Para Lucia, solo tenía que existir una razón para sonreír y eso significaba su hermana para él. Pero en el momento que Shiori vio que había alguien más que provocaba aquella tierna inquietud en su hermano mayor, entendió que tenía dos razones para seguir viviendo, para seguir sonriendo. Hiro sería el único con el que compartiría su amor por su hermano.

¿Qué era aquello que provocaba que todo a su alrededor se viera más hermoso y que la oscuridad y los miedos se fueran? ¡Oh mis niños tiernos e inocentes! Eso que sienten, es un sentimiento hermoso que provocara que Lucia y Hiro, quieran sentir curiosidad por primera vez y descubrir lo que provoca sus corazones mientras sus manos se mantienen unidas.

Lucia podía caer pero sentía que Hiro no tenía ese derecho cuando siempre se ha levantado con una sonrisa en su rostro. El momento que lo vio caer, no pudo evitar sentir una espina en su pecho, no pudo morderse su lengua como siempre lo hace y esta vez, recordarle quien era realmente, darle ese apoyo que el chico necesito en ese momento.

El corazón puede ser engañado con facilidad, las personas alrededor pueden ser engañadas. ¿Saben que es lo único que no se puede engañar? Los ojos. Aquellos ojos que son la ventana del mundo, siempre dirán la verdad y nunca mentirán. Eso fue lo que aprendió Hiro en el momento que conoció a Lucia, el querer estar a su lado, se convirtió en un deseo fuerte de querer.

Para Lucia, el mundo era cruel y despiadado, nadie le haría cambiar de parecer después de todas las cosas que vivió. Pero tal vez, el momento que llego Hiro a su vida, podría hacerle cambiar de parecer, podría ser que ese estúpido chico que es totalmente despreocupado de la vida, pueda tomar su mano y ayudarle a caminar por ese cruel mundo. Una vista que deseaba ver.