Serie: Naruto
Autor: Leah
Advertencias: Sexo explícito.
Memoria de Ella
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No sabía muy bien si debería golpearlo, o solamente aceptar las cosas como son.
Y es que el jadeo que le salió de la garganta lo intentó cubrir con la boca, excitada, nada más para ver la expresión divertida del hombre que estaba frente suyo, de rodillas, con ambas piernas sobre el suelo, su única mano afirmando con fuerza una de sus piernas sobre su hombro para obligarla a estar abierta para él mientras su cara se perdía entre sus muslos.
Una francamente debía aceptar que la escena en sí misma, desde sus ojos verdes, era básicamente la vida pidiéndole a gritos dejarse llevar y dejar en claro su placer a los árboles alrededor con gemidos y jadeos sinceros y sonoros.
Pero claro, lo que la detenía era simplemente que a cierta distancia, lejos, pero suficiente cerca, estaba el campamento improvisado con algunos ninjas de Konoha, ninjas que deberían estar durmiendo (que hasta donde sus sentidos ninja le alertaban, estaban durmiendo).
Ninjas que Sasuke no conocía ni le importaban, porque no entraban dentro de los nueve novatos, pero ella sí los conoció, porque básicamente llegó a trabajar con ellos en su tiempo sola en la aldea con Lady Tsunade, por eso los mandaron a entregarles unas cuantas cosas en medio de su propio viaje, aprovechando la conexión en el país de la lluvia.
Por supuesto el hombre le había afirmado que Aoda estaba por ahí, dando vueltas, vigilando…
Pero claro, desde que notó como se humedecía por su tacto discreto en ciertos momentos, encontró diversión en tentarla cada vez de formas más osadas, ahora cada que tenía oportunidad de toquetearla así, aprovechaba… y de acuerdo, no le molestaba, en el fondo sabía (por eso él seguía) pero a veces a una le ganaba un poco del pudor.
El gran conflicto es que mantenerse en control era básicamente imposible cuando lo tenía a él así, con su lengua acariciando su entrada, penetrando de forma constante y luego moviéndola de arriba abajo para acariciar cada rincón, hasta llegar a su clítoris y succionarlo de la forma en que a ella le gustaba, dificultándole la tarea de mantener la boca cerrada, ¿Cómo hacerlo si tenía a alguien como él ahí? ¿dándole atención? ¿completamente devoto y de rodillas?
Había un morbo poderoso en tener a uno de los shinobis más fuertes del mundo entre tus piernas dispuesto a solamente hacerte sentir bien con su boca.
Gimió cuando sintió un par de dedos penetrar sus entrada junto con la lengua acariciando su botón, y supo que había perdido la batalla cuando la misma mano que cubría su boca, terminó por bajar y deslizarse hasta uno de sus pechos, apretando y capturando su propio pezón.
Seguramente de tener dos manos él ya se las hubiera arreglado para hacer eso, pero definitivamente verla tocarse así misma siempre había sido suficiente para tener claro cuando se rendía a la situación, ambos lo sabían muy bien, ella lo sabía expresamente bien.
En especial cuando vio el Sharingan reflejarse en su ojo, como si Sasuke necesitara guardarse la imagen en algún rincón de la mente, una fotografía de la que disfrutar cada que se le viniera la gana verla así: con sus pezones duros y erectos a los compas del movimiento de sus pechos desnudos, las piernas abiertas y la humedad de la que él mismo era culpable deslizándose por sus piernas.
-Tócate-
Ordenó, con ese tono ronco que ella sabía bien que estaba igual de excitado que ella, y sin poder esperar mucho, ni tener tanta capacidad ya de negarse, deslizó su otra mano hasta sus piernas, acariciando el botoncito húmedo y receptivo por las lamidas.
Una mano en el pecho y otra en su vulva, el movimiento fue rítmico, constante, y los jadeos empezaron a volverse más intensos a medida que ella misma abría los ojos y disfrutaba de la sensación de verse deseada por ese par de ojos capaces de destruirlo todo si así lo desearan.
Pero no, ya no, eso había quedado atrás, ahora solamente era un hombre normal disfrutando de la visión de su mujer masturbándose para él.
Y aquel pensamiento la hizo gemir más fuerte, casi que entregándose a la sensación apabullante del orgasmo, de una forma tan ya directa y decidida a mandar todo su pudor a volar, que apenas y detectó la sonrisa de Sasuke mientras se levantaba, irguiéndose, con una incómoda erección entre las piernas mientras agarraba su cara y la besaba, bebiendo del grito que se le salió cuando ella misma se provocó un orgasmo suficiente placentero como para humedecer más sus dedos.
La tuvo que seguir besando en el momento en que la cargó, obligándola a cruzar las piernas en su cadera y la penetró sin mayor contemplación, estampándola contra el árbol con tantas ganas que seguramente de haber estado en una cama de esas posadas baratas donde a veces debían llegar la habrían hecho trizas.
Pero ahora no importaba, un grueso y frondoso árbol les estaba haciendo la ayuda, podían ser todo lo bruscos que ambos se les diera en gana.
Jadeó, gimió y bebió de la sensación mientras lo sentía hasta el fondo de su cuerpo, húmeda y caliente como estaba, le arañó la espalda con todas las ganas para cuando con un par de embestidas más lo sintió derramarse hasta el fondo de sus entrañas después de llevarla a otro orgasmo.
Y Si Sasuke no la volteó y la puso en cuatro para seguir dándole por atrás (porque definitivamente en sus ojos veía totalmente las ganas de hacerle eso), fue porque notó a Aoda aproximarse a ambos, llamando la atención de su invocador y su compañera.
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Al día siguiente, aquellos chunin de Konoha considerarían dos cosas, una, la doctora Haruno seguía siendo una persona muy amable con ellos, y dos, el ex vengador Uchiha definitivamente era el tipo de persona con la que uno no quería meterse y tenía un genio de mierda, porque ninguno se explicaba la mirada de odio constante que les lanzó hasta que se fueron.
