TW: Mención a situaciones bastante oscuras, además que Harry y Draco tienen emociones que pueden afectar un poco la sensibilidad del lector.
En fin, difruten de mi capítulo favorito hasta la fecha.
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"La luz de mi futuro;
se vuelve más oscura
He perdido mi sueño gracias a un amor caprichoso
He afilado mi cuchilla de venenosa ambición,
pero para mí incontenible codicia su filo ya resulta inútil.
Lo sé todo:
Este amor es solo otro nombre para el diablo; no tomes su mano.
Embriagado de amor renuncié a mi futuro y para cuando desperté estaba rodeado de trampas:
De miradas crueles que no podía apartar.
En este estado suplico un milagro.
Estaba locamente cegado por ti.
Era un tonto adicto a tu dulzura.
Sí, un tonto. ¡Un tonto!
No quise soltar la mano del diablo.
Tan perverso, pero es tan dulce.
Demasiado maligno, tan maligno"1
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Draco abrió el libro cuando afuera de la ventana no se apreciaba rastro de luna.
Ese era la rutina que llevaba desde el día siguiente al plenilunio, por si algo cambiaba. Ahora, en luna nueva, la posibilidad que Harry le comentó como una suposición pareció más viva que nunca.
En efecto, Harry tenía razón.
Apareció de la nada, a la luz del rastro de luna que se derramaba sobre el lago negro y caía en tonos verdosos sobre las páginas; una nota escrita a mano, con las firmas de Dumbledore y la profesora Sinistra, al igual que el sello de Hogwarts.
Draco no estaba preparado para afrontar aquello:
"El contenido del resto del libro ha sido restringido por A.P.W.B. Dumbledore y A. Sinistra.
Nota de Sinistra: Se que no te gustan las lunas nuevas, porque te sientes vacío. Lo sé muy bien, por eso lo condicionamos de esa forma, no me arrepiento. Darte este libro fue el peor error que he cometido. Te odio, y por eso, ahora solo dejaré que el contenido lo revele alguien que de verdad pueda asumir las consecuencias de la luna sobre sí mismo."
Se derrumbó ese mensaje de manera precipitaba y ahora no contenía idea de qué hacer con esa repentina información.
Salió del cuarto tan rápido que ni se molestó en tratar de guardar silencio. Apretó el libro contra el pecho y corrió al cuarto de la profesora Sinistra, hasta que se detuvo al darse cuenta de que no sabía dónde quedaba.
Miró al suelo y regresó al cuarto. Por suerte sus amigos no despertaron, así que sacó el espejo y se fue a la sala común vacía, mientras llamaba a Harry repetidas veces.
—¿Malfoy? —preguntó Harry adormilado. Draco sonrió al ver que este trataba de abrir los ojos en un inútil intento de lucir despierto, pero que fallaba de forma abrupta. Era una situación tan tierna, que lo desconcentró por un instante—. ¿Qué mierda sucede?
—Dime donde queda el dormitorio de la profesora Sinistra.
Harry tanteó las sábanas en busca de los lentes y se sentó en la cama con un bostezo. El pijama dejaba ver un fragmento de la clavícula de Harry, lo que demostraba la adorable cantidad de pecas que eran alumbradas por las estrellas. Draco tuvo que agitar la cabeza para volver a enfocarse en el chico.
—¿Y yo qué sé? ¿Me ves cara de mapa?
—¡No, pero tienes ese mapa extraño!
A Harry, por el sueño, le costó comprender a qué se refería Draco; no obstante, tan pronto lo descifró, dejó el espejo a un lado y Draco esperó. Escuchó a Harry hablar en un susurro, encender la varita con un Lumus y terminar por murmurrar un Muffliato; según los movimientos del chico, este acababa de desplegar el mapa encima de la colcha.
—Sexta planta, al lado derecho del aula de runas mágicas… mi derecha, es decir la derecha del mapa. Debes tener cuidado porque a la izquierda están los aposentos de la profesora Sprout.
—Vale, era eso.
—¿Vas a ir a esta hora? Espera… ¿Qué hora es? Tempus… son las doce ¿Qué pasó? ¿Quieres que vaya contigo?
Draco le reveló lo que leyó en el texto. Harry pareció espabilar de golpe y sin pensarlo dos veces determinó:
—Te veo afuera del aula de runas mágicas.
—No es necesario.
—Draco, ¿recuerdas lo del verano? Que vi a Greyback en Borgin & Burkes.
—Si…
—Todo apunta a que Greyback obtuvo de la profesora Sinistra el libro; eso explicaría el remordimiento de la nota y las palabras de Greyback. Tal parece que algo sucedió que hicieron que los lazos entre ambos se cortaran y hubiera que mantener bajo tanto cuidado el libro.
Draco tragó en seco, apretó las manos en torno a sus escuálidas rodillas, releyó la nota y con el dedo repasó la firma de la profesora Sinistra escrita hace quién-sabe cuánto tiempo.
—Te veo en diez minutos.
—Cuenta con eso —concluyó Harry, que desapareció del espejo. Draco guardó el propio en el bolsillo del pantalón de pijama y subió las interminables escaleras de dos en dos, sin dejar de pensar en la razón del contacto entre ambos.
Draco supo que existían dos posibilidades; que fuera un completo sinsentido o se tratara de la revelación del año. No existían términos intermedios.
Harry lo esperaba tranquilo afuera del salón de runas, en una postura que indicaba que llevaba aguardando un buen rato; con las manos metidas dentro del bolsillo de la sudadera roja y apoyado contra la pared. Al igual que Draco, llevaba el pijama de su casa; solo que él sí se molestó en ponerse zapatillas, no como Draco, que usaba un par de cómodas pantuflas verdes.
—La sala común de Gryffindor queda en el séptimo piso —puntualizó Harry, que le mostró la lengua y se acercó a Draco, mientras sacaba el mapa del merodeador del bolsillo.
—Es gigantesco… —señaló Draco, quien trató de observar con detención el nombre de "Aurora Sinistra" que yacía quieto en sus estancias y, puertas afuera, "Harry James Potter" y "Draco Lucius Malfoy" se hallaban tan cerca el uno del otro que las etiquetas se sobreponían.
Draco hizo un ademán para que Harry guardara el mapa y tocó la puerta del cuarto de Sinistra. Esperaron un minuto para repetir la acción. Los chicos escucharon la voz de la profesora que se quejaba acercándose a la entrada, pronto la mujer los vio por la ventanilla de la puerta.
—¡Draco! Y… ¿Harry Potter? —dijo la mujer confundida al abrir la puerta— ¿Qué hacen aquí tan tarde? ¡Saben que está prohibido merodear fuera del toque de queda!
Era la primera vez que veía a la profesora sin maquillaje o las ropas habituales que la hacían lucir esotérica, pero elegante. Aquella ausencia de pintura en el rostro dejaba al descubierto más arrugas de las que Draco percibía en un principio. La mujer se hizo un gran rodete encima de la cabeza, esperando una explicación por parte de los chicos.
—Lo sabemos profesora, pero necesitábamos hablar con urgencia con usted… es sobre… el libro.
Draco extendió el texto y Sinistra se puso pálida; más por ver a Draco sosteniéndolo que por Harry al tanto de esa información confidencial. Los dejó entrar apurada, colocó los seguros de la puerta, insonorizó por completo la habitación, y puso agua a hervir.
Era la primera vez que entraba en los aposentos de un profesor y decepcionado se percató que no era nada del otro mundo. Era del porte del cuarto de hombres, un biombo de mimbre naranja ocultaba la cama desordenada y dividía la zona del dormitorio del mini salón-estudio de la habitación. Lo más destacable del sitio era la caracterización africana en cada decoración: máscaras, cuadros, e incluso la propia madera. Le recordaba un poco al mobiliario de la sala de astronomía.
—Impresionante, Draco, esto es sorprendente, aunque te dije el nombre del libro, me asombra saber que lograste encontrarlo y no solo eso, que le quitaste el encantamiento de plata y, por último, supongo que habrás leído la nota ¿no?
Draco asintió—. Hoy es luna nueva.
—En efecto, solo se puede leer en luna nueva… y por un licántropo.
Harry frunció el cejo y tomó el libro. Fue a la página que Draco marcó. No leía nada y todas las hojas se encontraban vacías.
—Por un licántropo, Dumbledore y yo —aclaró la profesora, la cual se sentó frente a los chicos con las piernas cruzadas—. La primera parte está restringida a los hombres lobos porque la única manera de leerla es a través de ojos sanos y en luna llena. Idea de Dumbledore.
Draco dejó el texto encima de la mesa de centro—. Asumo que sabe cómo leer la segunda parte ¿no? Usted le encantó, para que alguien, en específico, no la lea.
—Eso es cierto, Draco; no es difícil concluir eso. ¿Sabes a qué edad oculté este libro con la ayuda de Dumbledore?
—Usted tiene como cuarenta y poco ¿no?
La mujer soltó una risilla maravillada. Los chicos se miraron entre ellos sin comprender.
—¡Qué halagador Draco! Sin embargo, no tengo esa edad… lo bueno es que he resistido bien al paso del tiempo ¿no?, debe ser por mis genes africanos o que de por si los brujos vivimos más.
Draco examinó las facciones de la mujer, que lucía ser incluso más joven que su propia madre y eso que Narcisa se cuidaba con las cremas más caras de la comunidad mágica; quizás lo que envejecía a su madre era el estrés.
—Tengo cincuenta y dos, Draco. Escondí este libro a mis veinticinco. Me acuerdo muy bien de ese día.
Harry exclamó un "¡Qué!", el cual lo hizo avergonzarse. Eso era imposible; la profesora debía poseer la ubicación de la fuente de la eterna juventud. Draco por su parte, frunció el cejo ante esto, y comenzó a hacer cálculos mentales.
—Profesora, me dijo que pidió plaza en Hogwarts después de estudiar en Uagadou ¿no?
—Cierto, me contrataron a los diecinueve porque el antiguo profesor de astronomía se iba a jubilar y, no puedo negar, que Horace fue bastante generoso en recomendarme a Dumbledore.
Draco entonces comprendió un detalle que hizo que las piezas comenzaran a encajar. La profesora sonrió como si anticipara lo que iba a decir.
—Usted le hizo clases a Greyback ¿verdad? Sexto y Séptimo.
El agua terminó de hervir, Sinistra agitó la varita, atrajo tres tazas de té con patrones coloridos y les sirvió a los chicos té en bolsitas. Harry estiró la mano para rozar la muñeca de Draco, quien pestañeó y le sonrió a medias.
—Eso son cinco puntos para Slytherin. Muy astuto Draco, buenas conclusiones y estás en lo correcto. Le hice clases a Greyback cuando cursaba sus éxtasis de astronomía.
—Somos pocos en el aula —agregó Draco.
—Imagina antes… en el nacimiento de la primera guerra mágica. Es normal que los lazos entre los profesores y alumnos, en una clase que tienen frecuentemente, se estrechen. —Harry y Draco afirmaron, y se sonrojaron un instante para que Harry acabara por tomar la taza—. Los éxtasis se hacen aun exista un único alumno en el aula. Esos años el único quecursó astronomía nivel éxtasis fue Greyback.
» No obstante, ahora me pregunto, ¿Por qué el joven Potter te acompaña? No considero pertinente que continúe siendo parte de esta conversación si no tiene relación con Greyback.
—¡Si la tengo! Yo… en el verano… larga historia.
—Tenemos tiempo, chicos, hoy será una noche larga, ¿más té?
Harry le contó a Sinistra lo que escuchó en el callejón Diagon, lo que la hizo preocuparse con considerable notoriedad y luego Harry le explicó que Hermione había leído la primera parte del libro.
—La primera parte es la más inocente y la única útil para los seres humanos. La segunda, en cambio, es en extremo peligrosa y reveladora para los licántropos.
—¿Y por qué no invirtieron los encantamientos? —cuestionó Harry—, es decir, ¿no sería más seguro que los hombres lobos vieran la parte inútil y los humanos la inservible para ellos?
—Buena sugerencia, pero los hechizos que pusimos en este texto no fueron para que nadie lo leyera, para eso lo hubiéramos quemado. En la nota lo expresé, cometí un grandísimo error al darle el libro a Greyback. —Sinistra emitió un suspiro y le dio un sorbo al té—. Él es demasiado peligroso, porque aplicó el contenido en sí mismo y la forma para hacerle frente es que otro lobo… otro alfa, sepa lo mismo que él. Por eso es por lo que no lo hicimos inservible.
» Además, los hechizos que coloqué con Dumbledore no se pueden quitar. Menos el que puse en la segunda parte. La nota, es la última barrera, solo yo sé el encantamiento y soy la única que puede quitarlo.
Draco abrió la boca en un gesto pensativo. La pierna izquierda empezó a agitarse de pura ansiedad y la curiosidad le embriagó la cabeza.
—Me dice esto porque quiere que adquiera ese poder ¿no es así, profesora?
—Te digo esto porque considero que eres el licántropo adecuado para la labor y no es porque seas un excelente astrónomo (si bien igual tiene que ver), sino porque sé que lo que más atesoras es tu humanidad.
—Pero si Draco lee ese contenido ¿no sería como si se volviera más lobo?
Draco percibió la mano de Harry sobre su muslo, con el fin de detenerlo ante la posibilidad. Un poco enternecido, Draco tomó la mano de Harry y la dejo en medio de ambos, la cual soltó una vez le ajustó la manga del pijama.
—Depende de cómo asimile Draco el contenido. Greyback decidió asentarlo con una postura para volverse más bestia que hombre, Draco, con la misma materia, puede volverse más humano que bestia; aunque suene contradictorio. —Sinistra quitó la vista de Harry y aguardó un segundo en silencio para posarla en Draco— Yo puedo ayudarte en eso, Draco. En hacer de ti el lobo más poderoso al caer la luna y el humano más interesante a la luz del día.
Era una sugerencia demasiado atractiva, tanto que Harry se dejó caer sobre la espalda del sofá mientras emitía un prolongado "Wow". Draco trató de no inmutarse, pero era casi imposible.
—¿Puedo preguntarle algo antes de contestar su propuesta?
—Claro que puedes, Draco. Dime.
—Usted ve eso en mí, pero si le dio el libro en el pasado a Greyback, eso significa que también le insinuó lo mismo con el propósito de hacerlo más humano que bestia ¿cierto? —Sinistra asintió tranquila—. No obstante, las cosas no salieron como lo pensó. Dígame, profesora, ¿Qué la hizo confiar tanto en Greyback?
La mujer, por primera vez en la conversación, se quedó sin saber qué responder. Draco la vio morderse el labio, pero no la interrumpió y en lugar, tiró de Harry para que se acomodara.
Sinistra tomó la varita y los chicos vieron que varias cosas se movían a espaldas de la mujer. Una polvorienta caja sellada con demasiado cinta de embalaje se acercó flotando. Sinistra la puso al costado suyo, sobre el sofá y con magia rompió las ataduras.
La mujer asomó la cabeza sobre la caja, dejó caer una lágrima.
—Amor, Draco, fue amor —dijo Sinistra, que le entregó una cajita a Draco—. Greyback fue mordido en veranos de séptimo. Llegó a mi destrozado, sin saber que hacer, esperanzado en que pudiera ayudarlo. Y lo intenté, le enseñé todo lo que sabía acerca de la enfermedad; porque lo amaba demasiado. Nos amábamos en secreto, ya que era mi estudiante y eso era incorrecto, pero en cuanto Greyback terminó su educación en el colegio, con dieciocho años…
Draco abrió la cajita que Sinistra le entregó y se la pasó a Harry, con el olor del oro impregnado en la nariz.
—Se casaron.
—Sí, Draco, nos casamos y fuimos felices, o eso creía. —Sinistra, a pesar de que lloraba, no quería dejar de explicarse—. Pensaba que su modo de actuar era normal… ¡me convencí de que lo era! porque lo amaba tanto que llegaba a doler. Las discusiones que teníamos de seguro que dolían más que ser apuñalado.
Harry examinó el anillo de la cajita y se lo devolvió a Sinistra. La mujer se limpió las lágrimas y volvió a revolver la caja.
Le entregó una fotografía que impactó a ambos chicos. Sinistra (a pesar de ser la profesora) parecía una hermosa estudiante escolar, que se apoyaba contra el hombro de un muchacho de gesto sincero, cabello corto, sin cicatriz visible. Draco incluso lo clasificó de hermoso, ya que gozaba de esa belleza tan pertinente de las familias de sangre pura; ese era Fenrir Greyback, todavía no entregado por completo a lo salvaje.
Sinistra sacó del fondo una caja de tamaño medio y hermética. La abrió y hundió la nariz sobre el contenido antes de entregárselo a los chicos. Ninguno de los dos pudo contener el espanto, que no era por ver algo terrorífico, sino por notar el atisbo que manchaba, por completo, la imagen del joven atractivo de la fotografía.
Era ropa de bebé rosada.
—Felices, tuvimos a mi preciosa Lyra; a pesar de que Greyback llegaba cada vez más tarde a la casa. Se veía agotado y yo siempre lo supe; era obvio, pero lo negué. Eso nos destrozó.
Sinistra alzó la mirada, ya sin lágrimas, y volvió a guardar todo dentro de la caja. Adoptó un gesto severo.
—En ese tiempo vivíamos en Hogsmeade y de la noche a la mañana me mudé a Hogwarts. Legalmente continúo casada con Greyback, pero en mi corazón ya enterré todo atisbo de amor que le conservaba.
—Profesora… ¿Qué ocurrió con… Lyra?
Draco se lamió los labios resecos, con algo de resquemor a la contestación:
—Fue rápido y devastador. Pensaba que manteníamos las cosas en orden; nunca sucedía nada malo en las lunas llenas —Sinistra agitó la varita y la caja se selló de nuevo, para ser guardada en aquel sitio donde los recuerdos se quedaban para ser reabiertos de vez en cuando—. En ese entonces no existía poción matalobos y nos resguardábamos en la casa. Greyback siempre merodeaba por el bosque… Lyra solo tenía un añito.
» Lo que desconocía era que decidió poner a prueba, esa luna llena, algo nuevo: tener consciencia, pero el efecto fue terrible. Entró a la casa, me observó con esos ojos brillantes, que por primera vez me resultaron horrorosos y me ignoró, a pesar de que le supliqué que la niña no… Lo ataqué para asesinarlo, pero él se fue por la ventana destrozada de la habitación de Lyra, con el hocico lleno de sangre; fue una escena demasiado macabra, me desmayé y desperté en la enfermería junto a Poppy; Dumbledore ya me había asignado un cuarto en el colegio y esperaba a que despertara para confirmarme la pesadilla.
Draco advirtió que clavó las uñas en el asiento del sofá; los colmillos se le comenzaron a asomar y los ojos le brillaban con la perfecta mezcla de ira e impotencia.
—Lo voy a matar.
Harry tampoco estaba en las mejores condiciones. Fruncía el cejo y apretaba tanto los puños que los nudillos se colocaron blancos. La profesora estudió a ambos muchachos y forzó una sonrisa.
—Draco, no puedes pretender vencer al monstruo sin volverte uno. No quiero que destruyas tu vida por mí, quiero que pienses por ti mismo y te vuelvas la mejor versión de ti —señaló Sinistra, que se levantó del asiento para arrodillarse frente a Draco. Estiró las manos para sacarle del bolsillo el espejo que casi se le caía y lo puso frente al rostro de Draco— Mírate, cariño ¿crees que esta es la mejor versión de ti?
Draco negó con la cabeza, cerró los párpados y se tranquilizó. Al abrirlos se halló de nuevo con el espejo.
—¿Y esta es la mejor versión de ti?
—No. No todavía, pero es mejor que la anterior.
—Porque tú no eres un monstruo, Draco. Tú eres un hombre, un hijo amado, un alumno querido, un joven que aprecio demasiado; después de eso, eres un licántropo.
» Eso fue en lo que Greyback falló, puso el lobo primero y en lo último lo que era. Se obsesionó con la idea de ser el mejor hombre lobo, embriagado de ambición como el estudiante que conocía, ansioso por el conocimiento, que acabó por tomar el camino equivocado a su propósito o, mejor dicho, el peor camino hacia su propósito.
» Mi error fue confundir la capacidad y fortaleza con amor. Me cegué, ya que me centré en las cualidades y no las debilidades de Greyback. Pero contigo, Draco, no cometeré el mismo error, te lo prometo. Si aceptas, te puedo convertir en quien domina a la bestia; no la bestia en sí.
Draco buscó a Harry, porque siempre lo trataba de encontrar cuando le tocaba tomar una decisión importante. Aún conservaba el olor de la ropa de Lyra en la nariz, lo que le sorprendió fue encontrar un matiz similar a Greyback, pero no desagradable, sino que lo asociaba a un bosque fresco. Lleno de vida y flores.
De Sinistra identificó ese matiz acanelado y elegante: "Como el olor de una estrella. No. Como el olor de la galaxia entera" pensó. De seguido notó el tinte mágico. Era tenue pero consistente, no sabía si Sinistra era sangre pura o no, sin embargo, apuntaba a que sí lo era, ya que la fragancia de esta era antiguo.
Harry estiró la mano y la unió con la de Draco, sin pretender ser romántico o amable, sino más bien para demostrarle que se encontraba ahí, con ese aroma inexplicable y que lo apoyaba; sin importar la decisión que tomara. Sinistra vio aquel gesto y unió la mano con la izquierda de Draco.
—Profesora, estoy en sus manos, enséñeme cómo me vuelvo la mejor versión de mí.
Sinistra se llevó la mano de Draco a los labios y le dio un beso, para después apuntar al libro con la varita. La profesora comenzó a hablar en un dialecto distinto que no identificó que idioma era; supuso que debía ser uno de los tantos idiomas que se hablaban en África, porque era la primera vez que oía aquella lengua.
El texto emitió un brillo particular. La atención de los chicos cayó sobre el libro, viendo cómo se abría por sí mismo y las hojas comenzaban a revolotear. El pote de tinta del escritorio llegó de un rápido movimiento y se derramó sobre las páginas que no dejaban de moverse super rápido. Era un espectáculo de primera el ver la tinta oscura que manchaba las hojas para convertirse en palabras con sentido.
Una vez el largo encantamiento terminó. El frasco de tinta regresó vacío al escritorio y Sinistra se acercó al texto y lo tomó entre las manos.
—"Lobos y estrellas, segunda parte: ser o no ser la bestia".
Le enseñó la ilustración de la hoja, que gozaba de ese característico estilo medieval; la trasformación de un hombre en lobo y una luna inmensa de fondo. Harry limpió los cristales de las gafas antes de volver a ponérselos, pero hizo un mohín con los labios al darse cuenta de que no veía nada.
—Es injusto… —farfulló Harry, a lo que Draco soltó una risa al compás en que terminaba el agarre de manos. Tomó el libro y leyó el epígrafe en la página siguiente.
"Somos horrorosos, temibles y peligrosos. Damos miedo transformados, aunque recibimos pena como humanos, empero podemos dejar los prejuicios atrás, para abrirnos paso a una merecida vida; conocer el poder nos hará más humanos y lobos; aprender quién somos y atesorar lo que somos, nos acercará al mundo de un modo renovado… Un foco que solo nosotros podemos visualizar."
Dejó el libro sobre la mesa de centro y Sinistra regresó a sentarse al sofá.
—Última cosa, profesora… ¿Usted era la omega de Greyback?
—Soy la omega de Greyback y mientras alguno de los dos continúe vivo, seguiremos atados de forma inevitable —contestó la mujer, frotándose la comisura de los ojos—. Draco, ser omega de un alfa es más importante de lo que crees.
—Draco es Alfa —agregó Harry sin dudar. Draco le dio un empujón no enfadado, sino porque esperaba decirlo él mismo—. Eso significa que tiene omega ¿no?
—El alfa es el rol más poderoso y arriesgado, porque son los más propensos a convertirse en deltas si no controlan bien su poder; supongo que sabes lo que es un delta —Draco afirmó desanimado. De pensarlo se le erizaba la piel—. Draco ¿sabes cómo puedes identificar a tu omega?
—No, profesora; suena una cosa demasiado cursi ¿es solo un tema romántico?
—No necesariamente, es… diferente. El omega de un alfa cumple todos los roles y a la vez ninguno; crea uno nuevo solo para el alfa: romántico, amistoso, respetuoso, incluso de profunda rivalidad —aclaró Sinistra— Ahora, el cómo identificarlo es sencillo; No lo hueles, Draco o a decir verdad, no identificas su olor. Porque el cerebro humano intenta racionalizar aromas que son nuevos asociándolos con cosas cotidianas. Ya sabes: comida, flores, sabores, en cambio, con el omega está ligado con fuerza a lo sentimental.
» Chicos, ¿están bien? ¿Por qué parece que acabo de decir algo terrible?
Draco se volteó a Harry y, sin pensarlo, hundió la cabeza en el cuello del chico que se hallaba como un tomate.
Harry era nada; era valentía, días soleados y al mismo tiempo, lluviosos con calor. Harry era tardes de lecturas que te marcan de por vida.
Harry era su omega.
Su, su, su, su omega.
—Ah… comprendo, bueno, les acabo de dar un nuevo tema de conversación —dijo Sinistra con una enorme sonrisa. Harry apartó a Draco de un empujón—. Encantador, una revelación fascinante si me dejas decir.
Harry se dio un par de palmaditas en el rostro y reunió las palabras que pensaba hace un rato.
—Si el omega muere, ¿el olor se racionaliza?
—Ah… Lo siento, Harry, no lo sé —admitió la profesora—. Eso te lo podría asegurar un licántropo y, si te soy sincera, no creo que sea amable preguntar eso: la muerte del omega es terrible.
Harry asintió y se puso de pie sin poder mirar a Draco. Draco tardó un par de segundos más hasta que decidió hacer lo mismo.
—Draco, llévate el libro, estúdialo y comenzaré a darte clases particulares. ¿Qué bloque en la mañana tienes disponible?
—Los miércoles, tengo el periodo anterior al almuerzo.
—Muy bien, entonces vamos a estudiar acerca de hombres lobos ¿te parece? —Draco lo confirmó. Se daba cuenta de que incluso le faltaría tiempo para conocer lo que deseaba saber—. Harry, tú intenta no meterte en demasiados problemas y de sugerencia; el profesor Slughorn no tiene buena tolerancia al alcohol. —Le guiñó cariñosa— ¡Regresen a sus habitaciones si desvíos! Que si los pillan merodeando nos van a meter en problemas a los tres.
Los chicos se despidieron de la profesora Sinistra. Al salir de los aposentos, Draco no precisaba qué hacer con tanta información, así que determinó que la mejor opción era acompañar a Harry hasta el séptimo piso. Usó de pretexto el que era prefecto y, si lo atrapaban, podía decir que lo escoltaba a la torre Gryffindor.
Claro, por el momento no era prefecto y Harry lo sabía bien, mas no hizo ningún comentario sobre la incongruencia.
Caminaron en silencio, metidos en una confianza vergonzosa. Harry se detuvo frente a un tramo de escaleras que daba al retrato de una mujer gorda, la cual dormía con la boca entreabierta.
—Nos vemos…
—¡Espera! —exclamó Draco más alto de lo que pretendía— Revisa primero el mapa, no me quiero topar con ninguna sorpresa.
Draco arrugó la nariz y Harry se enfocó en el mapa con el cejo fruncido.
—Agh, viene Filch… no debería hacerlo, pero… guarda silencio.
Tiró de la manga de Draco, quien lo siguió. Harry despertó a la mujer del cuadro, le dijo una contraseña, pero la mujer no abrió.
—¿Quién viene contigo, Potter?
Draco se mordió el labio, pero Harry continuó ocultándolo detrás suyo.
—Potter…
—¡Es Dumbar! —mintió Harry a lo que Draco chasqueó la lengua—. Saluda, Fay.
Draco tosió y con frustración presente en cada fibra de su cuerpo, habló en el tono más agudo que pudo hacer.
—Sentimos llegar tarde…
—Oh, querida, no te escuchas bien.
—¡Si, es la gripe de comienzo de invierno! —agregó Harry rápido—. ¿Ahora si podemos pasar?
La dama gorda puso los ojos en blanco, pero les permitió la entrada.
Harry revisó el lugar y le hizo un gesto a Draco para que lo siguiera. Se encerraron en los baños de chicos, Harry se lavó el rostro varias veces, mientras Draco insonorizaba el lugar y le colocaba seguro a la puerta.
—Si, es las gripe de comienzo de invierno —imitó Draco de mala gana— Además, bastante de mal gusto la sala común de Gryffindor —comentó Draco, que tocó una estatuilla de león que era usada como cuelga toalla—. Demasiado ostentosa para mi gusto.
Y si a Draco le parecía algo demasiado ostentoso, significaba que, en efecto, lo era.
—Lo dice el multimillonario que tiene la sala común bajo el agua.
—¿Cómo sabes eso?
Harry arrugó la nariz y notó que cavó su propia tumba—. Segundo año, me infiltré con Ron disfrazados de Crabbe y Goyle, para investigar…te.
—¡Por eso actuaban como si tuvieran cerebro! Espera… ¿Cómo hicieron una poción Multijugos?
—Hermione larga historia… ya sabes, además; es Hermione, no necesitas otra explicación.
Draco se encogió de hombros y se acercó a Harry, quien aún mantenía un sonrojo. El saber con certeza que era su omega hizo que se fijara en los detalles; sin lograr negar que los pensamientos que concebía en ese instante sobre Harry eran, para nada, heterosexuales.
Ahora era capaz de interpretar por qué su sangre le sabía tan bien, que quisiera morderlo y al mismo tiempo cuidarlo. El lobo buscaba a Harry para hacerlo suyo, no en el sentido de poseerlo, como cualquier vano objeto, si no en el ámbito de tenerlo cerca para asegurarse que continuaba ahí: que respiraba y convivía con él.
—Al final sí que tienes poderes místicos de la luna ¿eh?
—Puff… qué nombre tan malo, pero no puedes negar que no sea asombroso; soy asombroso.
—Bonita humildad, Malfoy.
Harry se aproximó a la ventana del baño, y observó la advertencia de las nubes ante una fina lluvia. Draco se detuvo mirando su reflejo y el de Harry con completa atención.
—Llámame Draco.
—¿Eh?… A veces lo hago.
—Siempre dime Draco. Solo llámame: Draco —pidió con tanta suavidad que logró que Harry se estremeciera.
—¿Por qué quieres te diga así? ¿No es más incómodo?
Pensó en una respuesta al mismo tiempo en que se colocaba al lado de Harry y seguía con el dedo índice la primera gota de lluvia que chocó con el cristal.
—Porque me gusta el cómo lo dices.
Harry suprimió un rubor y tocó el cristal con su propio dedo.
—Hagamos una cosa… el apellido en público y en privado nombre. No creo que pueda llamarte en cualquier lado "Draco".
Draco alzó una ceja divertido y le pellizcó la nariz.
—¿Y cómo quieres te llame yo? Tienes tantos apodos que no me decido, Elegido.
—¡No me digas así!
—Pero si eres el Elegido, Elegido.
—¡Cállate!
—Elegido o Harry.
—Harry o Potter.
Draco posó la mano sobre la cabeza de Harry, se dio media vuelta y se encogió de hombros.
—Aburridooo… Potter.
Harry murmuró algo en voz baja y Draco se acercó para oírlo mejor.
—Estamos en privado.
—Cierto —se rió con pena—; Aburridooo… Harry.
Harry esbozó una mueca avergonzada y abrazó a Draco. Draco se paralizó sin saber muy bien que ocurría.
—Es que no dejo de pensar en Lyra; es enfermizo.
Draco entrelazó los brazos detrás de la espalda de Harry y pronto tuvieron que dejarse caer al piso para no cansarse. Harry necesitó la certeza de alguien a la cual aferrarse y Draco dejó que se aferrara a él.
—¿Y si… te pasa lo mismo?
—¿Estás preocupado por mí? —Harry volvió a asentir, con la cabeza apoyada contra el hombro de Draco, quien sentía cosquillas por el pelo de Harry que le rozaba el cuello—. Te prometo que no dejaré que me suceda lo mismo.
—Quiero una garantía, Draco; porque no soportaría que… asegúramelo, por favor.
—¿Qué te asegure que no me volveré una bestia?
—Que continuaras siendo Draco. Este Draco.
Harry lo señaló y Draco vio alrededor. El reflejo de ambos en las baldosas y como Harry no quería dejar de sostenerlo. Lo tomó del rostro con ambas manos. No lloraba, aunque lucía que se contenía. Draco lo calmó con el roce de su pulgar sobre las mejillas y así logró un efímero efecto.
Draco se relamió los labios, sin quitarle los ojos de encima a los de Harry, quien se situó mejor para quedar tan cerca que el aliento de Draco le chocaba con el rostro.
Draco dejó de acariciarlo y tomó la mano de Harry para guiarla por las cicatrices en su rostro. Harry rozó cada marca en un intento de descubrir y explorar un nuevo mundo.
—Estas son mis garantías, Harry. Si aprendo a controlarlo, quizás pueda curarme. Si aprendo a controlarlo, no existirán más cicatrices. Cuéntalas, Harry; piérdete en ellas.
El pulgar de Harry se detuvo en los labios de Draco y se lamió los propios.
—Hace tiempo que me perdí en ti, Draco.
Draco y Harry, al mismo tiempo, se acercaron para besarse. Con prisas, ansiosos de acortar ese incómodo espacio que llevaba interpuesto entre ambos desde hace tiempo; chocaron dientes pero no les importó y siguieron con el contacto hambriento.
Draco se inclinó sobre Harry, le lamió los labios y le devoró la boca. El sabor era mejor que su sangre y que cualquier comida. Era adictivo el cómo encajaban tan bien el uno con el otro.
Por un momento pensó que ese gusto sabría incluso mejor con el deje del tabaco presente. Tendría que besarlo otro día mientras fumaban, la mera idea le emocionaba.
Harry tiró del cabello de Draco, lo que lo hizo soltar una exclamación. Draco echó el cuello hacia atrás, mostrándose indefenso ante Harry, quien sonrió burlón antes de volver a besarlo.
Las manos de Harry me metieron por debajo de la camisa de pijama de Draco, donde trazó las cicatrices que se desdibujaban feroces y hartas— ansiosas, con un tinte de súplica. Las manos frías de Harry ocasionaron en Draco un leve sobresalto, en especial cuando las uñas conocieron la marcada columna vertebral de Draco.
—Juegas sucio, Harry.
Harry le sacó la lengua y esta vez sus manos se movieron cerca de la caja torácica de Draco. Le contó las costillas y evitó los pezones para crearle expectación. Draco bajó los besos y los dirigió al clavícula expuesta de Harry, con el temor nublado de morderlo.
Harry Potter lo enloquecía desde hace tiempo. Demasiado tiempo. Draco soltó un gruñido ronco en cuanto los dedos del chico le apretaron uno de sus pezones y, por impulso, lo empujó, cosa que lo hubiera hecho caer de no ser porque alcanzó a sostenerlo por la cintura.
—Que mal perdedor, Draco.
—Ya quisieras, Harry —bufó Draco, que le regaló un último beso: primero en los labios y después en la punta de la nariz—, creo que es hora de irnos a la cama.
—Aburridooo… Draco.
—No sé tú, pero de por si es patético habernos besado en el baño, ¡qué asco!
Draco se puso de pie y fue a lavarse las manos afanoso. Harry se rio del comportamiento maniático de Draco, pero que, tras verse en el espejo, soltó una exclamación.
—¡Me dejaste un chupón!
—No eres el único que juega sucio, idiota —replicó Draco al cerrar la llave del lavabo— ya está. Me largo.
Harry revisó la sala común que continuaba vacía y salieron del retrato de la mujer gorda en silencio, quien siguió durmiendo sin perturbarse.
Draco tomó a Harry de la nuca y lo acercó al rostro. Harry cerró los ojos, ya que creía que lo iba a besar, no obstante, el beso quedó en una posibilidad demasiado verosímil.
—Tu olor es exorbitante…
Harry olfateó el ambiente y dio con el olor del jabón de Draco. Ese olor a los productos de aseo personal que todos los hombres del colegio (desde profesores hasta alumnos) utilizaban.
—Tú hueles limpio.
—Hay que mejorar en eso de los cumplidos —dijo Draco, que alzó una ceja con la risa a punto de saltarle de la boca— nos vemos.
Harry vio a Draco bajar las escaleras y avanzar por el pasillo. En el instante en que Draco se volteó una fracción de segundo, sintió un tirón del brazo que le dio Harry y ambos se ocultaron detrás de una estatua.
Ninguno de los dos sabía cuánto se demorarían en acostumbrarse a esos in fragantis besos.
—Buenas noches, Draco.
Draco se lamió los labios y le dio un beso en la cicatriz.
—Buenas noches, Harry.
Draco agradeció que estuvieran tan a oscuras para que no se le notara el permanente sonrojo. Bajó a las mazmorras tranquilo, con una sonrisa boba en los labios y el corazón a punto de salirse del pecho. Al llegar a la sala común de Slytherin, entró a la habitación mientras Harry albergaba cada uno de sus pensamientos y antes de dormirse lo llenó una palabra corta pero contundente:
"Omega".
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Notas:
1) Boy meets evil: BTS.
Hola!
Ya está, bomba lanzada.
Hasta yo me emocione con la escena del beso. Como dato curioso, toda esa escena, desde la nota hasta el beso, la redacté en septiembre del 2022. JJAAJ. Tenía una ganas de que por fin llegara el momento. Aish, la tensión me estaba liquidando.
Por otro lado, se revela la información más importante de Greyback y damos comienzo a la lover era de estos muchachitos.
Estoy tan deseosa de continuar escribiendo a partir de aquí, porque hay tantas cosas que les quiero revelar y, al mismo tiempo, no niego que ya me muero de ganas de relatar las mil y una maneras que tienen los chicos para comerse la boca.
THE_MACHINE
