Capítulo 31
¿Este es el fin? Victoria o perdición
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Leona llegó al lugar donde se encontraban Ialda y sus secuaces, después de escapar del Cosmo Entelecheia. Vio a Touta tendido en el suelo, malherido, y a sus otros compañeros flotando en el aire, inconscientes. Sin perder tiempo, se situó delante de los enemigos, mirándolos fijamente y seria mientras su cabello ondeaba al viento.
"UQ Holder número trece, Leona, voy a terminar con esto de una vez por todas." anunció Leona con determinación mientras su magia emanaba a su alrededor, formando un aura vibrante. Su rostro mostraba una expresión de firmeza y resolución, sin dejar ver ningún rastro de miedo o duda.
"Tú…" la miró Ialda con los ojos ligeramente entrecerrados, intrigada mientras Touta se levantaba del suelo, ya que no esperaba que Leona hubiera podido escapar.
"Leona…" la miró Touta, sorprendido y aliviada al verla.
"Tsk, hubiera preferido enfrentarme a ella directamente, pero…" pensó Leona, mirando a sus alrededores para acabar posando sus ojos en quienes la respaldaban. "Al parecer no es la única que está en este sitio." alzó la mirada para ver a Karin, Santa y Kuroumaru, que seguían inconscientes junto a unas llaves. "Parece que tienen problemas."
"Mm… Me sorprende que hayas escapado de mi Cosmo Entelecheia." la miró Ialda detenidamente, sin mostrar ninguna emoción en su rostro, con una voz fría a la vez que distante, como si no le importara nada más que su objetivo. Su postura era relajada pero imponente, como si supiera que tenía el control de la situación.
"Lo más probable es que tuviera suerte, nadie puede salir del Cosmo Entelecheia de nuestra ama." aseguró Dynamis con los brazos cruzados, desde un lado de Ialda. "Aunque no se si tienes agallas al venir aquí o simplemente eres una idiota." sonrió de manera burlona y arrogante.
"Leona, deberías de haber muerto por el tiempo que ha pasado ya." dijo Setsuna con un tono de curiosidad. La espadachina alada era otra de las aliadas de Ialda. "¿Qué te mantiene viva?" inquirió con frialdad.
"Podría decir lo mismo de vosotras." respondió Leona, mirándolas, ladeando la cabeza.
"Ahora estamos en el lado de Eva-san." contestó Setsuna con orgullo y sin vacilación.
"…"
Leona no pudo evitar recordar cómo eran antes de caer bajo el influjo de Ialda, y sintió pena por ellas.
"Si insistes en intentar pararme, adelante, pero no vas a evitar que logre lo que llevo queriendo desde hace tiempo." expresó Ialda con frialdad y firmeza.
"Touta, ¿puedes seguir peleando?" le preguntó Leona sin apartar la vista de ellos.
"Sí." asintió Touta, regresando a su armadura de combate, gracias a la Magia Erebea. "No te preocupes, estoy listo." le sonrió con confianza.
"Ja, ¿creéis que podéis hacer algo?" sonrió Dynamis maliciosamente y despectivamente, cruzando los brazos y mirándolos con arrogancia. "Ya vistes que no pudisteis contra nosotros, mocoso, y tú, ¿qué crees que puedes hacer?" dijo con un tono burlón y provocador, dirigiéndose a Leona.
"Siento que se me está infravalorando, ¿es porque soy humana?" arqueó Leona la ceja con una voz sarcástica, como si no le importara lo que dijera.
"Piensa lo que quieras, de todas formas, el resultado va a ser el mismo." mencionó Dynamis con aire de confianza y una voz firme a la vez que segura. "Vais a caer ante el poder de nuestra ama, Ialda-sama, es la única que puede dar la salvación a este mundo."
"¿Salvar? ¿O destruir?" replicó Leona con firmeza.
"Qué ingenuos sois." se burló Dynamis haciendo una mueca de menosprecio. "No sabéis nada, Ialda-sama tiene un plan perfecto, y vosotros solo sois unos obstáculos en su camino, unos obstáculos que voy a eliminar ahora mismo."
Sin darles tiempo a reaccionar, Dynamis se abalanzó hacia Leona con la intención de golpearle con su garra.
Sin embargo, en un movimiento rápido y ágil, Leona lo esquivó y le propinó un fuerte puñetazo en el estómago, haciendo que saliera despedido por los aires y atravesara el techo del lugar donde se encontraban, lo que causó que, de la fuerza del impacto con la que fue lanzado, Karin, Santa y Kuroumaru fueron liberados de sus cadenas invisibles. Leona permaneció serena, mientras su puño emitía una energía sombría debido a su aura oscura.
"Ese idiota, se confió demasiado." suspiró Rakan con una sonrisa divertida y despreocupada, mirando el agujero del techo ocasionado por ella.
"Uh…" se quejó Karin, poniéndose una mano en la cabeza, dolorida. Su expresión era confusa y molesta, como si no entendiera lo que pasaba. "Que-"
"¡Karin-senpai!" la llamó Touta preocupado, yendo rápidamente hacia ellos, aliviado al verlos. "¿Estáis bien?"
"¿Qué ha pasado, Touta-kun?" preguntó Kuroumaru, confuso y mirándolo inquieto, como si quisiera saber más.
"No pudimos contra ellos, pero ahora necesito que vayáis a buscar a Jinbei-senpai y a los demás, estarán donde acordamos." pidió Touta, mirándolos con seriedad y urgencia.
"Pero-"
"No te preocupes, estaré bien." lo interrumpió Touta con una sonrisa que transmitía confianza y un tono seguro a la vez que animado.
Kuroumaru dudó por unos segundos, pero finalmente accedió asintiendo.
"Bien, ¡Touta-kun!" exclamó Kuroumaru con ánimo, en una voz entusiasta y decidida.
"No se te ocurra morirte, me has oído." lo miró Karin fijamente con severidad.
Touta asintió con una mirada decidida.
"¡Nos vemos nii-chan!" se despidió Santa, haciendo un gesto de apoyo para darle ánimos.
Los tres se despidieron de Touta y corrieron hacia la salida.
"¿Os creéis que os lo vamos a poner tan fácil?" rio Rakan, viéndolos marchar. "Mejor así, pensaba que ya no habría más diversión."
Rakan fue tras ellos.
"¿Está bien dejarlos escapar?" preguntó Konoka con un tono tranquilo y obediente, mirando a Ialda con atención, esperando una respuesta.
"No importa, tengo lo que buscaba." contestó Ialda de forma inexpresiva e indiferente.
"Entendido." asintió Konoka, mostrando obediencia y lealtad.
"Vamos con Rakan-san." las miró Albireo, mostrando apenas una leve y misteriosa sonrisa.
Sin decir más, dejaron el lugar y se dirigieron donde los otros se habían marchado.
"Ialda-sama." la nombró Dynamis con respeto y vergüenza, regresando al lugar luego de resistir el golpe de Leona, con una voz que mostraba disculpa por su fracaso. "Siento haberme confiado."
"¿Ya has vuelto?" la miró Leona con indiferencia, sin inmutarse por su presencia.
"¡Silencio! No tendrás tanta suerte esta vez," le advirtió Dynamis a Leona, con una mirada molesta y los puños apretados. Luego, hizo un gesto de negación con el brazo derecho, como si quisiera rechazar cualquier objeción. "de un momento a otro, el hechizo será activado."
En ese momento, no ocurrió nada y el silencio se hizo en el lugar.
"¿Ialda-sama, que ha pasado?" preguntó Dynamis, mirando a Ialda confundido, con una voz de sorpresa e incredulidad, como si no entendiera lo que ocurría.
"Cosmo Entelecheia se ha detenido…" respondió Ialda con una mirada seria, como si algo hubiera salido mal.
"¿Como…? ¡Imposible!" exclamó Dynamis, desconcertado.
"Esta llave…" la miró Ialda, apartándola del resto para ponerla en su mano. "La llave Kuroumaru Tokisaka… Es falsa." remarcó, cerrando la mano con tal furia que la llave se hizo añicos.
"?!"
"Kitty… Después de todo este camino... ¿aún te interpondrías entre mí y mi deseo?" murmuró Ialda cerrando los ojos, molesta, como si le reprochara a alguien que conocía bien.
"Entonces… ¿No se puede activar…?" se sorprendió Touta, con una voz esperanzada y curiosa, como si quisiera saber más.
"Lo más seguro es que la original la tenga otra persona." comentó Dynamis, haciendo aparecer un holograma frente a él. "Lo encontré, la tiene una de esas niñas, he encontrado rastros de que la llave de Kuroumaru Tokisaka fue transferida a ella, estas dos están a un kilómetro de la superficie de Charon, debieron escapar antes." explicó rápidamente y con nerviosismo, mostrando las imágenes en el holograma.
"Isana y Honoka…" murmuró Touta, viéndolas en el holograma; su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y alivio; temía por ellas pero también se alegraba de que estuvieran bien.
"Voy a ir tras ellas." anunció Ialda, dispuesta a recuperar la llave a toda costa.
"Pero, Ialda-sama-" dijo Dynamis, intentando detenerla sin conseguirlo.
"Quédate aquí, esa llave lo terminará, pondrá fin a la marcha de la raza humana y a sus dos mil quinientos años de errores." contestó Ialda con frialdad.
Acto seguido, Ialda alzó los brazos y varios tentáculos aparecieron en todas direcciones, así como también, de debajo la tierra surgió algo que la elevó, parecía ser un Azathoth, una masa informe repleta de tentáculos.
"¡Whoa! ¡¿Qué es eso?!" exclamó Touta perplejo y desconcertado, abriendo los ojos ampliamente al verlo.
Ialda se dirigió hacia la salida para perseguir a Isana y Honoka, pero un torbellino de oscuridad apareció delante de ella, deteniéndola.
"Oye, he venido a buscarte desde muy lejos, no me hagas el feo." la miró Leona desafiante, con un tono irónico.
"¡Mocosa!" exclamó Dynamis, molesto y con desagrado, ya que no podía creer que una simple humana se atreviera a desafiar a su ama.
"Parece ser que aún sigues con esa idea, muy bien… ¡No escatimaré esfuerzos para eliminar a cualquiera que se interponga en mi camino!" exclamó Ialda lanzándose hacia ella mientras los tentáculos de la criatura se agitaban con furia.
"¡Vigila!" le advirtió Touta a Leona.
Leona saltó para esquivar el ataque de Ialda y se sostuvo en el aire ya que había hecho aparecer sus alas oscuras en la espalda. Ialda al verlo, se lanzó de nuevo hacia ella, atacándola con varios tentáculos monstruosos de la criatura.
"Cuanto más lo veo, más se me parece a algo sacado de algún juego de zombis…" murmuró Leona, alejándose de Ialda con rapidez.
"No escaparás." dijo Ialda siguiéndola con un tono amenazante, decidida.
"Ialda-sama." dijo Dynamis a punto de irse para ayudarla, pero Touta se interpuso para impedirle el paso.
"¡Sal de en medio, mocoso!" le gritó Dynamis en una voz áspera y amenazante.
"Vas a tener que apartarme." le respondió Touta, mirándolo con decisión y poniéndose en guardia para enfrentarse a él.
"Por lo visto, no tuviste suficiente." le dijo Dynamis, refiriéndose al combate anterior, donde había sido derrotado con facilidad.
Mientras Leona era perseguida por Ialda, más tentáculos aparecieron delante de ella cortándole el paso, al verlo, Leona cambió de dirección hacia arriba, y se detuvo en el aire a unos cuantos metros de distancia. Seguidamente, movió el brazo y varios círculos mágicos de color azul aparecieron a su alrededor, brillando intensamente, al percatarse, Ialda levantó el brazo mientras iba hacia ella, preparando su contraataque.
De los círculos mágicos, se crearon numerosas lanzas de hielo, que fueron disparadas hacia Ialda, quien también lanzó un hechizo simultáneamente, creando una onda de energía oscura, lo cual causó que al impactar estos, se crease una enorme explosión que congeló parte de la zona, dejando un rastro de hielo y humo.
Leona viendo el humo causado por ello, descendió lentamente hasta tocar el suelo, mientras lo observaba seriamente, alerta ante cualquier movimiento. Súbitamente, de aquel humo, Ialda, ahora siendo Nagi, salió a una velocidad tan alta que Leona tuvo que cubrirse con los brazos cruzados en forma de equis para bloquearlo, pero aun así, el impacto del golpe fue tan fuerte que la arrastró hacia atrás por el suelo, levantando polvo y piedras, al ver que no iba a poder detenerse, antes de golpearse contra una de las paredes, Leona agarró uno de los brazos de él y dio una voltereta hacia delante, antes de terminarla, se giró y le dio una patada en el rostro, alejándolo unos metros.
Nagi hizo aparecer un libro y comenzó a recitar un hechizo en el que varios relámpagos salieron disparados hacia ella, lo cual Leona empezó a retroceder dando volteretas, esquivando cada ataque lanzado, hasta que, en uno de los saltos, sus pies tocaron la pared y esta se impulsó, abalanzándose hacia Nagi, que siguió arrojándole hechizos, Leona empezó a desviarlos hacia un lado con la mano mientras avanzaba hacia él con rapidez, uno de los hechizos lo desvió para Nagi y este rápidamente lo detuvo con la mano. En ese momento, Leona apareció delante suyo y lo golpeó en el estómago con fuerza, tirándolo hacia atrás, y sin descanso, volvió a arremeter golpeándolo cada vez más rápido, hasta que finalmente su mano se rodeó de un aura oscura y le lanzó un torbellino de oscuridad, causando un fuerte impacto contra la pared.
Sin previo aviso, delante de Leona, apareció Negi, ya que Ialda había cambiado de cuerpo, usando el Raiten Taisō, la forma en la cual su cabello crecía hasta los tobillos y su cuerpo quedaba envuelto en un aura de luz purpura como la de un relámpago, y la golpeó en el rostro, pero antes de que ella chocara contra el suelo, le envió un hechizo en el que se formó un torbellino de viento y relámpago, ello impactó contra Leona creando un estallido de humo en el suelo.
Negi permaneció mirando inmóvil, entonces de aquel humo empezaron a salir varias ráfagas de oscuridad, y luego, una figura borrosa empezó a vislumbrarse, cuando se disipó el humo del todo, se vio a Leona distinta, su ojo derecho ahora era de color rojo oscuro como la sangre, en el cual, una marca oscura lo cubría, así como parte del rostro, y que, finalmente terminaba en el cuello. Asimismo, se podía ver un par de colmillos que sobresalían ligeramente debajo de sus labios.
"…"
En cuestión de segundos, Leona se dirigió hacia él y los dos empezaron a intercambiar golpes uno tras otro a una velocidad desmesurada hasta que Negi hizo retroceder a Leona con un golpe en el rostro, y sin demora, creó a su alrededor numerosas lanzas de trueno, las cuales lanzó contra ella, al verlo, Leona utilizó Ensis Exsequens haciéndola aparecer en cada mano y se dirigió hacia él, abriéndose paso a través de la lluvia de lanzas, disipándolas con las espadas, pero a pesar de ello, no pudo evitar que alguna le rozara en el cuerpo o rostro, cuando logró alcanzarlo intentó golpearle, sin embargo, Negi lo esquivó rápidamente, posicionándose en el aire, ella lo miró e hizo que a su alrededor apareciera un aura oscura más intensa y entonces se dirigió hacia él velozmente, este se preparó para defenderse, pero resultó ser una ilusión pasando a través suyo, entonces, súbitamente, Leona apareció delante de él y lo golpeó en el estómago con fuerza, tirándolo hacia atrás. Y sin descanso, volvió a arremeter golpeándolo cada vez más rápido, hasta que uno de los golpes lo impactó contra el suelo y rápidamente se lanzó contra él con una fuerza desmesurada, ante tal choque los fragmentos del suelo rebotaron por todas partes y ambos atravesaron el suelo como un meteoro y como si se tratara de porcelana, bajaron varias capas de tierra sin detenerse hasta que los dos usaron distintos hechizos causando una explosión.
Leona regresó a la superficie, situándose sobre el suelo, mirando a su alrededor con cautela, entonces delante de ella, vio a Negi y a Nagi situados sobre una de las rocas que había provocado el estallido.
"¿Ahora los dos?" pensó Leona, intentando coger algunos segundos para recomponerse. "¿Cómo lo hace?"
Acto seguido, Nagi empezó a recitar un hechizo mientras Negi se dirigió hacia ella con rapidez y empezaron a intercambiar golpes, de los cuales ambos esquivaban o acertaban.
"¡Kīripuru Asutorapē!" exclamó Nagi lanzando el hechizo que estaba recitando hacia ellos.
Entonces una gran parte del lugar quedó cubierto por nubes de polvo y humo debido a la explosión.
En ese momento, Leona apareció delante de él golpeándolo en el estómago, luego lo golpeó en la barbilla con sus nudillos, y le lanzó un hechizo apartándolo lejos, sin embargo, Negi se posicionó detrás de ella atacándola con su vuelo eléctrico llevándola al otro extremo del lugar, y justo antes de que se estrellara contra la pared, volvió a golpearla alzándola en el aire. Acto seguido, Negi se situó a unos cuantos metros alejado de ella y empezó a pronunciar un hechizo.
"Duāpusu Ēmissae." empezó diciendo Negi con voz grave.
"Dekusutorā Sutagunansu Kīripuru Asutorapē." continuó diciendo.
"Shinisutorā Sutagunansu Yakurātiō Furugōrisu" prosiguió.
"Unisonento." concluyó.
Al mismo tiempo que él iba diciendo el hechizo, Leona empezó también a recitar uno mientras caía desde el aire.
"Duāpusu Ēmissae." empezó diciendo Leona con voz firme.
"Hidarite ni moeru honō." continuó diciendo.
"Migite ni hyōga no kōri." prosiguió.
"Ryōhō o māji shite, jama ni naru teki ni tōtatsu suru no ni yakudatsu yajirushi o sakusei shimasu." concluyó con determinación.
Ambos terminaron sus hechizos al mismo tiempo. Negi creó una pica de electricidad que se dirigió hacia ella con un estruendo ensordecedor y gritó:
"Deka Kiliplēn Astrapēn Raijinsō ¡Titanokutonon VII!"
Leona formó una flecha de fuego envuelta en hielo que salió disparada de su arco y exclamó:
"¡Rīzushakun!"
Negi lanzó una Pica desmesurada hecha de electricidad mientras que Leona envió una flecha fusionada de fuego y hielo, a continuación, las dos técnicas colisionaron, pero la flecha terminó imponiéndose, pasando a través del hechizo de Negi, alcanzándolo.
Una densa cortina de humo y polvo provocada por la explosión de los hechizos se formó en donde estaba Negi, impidiendo la visibilidad de este.
Leona descendió al suelo, pero justo en el instante en que lo hizo, una espada le atravesó las costillas saliendo por el otro lado de su costado, el causante había resultado ser Agali Arept, uno de los doce barones que había estado siguiendo la pelea desde las sombras.
"Una pena, chica." sonrió Agali de manera malévola, sacando la espada rápidamente, le pateó en la pierna con fuerza y la hizo caer de espaldas. "Aunque no lo hiciste tan mal." dijo pisándole la herida con brutalidad.
"¡Argh!"
Leona sintió un dolor insoportable que le recorrió todo el cuerpo. La sangre brotaba de sus heridas y se mezclaba con el polvo del suelo, intentó respirar, pero cada bocanada le provocaba un espasmo de agonía.
"¡Leona!" la miró Touta corriendo hacia ella, dispuesto a ayudarla, pero cuando iba a alcanzarla otro de los doce barones se interpuso en su camino.
Nergal, un demonio con cuatro brazos y una máscara blanca que ocultaba su rostro. Solo se veían sus cinco ojos rojos y su sonrisa llena de dientes puntiagudos. Le faltaba toda la parte inferior del torso viéndose solo la columna vertebral unida a sus piernas que parecían las de un cyborg.
"Otra vez vosotros." lo miró Touta, molesto y preocupado.
"No necesito ayuda." dijo Dynamis disgustado, levantándose del suelo, tras haber estado peleando con Touta. "Puedo con este mocoso."
"No lo parece." dijo Nergal con una risa engreída. "No eres capaz de hacerte cargo de este crio."
Dynamis lo miró con fastidio.
"¡Mira quien habla!"
Mientras discutían, Touta golpeó el rostro de Nergal haciendo que este retrocediera unos metros, e inmediatamente se dirigió hacia él de nuevo, pero Nergal bloqueó su puño con la palma de su mano y con una de las otras intentó golpearle, Touta al percatarse hizo aparecer otros dos brazos más en su espalda gracias a la Magia Erebea y lo desvió con facilidad.
Ambos de inmediato empezaron a intercambiar golpes mientras Dynamis los veía molesto.
"No pienso quedarme mirando." dijo Dynamis con un tono de voz irritado.
Dynamis fue hacia ellos para enfrentarse a Touta, pero este esquivó su embestida con un salto lateral, aprovechando el impulso, le agarró la muñeca y le torció el brazo, luego, le propinó un codazo en la cara y le siguió una patada en el estómago que lo mandó a volar varios metros. Dynamis cayó al suelo con un estruendo, escupiendo maldiciones.
Nergal no perdió el tiempo y disparó un rayo de energía de su mano hacia la cabeza de Touta, destruyéndola, pero, Touta reapareció detrás de él con una sonrisa burlona mientras el cuerpo que había sido atacado desaparecía, antes de que Nergal pudiera reaccionar, Touta le dio una patada en la espalda que lo arrojó contra la pared con tanta fuerza que la agrietó, su habilidad para crear clones de sí mismo le había dado una ventaja sobre sus enemigos, pero sabía que no podía confiarse.
Tanto Nergal como Dynamis se levantaron y se lanzaron hacia él para atacarlo de nuevo.
"Vosotros." dijo Ialda con voz fría y autoritaria, refiriéndose a los demonios mientras se acercaba a Agali y Leona.
"Sabe que siempre estaremos de su lado." dijo Agali mirándola, haciéndole una reverencia, inclinando su cabeza ante ella. Era un demonio esquelético de cuatro brazos vestido con un traje, una corbata y un abrigo largo. Su aspecto era grotesco pero elegante al mismo tiempo.
"Tsk." gruñó Leona desde el suelo con la mano en la herida, viéndola detenerse delante de ellos.
"Sabes, al principio pensé que sería un contratiempo, pero gracias a ello he podido darme cuenta de que esa pequeña no es la única que lleva una." Ialda habló con una voz fría y despectiva, mientras observaba a Leona tendida en el suelo.
"¿Qué… quieres decir…?" Leona levantó la cabeza con dificultad, mirando a Ialda con una expresión de confusión y una voz dolorida.
Ialda extendió su brazo hacia ella y una llave envuelta en una luz dorada salió de su pecho, era una llave pequeña con una pequeña ala en el mango. Era idéntica a la que tenían los demás.
"No lo hubiera adivinado si no hubieses querido venir hasta aquí, debió suponer que no lo sospecharía, tú misma ni siquiera eras consciente de ello." explicó Ialda con una expresión seria, mirando la llave que flotaba en el aire. "Ahora solo me quedará conseguir la de aquella niña y habré obtenido todas las llaves que repartió de su alma para activar Entelecheia de una vez."
"Su… alma… ¿pero eso es siquiera posible…?" preguntó Leona sin entenderlo, no entendía como se podía extraer de un cuerpo ni como Evangeline se la había implantado a ella sin que se diera cuenta.
"Para un inmortal como ella, sí." respondió Ialda con indiferencia. "Ella puede manipular su propia alma a su antojo, pero eso no le servirá de nada cuando yo la tenga en mis manos."
Justo cuando Ialda iba a coger la llave, Leona en un movimiento rápido la tomó antes de que pudiera hacerlo y saltó unos metros hacia atrás para alejarse.
"Lo siento, pero no vas a tenerla." la miró Leona a pesar de estar herida, sosteniendo la llave con fuerza, a continuación, se puso una mano en la herida, tapándola con una fina capa de hielo que frenaba la hemorragia, su mirada era desafiante y decidida.
"Así que aun te quedan fuerzas." sonrió Agali con gracia. "Que ingenioso, pero, aunque intentes retrasar tus heridas, de nada te servirá."
"Tengo que pensar en algo…" pensó Leona mientras sostenía la llave, entonces la miró viendo que seguía emitiendo una tenue luz. "Quizás."
Leona cerró los ojos concentrándose para enfocarse en la llave, la cual segundos más tarde se materializó en una espada de hoja de energía dorada con el mango del mismo color. Al abrir los ojos puso la mirada en ella.
"Al parecer funcionó, supongo que al estar dividida no está completa, pero puede servir." Leona se dijo a sí misma, mirando la espada. Era una espada ligera y afilada.
Seguidamente, hizo aparecer una espada de hielo en la otra mano y miró a Agali.
"Verdaderamente sorprendente e inesperado." la miró Agali con una sonrisa cínica y retorcida. "Déjemelo a mí, Ialda-sama."
Sin más dilación, Agali lanzó un rayo de energía del ojo que había dentro de su boca, el cuál ella esquivó saltando hacia un lado, entonces Agali empezó a dispararle numerosos rayos de la boca y de sus ojos hacia distintas direcciones las cuales Leona esquivaba con agilidad y velocidad.
"Piensas que puedes hacer algo, pero solo estas alargando lo inevitable."
"¿Acaso lees el futuro, esqueleto entrometido?" le respondió Leona con sarcasmo.
Mientras Leona, evadía sus ataques, Agali hizo aparecer un círculo mágico morado desde arriba en el que un pilar negro desmedido de piedra cayó sobre ella, al percatarse, dio un salto hacia atrás, evitándolo, y lo cortó en pedazos para lanzarlos contra él, el cual los esquivaba alargando su columna vertebral a su gusto.
"No es necesario saberlo para darse cuenta." contestó Agali, sacando cuatro espadas de debajo sus mangas para seguidamente ir hacia ella. Ambos empezaron a intercambiar choques con las espadas. Leona bloqueaba sus golpes mientras Agali aprovechaba su ventaja numérica y le atacaba desde varios ángulos con sus cuatro brazos. Leona intentaba contraatacar con su espada de hielo, pero Agali la paraba con una de las suyas y le hacía retroceder con otra.
Touta por su parte, seguía peleando con Nergal quien parecía llevar desventaja, Touta aprovechó para golpearle en el estómago y rápidamente se puso detrás de Dynamis para darle una patada en la espalda, haciendo que este chocara con fuerza contra Nergal y ambos salieran disparados por el aire.
Leona, al verlo, aprovechó una apertura y golpeó Agali en la barbilla con el mango de la espada de hielo, luego le dio un puntapié en el pecho para lanzarlo junto a los otros dos, rápidamente junto ambas espadas cruzándolas de modo que formara una equis y lanzó un dragón creado por una magia de color azul y dorado que hizo que los llevara lejos del lugar.
"Eso ha sido agudo." dijo Touta con la mano en la frente mirando a lo lejos hacia la dirección que se habían ido mientras se levantaba la nube de polvo que se había formado.
En ese momento, una voz atrayente y suave que bien ambos conocían se escuchó.
"Opino lo mismo."
Al desvanecerse aquella nube de polvo, se confirmó lo que ambos ya sabían, era ella.
"Evangeline." la miró Leona con desasosiego.
"Aunque la veas, piensa que sigue siendo Ialda." dijo Touta viendo que estaba usando Krystalline Basilea, una forma de Armamento Magia Erebea de tipo hielo. "Solo que puede controlar a los que posee."
"…"
Al mismo tiempo, Santa estaba peleando con Ikkuu.
"¿Qué ocurre, Santa-kun? Tanto que alardeabas al principio." sonrió Ikkuu con desdén, viendo que estaba ganando terreno.
Ambos se encontraban en una red digital que ellos mismos se habían transportado.
"¿Qué te pasa, Santa? ¡Cálmate!" exclamó Nikitis al verlo caer de rodillas, padeciendo. "¡No te rindas! ¡No eres ese tipo de hombre! ¡¿O te he juzgado mal?!"
"Silencio, Nikitis-sama, si no puede participar en su batalla digital, entonces manténgase fuera del camino." comentó Sept, cerrando los ojos.
"¡¿Qué?!"
"Aunque físicamente este aquí, están peleando en una red, no es algo que usted pueda hacer."
"¡Ha! ¡Ha!" rio Ikkuu, mirando a Santa. "Me ganaste la última vez porque estábamos en tu terreno, pero ahora mis recursos informáticos, son los mejores del sistema solar, por supuesto no me es gratis, el diecisiete porciento de mi capacidad se dedica a mantener la infraestructura informática humana, si no estuviera aquí, la humanidad volvería... Bueno, yo no diría a los días cavernícolas, pero al menos de vuelta al siglo 19, durante los últimos cuarenta y cinco años las naciones avanzadas han logrado evitar depender de mí a través de un esfuerzo verdaderamente desgarrador, pero es cuestión de tiempo, lo que quiero decir es que, incluso sin usar internet, la humanidad no puede vivir sin mí, en cierto modo... Tengo la vida de cada ser humano moderno en mis manos."
"No eres… Ikkuu-senpai-"
"¿Qué?"
"¡Ikkuu-senpai… nunca diría… algo como eso!" lo miró Santa seriamente.
Al escucharlo, Ikkuu empezó a reír con fuerza.
"Oh, Santa-kun, ¿qué sabes tú? Déjame decirte cómo se siente realmente el verdadero Ikkuu, El verdadero Ikkuu… No quiere morir."
"¿Qué…?"
"Después de crecer y evolucionar a este tamaño y estatura... Si Ikkuu entrega los recursos de Internet a los humanos, Ikkuu estaría acabado, tan pronto como eso pase, me veré obligado a desconectarme y volveré a ser ... Un anciano solitario en una habitación de hospital blanca y estéril, necesito los recursos computacionales de la humanidad para sobrevivir, no soy como ustedes inmortales reales, controlado por Ialda o no… Ikkuu Ameya no puede dejar que tu lado gane." explicó Ikkuu. "¡Así es! ¡Nunca estuve bajo el control de Ialda Baoth! ¡Lo hice por mi propia supervivencia! ¡Y estoy arriesgando todo lo que tengo!" exclamó poniendo la mano en el estómago de Santa, lanzándole una descarga. "¡Estoy arriesgando todo para derrotarte!"
"¡Agh!"
"¡Pero no quiero que te preocupes, Santa-kun! ¡UQ Holder! Mientras la humanidad siga soñando pacíficamente... Los mantendré perfectamente seguros a medida que continúe evolucionando." sonrió Ikkuu de manera victoriosa. "¡Primero, comenzaré en la construcción de una esfera de Dyson! Oh, pero eso será complicado, ¡así que probaré un anillo! ¡Un mundo de anillos! ¡Obtendremos una gran cantidad de tierra! Será una empresa masiva que podría llevar milenios proteger a la humanidad de las amenazas externas, ¡tomaremos unos cientos de millones, no, unos pocos miles de millones de años para construir una flota inteligente capaz de navegar a la velocidad de la luz!" explicó, haciendo una pausa. "Y una vez que resolvamos los problemas de seguridad y energía, incluso podríamos comenzar a despertar a la gente en etapas, es solo una pausa temporal para la humanidad, cuando termine, ¡tendrán un gran y hermoso mañana para esperarlos! ¡Por supuesto, será absolutamente esencial que inmortalicemos a toda la especie! Después de todo, ¡todos los problemas de la humanidad provienen de sus limitaciones! ¡La muerte en primer lugar, y la cantidad limitada de tierra, recursos y energía!"
De repente, Ikkuu se dio cuenta de que su cuerpo humano estaba reaccionando.
"¿Qué es… esto? ¿Estoy... siendo… superado?" se preguntó Ikkuu viendo como Santa haciéndole retroceder la mano. "¡Es imposible! ¡Todo lo que tienes son algunos acorazados electrónicos y tu nave Akashic! ¡Yo tengo todo el sistema solar bajo mi control! No puedes ser más fuerte que…"
Sept sonrió desde el exterior de la nave, mirándolos.
"Tú…" lo vio Ikkuu, dándose cuenta. "¡Sept Shichijuro Nanao!"
"Ikkuu-sama, he trabajado en algo que quiero mostrarle, en nuestro sistema solar todavía existen… Recursos computacionales que superan su gran red de circuitos conectados." comentó Sept.
"No… ¿Tú hiciste esto…?"
"Así es, Ikkuu-sama, hemos estado haciendo progresos en un proyecto para recuperarte, el sistema solar todavía contiene... Suficientes recursos computacionales para superar las potencias acumuladas de todos tus circuitos electrónicos."
"¿Qué recursos...? No quieres decir..."
El sistema solar es el hogar de 12 mil millones de miembros de la raza humana, 8 mil millones solo en la tierra, si transformo mi cuerpo en una red óptica y la distribuyo uniformemente para conectar cada uno de esos cerebros..."
"¡Cerebros humanos…! Pero eso es…"
"Por supuesto, solo puedo residir en todo el espacio intelectual de la humanidad durante unos minutos a la vez y, gracias al ataque de Ba'al, el número de personas ha ido disminuyendo, no obstante... En este momento, Ikkuu-sama, es suficiente para abrumarte."
Santa le lanzó una descarga a Ikkuu, haciéndole retroceder.
"¡Gah! ¡Aaahg!"
"¡Hazlo ahora! ¡Santa-sama!" le pidió Sept.
"No puedo... ¡¿No puedo salvar a Ikkuu-senpai ...?!"
"¿Qué ocurre, Santa-sama?" le preguntó Sept, viendo que se había detenido.
"Si gano esta batalla ... Ikkuu-senpai será..." dijo Santa, dudando.
"Ahí está, esos ojos, Ikkuu siempre odió esos ojos." lo miró Ikkuu con ira. "Podríais simplemente manteneros al margen de los asuntos humanos como los monstruos que son, ¡pero 'tenéis que' acercaros! ¡Tienes que empezar a hablar de salvar el mundo! ¡Malditos inmortales! ¡Me dan ganas de vomitar!" gritó Ikkuu, sujetando a Santa por el cuello.
"¡Santa!"
"¡Santa-sama!"
"¡Si queréis ayudar a los débiles, entonces el plan de Ialda Baoth y mi plan son obviamente el camino correcto a seguir! Si están tan desgarrados por ello, ¡podrían haberse ocupado de sus propios asuntos! ¡Ustedes, altos y poderosos inmortales!"
Ikkuu empezó a reír histéricamente, pero cuando parecía que había vencido, una mano lo atravesó por detrás sacándole un objeto de su pecho.
"¿Huh?" se sorprendió Ikkuu.
"Tienes razón, quizás Ikkuu-senpai diría algo así." dijo Santa detrás de él. "Pero…"
Santa apretó el objeto, destrozándolo con la mano.
"Al menos, sabe que soy uno de los débiles, sabe que ya se acabó para mí, Ikkuu-senpai podría decir esas cosas, pero nunca me las diría." dijo Santa ahora con lágrimas en los ojos. "¿No es así? Ikkuu-senpai?"
"Sí, lo siento, Santa-kun, por hacer... que hagas esto..." lo miró Ikkuu, sonriéndole débilmente.
"Ikkuu... senpai, yo ... yo..." dijo Santa, viéndolo caer de rodillas mientras que parecía estar desapareciendo.
"No quería morir... Porque quería ver hasta dónde podían llegar, pero... si voy a ser un obstáculo para ese progreso... entonces me quitaré del camino."
"Pero... ¡Pero... tampoco es así como te sientes! Yo... yo... ¡puedo decirlo! ¡Sé lo que se siente ser uno de los débiles! Yo... ¡Voy a salvarte Ikkuu-senpai! ¡Adeat!" exclamó Santa, usando su tarjeta de pactio, del cual apareció una vara en que la parte superior tenía una perla con dos alas pequeñas. "¡Trasfer!"
La vara emitió una energía a su alrededor, causando un destello. Segundos más tarde, Ikkuu despertó y vio que se encontraba en la nave junto a Santa, Nikitis, Sept y Kirie.
"Pero ¿cómo es posible…?" se preguntó Ikkuu, confundido, mientras se miraba. "¿Sigo vivo?"
"No podía dejar que terminaras así." lo miró Santa con una expresión afligida. "Mientras estaba en la nave, pensé en que debía aprender a usar mejor mi artefacto y ver las posibilidades de lo que era capaz de hacer con ello, llegué a esa conclusión tras hablar con Leona."
"¿A qué te refieres?"
"Al ver que se lo estaba tomando tan en serio, le pregunté el motivo por el cual lo impulsaba a hacerlo." respondió Santa cerrando los ojos. "Ella me dijo: 'Aunque esos dos me estén ayudando, al final soy yo quien deberá hacerlo, no puedo pretender a que lo hagan por mí, porque si algo saliera mal… Me sentiría enojada conmigo misma por no haber intentado dar lo mejor de lo que podría haberlo hecho.'" repitió al recordarlo. "Es por eso que me centre en conocer mejor mi artefacto."
"¿Qué has hecho exactamente?" preguntó Kirie, confundida, sin entenderlo del todo.
"Traspasé su alma." explicó Santa con seriedad.
"¿Eh?" parpadeó Kirie, desconcertada.
"Su yo real estuvo todo este tiempo en un hospital, por lo que hubiera muerto en cuanto despertara al haber pasado tanto tiempo, por eso, gracias al artefacto pude traspasar su alma al cuerpo que siempre estuvo usando." continuó Santa.
"¿Eso es posible?" preguntó Kirie con incredulidad.
"Mi artefacto puede hackear cualquier sistema desde cualquier alcance, al estar conectados por red, logré hacerlo, así cree un puente entre los dos cuerpos, se podría decir que hice una especie de ritual."
"Entonces, el Ikkuu del hospital…" dijo Kirie con tristeza.
"Es un cuerpo vacío." terminó Santa con pesar.
"Uh…"
"Santa-kun, yo… Solo puedo darte las gracias." dijo Ikkuu cabizbajo, mirando al suelo.
"No tienes que dármelas, somos compañeros, ¿no?" sonrió Santa, tendiéndole la mano.
Ikkuu lo miró y le dio la mano, dándole una sonrisa tenue.
"Eh, siento interrumpir, pero esto aún no ha terminado." interrumpió Nikitis con los brazos cruzados.
"Lo sabemos, Nikitis-sama." lo miró Sept con respeto.
"Esperemos que los demás lo logren…" añadió Kirie, preocupada mirando hacia una de las ventanas de la nave.
Mientras tanto, Touta y Leona miraban a Ialda que ahora había tomado la apariencia de Evangeline.
"Touta, recuerdas lo que hablamos hace unos días." comentó Leona aun mirando a Ialda.
"Te refieres en la biblioteca." la miró Touta.
"Sí, seguramente habrás elegido, por eso, necesito que me dejes encargarme de ella."
"Tienes algo en mente." le preguntó Touta con curiosidad.
"Si lo logro, quiero que a continuación lo uses."
Touta asintió.
"¿Y bien, a qué esperáis? O habéis cambiado de parecer." les sonrió Ialda con malicia.
"Guárdala." pidió Leona, lanzándole la llave que había vuelto a la forma anterior al haberla usado en el último ataque.
"Cuenta con ello." respondió Touta, atrapando la llave.
"Me hubiera gustado haberla encontrado de otra manera…" pensó Leona, suspirando.
A continuación, Leona se lanzó contra Ialda.
"Tsk, que se le va hacer…" dijo Leona con resignación.
Leona intentó darle un golpe directo a Ialda que esquivó fácilmente.
"Hm, demasiado lenta." se burló Ialda con desdén.
Ialda la golpeó con un puñetazo en el estómago, el cual Leona lo bloqueó con el antebrazo derecho, aunque ello la hizo retroceder y a continuación saltó hacia atrás cogiendo impulso, Ialda la siguió y comenzó a golpearla sin cesar mientras Leona se defendía y esquivaba, retrocediendo cada vez más.
"¿Qué ocurre? ¿Es todo lo que sabes hacer?" le dijo Ialda con sarcasmo.
Leona quiso darle un puñetazo, pero esta lo esquivó y le dio una patada a un costado del estómago, lanzándola contra la pared, la cual se derrumbó ante el fuerte impacto.
"Aún es pronto para irse a dormir, no te parece." le preguntó Ialda con ironía.
Ialda levantó el brazo e hizo aparecer detrás de ella numerosos círculos mágicos del cual salieron lanzas de hielo.
"Iaculatio Grandinis." pronunció Ialda con voz fría.
Al lanzárselas hacia ella, Leona se adelantó esquivando algunas dando un salto hacia un lado, y siguió esquivándolas mientras se movía con rapidez por el lugar, de repente, Ialda apareció delante de ella dándole un golpe en el rostro que la alejó y antes de que Leona pudiera reaccionar unos hilos invisibles la aprisionaron, inmovilizándola de brazos y pies sosteniéndola en el aire.
"¿Estás cómoda?" preguntó Ialda, caminando a su alrededor. "Sabes... No me llaman la maestra de marionetas simplemente porque soy capaz de dar 'vida' a los muñecos." Ialda cerró su mano derecha en un puño y Leona sintió cómo los hilos invisibles se tensaban alrededor de su piel. "Me llaman así porque cualquier alma puede estar a mi voluntad si yo lo decido."
Leona intentó moverse, pero los hilos le impedían cualquier acción.
"Seguro que te sientes orgullosa de ello." le respondió Leona con desafío.
"En tu situación, no me lo tomaría con tanta impavidez." le advirtió Ialda con una expresión fría.
Seguidamente, Ialda le retiró con el dorso de la mano el hilo de sangre que emanaba de la comisura de los labios y le susurró al oído como si en ese momento le estuviera hablando Evangeline.
"Muéstrame... que realmente puedes llegar a respaldarme."
"?!"
A continuación, Ialda la golpeó con fuerza en el estómago causando que escupiera un poco de sangre, entonces se alejó unos cuantos pasos y empezó a preparar un hechizo. Al verlo, Leona comenzó a congelar los hilos que la sostenían para liberarse, al romperlos, vio el hechizo de Ialda ir hacia ella, sin embargo, al intentar detenerlo con las manos, ello la lanzó con fuerza hacia atrás, y antes de que se estrellara directamente contra la pared, lo desvió hacia otra dirección, lo cual provocó que el lugar se congelara.
"Evangeline…" la miró Leona, respirando profundamente ante el cansancio, ya le dolía la herida de la espada que le había atravesado las costillas, así que el dolor era simplemente insoportable. "Intentaste lidiar con todo y morir sola porque querías protegernos, ¿me equivoco?, pero no voy a dejar que lo hagas, o morimos juntos o vivimos juntos, solo nos queda tomar un camino." Leona se puso de pie con dificultad y miró a Ialda con determinación.
Acto seguido, Ialda se dirigió con rapidez hacia ella y le lanzó una patada con el empeine derecho, la cual fue detenida por el antebrazo de Leona quien respondió con otro golpe, pero fue esquivado por Ialda, y ambas siguieron lanzándose golpes mutuamente, los cuáles esquivaban o bloqueaban, Leona entonces desapareció y apareció detrás de Ialda, quien con un rápido movimiento bloqueó el puñetazo de Leona y la lanzó, Leona calló de pie y se fue hacia adelante otra vez lanzando golpes consecutivos, que Ialda bloqueó y respondió con una patada al rostro de Leona para seguidamente golpearla en el estómago, alejándola unos metros haciendo que callera de espalda bruscamente al suelo, aun así, rápidamente se levantó, pero cuando lo hizo, recibió el impacto de Ialda que había ido con una velocidad vertiginosa y se estrelló contra una pared con una gran fuerza, cayó al suelo e inmediatamente la pared ya débil por el primer impacto, terminó derribándose encima.
"Entonces, ¿hemos terminado?" la miró Ialda fijamente con una expresión seria.
Leona se liberó de los escombros de la pared que había caído sobre ella usando una ráfaga de ki y los lanzó hacia Ialda quien los esquivaba sin apenas esfuerzo, como si fuera un juego, entonces Leona se situó delante de ella dándole un fuerte golpe en el rostro, haciéndola retroceder unos pasos, cuando iba a hacerlo de nuevo, Ialda hizo aparecer en una de las manos la Ensis Exsequens, Leona al verlo, la esquivó en el último segundo, pero la hoja pasó a escasos centímetros de su rostro, haciéndole un ligero corte en la mejilla derecha al rozarla, rápidamente, Leona también hizo aparecer la Ensis Exsequens y en el siguiente movimiento ambas espadas chocaron, creando una onda de choque que sacudió el lugar, Ialda sonrió y elevó su magia haciendo que, debajo de ellas, el suelo se agrietara, hundiéndose por el peso de comprimir toda esa energía en el punto donde se encontraban y a continuación, se manifestó un círculo azul congelando gran parte del lugar, intentando atrapar a Leona en el hielo, Leona sin apartar la mirada, elevó su magia haciendo lo mismo que ella, a lo que Ialda respondió con una sonrisa burlona sobre sus labios.
"¿Hm? ¿Estás tratando de imitarme? Ya veo, idiota."
Seguidamente, Ialda la golpeó en el estómago con la pierna alejándola varios metros, para inmediatamente ir hacia ella a gran velocidad, pero antes de que la atrapara, Leona hizo un movimiento rápido con la mano y un rayo de gran tamaño descendió entre ellas, deteniéndola, entonces se abalanzó contra ella, a través del hechizo y empezaron a intercambiar golpes con las espadas.
"Realmente no puedes salir de ahí o es que no quieres hacerlo." dijo Leona sin dejar de atacar. "No importa, voy a sacarte de ahí te guste o no, porque no voy a dejar que desaparezcas, cuando todo haya terminado puedes odiarme si quieres, y si aun así deseas tanto dejar de existir, entonces solo tendrías que quitarme la vida porque así alcanzarías morir como deseas." dijo con una voz firme.
En uno de los choques de espada, Leona intentó atacarla de nuevo, pero Ialda dispersó su cuerpo en una bandada de murciélagos antes de que pudiera golpearla y apareció detrás de ella para enviarla a estrellarse contra la pared debido a una patada en la espalda, sin embargo, antes de chocarse, Leona dio una vuelta invertida en el aire y se apoyó en ella para luego salir volando hacia Ialda quien la agarró rápidamente por detrás de la cabeza para estamparla contra el suelo, dejando un pequeño cráter generado por el golpe.
"Estás empezando a decepcionarme, Leona." la miró Ialda con un tono de voz serio.
A continuación, Ialda la golpeó dos veces en la espalda: la primera la elevó unos centímetros del suelo y la otra la mandó hacia el techo, luego se dirigió volando hacia ella con una sonrisa maliciosa, Leona abrió los ojos justo a tiempo para verla acercarse y se puso en guardia para detener el choque, sin embargo, cuando Ialda llegó a su altura pasó a través de ella como una ilusión y se posicionó detrás, Leona se dio cuenta y desapareció antes de que Ialda pudiera atacarla por la espalda, apareció detrás de Ialda y le lanzó un puñetazo, pero esta también se esfumó y evitó el golpe. Empezaron a moverse a una velocidad muy rápida, difícil de seguir, atacándose y esquivándose mutuamente. En uno de los intercambios, Ialda le hizo una llave en el brazo a Leona y la lanzó contra el suelo con violencia.
Leona se estrelló contra el suelo y sintió un crujido en su brazo. Se mordió el labio para no gritar y miró a Ialda, que descendía hacia ella con una expresión seria.
"¿Piensas que puedes salvarla con ese nivel? ¡No me hagas reír!" exclamó Ialda, pisándole la herida que le había hecho Agali con fuerza, Leona reaccionó con un gemido de dolor y trató de apartar el pie de Ialda, pero esta se lo impidió. "¿Cuantas van ya?" le preguntó Ialda, refiriéndose a las heridas que le había infligido. "¡Leona!" exclamó Ialda, cambiando el tono de voz, golpeó a Leona en el estómago con tanta fuerza que creó un pequeño cráter debajo de ella. El aire se escapó de los pulmones de Leona y esta se quedó sin aliento. "¿Oh?" dijo viendo que Leona lo había detenido con ambas manos.
"Tsk." gruñó Leona e intentó rápidamente darle una patada en los tobillos para hacerla caer, sin embargo, Ialda reaccionó rápido y saltó hacia atrás, esquivando la patada.
Leona se recompuso y se puso en pie, ignorando el dolor que sentía en el cuerpo y se lanzó hacia ella, pero cuando iba a golpearla, su puño fue bloqueado por una barrera invisible, la fuerza que canalizó a través de su puño chisporroteó violentamente contra la barrera de Ialda, pero no hizo nada para afectarla.
Ialda sonrió y quiso darle un golpe con la base de la palma en la cara, Leona lo esquivó doblando el cuerpo hacia atrás, apoyó las manos en el suelo y se alejó de ella, para luego abalanzarse y darle con el empeine, pero Ialda le detuvo el golpe sujetándole la pierna.
"Eres predecible." la miró Ialda entrecerrando los ojos con una voz disgustada.
Leona repitió la acción con la otra pierna para soltarse de su agarre a lo que Ialda se defendió con su antebrazo y la lanzó lejos de ella.
Acto seguido, Leona empezó a acumular magia en la palma de su mano derecha, sintió un frío intenso recorrerle el brazo y formar un remolino helado sobre su mano, Ialda hizo lo mismo con su mano izquierda, pero su magia era de color negro y emanaba un aura oscura y amenazante.
"¡Nivis Tempestas Gelu!" gritó Leona, lanzando su hechizo hacia Ialda.
"¡Nivis Tempestas Obscurans!" respondió Ialda, haciendo lo mismo con el suyo.
Ambos hechizos chocaron entre sí, causando una fuerte ráfaga de viento que levantó el polvo y las piedras del suelo. El impacto fue tal que hizo que el suelo a su alrededor empezara a quebrantarse, creando grietas y agujeros. Ninguna de las dos cedía un centímetro, manteniendo la presión sobre sus hechizos.
Ialda soltó una carcajada maliciosa.
"¡Ha! ¡Ha!" rio. "No está mal kiddo, ¡¿pero crees que puedes superarme?!"
Durante el tiempo que los hechizos colisionaban, Ialda se percató de que el Nivis Tempestas Gelu de Leona no mostraba ningún signo de cambio, lo que dio a entender que estaba dudando.
"Idiota." suspiró Ialda con pesadez.
En ese instante, dispersó su cuerpo en una bandada de murciélagos, dejando que el hechizo de Leona sobrepasara el suyo, se posicionó al lado de ella, tomándola del cuello y la llevó a través de los bloques de hielo que se habían formado en el lugar, rompiéndolos en pleno vuelo, hasta que la soltó, viéndola caer en el suelo.
Leona se levantó apoyándose contra la pared con dificultad, intentando tomar un respiro, Ialda apareció delante de ella y golpeó la pared a pocos centímetros de su rostro, haciendo que ello se derrumbara y la miró fijamente.
"No crees que es suficiente." le preguntó Ialda con voz severa.
"Tsk."
Leona gruñó y trató de golpearla, pero Ialda lo evadió fácilmente y saltó hacia atrás.
"Aún no." la miró Leona firmemente y con una voz casi en un suspiro, luego hizo aparecer una espada de hielo y arremetió contra ella.
"Hmph, un ataque directo." suspiró Ialda con indiferencia. "Como quieras, terminaré con esto."
Cuando Leona fue a darle un golpe a Ialda, esta lo bloqueó con su espada, puesto que Ialda había hecho aparecer una espada de hielo también, entonces, la espada de Leona se rompió por la mitad en un corte directo debido a la fuerza de Ialda, y rápidamente Ialda la atravesó por un costado. Al instante, Leona escupió sangre por la boca.
"E-Evangeline-" la miró Leona con una voz casi susurrando, agarró la mano de Ialda junto con el mango de la espada con la que la había atravesado.
"Se acabó, kiddo." dijo Ialda con frialdad.
Seguidamente, los labios de Leona formaron una sonrisa débil y le dio una mirada en la cual sus ojos emitían un brillo enigmático.
"Te tengo."
Un círculo mágico apareció debajo de ellas.
"¿Qué?" dijo Ialda desconcertada.
Leona de inmediato puso la mano que le quedaba libre en el pecho de Ialda y dijo:
"Relase Soul."
Tras hacerlo, una figura femenina la cual correspondía a Evangeline salió de Ialda. Las llaves que permanecían en el lugar se dirigieron hacia ella y junto con la que Touta había dejado ir se fusionaron con su cuerpo.
"¡Touta, ahora!" gritó Leona con esfuerzo.
"¡Sí!" respondió Touta entusiasmado, sacó un artefacto que era algo parecido a una pequeña cartera. Este emitió un brillo intenso y a continuación Negi apareció al lado de Evangeline. Sin demora, Leona cogió a ambos y fue donde estaba Touta.
La cartera era un artefacto la cual Negi había dejado tiempo atrás, por si algún día era necesario usarla, ello podía liberar a una persona de la posesión de Ialda, aunque solo podía ser usado una vez.
"¡Funcionó!" exclamó Touta exaltado, cerrando la mano en un puño. "¿Cómo están?"
"Solo están inconscientes." dijo Leona aliviada, miró a Evangeline con una mirada de sosiego y acarició su flequillo. "Al menos ahora sé que estás bien." pensó, luego se dio la vuelta y se dirigió a Touta. "Touta, llévate contigo a los dos y ve con los demás." le instó.
"¿Qué?" preguntó Touta con sorpresa y confusión.
"No puedo asegurar que no vuelva a poseerlos y si lo hace, ya no seremos capaces de hacer lo mismo, es mejor que lo hagas, así no tendré que preocuparme." explicó Leona.
"Pero…" protestó Touta.
"Tú…" musitó Ialda mirando a Leona con una mirada que emanaba claramente frustración, su voz era un susurro amenazante que indicaba una profunda exasperación, así como un peligro inminente. "Estaba tan cerca…"
"Touta." repitió Leona con firmeza, sin apartar los ojos de Ialda, sabía que podía atacarlos en cualquier momento.
"¿Y tú? No puedo dejarte sola, estás herida y sangrando por algunos sitios." dijo Touta preocupado por ella.
"¡SOLO HAZLO!" exclamó Leona interrumpiéndolo con fuerza a lo que Touta se sobresaltó. Esperaba que Touta escapara y se reuniera con los demás. "No te preocupes por mí, me las arreglaré y… gracias por haberte mantenido al margen antes."
"¡Bien!" asintió Touta, agarró a Evangeline y Negi por la cintura y se dispuso a dejar el lugar. "Suerte." le lanzó una última mirada de preocupación.
Touta usó la Magia Erebea para huir del lugar.
"No escaparás." dijo Ialda, siguiéndolo con la vista. No podía permitir que él se fuera con ellos, ya que los necesitaba, para completar su plan de Cosmo Entelecheia.
Leona impidió que ella fuera tras él, bloqueando su camino, tenía una mirada decidida.
"Solo has ganado tiempo, en cuanto me libre de ti, recuperaré los cuerpos y volveré abrir Cosmo Entelecheia." dijo Ialda con frialdad. "Nada ni nadie podrá detener lo que he estado esperando por tanto tiempo."
"No dejaré que muera." dijo Leona mirándola con determinación.
Ialda frunció el ceño y suspiró.
"Realmente…" la miró Ialda seriamente. "Podrías haberte quedado en ese mundo, haber sido feliz con ella y vivir en paz." ¿Por qué elegiste volver a esta realidad llena de dolor y sufrimiento?"
Leona apretó los puños.
"No voy a quedarme en un mundo que es una mentira, ¿sabes porque no funcionó?" le preguntó Leona.
Ialda la miró con curiosidad, esperando una respuesta.
"Porque me di cuenta de que no era ella." continuó Leona. "No quiero estar con alguien que solo este de acuerdo con todo sin tener voluntad propia y ser como una piedra, quiero estar en esta realidad y con la que es ella de verdad."
Ialda soltó una carcajada burlona.
"¿Crees que Evangeline puede ser feliz?" la miró con sarcasmo frunciendo el ceño. "No sabes nada, kiddo, sobre lo que tuvo que soportar, las atrocidades que cometió nunca podrá olvidarlas, no puede perdonarse a sí misma, cuando llevas siglos viviendo te das cuenta que todo es efímero y vacío, además, por lo que sé tú también has tenido que sufrir en este mundo, no se porque te empeñas a seguir en un mundo como este." agitó la mano con desdén.
"¿Cómo puedes saberlo?" inquirió pregunto leona extrañada.
"Puedo ver a través de los recuerdos de quien tomo." respondió Ialda con apatía, encogiéndose de hombros.
"¿Nunca has oído hablar sobre lo que significa la privacidad de las personas?" preguntó leona molesta, cruzando los brazos bajo su pecho. "De hecho, ni siquiera sé porque quieres terminar con todo."
"Porque la única forma de terminar con todo el sufrimiento es el plan que ideé, y tu egoísmo está interponiéndose en mi camino." dijo Ialda con firmeza, sin mostrar ninguna duda. "No entiendes que en este mundo solo hay dolor, injusticia y muerte, yo puedo liberar a todos de esta pesadilla, puedo crear un nuevo mundo donde nadie sufra, donde todos sean felices, pero para eso necesito el poder de Evangeline, y tú estás en medio."
"Mi egoísmo…" murmuró Leona, bajando la cabeza. "Sabes, no lo niego, al principio me preguntaba el porqué de la mayoría de los días que estuve en ese lugar oscuro y frio, y tuve que decidir escapar por mí misma… Pero al final acabas encontrando algo que te impulsa a seguir, no puedes pretender que nadie tenga miedo o sufra ello forma parte de los sentimientos que tenemos, independientemente de si eres humano o no, si no se tuvieran significaría que no se estaría vivo." levantó la mirada y la clavó en Ialda con determinación, sus ojos brillaban con una mezcla de ira y tristeza. "Dices que no puedo entenderlo, es cierto, no podré entender lo que ella llegó a sufrir porque no estaba presente ni me pasó a mí, sin embargo, también tuve una vida difícil, pero aun así quise seguir porque quería encontrar algo que me hiciera sentir diferente a lo que sentía, y fue ella precisamente a quien estaba buscando." hizo una pausa y suspiró, cerrando los ojos por un momento. "No puedes borrar el pasado ni lo que viviste, pero si sigues adelante al final acabarás encontrando algo que haga que sea más llevadero, alguien me dijo que el mundo es cruel, no se puede evitar, pero también es hermoso, no todo es igual." dijo con nostalgia, recordándolo, abrió los ojos y los llenó de determinación "Y si querer vivir, querer salvar a alguien y querer que siga viviendo es ser egoísta y despreciable, ¡entonces que así sea! No me arrepiento de mis decisiones ni de mis sentimientos, ella es mi razón de ser y haré lo que sea necesario para protegerla." terminó con firmeza.
"Tú… Realmente eres alguien molesto." Ialda frunció el ceño, mostrando su irritación. "Puedes decir eso porque no has vivido lo suficiente, nada cambiará, igual que esa mujer no encontrará jamás la felicidad." negó con la cabeza y los ojos cerrados. "Solo eres un niño que no lo entiende, no has vivido ni un tercio de lo que yo he vivido." la miró con resentimiento. "No puedes imaginar lo cruel que es el ser humano en realidad, incluso creando un mundo de cero, al pasar los años se volverá igual que el anterior, el ser humano es egoísta por naturaleza y el sufrimiento de esa niña es prueba de ello." señaló a Leona con el dedo, como si quisiera advertirle.
"¿Y estar en un mundo perfecto si lo hará?" le preguntó Leona con sinceridad, mirándola a los ojos. "No es más que una mentira, la desesperación, miedo, impotencia, el mundo que quieres es perfecto para no tenerlo, las cosas serían más fáciles si nada de ello existiera, pero al final solo sería una mentira que no tendría fin, si obtienes todo lo que deseas en un instante que te queda, es un mundo que hace que pase lo que quieres y la gente no te lleve la contraria, solo sería una mentira en la que sería controlado por ti, eso no sería vivir sino estar atrapado en un mundo que sigue tus normas cambiando la voluntad de la gentey que los demás parezcan marionetas sin sentimientos que asienten para que seas feliz." cerró los ojos negando con la cabeza, como si quisiera rechazar esa idea. ¿sabes por qué no pudiste atraparme?" la miró de nuevo. "La razón fue porque me sentía frustrada, no sentía lo mismo cuando estaba con ella, era como si fuera otra persona." confesó Leona, recordando cómo Ialda había intentado manipular sus recuerdos para hacerla creer que estaba en el mundo ideal."
"Si eso es lo que crees, no impedirá que se cumpla lo que llevo esperando tanto tiempo." la miró con frialdad, sin mostrar ninguna emoción. "Y cómo te dije, ella no conseguirá la felicidad nunca por más que lo intentes, ha vivido demasiado." afirmó con resentimiento.
"Deja de decir lo mismo una y otra vez…" le interrumpió Leona con exasperación. "Parece que no quieres que lo sea, para empezar cada vez que parece que puede serlo acabas quitándole lo que ama." le reprochó con amargura.
"¿Piensas que si estuviera a tu lado o con los demás podría deshacerse de sus pecados?" preguntó Ialda con desdén. "Lleva una carga demasiado grande para olvidarlo y ser feliz, eres demasiado ingenua, nunca se librará de su tormento." afirmó con frialdad.
"Tú… Hablas constantemente de su sufrimiento y de la crueldad del mundo… Hay algo que quiero preguntarte, si es como dices, ¿tú no serias igual?" le lanzó Leona la pregunta que le rondaba la cabeza, mirándola fijamente.
"¿Qué?" parpadeó Ialda con desconcierto.
"¿No fuiste tú quien experimentó con ella en primer lugar? Por lo que sé, la convertiste en un vampiro solo para comprobar algo de la inmortalidad, incluso si hubiera tenido una vida distinta y de esa forma la hubieras salvado de ello… ¿Por qué la abandonaste sin tomar ninguna responsabilidad? ¿Por qué no la llevaste contigo? ¡La dejaste sin importarte como viviría! ¡Parte de su sufrimiento es por ti! ¿Qué te hace diferente a los humanos que de los que tanto dices que son crueles? No intentes poner tu sentencia como si fueras el único que tiene derecho a juzgarla, ¿crees que es divertido experimentar con alguien por tu propia ambición sin importar lo que siente el otro?" confesó Leona, recordando su propia experiencia como sujeto de pruebas, se llevó una mano al pecho, sintiendo un dolor profundo. "¡No sé cómo se sintió, pero sí sé que es que experimenten contigo solo para conseguir un objetivo!"
"¿Has acabado?" la interrumpió Ialda con impaciencia. "Tienes razón, la dejé a su suerte, pero ahora podrá tener la felicidad que no pudo tener gracias a mi plan, con eso compensaré la culpa." siguió con una voz firme, como si no tuviera dudas de su plan.
"Dices que quieres salvarles, pero es a todos o a ti misma, realmente sino hubieras tenido que cargar con el sufrimiento, ¿querrías hacer lo mismo? Cualquiera que estuviera en tu situación habría querido deshacerse de ello, puedo entenderlo, pero no puedo dejar que tu idea termine con todo, creaste ese mundo porque te diste por vencida, pero ¿realmente es lo que quieres?" la miró Leona con desafío, clavando su mirada en la de ella.
"No hay otro camino para poner fin a tanto sufrimiento." respondió Ialda con obstinación, manteniendo el contacto visual, cruzando los brazos bajo su pecho.
"¿Pero no vas a sentirte sola de todas formas…? ¡No sentirás un vacío existencial en esa vida!" exclamó Leona con escepticismo, frunciendo el ceño y llevándose la mano en su pecho.
"No necesito tu compasión." replicó Ialda con frialdad, mirándola seriamente por un momento para después apartar la vista.
"No es compasión es comprensión." respondió Leona con convicción, mirándola fijamente.
"Si fuera el caso, entonces porque te pones en medio de mi camino." inquirió Ialda, mirándola de nuevo, arqueando una ceja.
"Porque me niego a caer por algo como esto, me niego a someterme a alguien que planea llevarlo todo a su fin, pero, sobre todo, ¡me niego a estar en un mundo sin ella!" la miró Leona con determinación.
"No voy a seguir esperando, ¿crees que puedes evitarlo? Adelante, es fácil decirlo, pero comprobemos si puedes si puedes lograrlo." dijo Ialda con un tono de voz desafiante, preparándose para atacar.
"No dejaré que esto termine aquí Ialda." dijo Leona con firmeza, poniéndose en guarida.
Mientras tanto, Touta había conseguido salir del lugar, pero justo entonces algo lo golpeó por detrás. Era Setsuna, que los había alcanzado junto a Konoka, Albireo y Rakan.
"¿De verdad creíste que te dejaríamos escapar?" sonrió Rakan, mirándolos con desdén.
Cuando iban a ser atacados de nuevo, algo les hizo retroceder, ello había sido UQ Holder, que había llegado en su ayuda.
"Lo siento, sé que todos son héroes y todo eso, pero si van a empezar a meterse con nuestros jóvenes... Vamos a tener que pediros... que lo hagáis por encima de nosotros." dijo Jinbei, cruzando los brazos.
"¡Chicos!" exclamó Touta al verlos sanos y salvos. "Y… ¡Ikkuu-senpai!"
"He vuelto, Touta-kun." dijo Ikkuu, sonriendo con ternura.
"Lo llamamos joven, pero en realidad lleva casi 50 años entre nosotros, aunque haya estado dormido la mayor parte del tiempo." lo miró Nikitis con los brazos cruzados, burlándose.
"Oh, cállate, Nikitis." pidió Touta, frunciendo el ceño.
"Así que tú eres el legendario mercenario espadachín, Jack Rakan, ¿eh?, Siempre he querido enfrentarme a ti, veamos si mi espada puede cortar tus abdominales de acero." lo miró Juuzou, sacando su espada del mango y apuntándola hacia él.
"Oho" sonrió Rakam. "Sabéis, no me ha gustado ninguno de los trabajos que he hecho en las últimas décadas, pero este trabajo parece que podría ser divertido."
"Juuzou-senpai." lo llamó Touta.
"Ve, Touta Konoe, este es nuestro mundo y debemos salvarlo."
"Touta, ve a salvar a nuestra ama." le pidió Makabe mientras miraba al enemigo con determinación.
"Uh, Gengorou-senpai… Acerca de eso…" balbuceó Touta, nervioso.
"¿Eh…?" dijo Makabe, girándose para mirar a Touta y viendo a Yukihime junto a Negi. "Qué-"
"¡Yukihime-sama!" exclamó Karin aliviada al verla junto a Negi.
"Y Negi-san." añadió Santa, sorprendido.
"¿Cómo es posible?" preguntó Makabe atónito como los demás.
"Puedo explicarlo." dijo Touta con calma.
Touta explicó lo sucedido a los demás con claridad y detalle.
"Y eso fue lo que pasó." terminó de decir Touta.
"Ya veo… Debemos de llevarlos a un lugar seguro hasta que despierten." dijo Makabe con seriedad.
"Os teletransportaré a nuestra base." se ofreció Sept. "Es el lugar más seguro, puedo transformar en luz a cualquiera que lleve, alcanzaremos la superficie terrestre en un abrir y cerrar de ojos."
"Una vez más, me sorprende lo injustos que son tus poderes." lo miró Touta con una gota en la sien, resignado. "Pero antes, tengo otro plan, una estrategia secreta que el abuelo estaba investigando en su taller secreto, es esta insignia." les mostró, era una insignia con forma de ala blanca que brillaba ligeramente. "Primero debéis debilitarlos un cuarto de su energía total, luego solo tenéis que tocar con esto su frente, de esa forma ellos podrán liberarse del control mental de Ialda." explicó con entusiasmo. "¿Qué os parece?"
"¡Es increíble!" exclamó Kirie impresionada.
"¡No puedo creer que pudiese crear tal artefacto! Tu abuelo es realmente un genio." añadió Kuroumaru con admiración.
"Bien, no perdamos más tiempo, vayamos." dijo Makabe con decisión.
Sept salió del lugar junto con los demás.
"Je, piensan que pueden escapar." los vio Rakan, sonriendo con malicia.
"Vamos." añadió Albireo, siguiéndoles.
"Es Senkyokan, me alegro de haber vuelto." dijo Kirie al aterrizar con los demás al lugar, mirándolo con nostalgia.
"Este resort aún tiene la barrera activa, por lo que nos dará la mayor ventaja, creo que nos seguirán a cualquier lugar posible al que podamos escapar en todo el sistema solar." explicó sept con seriedad en su rostro.
"Santa." lo llamó Touta, mirándolo fijamente con una expresión de comprensión. "He estado pensando en Sayoko y… creo… que lo entiendo, lo entiendo, Santa, estás con ellos, estás con Sayoko y con Ialda."
"¿Qué?" se sorprendió Santa.
"Pero, aun así, seguimos avanzando hacia el mañana, entre nuestros opuestos puntos de vista… hay un montón de gente normal ahí fuera, por ellos, continuaremos avanzando hacia el futuro, y para almas como la tuya encontraremos paz, puede… que todo haya terminado para ti… No." negó Touta, sacudiendo la cabeza y apretando los puños. "No ha terminado, ni siquiera está cerca, eres mi amigo, parte de mi equipo, no dejaré que nadie diga que se acabó." dijo con firmeza, mirando a Santa con determinación.
"Nii-chan… Entonces…"
"Cuando termine esta batalla, ven conmigo, nos embarcaremos en un viaje para ver el resultado final de las acciones de las personas comunes, un largo, largo, viaje, ¿qué me dices Santa? Quédate aquí y mírame, en el lugar de Sayoko." le propuso Touta con una mano extendida.
"Está bien, hagámoslo, Nii-chan." le sonrió Santa, tomando su mano, asintiendo.
"Genial, gracias." respondió Touta devolviéndole una sonrisa leve.
"Aquí vienen." se percató Kuroumaru, tensando su espada.
Seguidamente, unos círculos mágicos aparecieron en el lugar y de ahí salieron Rakan, Setsuna, Albireo, Konoka y Setsuna.
"No nos lo van a poner fácil." miró Karin sonriendo nerviosa, mientras se ponía en guardia.
"No." dijo Santa con la misma expresión, apretando los puños.
"Entonces los enfrenaremos con todo lo que tenemos." añadió Kuroumaru con determinación en su voz, desenvainando la espada.
"Recordar lo planeado, necesito que me ayudéis por el mundo y por el abuelo." dijo Touta, mirando a sus compañeros con confianza.
"¡No te fallaré, Touta-kun!" exclamó Kuroumaru, asintiendo.
"¿Habéis terminado vuestra charla?" sonrió Rakan, mirándolos con burla. "Vamos, venir, a ver si podéis."
"¡Vamos, mis compañeros inmortales!" exclamó Nikitis entusiasta, saltando al frente.
"No estás al mando, pura sangre inepto." espetó Juuzou con fastidio, blandiendo la espada.
"¡No os dejéis intimidar por ellos!" gritó Jinbei, lanzándose al ataque. "¡Son fuertes, pero nosotros también!"
"¡Sí!" respondieron los demás, siguiéndolo.
El choque entre los dos bandos fue inevitable. Rakan se enfrentó a Touta, Juuzou, Nikitis y Makabe usando su fuerza bruta y su habilidad con la espada. Setsuna y Albireo se encargaron de Kuroumaru, Santa y Jinbei intercambiando golpes rápidos y precisos. Konoka miró a Ikkuu y Karin sonriéndoles mientras Sept y Kirie vigilaban a Yukihime y Negi.
Touta se lanzó contra Rakan con su magia erebea, pero Rakan lo esquivó con facilidad y le devolvió el golpe con su puño, Touta apenas pudo bloquear el ataque, pero sintió como el impacto le hacía retroceder varios metros.
"¡Vaya, vaya! No está mal para ser un novato." se burló Rakan, sonriendo con arrogancia. "Pero aún te falta mucho para alcanzar el nivel de tu abuelo."
"No me subestimes." contestó Touta, mirándolo fijamente.
Makabe observó a Rakan con su filtro de visión, tratando de analizar sus datos. Sin embargo, el sistema no pudo identificar ningún tipo de poder mágico o habilidad especial en él, solo una fuerza física y una resistencia superiores a las normales.
"¿Qué clase de tipo es este?" se preguntó Makabe, frunciendo el ceño. "No parece tener nada que ver con la magia o la inmortalidad, ¿cómo es posible que sea tan fuerte?" pensó, decidiendo mantener la distancia, usando pistolas para disparar a Rakan desde un ángulo seguro, sin embargo, Rakan parecía tener una intuición sobrehumana, y esquivaba cada bala con un movimiento mínimo, sin dejar de luchar contra Juuzou. "Tsk." gruñó.
Nikitis apareció delante de Rakan para golpearle con su puño, pero Rakan lo detuvo con una mano y lo lanzó por los aires con desdén. Juuzou aprovechó la distracción para atacarle por la espalda con su espada, pero Rakan se giró y bloqueó el filo con su brazo sin inmutarse, haciendo saltar chispas.
"¿Qué pretendes, chico?" sonrió Rakan con burla, mirándolo con desafío.
"Quiero ver de lo que eres capaz." sonrió Juuzou, devolviéndosela y apretando el mango de su espada.
Los dos se lanzaron el uno contra el otro con sus espadas, chocando con fuerza y creando una onda de choque que hizo temblar el suelo, levantando polvo.
"¡No lo acapares para ti solo!" exclamó Nikitis, señalándolo molesto.
"¿Todavía estás ahí? Pensé que ya te habían noqueado." respondió Juuzou sin perder de vista a Rakan, esquivando otro de sus golpes y contraatacando.
"¡Hace falta mucho más que eso para noquearme, tú, estúpido humano!" gruñó Nikitis, haciendo aparecer un conjuro que ambos esquivaron y fue dirigido hacia el mar, causando una gran explosión.
"Oye, pura sangre, ¿estás intentando destruir nuestra sede?" le reprochó Juuzou, frunciendo el ceño.
"Metete en tus asuntos, humano." le espetó Nikitis, lanzando hacia Rakan una ráfaga de fuego con un gesto despectivo de su mano.
Rakan levantó su espada y la colocó frente a él, clavándola en el suelo, el fuego chocó contra el metal y se dispersó en todas direcciones, creando una nube de humo y cenizas, a continuación, aprovechó el momento para avanzar hacia Nikitis, pero este lo vio venir y saltó hacia atrás, aterrizando sobre una roca con agilidad.
"¡Maldición!" exclamó Nikitis, frunciendo el ceño.
"¿Tienes problemas?" sonrió Juuzou con burla, cortando el aire con su espada, creando una onda cortante que se dirigió hacia Rakan a lo que esquivó saltando hacia atrás.
"¡Solo estoy calentando!" lo miró Nikitis con desdén.
Touta aprovechó la oportunidad para atacarlo por sorpresa. Rakan bloqueó el ataque con su propia espada y Touta usó su magia erebea para aumentar su fuerza y presionarlo.
"¡Bien hecho, chico!" lo elogió Rakan, sonriendo divertido. "Pero aún te falta mucho para vencerme." sonrió empujándolo con su espada, haciendo que perdiera el equilibrio y le dio una patada en el pecho, enviándolo a volar hacia un árbol.
Mientras tanto, Kuroumaru se enfrentaba a Setsuna, ambas blandían sus katanas con destreza y rapidez, chocando sus filos con chispas. Kuroumaru admiraba a Setsuna, pero también sentía una profunda rivalidad hacia ella.
"Setsuna-senpai, no pienso rendirme." dijo Kuroumaru con determinación.
"Yo no voy a contenerme, tengo una misión que cumplir, proteger a Konoka-sama y ayudar a Ialda-sama."
"Lo sé." asintió Kuroumaru. "Y yo tengo la mía, ayudar a Touta-kun a salvar este mundo."
"Entonces no hay más remedio que luchar." concluyó Setsuna, atacando con fuerza.
A la vez, Albireo se enfrentaba a Santa y Jinbei, usando su habilidad para copiar las formas y poderes de otros, Albireo se transformó en Fate Averruncus, con su magia de piedra, creó varias lanzas que lanzó contra ellos, Santa usó su intangibilidad para evitarlas, mientras que Jinbei las rompió con sus puños.
"No nos impresionas con tu imitación barata." lo miró Jinbei, corriendo hacia Albireo con determinación.
"Ya lo veremos." respondió Albireo, cambiando de forma otra vez, esta vez se convirtió en Rakan, con una sonrisa burlona, se preparó para recibir el ataque de Jinbei, cruzando los brazos sobre el pecho.
"¿Rakan?" exclamó Santa, sorprendido.
"Es tan divertido ver sus caras cuando lo hago." sonrió Albireo levemente al ver su reacción.
Jinbei le lanzó un puñetazo, pero este lo bloqueó con su brazo y le dio un cabezazo en la frente, haciéndolo caer al suelo. Santa intentó ayudar a Jinbei, pero Albireo lo detuvo con una patada voladora, enviándolo a chocar contra un árbol, Santa se recuperó y usó su telequinesis para mover objetos y lanzarlos contra Albireo, pero este los esquivaba o los destruía con facilidad, moviéndose con agilidad.
"¿Qué tal esto?" dijo Albireo, cambiando de forma de nuevo, esta vez se transformó en Evangeline A.K. McDowell, sonriéndoles con una mirada fría y desafiante, mostrando sus colmillos hizo un gesto con la mano creando una tormenta de nieve que cubrió el campo de batalla y dificultó la visión de sus enemigos.
"¿Qué? ¿Ahora eres Yukihime-sensei?" se sorprendió Santa, tratando de localizar a Albireo entre la nieve.
"¿Qué pretendes con esto?" preguntó Jinbei, frunciendo el ceño, sacudiéndose la nieve del cabello.
"Es simple." dijo Albireo, apareciendo detrás de Santa, agarrándolo por el cuello. "Quiero ver cómo reaccionan cuando ven a sus seres queridos." sonrió con malicia, apretando su agarre.
"Tú, te crees muy gracioso, ¿no?" dijo Jinbei saltando hacia él. "Y quien te ha dicho que Fate es compañero nuestro?"
Albireo soltó a Santa lanzándolo contra Jinbei, haciendo que este lo pillara al vuelo.
"Gracias." dijo Santa con ironía. "Va cambiando constantemente." gruñó Santa, mirándolo con recelo.
"No te preocupes, si sigue así solo logrará agotarse enseguida, eso es lo que queremos." susurró Jinbei.
Los dos se abalanzaron sobre Albireo, pero este los recibió con una sonrisa maliciosa. "Qué ingenuos que son." dijo Albireo, con la voz de Evangeline. "Puedo copiar no solo la apariencia, sino también las habilidades y los recuerdos de cualquiera que haya visto alguna vez." dicho esto, Albireo levantó su mano y creó una esfera de oscuridad, que lanzó contra Santa y Jinbei, los dos se separaron para evitar el ataque, pero Albireo los siguió con su mirada y disparó rayos oscuros, que los persiguieron, Santa y Jinbei se vieron obligados a esquivar y bloquear los rayos, mientras buscaban una forma de contraatacar. Santa usó telequinesis de nuevo para lanzar objetos contra Albireo, pero este los desvió con una barrera de oscuridad. Jinbei intentó acercarse a Albireo, pero este lo detuvo con una ráfaga de viento helado, que lo hizo retroceder, Albireo los miró y cambio de forma una vez más, esta vez se transformó en Nagi.
Los dos se pusieron en posición de combate y se prepararon para contraatacar.
Jinbei usó sus artes marciales para atacar a Albireo, pero este se defendió con la misma habilidad que Nagi, bloqueando sus golpes y contraatacando con patadas y puñetazos. Jinbei se sorprendió de lo bien que Albireo imitaba el estilo de lucha de Nagi, pero no se dejó intimidar y siguió presionando mientras que Santa los miraba manteniendo la distancia, esperando una oportunidad.
Karin e Ikkuu se enfrentaban a Konoka, que les sonreía con confianza. Konoka era una maga capaz de usar hechizos de curación, barrera y ataque.
"No quiero lastimarlos, pero no me dejan otra opción, son los enemigos de Ialda-sama y Negi-sensei."
Karin frunció el ceño y se lanzó hacia Konoka, tratando de golpearla con su puño. Pero Konoka levantó una barrera mágica que bloqueó el ataque. Karin retrocedió y miró a Ikkuu, que estaba preparando su arma.
"Ikkuu, dispara ahora." le ordenó Karin, mirándolo.
"Entendido." asintió Ikkuu, apuntando a Konoka con su cañón.
"¡No lo harán!" exclamó Konoka, lanzando un hechizo de flechas de aire hacia ellos. Karin e Ikkuu esquivaron el proyectil y se separaron, buscando una mejor posición. Konoka los siguió con la mirada. "Son muy fuertes, pero no lo suficiente." dijo con orgullo.
"Veremos eso." replicó Karin, cargando de nuevo contra ella mientras Ikkuu la apoyaba con sus disparos, tratando de romper la barrera de Konoka.
Karin golpeó la barrera con todas sus fuerzas, pero no logró romperla, Konoka le lanzó un hechizo de aire, que Karin pudo esquivar, a continuación, Ikkuu aprovechó el momento y disparó un rayo láser, que impactó en la barrera y la hizo temblar, lo que hizo que Konoka se sorprendiera y perdiera la concentración, y así la barrera se debilitara, Karin se percató de ello y volvió a atacar, esta vez logrando atravesar la barrera y golpear a Konoka en el estómago, Konoka soltó un gemido de dolor, Ikkuu se acercó a ella y hizo lo que había dicho Touta, al hacerlo, Konoka se liberó del control de Ialda.
"¿Está bien?" preguntó Ikkuu, arrollándose junto a ella.
"Creo que sí." respondió Karin, mirándola.
"Qué alivio." suspiró Ikkuu. "No quería lastimarla, pero no teníamos opción."
"Lo sé."
Konoka se despertó y se llevó la mano a la frente, miró a su alrededor y vio a Karin e Ikkuu, que la miraban con preocupación.
"¿Qué… qué ha pasado?" preguntó Konoka, confundida.
"Estabas bajo el control de Ialda, pero logramos liberarte." le explicó Ikkuu, extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.
"¿Ialda? Ya lo recuerdo..." dijo Konoka, poniéndose la mano en la frente, recordando lo que había ocurrido.
"Tenemos un plan para liberaros, nos sería útil tu ayuda." le sonrió Ikkuu, amablemente.
Kuroumaru se defendió de los ataques de Setsuna, tratando de encontrar una abertura, sabía que Setsuna era una maestra de la espada y que tenía mucha experiencia en combate, Kuroumaru se sentía en desventaja, pero no se desanimó, recordó las palabras de Touta, que le había dicho que confiaba en él y que juntos podrían cambiar el destino del mundo. Kuroumaru sintió una oleada de determinación y apretó el mango de su espada.
"¡Ten esto!" gritó Kuroumaru, lanzando un corte diagonal hacia Setsuna.
Setsuna se preparó para bloquear el golpe, entonces lo desvió hacia el cielo con su espada y saltó hacia atrás para ganar distancia. En ese momento apareció Konoka junto con Karin e Ikkuu.
"¡Basta, Set-chan!" le gritó Konoka, corriendo hacia ella con los brazos extendidos.
"¿Konoka-sama?" la miró Setsuna, sorprendida.
"¡Están de nuestro lado!" le dijo Konoka, señalando a Kuroumaru y los demás.
"¿Qué?" la miró Setsuna, confundida y frunciendo el ceño. "Que le habéis hecho." dijo con un tono de voz amenazador, mirando a Kuroumaru con una mirada acusadora.
"Setsuna-senpai, estáis bajo el control de Ialda-san." le explicó Kuroumaru con calma, manteniendo una distancia prudente.
"¡Es mentira! Sois vosotros los que estáis equivocados." dijo Setsuna yendo hacia Kuroumaru. "¡Raimeiken!" gritó, lanzando un ataque eléctrico de su espada hacia Kuroumaru.
Kuroumaru esquivó el ataque eléctrico de Setsuna, que dejó una marca en el suelo.
"¡Set-chan, por favor, escúchame!" insistió Konoka, poniéndose las manos en el pecho.
"Debo de seguir el plan de Touta-kun, para eso debo debilitar a Setsuna-senpai." pensó Kuroumaru. "¡Air Cleaving Flash!" gritó, lanzando una ráfaga de aire cortante hacia Setsuna, que la esquivó con un salto y se acercó a él para seguir intercambiando golpes, Kuroumaru bloqueó los ataques de Setsuna con su espada, mientras Konoka trataba de razonar con su amiga, Karin e Ikkuu observaban la escena desde lejos, esperando el momento oportuno para intervenir.
"Set-chan, no te dejes engañar por Ialda-san." le dijo Konoka con voz suplicante.
"Eso no es cierto, Ialda-sama es la única que puede salvarnos de este mundo podrido." replicó Setsuna, con una expresión seria.
"¿Qué dices?" exclamó Konoka.
"Es necesario, es el precio que hay que pagar por la paz." afirmó Setsuna, con determinación. "¡Hyakuretsu Ōkazan!" gritó Setsuna, lanzando una serie de cortes rápidos y potentes hacia Kuroumaru, que apenas podía defenderse. Kuroumaru sintió que estaba al límite de sus fuerzas, pero no se rindió.
"¡Phoenix Flower Flash!" Kuroumaru usó su técnica para crear una explosión de pétalos de fuego que cegaron a Setsuna por un momento, Kuroumaru aprovechó la distracción y se acercó a ella a toda velocidad para darle un golpe en el pecho con la empuñadura de su espada, haciendo que esta soltara su espada. "¡Lo siento, Setsuna-sensei!" se disculpó mientras le ponía la insignia en la frente con rapidez.
"¡Set-chan!" la llamó Konoka preocupada yendo hacia ella, corriendo con los brazos abiertos y abrazándola con fuerza,
"Konoka…" la miró Setsuna recuperando la conciencia y parpadeando varias veces, sonrojándose.
"Bien hecho, Kuroumaru." la felicitó Karin con una sonrisa, dándole una palmada en el hombro.
"Buen trabajo." sonrió Ikkuu, asintiendo, levantando el pulgar.
"Setsuna-san… yo…" balbuceó Kuroumaru con culpa, mirando a Setsuna con arrepentimiento.
"Hiciste bien Kuroumaru, no tienes que disculparte, yo hubiera hecho lo mismo." le sonrió Setsuna, extendiéndole la mano con amabilidad, Kuroumaru le dio la mano, sonriéndole tímidamente.
Jinbei y Santa seguían luchando contra Albireo, quien no paraba de cambiar continuamente de forma y de poder, era como enfrentarse a un enemigo diferente cada vez.
"Empieza a molestarme." dijo Jinbei frunciendo el ceño molesto por la situación. "Aun sabiendo que está siendo controlado, no puedo evitar sentir fastidio."
De repente, Santa se comunicó con él por telepatía.
"Jinbei-san, creo que sé su punto débil." le dijo Santa con voz seria y concentrada.
"¿En serio?" preguntó Jinbei, esperanzado. "¿Qué es?"
"Cada vez que cambia, pasan unos segundos en los que se queda vulnerable, por eso va cambiando continuamente." explicó Santa con rapidez. "Pero si somos lo suficientemente rápidos, podemos aprovechar ese instante y darle el golpe final."
"Entonces tendremos que atacarle antes de que cambie." sonrió Jinbei, decidido. "Vamos a hacerlo, Santa."
Dicho esto, ambos se coordinaron para atacar a Albireo al mismo tiempo, aprovechando el momento en que iba a cambiar de forma. Santa extendió sus manos hacia Albireo y con su telequinesis lo lanzó como un proyectil hacia Jinbei, este se preparó para recibirle y le agarró con el antebrazo en el cuello, tirándole hacia atrás con fuerza, mientras tanto, Santa corrió hacia ellos y le dio con la insignia en la frente a Albireo, el cual recuperó la consciencia rompiendo el control de Ialda y se llevó la mano a la cabeza, confundido.
"Gracias…" hizo una mueca Albireo de dolor, todavía, aturdido en el suelo. "Aunque siento que te desahogaste con lo último."
"Eso es por usar a nuestros compañeros en nuestra contra." respondió Jinbei con un tono severo, pero sin rencor, mirándole fijamente, luego le tendió la mano para ayudarle a levantarse.
"¿Eso es todo lo que tenéis?" rio Rakan burlonamente, mirándolos con desdén.
"Parece no cansarse nunca." dijo Makabe mirándolo con asombro y frustración.
"Vamos a tener que seguir intentándolo." animó Touta, asintiendo mientras se ponía en guardia frente a Rakan.
Mientras tanto, los demás habían logrado liberarse del control de Ialda y se unieron a la pelea contra Rakan.
"¡Touta-kun!" lo llamó Kuroumaru yendo hacia ellos con una sonrisa aliviada. "¡Logáramos hacerlo!"
"¡Bien, Kuroumaru!" los miró Touta, extendiendo la mano para chocarla con él, mientras le felicitaba con entusiasmo.
"¿Cómo vais?" los miró Jinbei con curiosidad. "¿Necesitáis ayuda?"
"Es más difícil de lo que pensaba." sonrió Touta, rascándose la cabeza.
"Hmph." dijo Nikitis mirando a Rakan con desafío. "Voy a tener que ponerme en serio." sonrió, cruzando los brazos.
"¿No estas yendo en serio, pura sangre?" lo miró Juuzou con un tono de burla, levantando una ceja.
"Claro que no, esto solo era el calentamiento." contestó Nikitis con arrogancia.
"Tú eres Touta, ¿no?" le sonrió Konoka con dulzura, acercándose a él y cogiéndole de las manos. "Te pareces a Negi-kun."
"Siento los problemas causados." se disculpó Setsuna, inclinando la cabeza con respeto.
"No, no tienes que disculparte." se sonrojó levemente Touta con una mano en la nuca con timidez.
"Lamento que os hayáis pasado al otro lado, pero no voy a ser suave con nadie." los miró Rakan con firmeza, apuntándoles con su espada.
"Je, haber quien consigue cansarlo antes." sonrió Jinbei torcidamente, poniéndose en posición.
"Seré yo." dijeron a la vez Juuzou y Nikitis desafiándose mutuamente, fijando su mirada en Rakan.
Juuzou arrastró su espada por el suelo y usó su técnica Godlike Strength, para hacer un corte bajo los pies de Rakan, ello destruyó la tierra, haciéndolo perder el equilibrio, después, Touta activó su última forma de Magia Erebea; El cabello se volvió blanco y corto, hacia atrás en forma de relámpago, su piel cambió a más morena la cuál contrastaba con la marca blanca que le ocupaba todo el torso, la marca tenía la forma de un relámpago. Nikitis se unió a él, y ambos se abalanzaron sobre Rakan, golpeándolo con una ráfaga de ataques que lo arrastraron varios metros, agrietando el suelo a su paso, entonces, Albireo usó su libro para hacer una copia de Rakan, la copia se elevó por los aires y se lanzó hacia el otro Rakan para golpearlo desde arriba, Touta y Nikitis se dieron cuenta y saltaron a tiempo, esquivando el golpe, entonces la copia golpeó a Rakan con una fuerza brutal, haciendo un gran cráter en el suelo, el impacto fue tan fuerte que se oyó un estruendo que hizo temblar la tierra.
"¿Lo hemos conseguido?" preguntó Kuroumaru con incredulidad, mirando el suelo inquieto donde estaba Rakan.
"Creo que sí." dijo Makabe con alivio, soltando un suspiro.
De repente, Rakan, se levantó, aunque su ropa estaba rasgada y su cuerpo estaba lleno de heridas.
"¿Eso es todo lo que tenéis?" rio Rakan burlonamente, mirándolos con desdén y apoyándose en su espada. "Vamos, aún puedo seguir peleando." sonrió haciendo un gesto con la mano para que se acercaran.
"¿Cómo es posible?" exclamó Santa con incredulidad.
Rakan sonrió con diversión, preparándose para el contraataque.
"Vamos a ver de qué sois capaces." dijo Rakan con arrogancia, levantando su espada en alto.
Jinbei y Makabe se lanzaron hacia él, intentando golpearle con sus ataques físicos, pero este los esquivó con facilidad, usando su velocidad.
"¿Eso es todo?" se burló Rakan.
Nikitis llegó después, lanzando una ráfaga de rayos hacia Rakan, intentando electrocutarlo, aumentando la intensidad de su ataque. Rakan se cubrió con su espada, bloqueando los rayos de Nikitis, pero el ataque era tan potente que le hizo retroceder.
"El hecho de haber sido atacado por su copia, lo ha debilitado." comentó Makabe viendo su vida por su habilidad, frunciendo el ceño.
"Entonces vamos a terminar con esto." propuso Jinbei, sonriendo confiadamente.
Nikitis usó su magia para aumentar el poder y lanzó otro rayo más potente, mientras que Juuzou usó uno de sus ataques con la espada para crear una explosión debajo de él, Touta aprovechó la distracción y se acercó a Rakan usando su Magia Erebea para aumentar su fuerza y velocidad, le dio un golpe a Rakan en el estómago, para seguidamente darle una patada en la barbilla levantándolo unos centímetros del suelo, y le dio un puñetazo en el pecho, haciéndolo caer con fuerza. A continuación, le puso la insignia haciendo que se liberara del control.
"Menos mal." Touta suspiró aliviado.
"Ha, ha." rio Rakan con fuerza. "Hacía tiempo que no me divertía tanto."
"¿Significa que lo logramos?" inquirió Santa con una mezcla de alivio y sorpresa, mirando a Rakan con cautela.
"Eso parece." asintió Setsuna, aliviada.
"Mocoso, enfrentémonos de nuevo otro día." sonrió Rakan, levantándose y tendiéndole la mano a Touta.
"Hmph, todo gracias a mi último ataque." sonrió Nikitis orgulloso con los brazos cruzados.
"Que dices, fue el mío." lo miró Juuzou con una ceja levantada, retándolo.
"Ha, el tuyo no fue ni la mitad en comparación con el mío." lo señaló Nikitis, burlándose.
"Dirás que el tuyo no se comparaba con el mío, sangre pura engreído." replicó Juuzou con desdén.
"Repite eso, humano." lo desafió Nikitis con ira, acercándose a él.
"Vamos, da igual quien fuera." intervino Kuroumaru con una voz calmada, poniéndose entre ellos para evitar que se pelearan. "Todos contribuimos a la victoria." extendió las manos, tratando de apaciguar la situación.
"Así es Kuroumaru." les sonrió Touta, mirándolos con complicidad.
Mientras tanto, Leona y Ialda seguían enfrentándose sin descanso, intercambiando golpes y hechizos. Ialda había usado minutos antes una de sus habilidades: magical poisoning, una magia oscura que introducía una sustancia mágica en el organismo de sus víctimas. Esta sustancia les provocaba graves trastornos físicos y mentales, corrompiendo su voluntad y causándoles un dolor insoportable.
Con un gesto desafiante, Ialda alzó el brazo y una multitud de círculos mágicos la rodearon. De ellos emergieron ráfagas oscuras que se dirigieron hacia Leona a una velocidad vertiginosa. Leona se desplazó con agilidad por el lugar, esquivándolos y con un movimiento fluido, creó un torbellino de oscuridad desmesurado que lanzó hacia Ialda. Las ráfagas y el torbellino colisionaron en el aire, provocando una explosión estrepitosa que sacudió el suelo y cubrió el lugar con una nube de polvo.
"Mis sentimientos por este mundo son solo de resentimiento." la miró Ialda con una expresión fría y seria, mientras observaba el humo que se levantaba del impacto.
Tras ella, surgieron de la nada decenas de esqueletos y muertos vivientes llamados fantasmas vengativos aterradores que la seguían como si fueran sus fieles súbditos. Después se materializaron a su alrededor repentinamente, como un humanoide de cuatro brazos, masivo, del tamaño de un edificio. Además, estaba compuesto por la amalgama de millones de cráneos, unidos en un gris oscuro como el humo de un incendio. Cada uno de estos cráneos tenían pequeñas y espeluznantes luces rojas que brillaban fríamente en las cuencas de sus ojos; los cráneos más grandes se juntaron donde deberían estar la cabeza y el pecho del humanoide, con un grito desgarrador, se abalanzaron sobre Leona, sedientos de sangre. No eran más que los restos de los que habían sucumbido al poder de Ialda, transformados en sus títeres sin alma.
"Tus sentimientos serán de resentimiento." replicó Leona limpiándose un hilo de sangre del labio inferior y mirándola fijamente. "Yo... puede que también los tenga… sin embargo, también son de agradecimiento, he podido conocer a personas que me han apoyado."
De repente, tras Leona surgieron incontables círculos mágicos de los que surgieron ráfagas de hielo que se dirigieron hacia los esqueletos y muertos vivientes. El frío era tan intenso que congelaba todo a su paso, creando un paisaje helado y desolador, el hechizo los congeló a todos y los hizo pedazos. Cuando se disponía a atacar de nuevo, Leona sintió un malestar en su cuerpo, la habilidad de Ialda estaba haciendo efecto en ella, debilitando su resistencia y nublando su mente.
"Veo que estas empezando a notarlo." sonrió Ialda con malicia, percatándose del cambio en el rostro de Leona. "Solo es cuestión de tiempo."
"Ya lo veremos..." dijo Leona con voz entrecortada, intentando resistir el efecto del veneno mágico, y se abalanzó sobre ella.
"¡Ven a por mí!" la retó Ialda, sonriendo con crueldad. "¡Siente la ira y el resentimiento de aquellos que se pudrieron en el camino! ¡Conoce al abismo de la desesperación!"
Leona se abalanzó contra Ialda sin cesar, pero esta esquivaba los golpes con agilidad. La ventaja de Ialda era cada vez mayor, ya que Leona sentía que su cuerpo se debilitaba por el veneno mágico. Leona trató de darle un puñetazo, pero Ialda lo evitó y le propinó una patada en el costado del estómago, lanzándola varios metros atrás.
Cuando Leona intentó levantarse, Ialda la agarró del cuello y la alzó unos centímetros sobre ella.
"Tu cuerpo no resistirá, llevas demasiado tiempo sin descanso, empieza a resentirse, solo hay que verte, con la magnitud de heridas que tienes no deberías ni poder levantarte." dijo Ialda, apretando el agarre. "Estás al límite de tus fuerzas, no tienes ninguna posibilidad contra mí."
"A estas alturas, ¿piensas que me importa?" respondió Leona con dificultad.
"No entiendo porque sigues a pesar de todo." dijo Ialda con curiosidad. "Tanto te importa este estúpido mundo."
"Solo queda seguir avanzando." le contestó Leona con firmeza, sin dejar de mirarla a los ojos.
Ialda la observó y rememoró aquel momento en que vio a Nagi por primera vez, las palabras que ella le dijo entonces a uno de sus esbirros, Eso es ser un ser humano, al final, solo puede seguir avanzando.
"Solo son palabras vacías." sentenció Ialda con desdén. "Palabras que te hacen creer que hay algo más allá de este mundo cruel y miserable, palabras que te hacen olvidar la realidad, palabras que te hacen débil."
"¿Eso crees?" preguntó Leona con ironía.
Ialda la soltó y le propinó una patada que Leona apenas tuvo tiempo de bloquear, la fuerza del golpe la arrojó lejos de ella, entonces, Ialda se lanzó hacia ella formando una espada de oscuridad en su mano.
Leona, antes de que le diera con la espada, generó una de hielo y la detuvo aun estando con una rodilla en el suelo, apoyándose.
"Pronto tendré también tu cuerpo." la amenazó Ialda, empujando el filo hacia Leona con una sonrisa malvada.
"Lo siento por ti, pero no voy a formar parte de tu colección, mi cuerpo no te pertenece." la miró Leona, resistiendo la presión de Ialda. "Una vez más, si realmente hay algo, esto servirá." pensó.
Ialda hizo un movimiento brusco y partió la espada de Leona, después la apuntó con ella.
"Esto termina aquí, ahora serás mi recipiente." le anunció Ialda con voz fría.
"Eso solo será por encima de mi cadáver." le replicó Leona con ímpetu.
Leona se lanzó sobre ella sin importarle que la hoja de Ialda le atravesara el costado. Entonces rápidamente le golpeó en la barbilla con la cabeza, haciéndola retroceder. Aprovechando el momento, Leona puso la mano en su pecho y usó el mismo hechizo que había usado con Evangeline. Una luz blanca envolvió a Ialda y la dejó inconsciente en el suelo. Leona sintió una punzada de dolor en el costado, donde la sangre brotaba de la herida.
"Era como creía, también era una víctima…" dijo Leona jadeando. "El hecho de sentir el sufrimiento de todo mundo, ya me hacía sospechar… Por cierto… ¿cuánto más vais a quedaros ahí…?" dijo mirando a Agali y Dynamis que habían estado observando todo el tiempo.
"¡Ialda-sama!" la llamó Dynamis con preocupación, corriendo hacia ella y agachándose a su lado.
"¿Qué es esa cosa?" dijo Agali, alzando la vista con curiosidad. "¿Es parte de Ialda-sama?"
Había algo que estaba flotando en el aire, tan alto como un rascacielos, que imponía terror y asombro. Su cabeza estaba cubierta tras un largo velo rasgado, que se extendía como una capa fantasmal, sujeta por sus brazos centrales. Además, tenía cinco pares de alas emplumadas, de tamaño creciente, que se entrelazaban entre sí. El velo se agitaba con el viento, mientras que las alas zumbaban con fuerza, revelando a veces una silueta monstruosa.
Su rostro era estremecedor: un gran ojo dentro de una boca llena de dientes afilados; una esfera negra dentro de un vientre vacío; seis brazos largos y delgados, cubiertos de vendajes que se desprendían y se enroscaban alrededor de sus antebrazos; y piernas arrugadas y articuladas en una larga púa que parecía una espina ósea, con más vendajes flotando a su alrededor. El ojo miraba con malicia a su alrededor, buscando una víctima, la boca emitía un sonido gutural que helaba la sangre y la esfera negra latía con un ritmo irregular, como si fuera un corazón podrido.
Por último, sobre su cabeza, tenía un halo que parecía una corona rota, con una grieta que la dividía en dos y una barra vertical que la atravesaba por el centro. El halo era de un color rojo sangre, que contrastaba con el negro de su aura. El aura era una nube de oscuridad que salía de su cuerpo, como si fuera un humo tóxico o una niebla espesa y la envolvía en una sombra amenazante, que oscurecía todo lo que había a su alrededor.
"Sera mejor… que os marchéis con ella…" les dijo Leona con voz cansada, refiriéndose a Ialda.
"¿Que? Tú… ¿por qué?" se extrañó Dynamis, levantando a Ialda en su espalda y mirando a Leona con incredulidad, sin entender su actitud.
"Estáis aquí por ella, ¿no? Entonces llevárosla, antes de que sea tarde." les explicó Leona sin mirarlos, haciendo un gesto con la mano, indicándoles que se marcharan.
"Por qué la dejas escapar, después de todo, ¿esperas que nos retractemos o nos arrepintamos?" le preguntó Dynamis con desdén, apoyando a Ialda en su hombro, sosteniéndola con firmeza.
"¿Tengo que tener alguna razón? Largo." les ordenó Leona con firmeza y tono cortante, aun sin mirarlos.
"Tsk, no quedará así." masculló Dynamis, frunciendo el ceño, dándose la vuelta y alejándose con Ialda.
"Vámonos, Dynamis, de todas formas, puede que no lo logré." dijo Agali con indiferencia, solo quería salir del lugar.
"Llegados a este punto la historia se repetiría, no tengo intención de ser su recipiente." les aseguró Leona con convicción.
"Ha." la miró Agali con escepticismo. "Ya veremos." se burló y siguió a Dynamis, dejando atrás a Leona mientras los veía alejarse.
"Entonces… Supongo que solo quedamos nosotros." suspiró Leona, dejando de mirarlos para pasar a centrar su atención en la criatura, que se mostraba imponente y amenazadora ante ella, su expresión se tornó seria y sus ojos se clavaron en los de la criatura. "Al fin hace su aparición el actor principal." ironizó y luego permaneció mirándola pensativa. "Creo que puedo adivinarlo… unos de alguna secta seleccionaron a alguien para su propósito, haciéndole creer que se solucionarían todos los problemas, pero ello no salió como esperaban y el elegido quedó condenado a sentir la desgracia humana por los siglos de los siglos… eso que crearon fuiste tú… ¿me equivoco? Te quedaste en su interior todo el tiempo por eso sufría tanto, y como ser originado por aquella gente solo tienes en mente terminarlo todo con lo de Cosmo Entelecheia así que de nada serviría discutir sobre ello…
Leona cubrió su brazo derecho con un aura oscura y se lanzó hacia la criatura para golpearla, pero esta usó una barrera invisible deteniendo el golpe, seguidamente, con uno de sus brazos, la criatura golpeó con fuerza a Leona, estrellándola contra una pared, la cual atravesó con un estruendo ensordecedor y salió del lugar volando varios metros de tierra hasta estrellarse contra otro de los edificios del asteroide, destruyéndolo detrás de ella.
"Tsk." gruñó Leona, tosiendo sangre por la boca, sintiendo un dolor agudo en todo el cuerpo, como si le hubieran roto los huesos. "Parece ser que empiezo a estar en el límite… no me quedan fuerzas como antes… bueno… Siempre puede ser peor, no…" murmuró Leona con una voz débil, mirando el cielo estrellado del universo, entre los escombros. "Espero unas vacaciones después de esto… aunque me veo pasándolas en reposo…" dijo con ironía y una mueca de dolor, intentando levantarse apoyándose en los restos del edificio, entonces vio a la criatura mirándola delante de ella.
"Será mejor que desistas humano, es el fin de este mundo." dijo la criatura con una voz grave y distorsionada, como si hablara desde el fondo de un abismo. Su rostro era inexpresivo, sin mostrar ninguna emoción.
"Sabes hablar…"
"Mi único propósito es cumplir con el plan de Cosmo Entelecheia, no hay nada que puedas decir o hacer, soy la destrucción de este mundo." dijo la criatura con frialdad, después, levantó una mano, generando una bola de energía oscura. "Acabaré con todo, ese es mi único sueño, mi única razón de ser." añadió con determinación. "Es el final."
"Este mundo, aun no es tiempo de que conozca su fin, vamos a ver como termina esto, yo, puede que quede por el arrastre o a saber después de esto, pero tú vas a desaparecer del mapa." lo miró Leona desafiante con una voz firme, sin apartar la vista de la criatura. "Todavía me queda algo." añadió, levantando los brazos a la altura de su pecho, unos grilletes mágicos de color rojo sangre se materializaron en sus muñecas y tobillos. Si tanto miedo tienes de perderla, entonces vuélvete más fuerte, se alguien que sea capaz de protegerla, cuando creas que ha llegado el momento de quitártelas, solo di 'enlevé'. recordando lo que Dana le había dicho tiempo atrás, Leona sintió sus palabras grabadas en su memoria. "Eso me dijiste, y ahora es lo que haré." dijo Leona con firmeza, apretando los puños. "Quítamelas, maestra Dana." exclamó con voz alta y clara. "'enlevé'." pronunció con voz decidida, sintiendo que había llegado el momento de quitarlas, sin saber qué le esperaba al romperlo.
En cuanto la palabra salió de sus labios, los grilletes se rompieron en pedazos y liberaron una gran explosión de energía que la envolvió por completo. Su aura oscura se intensificó y se expandió por todo su cuerpo, como una sombra que lo devoraba todo. Su poder era tan grande que provocaba ondas de choque alternas de oscuridad y luz, que llenaban el lugar con un brillo cegador y una oscuridad abrumadora. Tras unos segundos las ondas se desvanecieron, dejando ver su nueva apariencia. Su cabello rubio se volvió negro en algunas partes, creando un contraste llamativo, así como su flequillo también mostraba mechones oscuros entre el rubio, dándole un aspecto más imponente y misterioso. Sus ojos, uno de ellos se volvió amarillo como el oro y el otro rojo como la sangre, brillaban con una luz intensa y misteriosa. Un aura mezclada entre luz y oscuridad la envolvía a su alrededor, creando un contraste desconcertante. Y en su espalda, unas alas en forma de murciélago le salieron, negras como la noche y con bordes plateados.
La criatura la observó con una mirada siniestra durante unos segundos, mientras concentraba su poder oscuro en sus manos, sus dedos se curvaron y se iluminaron con una luz negra, que se condensó en varias bolas de energía, y con un gesto despectivo, las lanzó hacia Leona, que las vio transformarse en torbellinos de oscuridad que giraban con fuerza y emitían un aura de muerte, el aire se llenó de un silbido agudo y una presión opresiva.
Leona no se dejó intimidar por el ataque y se movió con rapidez, esquivando los torbellinos. Aprovechando una apertura, se acercó a la criatura y le asestó una serie de golpes rápidos, que la hicieron retroceder y arrastrarse por el suelo. La criatura reaccionó, invocando de nuevo a sus fantasmas vengativos, las sombras espectrales salieron de su cuerpo y se dirigieron hacia Leona, quien, no se inmutó y pronunció dos palabras:
"Absolute Zero."
Al instante, una onda de frío intenso congeló todo a su alrededor, incluyendo los fantasmas vengativos que se volvieron frágiles como el cristal y con un simple gesto de sus dedos, Leona los destrozó en pedazos. La criatura, sin embargo, no se rindió y se abalanzó hacia Leona, tratando de atraparla con sus múltiples manos afiladas dispuesta a perforarla. Leona la miró fijamente, sin moverse ni un centímetro, mientras la criatura le clavaba sus garras en el pecho y entraba en su cuerpo para devorar su alma. Leona suspiró y liberó su aura con tanta fuerza que la criatura no pudo soportarlo, ya que el alma de Leona era como un fuego abrasador que quemaba todo lo que tocaba, la criatura salió despedida de su cuerpo, gritando de dolor.
La criatura la miró incrédula y sorprendida sin entender cómo era posible.
"Qué es lo que no entiendes, ¿qué no hayas podido poseerme?" le preguntó Leona con una voz más oscura debido a la transformación y mirándola con desdén. "Tantos siglos y no te diste cuenta de que existían métodos para detenerte." hizo una pausa y entornó los ojos. "Iluso."
"Tú… humano insolente." bramó la criatura con desdén. "No creas que has vencido, terminaré con todo tal y como he estado ideando durante siglos, pero para eso primero tengo que deshacerme de ti, borraré del universo cualquier rastro de tu existencia y la de este asteroide, ¡no importa si tengo que empezar de cero otra vez!" exclamó elevando los brazos y una gran cantidad de sombras y almas en pena empezaron a congregarse a su alrededor, formando una esfera gigantesca. La esfera era el reflejo de su poder oscuro, un poder que controlaba las sombras y las hacía obedecer a su voluntad. Las sombras eran la manifestación del miedo y la desesperación que la criatura había sembrado en sus víctimas y las almas en pena eran los restos de aquellos que habían sucumbido a su maldición, la esfera crecía cada vez más, amenazando con engullir todo a su paso.
Leona la miró sin inmutarse y se elevó en el cielo, sacó la tarjeta de pactio de su bolsillo sosteniéndola entre el pulgar y el índice de su mano derecha, y dijo con voz firme a la vez que decidida:
"Adeat."
La tarjeta que sostenía se transformó en una espada de hoja negra que empezó a emitir un aura oscura y amenazante. Leona levantó la espada con firmeza, apuntándola al cielo, haciendo que se oscureciera aún más, como si una noche eterna se hubiera cernido sobre el universo. El aire se llenó de un silencio sepulcral, solo roto por el sonido de la espada que vibraba con fuerza. La espada desprendía un aura tan poderosa que causaba la aparición de relámpagos oscuros que rasgaban el cielo y hacían temblar la tierra, la presión era cada vez mayor, hasta el punto de que el asteroide donde se encontraban empezó a agrietarse y a liberar pequeñas rocas que se elevaban por el aire y se rompían en pedazos, el aire se había vuelto denso y pesado, como si una fuerza invisible los oprimiera.
"¿Se puede saber que eres?" preguntó la criatura, viendo cómo el aura de Leona no dejaba de aumentar. "¡no te lo permitiré!" exclamó con rabia, lanzándole la esfera con todas sus fuerzas, siendo capaz de absorber y desintegrar cualquier cosa que tocara.
"Soy. Endless Darkness."
Al decirlo, bajó la espada con fuerza y rapidez en dirección a la criatura, lanzándole el hechizo cual era un torbellino desmesurado de oscuridad y de energía mágica que atravesó la esfera haciéndola añicos como el cristal y siguió avanzando su curso hacia la criatura, que intentó detenerlo con sus manos en vano. El torbellino la engulló y la desintegró por completo, sin dejar rastro alguno de su existencia. La intensidad de los hechizos fue tan elevada que el asteroide donde se encontraban se quebró y se deshizo en pedazos, desapareciendo del universo como si nunca hubiera existido.
"Se ha terminado." dijo Wilson con una voz seria, mirando por la ventana de la nave de brazos cruzados, observando como el universo quedaba envuelto por las inmensas almas que habían sido atrapadas por la criatura durante siglos, y que habían sufrido el tormento de ser absorbidas. Eran almas que habían perdido la esperanza de volver a ver la luz y la vida y que ahora eran libres, libres de escapar de la oscuridad y el vacío para buscar un nuevo destino y una nueva existencia. El universo se llenó de un brillo resplandeciente, como si miles de estrellas hubieran nacido al mismo tiempo.
"Eso parece." sonrió Irise divertida y maliciosamente, mirando también por la ventana. No le importaba lo que había pasado, solo lo que vendría después.
"¿Qué es lo siguiente que vamos hacer?" le preguntó Wilson, girando su cabeza para mirarla, esperando su respuesta.
Irise cerró los ojos dejando ir una risa breve a la vez que ambigua y se dio la vuelta alejándose de él, caminando a paso ligero hacia la puerta de la sala, sin mirar atrás.
"Esperar." respondió con una voz suave. "Esperaremos para ver que será lo próximo que ocurrirá." su tono era tranquilo, pero también lleno de curiosidad.
"¿Piensa que ha muerto?" le preguntó Wilson, siguiéndola con la mirada.
"Lo dudo." alegó Irise curvando lentamente sus labios mostrando una sonrisa confiada, entonces se detuvo, sin girarse hacia él. "Wilson, sé que estás inquieto, pero es lo que se nos ha ordenado, además, presiento que ocurrirá algo." comentó con un tono de misterio, entonces continuo su marcha y dejó la sala, desvaneciéndose en la oscuridad del pasillo.
Wilson se quedó solo en la sala, volviendo su mirada por la ventana con una expresión seria y pensativa.
Mientras tanto, desde un rincón oscuro y apartado, una sombra aguardaba con paciencia. Sus ojos brillaban como dos brasas en la penumbra, reflejando su malicia y su ansia de venganza. Una sonrisa malévola se dibujó en su rostro, mostrando sus afilados colmillos.
"Finalmente. Es momento de actuar." murmuró con voz siniestra tras una larga espera, perdiéndose en el silencio.
Fin del capítulo.
Finalmente acabó la lucha, pero aun sigue la historia, ¿qué sucederá?
Gracias por leer, espero que haya gustado, si es así, dejen review por favor, me gustaría saber su opinión, me anima a seguir escribiendo. Cualquier duda de la historia, pueden decirme.
PD: Hice un dibujo de Leona, ello esta en mi perfil.
Traducción:
"Duāpusu Ēmissae. Hidarite ni moeru honō." Fuego abrasador en la mano izquierda.
"Migite ni hyōga no kōri." Hielo glacial en la mano derecha.
"Ryōhō o māji shite, jama ni naru teki ni tōtatsu suru no ni yakudatsu yajirushi o sakusei shimasu." Fusionaros ambos para formar la flecha que ayude a alcanzar al enemigo que se interponga en el camino.
Rīzushakun!" Congelación abrasadora
