Hola! Me fui de viaje por temas de trabajo y por eso no he podido actualizar estos días
Espero que aquellos que me estáis acompañando en esta historia, disfrutéis del capi.
Mil gracias
AJ.
A mediodía, aún no habían revisado ni una cuarta parte de las secciones que Draco creía que serían de utilidad.
Hermione se dedicó a copiar pasajes de los libros que Malfoy le había advertido que no podían salir de la mansión y dejó a un lado, sobre un escritorio, aquellos que podrían llevarse para estudiarlos más adelante.
—Tendremos que regresar —estaba diciendo la bruja mientras escribía en un pergamino —necesitaremos varios días para revisar todo esto.
Él gruñó, tan contento como ella por la idea de pasar allí tiempo juntos.
— Mañana es domingo, así que podemos volver a primera hora —respondí dejándose caer en una silla cerca de Granger.
—Me parece bien, el lunes tendría que ser por la tarde porque tengo que ir al Ministerio durante toda la mañana a una reunión importante—el sonido de un picoteo en la ventana les hizo girarse a la vez —que raro —se levantó acercándose al ventanal, donde una lechuza blanca como la nieve más pura, esperaba paciente con una carta en el pico —es Hoarfrost —dijo Hermione abriendo el cristal —la lechuza de Harry ¿Qué pasa bonita? —le acarició la cabeza y cogió el sobre ululando antes de darse la vuelta y salir volando una vez más.
Regresó de nuevo al escritorio en el que había pasado buena parte de la mañana y abrió la misiva con las cejas juntas en un gesto de concentración.
Draco fue viendo la forma en la que su rostro pasaba de la curiosidad al horror y, más tarde, a la tristeza.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó antes de poder refrenarse.
No quería parecer curioso, pero nunca había sido una persona paciente y el silencio incómodo en el que la bruja había caído le crispaba los nervios.
—Ha muerto un antiguo compañero de Hogwarts —dijo dándole la carta —anoche alguien asesinó a Justin Finch-Fletchley en un barrio muggle.
Draco leyó la carta, su cara habitualmente imperturbable o sarcástica cubierta por una máscara de profesionalidad que Hermione nunca había visto antes.
Hermione,
Anoche tuve que salir a un aviso de emergencias.
¿Recuerdas a Justin Finch-Fletchley? Encontramos su cuerpo en Gloucester Avenue, a unos metros de casa de sus padres.
Creía que sería obra de algunas de las facciones de mortífagos que hemos estado persiguiendo, pero creo que hay algo más detrás de su asesinato.
Habla con Malfoy, tenemos que reunirnos esta tarde a las cuatro en su casa, Katie Bell tiene el informe de la autopsia del cuerpo, no sé si el báculo tiene algo que ver o no, pero algo está ocurriendo, puedo sentirlo, Hermione.
Harry.
—Mierda —masculló el rubio levantándose. Con un golpe de varita empezó a recoger la sala —guarda los libros que necesitas y las anotaciones —ordenó —vamos a ver si tenemos algo interesante en todos esos apuntes —miró su reloj —tenemos dos horas antes de que llegue Potter —sus labios se curvaron en una sonrisa burlona —tendré que decirle a Nott que nunca, jamás, se le ocurra dejarse el pelo largo.
Hermione se dio cuenta de que los efectos de la poción se estaban pasando de nuevo y se retiró los rebeldes mechones de cabello que comenzaban a caer sobre sus mejillas mientras recogía sus pergaminos.
En otra ocasión habría discutido con él por el tono autoritario de su voz, pero prefirió callar, aun estaba lidiando con la noticia de la muerte de un antiguo amigo, le costaba digerir que, después de las pérdidas de la guerra, aún pudieran estar expuestos a semejante brutalidad.
Una vez todo estuvo recogido, miró la puerta de la biblioteca con creciente ansiedad y tomó aire. Era una Gryffindor y estaba dispuesta a enfrentar los recuerdos de Malfoy Manor sin un solo temblor más.
Pero, justo cuando estaba dando el primer paso hacia la salida, sintió la mano de Malfoy en su hombro y un tirón brusco en su ombligo que la arrastró a un vórtice esférico en movimiento lleno de luces y sombras y la expulsó de golpe en el aséptico salón del que habían salido a primera hora de la mañana.
Trastabilló cuando él la soltó bruscamente y se giró para mirarle con los ojos entornados.
—La próxima vez podrías avisar —espetó con rabia.
—La próxima vez podría dejarte recorrer la casa hasta la chimenea —replicó con maldad, arrastrando las palabras —¿Seguimos trabajando o quieres que discutamos un rato más, Granger? —se cruzó de brazos y alzó una perfecta ceja rubia.
Ella refunfuñó, se colocó el bolso y apretó los dientes.
—Creo que recordaré este momento en un pensadero cuando tenga un mal día, pareces un elfo doméstico libre —masculló de pronto él con un brillo diabólico en los ojos.
Hermione se dio cuenta de que los efectos de la poción habían desaparecido por completo y estaba delante de él con la ropa de Theo quien era al menos una cabeza más alto que ella, por no hablar de su constitución.
Sin dejar de fulminarle con rabia, se marchó hacia el baño con toda la dignidad de la que era capaz sin una sola palabra.
—Te veo en el comedor —gritó Malfoy cuando ella cerró de un portazo.
Cuando Harry y Theo llegaron con Loughty, los ánimos eran sombríos.
—Katie y Gemma Farley hicieron la autopsia completa anoche —estaba diciendo el auror —no fue concluyente así que esta mañana contactaron con una eminencia del MACUSA y después de mucha investigación, pruebas y discusiones, determinaron que la causa de la muerte fue un hechizo que salió mal —sacó varios pergaminos llenos de tecnicismos y palabras que Draco no conocía —estuve hablando con Strout, ella está acostumbrada a tratar a pacientes víctimas de encantamientos mal realizados, pero nadie ha visto nunca algo como esto.
—¿Cómo murió? —preguntó Malfoy.
Hermione le miró abriendo la boca para decirle algo sobre su morbosa curiosidad, pero calló al ver la intensidad de sus ojos argénteos.
No era curiosidad, el Malfoy que ella creía conocer había desaparecido y, ante ella, estaba el agente de la SISA.
—Aquí lo tienes
Harry le tendió el informe de Katie Bell y él lo leyó en silencio.
—La sintomatología es desconocida —estaba diciendo Harry de nuevo — es como si se hubiera… derretido por dentro.
—¿Un hechizo liquatus? —preguntó Hermione con el ceño fruncido.
—No —en aquella ocasión fue Theo quien habló —se han hecho distintos estudios sobre el efecto de ese hechizo en humanos y es imposible que afecte a un ser vivo. El liquatus es capaz de derretir materia inorgánica pero…
—Sí, sí —le cortó Malfoy — no necesitamos una disertación sobre hechizos avanzados ¿Cómo es la sintomatología, Potter?
Él apretó los labios, pero pese a que parecía incómodo, contestó.
—Según me ha explicado Katie, en palabras menos… técnicas, no sufrió —dijo mirando a Hermione porque le parecía lo más importante de todo aquello —debió sentir un hormigueo por las extremidades, primero se derritieron los huesos, como si perdieran la consistencia.
—¿Recuerdas cuando Lockhart conjuró el hechizo Brackium emendo sobre ti, Harry? —preguntó de pronto Hermione dando un pequeño salto sobre la silla que a Draco le transportó a sus años de estudiante.
—¿Cómo olvidarlo? —masculló el auror.
—Realizó mal el hechizo e hizo desaparecer todos los huesos de tu brazo.
Coa
Él hizo una mueca irónica.
—Brazo, mano, dedos… créeme, es difícil olvidar ese momento, Hermione.
—Lockhart no debería haber tenido jamás una varita —murmuró Caspar que había estado en silencio hasta ese momento —ni siquiera entiendo cómo el sombrero seleccionador pudo ponerlo en Ravenclaw.
—¿Le conocías? —preguntó Hermione.
—Cuando yo empecé en Hogwarts él estaba en quinto curso, pero era… famoso por allí en aquellos tiempos.
—Katie también recordaba ese momento —dijo Harry —y tuvo en cuenta la posibilidad, pero finalmente las pruebas mostraron que no tenía nada que ver —suspiró con frustración —no solo se derritieron sus huesos, también sus órganos, aunque en su caso fue más lentamente —sus cejas se juntaron y tragó saliva —lo último que se… desintegró, fue el cerebro, se dieron cuenta esta mañana.
—¿Pudieron rescatar los últimos pensamientos? —preguntó Draco.
Harry asintió.
—No sirven de mucho, estuvo de espaldas todo el tiempo y, cuando por fin vio a su atacante estaba perdiendo la vista y además se le veía a contraluz. Todo lo que hemos podido sacar del recuerdo es que era alto y era un hombre. Además —movió los papeles y apuntó con un dedo a una de las últimas anotaciones —por esto sabemos que no usó esos hechizos.
—Coactus voluntatem —leyó Hermione —¿Qué es eso? —parpadeó mirando confusa a Theo.
Él negó con la cabeza.
—Nunca lo había escuchado.
—Nadie, al parecer —intervino Harry
Hermione apuntó la palabra en un trozo de pergamino.
—Habrá que investigarlo también.
—Dudo que encuentres algo —dijo Harry —al menos en los libros del Ministerio y guías de hechizos oficiales —se encogió de hombros —al parecer no existe.
—Bueno —Malfoy se cruzó de brazos y estiró las piernas —que se sepa, al menos. Recuerda que hay libros de magia oscura que pocos conocen, hechizos tenebrosos que se han perdido en los anales del tiempo. Que no los conozcamos no quiere decir que no exista.
—Coactus —estaba diciendo Hermione mientras garabateaba sobre el papel — del latín coacto, que significa forzar y voluntatem —les miró con atención —voluntad.
—¿Estás diciendo —empezó Harry
—¿Qué alguien estaba tratando de lanzar un hechizo similar a un imperius en él? —terminó Malfoy.
—¿Por qué razón alguien iba a hacer eso? —preguntó Theo —¿No sería más fácil una imperdonable?
—Lo cierto es que —intervino Harry —después de la guerra hemos estado regulando, de alguna manera, el uso indebido de la magia.
—Lo que Harry quiere decir —continuó Hermione —es que somos capaces de rastrear el uso de las imperdonables. Aunque el radio de acción es… limitado.
—¿Rastrearlas? —Draco la miró con algo parecido al asombro —¿Cómo habéis podido hacer eso sin utilizar rastreadores? Había escuchado en la Agencia que se estaba legalizando algo así hace unos meses.
Hermione se mordió el labio, indecisa.
—Bueno, ha sido algo… complicado, sobre todo legalmente.
—Normal —murmuró Nott —de alguna manera eso viola la libertad ¿No?
—Depende del enfoque legal que quieras darle, Theo. No estamos rastreando a nadie en concreto ¿Verdad? Si yo digamos, instalara un rastreador en una persona que no haya sido previamente juzgada y condenada por violar las leyes vigentes, estaría coartando su libertad y vulnerando sus derechos, pero lo único que hacemos es rastrear el uso indebido de tres maldiciones imperdonables. Realmente, siendo así, rastrearíamos a un criminal, única y exclusivamente.
—Sea como sea —intervino Loughty —ese es el motivo por el que, sea quien sea nuestro asesino, no está usando un imperius.
—Porque lo sabe —dijo Harry —lo sabe y está buscando otra forma de poner bajo su control la voluntad de los demás.
—¿Entonces creéis que Justin ha sido su cobaya? ¿Qué está probando cómo hacer un nuevo hechizo con las mismas características que la maldición?
—Es posible —murmuró Malfoy levantándose y paseando por el comedor —lee el informe, Granger —dijo señalando los papeles que había estado revisando él mismo — en los recuerdos rescatados se escucha que, el asesino dice "Maldita sea" con la voz, cito textualmente, frustrada y llena de ira. No sé a ti, a mi me parece que algo no salió como el quería.
—Hay más —Harry se frotó la frente arrugada —Katie me dijo que el rescuerdo está muy dañado, apenas sí pudieron rescatar algunas cosas, pero, hay cosas que no están en el informe porque no se ponen de acuerdo en lo que pueden ver u oír.
—A veces ocurre —dijo Hermione —si el recuerdo no es una muestra muy viable es imposible exponer en el informe algo de lo que no se está seguro.
—No he podido tener acceso a la visión —siguió diciendo el auror —no todavía, pero Katie asegura que ella pudo escuchar "mi experimento", "si sale mal" y "un sangre sucia menos"
—Así que Justin ha sido un experimento frascasado —susurró Hermione —Lo que quiere decir.
—Que habrá más —terminó Malfoy.
—Mierda —masculló Theo con un suspiro.
—¿Y qué ocurre entonces? —exclamó ella —¿No podemos hacer nada más salvo esperar a la siguiente víctima?
—¿Qué quieres hacer? —preguntó el rubio —No tenemos nada… ni siquiera sabemos si esto tiene que ver con la misión ¿Verdad? —miró a Potter —Tú si lo crees ¿No? Por eso nos has reunido aquí. Crees que esto tiene que ver con el báculo.
—Sí —dijo él con sencillez.
—¿Por qué?
—No lo sé… en realidad es… es un pálpito.
Malfoy bufó con una risa que no llegó a sus ojos.
—¿Quieres que nos movamos ahora por pálpitos? ¿Qué clase de auror eres, Potter?
—El mejor —respondió Hermione poniéndose en pie de un salto —de hecho es el mejor, Malfoy. Puedes creerme o no cuando te digo que si Harry dice que tiene un pálpito acerca de que tenemos que saltar por un acantilado, yo le diría ¿Qué tan alto? —entrecerró los ojos.
—Vaya, vaya… Granger —siseó él curvando los labios —cuanta… lealtad que… conmovedor.
—Draco —Loughty observó a su subordinado y negó con la cabeza imperceptiblemente —tiene razón. Potter tiene un sexto sentido, podríamos decir, cada uno de los aurores que ha trabajado con él le sigue sin cuestionar nada.
—Debe ser maravilloso, ¿No Potter? Ser omnisciente.
Harry le ignoró y se centró en los demás.
—Sé que tiene todo que ver con el báculo.
—Necesitamos encontrar la información entonces —Hermione empezó a sacar papeles y libros de su bolso — tendremos que centrarnos en el.
—E investigar a todas y cada una de las personas que trabajan en el Ministerio —dijo Draco
—¿Por qué? —preguntó Harry
—Porque si quien quiera que sea nuestro hombre sabe acerca del rastreador…
—Tiene que ser alguien de dentro —terminó Theo —pero no cualquiera —continuó diciendo —créeme cuando te digo que yo no tenía ni idea. En mi departamento no he oído nada de eso ¿Quiénes estaban enterados?.
—Yo lo había escuchado —repitió Malfoy
—Así que Loughty y tú tendréis que investigar a todos allí.
—Ninguno de mis chicos harían algo de eso — les defendió Caspar.
—Yo no pondría la mano en el fuego por nadie —decretó Malfoy con el rostro impasible.
—¿De veras, Draco? —preguntó su jefe —ni siquiera por Tony o por Adrian.
El rubio simplemente se encogió de hombros
— Por nadie —sentenció.
—Pensaba que erais amigos…
—Lo somos —dijo con sencillez —es solo que he aprendido que a veces la gente… te sorprende y no siempre para bien.
No iba a decir en voz alta que había confiado ciegamente en su padre toda la vida y había terminado tatuado como una res y casi asesinado por culpa de esa confianza.
—Bien —terció Hermione anotando SISA en su pergamino — El Departamento de Seguridad Mágica también —dijo escribiendo.
—Anota al personal de apoyo del Kingsley, Hermione, siempre lo saben todo —añadió Harry.
—Y a Cooperación Mágica Interncional —acotó Caspar —me consta que Kingsley ha estado haciendo gestiones para ampliar el alcance del rastreo.
—Entonces apuntaré a la Oficina de la Ley Mágica Internacional y a la Nacional.
—Empezaremos por ahí —Harry dejó salir el aire con brusquedad —Malfoy y yo investigaremos a todos los que aparezcan en los censos laborales del Ministerio que estén en estos departamentos o estén ligados de forma indirecta.
—Que alegría —masculló el rubio.
—Os ayudaré —intervino Nott —tengo accesos a muchas de las áreas restringidas del Ministerio y puedo revisar informes igual de bien que cualquiera.
—Yo iré a hablar con Kingsley —dijo Caspar levantándose para salir del comedor —informarme de los avances.
—Yo seguiré estudiando estos libros. Si hay alguna información de ese maldito báculo la encontraré sea como sea.
—Suponiendo que tenga que ver con el báculo —murmuró Draco que seguía teniendo sus dudas y obviamente no confiaba en los pálpitos de San Potter.
—¿Vienes Theo? —preguntó Harry.
El castaño asintió, aunque miró de soslayo a Hermione como si no tuviera que luchar consigo mismo por no sacarla de allí con él.
Draco, que se dio cuenta del gesto, sonrió con maldad.
—¿Te quedas conmigo, Granger? —preguntó arrastrando las palabras con suavidad.
—Si no te importa… —respondió ella que ya estaba enfrascada en uno de los libros que habían sacado de la mansión Malfoy.
—Mi casa es tu casa…. —replicó con ironía ahogando una carcajada al ver cómo se tensaba Nott.
—Mmmm —ella ni siquiera le estaba haciendo caso.
Cuando Harry se marchó, Theodore lanzó una última mirada por encima del hombro y se encontró con la sonrisa ladina y maliciosa de Malfoy que, guiñándole un ojo, se sentó frente a Granger fingiendo que pensaba quedarse allí mirándola el resto de la tarde.
Pero, ni bien escuchó el sonido de la red flú activarse, se levantó de nuevo, se alisó los pantalones y fue hacia el vano de la puerta.
—Tengo cosas que hacer.
—Vale —ella seguía perdida en su propio mundo.
—Adiós, Granger —murmuró.
No respondió.
Una semana después todo seguía exactamente igual, con la salvedad de que había aparecido otra víctima. En aquella ocasión, Evelyn Marshall, una bruja de cuarenta años, hija de muggles, que trabajaba cosiendo en la tienda de Madame Malkin desde hacía más de diez años.
Malfoy y Hermione habían continuado yendo a la mansión alguna tarde mientras Theo se pasaba horas en el Ministerio leyendo fichas de todos los trabajadores que tenían listados y Harry se dividía entre la Oficina de Aurores, Grinmauld Place y la casa de Malfoy.
Por mucho que trabajaban no tenían nada nuevo. Ni una sola pista de la persona que podía estar detrás de los crímenes y ni una sola información sobre el báculo más allá de lo que podría encontrarse en los libros de mitología muggle.
Ese día, Hermione había estado en el Ministerio y, al terminar, fue hasta el Callejón Diagon a comprar varias pociones que necesitaba reponer en el botiquín de su casa en el boticario del Señor Mulpepper y algunos ingredientes para elaborar su propia loción corporal y el gel con el que domaba sus rebeldes rizos.
Allí fue dónde se encontró con Malfoy que estaba rebuscando entre distintos ingredientes como raíces secas y flores de luparia.
—¿Malfoy? —se acercó a él, asegurándose de que no hubiera nadie cerca que pudiera verlos —Iba a ir ahora a tu casa. Pensaba que habías vuelto a Atenas.
—Se ha retrasado el viaje. Potter no ha podido venir, creo que ha habido otro asesinato
—¿Otro más?
Él chasqueó la lengua con fastidio.
—Eso parece. No sé quien ha sido, estaba yendo a la Oficina de Trasladores cuando llamaron a Potter por una emergencia de clase cinco.
—Un crimen de sangre.
—Exacto, veo que haces los deberes.
—Trabajo en Seguridad Mágica, Malfoy.
—Cierto ¿Por qué dejaste el soso y aburrido trabajo que tenías, Granger? Pensé que te hacía feliz todo eso del Pedo y la libertad de los elfos.
—P.E.D.D.O —respondió ella furiosa —sabes perfectamente como se llama.
Draco lo sabía, por supuesto, se había reído de ella en tantas ocasiones cuando comenzó aquella dichosa plataforma que no podía por más que haber aprendido el significado de las poco acertadas siglas.
—¿Y bien? ¿Era aburrido?
—Simplemente hice todo lo que podía hacer —se encogió de hombros delicadamente —creo que aquí podré hacer grandes cosas.
—Así que delirios de grandeza ¿No? —rió entre dientes —quizás sea cierto que llegues a ser la próxima Ministra.
Ella hizo un gesto displicente con la mano, pero sonrió
—El mundo necesita cambios, Malfoy y yo estoy dispuesta a proporcionárselos.
Draco rodó los ojos y sacudió la cabeza.
Habían pasado una semana compartiendo juntos más horas de las que les hubiera gustado, pero
aunque le sacaba de quicio la mayor parte del tiempo, una vez uno superaba el hecho de que era una hija de muggles sabelotodo, algo repipi y estirada, no estaba tan mal.
Además los años la habían tratado más que bien.
Jamás lo reconocería, ni siquiera bajo mil cruciatus, pero Hermione Granger se había convertido en una mujer que, pese a no ser despampanante, era ciertamente deseable. Al menos desde un punto de vista objetivo, por supuesto.
Tenía un cuerpo que parecía ser bonito y elegante porque, aunque pequeña, no era nada infantil. Sus rasgos faciales habían perdido la redondez de la adolescencia y eran delicados, de labios carnosos, nariz pequeña y algo respingona y enormes ojos del color de la miel oscura, vivos e inteligentes.
Sobraba decir que él nunca podría tener nada con alguien como ella. Dejando a un lado su estatus de sangre, que ya no le importaba tanto como antes, estaba la incuestionable diferencia de clases. Sí, Draco era un poco elitista y algo snob, era un hecho innegable que siempre había elegido a mujeres hermosas, de sangre pura y clase social alta, sobre todo porque eran los círculos en los que se había movido desde su más tierna infancia.
No obstante, mientras nadie supiera lo que había en su cabeza, siempre podía mirar y disfrutar de la vista.
—Deberías estar investigando a la gente de tu departamento.
Lástima que cuando abría la boca solía recordarle por qué no le crispaba los nervios.
—No sabía que te habías erigido en líder y mandamás de esta misión, Granger.
Ella resopló yendo a pagar los artículos que llevaba en la mano.
—¿Vamos a tu casa? —preguntó dejando varios sickles sobre el mostrador.
—Por supuesto, princesa —espetó con ironía —estoy deseando tenerte allí…
Cuando se aparecieron justo al salir de la tienda, ninguno de los dos se dio cuenta del pelirrojo que, boqueando como un pez fuera del agua, les observaba sin poder parpadear, con los ojos muy abiertos y a punto de sufrir una apoplejía.
—Os digo que están juntos —estaba diciendo Ron a Ginny, Padma y Zabini.
Se habían reunido los cuatro en el Caldero Chorreante. Ginny, que pasaba varios días de la semana en Holyhead, acababa de regresar a Londres y habían quedado para tomar algo todos juntos.
Cómo ocurría ultimamente, ni Theo, ni Hermione ni Harry, se habían unido a ellos.
—Algo está pasando, eso sí lo creo —añadió Ginny dando un trago a su cerveza de mantequilla —Harry está muy raro, distraído y… no sé, como con la cabeza en otro sitio.
—¿Crees que sabe lo que está ocurriendo entre Hermione y…. —arrugó la nariz con asco —y ese hurón rebotador?
—¿Tú estás seguro, Weasley? —intervino Blaise que parecía tener problemas para imaginar siquiera la situación que les planteaba el pelirrojo —es lo más bizarro que he oído en mi vida. ¿Mafoy y Granger? —rió alegremente —es como imaginar a MacGonagall en un rendezvous con Snape.
—Te digo que los he visto, Zabini —entrecerró los ojos —están liados —hizo una mueca extraña, similando una arcada y se llevó las manos a la boca —¿Cómo ha podido caer tan bajo? —sin cambiar ese gesto de asco negó con la cabeza —¿Creeis que es su forma de vengarse de Krum?
—¿Viktor? —Padma miraba a Ron sin comprender —¿Por qué iba a estar con Malfoy para vengarse de Viktor? Tenía entendido que fue Hermione quien terminó la relación.
—Sí —intervino Ginny —lo fue. Además todo fue amistoso y terriblemente aburrido —resopló la pelirroja —tanto que entiendes por qué ¿Qué chispa había si ni siquiera pudieron romper con gritos y lamentos?
Blaise soltó una carcajada.
—Cualquiera diría que tienes sangre italiana, pelirroja —rió más bajito —los latinos somos emocionales —le guiñó un ojo —sigo diciendo que no veo a Malfoy con ella —se encogió de hombros —lo siento pero no.
—Escuché que había cambiado —murmuró Padma —pensaba que ya no creía en todo eso del estatus de sangre.
—Perdimos la amistad hace tiempo —replicó Blaise bebiendo un trago de su whiskey — pero aunque eso fuera cierto, Malfoy siempre fue y siempre será un clasista ¿Acaso no leéis Corazón de Bruja? Preguntarle a vuestra amiga Lavender, día sí día no andaba publicando historias de la vida amorosa de Malfoy.
—Y es una vida muy… colorida —dijo Ginny riendo.
—No entiendo por qué, es un idiota descolorido, arrogante y pomposo —masculló Ron con los brazos cruzados.
—Está bastante bueno —dijo Ginny
—Y es guapo —acotó Padma.
Ron las miró como si se hubieran vuelto locas.
—Dejando a un lado los atributos físicos de Malfoy —siguió hablando Blaise —lo cierto es que cada una de las chicas con las que ha sido visto o con las que ha estado son, en todos los casos, de clase social alta. Así que sí, Weasley, es un pomposo arrogante. Por eso jamás estaría con alguien sencillo y normal como Granger.
—Os digo que la invitó a su casa y que la llamó princesa —se pasó las manos por la cara como si tratara de borrar lo que habían visto sus ojos — y también le djo estoy deseando tenerte allí.
Arrugó la cara como si hubiera olido jugo de horklump y bebió de nuevo.
—Que asco Hermione —murmuró en voz baja como si estuviera hablando con su amiga —¿Cómo has podido?
—Yo no lo creo. Lo creeré cuando lo vea. Creo que en realidad está liada con Theo.
—¿Por qué no apostamos?
George, que había llegado a tiempo de escuchar las últimas frases y se había quedado a sus espaldas cotilleando, se frotó las manos.
—Doble o nada ¿Quién se apunta?
—¿Crees que nos lo dirá si preguntamos? —Padma se había echado hacia delante y miraba a los Weasley y a Zabini repetidamente.
—Claro que no —Ginny dejó la jarra vacía sobre la mesa —tendremos que averiguarlo nosotros.
—¿Y cómo vas a hacer eso, pelirroja? —preguntó el moreno.
Ella le regaló una amplia sonrisa.
—Les seguimos y es espiamos, como en una pecúlica muggle.
—¿Qué es eso? —preguntó Padma.
—Los muggles tienen una caja parecida a un pensadero donde hacen obras de teatro que llaman pecúlicas. Harry tiene una en casa.
—Pues seremos espías —Ginny parecía muy animada —pero ni siquiera diremos nada a Harry ¿Vale? —frunció sus bonitas cejas —pase lo que pase él lo sabe. Porque habla mucho por lechuza con Hermione y está distraído y apático.
—No me extraña —murmuraba Ron —pobre Harry —seguro que Hermione le ha hecho jurar que no dirá nada, seguro que hasta le obligó a hacer un juramento inquebrantable —suspiró —¿Cómo no va a estar distraído y apático?
—¿Sabes que eres un dramático? —preguntó Zabinni sacudiendo la cabeza con incredulidad.
—No sabes ni la mitad, Blaise —dijo Ginny poniendo los ojos en blanco —Bien, trazaremos un plan ¿Alguien sabe dónde vive Malfoy?
NA: ¿Creeís que puede salir algo bueno de todo esto? xD
