Pero Leo! ¡Lo vi y supe de inmediato que tenía que ser tu compañero! No puedo interferir con el destino.

Vio a Leonardo suspirar, aun sin despegar su mirada del pequeño conejo.

— Lo voy a pensar, ¿de acuerdo? Pero no lo hagas de nuevo.

El menor asintió alegre. Donnie y Rafa mirándose algo extrañados por el actuar del menor.

— Oye, Leo, y ¿Qué nombre me pondrás?

— ¿No quieres nombrarlo tú? —preguntó el mayor curioso y el naranja negó.

— Es tuyo, tú lo nombras.

— De acuerdo, se llamará Usagi.

— ¡¿Qué?! —exclamó escandalizado Mikey—. ¡¿Conejo en japonés?! ¡Ya ven por qué yo nombro las cosas!

Leonardo rió ante la reacción de su hermano, mirando atentamente al pequeño conejo.

Tal vez un poco de compañía no esté mal.

-.-.-.-

Hola! La autora por acá. Primero disculpen por la tardanza, me obsecioné con otras series y cosas de la vida profesional pero ya estoy de vuelta.

El fanfic está ambientando en la serie 2012 hasta la temporada 4, es decir, es un AU donde Usagi es la mascota de Leonardo y no de otra dimensión.

Probablemente el siguiente capi demore menos jajja.

Also, probablemente nadie lea este fanfic pero siempre tuve ganas de continuarlo y aquí está.

Nos leemos!