REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! Volví antes :D
- Lin Lu Lo Li: ¡Hola! Sí, el compromiso de Koga terminó, pero no por los motivos que dijo Kikyo. Esperemos que pronto Inuyasha se dé cuenta de cómo es en realidad... Pero bueno, este cap se viene interesante :3 ¡Gracias por leer! Espero que te guste.
Hoy tuve algo de tiempo libre así que ¡Aquí está una nueva actualización! ¡Espero lo disfruten!
Nos vemos el domingo ;) Y si puedo un poco antes.
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 14.
KAGOME
Corría por los pasillos del palacio sintiendo mi respiración agitada. No lo pensé dos veces y entré por la puerta, cuando lo vi caminé hacia él.
–Koga – exclame.
Lo vi dejar a un costado las hojas que estaba leyendo, solo para enfocar aquellos ojos azules en mí.
–Kagome – respondió del mismo modo, pero con una gran sonrisa en su rostro.
Sabía que venir al Reino de los Okami era mala idea, pero, no tenía otra opción. Había escuchado a unos aldeanos decir que bajo el templo del Reino Okami se encontraba la tumba de una antigua Sacerdotisa, aquello fue suficiente para arrastrar el poco orgullo que me quedaba hasta aquí.
Sin embargo, no contaba con el permanente y constante cortejo del Rey de los Okami, y si bien nuestra relación era netamente amistosa, a veces sentía que se le olvidaba, como hoy.
–Dime que lo que dicen no es verdad y solo es un falso y desagradable rumor – repliqué.
–¿Qué cosa?
–Sabes perfectamente de lo que estoy hablando – acusé perdiendo la paciencia.
Koga se levantó de su silla y caminó hasta quedar frente a mí.
–No, en verdad no lo sé Kagome – dijo con un tono inocente que no hacía más que enfurecerme – ¿Por qué no me lo dices?
–Rompiste tu compromiso con la Princesa Ayame – Le increpé.
–Sí, puede que lo haya hecho.
–Pero ¡¿Por qué?!
Recorrió una de sus manos sobre mi cabeza y automáticamente me alejé.
–Creo que sabes la respuesta a esa pregunta – dijo mientras se dirigía hacia la puerta.
Lo seguí de cerca aun sintiendo la impotencia atorada en mi garganta.
–No puedes.
–Claro que puedo – aseguró sin detenerse – Soy el Rey.
–Sí, pero eso no te da el derecho de romperle el corazón a alguien.
Su sonrisa lobuna no tardó en aparecer.
–Tu eres una Princesa y aun así creo que ya olvidé la cantidad de veces que me has roto el corazón en más de un mes.
–No es lo mismo – aclaré desviando la mirada.
–¿Y por qué no?
–Porque tú y yo solo somos amigos – se detuvo – ¿O no?
Giró lentamente y antes de mirarme sonrió al aire.
–Te ofrecí mi amistad eterna con la esperanza de que algún día me vieras como algo más que un simple amigo.
–Sabes que no puedo hacerlo – Bajé la cabeza, pero inmediatamente llevó una de sus manos a mi mentón para hacer que lo mirara.
–Lo sé y no sabes cuanto odio a Taisho por eso.
La sorpresa en mi mirada fue la que me delató.
–No sé de lo hablas – traté de disimular.
–Kagome, aunque te esfuerces en negarlo mil veces, sé perfectamente que él fue el motivo por el que estás aquí. Te he visto suspirando, te he visto mirar al cielo como si este pudiera hablarte y contarte cosas que quisieras saber. Pero sobre todo te he visto esforzarte de una manera inhumana con ese arco.
–Solo practicaba.
–Sí, claro – sonrió – ¿Practicabas las mil y una formas de matar a una presa? ¿O a un hombre?
–Puede que a un demonio… – balbuceo de modo que no pudiera oírme.
–Sé que ese idiota te hizo algo – continuo – Y cuando lo vea juro que lo mataré.
–Eso no pasará – dije rápidamente – No sabe dónde estoy, él no vendrá hasta aquí…
—¡Majestad! – ambos miramos al soldado – El Príncipe de Lothar está aquí y solicita verlo.
Vi a Koga sonreír de una manera estremecedora.
–No… – Negué con la cabeza, sin embargo, él asintió.
–¿Dónde está?
–Lo espera en el jardín sur.
–Perfecto.
–Koga no – Lo detuve del brazo – Por favor no lo hagas, no vayas.
Se zafó de mi agarre solo para sujetarme de ambas manos y llevárselas a sus labios.
–Prometo no ser yo quien dé el primer golpe.
Se alejó, dejándome con la palabra en la boca. Tenía miedo por lo que pudiera significar una guerra entre ambos Reinos.
INUYASHA
Esperé, pero ser paciente no era de familia y ya sentía los primeros signos de ansiedad recorrer cada nervio de mi cuerpo.
–Es un completo placer tenerlo en mi palacio Majestad.
–Puedes ahorrarte la falsa cordialidad, tú y yo sabemos que el respeto entre los dos no existe.
Lo vi sonreír antes de fijar sus ojos en mí.
–¿Qué es lo que quieres? – reclamó mientras se cruzaba de brazos.
–Sabes muy bien porqué estoy aquí. ¿Dónde está?
–No sé de qué hablas.
Di un par de pasos hacia donde estaba.
–Vine por Kagome, ahora dime dónde está y prometo que no saldrás lastimado.
–Y si te dijera que no lo sé.
–Estarías mintiendo – insistí.
–¿Por qué estás tan seguro?
–Sé de muy buena fuente que mi prometida está aquí y no me iré de este espantoso lugar sin ella.
–¿Tu prometida? – dijo jocoso y yo di un paso – No sé de qué hablas. Kagome ahora es mi mujer…
Mi puño no tardó en estamparse en su horrenda cara y cayó al suelo sin que ni uno de sus hombres interfiriera.
–Eres un maldito infeliz – Me abalancé sobre él y di un par de golpes más – ¡Defiéndete! ¡Vamos, pelea!
Sonrió y aquello no hizo más que aumentar mi ira. Me entretuve destrozando su insoportable rostro hasta que una flecha rozó mi mejilla e hizo que me detuviera.
Cuando levanté la cabeza sentí inmediatamente un cálido líquido resbalar por mi mejilla, pero aquello no era nada a comparación con lo que mis ojos veían.
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez en la que la había visto?
¿Cuánto tiempo había pasado desde que no sentía el corazón soltar latidos dolosos con solo ver el café de sus ojos?
Kagome lucía impresionante en ese traje de Sacerdotisa y sujetando su arco con demasiada determinación.
–Kag… – balbuceé.
–¡Joven Koga!
La vi correr con el rostro lleno de preocupación hasta donde estaba el maldito de Koga y apreté los puños cuando sus manos recorrieron su pecho, buscando algún signo que le devolviera la paz y así fue.
–Cumplí mi promesa… – susurró el idiota.
La vi sonreírle y aquello fue suficiente.
–No te atrevas – dijo Kagome apenas di un paso hacia ellos – Ginta, Hakkaku, por favor lleven a su majestad el Rey a su habitación y que alguien vaya por un médico de inmediato.
–Sí, majestad.
Ambos hombres obedecieron la orden que les dio Kagome y sin decir más se fueron, dejándonos solos en el silencioso jardín.
La vi recoger su arco, que en algún momento habría soltado por venir a comprobar la salud del infeliz de Koga.
–¿Cómo debo llamarte ahora? – Fui yo quien rompió el silencio – ¿Majestad? O tal vez Reina de los Okami.
–Cuida tus palabras Inuyasha.
–¿Por qué debería? Te fuiste y me dejaste por irte tras ese idiota.
–¿Eso piensas? – cuestionó mirándome desde donde estaba.
–¿Qué otra cosa debería de pensar?
Frunció el ceño antes de soltar un suspiro pesado.
–Tienes razón. Me fui de tu lado solo para estar con el joven Koga – Di un paso – Eso querías escuchar ¿Verdad? Por eso viniste ¿O no?
–Quería verlo con mis propios ojos.
–¿Ver qué?
Sonreí hastiado.
–Su patético romance.
–¿De qué hablas? – preguntó sin dejar de mirarme.
–No hace falta que lo niegues, ya todos los sirvientes hablan de eso. La noticia de que Koga Okami rompió su compromiso, por una mujer – Me puse frente a ella – Una mujer con la que se le ve por los jardines, tomados de la mano, hasta incluso los han visto besándose sin ningún pudor…
El dolor después de la cachetada fue lo de menos a comparación con el desprecio que se instaló en su mirada.
–Eres un completo idiota – espetó.
La tomé de la cintura mientras que Kagome luchaba por liberarse.
–¿No es verdad? – insistí – ¡Niégamelo Kagome!
–Quien te haya dicho eso se equivocó en todo menos en una cosa – Aún luchaba por liberarse – Koga sí rompió su compromiso, pero entre él y yo no existe nada. Y quien te lo haya dicho te engañó.
–Ella no mentiría con algo así… – musité.
–¿Ella? – susurró y de inmediato sus ojos se abrieron de la impresión – ¡Suéltame!
–Kagome…
–No lo volveré a decir Inuyasha – me miró amenazante – Suéltame si no quieres que acepte la propuesta del Rey de los Okami.
De inmediato la solté, sintiendo la maldita calidez de su cuerpo desvanecerse lentamente de mis manos.
–Estuviste a punto de matarlo solo por las mentiras que te dijo una sirvienta – acusó.
–Kikyo no mentiría con algo así.
–Claro que no – soltó entre risas fingidas – Sin embargo, yo sí y ante tus ojos me convertí en la peor escoria del mundo.
–Yo no dije eso.
Levantó una mano para que me callara.
–Será mejor que te vayas.
–No me iré sin ti – sentencié.
–¡Yo no te pertenezco!
–¡Eres mi prometida!
Guardó silencio. Escuché su respiración agitada, su falta de aire me estaba afectando.
–¿Ahora lo soy?
–Kagome…
–Respóndeme una cosa Inuyasha ¿Estás aquí por mí o por lo que mi don supondría para el Reino y para ti?
–Estoy aquí porque te…
–¡Princesa! Venga por favor, el Rey Koga solicita verla.
–¿Cómo está él? – Le preguntó Kagome a uno de los inútiles hombres de Koga.
–Mejor, pero sus heridas demandarán mucho cuidado.
–Iré a verlo.
–Kagome – La llamé cuando esta decidió ignorarme.
–Vuelva a Lothar Majestad, su padre y hermano deben de estar muy angustiados por usted. Y en cuanto a nuestro compromiso – Giró para verme a los ojos – No puedo casarme con alguien que cree lo primero que escucha.
Dicho eso se fue dejándome solo. Mis ganas de ir tras ella solo se vieron interrumpidas por los hombres de Koga que impedían que diera un paso más.
Había cometido un error y era completamente consciente de eso, tenía que arreglar las cosas y tenía que ser cuanto antes si no quería verla en brazos de otro.
KAGOME
–¿Cómo te sientes?
Koga abrió los ojos para verme.
–Mejor ahora que estás aquí – Intentó moverse, pero el dolor se lo impidió – Creí que te irías con ese idiota.
–¿Por qué lo hiciste? – cuestioné – Tú y yo sabemos que tus hombres pudieron haber interferido sin embargo no lo hicieron.
–Ah… Te diste cuenta.
–¡¿Acaso querías morir?!
–No, solo que sabía que vendrías a salvarme.
–No vine por ti – aclaré – Vine porque no quería que se creara otra guerra entre Reinos, ya es suficiente con Naraku.
–¿Naraku? – dijo él.
Asentí
–Él fue el responsable de acabar con mi gente y también estuvo tras el ataque de Lothar.
–Nunca había escuchado su nombre.
–Tal vez no de él, pero…
–¿Qué pasa? – insistió sentándose sobre la cama.
–Voy a necesitar de tu ayuda.
Salí del palacio con llave en mano y me adentré a cruzar uno de los jardines que me llevaba al templo, la noche había caído y solo la luz de la luna era mi única salvación para no andar a oscuras.
De pronto alguien me acorraló entre las paredes de arbustos, intenté gritar, pero me tapó la boca.
–No estuve bromeando cuando dije que no me iría sin ti.
Inuyasha.
Abrí los ojos en sorpresa y de inmediato sentí sus labios aprisionar los míos con determinación.
Continuará...
